martes, 26 de marzo de 2024

Verdades de Fe (3/24) La interpretación de la Sagrada Escritura

Continuamos con esta serie de notas (presentadas en breves capítulos, como el de hoy) repasando las Verdades de la Fe, vale decir, todos los dogmas y las declaraciones doctrinales de la Iglesia Católica. No se asombre el lector de que mis aportaciones personales sean sólo brevísimos comentarios (y con mucha frecuencia, ninguno). Porque mi objetivo central es presentar estrictamente lo que el católico debe creer, en base a las puntuales enseñanzas del Magisterio de la Iglesia en sus palabras textuales (diferenciadas según los tres grados de autoridad, siempre de enseñanza verdadera infalsificable y no reformable). Hoy el tema es: la interpretación de la Sagrada Escritura. [En la imagen: fragmento de "San Jerónimo en su estudio", óleo sobre lienzo del siglo XVII, atribuído a Cesare Dandini, conservado y expuesto en la Gallerie degli Uffizi, Palazzo Pitti, Florencia, Italia].

Notas: 1) Las proposiciones entre comillas " " son las palabras textuales de los dogmas (1° y 2° grado) o de las proposiciones próximas a la fe (3° grado). El resto es mi comentario o explicación: 2) las frases en negrita grande evidencian los dogmas de primer grado, las que están en negrita normal los dogmas de segundo grado; 3) en la medida que me ha sido posible he convertido en positivo las sentencias en negativo para así mostrar al lector qué es lo que la Iglesia enseña. De lo cual se comprende fácilmente qué es lo que la Iglesia condena.
   
El Magisterio de la Iglesia
   
----------"En materias de fe y costumbres, que pertenecen a la edificación de la doctrina cristiana, debe considerarse como auténtico sentido de la Escritura, aquel sentido que sostuvo y sostiene la santa madre Iglesia, a quien atañe juzgar del verdadero sentido e interpretación de las Escrituras Santas, y porque no está permitido a ninguno interpretar la misma Sagrada Escritura contra este sentido o también contra el unánime sentir de los Padres" (Concilio de Trento, Denz. 1507).
----------"La esposa del Verbo Encarnado, es decir, la Iglesia, enseñada por el Espíritu Santo, se esfuerza en acercarse, de día en día, a la más profunda inteligencia de las Sagradas Escrituras, para alimentar sin desfallecimiento a sus hijos con la divina enseñanzas; por lo cual fomenta también convenientemente el estudio de los Santos Padres, tanto del Oriente como del Occidente, y de las Sagradas Liturgias.
----------Los exegetas católicos, y demás teólogos deben trabajar, aunando diligentemente sus fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas, bajo la vigilancia del Sagrado Magisterio, con los instrumentos oportunos, de forma que el mayor número posible de ministros de la palabra puedan repartir fructuosamente al Pueblo de Dios el alimento de las Escrituras, que ilumine la mente, robustezca las voluntades y encienda los corazones de los hombres en el amor de Dios" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum, cit., n.23).
----------"Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
----------Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a 'los géneros literarios'. Puesto que la verdad se propone y se expresa de maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, profético, poético o en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
----------Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para extraer el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe.
----------Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios" (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum, cit., n.12).
   
El doctor privado
   
----------"A cada maestro particular se le abre un amplio campo en que puede gloriosamente y con provecho de la Iglesia campear con paso seguro su pericia de intérprete. Ciertamente, en los lugares de la divina Escritura que aún esperan una determinada y definida exposición, puede así suceder por el suave designio de Dios providente que por una especie de estudio preparatorio madure el juicio de la Iglesia" (León XIII, Encíclica Providentissimus Deus, del 18 de noviembre de 1893, Denz. 3282).
   
