martes, 19 de marzo de 2024

Está el ser que no puede no ser y el ser que puede no ser (2/2)

Es necesario decir que tiene razón san Buenaventura de Bagnoregio contra santo Tomás de Aquino al sostener que el inicio del tiempo no es sólo un dato de fe, sino también de razón, porque el tiempo real (y no el tiempo imaginario) es por su naturaleza, según el dato de la cosmología, tiempo que tiene un inicio, un desarrollo y un fin, y como tal debe ser considerado por la metafísica y por la teología. [En la imagen: Gustavo Bontadini].

La correcta rigorización de la demostración de la existencia de Dios y de la fórmula de la creación
   
----------Bontadini tiene razón al subrayar la importancia de la metafísica en orden a la teología, con particular referencia a la cuestión de la existencia de Dios y de la creación del mundo. Su error ha sido el de equivocarse al concebir el ser refiriéndose a Parménides en lugar de a santo Tomás de Aquino.
----------De tal modo, como buen idealista, Bontadini ha quedado atrapado en sus ideas, en el plano de la esencia abstracta y del pensamiento pensado y no ha alcanzado, según el método realista de la Escritura, lo concreto, el devenir, lo histórico, lo singular, el ser, lo real, lo existente.
----------Ahora bien, Dios es el supremamente real y existente, por lo cual, para demostrar su existencia no basta operar con las ideas, por más sublimes que estas ideas fueran, sino que es necesario que estas ideas sean extraídas de la realidad y nos conduzcan a la realidad, porque este es su propósito. Tengamos presente que las ideas no son fines en sí mismos, ni es de ellas que se recaba la realidad. Esto es propiedad de la mente divina, no de la humana. Sin previo contacto sensible con lo real externo, nuestra mente está vacía, sería una tablilla, como decía Aristóteles, una tablilla en la cual nada está escrito.
----------No hay ninguna duda de que nuestro intelecto está hecho para lo absoluto, lo uno, lo total, lo necesario, lo infinito, lo eterno, lo inmutable y lo universal. Y no hay ninguna duda de que sólo Dios satisface plenamente estas necesidades de la razón. Pero nuestra mente llega a saber que estas cualidades las posee Dios no porque parte de una noción del ser que ya las contiene, sino porque descubre, partiendo del conocimiento de los entes, que ellos existen porque existe Dios.
----------Bontadini está a la búsqueda de una unidad y totalidad del ser que pertenece sólo a Dios, pero no pertenece al ser como tal, el cual en cambio no es sólo uno sino también múltiple, no es sólo total sino también parcial, no es sólo inmutable sino también deviniente. Y es partiendo de la multiplicidad de los entes devinientes y temporales que la razón se eleva a la unidad del ipsum Esse eterno e inmutable. Este es el correcto camino indicado por la Sagrada Escritura (en Sab 13,1).
----------Bontadini cree encontrar en Parménides una concepción más unitaria del ser, a la que él llama "unidad de la experiencia", una experiencia del ser entendido como "Entero", síntesis de pensamiento y de ser, superación de la contradictoriedad del devenir, negación de la existencia de la nada.
----------De tal modo Bontadini cree haber encontrado una vía breve y más rigurosa para demostrar la existencia de Dios que las cinco vías de santo Tomás, y una nueva formulación del teorema de la creación, que evite la caída a su decir nihilista de la fórmula que contiene la creatio ex nihilo.
----------Las famosas cinco vías tomistas pueden efectivamente ser rigorizadas con una mayor adherencia a la divina revelación, basándolas exclusivamente sobre la noción del ser; pero la operación debe ser hecha con método realista, inductivo, experimental, de acuerdo al modo bíblico de concebir el conocimiento y no dejándonos seducir por una racionalidad univocista, abstracta y totalizadora, que si bien puede dar la satisfacción de jugar hábilmente con las ideas, alimentándose de ejercicios dialécticos o de esquemas prefabricados, nos conduce a cerrarnos en el estrecho círculo de nuestra auto-conciencia, perdiendo los contactos con la realidad extramental, contactos que son más que nunca necesarios en metafísica, ciencia que supremamente compromete a la razón y la experiencia en la búsqueda de las primeras causas, de los valores fundamentales, trascendentales y supremos, de los primeros principios y de los últimos fines.
----------En mi opinión, la rigorización del discurso tomista sobre estos temas pasa, por un lado, por poner mayor énfasis, de acuerdo con la enseñanza bíblica, en el hecho de que la demostración de la existencia de Dios es sustancialmente un pasaje de la razón mediante el principio inductivo de causalidad, desde el ente temporal, ente por participación o contingente, al ser subsistente, "Aquel Que Es".
----------Por consiguiente, se trata de descubrir, ciertamente, un Dios causa primera, motor inmóvil, ser necesario, ente supremo, fin último y supremo bien, pero sobre todo un Dios personal, un "artífice", del cual el artífice humano es una imagen, en definitiva un sujeto personal dotado de intelecto y voluntad, que ha ideado la obra y la pone en ejecución. Este es el concepto correcto de creación.
----------El discurso bíblico, a diferencia del enfoque bontadiniano que mira con repugnancia y casi con escándalo lo sensible, lo viviente, el devenir, lo diverso, lo múltiple y la temporalidad, mientras en cambio la Escritura reconoce francamente la fascinante belleza de la creatura, de tal modo que la razón se ve tentada a considerarla suficiente para la felicidad humana, hasta el punto de que la Biblia está dispuesta a disculpar de alguna manera a quienes, atraídos por la belleza de la creatura, casi como que olvidan a quién la ha hecho. "Pero ni aún así son excusables: si han sido capaces de adquirir tanta ciencia para escrutar el curso del mundo entero, ¿cómo no encontraron más rápidamente al Señor de todo?" (Sab 13,8-9), como diciendo: ¿no vale más la causa que el efecto? ¿Podemos contentarnos con el efecto sin conocer la causa?
   
Contraste de opiniones entre san Buenaventura y santo Tomás
acerca de la posibilidad de un mundo existente ab aeterno
   
