jueves, 7 de marzo de 2024

Roma locuta causa finita. ¿Qué es el Magisterio? (4/4)

El oficio de interpretar los dogmas es asumido normalmente por teólogos y catequistas, pero lo puede asumir la Iglesia misma como ha sucedido con el Concilio Vaticano II. Pero las cosas no terminan aquí. Nos hemos dado cuenta que también los documentos del Vaticano II tienen necesidad de ser interpretados. Y de esa tarea se han ocupado los Papas del post-concilio. En el mismo Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 y en el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 podemos encontrar la correcta interpretación del Concilio de nuestro tiempo. [En la imagen: detalle de "El Espíritu Santo desciende sobre el papa san Gregorio Magno", óleo sobre lienzo de c.1614, obra de José de Ribera, conservado y expuesto en la Galleria Nazionale d'Arte Antica, Roma, Italia].

El concepto dogmático es un concepto revelado por Dios
   
----------Sin embargo, el concepto dogmático no es sólo eso. No es sólo un concepto racional, hecho por nosotros, limitado a aquello que podemos conocer con nuestra experiencia y nuestra razón, desde el contenido finito, comprensible y comunicable mediante enseñanza verbal, o lenguaje simbólico, o representación fantástica, o imagen poética, indicación concreta o demostración científica.
----------El concepto dogmático no es sólo un concepto de razón, sino un concepto de fe. Vale decir, un concepto de razón iluminado por la fe. Un concepto que no contiene sólo aquello que la razón conoce de por sí, con sus solas fuerzas naturales, sino verdades sobrenaturales reveladas por Dios mediante Jesucristo y explicadas por la Iglesia bajo forma de proposiciones, juicios, enseñanzas, declaraciones, sentencias ("dogmas"), según un lenguaje y modalidades expresivas recabadas del lenguaje bíblico, pero también de otros lenguajes o culturas utilizables a discreción por la Iglesia para entender mejor el contenido revelado según los modos de entender o de expresarse de los diversos pueblos, culturas o grupos sociales.
----------El concepto de dogma como verdad para creerse con fe divina, verdad divina y sobrenatural revelada por Cristo al hombre, y mediada por la Iglesia, en cumplimiento a la Revelación del Antiguo Testamento, supone evidentemente la concepción de un Dios personal, a imagen del Cual existe el hombre, por lo tanto un Tú con el cual el hombre entra en relación de diálogo, un Dios que le habla al hombre y le revela Su voluntad en orden a la felicidad humana y lo íntimo de su Esencia Trinitaria.
----------Ahora bien, ¿cómo y con qué lenguaje Dios en Cristo se expresa en su diálogo con el hombre? Y además, ¿cómo y en qué medida el hombre, con su finita inteligencia, por lo demás ofuscada y debilitada por el pecado original, y una voluntad perturbada por las pasiones e impulsada al mal, puede entender los divinos misterios de verdad y de amor que Dios quiere revelarle?
----------Dios mismo viene al encuentro del hombre con Su gracia sanadora que tuerce la voluntad humana desde el pecado a la justicia, ilumina las tinieblas del intelecto y lo libera del error, convirtiendo al corazón humano en disponible para la escucha, a condición de que voluntariamente no Le oponga resistencia. Los conceptos que Cristo usa para revelar el plan, la voluntad y el misterio del Padre, son ciertamente los conceptos naturales de nuestra razón; pero ellos, aunque manteniendo su contenido natural, se llenan a la vez de un nuevo contenido -el dato revelado- infinitamente superior a aquel de la simple razón, mientras que la luz de la fe proporciona en cierta medida la capacidad de entender y de comprender del intelecto para alcanzar alguna comprensión de esos misterios, los cuales sin embargo, aún cuando han sido revelados, no son y no pueden serlo completamente, sino que continúan manteniendo una ulterioridad de significado y de inteligibilidad respecto a nuestro intelecto, significado que se mantiene desconocido para el hombre y conocido solamente para Dios.
