jueves, 2 de octubre de 2025

La "Misa de siempre": anatomía de un eslogan

¿Existe realmente una “Misa de siempre o sólo un eslogan convertido en bandera? ¿Puede la tradición reducirse a una fotografía fija de 1962? Cuando la liturgia se transforma en consigna, ¿qué se pierde de la comunión eclesial? ¿Es la fidelidad apego a un rito, u obediencia al Magisterio vivo? La Tradición y también la tradición litúrgica: ¿es río que fluye o museo de formas? [En la imagen: fragmento de "Misa de Ramos en la Basílica de N.S. de Luján", en Luján de Cuyo, Mendoza, acuarela sobre papel, 2025, obra de P.F., colección privada].

“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.”
(Hebreos 13,8)
   
----------La expresión “Misa de siempre” no tiene un origen magisterial ni litúrgico oficial. Es, más bien, un eslogan devocional y polémico que fue tomando cuerpo en ciertos ambientes tradicionalistas a partir de mediados del siglo XX, especialmente después de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II.
----------Desde aquellas primeras expresiones tradicionalistas más o menos innocuas, hoy se ha pasado -en los ámbitos pasadistas o indietristas filo-lefebvrianos- a ser utilizada como estandarte de combate contra el Novus Ordo Missae, el magisterio del Concilio Vaticano II y el magisterio de los Papas del postconcilio. Y eso, como bien sabemos, lo ha señalado con carácter de constatación de evidencia el papa Francisco en 2021, en su Carta a los Obispos, adjunta al motu proprio Traditionis custodes.
----------Por consiguiente, considero interesante indagar acerca de los posibles orígenes y evolución del término, pues este esclarecimiento podría ayudar a tales confundidos pasadistas a no tener una visión fundamentalista de una modalidad determinada del rito romano; también podría encauzar mejor el diálogo con ellos, e incluso, por qué no, podría también ayudar a los actuales poderosos y arrogantes neo-modernistas a reconocer sus propios errores y a comprender mejor las válidas instancias de los pasadistas.
   
La evolución de la liturgia romana antes del Concilio Vaticano II
   
----------La liturgia romana (tanto el rito eucarístico como el ritual de los demás sacramentos) nunca fue una realidad inmóvil. Desde los primeros siglos, fue asimilando elementos de las comunidades locales, de la tradición patrística y de la praxis de la Iglesia de Roma, hasta consolidarse como rito de referencia en Occidente. Lo que hoy llamamos “rito romano” es fruto de un proceso de siglos, no de una fijación súbita.
----------Ya en la Antigüedad tardía, bajo san Gregorio Magno [†604], se produjo una primera gran sistematización del rito romano, que luego se expandió por Europa gracias a la misión de los monjes y al influjo carolingio. Pero incluso entonces coexistían múltiples usos locales, con variantes en oraciones, cantos y rúbricas.
----------Durante el Medioevo, la llamada “Misa romana” conoció una pluralidad de adaptaciones: usos monásticos (benedictinos, cartujos, dominicos), variantes diocesanas, además de añadidos píos y devocionales. La liturgia era reconociblemente romana, pero no era uniforme.
----------El Misal de san Pío V [1570], fruto del impulso renovador del Concilio de Trento, no inventó una imposible “Misa de siempre”. Lo que hizo, en realidad de verdad, fue codificar y unificar una tradición litúrgica ya existente, eliminando excesos y variantes, y estableciendo un texto normativo para toda la Iglesia latina. Fue una reforma con sentido de continuidad progresiva, no una congelación definitiva.
----------A lo largo de los siglos siguientes, como no podía suceder de otra manera, la liturgia siguió reformándose. Urbano VIII introdujo cambios en los himnos; Benedicto XIV en el calendario; san Pío X reformó profundamente el Breviario y la distribución del Salterio; Pío XII simplificó las rúbricas y reformó la liturgia de la Semana Santa. De modo que cada generación heredó una liturgia viva, no una pieza de museo.
----------Por estos y otros motivos, hablar de una “Misa de siempre” es históricamente inexacto. Lo que existió fue una continuidad litúrgica orgánica, con cambios prudentes y reformas sucesivas, siempre bajo la autoridad de la Iglesia. La tradición litúrgica romana es un río que fluye, no una fotografía fija.
----------Ciertamente no podemos desconocer que en la piedad popular, de modo habitual se hablaba usando expresiones tales como “la Misa de toda la vida” o “la Misa de nuestros padres”. Pero eran meras expresiones coloquiales, no categorías teológicas y menos doctrinales. Designaban simplemente la misa en latín, que era la única forma conocida en Occidente, sin pretensión de absolutizarla ni de contraponerla a otra.
----------Sólo más tarde, en el contexto de la reforma litúrgica del Vaticano II, esas expresiones populares fueron reinterpretadas y convertidas en consignas ideológicas. Pero antes del Concilio, nadie pensaba en la “Misa de siempre” como un estandarte de combate, sino como la normalidad cultual de la Iglesia latina.
   
