sábado, 2 de marzo de 2024

Progreso en la exégesis del relato del sacrificio de Abraham

¿Puede Dios dar una contraorden? La historia del sacrificio de Abraham ha sido siempre una "crux interpretum". Pero no sólo en este caso, sino en muchos otros, debemos ciertamente agradecer a Dios por la obra valiente de aquellos exégetas a veces incomprendidos y mal interpretados, quienes, siempre en la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, nos han ayudado en la obra de la verdadera comprensión de la verdad revelada y han preparado las confirmaciones del Magisterio de la Iglesia. [En la imagen: fragmento de "El sacrificio de Isaac", óleo sobre lienzo, obra de Juan de Valdés Leal, pintado entre 1657 y 1659, de una colección privada].

----------Está fresco en nosotros el recuerdo de la lectura veterotestamentaria en la Misa del pasado domingo. En la liturgia se leyeron los pasajes de Génesis 22,1-2.9-13.15-18:
   
"En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán. Le dijo: ¡Abrahán! Él respondió: Aquí estoy.
Dios dijo: Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
¡Abrahán, Abrahán! Él contestó: Aquí estoy.
El ángel le ordenó: No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo: Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz."
   
----------El relato bíblico del sacrificio de Abraham (o sacrificio de Isaac) siempre ha sido una dura prueba para los exégetas, puestos delante de un hecho en el que parece que Dios haya ido en contra de lo que él mismo nos prohíbe, es decir, el homicidio, y haya querido de Abraham un sacrificio humano, un rito horrendo, una perversión del sacrificio religioso prohibido por la misma Biblia. Menos mal que, de hecho, como suele decirse: en el último momento "Dios se arrepiente, da una contraorden y prohíbe el homicidio".
----------Pero, ¿acaso puede Dios arrepentirse y dar una contraorden?... Aquel pobre Abraham obedece la primera orden sin pestañear, pero podemos imaginar con qué angustia y amargura, y no le viene en mente que tal vez había entendido mal, o tal vez esa no era verdaderamente la voz de Dios, el Dios de la vida.
----------¿Pero qué es lo que diríamos nosotros hoy? La cuestión no es fácil. Muy probablemente Abraham se había dejado sugestionar por las costumbres de los pueblos circunvecinos que practicaban los sacrificios humanos. Y ciertamente la verdadera voluntad divina Abraham la descubre en la voz del ángel que le prohíbe hacer mal a su hijo. ¡Es que Dios no puede querer el pecado! La voz del ángel, esta sí que era la verdadera voluntad divina, una orden, que anulaba la falsa orden precedente.
----------Abraham había entendido mal, pero no se había dado cuenta. Sin embargo, no obstante su equivocada comprensión de la orden divina, Dios lo premia igualmente por su buena fe. Abraham, por su parte, debió haber dado un gran suspiro de alivio. Abraham ahora conoce la verdad, pero Dios ya había apreciado a Abraham que había obedecido a su conciencia, aunque fuera errónea.
----------Vemos entonces también cómo la interpretación moderna del sacrificio de Abraham, además de tener la ventaja de salvar la dignidad de la voluntad divina, sin recurrir al voluntarismo, nos hace comprender el valor de la conciencia; vemos cómo Dios respeta nuestra conciencia, y vemos también cómo esta moderna interpretación otorga ventaja y beneficia al diálogo interreligioso, y nos hace apreciar el valor del universal derecho a la libertad religiosa. En cambio, la exégesis del pasado, más allá de sus intenciones, bajo la apariencia de la fe y de la obediencia heroicas, dando espacio al voluntarismo, termina por permitir el individualismo moral, el autoritarismo y la ética de la situación, hoy muy difundida.
----------Abraham es alabado por Dios y premiado por su fe y obediencia, ciertamente. Él ha obedecido a Dios en cuanto en buena fe, en un primer momento, influenciado sin culpa por ideas paganas, estaba a punto de ponerlas en práctica, si Dios mismo no lo hubiera desengañado por medio del ángel y no le hubiera hecho conocer su verdadera voluntad: no sacrificar al hijo, sino sacrificar un carnero.
----------Nos damos cuenta así, que la exégesis del pasado, ignara de la evolución histórica de las ideas morales y del método histórico-crítico, que distingue los géneros literarios y también distingue el dato revelado de las ideas del hagiógrafo, tomando todos los relatos bíblicos en sentido histórico como realmente acaecidos, tomaba las palabras del texto bíblico a la letra, literalmente, tal como entonces sonaban y suenan todavía hoy, por lo cual no había tenido dudas de que ella fuera la voluntad de Dios.
----------Incluso un santo Tomás de Aquino, que ciertamente negaba la posibilidad de un Dios voluble que se desmienta o se niegue o se contradiga a sí mismo, y afirmando naturalmente como cosa impía creer en un Dios homicida (el homicida, en todo caso, es el demonio), un Tomás de Aquino tan fuerte defensor de la absolutez, inderogabilidad, inmutabilidad, universalidad e indispensabilidad de los deberes morales, de la ley natural y de los divinos mandamientos, en cambio en este caso cede al voluntarismo, afirmando, como sostendrá Ockham poco después de él, que Dios, institutor de la ley, está por encima de la ley y está libre de la ley, porque es libre de hacer aquello que quiere. Si quiere una determinada cosa, quiere decir que está bien así.
----------En cuanto a los luteranos, discípulos de Ockham, no tienen ningún problema. Por ejemplo, un Søren Kierkegaard, con el pretexto de la concreción del acto moral y de su irrepetibilidad en la variedad y particularidad de las situaciones, se inspira en este episodio para negar una ley y un deber iguales para todos, es decir, para negar la universalidad y la obligatoriedad absoluta de la ley natural y para sostener su tesis de que cada uno de nosotros en cuanto individuo, diferente del otro, siempre recibe de Dios un mandato hecho sólo para él y obedece a una ley particular hecha especialmente sólo para él.
----------La exégesis del pasado, como he dicho, por su notoria carencia de sentido histórico, por su retraso en los conocimientos históricos y del mundo físico, por la ignorancia de la evolución de las ideas morales y de las costumbres, así como de los géneros literarios, y por la ignorancia de las culturas antiguas, no siempre ha aplicado del modo correcto el principio de la inerrancia bíblica o a menudo lo extendió excesivamente, tomando por dato revelado cosas superadas, viejas leyendas, elementos espurios, pasajeros, contingentes y accidentales, y errores humanos presentes en el texto sagrado, y causando así desagradables equívocos y gravísimos inconvenientes que perduraron por siglos y milenios, como fueron por ejemplo el caso Galileo, la idea de la inferioridad de la mujer, la legitimidad de la invasión violenta de un territorio extranjero, la teocracia, la ley del exterminio de los enemigos y una visión de Dios excesivamente antropomórfica.
----------Ciertamente esta obra de mejoramiento de la exégesis bíblica, no sólo en el caso puntual que hemos examinado, no siempre ha sido bien entendida como purificación y clarificación del verdadero sentido de la Escritura, sino que ha sucedido que a veces también hubo quienes se han dejado guiar por una idea historicista, evolucionista y relativista de la verdad, que ha corrompido y falsificado el dato revelado, causando en muchos espíritus la pérdida de la fe o la caída en la herejía, y sin embargo el remedio a estos males sólo puede ir acompañado del agradecimiento a Dios por la obra valiente de aquellos exégetas a veces incomprendidos y mal interpretados, quienes, en la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, nos han ayudado en la verdadera comprensión de la verdad revelada y han preparado las confirmaciones del Magisterio de la Iglesia.