----------Para poder comprender algo de aquello que Dios nos dice, es necesario que a Dios aplique un concepto analógico de persona y trate con Dios de modo similar a ese modo con el cual se relaciona con otra persona humana. Y así también el hombre comprenderá algo de cuanto Dios le revela yendo por analogía desde los bienes humanos de aquí abajo, elevados al infinito. Deberá quitar de esos bienes todo lo que huela a pecado, a miseria y a imperfección. De aquí nacen los conceptos dogmáticos. Así podemos conocer en nuestro modo humano cosas divinas que sólo Dios puede conocer en el modo divino a Él connatural.
----------La analogía que debemos aplicar para formarnos los conceptos de fe y por ende para comprender los dogmas no es la sola analogía de las nociones trascendentales del ser, de lo verdadero, de lo bueno y de lo bello, que funcionan ya en la teología natural, sino que es una analogía revelada, según la cual nosotros podemos conocer los misterios divinos partiendo por analogía de objetos sensibles, incluso muy humildes (cf. J. Maritain, Les degrés du savoir, Desclée de Brouwer, Bruges 1959, pp.479-483; J.H. Nicolas, Dieu connu come unconnu. Essai d'une critique de la connaisance théologique, Desclée de Brouwer, Paris 1966, pp.240-250), de cuya analogía con tales misterios jamás hubiéramos podido imaginar, si Cristo mismo no lo hubiera revelado: piénsese en el "descender" o en el "subir" de Cristo al Cielo, el "sentarse" a la derecha del Padre, Su "salir" del Padre y "retornar" al Padre, y piénsese en los títulos mismos de Padre y de Hijo, en el agua del Bautismo, en el aceite del crisma, en el pan y vino de la Eucaristía. Las nociones dogmáticas relativas a la esencia de los sacramentos nos obligan a encontrar una analogía -¿quién lo hubiera jamás dicho?- entre aquellas humildes realidades y la vida de la gracia santificante que nos conduce a la visión beatífica.
----------La Iglesia, por lo tanto, en el momento de formular un dogma, no usa solamente las nociones universales del sentido común y de la razón natural o filosófica, sino que hace también obra de inculturación. El dogma, por consiguiente, no es sólo una interpretación de la Palabra de Dios válida siempre para todas las culturas, sino que frecuentemente tiene necesidad de ser interpretado a su vez, y la Iglesia misma, según los tiempos, los lugares, y las necesidades pastorales, tiene a menudo premura de explicar sus dogmas en un lenguaje adecuado al ambiente humano al cual se dirige.
----------Por tanto, la Iglesia se esfuerza por modernizar y actualizar periódicamente su lenguaje, de manera de volverse comprensible para los hombres de su propio tiempo. La obra de la renovación del lenguaje no es cosa fácil, porque surge el riesgo del equívoco y el riesgo de cambiar el concepto al cual se refería el término precedente. Pero está fuera de toda duda que la lengua evoluciona y ciertos términos caen en desuso. Y por consiguiente, no conviene continuar utilizándolos. Los términos técnicos, en cambio, dada su precisión y utilidad, deben ser mantenidos y explicados.
----------Por eso el Magisterio de la Iglesia en el pasado siempre ha conservado el mismo lenguaje y, después de los primeros siglos de lengua griega, debió pasar a la que había devenido lengua vernácula, el latín. Al dejar de hablarse latín, una renovación ha sucedido, como todos saben, con el Concilio Vaticano II, que sin embargo no ha excluído en absoluto la enseñanza de nuevas doctrinas no dogmáticamente definidas, pero no por ello menos definitivas, en perfecta continuidad con la Tradición y con el Magisterio precedente.
----------Por tanto, quienes toman como pretexto el hecho de que el Concilio Vaticano II no contiene proclamaciones o definiciones dogmáticas para afirmar que ciertas doctrinas conciliares puedan ser revisadas o cambiadas, o incluso para acusar a ciertas doctrinas conciliares de estar equivocadas, a su vez se equivocan gravemente. La Iglesia no cambia sus fórmulas dogmáticas. Más bien las perfecciona, pero no anula las precedentes, dejando en libertad a los fieles para escoger éstas o aquéllas.
