miércoles, 27 de marzo de 2024

¿Podría el mundo haber existido desde siempre?

¿Qué significa, qué importancia tiene este hecho, un dato revelado, que el tiempo ha tenido un comienzo y que, por lo tanto, el mundo no existe desde siempre, sino sólo desde un cierto tiempo, un determinado tiempo que parece que hoy la física pueda calcular al menos aproximadamente, incluso si no puede establecer los exactos milenios, siglos, años, meses, días y hora? ¿Por qué Dios ha querido revelarnos este hecho mediante la Sagrada Escritura? Si Dios hubiera querido, ¿habría podido crear un mundo existente desde siempre? ¿O bien Dios no podía hacer de otra manera? Sobre este punto la divina Revelación no nos dice nada. ¿Qué interés, entonces, puede tener hacernos esta pregunta? ¿Puede tener el interés de aclarar cuál ha sido la voluntad de Dios sobre el mundo y cómo debemos concebir en relación al pasado la relación de Dios con el mundo?

¿Desde cuánto tiempo existe el mundo?
   
----------Indudablemente, uno de los grandes gozos de nuestro espíritu es el conocimiento de la belleza del universo creado y de la grandeza de Dios su creador. La Revelación divina contenida en la Sagrada Biblia satisface ampliamente este nuestro deseo de conocimiento, incluso si, hablándonos de realidades que no entendemos completamente, ya sea porque superan nuestra comprensión, como la espiritualidad divina y los ángeles, o porque están por debajo de nuestra comprensión, como la materia de la cual está compuesto el universo físico, nos parecen algo así como misterios impenetrables.
----------Una verdad divinamente revelada concerniente a la relación del mundo con Dios su creador es que Dios creando el mundo no lo ha creado desde siempre, sino que le ha dado un comienzo o inicio temporal. Dios ha creado de la nada el mundo hace un cierto y determinado tiempo, mundo compuesto de cuerpos o sustancias materiales, existentes en el tiempo, y también compuesto de espíritus o ángeles, existentes en la eternidad (es la duración sucesiva propia de las sustancias espirituales; cf. santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q.10, a.4; en cambio, la eternidad, que es una duración instantánea toda simultáneamente en un instante que no pasa, es la duración propia sin inicio y sin fin del ser divino).
----------En efecto, como es sabido, la Escritura dice: "Dios creó en el principio el cielo y la tierra" (Gn 1,1). Y el IV Concilio Lateranense, de 1215, explica: "Dios con su omnipotente virtud simultáneamente desde el inicio del tiempo creó de la nada a la una y la otra creatura, la espiritual y la corporal" (Denz.800).
----------El inicio de las cosas no es sólo el hecho de su comenzar a ser, no es sólo el hecho de que han sido creadas, que han recibido el ser, sino que con el ser también han recibido su temporalidad, su cantidad de tiempo, su historicidad, han tenido también inicio en el tiempo y con el tiempo.
----------El tiempo mismo ha tenido inicio con ellas, ya que el tiempo no es más que un accidente de las cosas, ligado a su devenir. Incluso los espíritus que han comenzado a ser con su haber sido creados, tienen su propia duración, viven en una sucesión de estados y de actos, que se llama eviternidad.
----------La física moderna, sobre la base de la teoría según la cual el universo está en expansión a partir de un originario núcleo de materia densísima, compuesta y concentrada, calculando la velocidad de la expansión en la unidad de tiempo y suponiendo una velocidad constante, ha logrado formular una hipótesis acerca del momento en el cual esta expansión ha iniciado, dando inicio al tiempo, hace aproximadamente catorce mil millones de años, a partir de aquel núcleo primitivo que contenía la energía suficiente para provocar la expansión.