32 comentarios:

  1. Disculpe, padre Filemón, pero permítame una pregunta. Usted dice que en la exégesis moderna del relato del capítulo 22 de Génesis, Abraham había entendido mal el primer mandamiento de Dios.
    Pero entonces: ¿cuál fue esa primera orden de Dios? ¿Qué debió haber entendido Abraham?
    Gracias.

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    1. Querida Herminia,
      las palabras, que escucha, Abraham considera en buena fe que sean Palabras del Señor. Y de hecho el texto bíblico enuncia estas palabras. En este punto, sin embargo, es necesario que el exégeta preste mucha atención, porque en el pasado se ha creído que fueran verdaderamente Palabras de Dios, como Abraham creyó que fueran.
      ¿De qué cosa se recaba que Abraham había entendido mal? Por la intervención del ángel, que detiene su mano, diciéndole que no haga daño a su hijo. Esto quiere decir que el primer mandato no era Palabra de Dios, porque Dios no puede mandar hacer el mal.
      Por el contrario, las palabras del ángel representan verdaderamente la voluntad divina, porque Dios no puede querer un sacrificio humano.
      Entonces, ¿qué significa este episodio? Es necesario tener presente que Abraham ya se había hecho agradable a Dios por su obediencia y su fe siguiendo su conciencia en buena fe.
      Por tanto, este episodio nos muestra la importancia de la libertad religiosa, por la cual Dios se contenta con la buena fe, incluso si la conciencia es errónea.

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    2. Dios no puede mandar hacer el mal, pero no es mal que tome la vida de cualquiera porque es el señor de la vida y de la muerte. Abraham obedeciendo la orden de Dios no hace el mal porque es simplemente el ejecutor del Señor. Es sorprendente que usted no se de cuenta. Le repito dígame dónde estudió.