----------Por otra parte, hay que señalar que en las cinco vías del Aquinate existe una intrusión inútil e indebida de esquemas matemáticos, como el de la infinitud cuantitativa, que se expresa en la hipótesis, luego descartada, de una regresión temporal de las causas al infinito, que Tomás pone en obra tanto para demostrar la imposibilidad de una regresión temporal infinita de causas causadas como para sostener que, si Dios hubiera querido, podría haber creado un mundo existente desde un tiempo infinito.
----------La hipótesis de la regresión al infinito debe ser descartada, dice santo Tomás de Aquino, porque de lo contrario no existiría la causa primera. Pero que la causa primera exista es precisamente lo que se debe demostrar y, por tanto, no puede postularse ni darse como presupuesto. Es cierto, sin embargo, que Tomás rechaza el proceso al infinito, porque de lo contrario no existirían los efectos. Pero que hay una causa primera es precisamente lo que se necesita demostrar y Tomás por otra parte en otro lugar lo hace elegantemente sin necesidad de recurrir a ese medio, aplicando el principio de causalidad en modo analógico, como sugiere Sab 13,5. Lo que legítimamente pide la razón es la existencia de una causa que sea sólo causa, porque una causa causada no da suficientemente razón del efecto.
----------Es cierto que si no hubiera una causa primera, entonces todas las causas causadas quedarían anuladas. Sin embargo, así como en cambio ellas existen, es necesario admitir una causa primera. Este razonamiento está bien, es totalmente correcto. Pero no es necesario hipotetizar la regresión al infinito, porque ésta es una imagen matemática, no es un concepto metafísico.
----------El verdadero discurso que hay que hacer, entonces, como nos es indicado por la Sagrada Escritura, es simplemente el de pasar de la causa segunda a la causa primera, de la obra hecha a su hacedor, sin tener que poner en medio una serie más o menos larga de causas subordinadas, precisando que debe ser finita. Nuestro existir, al no estar fundado sobre sí mismo, no depende de nosotros, sino de Dios. La prueba verdaderamente rigorizada de la existencia de Dios está toda aquí.
----------Ciertamente, lo que esta prueba requiere es el sentido del ser, requiere que sea conocida la diferencia entre el esse a se y el esse ab alio, entre el ser por esencia y el ser por participación, entre el ser necesario y el ser contingente, entre el ente y el ipsum Esse, entre el ser en cuanto ser y el ser divino.
----------Si tenemos una noción parmenídea del ser, no hay necesidad de demostrar que Dios existe, ya que en el ser parmenídeo está ya todo; el ser parmenídeo ya es Dios. En todo caso, se trata de demostrar que cualquier cosa por fuera de Dios es absurdidad y contradicción. El discurso de Bontadini en el fondo es tan sólo éste. ¿Pero es ésta la verdadera prueba de la existencia de Dios, creador del mundo?
----------La metafísica se ocupa del infinito real, ontológico, existencial, perfectivo y cualitativo, no del infinito numérico, cuantitativo y abstracto, que es objeto de la imaginación matemática. La ciencia física experimental no conoce sino cantidades materiales mensurables, temporales y finitas.
----------La idea de un tiempo infinito o de una cantidad numérica infinita de efectos y de causas sucesivas en el tiempo no es una realidad posible o actual, sino que es una pura imaginación matemática, que no puede entrar en el razonamiento metafísico, que es ciencia de la realidad.
----------Por tanto, es necesario decir que en este punto tiene razón san Buenaventura contra santo Tomás al sostener que el inicio del tiempo no es sólo un dato de fe, sino también de razón, porque el tiempo real (y no el tiempo imaginario) es por su naturaleza, según el dato de la cosmología, tiempo que tiene un inicio, un desarrollo y un fin, y como tal debe ser considerado por la metafísica y por la teología.
----------Incluso imaginar sólo como posible un mundo existente desde un tiempo infinito con la relativa sucesión temporal infinita de las causas, quiere decir no saber qué es el tiempo real y transformarlo en una idea; es una intrusión de la imaginación matemática en el terreno de la metafísica, es una intrusión de lo ideal en lo real. Es un situarse solamente en el mundo de las esencias abstractas y no en lo existente concreto y real. En esta cuestión Buenaventura muestra un sentido de lo concreto y de la historia que en este caso falta en santo Tomás.
----------La cantidad infinita es objeto sólo de la imaginación. La cantidad real, objeto de la física, es siempre finita y determinada, calculable y mensurable ("Omnia disposuisti in numero, pondere et mensura", Sab 11,21). Lo mismo dígase, en consecuencia, para la duración temporal. Un tiempo infinito se puede imaginar, pero no se puede experimentar y, por tanto, no puede existir. Sobre esto Buenaventura tenía razón. No es cierto, por tanto, que si Dios hubiera querido, hubiera podido crear un mundo existente por un tiempo infinito.
----------En la retrocesión ordenada de las causas en el ser, y hacia las más altas, es ciertamente necesario detenerse en una causa primera, como también lo había entendido Aristóteles con su axioma ananke stenai. Pero también es necesario detenerse en las causas del devenir y del movimiento, en la retrocesión temporal.
----------Es verdad que Dios ha dado inicio al tiempo cuando ha querido, podía hacerlo iniciar antes o después. Pero en cualquier caso no podía no hacerlo iniciar, a causa de la intrínseca finitud del tiempo, como intuyó Buenaventura. En esto Buenaventura tiene razón. La metafísica considera el tiempo real, no el tiempo imaginario. El tiempo es accidente de la sustancia material generable y corruptible y por tanto comienza y termina con ella.
----------Otro discurso debe ser hecho para el tiempo escatológico, objeto de la revelación cristiana. Pero aquí estamos en un plano ontológico superior, que inicia una temporalidad incesable, trascendente y misteriosa, sólo analógicamente similar a aquella a la cual estamos habituados en la vida presente.
----------San Buenaventura no se había equivocado cuando mostraba su preocupación de que plantear la hipótesis de que Dios, si hubiera querido, habría podido crear un mundo existente ab aeterno, a semejanza de la concepción aristotélica del cosmos existente ab aeterno, hacía correr el riesgo de asimilar demasiado el mundo a la eternidad divina con la consecuencia de divinizar el mundo.
----------La física moderna confirma la concepción de san Buenaventura, en cuanto que, calculando hacia atrás en el tiempo la velocidad de la expansión del universo en el espacio, supuesta constante, se ha podido formular la hipótesis de cuándo el universo habría iniciado este movimiento de expansión, a partir de un núcleo originario de materia de pequeñísimas dimensiones, pero con alta concentración y alto potencial energético y fuerte impulso evolutivo. El resultado de este cálculo es que el universo tendría catorce mil millones de años.
----------Por otra parte, para demostrar la existencia de Dios basta con la distinción entre causa primera (persona divina) y causa segunda (persona creada). Y naturalmente es necesario el fundamento ontológico formado por las parejas ser-móvil ser-inmóvil, ser-por-esencia ser-por-participación, ser-inherente ser-subsistente, ser-necesario ser-contingente, ser-mínimo ser-máximo, ser-temporal ser-eterno, ser-mutable ser-inmutable, ser-finito ser-infinito, ser-causado ser-incausado.
----------Una correcta rigorización del discurso tomista requiere, por lo tanto, dejar de lado los esquemas de la imaginación matemática antes mencionados, que constituyen una indebida interferencia o intromisión, hacen desviar el pensamiento hacia hipótesis imposibles, acercándolo al idealismo, hacen más pesada, complican y oscurecen la extraordinaria robustez metafísica y existencial del argumento tomista.
----------La verdadera rigorización consiste por otra parte en acentuar y subrayar el elemento personalista presente en Sab 13,5, donde se habla de Dios asimilándolo a un "artífice". El ipsum Esse debe aparecer como suma y absoluta personalidad, de la cual la persona humana es imagen analógica, porque el hombre (varón y mujer) han sido creados a imagen y semejanza de Dios.

51 comentarios:

  1. No hay ninguna "trampa". Para Bontadini era muy clara la distinción entre el Dios de los filósofos y el Dios revelado y encarnado en Jesús de Nazaret. Su protología rigoriza la primera vía de Santo Tomás, haciendo superfluo el recurso a la dicotomía acto-potencia. Es una vía breve, lineal, elegante que, en mi opinión, ni siquiera Severino ha refutado eficazmente.

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    1. Estimado Lucio,
      yo aprecio a Bontadini, porque admite que el devenir es real. Sin embargo, él no rigoriza en absoluto la primera vía de santo Tomás, sino que la vacía de su contenido metafísico para transformarla en un ente de razón, como si se tratara de una verdad matemática.
      Pero el problema de la existencia de Dios no es un problema de matemática en el que sólo juegan la causa formal y el principio de no-contradicción. Estos elementos son útiles para demostrar la existencia de Dios, pero no son suficientes, porque con la matemática nos quedamos en el plano de la abstracción, mientras que el problema de la existencia de Dios es el de encontrar la causa de las realidades sensibles, contingentes, en movimiento.
      Por esto, además de la causa formal y del principio de no-contradicción, es necesario hacer jugar también la causa eficiente, por la cual el agente hace pasar el ente móvil o en devenir de la potencia al acto.
      Prescindir de la potencia y del acto no conlleva ninguna rigorización, sino simplemente un salir de la realidad para entrar en el mundo de la abstracción, del simple ideal y del ente de razón. Por lo tanto, aquí Bontadini, no obstante toda su buena voluntad, demuestra estar prisionero del idealismo de Gentile.
      A este respecto le recuerdo también que la Sagrada Escritura (Sab 13,5) presenta a Dios como un artífice, que produce una obra. Es evidente aquí el uso de la causa eficiente, que hace pasar a lo producido de la potencia al acto, del no-ser al ser. Le recuerdo también que este concepto de la creación es dogma de fe: "En el principio creó Dios el cielo y la tierra" (Gen 1,1).