----------Según la Escritura, Dios en un instante ha creado el cielo, es decir, el mundo de los espíritus, vale decir, el mundo de las formas subsistentes, y la tierra, es decir, el mundo de los cuerpos, vale decir, de los compuestos de materia y forma. El Autor sagrado, de hecho, acerca de la sustancia material o terrena, distingue la materia informe (tohu, v.2) y la desnuda sustancia (vabohu, v.2) todavía privada de la forma y de los accidentes.
----------Antes de la creación de la forma sustancial con sus propiedades y accidentes, la cualidad, la acción, la pasión, la cantidad, la ubicación, el devenir, la sucesión, la temporalidad, la "oscuridad" se encuentra todavía "sobre la faz del abismo" (v.2). Pero "el espíritu de Dios se movía sobre las aguas" (v.2), símbolo de la materia primera, la materia informe, también llamada "abismo". Junto con los cuerpos, Dios crea también la "luz", la luz del intelecto, las creaturas puramente intelectuales o espirituales, los ángeles.
----------La Escritura relata luego, ateniéndonos a una moderna interpretación posible, que Dios, después de haber creado este núcleo cósmico global inicial espacio-temporal, material y espiritual al mismo tiempo, suma de una multiplicidad inmensa de entes terrenos y angélicos, proporciona a este núcleo primigenio de una inmensa fuerza autoexpansiva guiada por Dios mismo providente según las leyes físicas por Él puestas en la naturaleza. He aquí entonces todos los entes del universo lanzándose en el espacio y formando el espacio cósmico. Y el conjunto estupendo e ilimitado del universo actual, todavía en expansión.
----------Dios ha dado el inicio y mueve el formidable y maravilloso, multiforme proceso organizativo y expansivo del universo mundano-terreno y estelar en el espacio y en el tiempo, proceso que es a la vez evolutivo, perfectivo, ascendente, acrecentador, distintivo, plurificador y multiplicativo en la sucesión temporal.
----------Este proceso está representado y descrito poéticamente y dramáticamente en la Biblia en una sucesión de "días", que narran, con maestría metafísica, la aparición sucesiva de los grados del ser según un movimiento ascendente, desde el grado más bajo, elemental, la sustancia química, la "tierra" y el "agua", pasando luego a los vegetales, a los animales y finalmente al hombre, y en todo esto encontramos una sorprendente correspondencia con la moderna teoría de la evolución, precisando sin embargo que el hombre no es efecto de la simple evolución material, sino, en su alma espiritual (ruach), es creado inmediatamente por Dios, varón y mujer, señor de lo creado material, socio de los ángeles, confidente de Dios.
----------¿Qué significa, qué importancia tiene este hecho, un dato revelado, que el tiempo ha tenido un comienzo y que por tanto el mundo no existe desde siempre, sino sólo desde un cierto tiempo, tiempo que parece que hoy la física pueda calcular al menos aproximadamente, incluso si no puede establecer los milenios, siglos, años, meses, días y hora exactos?
----------¿Por qué Dios ha querido revelarnos este hecho mediante la Sagrada Escritura? Si Dios hubiera querido, ¿habría podido crear un mundo existente desde siempre? ¿O bien Dios no podía hacer de otra manera? Sobre este punto la divina Revelación no nos dice nada. ¿Qué interés puede tener, entonces, hacernos esta pregunta? ¿Puede tener el interés de aclarar cuál ha sido la voluntad de Dios sobre el mundo y cómo debemos concebir en relación al pasado la relación de Dios con el mundo?
   
