sábado, 13 de enero de 2024

Fundamentos teológicos de las bendiciones pastorales (1/4)

Si el reciente Comunicado de prensa del Dicasterio para la Doctrina de la Fe hubiera reiterado con claridad la condena de la sodomía por parte de la Iglesia y el motivo de tal condena, creo que se habría evitado la instrumentalización de la declaración Fiducia supplicans por parte de los modernistas y generistas, así como los malentendidos y las reacciones indignadas de los conservadores y de los filolefebvrianos.

Una nota del DDF sobre la cuestión de la bendición de las parejas irregulares
   
----------El pasado 4 de enero de 2024, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con la firma de su prefecto, el cardenal Víctor Manuel Fernández, y del secretario para la sección doctrinal del mismo Dicasterio, mons. Armando Matteo, ha publicado un Comunicado de prensa para ayudar a aclarar la recepción de la declaración Fiducia supplicans, revinculándose al precedente Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del 22 de febrero de 2021, el cual parece estar en contradicción con la declaración Fiducia supplicans. De hecho, mientras en el documento del 2021 se afirma que la Iglesia no tiene el poder de bendecir las uniones irregulares, ya sean homosexuales o ya sean adulterinas, la última Declaración parece decir lo contrario, admitiendo la posibilidad de bendecir estas uniones, aunque bajo ciertas condiciones.
----------Para resolver la mencionada contradicción, la reciente declaración Fiducia supplicans, que de hecho admite la bendición de estas uniones, como he aclarado en mi artículo precedente sobre este tema (cf. aquí y aquí) y como veremos nuevamente en éste, distingue los conceptos de "pareja" y de "unión", diciendo que la Iglesia bendice a la pareja pero no a la unión.
----------Ahora bien, personalmente considero que no sea necesario recurrir a esta distinción, demasiado sutil, para justificar la bendición, aunque dicha distinción tiene su plausibilidad, que veremos, pero lo esencial a hacer, como ya lo he explicado en mi artículo anterior, es distinguir en la unión o pareja lo que se puede llamar el lado bueno del lado malo, vale decir, el aspecto honesto del aspecto pecaminoso.
----------El defecto tanto de los generistas como de los conservadores (permítaseme usar este apelativo genérico) al considerar la unión irregular, es el de verla no en su concreta realidad y complejidad, no con ojo crítico capaz de distinguir lo positivo de lo negativo, lo bueno de lo malo, el mérito del defecto, sino que viene considerada en bloque, como si fuera un todo único y simple, como si tratara de una categoría abstracta o de un predicado lógico, el concepto de algo simple e indistinto, que como tal no puede ser más que positivo o negativo, no pudiendo al mismo tiempo ser una mezcla de positivo y negativo. Lo que es pecado no puede ser lícito (dicen los conservadores) y lo que es bueno no puede ser malo (dicen los generistas).
----------Esto es cierto, pero el problema es que ni los modernistas generistas ni los pasadistas conservadores entienden ni reconocen que ciertas realidades o condiciones o situaciones humanas concretas, ciertas relaciones o las relaciones entre las personas, no son categorías abstractas, cosas reducibles a un único concepto o juicio, cosas para las cuales se pueda expresar un juicio categórico, neto, claro, tajante y global, sin precisiones ni reservas. Surge entonces un juicio simplista, de por sí claro, pero que no refleja la realidad en su complejidad y en su situación y, por tanto, no hace justicia a las personas en sus virtudes y en sus defectos.
----------Sucede entonces que mientras para los generistas la unión homosexual es simplemente buena, sin nada de malo, para los conservadores es simplemente mala, sin nada de bueno. Se equivocan tanto los unos como los otros. La declaración Fiducia supplicans y la subsecuente Nota explicativa se sitúan en una posición de equilibrio y de discernimiento crítico, en base a las características concretas de la situación humana de los convivientes, y distinguiendo en su relación o unión o vínculo o amistad, como se prefiera llamarla, lo loable de lo reprobable, lo vicioso de lo virtuoso, lo malo de lo bueno, lo honesto de lo deshonesto, lo que debe ser promovido de lo que debe ser quitado, lo que puede ser bendecido de lo que no puede ser bendecido.
----------La incapacidad de los pasadistas conservadores, para poder ver lo positivo en una relación humana pecaminosa o en una unión irregular, la tendencia a considerar al pecador, al adúltero o al sodomita como si fuera un pecado subsistente, la sustancialización del pecado confundido con la sustancialidad de la persona creada a imagen de Dios, partícipe de la vida divina, no obstante sus pecados, todo esto es el síntoma de una errónea concepción del pecado y, por tanto, de una errónea concepción del mal.