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    2. Soy de "discurso breve". La filosofía sobre Dios debería decir lo menos posible, en el límite sólo que existe. La fe se encarga del resto. Quizás el equívoco radique en el hecho de que Tomás era a la vez filósofo y teólogo. En mi opinión, los dos planos deberían mantenerse bien distintos y Bontadini lo hace a pesar de ser (puedo dar testimonio de ello personalmente) un gran creyente.

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    3. Sr. Lucio: La razón no se distingue ni se separa de la fe, al contrario, es exaltada por ella, conduciéndola a la verdad.

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    4. Rosa: se separa no, se distingue sí. Sin embargo, conocer por analogía es imperfecto. Sólo la fe ilumina plenamente las realidades ultraterrenas. "Ahora vemos oscuramente como en un espejo..." 1Cor 13,12.

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    5. Estimado Lucio,
      también yo soy partidario de que el discurso sea breve, siempre que no sea demasiado breve.
      No se puede demostrar la existencia de Dios sirviéndose únicamente del principio de no-contradicción, sino que es necesario hacer uso también del principio de causalidad, de lo contrario se confunde la metafísica con la lógica.
      La fe es un estímulo para la investigación, pues de lo contrario ¿por qué motivo Dios nos ha dotado de razón? Sé que el estudio es fatigoso, pero, como dice la Escritura, sus frutos son sabrosísimos y abren las puertas del paraíso.
      El silencio sobre Dios no debe estar motivado por la pereza de estudiar, sino que, por el contrario, se justifica sólo al término de una larga búsqueda. Es cierto que santo Tomás permaneció en silencio al final de su vida, pero sólo después de haber escrito muchos volúmenes, que después de ocho siglos nos siguen llenando de asombro ante su sabiduría.

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    6. Estimado Lucio,
      por cuanto respecta al método de la analogía, indudablemente da un saber imperfecto, pero es el único instrumento que tenemos para conocer a Dios, como dice Sab 13,5.
      Otro de los defectos de Bontadini es el de olvidar el uso de este método.

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    7. Estimado padre Filemón: para Bontadini y para la más pura tradición escolástica el PDNC tiene un valor ontológico, no sólo lógico. El ser es y no puede no ser. ¿Por qué recurrir al binomio causa-efecto si no es necesario?

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    8. Lucio: me parece que sos demasiado erudito, a veces la erudición puede resultar un estorbo.

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    9. Estimado Lucio,
      le responderé en dos pasos:
      1) El principio de no contradicción no dice que el ser no puede no ser, sino que no se puede afirmar y negar simultáneamente lo mismo bajo el mismo aspecto. Por ejemplo, se puede decir que un hombre negro es blanco, pero precisando que es negro de piel y blanco de dientes.
      Por eso se debe decir que el principio de no contradicción no se refiere al ser, sino al decir. Por tanto, no es un principio ontológico, sino el primer principio de la lógica.
      Y así como el pensamiento está regulado por el ser, el principio de no contradicción se funda en el principio de identidad, que es el principio del ser. Este es un principio ontológico, porque dice que todo ente es lo que es y no otro, y por tanto un ente no puede ser y no ser simultáneamente bajo el mismo aspecto.
      Volviendo al principio de no contradicción, no se debe decir, como ya he indicado, que el ser no puede no ser, porque existe también el ser que puede no ser, y este es el ente contingente.
      Si se limita el ser al sólo ser necesario, como hace Parménides, seguido de Bontadini, el ente contingente es nulo o contradictorio. De ahí la dificultad de Bontadini para justificar la realidad del ente deviniente, que es el ente contingente, que pasa de la potencia al acto.
      2) Si renunciamos a las categorías de la potencia-acto y de la causa eficiente, viene a menos o descuidamos o queda anulada la categoría del ser o del existir, que concierne a la realidad, y nos quedamos solamente en el plano de la esencia, que de por sí sólo toca a la imaginación y al pensamiento. Pero la cuestión de la existencia de Dios no es sólo un problema de esencia, sino que también pone en juego la existencia, o más bien la realidad. Esto significa que Dios no es una simple esencia, sino un ente real que actúa y causa la existencia de las cosas, las cuales pasan de la posibilidad a la realidad y de la potencia al acto.
      Por otra parte, la distinción acto-potencia es necesaria para distinguir la esencia del ser, debido al hecho de que la esencia es poder-ser y el acto es el acto de la esencia realizada. Esta distinción es necesaria para explicar la creación, porque al crear, Dios da el ser fuera de sí, sacándolo de la nada, a una esencia concebida y pensada por él, esencia a la cual quiere dar existencia y lo hace precisamente creándola, lo que implica la causalidad eficiente o productiva.
      Por el contrario, Dios no recibe el ser de nadie, porque su esencia es la de ser (Éx 3,14), por lo cual, como dice santo Tomás, Dios es el ser subsistente. Sólo Él es el ser que no puede no-ser, mientras que todos los otros entes tienen un ser, que puede no-ser.

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    10. Estimado Jorge,
      el servicio que desarrollo en este blog, con mis artículos, tiene un fin muy específico, esto es, se trata de una escuela de formación teológica, de acuerdo con las directivas de la Iglesia, aprovechando, en este caso, los excelentes instrumentos que son estos medios de comunicación telemática.
      Ahora bien, usted debe comprender que el aprendizaje de la teología requiere un cierto esfuerzo mental, porque se trata de aprender conceptos que parecen demasiado pesados, pero que en realidad abren la mente a los planos superiores de la realidad, y por tanto a los valores máximos de la existencia y de la moral, hasta alcanzar el conocimiento de Dios.
      Estas características de mi blog valen también para esta sección de comentarios de los lectores y respuestas de mi parte. Se trata también de un foro de especiales características. No es como otros en los que se publican comentarios de lectores que hablan sin pensar siquiera un mínimo, y opinan sobre cualquier cosa, sin competencia, e incluso fuera del tema tratado, y faltando a las reglas académicas propias del tema considerado, sin mencionar las falta de respeto que se dan a veces entre los interlocutores.
      En este foro, en cambio, tratamos de concentrarnos en el tema propuesto, y plantear nuestras dudas y objeciones sobre el mismo tema.
      Por mi parte trato de responderlas o, al menos, de ayudar a la tarea de indagación personal de los lectores. Sin duda, esto implica también un esfuerzo, a veces pesado, por parte de todos, de escuchar atentamente al interlocutor, de leer con objetividad su comentario, de responderlo con honestidad, y de avanzar en la búsqueda leal y honesta de la verdad.
      No es tarea fácil, y no digo que lo sea, pero no es tarea imposible.

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    11. Estimado padre Filemón: De hecho, Bontadini habla del Principio de Parménides (valor ontológico) y no del Principio de No Contradicción que, con razón, queda confinado al ámbito lógico. Bontadini supera la aporía del devenir con el Principio de Creación (Dios + mundo = Dios). Y me parece una solución elegante y más simple que la del De ente et essentia. Sobre esto, el dominico padre Barzaghi, argumenta mucho mejor que yo. Sin embargo, estamos hablando de gigantes del pensamiento. Un abrazo.