Disenso entre Tomás y Buenaventura
   
----------Sobre este punto existe un contraste entre santo Tomás y san Buenaventura. Santo Tomás de Aquino sostiene que nosotros sabemos que el mundo ha tenido un inicio en el pasado solamente por la fe, y que no se puede demostrar que Dios no hubiera podido hacer de otra manera. En cambio, Buenaventura sostiene que Dios no puede crear cosas existentes desde siempre, porque esto implica contradicción (véase al respecto: Etienne Gilson, La philosophie de Saint Bonaventure, Librairie philosophique J. Vrin, Paris 1953, pp.154-156), ya se trate de cuerpos, como la naturaleza y el hombre, ya se trate de ángeles.
----------¿Y por qué es esto? Porque Buenaventura nota que la experiencia respecto a los cuerpos y la metafísica respecto a los espíritus nos dicen que una creatura no puede existir desde siempre y que es imposible una serie sucesiva o cadena causal retrocedente en el tiempo, cuantitativamente infinita, causalmente interconectada, de modo accidental o necesario, cuya duración retroceda al infinito.
----------Esta posición de santo Tomás de Aquino nos viene a resultar un tanto sorprendente, considerando su notorio inquebrantable realismo, atento a los datos de la experiencia. Aquí, por el contrario, el Aquinate se muestra curiosamente esencialista, y parece como si no se desvinculara del todo del eternalismo cosmológico de Aristóteles, rastro de paganismo en un filósofo tan en armonía con la fe cristiana.
----------Un número infinito o una cantidad infinita o una duración temporal o eviterna infinita en el pasado, no se pueden dar. Pueden ser imaginadas como entes matemáticos, pero no pueden darse en la realidad, porque el existir concreto e histórico está ligado al tiempo o a lo eviterno, que son dados a nuestra experiencia y, en razón de su limitada existencia, no pueden multiplicarse ni retroceder al infinito.
----------Todos los ángeles han recibido de Dios creador su existencia eviterna desde el inicio de la creación, y no pueden reproducirse ni aumentar en número con el tiempo, ya que los ángeles son puros espíritus, por lo cual son un número fijo y duran para siempre.
----------Los hombres y las cosas han tenido y tienen un inicio en el tiempo y no pueden no haberlo tenido; y su sucesión, retrocediendo en el tiempo, no puede llegar al infinito, porque es imposible un número o cantidad o sucesión infinitos de hombres o de cosas. El número, la sucesión y la cantidad reales, sensibles o inteligibles son finitos: sólo en matemática se puede imaginar una cantidad o una sucesión o número infinitos.
----------Tomás, en cambio, juzga que Dios, si hubiera querido, habría podido crear un mundo existente desde siempre y que, por lo tanto, no existen razones de peso para sostener lo contrario, pero sabemos que el mundo ha tenido un inicio temporal sólo en base a la fe. Buenaventura en esta coyuntura muestra un sentido de la realidad, de la concreción, de la historia y de la existencia que a Tomás le ha faltado.
----------El argumento que aporta santo Tomás no parece sostenerse, porque toma en consideración el hecho de que la esencia de los entes como tal es un universal, independiente del tiempo, por lo cual nada impediría concebir una cantidad o un número o una sucesión retrocedentes en el tiempo al infinito o una serie de esencias que se suceden las unas a las otras o una cadena de causas accidental en un pasado infinito.
----------Pero Tomás no alcanza a darse cuenta de que razonando sobre simples esencias, abstrayendo de su ser experimentable, cuantitativo, histórico y concreto, se sale del horizonte de la física y se entra en el de los entes de razón matemáticos, objeto no de intuición ontológica, sino de la simple imaginación. Si se abstrae del tiempo, no es difícil imaginar un tiempo infinito hacia atrás, pero entonces es sólo un tiempo imaginado, no un tiempo real. Buenaventura tiene razón: el dogma de 1215 no nos revela una verdad que la razón no puede demostrar, sino que confirma, como el dogma de la creación, lo que la razón ya por si sola puede comprender.
----------Discurso muy diferente podemos y debemos hacer por cuanto respecta a nuestro futuro, tal como está programado por el plan divino de la Providencia, que mediante Cristo nos hace hijos de Dios, vivientes por gracia de una vida divina y herederos de la futura resurrección del cuerpo en la vida eterna. Entonces sí, en el nuevo cielo y en la nueva tierra, se podrá hablar de una historia eterna, de un tiempo sin fin y de una duración sucesiva infinita, sin que sin embargo ahora podamos comprender cómo esto sea posible, sino confiando su ejecución a Aquel que nos ha dicho "lo que ojo no vio, ni oído oyó, ni lo que ha entrado al corazón del hombre, esto lo tiene Dios preparado para aquellos que le aman" (1 Cor 2,9).

17 comentarios:

  1. Si es posible en el futuro, es posible en el pasado. Para Dios no hay imposibles.

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    1. Anónimo: volvé a leer, con paciencia, y vas a comprender los argumentos. Claro que hay imposibles para Dios: lo contradictorio es imposible. De lo contrario, vos caés en el voluntarismo y estás con Occam y los musulmanes.

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    2. Justamente, Dino, no es contradictorio. Si fuera contradictorio Dios no podría hacerlo para el futuro. El trabajo de Santo Tomás es justamente mostrar que no es ilógico, justamente para eludir una posición a lo Ockham. Fijate que el mismo padre Filemón admite que Dios, en el futuro, sostendrá infinitos, no potenciales sino actuales. Es decir, la potencia divina no está limitada (perdón por el lenguaje) aquí por un absurdo que no existe, pues es posible. QED
      El problema con Filemón es que se obsesiona con la potencia pasiva, por el lado de la materia, sin considerar la potencia activa de Dios, que puede hacer cualquier cosa que no sea contradictoria. Por ejemplo, puede reducirlo a Usted a la nada. Lo hará? No, la fe dice que no. Puede? sí, porque no es contradictorio. Puede crear algo no sometido al tiempo? Puede. Lo hizo? No. Puede crear una sustancia sin accidentes. Puede. Lo hizo? Muy posiblemente no.
      Entre el Scyla de Buenaventura, que limita la potencia activa, con la Caribdis de Ockham, que la lleva a violar el principio de contradicción, está siempre el luminoso cauce de Santo Tomás, que no va a equivocarse en su último trabajo importante.

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    3. Estimados Anónimo, Dino, Ernesto y Alejandro,
      en primer lugar, gracias y mis felicitaciones por sus intervenciones, que demuestran una atención a la metafísica, que hoy lamentablemente es muy rara.
      Estaré encantado de responder a las dificultades de ustedes, y también me gustaría corregir y completar algunas opiniones que me parecen erróneas o incompletas.
      Por lo que he podido entender, me parece que toda la discusión gira en torno a dos cuestiones: una es la de la omnipotencia divina y la otra es la diferencia entre la creación de la naturaleza y la creación de la gracia.