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    3. Estimado Ludovicus,
      comprendo que no le resulte fácil este tema, pero trate de reflexionar con paciencia y serenidad.
      Dios es Señor de la vida y de la muerte en el sentido de que crea y hace durar la vida hasta aquel término que corresponde al término natural de la vida, como ocurre con los animales, o, como en el caso del hombre, hasta aquel término que es consecuencia del pecado original.
      Esto quiere decir que existe una diferencia esencial entre el significado de la vida y el de la muerte en relación con Dios. En efecto, mientras Dios quiere la vida del hombre, que, si no hubiera pecado, habría vivido para siempre, Él no ha querido la muerte para el hombre, sino que es el hombre quien se la ha procurado a sí mismo con el pecado.
      Por lo tanto, cuando se dice que Dios castiga con la muerte, esto no debe ser entendido en el sentido de que Dios tenga el gusto o placer de causar la muerte, sino que Dios sanciona simplemente una decisión del hombre. Sin embargo, es necesario tener presente que Dios por su esencia hace vivir, no hace morir. Al contrario, es un Dios que resucita a los muertos.
      Por cuanto respecta a la historia del sacrificio de Abraham, no hay ninguna duda que se trata de un sacrificio humano. Preguntémonos: ¿puede Dios ordenar un sacrificio humano? Si lo pensamos bien, esta idea, que también existe en ciertos pueblos, es un concepto religioso primitivo, desprovisto de toda eficacia por el hecho de que, como dice la Carta a los Hebreos, aquello que verdaderamente habría de salvar al hombre habría sido el sacrificio de Cristo, porque en cuanto Dios tenía la posibilidad de ofrecer al Padre una víctima tal como para poder efectivamente liberar al hombre del pecado y dar satisfacción al Padre.
      La manera con la cual usted concibe la voluntad de Dios no es correcta, sino que es el defecto característico del voluntarismo, que concibe la voluntad divina independiente del bien objetivo. Debemos recordar que Dios quiere una determinada cosa porque es buena, y no que se vuelve buena porque Él la quiere.
      A menos que nos refiramos a la fe que debemos tener en lo que hace Dios, en el sentido de que, si sucede algo que es bueno en base a la fe, es bueno que suceda y es querido por Dios. Por lo tanto se puede decir que algo es bueno, porque es querido por Dios, en cuanto es la fe la que nos hace comprender que es una cosa buena, como el sacrificio de Cristo.
      El sacrificio de Isaac es figura del sacrificio de Cristo, y en este sentido los Padres de la Iglesia han visto en la orden de sacrificar a Isaac la voluntad divina, pero se trata sólo de una metáfora o una alegoría.

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    4. No hay tal voluntarismo. Dios no puede querer el mal, pero quitarle la vida humana a un hombre no es un mal, porque Dios es el dueño de la vida. Ah, claro, Sodoma y Gomorra deben ser otra " metáfora". La exegesis modernista nunca falla.

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    5. Claramente enseña Santo Tomás en varios lugares que Dios puede mandar ejecutar una pena capital a una persona determinada. Esto no tiene razón de mal moral porque justamente Dios tiene derecho sobre la vida del hombre. O de su propiedad. Lo único que falta es que diga que Jesús al arruinar a los cerdos de Gerasa cometió un robo. No hay mal moral cuando Dios toma algo que le pertenece. Voluntarismo sería decir que Dios puede ordenar mentir o cometer adulterio o bendecir a parejas de sodomitas. Esos sí son males morales, contrarios al Intelecto divino y por lo tanto no pueden ser imperados por su Voluntad.

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    6. Estimado RP ("Ludovicus"),
      voy respondiendo de manera global a su repetida objeción, en este y en los demás comentarios.
      La exégesis bíblica progresa en la historia de la Iglesia gracias a una comprensión siempre cada vez mejor del dato revelado, que viene a distinguirse de concepciones erróneas o superadas que dependen de los límites humanos del hagiógrafo. La exégesis es obra humana, que como tal es falible. Sólo la interpretación hecha por la Iglesia es infalible. Pero no hay ningún pronunciamiento por parte de la Iglesia acerca de este episodio de Abraham. Sólo existe el trabajo de los exégetas, que, siendo sólo trabajo humano, debe estar sujeto a mejoras y correcciones.
      Por lo tanto, no es para maravillarse o sorprenderse si los exegetas de hoy se dan cuenta de errores cometidos por los exegetas del pasado. Por ejemplo, hoy nos hemos dado cuenta de que la lapidación o el castigo de la hoguera son penas horribles, o nos hemos dado cuenta que el dominio del hombre sobre la mujer no corresponde al proyecto originario divino, sino que es una consecuencia del pecado original; nos hemos dado cuenta de que ciertos relatos bíblicos no son relatos de hechos históricos, sino que son relatos inventados para enseñarnos algunas verdades de fe; nos hemos dado cuenta que el hecho de que Israel haya conquistado la Palestina cazando y matando a los pueblos que allí vivían no debe atribuirse a la voluntad divina, sino a una idea equivocada que tuvieron los judíos de aquella época, si bien es cierto que Dios les asignó a ellos la propiedad de esa tierra, y así de modo similar con otros textos de la Escritura.

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    7. Por esta razón, no debería sorprendernos que los Padres de la Iglesia y santo Tomás de Aquino se hayan equivocado al interpretar el significado del sacrificio de Abraham. De hecho, lo que está en juego aquí no es una verdad de fe, en la cual la interpretación antes mencionada de los Padres y de santo Tomás está exenta de error, sino que se trata de comprender si verdaderamente Dios hubiera podido ordenar a un padre asesinar a su propio hijo para rendirle honor a Dios.
      A la luz de un mejor conocimiento de la naturaleza divina, hoy sabemos más que nunca que Dios quiere esa verdad que ha concebido con el intelecto, porque el bien se funda en la verdad. Sabemos que Dios es fiel y por tanto que la voluntad de Dios no puede ir contra sí misma; sabemos que el objeto de su voluntad no es la voluntad misma, sino el bien y la vida.
      Dios no actúa arbitrariamente con violencia y sin razón como un tirano, sino que, aunque sus decretos sean misteriosos e inescrutables, Él es leal y justo, cumple los pactos o acuerdos o alianzas y motiva lo que hace. Sabemos que es cierto que Dios, siendo omnipotente, es libre de hacer todo aquello que quiera y que no está sujeto a ninguna ley, pero que sin embargo es imposible que Él vaya en contra de esa misma ley que es objeto de su voluntad. Dios quiere la vida. Es el diablo el que quiere la muerte.
      Por cuanto respecta a la interpretación del sacrificio de Abraham, la Iglesia siempre ha concedido a los exégetas libertad de interpretación. Por eso la Iglesia ha permitido la interpretación del pasado, pero nunca la ha promovido a verdad de fe. Por eso hoy, a la luz de una mejor concepción del sacrificio y de la voluntad de Dios, es legítimo, es debido, y es necesario, cuestionar esa interpretación, que estaría prohibida si fuera una verdad de fe.
      Si el ángel dice a Abraham: "¡No le hagas ningún daño!", se supone que en la orden recibida precedentemente, Dios hubiera ordenado a Abraham que hiciera el mal. Ahora bien, ¿es acaso posible imaginar que haya sido Dios quien quisiera algo de tal género? ¿No es más lógico pensar que Abraham, estando en perfecta buena fe y por tanto inocentemente, hubiera confundido con una orden divina una idea suya equivocada del sacrificio? ¿No es este el principio de la libertad religiosa enseñado por el Concilio Vaticano II?