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    12. Estimado Lucio,
      respondo en dos pasos:
      1) Sé que Bontadini no se detiene a hablar del principio de no contradicción. Sin embargo, es evidente que, cuando habla de la aparente contradictoriedad del devenir, crea necesariamente, por fuerza de las cosas, una relación con la contradicción y por tanto con el principio de no contradicción.
      Sin embargo, reconozco que Bontadini entiende referirse a lo real, pero lo hace a la manera de Hegel, el cual sitúa la contradicción en la realidad.
      Por tanto, es evidente que Bontadini, como buen idealista, confunde la realidad con el pensamiento, porque asigna a lo real la propiedad del pensamiento.
      En otras palabras, pone la contradicción en la realidad, en lugar de mantenerla sólo para el pensamiento. Por eso se mete en problemas, porque, aunque reconociendo que el devenir es real, sin embargo al mismo tiempo parece contradictorio, pues cree que puede resolver la insuficiencia ontológica del devenir simplemente eliminando la contradicción, como si fuera suficiente con hacer esta operación mental para demostrar la existencia de Dios.
      Pero para lograr este propósito se necesita mucho más. Es necesario tener ese sentido de la realidad, es decir, ese realismo, del que carece Bontadini, encerrado en el mundo del pensamiento.
      Lo único que le queda por considerar es la esencia, mientras que viene a faltar el ser y, por tanto, también la existencia.
      Llegados a este punto, ¿cómo es posible demostrar la existencia de Dios, si falta existencia? Es sólo Dios quien puede dar la existencia a la esencia. Y esto es precisamente la creación.
      2) En cuanto al así llamado principio de creación de Bontadini, en realidad eso no tiene nada que ver con el verdadero concepto de creación, porque el crear, como he dicho y repetido, implica una producción del ente, fuera de Dios, es decir, un ente que evidentemente es diferente de la esencia divina.
      Por otra parte, el ente creado no proviene de Dios, sino que proviene de la nada, es decir, del no-ser.
      Es cierto que el mundo en Dios es Dios, como pensamiento idea o pensamiento de Dios, pero este axioma no expresa todavía el acto creador, porque el acto creador implica que el mundo está fuera de Dios. Esto no quiere decir que el mundo añade algo a Dios, porque el ser del mundo es ser por participación, mientras que el ser divino es ser por esencia.

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    13. Estimado padre, cuestiono serenamente (pero firmemente) la afirmación de que Bontadini sea idealista. Bontadini lee la parábola del dualismo gnoseológico desde Occam hasta Gentile considerándola ya cerrada. No es idealista sino post idealista, o bien realista como Husserl. Se restablece la pura identidad de ser y pensamiento propia de la escolástica clásica. Y aquí también reside la diferencia entre B. y Severino, para quien el devenir, la realidad sensible, la historia, son ilusiones, errores de percepción. Para B. el devenir es real porque lo percibimos (adaequatio rei et intellectum) aunque sea contradictorio en sí mismo porque proviene de un no ser del ser. Sobre el principio de creación, le responderé más tarde. Un fuerte abrazo.

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    14. Estimado Lucio,
      respondo siguiendo los puntos que usted ha tratado.
      1) Bontadini llama al realismo "dualismo gnoseológico", porque distingue al sujeto del objeto y confunde este realismo con la gnoseología cartesiana, que distingue oponiéndolas la res cogitans con la res extensa. Ahora bien, es cierto que para el realismo la realidad es externa al pensamiento. Sin embargo, entre pensamiento y realidad no hay ningún dualismo, sino sólo dualidad, que implica recíproca conveniencia (adaequatio intellectus et rei).
      En base a esta concepción errónea de la relación entre sujeto (intelecto) y objeto (ente), Bontadini afirma que el pensamiento es intrascendible y por tanto hace coincidir el ser con el ser pensado.
      Ahora bien, este pensar no es propio del hombre, sino que es sólo de Dios.
      El pensamiento humano es trascendido por el ser, ser que el pensamiento humano aprehende sólo pasando de la potencia al acto. Y la interiorización del ser, que se produce en el acto cognoscitivo, no impide en absoluto que el ente, externo al pensamiento, continúe en el existir. De hecho Aristóteles dice que no es la piedra la que está en el alma, sino que es la imagen de la piedra.

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    15. Severino..., quien lo haya leído entenderá por qué da risa.

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    16. Le sigo respondiendo, estimado Lucio:
      2) En cuanto a Husserl, a él se le puede considerar como idealista, aunque al principio Edith Stein tuvo la impresión de que él fuera realista, porque Husserl inicialmente insistía en el hecho de que la conciencia intuye la cosa misma o bien la esencia.
      Pero posteriormente, retomando a Descartes, Husserl comenzó a decir que no sólo la conciencia es relativa al ser, sino que también el ser es relativo a la conciencia. Sobre la base de esta afirmación, que es ya idealista, Husserl siguió avanzando más y llegó a retomar la teoría idealista, según la cual el conocer no se adecua al objeto, sino que construye el objeto.
      En este punto, Husserl produce una confusión entre el objeto construido por nosotros en la mente, es decir, el concepto, con el objeto externo, es decir, el ente, que no es construido por nosotros, sino creado por Dios.
      Por cuanto respecta a la conciencia, Husserl, siempre partiendo de Descartes, llegó de tal modo a absolutizar la conciencia humana, que terminó confundiéndola con la conciencia divina. En este punto Edith Stein abandonó el pensamiento de Husserl, porque ser un pensamiento idealista, y Edith abrazó el realismo tomista.

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    17. ¿Recuerdan la disputa Bontadini-Severino?

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    18. Severino es todo un sofisma.

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    19. Que el pensamiento sea intrascendible lo dice también la escolástica. La realidad que percibimos en cuanto la percibimos está "pensada" por el hombre y no podría ser de otra manera. Dios mismo es "pensado". Esto obviamente no significa que las cosas o Dios no existan sino en cuanto pensadas (que es lo que sostiene el idealismo). Francamente, no veo contradicción entre la gnoseología post actualista de GBontadini y el pensamiento clásico que también introduce los conceptos de acto y potencial y, por lo tanto, complica un poco las cosas. En este punto también coincidía Sofia Vanni Rovighi, que releía la escolástica en clave husserliana lo mismo que Olgiati, mientras que no seguía a Bontadini en la protología.

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    20. Obviamente yo hablo del Husserl de las Ideas, no el posterior, que realmente redujo la fenomenología en términos idealistas.

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    21. Estimado Lucio,
      le sigo respondiendo a su primera intervención:
      3) La pura identidad de ser y pensamiento no es en absoluto propia de la escolástica, sino que es la teoría de Hegel.
      La identidad de pensamiento y ser ocurre sólo en la mente divina, mientras que nuestra mente es distinta de la realidad externa.
      Y, si se puede dar en el acto cognoscitivo identidad de pensamiento y ser, esta identidad es puramente representativa e intencional y no es ontológica, de lo contrario se caería en la confusión entre lo real y lo ideal, es decir, entre el ser y el ser pensado, o bien, en el límite, entre la imaginación y la realidad, con el riesgo en casos extremos de caer en fenómenos alucinatorios.

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    22. 4) Por cuanto respecta a Severino, según le he entendido, él conocía bien la distinción entre lo verdadero y lo ilusorio. Para él el mundo sensible es verdaderamente cognoscible, sólo que para él el mundo no es un conjunto de entes, que sean efecto de una causa primera creadora o productora de esos entes, sino que el mundo es una teofanía, es decir, es el múltiple aparecer y posterior desaparecer del ser.
      Por lo tanto Severino no niega la posibilidad de conocer la verdad y de caer en el error. Para él el mundo no es ilusorio por sí mismo, como la maya de la filosofía india, sino que es cognoscible, repito, en cuanto aparición del ser.
      Por cuanto respecta a Bontadini, yo no diría que para él el devenir sea contradictorio, sino que sería si fuera considerado como ente.
      En efecto, para Bontadini el devenir aparece, en la línea de Platón, como un ser que no es. En este sentido da el no ser del ser. Sin embargo, se trata sólo de una apariencia, porque Bontadini cree en la realidad del devenir y entiende que la realidad no puede ser contradictoria. Sólo que él unifica esta realidad en el ser parmenídeo, que es identidad absoluta.
      Por eso, para Bontadini, el devenir sólo se salva haciéndolo inmanente a esta identidad. De ahí el concepto panteísta de Dios + mundo = Dios, según el cual existe sólo Dios, y el mundo está sólo en Dios y no fuera de Dios.