----------Se olvida el hecho de que el mal no podría existir si no existiera el bien. Por consiguiente, es necesario, sí, saber reconocer el mal, pero es necesario también prestar atención a la conducta o a la situación o a la unión entre dos personas para no ver solamente el mal, como si todo su ser y todo su actuar se resolvieran en el pecar, como si los dos y su unión fueran pecados subsistentes y permanentes.
----------En efecto, pensar así es una gravísima mentira y, peor aún, es una ofensa gravísima a Dios, Quien es el Creador de esas personas, las cuales en cuanto personas son ontológicamente (aunque no moralmente) buenas, y por tanto amables y amadas por Dios, aunque pudieran terminar en el infierno. El mal que hay en ellos, su pecado o su vicio o su estado defectuoso o irregular, existen en cuanto son privación de algo que debería estar presente en ellos y pertenecerles, en su unión y en su conducta. Pero el mal quita sólo una parte del bien que le hace de sujeto y puede existir sólo en cuanto permanece este sujeto, que es de por sí bueno. Un mal que quitara al sujeto se anularía a sí mismo. En el paciente enfermo de cáncer que muere de cáncer, el cáncer ya no existe, ¡pero porque es el mismo paciente el que ya no existe!
----------Una segunda novedad de la Nota Explicativa o Comunicado de Prensa del Dicasterio de la Fe, son las disposiciones pastorales y prudenciales dadas a los Obispos que tuvieran dificultades para aplicar o hacer aplicar la Fiducia supplicans, ya sea porque encuentran oposiciones que denotan incomprensión o porque el aplicarla sería peligrosa para ellos y para los propios homosexuales debido a la existencia en su país de una legislación persecutoria contra los homosexuales. En estos casos, el Comunicado aconseja renunciar por el momento a la aplicación de la Declaración a la espera del momento adecuado. De hecho, esto es lo que ha decidido el Simposio de Conferencias Episcopales de Africa y Madagascar, con aprobación del Papa.
----------Un tercer punto sobre el cual insiste con fuerza el Comunicado de Prensa del pasado 4 de enero, es la neta recusación de la acusación formulada por muchos de herejía, de blasfemia y de apología de la sodomía. Al respecto, el Comunicado reitera, como ya lo había hecho días antes la Declaración, que las normas de la ética sexual enseñadas hasta ahora por la Iglesia no cambian.
----------Sin embargo, tampoco en este documento aparece nunca el término "sodomía". Es claro que la referencia a la sodomía está presente cuando se habla de pecado o de un estado de vida incompatible con el aprobado por la Iglesia o de vínculos no conformes a la ética cristiana o de uniones irregulares.
----------Esta reticencia parece dictada por la intención de evitar una expresión humillante: pero, por otra parte, ¿por qué no llamar a las cosas por su nombre? El término "sodomía" es un término claro y preciso, consagrado por la ciencia moral. ¿No tiene acaso la moral, como toda ciencia, derecho a un vocabulario propio? ¿Acaso el médico tiene reticencia en formular un diagnóstico de insuficiencia renal, o de pulmonía o de cirrosis hepática? ¿Acaso tiene el médico miedo de ofender al paciente? ¿Hablar de sodomía es acaso homofobia?
----------De hecho, ¿no se ha presentado nuestro Señor Jesucristo también como un médico? ¿Acaso es que el cristiano teme mirar la realidad a la cara sabiendo que está en las manos de un buen médico? Más bien son los generistas los que dicen -y esto es muy preocupante- que no quieren ni oír hablar de sodomía como pecado, como anormalidad o como vicio, y que les gustaría atribuir a la práctica de la homosexualidad el carácter de una pura y simple opción sexual como cualquier otra. Ahora bien, sin embargo, cualquiera que lea el reciente Comunicado de prensa del Dicasterio para la Doctrina de la Fe con benevolencia y sin prejuicios pasadistas, se dará cuenta de que no deja lugar a distorsiones de este tipo.
----------Sin embargo, si el Comunicado de prensa hubiera reiterado con claridad la condena de la sodomía por parte de la Iglesia y el motivo de tal condena, creo que se habría evitado la instrumentalización de la declaración Fiducia supplicans por parte de los modernistas, así como los malentendidos y las reacciones indignadas de los conservadores y de los filolefebvrianos. El lenguaje velado y alusivo del Comunicado parece no preocuparse por escandalizar a los tradicionalistas y esconder un cierto respeto humano o temor a las reacciones generistas, que no es de costumbre en la franqueza maternal de la Santa Madre Iglesia. El escándalo de los conservadores no es sólo escándalo farisaico, sino también escándalo de hermanos en buena fe que han quedado retrasados y que tienen necesidad de ser iluminados y hechos avanzar.
   