      (termino mi reflexión al responder a otra intervención suya, párrafos abajo)...

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  2. Con el debido respeto, esta interpretación moderna me parece escandalosamente pueril y reduce la ¨crux interpretum¨a un juguete de niños, quitándole todo mordiente a la escena. bíblica. Abraham se convierte en un viejo sordo y Dios en un transmisor deficiente que por primera vez en la historia sagrada no se sabe hacer entender. Justamente todo el poder de esta historia radica en la orden de Dios y en la prueba que pone a Abraham., que es typo de la misma prueba que se plenifica en el sacrificio redentor de Cristo. Si esto se disuelve, convertimos la Escritura en una patètica comedia de enredos.
    Lamento el desorden intelectual en el que vive, Filemon, seguramente consecuencia de no haber estudiado sistemáticamente Teología y no ser teólogo sino un aficionado. Muy risible que se permita llamar voluntarista nada menos que a Santo Tomás de Aquino, el monte pare ratoncitos.
    Cordialmente

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    1. Estimado Anónimo,
      en mi interpretación no hay un Abraham poco inteligente y sordo ni un Dios que no pueda hacerse entender. El mío es un discurso completamente diferente.
      Como he dicho, Abraham estuvo atentísimo a la voluntad de Dios, sólo que, influenciado por los ritos paganos, todavía no ha esclarecido el hecho de que Dios no puede querer un sacrificio humano, y confunde por voluntad de Dios una idea proveniente de los paganos precisamente.
      En cuanto a Dios mismo, no es que no pueda hacerse entender. Esta sí que sería una cosa ridícula. La cuestión es que ocurre que la voluntad de Dios resulta ser tan trascendente, respecto a los límites de nuestra razón, que no es de maravillarse que ella sea malinterpretada. Y esto también puede sucederle a personas inteligentes, de buena voluntad y en perfecta buena fe, como lo fue Abraham.
      Por esto, Dios le habría de recompensar incluso si Abraham hubiera escuchado lo que él creía que era la voluntad de Dios, la cual en cambio se reveló en su verdad sólo a la voz del ángel.

      He publicado su mensaje por misericordia hacia usted, y también le he respondido por misericordia. Pues debe usted darse cuenta de que ha faltado a las mínimas exigencias de respeto hacia su interlocutor. Aún en el supuesto caso de dialogar con alguien equivocado, el error de su interlocutor no se substancializa en la persona de su interlocutor. Pensar y actuar de ese modo (que está implícito en las ofensas que me ha dirigido en su mensaje) es de hecho el vicio del fariseísmo, del cual le aconsejo estar muy atento, para su bien y su salvación. El hecho de comenzar su mensaje con un "con el debido respeto" y finalizarlo con un "cordialmente", no han sido más que dos expresiones simples flatus vocis. Recuerde que en los fariseos de la época de Jesús, la hipocresía era también su típica característica.
      Por lo demás, me reservo dar a conocer mis antecedes académicos, mis experiencias en altos puestos de la Iglesia, y mi carrera docente de cinco décadas, por los mismos motivos por los cuales me reservo identificarme en el blog. Pero desconocer mis antecedentes no le impide a Ud., sino al contrario, le favorece, el reducirse a discutir sobre la verdad de los contenidos de mis artículos, no sobre quien los firma.

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  3. Estimado padre Filemón: Creo que aquí se revela un grave error de Santo Tomás de Aquino, pero un error que no es directamente imputable a su anticuada exégesis, sino más bien un error filosófico-teológico al admitir el voluntarismo en Dios.

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    1. Estimado Dino,
      ciertamente maravilla en Tomás esta actitud voluntarista, cuando se sabe hasta qué punto él tiene la percepción de la universalidad de la ley natural. Probablemente el Aquinate ha querido retomar la exégesis de los Padres, que veían en el sacrificio de Abraham una figura del sacrificio de Cristo.