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    23. La filosofía de Severino fue condenada por la Iglesia

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    24. Estimado Lucio,
      ahora le respondo a sus otros comentarios, y lo hago también en dos pasos:
      (1) La escolástica dice que el pensamiento intrascendible es sólo pensamiento divino. En efecto, ¿qué es un pensamiento intrascendible? Un pensamiento que tiene inmanente en sí todo el ser, es decir, un pensamiento para el cual todo ser es pensado.
      Ahora bien, esto es sólo el pensamiento divino, porque sólo en Dios el ser se identifica con el pensamiento. Pero. Por cuanto respecta a nosotros, existe una infinidad de cosas, que para nosotros sólo son cognoscibles y de hecho ignotas, es decir, conocidas en potencia, y devienen conocidas en acto, o sea que entran en nuestro pensamiento y devienen cosas pensadas, sólo cuando las pensamos.
      Pero antes de que pensemos en ellas, no son en absoluto pensadas, sino sólo pensables y, por tanto, exteriores, por encima y anteriores a nuestro pensamiento y a nuestro pensarlas.
      Nosotros pensamos lo pensado, después de haber pensado en el ente, pero antes este ente es sólo pensable. Dios, en cambio, piensa todas las cosas, no sólo porque existen en él, sino también antes de que existan en sí mismas, porque las cosas son una realización voluntaria de su idea de las cosas. El conocimiento divino, como sugiere el libro de la Sabiduría 13,5, se puede parangonar con el conocimiento creativo de un artista, que actúa en realidad lo que ha ideado o concebido. Esto significa ser a imagen de Dios.

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    25. Estimado Lucio, sigo con el segundo paso:
      (2) Las nociones de acto y de potencia no complican nada en absoluto, es más, son indispensables para comprender la finitud de la creatura y la esencia del acto creador.
      En efecto, la creatura está compuesta de esencia, que es poder-ser, y de ser, que es acto de ser. Y el crear es un hacer pasar de lo posible, a lo cual corresponde la potencia, a lo actual, a lo cual corresponde el acto.
      En cambio, Dios es Acto Puro de ser, en el cual la esencia coincide con el ser, es decir, Dios es ser por esencia, es, como está dicho en el libro del Éxodo 3,14, Aquel Que Es.
      En Dios no existe ninguna potencia y ninguna posibilidad, porque no hay ningún pasaje del no-ser al ser, de lo posible a lo actual, pasaje que implica la "nada" que precede al ser, sino que esta "nada" sólo precede a la creatura, la cual viene extraída por Dios de la "nada" y no de la esencia divina.
      Dios no es creado de "la nada", porque no tendría sentido preguntarse "¿Quién ha creado a Dios"? Dios no es precedido por la "nada". En este caso, es verdadero decir, como dice Severino, que la "nada" no existe.

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    26. Estimado Lucio,
      finalmente, respecto a lo que dice en su última intervención, lamentablemente el idealismo de Husserl ya se revela en las "Ideas...". De hecho, ya aquí Husserl habla de una nueva ciencia, precisamente la fenomenología, que deja de lado el realismo de la razón natural, para proponer un saber que no supera el horizonte de la conciencia. Pero esto ya es idealismo.

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    27. Estimado Jorge,
      es cierto que Severino cae en algunos sofismas, como el de no comprender qué es el devenir. Sin embargo, hay que reconocerle el mérito de haber sido una voz poderosa, casi aislada, que reivindica el valor de la eternidad y del principio de no-contradicción, en una cultura como la contemporánea, profundamente contaminada por el historicismo y por el evolucionismo, además de la fastidiosa invasión actual de la dialéctica hegeliana.

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    28. Estimado Jorge,
      agrego que, de hecho Severino lamentablemente acusa a la concepción bíblica de la creación, de nihilismo y de locura. Se comprende entonces la condena de la Iglesia, ya que la doctrina de la creación es un dogma fundamental, no sólo del cristianismo, sino también del judaísmo y del islamismo.

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  2. Coincido plenamente con la imposibilidad metafísica de la creación “ab aeterno”, eso siempre fue algo que me tuvo perplejo, viniendo de una mente superior, como la de Santo Tomás. Es claramente una noción que implica contradicción en los términos, dado que, por ejemplo, en el supuesto caso de un número infinito de días “a parte ante”, siempre podría añadírsele una unidad suplementaria, es decir, el infinito numérico en acto es una imposibilidad metafísica. Diferentemente sucede con el número en una duración indefinida “a parte post” -infinita solo en ese sentido, es decir, sin término-, lo que no conlleva contradicción lógica ni metafísica. Lo mismo: imaginemos una serie infinita en la generación de personas -todas inmortales-, invitadas a registrarse en un hipotético árbol genealógico, desde el más anciano al más joven, esto sería irrealizable por ser absurdo. Por tanto, en términos absolutos -“de jure”-, la razón es capaz de demostrar, no solo la creación “ex nihilo”, sino también su finitud en el plano temporal. Lo que, obviamente, no significa que, sin la ayuda del dato revelado, el hombre habría podido alcanzar “de facto” el conocimiento de esta verdad filosófica, dada la condición de naturaleza caída en que se halla la humanidad, con sus diversas consecuencias incapacitantes, tanto intelectuales como morales…

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    1. Estimado Alejandro,
      yo diría que la hipótesis de una retrocesión temporal cuantitativa a la vez infinita e indefinida, por tanto esta existencia del mundo ab aeterno, es una hipótesis que confunde el saber físico con la imaginación matemática. De hecho, Aristóteles, seguido de santo Tomás, afirma correctamente que en base a la experiencia no nos es dado encontrar una cantidad continua o discontinua infinita o indefinida, tanto en el plano temporal como en el plano espacial.
      Ahora bien, san Buenaventura se basa correctamente sobre esta constatación experimental para contestar a santo Tomás por la posibilidad misma de un mundo existente ab aeterno.
      Por eso yo diría que esta existencia ab aeterno no es un concepto contradictorio, tanto es verdad que el concepto del infinito o del indefinido es normal en matemática. El defecto del razonamiento de santo Tomás, como he dicho en precedencia, por más que esto pueda sorprendernos en un realista como santo Tomás, es el de una interferencia de la idealidad matemática en el análisis del ente temporal.
      Para resumir la diferencia entre la posición de Buenaventura y la de Tomás, Tomás dice que, si Dios hubiera querido, habría podido crear un mundo existente por un tiempo infinito. En cambio, Buenaventura sostiene que un tiempo infinito no puede existir, porque, en base a nuestra experiencia, la creatura material posee una cantidad finita tanto en el espacio como en la sucesión temporal.
      Por tanto, para Buenaventura es imposible que exista una sucesión temporal de creaturas, tesis ésta reconducible a la imposibilidad de una cantidad real infinita, porque la cantidad infinita es objeto de la matemática y no de la física.

      Por cuanto respecta al futuro, según como le he entendido, usted pone en juego tanto el proyecto edénico como el proyecto cristiano y habla de una sucesión de generaciones.
      Hasta donde podemos saber, si hubiera funcionado el plan edénico habría habido una sucesión de personas inmortales, probablemente según un número indefinido de generaciones, ya que está claro que, si Dios quiere, siempre puede añadir una unidad a un cierto número, creando una nueva creatura.
      Por cuanto respecta en cambio al plan cristiano, que es el que efectivamente se está realizando, la prospectiva es la de la resurrección, en la cual el sucederse de las generaciones ha cesado. ¿Qué podemos decir aquí, a propósito del futuro? Jesús habla de una vida eterna. Esto significa que todos los bienaventurados serán inmortales.
      Considerando el hecho de que el alma es inmortal, y que goza de la participación de la vida divina, debemos pensar que Dios omnipotente hará de modo que también los cuerpos tendrán una duración infinita. Cómo esto sea posible, no lo sabemos, porque, según nuestra experiencia en este mundo, cada cuerpo tiene una duración finita.

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    2. Muchas gracias por su respuesta. Un cordial saludo en Cristo y María.