      Por cuanto respecta a la primera cuestión, la omnipotencia divina consiste en el poder crear todo lo que es creable. ¿Pero en qué consiste lo creable? En lo que puede existir o no existir, es decir, lo contingente.
      Ahora bien, lo contradictorio no puede existir. En este sentido hay que decir que Dios no puede crear lo contradictorio. Ante esta afirmación alguien podría decir: entonces no es omnipotente, sino que está limitado sólo a lo no contradictorio.
      Entonces, llegados a este punto, para dirimir esta cuestión, debemos distinguir una imposibilidad absoluta de una imposibilidad relativa a una causa finita. Cuando Jesús dice que nada es imposible para Dios, se refiere a lo que es absolutamente posible, vale decir, a lo que es creable, es decir, a lo que no implica contradicción.
      Sin embargo, es necesario observar que existe una potencia activa o productiva propia de la causa finita, como podríamos serlo nosotros o un ángel. Las palabras de Jesús se refieren a nuestro poder productivo y significan que nosotros, al no ser omnipotentes, no podemos hacer ciertas cosas, por lo que en este sentido para nosotros es imposible hacer ciertas cosas, pero se supone que aquí tampoco se trata de cosas que son intrínsecamente imposibles, es decir, contradictorias. Se supone que sean de por sí posibles y, por lo tanto, posibles para Dios, pero su actuación está más allá de nuestras fuerzas. En este sentido son imposibles para nosotros, mientras que para Dios son posibles. Y además, está claro que lo contradictorio no puede ser hecho ni por nosotros ni por Dios.

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    4. Por cuanto respecta a la segunda cuestión, yo sostengo con Aristóteles que una cantidad numérica o sucesiva real, ya se trate de una duración temporal o eviterna, si hacemos referencia a la naturaleza, no puede existir. Y en este sentido san Buenaventura tiene razón contra santo Tomás, porque, como he dicho, me parece que Tomás, sobre la cuestión de si el mundo puede existir desde siempre, cae en un cierto esencialismo abstracto, que prescinde indebidamente del tiempo.
      Llegados a este punto, respecto a la cuestión que alguno de ustedes plantea, es decir, por qué no admito una cantidad infinita para el pasado, pero sí la admito para el futuro, el motivo está dado por el hecho de que, según la fe cristiana, nuestra futuro, según el plan divino, no es sólo un futuro natural, por muy misteriosa que pueda parecernos la resurrección del cuerpo, sino que se trata de un futuro divinizado por la gracia.
      Por otra parte, esta resurrección gloriosa, permitida por la gracia que nos es dada y que se añade a la naturaleza, la cual gracia de alguna manera nos diviniza o, como dice san Pedro (2 Pe 1,3), es una participación en la vida divina, que entraña en sí misma una participación en la infinitud divina.
      Ahora bien, es necesario distinguir dos tipos de infinitud. Existe una infinitud cuantitativa de orden matemático y una infinitud ontológica, que es una perfección divina. Ahora bien, es necesario decir que en el estado de gloria nuestros cuerpos, manteniendo su cantidad física finita, serán glorificados por la gracia, la cual conlleva una infinitud divina.
      ¿Cuál podría ser el resultado de la presencia de la gracia? El resultado de la presencia de la gracia será que la duración temporal futura de algún modo llegará a ser infinita, gracias a la infinitud de la vida divina.
      Otra pregunta que podemos hacernos es: ¿qué pasará con la inmortalidad del alma? Su duración, como ya he explicado, es la eviternidad, que se asemeja a la eternidad divina y por tanto participa de alguna manera de la duración de la eternidad divina.
      Una última pregunta: ¿qué pasará con las almas condenadas y con los demonios? Está claro que aquí falta la gracia. ¿Y entonces qué es lo que queda? Queda la eviternidad natural del espíritu.

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  2. Estimado Padre Filemón: ¿podría explicar con más detalle porqué lo sería contradictoria para el pasado, no lo sería para el futuro? No alcanzo a comprender la diferencia. Le agradecería mucho me lo aclare.

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    1. Estimados Anónimo, Dino, Ernesto y Alejandro,
      en primer lugar, gracias y mis felicitaciones por sus intervenciones, que demuestran una atención a la metafísica, que hoy lamentablemente es muy rara.
      Estaré encantado de responder a las dificultades de ustedes, y también me gustaría corregir y completar algunas opiniones que me parecen erróneas o incompletas.
      Por lo que he podido entender, me parece que toda la discusión gira en torno a dos cuestiones: una es la de la omnipotencia divina y la otra es la diferencia entre la creación de la naturaleza y la creación de la gracia.