----------Como la Iglesia es infalible en la formulación de los conceptos dogmáticos, así también es infalible cada vez que elige el lenguaje y los términos adecuados que los expresan. Si, por ejemplo, ha sido infalible en el lenguaje usado en Nicea para definir la divinidad de Cristo, lo ha sido también en el nuevo lenguaje usado en Calcedonia para esclarecer mejor la divinidad de Cristo.
----------Por eso la Iglesia sigue siendo infalible al determinar el lenguaje de un mismo dogma, incluso si en un momento histórico subsecuente cambia de lenguaje. Pero lo esencial a tener presente es que es infalible en el determinar el nuevo lenguaje, mientras que el precedente, aunque se ha abandonado, como ha dicho el papa san Paulo VI, no por eso deviene equivocado.
----------Lenguaje y contenido del dogma podrían ser parangonados a la relación entre cuerpo y alma en una persona. Toda alma tiene su propio cuerpo y no puede tener el cuerpo de otra persona distinta. Diferente en cambio es la relación del dogma con la lengua en la cual es expresado. De hecho, es necesario distinguir lengua y lenguaje. La lengua puede ser comparada a una vestimenta. La persona puede cambiar vestimenta, pero sigue siendo siempre ella. Aquí la Iglesia no es infalible. Pueden por tanto existir traducciones de la Biblia, las cuales, incluso estando avaladas por la Iglesia, puedan contener errores de traducción.
----------Un caso muy importante, porque toca al dogma del pecado original, ha sido el cambio de traducción de Rm 5,12 "in quo omnes peccaverunt". Antes del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), la traducción oficial era "en el cual" (=Adán) "todos han pecado". Con el Catecismo aparece la nueva traducción: "porque todos han pecado" (n.402). El texto griego ef'o tanto una como otra traducción.
----------¿Pero por qué la Iglesia hoy prefiere la nueva traducción? No porque no se pueda decir que en Adán todos hemos pecado; eso sigue siendo verdadero, sino porque efectivamente el pronombre relativo "in quo" no está precedido, como quiere la buena sintaxis, del nombre "Adán" al cual debería referirse. La referencia "un solo hombre (=Adán)" está dos líneas antes, demasiado lejos.
----------Por otra parte, el razonamiento hecho por el apóstol san Pablo no sufre en absoluto ningún detrimento por el cambio de traducción, sino que sigue siendo idéntico, esto es: dado que a causa de un solo hombre el pecado ha entrado en el mundo y con el pecado ha entrado la muerte al mundo, el hecho de que todos mueran es el signo de que en Adán todos han pecado y por eso mueren; lo que es precisamente la sustancia del pecado original y de sus características consecuencias para la humanidad.
----------En cambio, no estamos autorizados a rechazar un concepto o una imagen metafórica bajo pretexto de "antropomorfismo", si tal imagen entra en el dogma, como por ejemplo sucede en el dogma de la Redención, en el cual están presentes símbolos sacados del comercio, como los del "rescate", del "pago", del "débito" o "deuda", del "precio", del "trueque", de la "satisfacción" o de la "compensación".
----------Similarmente, para poner otro ejemplo, el concepto bíblico de castigo divino no es para nada una imagen antropomórfica, sino que es acto propio de la voluntad divina de dar siguiendo las consecuencias lógicas e inevitables del pecado y por tanto es expresión de la divina justicia. Dios de por sí no quiere el sufrimiento; sin embargo, puesta la existencia del pecado, que no es efecto de la voluntad divina, sino de la creatura, Dios no puede no querer aquello que sigue necesariamente al pecado, porque de otra manera no sería pecado.