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  3. Observo, buen padre Filemón, que no da ningún argumento que refute lo que sostiene Santo Tomás en S. l. E del Mundo. Tampoco enuncia ningún argumento sólido de San Buenaventura. Se limita a decir que la física (¿qué física?) y supongo que se refiere al segundo principio de la termodinámica y a la consecuente entropía, militan en contra del argumento. Pero esas no son razones metafísicas. La razón no puede probar que Dios no haya creado el mundo ab aeterno. El risible argumento del arbol genealógico también lo recoge santo Tomás en el referido opúsculo. Esfuércese más, porque esto tiene nivel de Lerú.
    Averroes

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    1. Estimado Anónimo,
      San Buenaventura hace notar que no puede existir una cantidad infinita o un número infinito de sustancias reales creadas, espirituales y materiales, físicas y experimentables. En efecto, observa san Buenaventura, la cantidad infinita es sólo imaginable, pero no experimentable.
      La hipótesis de una existencia del mundo ab aeterno, es decir, desde un tiempo infinito, conllevaría una cantidad sucesiva de cosas o de causas infinita. Ahora bien, continúa san Buenaventura, una similar cantidad no puede existir, por lo tanto Dios no podría crear un mundo existente ab aeterno, aun si lo quisiera.
      ¿Qué es lo que dice santo Tomás? Que las esencias de las cosas, materiales y espirituales, son entes simplemente inteligibles, independientemente de su cantidad o bien de su espacio-tiempo.
      Buenaventura objeta que en la realidad no existen las puras esencias en cantidad infinita, sino que, aunque se tratara de los ángeles, su número, por numeroso que sea, es de una entidad limitada.

      Llegados a este punto, examinemos ahora su tesis: "La razón no puede probar que Dios no haya creado el mundo ab aeterno".
      Por lo tanto, usted intenta decir que Dios ha creado el mundo ab aeterno y la razón no puede demostrar lo contrario.

      Digo, en cambio, que no se puede demostrar que el mundo existe ab aeterno, es decir, desde un tiempo infinito.
      Con la razón se demuestra que el mundo ha tenido un inicio ontológico, es decir, que ha sido creado por Dios, por lo cual el mundo no tiene en sí mismo su razón de ser, porque no es de naturaleza divina.
      Si tomamos entonces en consideración solamente la acción divina, se puede decir que Dios, siendo Acto Puro, ha creado el mundo espiritual y material con un único acto, por fuera del espacio-tiempo, que son efectos del acto creativo.
      Pero, desde el punto de vista de la realidad creada, que no es de naturaleza divina, es claro que toda la creación ha tenido un inicio ontológico y real, porque también el tiempo-espacio es una realidad creada y por tanto la numeración de los entes creados no debe ser al infinito.
      Sabemos que los entes espirituales, ángeles y almas humanas, han tenido un inicio ontológico, es decir, han sido creados y han comenzado a existir, en cuanto creaturas, pero que vivirán para siempre.

      Por cuanto respecta a su afirmación: "Se limita a decir que la física (¿qué física?) y supongo que se refiere al segundo principio de la termodinámica y a la consecuente entropía, militan en contra del argumento. Pero esas no son razones metafísicas".
      Digo simplemente que san Buenaventura hace presente que, desde el punto de vista físico, es decir experimental, nosotros no conocemos las cantidades o los números infinitos. De aquí la imposibilidad de una cantidad o sucesión o numeración infinitas yendo hacia atrás en el tiempo, es decir, no puede existir un tiempo infinito en el pasado y por tanto Dios no puede crearlo.
      Es cierto que estamos tratando de metafísica, sin embargo cuando se trata del problema de la creación no podemos limitarnos a la cuestión metafísica del inicio ontológico del mundo, es decir, de la causa del ser del mundo, sino que, puesto que el mundo involucra una pluralidad de entes tanto en el espacio como en el tiempo, es inevitable que la cuestión de la creación tome bajo examen también el problema de si el mundo pueda existir por un tiempo infinito. En pocas palabras, el tiempo-espacio es una realidad creada y no es de naturaleza divina.

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    2. Buen padre Filemón, nadie habla de pluralidad de entes infinitos. Tampoco sostengo la eternidad del mundo, lo que es contrario a la fe. Digo con Santo Tomás que la razón no puede probar que el Mundo haya sido creado en el tiempo. Nada más. Y si alguien arguye que no se puede concebir infinitas edades pasadas, pues, se verá en figurillas cuando la fe le diga que vendrán infinitas edades futuras. San Buenaventura utiliza un dato de fe, bienvenido sea, para Santo Tomás la idea de creación (como observa agudamente Sertillanges) es independiente del tiempo y hunde sus raíces en la dependencia ontológica de la creatura.

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    3. Estimado Anónimo,
      en primer lugar, le hago presente que santo Tomás no sostiene que "la razón no puede probar que el Mundo haya sido creado en el tiempo" (como usted ha escrito), sino que Tomás enseña que nosotros sabemos que el tiempo ha tenido un comienzo sólo por la fe, porque, si Dios hubiera querido, habría podido crear un mundo existente por un tiempo infinito.
      Ahora bien, Buenaventura observa que la experiencia física no nos da la existencia de cantidades numéricas infinitas y, por tanto, en consecuencia, parece imposible la existencia de una sucesión infinita de causas y de entes retrocediendo infinitamente en el tiempo. Por consiguiente, para Buenaventura se puede demostrar racionalmente que el tiempo ha tenido un inicio.
      En segundo lugar, es muy interesante confrontar cuanto nos dice la revelación sobre el pasado del mundo y cuanto nos dice sobre el futuro. Mientras que, por cuanto respecta al pasado, la fe nos dice que el tiempo ha tenido un inicio en el pasado, por cuanto respecta al futuro de los nuevos cielos y de la nueva tierra y de la bienaventurada humanidad resucitada, lo que sabemos es que estas realidades continuarán existiendo, pero sus cualidades siguen siendo para nosotros completamente misteriosas. Me refiero en modo particular a aquella que es la cantidad dimensional, numérica y sucesiva de los entes, especialmente de los entes materiales.
      Por otra parte, sabemos que iniciará una nueva historia, que no tendrá fin, porque será la realización de la vida eterna. Lo que sigue siendo completamente misterioso es cómo podrá existir una cantidad sucesiva infinita y cómo podrán existir cuerpos, que no poseen dimensiones y espacialidad, tal como en la vida presente nosotros tenemos experiencia de los cuerpos tridimensionales ubicados en el espacio-tiempo.
      Por cuanto respecta a la dependencia ontológica de la creatura respecto del Creador, sobre este punto santo Tomás está de acuerdo con san Buenaventura, porque aquí estamos ante un dato metafísico por el cual estamos obligados a sostener que el ente contingente depende del ente necesario, o sea, que el ente, que no tiene en sí la razón de su ser, tiene su razón de ser en un ente que tiene en sí mismo la razón de su ser y que el ente que existe por participación depende de un ente que es el ser por esencia.
      Ahora bien, es necesario considerar que Dios es el Creador también del tiempo, por lo cual se plantea el problema de si pudo existir un tiempo infinito en el pasado. Tomás admite esta posibilidad, porque observa que las esencias creadas de por sí son independientes del tiempo.
      Sin embargo, es necesario tener presente que las esencias son independientes del tiempo sólo en el estado de universalidad abstracta presente en la mente, mientras que fuera de la mente ellas están sujetas a una duración y están colocadas en el tiempo-espacio.
      Ahora bien, todo esto plantea la cuestión de la cantidad o bien del número. En efecto, en la realidad las esencias existentes, tanto sucesivas en el tiempo como presentes en el espacio, existen en una determinada cantidad de por sí finita.
      También cabe señalar que considerar estas esencias fuera del espacio-tiempo puede significar que estas esencias creadas están sólo en potencia, en espera de recibir el ser por participación.
      Por lo tanto, para expresarnos de modo figurado, podemos decir que Dios primero crea la esencia, que es una potencia, y luego la completa con el ser o la existencia, que es el acto de la potencia.
      Una vez creada la sustancia, Dios añade los accidentes, entre los cuales está el espacio-tiempo, de tal modo que no es concebible una sustancia creada que no esté en el espacio-tiempo.

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    4. Insisto: no está refutando los argumentos de santo Tomás en su opúsculo sobre la eternidad del mundo. Por el contrario, recurre a un bizarro despiece del ente, desplumándolo como un pollo en los dos últimos párrafos de su comentario. Lea el opúsculo de santo Tomás y después refútelo como corresponde.