      Por cuanto respecta a la primera cuestión, la omnipotencia divina consiste en el poder crear todo lo que es creable. ¿Pero en qué consiste lo creable? En lo que puede existir o no existir, es decir, lo contingente.
      Ahora bien, lo contradictorio no puede existir. En este sentido hay que decir que Dios no puede crear lo contradictorio. Ante esta afirmación alguien podría decir: entonces no es omnipotente, sino que está limitado sólo a lo no contradictorio.
      Entonces, llegados a este punto, para dirimir esta cuestión, debemos distinguir una imposibilidad absoluta de una imposibilidad relativa a una causa finita. Cuando Jesús dice que nada es imposible para Dios, se refiere a lo que es absolutamente posible, vale decir, a lo que es creable, es decir, a lo que no implica contradicción.
      Sin embargo, es necesario observar que existe una potencia activa o productiva propia de la causa finita, como podríamos serlo nosotros o un ángel. Las palabras de Jesús se refieren a nuestro poder productivo y significan que nosotros, al no ser omnipotentes, no podemos hacer ciertas cosas, por lo que en este sentido para nosotros es imposible hacer ciertas cosas, pero se supone que aquí tampoco se trata de cosas que son intrínsecamente imposibles, es decir, contradictorias. Se supone que sean de por sí posibles y, por lo tanto, posibles para Dios, pero su actuación está más allá de nuestras fuerzas. En este sentido son imposibles para nosotros, mientras que para Dios son posibles. Y además, está claro que lo contradictorio no puede ser hecho ni por nosotros ni por Dios.

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    2. Por cuanto respecta a la segunda cuestión, yo sostengo con Aristóteles que una cantidad numérica o sucesiva real, ya se trate de una duración temporal o eviterna, si hacemos referencia a la naturaleza, no puede existir. Y en este sentido san Buenaventura tiene razón contra santo Tomás, porque, como he dicho, me parece que Tomás, sobre la cuestión de si el mundo puede existir desde siempre, cae en un cierto esencialismo abstracto, que prescinde indebidamente del tiempo.
      Llegados a este punto, respecto a la cuestión que alguno de ustedes plantea, es decir, por qué no admito una cantidad infinita para el pasado, pero sí la admito para el futuro, el motivo está dado por el hecho de que, según la fe cristiana, nuestra futuro, según el plan divino, no es sólo un futuro natural, por muy misteriosa que pueda parecernos la resurrección del cuerpo, sino que se trata de un futuro divinizado por la gracia.
      Por otra parte, esta resurrección gloriosa, permitida por la gracia que nos es dada y que se añade a la naturaleza, la cual gracia de alguna manera nos diviniza o, como dice san Pedro (2 Pe 1,3), es una participación en la vida divina, que entraña en sí misma una participación en la infinitud divina.
      Ahora bien, es necesario distinguir dos tipos de infinitud. Existe una infinitud cuantitativa de orden matemático y una infinitud ontológica, que es una perfección divina. Ahora bien, es necesario decir que en el estado de gloria nuestros cuerpos, manteniendo su cantidad física finita, serán glorificados por la gracia, la cual conlleva una infinitud divina.
      ¿Cuál podría ser el resultado de la presencia de la gracia? El resultado de la presencia de la gracia será que la duración temporal futura de algún modo llegará a ser infinita, gracias a la infinitud de la vida divina.
      Otra pregunta que podemos hacernos es: ¿qué pasará con la inmortalidad del alma? Su duración, como ya he explicado, es la eviternidad, que se asemeja a la eternidad divina y por tanto participa de alguna manera de la duración de la eternidad divina.
      Una última pregunta: ¿qué pasará con las almas condenadas y con los demonios? Está claro que aquí falta la gracia. ¿Y entonces qué es lo que queda? Queda la eviternidad natural del espíritu.

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  3. Porque para Dios no hay nada imposible (Lc 1,37).
    Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios (Lc 18,27).
    Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible (Mt 19,26).
    Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí? (Jer 32,27).
    Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios (Mc 10,27).
    ¡Ah, Señor mi Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible (Jer 32,17).
    Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible (Mt 17,20).

    ¿Cómo se explican estos textos? ¿Hay algo imposible para Dios?

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    1. Estimados Anónimo, Dino, Ernesto y Alejandro,
      en primer lugar, gracias y mis felicitaciones por sus intervenciones, que demuestran una atención a la metafísica, que hoy lamentablemente es muy rara.
      Estaré encantado de responder a las dificultades de ustedes, y también me gustaría corregir y completar algunas opiniones que me parecen erróneas o incompletas.
      Por lo que he podido entender, me parece que toda la discusión gira en torno a dos cuestiones: una es la de la omnipotencia divina y la otra es la diferencia entre la creación de la naturaleza y la creación de la gracia.