Algunas observaciones
   
----------Primera: el resultado acertado de la exégesis como también el de la investigación teológica o el del esclarecimiento de un dato de la Tradición, puede ser confirmado y aprobado por la Iglesia, tanto para elevar al grado de doctrina proclamable como dogma.
----------Segunda: en el texto sagrado es necesario distinguir aquello que es relativo a la mentalidad o a la cultura o a las opiniones del hagiógrafo, que puede ser erróneo o discutible o superado, de aquello que en cambio es auténtico dato revelado.
----------Tercera: la unidad de la Escritura es el sentido de fondo, el contenido esencial y el propósito de la Escritura, cosas que aparecen evidentes si el exégeta posee una mirada sapiencial y de fe suficientemente amplia y profunda, tal como para saber resolver las aparentes antinomias de la Escritura, para captar ese sentido unitario. Esto depende de la capacidad del exégeta de utilizar la "analogía de la fe", comprendiendo cómo los diferentes datos y enseñanzas de la Revelación bíblica están en armonía con aquellos de la Tradición y no se agrupan los unos junto a los otros de modo accidental o casual, sino que están admirablemente conectados entre sí de modo analógico, según un orden histórico y sistemático. De lo contrario, ¿cómo se podría hablar de una historia de la salvación, de una teología sistemática, o de un Símbolo de la Fe?

8 comentarios:

  1. A la observación segunda - No hay ¨opiniones¨erróneas, discutibles o superadas del hagiógrafo. Esa proposición es típicamente progresista y va contra la inerrancia bíblica. Cìteme un solo documento en donde se diga algo así. Una cosa es el modo de expresarse, la cultura, el género literario, otra las opiniones.
    Dr. Librando Alvarado

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    1. Anónimo: Se puede decir sin ningún problema que en la Biblia haya "opiniones" erróneas o discutibles o superadas del hagiógrafo, porque eso es evidente en muchos textos y nada tiene que ver con la inerrancia bíblica. Por otra parte, cuál es el problema para decir que tal afirmación sea "progresista" respecto a la interpretación equivocada de siglos anteriores en las que se tomaba a veces literalmente el texto de la Biblia, sin distinguir lo que es Palabra de Dios y opinión del hagiógrafo. Yo no tengo ningún problema en que haya "interpretaciones progresistas". Otra cosa es hablar de interpretaciones "modernistas" de la Escritura. Eso es algo bien distinto. Y me parece que usted no distingue entre progresismo y modernismo. ¿Me equivoco?

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    2. No, Julio, usted no tiene idea de lo que es inerrancia bíblica, y como buen progre, acude a la acusación de literalismo. Seguramente las cartas de san Pablo, como buen progre, le parecen plagadas de opiniones ¨erróneas o discutibles o superadas del hagiógrafo¨. Lo dicen todos los progres, para eludir los aspectos políticamente incorrectos de la Biblia. En cuanto a progresismo, claro que es una máscara más del modernismo. Básicamente consiste en leer la Escritura ¨a la luz de la modernidad¨. Adaptarse al Zeitgeist, como dice el cardenal Ratzinger. Y pensar que las épocas pasadas están superadas y nosotros tenemos la última cocacola del desierto, porque el pensamiento ¨progresa¨, que es como decir que Mozart ¨progresó¨y se hizo reggaeton.

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    3. Estimado Anónimo,
      la exégesis bíblica ha mejorado a la par del progreso de los estudios históricos, con el conocimiento de las antiguas civilizaciones, lenguas, lugares, monumentos y costumbres orientales, con la exégesis rabínica, con la consideración de los géneros literarios, de las literaturas contemporáneas y con la mejora de la crítica textual.
      Por eso, sobre todo desde hace un siglo, se ha ido clarificando y distinguiendo lo que en la Biblia es el dato revelado y lo que es dato cultural u opinión del hagiógrafo: por ejemplo lo que es presentado como historia pero no lo es, o el progreso de la conciencia moral desde el Antiguo al Nuevo Testamento, o de la toma de conciencia de la igual dignidad de la mujer con el hombre, superando la concepción de la mujer como inferior, distinguiendo el dato revelado de las ideas cosmológicas y astronómicas de cada época, o de la ley de la destrucción total del enemigo, etc.
      Esto no tiene nada que ver con el modernismo, como bien se dio cuenta, por ejemplo, el papa san Pío X hace un siglo, cuando finalmente reconoció la labor del padre Lagrange, fundador de la Escuela de Jerusalem.
      Debo decirle que no es correcta la amalgama que usted hace entre "progresismo" y "modernismo". Al menos no, si con "progresismo" usted intenta negar la necesidad en la Iglesia de un progreso en el conocimiento de la divina Revelación, progreso que el mismo Cristo ha prometido que sería fruto de la acción de su Espíritu en la Iglesia, hasta el conocimiento de la plena verdad en los cielos.
      Está claro que todas estas conquistas han tenido como resultado una mejor comprensión de la inerrancia bíblica, implicando la distinción precedentemente no clara o incluso negada con gravísimos inconvenientes, entre el verdadero dato revelado y la mentalidad del hagiógrafo, sujeta a errores como la mentalidad de cualquier hombre sobre la faz de la tierra. La inerrancia bíblica no es la inerrancia del hagiógrafo o del autor bíblico como pobre ser humano, aunque fuera san Pedro, san Pablo o san Juan.