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    5. Queridísimo padre Filemón: ¡cuánta arrogancia en la ignorancia!
      Usted se está ganando el cielo.

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    6. Estimado Anónimo,
      conozco bien ese opúsculo de santo Tomás, y le repito que él, refiriéndose a Aristóteles, cita el hecho de que las esencias como tales son independientes del espacio-tiempo.
      Esto es verdadero, excepto que la cuestión de si Dios, si hubiera querido habría podido crear un tiempo infinito en el pasado, no involucra sólo las esencias, sino también las existencias concretas, porque los entes son un compuesto de esencia y de existencia, por lo cual no basta considerar las esencias, sino también los accidentes espacio-temporales que están conectados con la existencia.
      Ahora bien, estos accidentes involucran una cantidad finita, por lo cual retrocediendo en la cantidad de tiempo, esta cantidad es necesariamente limitada en conexión con la cantidad limitada del número de las causas y de los entes.
      La consideración que se debe hacer por cuanto respecta al futuro es diferente, porque, en este caso, no estamos ante una realidad simplemente accesible a la razón y a la experiencia, sino a una revelación que va más allá de nuestra comprensión racional, por lo cual aquí las categorías de la cantidad, del número y de la extensión asumen un aspecto misterioso no comparable al modo con el cual nosotros hoy concebimos estas categorías.

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    7. Querida Herminia,
      te agradezco tus buenos deseos, pero ten cuidado en prejuzgar de modo definitivo de las actitudes del prójimo, aunque las sospechas sean inevitables.

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  4. Sigue argumentando por el lado de la infinitud, que no es el centro de la. argumentación de Santo Tomás. Y en su ultimo párrafo ud. recurre al deus ex machina, porque estorba su argumentación, apelando a un ¨más allá de la comprensión racional¨. Yo preparo el guiso, yo lo cocino, yo me lo como.

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    1. Estimado Anónimo,
      Santo Tomás fundamenta la justificación de la posibilidad de un tiempo pasado sin inicio recurriendo a la doctrina aristotélica de la esencia universal abstracta.
      Estas son sus palabras: "Toda cosa, según la razón de su especie, abstrae del aquí y del ahora, por el hecho de que los universales están en todas partes y siempre" (Summa Theologiae, I, q.46, a.2).
      De aquí se ve bien que Tomás prescinde del espacio y del tiempo, precisamente porque la esencia universal hace abstracción del espacio y del tiempo.
      De este enfoque de Tomás surge necesariamente la consecuencia de la posibilidad de retroceder en el tiempo infinitamente, debido al hecho de que las esencias están fuera del tiempo. Ahora bien, las entidades reales materiales son temporales.
      También se debe observar que en estas condiciones estamos obligados a admitir una sucesión infinita de cosas o de causas. En este sentido Tomás hace referencia al infinito cuantitativo, que no es objeto de la física, sino de la matemática. Ahora bien, aquí se trata de conocimiento del mundo físico y no de matemática.

      Por cuanto respecta a mi referencia al futuro escatológico, no tiene nada que ver con el Deus ex machina, sino que se refiere a la glorificación del hombre, que es efecto de la gracia de la filiación divina.
      Según la fe cristiana, el hombre, salvado por Cristo, tiene ante sí la prospectiva futura de una nueva historia, que es la de los hijos de Dios glorificados para la vida eterna. En estas condiciones podemos hablar de una infinitud temporal futura, aunque este concepto supera la comprensión de nuestra razón, la cual concibe solamente cantidades determinadas y no es capaz de comprender cómo pueda existir una cantidad extensiva y sucesiva infinita, como es la que resulta a partir del dato revelado.

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    2. Me da la impresión de que no termina de entender el planteamiento de S. la Eternidad. Santo Tomás se pregunta si Dios podría hacer un Mundo sin comienzo, y dice que sí, porque no hay repugnancia entre la idea de un Mundo creado y un mundo eterno, basando su argumentación en que Dios como causa es inmediato a su efecto, uno. Y dos, la no precedencia de la nada al ser creado, porque la nada no es algo que ¨existía¨antes del ser. La objeción de la infinitud de almas o de esencias aparece al final, y con buen criterio Santo Tomás objeta que no hay necesidad de que las esencias hayan existido siempre y Dios las hiciera aparecer en un momento dado, supuesto que el infinito se da en el tiempo, no en acto. Y además no se ha demostrado que Dios no pueda crear un infinito en acto. El esfuerzo de este Santo Tomás maduro es ciclópeo, porque su meditación metafísica es de una agudeza enorme, pues logra, sin caer en voluntarismos occamianos, delinear el alcance infinito del poder divino. Por supuesto, prescindiendo del dato revelado, como estuvo Aristóteles. Estamos ante un análisis profundamente teocéntrico, centrado en la trascendencia y el poder de Dios que no puede hacer el absurdo. Pero esto no es absurdo, demuestra Santo Tomas, aunque no haya sido lo que Dios haya hecho. Lo que también acentùa la libérrima disposición de su Voluntad.
      Esta separación entre creación y tiempo es extremadamente importante en el tomismo (cf. Sertillanges, ¨La Idea de Creación en Santo Tomás¨=

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    3. Cuando hablo del deus ex machina, quiero decir que para explicar la factibilidad de un infinito (futuro), que según no sería factible por los
      mismos argumentos que usa para negar la factibilidad de un infinito pasado, recurre al poder divino, que es justamente lo que fundamenta Santo Tomás. Su deus ex machina es ¨supera la comprensión de nuestra razón¨. Cuando si juega limpio debería admitir con Santo Tomás que Dios puede (aunque de hecho no lo hizo) hacer un mundo infinito en el pasado, porque puede hacerlo en el futuro.

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    4. Estimado Anónimo,
      respondo según los puntos que usted trata:

      1) Es cierto que Tomás pone en evidencia que el acto creativo es instantáneo y no comporta movimiento, por lo cual la causa es a su vez eterna e instantánea. En base a este hecho, Tomás sostiene con razón que Dios Creador no precede en el tiempo al efecto de su acto. En base a esto, Tomás sostiene esa posibilidad de que el mundo exista desde siempre, si Dios así lo hubiera querido.
      Ahora bien, ante esta posición de Tomás, Buenaventura observa que un tiempo infinito en el pasado es imposible, porque no pueden existir realmente un número o una cantidad o una sucesión de entes infinitos. De ahí la necesidad de que el tiempo tenga un inicio, porque de lo contrario tendríamos que sostener que Dios crea algo contradictorio.
      Por cuanto respecta a la tesis de Tomás según la cual "no hay repugnancia entre la idea de un mundo creado y un mundo eterno": ahora bien, aquí Tomás, como resulta de sus palabras en la Summa Theologica, 1, q.46, a.2, que he citado, sólo toma en consideración la esencia abstracta, que prescinde del tiempo, pero en estas condiciones es fácil imaginar un tiempo que retrocede al infinito. Estamos sólo en el plano de las ideas.

      2) Estoy plenamente de acuerdo en que no se puede concebir nada como un tiempo precedente al acto creativo, pero esto no es suficiente para excluir la posibilidad de una retrocesión temporal infinita.
      Por el contrario, como observa san Buenaventura, tal retrocesión es imposible, porque es imposible un tiempo infinito en el pasado.
      ¿Por qué es imposible? Porque el tiempo, en física, es un accidente de la sustancia, la cual tiene un inicio temporal, es decir, no existe desde siempre.
      Que Dios haya creado el mundo desde la eternidad no equivale a decir que el mundo es eterno, porque el mundo es siempre y de todos modos una realidad creada, que requiere siempre un inicio en la existencia.

      3) Santo Tomás retoma la observación de Aristóteles, en base a la cual la experiencia nos dice que no existe un número o una cantidad o una sucesión infinita. Estos son sólo conceptos matemáticos, que no pueden entrar en la física.