      Por cuanto respecta a la primera cuestión, la omnipotencia divina consiste en el poder crear todo lo que es creable. ¿Pero en qué consiste lo creable? En lo que puede existir o no existir, es decir, lo contingente.
      Ahora bien, lo contradictorio no puede existir. En este sentido hay que decir que Dios no puede crear lo contradictorio. Ante esta afirmación alguien podría decir: entonces no es omnipotente, sino que está limitado sólo a lo no contradictorio.
      Entonces, llegados a este punto, para dirimir esta cuestión, debemos distinguir una imposibilidad absoluta de una imposibilidad relativa a una causa finita. Cuando Jesús dice que nada es imposible para Dios, se refiere a lo que es absolutamente posible, vale decir, a lo que es creable, es decir, a lo que no implica contradicción.
      Sin embargo, es necesario observar que existe una potencia activa o productiva propia de la causa finita, como podríamos serlo nosotros o un ángel. Las palabras de Jesús se refieren a nuestro poder productivo y significan que nosotros, al no ser omnipotentes, no podemos hacer ciertas cosas, por lo que en este sentido para nosotros es imposible hacer ciertas cosas, pero se supone que aquí tampoco se trata de cosas que son intrínsecamente imposibles, es decir, contradictorias. Se supone que sean de por sí posibles y, por lo tanto, posibles para Dios, pero su actuación está más allá de nuestras fuerzas. En este sentido son imposibles para nosotros, mientras que para Dios son posibles. Y además, está claro que lo contradictorio no puede ser hecho ni por nosotros ni por Dios.

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    2. Por cuanto respecta a la segunda cuestión, yo sostengo con Aristóteles que una cantidad numérica o sucesiva real, ya se trate de una duración temporal o eviterna, si hacemos referencia a la naturaleza, no puede existir. Y en este sentido san Buenaventura tiene razón contra santo Tomás, porque, como he dicho, me parece que Tomás, sobre la cuestión de si el mundo puede existir desde siempre, cae en un cierto esencialismo abstracto, que prescinde indebidamente del tiempo.
      Llegados a este punto, respecto a la cuestión que alguno de ustedes plantea, es decir, por qué no admito una cantidad infinita para el pasado, pero sí la admito para el futuro, el motivo está dado por el hecho de que, según la fe cristiana, nuestra futuro, según el plan divino, no es sólo un futuro natural, por muy misteriosa que pueda parecernos la resurrección del cuerpo, sino que se trata de un futuro divinizado por la gracia.
      Por otra parte, esta resurrección gloriosa, permitida por la gracia que nos es dada y que se añade a la naturaleza, la cual gracia de alguna manera nos diviniza o, como dice san Pedro (2 Pe 1,3), es una participación en la vida divina, que entraña en sí misma una participación en la infinitud divina.
      Ahora bien, es necesario distinguir dos tipos de infinitud. Existe una infinitud cuantitativa de orden matemático y una infinitud ontológica, que es una perfección divina. Ahora bien, es necesario decir que en el estado de gloria nuestros cuerpos, manteniendo su cantidad física finita, serán glorificados por la gracia, la cual conlleva una infinitud divina.
      ¿Cuál podría ser el resultado de la presencia de la gracia? El resultado de la presencia de la gracia será que la duración temporal futura de algún modo llegará a ser infinita, gracias a la infinitud de la vida divina.
      Otra pregunta que podemos hacernos es: ¿qué pasará con la inmortalidad del alma? Su duración, como ya he explicado, es la eviternidad, que se asemeja a la eternidad divina y por tanto participa de alguna manera de la duración de la eternidad divina.
      Una última pregunta: ¿qué pasará con las almas condenadas y con los demonios? Está claro que aquí falta la gracia. ¿Y entonces qué es lo que queda? Queda la eviternidad natural del espíritu.

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  4. El mundo no puede haber sido creado "ab aeterno" porque implica una cantidad numérica infinita en acto, lo que supone contradicción lógica e imposibilidad metafísica, dado que, a dicha hipotética cantidad infinita, siempre podría añadírsele una unidad suplementaria. Esta imposibilidad, en cambio, no se presenta de cara al futuro, puesto que de lo que se trata es de un "tiempo infinito" entendido no como una cantidad numérica infinita en acto, sino como una sucesión indefinida de instantes, lo cual no acarrea contradicción alguna, ni desde la lógica ni en el plano metafísico. Para concebir esto último, basta con el uso natural de la razón, no se requiere el dato revelado.

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    1. Estimados Anónimo, Dino, Ernesto y Alejandro,
      en primer lugar, gracias y mis felicitaciones por sus intervenciones, que demuestran una atención a la metafísica, que hoy lamentablemente es muy rara.
      Estaré encantado de responder a las dificultades de ustedes, y también me gustaría corregir y completar algunas opiniones que me parecen erróneas o incompletas.
      Por lo que he podido entender, me parece que toda la discusión gira en torno a dos cuestiones: una es la de la omnipotencia divina y la otra es la diferencia entre la creación de la naturaleza y la creación de la gracia.