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    2. ST:
      ¨Otros aseguraron que con este mandamiento el matar a un hombre quedaba prohibido de manera absoluta. Y afirman que son homicidas los jueces que, de conformidad con las leyes, pronuncian sentencia de muerte. Contra ellos dice Agustín que Dios no se quitó a Sí mismo, por tal precepto, el poder de matar; y así, leemos: "Yo doy la muerte y doy la vida" (Dt 32,29). Por lo tanto, pueden lícitamente matar quienes lo hacen por mandato de Dios, porque entonces es Dios el que lo hace; y toda ley es un mandato de Dios: "Por mí reinan los reyes, y los legisladores decretan lo justo" (Prv 8,15); "Si obras el mal, teme; que no en vano lleva espada, pues es ministro de Dios" (Rom 13,4). Y a Moisés se le ordena: "Los hechiceros no consentirán que vivas" (Ex 22,18). En una palabra, lo que es lícito a Dios, es lícito también a sus ministros cuando actúan por mandato de El. Y bien claro está que Dios no peca, siendo como es el autor de las leyes, cuando impone la muerte en castigo del pecado: "El salario del pecado es la muerte" (Rom 6,23). Por tanto, sus ministros tampoco. Por consiguiente, el sentido es: "No matarás" por cuenta propia¨

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    3. Estimado RP ("Ludovicus"),
      es verdad que Dios puede querer la pena de muerte. También puede querer que un pueblo se defienda con armas de la agresión de otro pueblo. De similar manera, el juez que sentencia a muerte al criminal puede ser considerado ministro de Dios. Sin embargo, hay que considerar en este caso que lo que Dios quiere de por sí no es la muerte del malhechor, sino que quiere impartir justicia, y esto es la promoción y protección de la vida, en este caso específico el bien común, al cual el malhechor ha ofendido. El criminal se atrajo la muerte con su crimen. Si muere, es culpa suya, no es culpa de Dios.
      Tengamos en cuenta también que el sacrificio cultual (sacrum-facio = realizo una acción sagrada) no implica necesariamente el asesinato de la víctima, porque de por sí el sacrificio no es más que ofrecer un regalo precioso a Dios para obtener su gracia, es hacer una buena obra por amor a Dios, es el dedicar a Dios alguna cosa preciosa. Por supuesto, el sacrificio de Cristo ha sido un sacrificio cruento, pero nada impide que este sacrificio sea actualizado o representado de manera incruenta en la Misa.
      La idea de matar o destruir a la víctima es una idea arcaica que surgió para expresar el hecho de que el donante se priva de ella para que pertenezca sólo a Dios. Pero en realidad, la humanidad, detrás del concepto cristiano del sacrificio, ha posteriormente espiritualizado, perfeccionado y ennoblecido la idea del sacrificio sin que implique la muerte, ha comprendido que la esencia del sacrificio es un acto de amor y de obediencia a Dios, por lo cual nada impide que un bien ofrecido a Dios siga perteneciendo contemporáneamente a Dios y al hombre, sin ser destruido, siempre y cuando lo use para la gloria de Dios. Nadie muere ni es asesinado en la Misa, porque Cristo murió una vez por todas; se ofrece una víctima que ya no está muerta, sino viva, porque es Cristo resucitado. Y si nosotros debemos morir con Cristo, ya estamos desde ahora resucitados con Cristo.
      Así, el concepto de sacrificio cultual en la historia de la religión ha experimentado una progresiva y mejor implementación de su esencia, rechazando concepciones erróneas o insuficientes. Este progreso y esta corrección de errores está documentado por la propia Biblia. El propósito del sacrificio es satisfacer a Dios por la ofensa que le hemos causado y obtener de Él la remisión de los pecados.
      Desde este punto de vista, un progreso decisivo en el concepto de sacrificio se produce con la transición del Antiguo al Nuevo Testamento. Aquí ya no se trata de ofrecer animales a Dios, y mucho menos el propio hijo, sino de ofrecer la propia voluntad a Dios en Cristo. En efecto, como el pecado ha causado en nosotros la pérdida de un bien divino, como es la gracia divina, mientras nosotros mismos nos hemos causado un daño que no podemos reparar por nosotros mismos, he aquí la insuficiencia de las ofrendas y el oprobio de los sacrificios humanos, y la necesidad de expiación, satisfacción y reparación que es implementada por el mismo Hijo de Dios, para que en Él podamos obtener el perdón divino.
      El hecho de que el Padre sacrifique al Hijo por amor a nosotros y para satisfacer la ofensa del pecado no significa que el Padre quisiera la muerte del Hijo, aunque obviamente la crucifixión implicaba la muerte. Sino que la muerte de Cristo fue deseada por sus crucificadores, que no pretendían en absoluto ofrecer un sacrificio a Dios, sino castigar a un criminal. De esta manera el Padre obtuvo, por la cruz del Hijo, vida de la muerte y obtuvo justicia del pecado.

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    4. Estimado RP ("Ludovicus"),
      yo he hablado de metáfora o alegoría respecto al significado figurativo y simbólico del sacrificio de Abraham comparado con el sacrificio de Cristo.
      Es evidente que el castigo de Sodoma y Gomorra no tiene nada que ver con la metáfora, sino que es un hecho histórico, es decir, un acto verdaderamente realizado por la justicia divina.
      Lo que podemos recuperar del intento de Abraham de sacrificar a su hijo es la misma valorización de la dignidad humana y, en particular, del amor que un padre siente por su propio hijo.
      Por tanto, aunque hay que decir que no tiene sentido pensar que la humanidad pudiera salvarse mediante un simple sacrificio humano, de alguna manera podemos entender cómo Abraham pretendía ofrecer a Dios lo que para él era más preciado.
      Además, es posible que Abraham hiciera este razonamiento metafísico: "Desde que recibí este hijo de Dios, le pertenece más a Él que a mí. Entonces, si lo quiere, puede retomarlo". El error de Abraham es que entendió esta restitución como una obligación de asesinar a su hijo. Esta es la idea arcaica del sacrificio, porque existía la idea de que, para representar el hecho de que el oferente se privaba de lo que ofrecía a Dios, el oferente debía destruir la ofrenda. ¿Dónde está el error aquí? No nos dimos cuenta de que, al expresar esta manera el rendir honor a Dios, terminábamos despreciando esa vida humana, que también es objeto de la voluntad divina. Dios quiere que el hombre viva y no que muera.