Del uso polémico al estandarte lefebvriano
   
----------Con la promulgación del Novus Ordo Missae en 1969, comenzaron a surgir grupos refractarios a la reforma litúrgica. Para tales fieles, habituados durante décadas a la misa en latín y finalmente al misal de 1962, el cambio les pareció desconcertante. En ese contexto, la expresión “Misa de siempre” empezó a usarse de modo polémico, como contraposición ideológica a la llamada “Misa nueva” o “Misa de Paulo VI”.
----------La fórmula “Misa de siempre” tenía una fuerza retórica inmediata: sugería que lo anterior era lo auténtico, lo inmutable, lo eterno; mientras que lo nuevo era percibido como ruptura o innovación sospechosa. Así, un término coloquial y nostálgico se transformó en un eslogan de resistencia y combate.
----------Fue precisamente en este clima donde desgraciadamente el obispo Marcel Lefebvre y sus primeros seguidores encontraron un recurso eficaz para su prédica. En sus panfletos, sus homilías y sus publicaciones, “la Misa de siempre” se convirtió en sinónimo de “la verdadera Misa católica”, en oposición a la reforma litúrgica impulsada por san Paulo VI en fidelidad a las directrices del Concilio Vaticano II.  
----------De tal modo, la expresión “Misa de siempre”, cargada de emotividad, funcionaba como bandera de identidad. No designaba un rito en sentido técnico, sino un modo de situarse frente a la Iglesia postconciliar: quienes celebraban el vetus ordo eran presentados como los guardianes de la tradición, mientras que quienes acogían la reforma eran vistos como innovadores o incluso traidores. Ese fue el originario discurso lefebvriano, en el fondo no litúrgico, sino eclesiológico: oposición a la llamada "Iglesia conciliar".
----------De este modo, lo que había nacido como un apego devocional se transformó en un signo de combate. La “Misa de siempre” ya no era simplemente la misa en latín de los padres y abuelos, sino el estandarte de una resistencia organizada contra el magisterio conciliar y contra la autoridad de los Papas del postconcilio.
----------En los años siguientes, esta retórica se consolidó en los ambientes lefebvrianos y en sectores pasadistas afines a sus ideas, vale decir, filo-lefebvrianos, y que el papa Francisco denominó indietristas. De tal modo, tanto en las comunidades cismáticas lefebvrianas, como en los grupos católicos filo-lefebvrianos, la expresión “Misa de siempre” se convirtió en consigna, repetida casi como un dogma paralelo, cargada de nostalgia y de crítica. Su fuerza no estaba en la precisión doctrinal, sino en la carga emocional y simbólica que transmitía.
----------Así, a seis décadas de la finalización del Concilio, seguimos encontrando en ciertos ámbitos alejados de la plena comunión eclesial la misma fórmula: “la Misa de siempre” como identidad ideológica, como garantía de ortodoxia frente a una Iglesia acusada de modernista o apóstata. Pero lo que en realidad se defiende no es la tradición viva de la Iglesia, sino una fotografía fija de 1962, convertida en bandera de oposición.
   