----------Así similarmente un dogma puede muy bien estar contorneado por imágenes, incluso bíblicas, que nos ayudan a comprender su significado. Así por ejemplo la definición de la Iglesia hecha por san Pablo como Esposa o Cuerpo Místico de Cristo o por san Juan como comunidad de los hijos de Dios o por el derecho canónico como societas perfecta o por el Concilio Vaticano II como "pueblo santo de Dios reunido en el nombre de la Santísima Trinidad", puede muy bien ser ilustrada con diversas metáforas como la de la casa del Padre, del reino de Dios, del templo de Dios, de la Jerusalén celestial, de la viña, del rebaño, del campo de buen trigo, del granito de mostaza, de la Mujer vestida del sol, de la luz del mundo y de la sal de la tierra.
----------A la inversa, la idea hoy difundida de que Dios sufre, cambia y deviene, si es tomada a la letra, ha sido condenada por la Iglesia como herejía. Sin embargo, no está prohibido, con las debidas cautelas y precisiones, usar esas expresiones en sentido metafórico. En definitiva, no está prohibido acompañar imágenes a las exposiciones conceptuales del dogma, siempre y cuando ellas favorezcan su comprensión y no sean engañosas ni actúen como obstáculo para comprenderlo.
----------Las pinturas del Beato Angélico representando el paraíso casan muy bien con el dogma de la visión beatífica. Pero la imagen de Dios de la Cábala, como de un personaje igual a nosotros, con el cual intercambiar favores y reproches, es absolutamente ridícula y disonante, no digo para el dogma, sino para cuanto la misma razón natural nos dice sobre la naturaleza divina y sobre sus atributos.
----------Ciertamente el dogma es una interpretación del dato revelado, interpretación que a su vez tiene a menudo necesidad de ser interpretada. No se debe hablar, como hacen los modernistas, de "reinterpretación" del dogma, en cuanto voluntad de dar una interpretación diferente y juzgada mejor que la precedente ofrecida por la Iglesia.
----------Estos teólogos neo-modernistas mantienen la denominación de dogma, pero, con el pretexto que nosotros debemos tener en cuenta a la que ellos llaman "filosofía moderna", que según ellos no es otra sino el idealismo nacido de Descartes que culmina con Hegel, cambian el sentido del dogma y le inventan arbitrariamente uno distinto, que ellos consideran ser el sentido "moderno", creyendo con esto haber dicho la última palabra, no obstante la interpretación de la Iglesia, que ellos juzgan "superada". Así por ejemplo, para ellos, el pecado original no ha sido un verdadero pecado cometido por una pareja primitiva, cuya culpa se transmita por generación, sino que, al ser ellos poligenistas, hablan de "mito etiológico" para explicar el actual "pecado del mundo", por lo demás perdonado a todos por la misericordia divina.
----------El oficio de interpretar los dogmas es asumido normalmente por teólogos y catequistas, pero lo puede asumir la Iglesia misma como ha sucedido para el Vaticano II. Pero las cosas no terminan aquí. Nos hemos dado cuenta que también los documentos del Vaticano II tienen necesidad de ser interpretados. Y de ello se han ocupado los Papas del post-concilio. En el mismo Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 y en el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 podemos encontrar la correcta interpretación del Concilio.
----------Todo este entrecruzamiento de verdaderas y falsas interpretaciones, puede generar en nosotros un sentido de desconcierto y de desaliento. Por eso he considerado que los lectores que padecen de este estado de ánimo podrán encontrar consuelo y utilidad en la lectura de una serie de artículos que iré publicando en el futuro próxima, serie en la que iré presentando todos los dogmas definidos y los definibles, que son las verdades a las cuales, ciertamente después de las mismas palabras de Cristo en los Evangelios y después de los Símbolos de la Fe, la Iglesia tiene como más importantes, a las cuales verdades es necesario agregar, subordinadamente, aquellas verdades contenidas en el Catecismo de la Iglesia Católica.