      Por cuanto respecta a la primera cuestión, la omnipotencia divina consiste en el poder crear todo lo que es creable. ¿Pero en qué consiste lo creable? En lo que puede existir o no existir, es decir, lo contingente.
      Ahora bien, lo contradictorio no puede existir. En este sentido hay que decir que Dios no puede crear lo contradictorio. Ante esta afirmación alguien podría decir: entonces no es omnipotente, sino que está limitado sólo a lo no contradictorio.
      Entonces, llegados a este punto, para dirimir esta cuestión, debemos distinguir una imposibilidad absoluta de una imposibilidad relativa a una causa finita. Cuando Jesús dice que nada es imposible para Dios, se refiere a lo que es absolutamente posible, vale decir, a lo que es creable, es decir, a lo que no implica contradicción.
      Sin embargo, es necesario observar que existe una potencia activa o productiva propia de la causa finita, como podríamos serlo nosotros o un ángel. Las palabras de Jesús se refieren a nuestro poder productivo y significan que nosotros, al no ser omnipotentes, no podemos hacer ciertas cosas, por lo que en este sentido para nosotros es imposible hacer ciertas cosas, pero se supone que aquí tampoco se trata de cosas que son intrínsecamente imposibles, es decir, contradictorias. Se supone que sean de por sí posibles y, por lo tanto, posibles para Dios, pero su actuación está más allá de nuestras fuerzas. En este sentido son imposibles para nosotros, mientras que para Dios son posibles. Y además, está claro que lo contradictorio no puede ser hecho ni por nosotros ni por Dios.

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    2. Por cuanto respecta a la segunda cuestión, yo sostengo con Aristóteles que una cantidad numérica o sucesiva real, ya se trate de una duración temporal o eviterna, si hacemos referencia a la naturaleza, no puede existir. Y en este sentido san Buenaventura tiene razón contra santo Tomás, porque, como he dicho, me parece que Tomás, sobre la cuestión de si el mundo puede existir desde siempre, cae en un cierto esencialismo abstracto, que prescinde indebidamente del tiempo.
      Llegados a este punto, respecto a la cuestión que alguno de ustedes plantea, es decir, por qué no admito una cantidad infinita para el pasado, pero sí la admito para el futuro, el motivo está dado por el hecho de que, según la fe cristiana, nuestra futuro, según el plan divino, no es sólo un futuro natural, por muy misteriosa que pueda parecernos la resurrección del cuerpo, sino que se trata de un futuro divinizado por la gracia.
      Por otra parte, esta resurrección gloriosa, permitida por la gracia que nos es dada y que se añade a la naturaleza, la cual gracia de alguna manera nos diviniza o, como dice san Pedro (2 Pe 1,3), es una participación en la vida divina, que entraña en sí misma una participación en la infinitud divina.
      Ahora bien, es necesario distinguir dos tipos de infinitud. Existe una infinitud cuantitativa de orden matemático y una infinitud ontológica, que es una perfección divina. Ahora bien, es necesario decir que en el estado de gloria nuestros cuerpos, manteniendo su cantidad física finita, serán glorificados por la gracia, la cual conlleva una infinitud divina.
      ¿Cuál podría ser el resultado de la presencia de la gracia? El resultado de la presencia de la gracia será que la duración temporal futura de algún modo llegará a ser infinita, gracias a la infinitud de la vida divina.
      Otra pregunta que podemos hacernos es: ¿qué pasará con la inmortalidad del alma? Su duración, como ya he explicado, es la eviternidad, que se asemeja a la eternidad divina y por tanto participa de alguna manera de la duración de la eternidad divina.
      Una última pregunta: ¿qué pasará con las almas condenadas y con los demonios? Está claro que aquí falta la gracia. ¿Y entonces qué es lo que queda? Queda la eviternidad natural del espíritu.

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    3. De suyo no hace falta recurrir a la gracia para aceptar la inmortalidad del alma, que es lo mismo que decir la infinitud para el futuro, por lo que toda la especulaci'on que intenta recurrir a la gracia como deus ex machina para distinguir el infinito futuro del pasado no tiene fundamento (como se ve en los espíritus condenados y en los demonios, como ud señala sorprendentemente, tirándose un tiro en el pie). Ignoramos además cuándo opera Dios en forma sobrenatural o natural, pues ambos llamémoslos así, niveles del ser no se separan necesariamente, sino que se distinguen. Subsiste pues el principio de Santo Tomás; no es contradictorio un mundo sin comienzo. Dios podría haberlo hecho, aunque no lo hizo. QED.