Problemas doctrinales y discernimiento actual
   
----------Tras seis décadas de debates, la expresión “Misa de siempre” sigue circulando en ambientes pasadistas y filolefebvrianos. Allí funciona como un signo de identidad, cargado de nostalgia y de crítica al Vaticano II y a los Papas del postconcilio. No designa un rito en sentido técnico, sino una bandera ideológica.
----------El primer problema de esta expresión es su inexactitud histórica. La liturgia romana nunca fue estática. Desde san Gregorio Magno hasta Pío XII, pasando por Trento, Pío X y las reformas intermedias, la misa conoció ajustes, simplificaciones y desarrollos. Hablar de una “Misa de siempre” es desconocer que la tradición litúrgica es un proceso vivo, no un bloque inmutable.
----------El segundo problema es su reduccionismo conceptual. Identificar la tradición con una fotografía fija de 1962 es un error. La tradición no se conserva congelando una forma, sino transmitiendo un principio vital que se actualiza en cada época bajo la guía del Magisterio.
----------El tercer problema de la expresión “la Misa de siempre” es su carácter divisivo. Al contraponer “la Misa de siempre” a “la Misa nueva”, se sugiere que la Iglesia habría producido en 1969 una ruptura con su propia fe. Esa insinuación contradice el principio dogmático de continuidad del Magisterio, que asegura que la Iglesia no se desdice de sí misma, sino que crece en fidelidad al depósito recibido.
----------Un cuarto problema es la confusión entre disciplina y doctrina. Las cartas apostólicas Summorum Pontificum y Traditionis Custodes no se contradicen doctrinalmente: ambos reconocen la validez del rito de 1962. Lo que cambia es el marco disciplinar y pastoral. SP ofreció una concesión amplia; TC la restringió en función de la unidad litúrgica. La doctrina permanece, la disciplina se adapta.
----------Un quinto problema es la instrumentalización ideológica. En los enclaves pasadistas, la expresión “Misa de siempre” se enarbola como arma contra el Concilio Vaticano II y contra los Papas del postconcilio. Se convierte así en un estandarte de oposición, más que en una referencia litúrgica.
----------Ahora bien, desde el punto de vista pastoral, conviene distinguir, pues no todos los que usan esa expresión lo hacen con constatable intención polémica. Algunos la repiten simplemente por apego afectivo, otros por confusión, y sólo algunos la convierten en bandera ideológica. El discernimiento pastoral debe ser paciente y prudente, evitando tanto la ingenuidad como la condena indiscriminada.
----------Por otra parte, desde el punto de vista magisterial, es necesario recordar con claridad que la lex orandi de la Iglesia (lex orandi ecclesiae) es solamente una. El rito romano vigente es el Novus Ordo Missae, promulgado por san Paulo VI y confirmado por sus sucesores. El Misal de 1962 puede ser utilizado en ciertos casos, pero siempre como concesión pastoral o indulto de excepción, no como forma paralela.
----------Por último, desde el punto de vista eclesiológico, la comunión católica no se mide por la forma celebrada, sino por la obediencia de fe al Magisterio vivo cuya cabeza visible y autoridad suprema es el Papa. Quien celebra el rito de 1962 en obediencia a las normas actuales vive en comunión; quien lo celebra en oposición al Magisterio, rompe la comunión aunque invoque la tradición.
----------En síntesis, la expresión “Misa de siempre” no es una categoría litúrgica ni doctrinal, sino un eslogan de resistencia. Su fuerza no está en la precisión teológica, sino en la carga emocional y simbólica que transmite.
----------La Sagrada Tradición, y también la tradición litúrgica, en cambio, no son un eslogan. Son un río vivo que fluye a través de los siglos, guiado por el Espíritu y custodiado por el Magisterio indefectible. No se conserva repitiendo consignas, sino obedeciendo a la Iglesia que hoy nos da la liturgia como expresión de la fe.
----------Por consiguiente, la verdadera y auténtica fidelidad católica no consiste en atrincherarse en lo que ayer fue permitido, sino en acoger lo que hoy la Iglesia propone como único camino común. Sólo así la liturgia es católica, y sólo así la comunión se hace posible.
   
Superar el eslogan para entrar en la comunión
   
----------Concluyamos. La expresión “Misa de siempre” nació como consigna, no como categoría litúrgica. Su fuerza no está en la precisión doctrinal (de la que carece), sino en la carga emocional que transmite. Por eso, más que iluminar, confunde: convierte en bandera lo que debería ser comunión.
----------La verdadera tradición de la Iglesia no se conserva congelando una forma, sino obedeciendo al Magisterio vivo que custodia la lex orandi divina et ecclesiae. La liturgia romana ha cambiado muchas veces, y siempre lo ha hecho para expresar con mayor claridad la misma fe.
----------En este sentido, la fidelidad no consiste en atrincherarse en lo que ayer fue permitido, ni en despreciar lo que edificó a generaciones anteriores. Consiste en acoger lo que hoy la Iglesia propone como camino común, sabiendo que en ello actúa el mismo Espíritu que guió a los Padres y a los Papas de todos los tiempos.
----------Superar el falso eslogan de la “Misa de siempre” es, en definitiva, un acto de madurez eclesial. Significa dejar de lado consignas para entrar en la lógica de la comunión: una sola fe, una sola Iglesia, una sola lex orandi. Sólo así la liturgia será, de verdad, católica.
   
Fr Filemón de la Trinidad
Mendoza, 22 de septiembre de 2025

2 comentarios:

  1. Gracias, padre, por el artículo. Se nota el esfuerzo paciente y riguroso por explicar lo que, en el fondo, es una obviedad: que la tradición litúrgica no se reduce a un eslogan. Y que el eslogan ni es doctrina ni da derechos, sino que simplemente es publicidad. ¡Mire que hay que esforzarse para demostrar irrefutablemente lo que debería ser evidente! Pero ya ve: en tiempos de consignas, hasta lo más claro necesita ser dicho con toda la fuerza de la razón y de la historia.

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  2. Padre, me parece una falta de respeto llamar “eslogan” a la Misa de siempre. Para nosotros no es una consigna vacía, sino la fe de nuestros padres, la tradición viva que nos sostuvo toda la vida. Reducirla a un eslogan es insultar nuestra devoción y nuestra fidelidad. ¿Acaso la Iglesia de siglos se equivocó y recién ahora se descubre la verdad?

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