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    4. Anónimo: si no se alcanza a distinguir lo que en la Biblia es la Palabra de Dios... el dato revelado..., por una parte, y lo que es, por otra parte, la palabra del hagiógrafo, o mejor dicho, su cultura, la cultura de su tiempo..., expresada en opiniones, que a veces pueden ser erróneas..., entonces... es inevitable caer en el más burdo literalismo y fundamentalismo, compitiendo con los más rígidos fundamentalistas del área de las sectas evangelistas fundamentalistas más extremas... y no se evita caer en enormes problemas de interpretación, en grandes contradicciones, acabando por hacer de la Biblia un conjunto de fábulas increíbles, sólo aptas para ingenuos y crédulos...

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    5. Estimado Anónimo,
      la conciencia de que en el texto bíblico pueden existir proposiciones que no expresan la verdad divina, sino la mentalidad y la cultura del hagiógrafo, es una adquisición relativamente reciente, fruto de la exégesis histórico-crítica.
      Aquí el modernismo no tiene nada que ver, aun cuando sea cierto que los protestantes, que no aceptan el Magisterio de la Iglesia, entienden este método de una manera que resulta ofensiva para las verdades dogmáticas.
      Sin embargo, ya en las primeras décadas del siglo pasado, gracias a la obra del exégeta dominico P. Joseph Lagrange, la Iglesia comenzó a incorporar este tipo de exégesis, hasta que en 1993 la Pontificia Comisión Bíblica publicó el importante documento "La interpretación de la Biblia en la Iglesia":
      https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_doc_index_sp.htm https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_doc_19930415_interpretazione_it.html
      Por cuanto respecta a la inerrancia bíblica, ella se refiere al hecho de que Dios cuando nos habla, no se equivoca, y esto es obvio, de lo contrario no sería Dios, porque Dios es la fuente de la verdad, pero el hombre puede equivocarse. Y por otra parte, cuando el hagiógrafo nos refiere la Palabra de Dios, no se equivoca. Y esta es la llamada inspiración bíblica.
      Sin embargo, cuando el hagiógrafo expresa sus opiniones o las creencias de su propio tiempo, está sujeto a la normal falibilidad humana. Se podrían dar de esto muchos ejemplos en la Sagrada Escritura, como la doctrina de la superioridad del hombre sobre la mujer o la violencia en la destrucción de los enemigos o bien ciertas concepciones cosmológicas.

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    6. Estimado Julio,
      he notado con mucha y agradable sorpresa que usted ha dicho exactamente las mismas cosas que yo le he escrito al Anónimo, antes de leer su intervención. Me alegro mucho al constatar esta perfecta coincidencia de ideas, que por otra parte no son ideas nuestras, sino que se derivan del común patrimonio de nuestra santa fe.
      Con todos los conflictos que hoy encontramos a nuestro alrededor, incluso entre Pastores y teólogos, es de gran alegría constatar esta unidad de pensamiento entre dos sacerdotes en la misma verdad y en la misma Palabra de Dios.

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    7. Estimada Rosa Luisa,
      le agradezco mucho por su intervención llena de buen sentido común y de expresiones persuasivas, con un lenguaje muy adecuado al común de los fieles, que viene a integrar y complementa el discurso que yo había pronunciado.

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