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    4. Estimado Anónimo,
      respondo por puntos.
      No sostengo en absoluto que la inmortalidad del alma dependa de la gracia, sino que sostengo que es una propiedad esencial del alma, y esto hasta el punto es verdad, que incluso las almas de los condenados son inmortales, aunque no estén en gracia.
      La revelación cristiana nos dice que, mientras que, por cuanto respecta al pasado, Dios ha creado un mundo existente desde un tiempo finito, es decir, que el mundo y por tanto el tiempo han tenido un inicio, por cuanto respecta al futuro, gracias a la venida de Cristo, el Padre celestial ha preparado para nosotros un destino de gloria eterna, que consiste en la prospectiva de una vida eterna como plenitud de gracia, que en un cierto modo nos hace semejantes a Dios.
      Somos, por consiguiente en un cierto modo infinitizados, algo que no concierne a la humanidad precedente al pecado original. De ahí viene que esta infinitización concierna a la duración futura, por lo cual es posible concebir un tiempo futuro infinito, cosa irrealizable antes de la venida de Cristo.
      Es cierto que la pareja primitiva, si no hubiera pecado, habría vivido para siempre. Pero esta perennidad habría sido sólo terrena, es decir, de este mundo. En cambio, la perennidad futura implica, como he dicho, una infinitud que depende de la vida gloriosa de la gracia, que ha sido el aporte que nos viene de Jesucristo. Sin embargo, es necesario señalar que, al ser este un misterio de fe, trasciende nuestra comprensión racional, la cual no sabe concebir una cantidad infinita, porque la cantidad real que constatamos en esta vida es sólo la cantidad finita.
      Una vez que Dios ha dado inicio a la creación, su poder de conservación puede garantizar una duración infinita a la creación misma.
      Tengamos presente la triple distinción de santo Tomás: 1) la eternidad no tiene ni inicio ni fin, y éste es Dios; 2) el tiempo tiene inicio y fin, y esta es la sustancia material; 3) la eviternidad tiene un inicio y no tiene fin, y esta es el alma espiritual y el ángel.
      Por cuanto respecta a la distinción entre naturaleza y gracia, debemos distinguir dos cosas. Una cosa es la distinción referente a la esencia de la naturaleza y la esencia de la gracia (sobrenatural). Y esta distinción es clara en base a la revelación. Y otra cosa es saber si estamos en gracia. Aquí no tenemos ninguna revelación, pero podemos formar una conjetura considerando algunos hechos espirituales, como por ejemplo el hecho de que nos deleitamos en las cosas del Señor, o nuestra conciencia de estar libres de culpa.
      Por "naturaleza" aquí entiendo todo el mundo de las creaturas, materiales y espirituales, visibilia et invisibilia. Se trata de la familia de los entes del mundo físico, de los hombres y de los ángeles. Aquí tenemos diferentes grados de ser, que corresponden a los válidos grados de las esencias de las creaturas. Dios da el ser a las esencias creadas, en proporción al grado de cada una, de modo que toda creatura pasa de la posibilidad a la existencia real.

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    5. La gracia, en cambio, es una participación en la naturaleza divina, como dice san Pedro y lo confirman los dogmas católicos. Ella es un accidente del alma humana, en lo que se refiere a su existencia. En cambio, en lo que se refiere a su esencia, es divina. Sin embargo, debemos tener presente que, aunque la gracia sea de esencia divina, sin embargo, en nosotros, creaturas, es creada. Tanto esto es verdad, que con el pecado la anulamos y sólo podemos recuperarla mediante un don por parte de Dios, que perdona.
      Por cuanto respecta a los niveles del ser, Dios da el ser a cada creatura, según su esencia, y esta participación en el ser divino, que es el ser por esencia, por parte de las creaturas es un ser creado y no divino. Todo aquello que existe, en cuanto creado, tiene un inicio temporal y no es eterno, porque la eternidad es una propiedad exclusivamente divina. El ente creado es aquello que subsiste en una esencia en acto de ser, mientras que Dios es el ser de por sí subsistente.
      Por cuanto respecta a la separabilidad de la naturaleza de la gracia, se debe decir que son separables en cuanto que con el pecado la naturaleza humana puede perder la gracia, quedando como naturaleza humana.
      Por cuanto respecta a la tesis tomista de la posibilidad de un mundo existente desde siempre, los argumentos que usted aporta no son pertinentes, por lo cual vale siempre la crítica de san Buenaventura.
      Aunque yo he usado la expresión ab aeterno, ahora la considero no exacta, incluso si es usada por los tomistas. En efecto, no es aquí el caso de hablar de eternidad, porque sólo Dios es eterno. Si nosotros hablamos de un "ab aeterno" damos la impresión de confundir a Dios con el mundo. Por lo tanto, si queremos usar el lenguaje de Tomás, él no usa en absoluto la expresión "ab aeterno", sino "desde siempre", donde el "siempre" significa un tiempo infinito, es decir, sin inicio temporal, lo cual sin embargo implica el inicio ontológico.
      El inicio ontológico es necesario, de lo contrario no habría acto creativo, porque el acto creativo consiste precisamente en el dar inicio ontológico a la creatura.

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