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    5. Estimado RP,
      ciertamente Dios tiene derecho a la vida del hombre y ciertamente tiene derecho a castigarlo con la muerte.
      Pero esto no significa que Dios pueda exigir un sacrificio humano, porque tal sacrificio sería insuficiente para salvar a la humanidad. De hecho, si la humanidad se salva, no es por un simple hombre, sino por el Hijo de Dios, aunque el Hijo de Dios, que se encarnó, utilizó una naturaleza humana que ha padecido injusticia.

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    6. Aquí no se está discutiendo si Dios quería o no un sacrificio humano. Se discute si Dios efectivamente lo ordenó, para probar la fe de Abraham, para después revocar tal orden. La alternativa es que Abraham fuera sordo y además loco, porque en ninguna cultura es obligatorio sacrificar el primogénito. Su hipótesis, muy socorrida por los modernistas y progresistas, es insostenible. Cuando Dios habla en la Biblia es inconfundible, ningún personaje se confunde y cree haber escuchado otra cosa. Más Abraham que había dialogado cara a cara con la teofanía del Encinar de Mambré.

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    7. Estimado R.P.,
      no me desagrada tener que repetirle (aunque con otros puntos de vista y motivaciones) los argumentos que hacen razonable mi interpretación exegética del cap.22 del Génesis, con tal que usted en reciprocidad haha un franco esfuerzo por leer mis respuestas serenamente y reflexionarlas, como yo discierno en sus objeciones sus dificultades para comprender.
      Pues bien, si nosotros seguimos al pie de la letra el texto, es evidente que Dios se contradice aquí, porque primero ordena asesinar y luego bloquea la mano homicida.
      En cuanto a la hipótesis de que, según mi interpretación, resultaría considerar a Abraham como loco o como sordo, es una hipótesis que no es absolutamente necesaria. En cambio, es del todo razonable mi interpretación, la cual, como ya he dicho varias veces, presupone la buena fe, que puede estar presente también en las personas más sabias.
      Ahora bien, Abraham, por muy sabio que fuera, seguía siendo un hombre falible como todos nosotros. Por consiguiente no hay ningún problema en admitir que Abraham estaba equivocado o había entendido mal. Esto no quita que Dios no haya estado contento con Abraham, por el hecho de que él estaba dispuesto a obedecer incluso si había malinterpretado la verdadera voluntad divina, que le fue revelada luego por el ángel, el cual le impidió hacer daño a Isaac.
      Por cuanto respecta a santo Tomás de Aquino, su error metafísico depende del hecho de que él se equivoca sobre el principio por él enunciado según el cual "Dios es el autor de la vida y de la muerte" (Sum. Theol. I-II, q.104, a.4 ad 2m).
      De hecho, esta idea de que Dios puede ser el autor de la muerte es un concepto que contradice a la infinita bondad divina. Según la Biblia, el autor de la muerte no es Dios, sino el diablo.
      En realidad en la historia de las religiones, por ejemplo en la India, la diosa Schiva es la diosa que da la vida y da la muerte, representada por el símbolo de la esvástica. Este concepto se encuentra también en la masonería esotérica, en la Cábala, en Hegel y en Von Baltasar.
      Una cosa que puede ser interesante, y que santo Tomás hace suya, es el parangón que la Carta a los Hebreos (Heb 11,19) hace entre Isaac y Jesucristo: como Jesucristo resucitó de entre los muertos, así Isaac habría resucitado de entre los muertos.
      Ahora bien, es posible que Abraham ya supiera esto, por lo que, como dice la Carta a los Hebreos, él obedeció voluntariamente a asesinar a su hijo, sabiendo que Dios lo habría hecho resucitar. Sin embargo, si nos atenemos a las promesas que Dios le hace a Abraham, según el relato bíblico, no encontramos la promesa de resucitar a los muertos, sino que sólo encontramos la promesa de una numerosísima descendencia y la posesión de una tierra que mana leche y miel.

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    8. Vuelve a sorprenderme las lagunas elementales en su conocimiento, sólo parangonable a la audacia de criticar a santo Tomás y calificar de error metafísico la afirmación de la Summa. La idea de que el Señor da muerte y da vida es un lugar común bíblico. No Siva. La Biblia.
      Será un error metafísico, por ejemplo, también 1 Samuel, 2-6?
      Pero claro, inventará ahora que a la profetisa Ana era voluntarista, y se equivocó en su Cántico. Los progres moderados inventan cada cosa...