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    5. Estimado Anónimo,
      respecto a su segunda intervención, por cuanto respecta a la duración temporal, es necesario hacer un discurso diferente para el pasado y para el futuro.
      Mientras que es imposible un tiempo infinito en el pasado, es posible un tiempo infinito en el futuro. Esto depende de que mientras en el pasado nosotros sólo tenemos el dinamismo de los entes mundanos, por cuanto respecta al futuro, según la fe cristiana, el hombre como hijo de Dios se prepara aquí abajo para una vida futura gloriosa, que Cristo llama vida eterna.
      Por tanto la prospectiva escatológica es la de una temporalidad, porque existirá resurrección del cuerpo, pero esta temporalidad será de algún modo divinizada en virtud de la participación en la vida divina, asegurada por la gracia.
      Por tanto, si podemos estar ciertos de que desde un punto de vista filosófico no puede existir un tiempo infinito y por tanto el mundo no puede existir para siempre, desde el punto de vista de la fe podemos admitir un tiempo futuro infinito, en cuanto divinizado por la gracia, sin que por otra parte en esta vida podamos comprender con la razón cómo esto sea posible, pero estamos delante de un misterio de fe, que sólo nos será revelado en la visión beatífica.
      Finalmente puedo agregar que es obvio que no se puede hablar de un tiempo anterior a la creación, dado que Dios ha creado el tiempo dándole un inicio. Por otro lado, no podemos dejar de usar las categorías del antes y del después, que en sí mismas se referirían al tiempo, tanto es así que incluso Cristo, en Juan 17, hablando de Sí mismo, dice: "Antes de que el mundo fuera...". Entonces, ¿de cuál antes se trata? De un antes trascendental, para expresar que las cosas cuando se crean pasan del no-ser al ser.

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    6. Mi amigo, termina por darme la razón: dice que Dios puede hacer un futuro infinito, y de hecho lo hará. Del mismo modo, Dios podría hacer un pasado infinito, que sea pasado no quita que Dios podría haber dispuesto las cosas así. De hecho los ángeles, que son sustancias puras inmateriales, podrían haber sido creados ab aeterno. Sabemos que no fue así. Pero podrìa haber sido así, por parte de la potencia divina.
      ¨Podría,¨ la fe nos dice que hubo un comienzo. Lo que santo Tomás quiere afirmar en este opúsculo es que, en la medida en que no haya repugnancia lógica entre dos conceptos, Dios lo puede todo. Entre nominalistas y Buenaventura, que quiere forzar a la razón a dar lo que sólo da la fe, está Santo Tomás. Y además, despega en forma genial la idea de creación del comienzo temporal, fundamental para una metafísica del ente contingente y del acto puro.

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    7. ¨¿Por qué es imposible? Porque el tiempo, en física, es un accidente de la sustancia, la cual tiene un inicio temporal, es decir, no existe desde siempre.¨ Aquí veo una petición de principio en su razonamiento. No me convence.

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    8. Estimado Anónimo,
      es necesario distinguir en Dios su potencia creadora de la naturaleza y la potencia creadora de la gracia. Cuando santo Tomás se plantea el problema de saber si el mundo podría existir desde siempre, sólo considera el nivel ontológico de la naturaleza, y san Buenaventura hace lo mismo.
      Los dos teólogos están en contraste en este plano, que es puramente metafísico y prescinde de la consideración del futuro escatológico del hombre, en cuanto relativo al estado de gloria de los hijos de Dios en la vida eterna.
      Ahora bien, en ese plano tiene razón san Buenaventura, por el simple motivo de que no puede existir una cantidad numérica real, y por tanto sucesiva, infinita. Lo infinito existe sólo en matemática y no en el mundo físico.
      En cambio, si tomamos en consideración la gloria futura, aquí subentra un nuevo elemento a tomar en consideración y es que debemos tener presente que el don de la gracia hace, ciertamente, que la creatura se convierta en partícipe de la vida divina y por tanto sea de alguna manera divinizada.
      Ahora bien, así como la gracia es una vida divina y la vida divina es infinita, entonces en una cierta manera podemos hablar de un futuro infinito, que es lo que Jesucristo llama "vida eterna".
      Un problema que ahora se podría plantear es el de preguntarnos cómo concebir la inmortalidad de las almas y la eviternidad de los ángeles. ¿Estamos aquí ante una duración futura infinita? ¿Sí, pero de qué modo? ¿Cómo concebir esta infinitud? ¿De modo cuantitativo? No lo sabemos. Estamos ante un misterio de fe, que sólo se nos revelará en el paraíso del cielo.
      Otra pregunta que podríamos hacernos es la siguiente: si Dios hubiera querido, ¿podría haber creado un mundo en gracia existente desde siempre? En este caso deberíamos dar razón a santo Tomás, pero precisando que no nos debemos detener en las esencias, sino que también se debe considerar el tiempo y la eviternidad.
      Desde este punto de vista, sigue siendo válida la crítica de Buenaventura, aun cuando a él, como a Tomás, nunca se les ocurrió plantearse la pregunta que nos hicimos nosotros, porque sólo se detienen a considerar lo que Dios habría podido hacer al crear la naturaleza y no han pensado en aquello que habría podido hacer en el crear la gracia.

      Es necesario que nos entendamos acerca de la omnipotencia divina. Una cosa es su omnipotencia respecto a los posibles, y otra cosa es su omnipotencia respecto a los reales. En otras palabras, una cosa es lo que Dios puede crear y otra cosa es lo que Dios de hecho crea. El problema que nos planteamos no concierne a la posibilidad lógica, es decir, no se refiere a la omnipotencia divina desde el punto de vista lógico de lo que es simplemente posible, porque aquí, es decir, en la esencia divina, lo finito coincide con lo infinito: "In Deo omnia sunt unum", como dice el Concilio de Florencia del 1439.
      En otras palabras, aquí estamos en el plano de lo abstracto, mientras que nuestro problema concierne a la realidad física y por lo tanto tenemos una vez el deber de reconocer que sobre este plano ni siquiera Dios puede crear una cantidad numérica infinita de creaturas, tanto sucesivamente como simultáneamente.
      Por tanto, no basta la repugnancia lógica y lo que puede ser pensado o lo puro posible, sino que es necesario considerar la potencia real de Dios, es decir, lo que Dios puede realmente hacer. En efecto, san Buenaventura acusaba a la posición tomista de sostener que Dios puede hacer una cosa real contradictoria.

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    9. Por cuanto respecta a los nominalistas y a san Buenaventura, también conocen la metafísica y la utilidad de la razón filosófica. Ciertamente, Ockham lucha por dar un fundamento cierto a la ciencia y se apoya en la fe. Pero Buenaventura tiene una percepción indudable de la de ellos objetividad de la verdad racional, aunque ciertamente la metafísica no alcanza de hecho el nivel de la metafísica tomista en términos de solidez y rigor.
      En cuanto a "una metafísica del ente contingente y del acto puro", ciertamente ella le sirve a Tomás para explicar la doctrina de la creación.

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    10. Estimado Anónimo,
      respecto a su última intervención ("¨¿Por qué es imposible? Porque el tiempo, en física, es un accidente de la sustancia, la cual tiene un inicio temporal, es decir, no existe desde siempre.¨ Aquí veo una petición de principio en su razonamiento. No me convence."), respondo:
      Entiendo decir que la sustancia física está sujeta al devenir y es decir, tiene un principio, un desarrollo y un término. El movimiento implica dos términos: partida y arribo. Además, lo mismo ocurre también con los otros tipos de devenir: la transformación, la generación, la corrupción, la alteración, el crecimiento, la disminución.
      Por cuanto respecta a las sustancias espirituales, al estar compuestas de sustancia y de acción, su existencia tiene un carácter evolutivo que implica la sucesión de actos tanto del intelecto como de la voluntad, mientras que la duración de la sustancia no tiene término, porque es una forma simple y subsistente.
      El primer principio del iniciar o comenzar del ente creado y de su terminar, que concierne a los entes temporales corruptibles, es su composición de esencia y de existencia, así como de sustancia y de accidentes, de materia y forma.

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