4 comentarios:

  1. Querido padre Filemón, gracias por este bellísimo artículo, toda una clase de doctrina sobre la Revelación y el Magisterio de la Iglesia. Lo comprometo a cumplir con su promesa, la que hace al final, y desde ya estoy esperando la explicación de todos los dogmas y doctrinas de la Iglesia Católica. Espero ansiosamente su publicación.

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    1. Querida Herminia,
      te agradezco tu consenso, y tu presencia permanente junto a este blog.
      Lo prometido es deuda, y la iré saldando en el futuro próximo.

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  2. Sergio Villaflores9 de marzo de 2024, 16:41

    Estimado padre Filemón,
    hago un análisis, de perfil psicológico, sin mayores pretensiones de mi parte, para tratar de comprender la dificultad que existe en ambos sectores extremos, tanto modernistas como filo-lefebvrianos, y -por distintos motivos- ambos sectores opuestos al magisterio del Concilio Vaticano II y de los Papas del postconcilio.
    Como los que le objetan a usted en su blog no son por lo general modernistas, sino indietristas, me referiré a ellos, para que nos entendamos de modo más fácil.
    Supongamos que los objetantes que a usted le han escrito en las últimas semanas según he podido comprobar (Ludovicus, Arcadio, alesolap, Federico, etc...), todos de perfil preconciliar, indietristas, fueran en la realidad, laicos o sacerdotes, que han manifestado em sus blogs o en distintos medios, o en la red, públicamente sus posturas que, con matices, con mayor o menor gravedad, son posturas opuestas al Concilio Vaticano II, o al magisterio de los Papas del post-concilio, o en concreto, opuestas al papa Francisco.
    En concreto, durante el pontificado del papa Francisco, supongamos que en estos once años ellos hayan sido fervorosos combatientes, por ejemplo:
    - contra el motu proprio Traditionis custodes
    - contra la exhortación Amoris laetitia y las posteriores directrices para permitir la Comunión a los DR
    - y ahora contra la declaración Fiducia supplicans
    Y supongamos ahora que, por un milagro de la divina providencia, se dieran cuenta ahora, recién ahora, la diferencia entre doctrina y pastoral, o la diferencia entre magisterio doctrinal y directrices pastorales, o entre ley divina y ley eclesiástica... De pronto se dan cuenta que, aunque vaya en contra de su apego a la Misa vetus ordo, no hay nada que objetar a Traditionis custodes, sino todo lo contrario, pues está en perfecta línea y obediencia al Concilio Vaticano II, y que tampoco hay nada que objetar a Amoris laetitia y tampoco a Fiducia supplicans, aplicaciones prudenciales de un mejor entendimiento de la divina misericordia.
    Ahora bien, ¿cómo hacen estos tales, publicistas, administradores de blog, periodistas, o párrocos, o predicadores, etc., para presentarse ante "su" público, o sus oyentes, y decirles: "me equivoque"? ¿Cómo hacen para superar el stress psicológico?
    Salvando las distancias, quien ha cometido un crimen y ha pagado sus deudas con la sociedad, probablemente se va a otro país, o se cambia de nombre, o comienza una nueva vida. Pero hay otros casos en que esto no puede hacerse...
    Ellos deben seguir en sus columnas periodísticas, en sus blogs, frente a "su" público, entonces su mente hace un "click", y dicen: no, ellos son los equivocados (ellos, el Concilio, los Papas del postconcilio, y todos los que los defienden...), "yo" soy el que tiene razón. Nuevamente ha triunfado Descartes... y de golpe... nacen otros nuevos Lefebvre...

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      el tema que tocas es muy bello y muy profundo. Tu tema se refiere al camino del espíritu humano en medio de las tinieblas de este mundo, donde, sin embargo, si buscamos con sinceridad, encontramos la luz.
      De lo que me hablas no es otra cosa que del gran fenómeno de la conversión, a la cual todos estamos llamados, porque esta vida debe ser un pasaje de las tinieblas a la luz.
      Hoy indudablemente muchos de nosotros, también en la Iglesia, estamos llamados a una conversión que supere esos dos opuestos extremismos, de los cuales me hablas, para alcanzar una verdadera comunión eclesial y con el Sumo Pontífice.
      Nosotros, que queremos realizar estos valores, incluso con nuestros defectos, trabajamos por estos hermanos y oramos por ellos. La hipótesis que haces sobre su conversión es enteramente conforme a la esperanza cristiana. El Espíritu Santo sopla y de un momento a otro podemos esperar cambios muy consoladores.
      Vengo ahora a tu pregunta. ¿Cuál puede ser la conducta de aquel que se convierte? Tenemos los grandes modelos de San Agustín de Hipona y de San Pablo.
      Te preguntas cómo afrontar la hostilidad de quienes no aceptan esta conversión.
      Creo que la alegría del descubrimiento de la verdad, que quien se convierte ahora proclama con convicción, es de tal modo grande, que no se necesitan particulares expedientes para defenderse de esas hostilidades. Pienso que el neo-converso puede y debe tener la paciencia para soportarlas, en la esperanza de que también estos enemigos suyos puedan algún día comprender la verdad y abrazar el mismo camino que él ha elegido.

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