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    9. Estimado Anónimo,
      efectivamente, yo leo en 1 Sam 2,6: "El Señor da la muerte y la vida, hunde en el Abismo y levanta de él". A primera vista parecería que aquí se quiera presentar un Dios que quiera la muerte o el pecado. Esta interpretación de Dios se encuentra en la Cábala y corresponde a la diosa Shiva del Hinduismo. También es el Dios de Hegel.
      Por el contrario, el verdadero Dios bíblico, si quiere la muerte, no la quiere por el gusto de hacer morir, sino que la quiere como pena del pecado y como ejercicio de la penitencia. Si quisiera la muerte por la muerte, sería un Dios cruel, como el dios del mal del maniqueísmo. La Escritura dice claramente que el autor de la muerte no es Dios, sino el diablo.
      En cambio, el Dios cristiano quiere la muerte, que es consecuencia del pecado, para utilizarla a fin de obtener de ella, gracias a la Cruz de Cristo, la liberación de la muerte, del sufrimiento y del pecado, y también a fin de obtener de ella la vida y la resurrección.
      ¿Por qué entonces la Escritura se expresa como en el pasaje antes mencionado? ¿Qué es lo que quiere decir? Lo aclara el pasaje subsiguiente, que dice: "El Señor da la pobreza y la riqueza, humilla y también enaltece. El levanta del polvo al desvalido y alza al pobre de la miseria". Aquí se trata solamente de la justicia y de la misericordia. En base a la justicia, Dios abaja, es decir, castiga; en base a la misericordia, exalta.

      Por cuanto respecta a santo Tomás, es sabido que este Doctor sobresale en el dar fundamento a la ley natural en su universalidad, inmutabilidad e indispensabilidad, lo contrario de aquello que san Juan Pablo II, en la Veritatis Splendor llama "intrinsece malum", que es decir, lo que es siempre malo sin excepción.
      Esto quiere decir que Dios quiere siempre la vida y no quiere la muerte, a menos que ella sea la muerte de la muerte, es decir, la muerte de aquel que suprime la vida, lo que corresponde a la pena de muerte y también a la pena del infierno.
      Ahora bien, en base a estas consideraciones no se puede decir en absoluto que Tomás sea un voluntarista, como en cambio lo podemos decir para Ockham, para Lutero y para el Corán. Por ello es necesario decir que la interpretación de Tomás acerca del sacrificio de Abraham es sólo una pequeña mancha en un vestido completamente blanco.
      ¿Por qué santo Tomás de Aquino no es voluntarista? Porque él explica con claridad que la voluntad se basa en el intelecto, que capta lo verdadero. Ahora bien, lo verdadero aparece como bien a la voluntad. ¿Cuál es el defecto del voluntarismo? Es pasar por alto el hecho de que el bien es lo verdadero, que es el objeto del intelecto.
      Santo Tomás, por otra parte, ha aceptado la interpretación del sacrificio de Abraham que se hace en la Carta de Hebreos 11,19: "pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos".
      Si santo Tomás hubiera podido hacer uso en su época de la exégesis histórico-crítica, habría arribado al mismo resultado al cual he llegado yo. La verdadera manera de ser discípulo de santo Tomás de Aquino es precisamente la de reconocer que él no es infalible en todas sus conclusiones y que, si estuviera vivo hoy, afrontaría la teología en diálogo con el desarrollo y los desafíos de las ciencias actuales, como insistentemente hoy nos viene indicado por el papa Francisco.

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  4. Cuando pienso en Abraham veo la escena en la que el patriarca escucha la voz de Dios llamándolo en la noche (como Samuel...), luego sale de su tienda y mira las estrellas y sabe, porque Dios le dice con su promesa, que sus descendientes serán más numerosos que todas las miríadas de estrellas presentes en el universo creado... entonces, aparentemente, Dios le pide a Abraham que sacrifique a Isaac, pero un ángel detiene su mano... pero luego pienso que Dios Padre permitió que el Hijo Unigénito fuera sacrificado por nosotros pecadores... no Isaac, sino Jesús, este es un gran misterio revelado a nosotros y predicho en el libro del Génesis.

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    1. Estimada Rosa Luisa,
      su interpretación simbólica del sacrificio de Abraham, refiriéndose al sacrificio de Nuestro Señor, corresponde exactamente a la interpretación dada por los Padres de la Iglesia.

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  5. Serafín Savelloni3 de marzo de 2024, 11:32

    Estimado padre Filemón,
    admiro su paciencia y generosidad para explicar estos temas.
    Su desarrollo explicativo es realmente utilísimo. Lo leeré y releeré.
    Pero debo hacerle una pregunta.
    Usted menciona los errores exegéticos de los Padres de la Iglesia, o de Santo Tomás de Aquino, y que como en ello no está en juego ninguna verdad de fe, entonces, tanto los Padres como Santo Tomás están exentos de error contra la fe.
    Ahora bien, en el implícito voluntarismo atribuido a Dios, que existe en la exégesis de Tomas, ¿no existe allí un error en doctrina?

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    1. Estimado padre Serafín,
      debemos recordar que todos estamos sujetos al error, todos lo están, incluso los más sabios. Indudablemente, si entre los Doctores de la Iglesia existe uno que enseña con mayor fundamento la universalidad de la ley natural y por tanto la coherencia de la voluntad divina (alejada de toda sospecha de voluntarismo), ese es precisamente santo Tomás de Aquino.
      Sin embargo, Tomás, condicionado por la precedente exégesis de los Padres, carente de los medios de los cuales hoy disponemos para una exégesis histórico-crítica, y por otra parte deseoso de interpretar fielmente el texto bíblico, no tuvo otra solución que recurrir al voluntarismo, el cual es ciertamente un error metafísico.

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  6. Abraham al principio no lo sabe, pero ese duro sacrificio que se le pide es sólo una prueba de amor. La misma prueba, más o menos, que tenemos nosotros, que muchas veces repetimos con la boca que lo amamos. Aquí, sin embargo, es necesaria una seria reflexión y preguntarnos sobre las prioridades que tenemos en nuestra vida. Si realmente ponemos a Dios en el primer lugar entre estas prioridades, ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por Él y en su amor? Pero atención!: Dios pone a prueba continuamente nuestras promesas humanas. Pero Dios es siempre fiel y no deja de cumplir su promesa. Él demostró su infinito amor por nosotros al permitir el sacrificio de su Hijo en la cruz para nuestro beneficio y salvación. Y es un misterio de Amor tan grande que nos cuesta comprenderlo. Alabanza y gracias a nuestro Dios de amor y misericordia que nos dio a su Hijo, nuestro Señor y salvador.
    Nadia Márquez

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    1. Estimada Nadia,
      aprecio mucho sus consideraciones, dignas de una mujer de fe, y estoy totalmente de acuerdo.

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  7. Dios no ha contemplado ningún homicidio. Pienso que sólo ha querido probar la fe de Abraham y evidentemente vio que ella era sincera y devota.

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    1. Estimado Jorge,
      Abraham pasó la prueba desde el primer momento en que él creyó que Dios verdaderamente le había ordenado matar a su hijo. Y Dios interviene y entonces le manifiesta su verdadera voluntad.

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    2. Cómo lo sabe? Tiene el túnel del tiempo? Qué presunción la de los modernistas moderados como usted...

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    3. Estimado Anónimo,
      lo sé por el hecho de que Dios no puede ordenar el homicidio. Por lo tanto, si el texto bíblico se expresa presentando el mandato de asesinar como un mandato divino, eso quiere significar que este mandato no fue un verdadero mandato divino, sino lo que Abraham en buena fe creía que era un mandato divino. Pero Dios mismo se premura posteriormente de advertir a Abraham sobre su verdadera voluntad por medio de la voz del ángel, que le prohíbe cometer un delito ("¡no le hagas ningún daño!").

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  8. Le compadezco, padre Filemón, porque entiendo que debe ser agotador repetir a los indietristas siempre las mismas cosas, con la probabilidad que no lleguen a entender nada ni aceptar nada, esclavizados como están por su ideología. Uno se pone a decirles que una cosa es la Misa de siempre, en su esencia, tal como ha sido querida por Jesus y otra cosa son los ritos y ceremonias que han evolucionado a través de dos mil años y... no te entienden. Discuten las inmutables palabras de la consagración al mismo nivel que los cambiantes ritos históricos, como cuantas veces arrodillarse, o las oraciones al pie del altar, etc... Te pones a decirles que la exégesis de tal texto bíblico es obra humana, en la que puede haber errores, y es discutible, mientras el Magisterio de la Iglesia no establezca una interpretación oficial, y no te lo entienden. Ni siquiera distinguen entre la exégesis científica y la alegórica de los santos Padres. Todo lo que sea "nuevo" o "moderno" tiene para ellos olor de herejía. Apresados como están en su ideología no contactan con la realidad, no logran unirse a la Iglesia, al curso central de la Iglesia, y arriesgan terminar perdiendo su fe...

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    1. Estimado amigo,
      sí, en general me parece que este blog recibe más objeciones de indietristas. En cambio, los modernistas no suelen aparecer, y cuando de tanto en tanto alguno aparece, me da la impresión que ellos no me tienen en cuenta, me desprecian arrogantemente. Aunque es una arrogancia distinta a la de los pasadistas.
      Pero no, no me agota responder a los indietristas o filo-lefebvrianos, pues en general sus objeciones brotan de un pequeño puñado de ideas que ellos tienen como su catecismo elemental, al que se aferran obstinadamente, sin darse cuenta de su fondo ideológico.
      También me doy cuenta de sus carencias en filosofía y teología, de modo que no se puede entrar a dialogar con ellos desde el plano académico, porque no lo entienden, no lo han alcanzado en su formación, y ahora no llegan a él.
      El recurso más natural y sencillo, además de ser el que recomienda la Iglesia frente a cualquier fiel católico desorientado, es el de recurrir al Catecismo de la Iglesia Católica, que es el resumen de nuestra Fe, tanto de los dogmas definidos como los definibles, todos enseñados por el Magisterio como verdades a creer. Al fin de cuentas, nadie puede escapar de este brete: si alguien no acepta este conjunto de verdades enseñadas hoy por el Catecismo de 1992, no se llamar "católico" en estricto sentido.
      Por cuanto respecta a lo que usted dice acerca de que los indietristas no distinguen entre lo inmutable y lo mutable, entre lo eterno y lo contingente, entre la Tradición y las tradiciones, entre las verdades y las opiniones, etc., sí, concuerdo. Y eso dificulta también el diálogo. Ellos suelen defender con la misma fuerza tanto el dogma de la Encarnación como el comulgar en la lengua y de rodillas. Sí, esas carencias muy burdas dificultan el diálogo.

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