Permanencia de hecho y permanencia de derecho
   
----------En la vida presente, independientemente de ser heterosexuales u homosexuales, nos sentimos atraídos los unos por los otros o inclinados afectivamente los unos hacia los otros a entablar relaciones estables por una doble forma de atracción-inclinación afectiva, a la cual es difícil aunque posible resistir: o se trata de inclinaciones a la virtud, puestas en nuestra naturaleza por Dios, que quiere su satisfacción, o bien se trata de inclinaciones anormales, o sea al vicio, consecuentes al pecado original.
----------Las unas y las otras son estables y permanentes, e impulsan la voluntad a consentirlas y a satisfacerlas. Su impulso puede ser tal, que la voluntad, aunque sigue siendo libre y responsable de sus actos y de sus elecciones, puede tener la impresión de ser arrastrada y casi constreñida a satisfacerlas, de modo que, en caso de tratarse de buena inclinación, el sujeto se siente dulcemente arrastrado hacia el bien, impulsado por el Espíritu Santo (como dice san Agustín de Hipona: "amor meus, pondus meum": el amado es como un imán, que nos atrae casi irresistiblemente hacia él, tanto en la justicia como en el pecado), pero en caso de inclinación al pecado, el sujeto honesto, como dice san Pablo (cf. Rm 7,15-24), se siente casi obligado a hacer ese mal que, si fuera completamente dueño de sí mismo, no haría.
----------Además, las inclinaciones naturales pueden ser débiles y, dado que es posible que no agraden a nuestra concupiscencia o a nuestra libido, pueden parecernos ser antinaturales. Por eso puede parecernos lícito el no contentarlas, no satisfacerlas. A la inversa, las inclinaciones malas o antinaturales, que inclinan al vicio y al pecado, dada la violencia de una mala pasión casi irresistible o hábitos viciosos o una mala educación moral o la ignorancia invencible, pueden seducirnos, parecernos naturales y, por tanto, puede parecer lícita su satisfacción. Si luego nos damos cuenta de que Dios las desaprueba, dada nuestra mala voluntad, puede suceder que lo tomemos a odio y nos volvamos ateos, para tener una excusa para hacer lo que queremos nosotros.
----------Por tanto, es necesario prestar atención a la diferencia entre la permanencia de la unión matrimonial y la de las uniones irregulares. En un caso como en el otro existe una permanencia, pero mientras en el caso del matrimonio la permanencia del vínculo debe perseguirse con todo el empeño de la voluntad como un bien de valor supremo, por lo cual tal permanencia debe ser objeto de una voluntad inflexible, ya que el vínculo es sagrado e indisoluble, de ahí el deber absoluto de una fidelidad indefectible hasta la muerte, tanto que el vínculo está destinado a permanecer para siempre en la vida futura más allá de la muerte, en el caso de una unión irregular, la permanencia del vínculo, que no es querido por Dios sino consecuencia del pecado original, no puede ser perseguida por la voluntad como si fuera meta querida por Dios en el plan creador del varón y de la mujer, sino que, siendo una inclinación sensible permanente con las características del vicio, requiere de por sí ser eliminada, por lo cual, en virtud de su presión psicoemotiva, es objeto de indulgencia, con la perspectiva de una gradual extinción gracias al ejercicio de las virtudes y al efecto mismo de la bendición.
----------Es necesario, sin embargo, tener presente que la bendición no está condicionada por la previa conminación o pedido obligante que haría el sacerdote a la pareja de extinguir el vínculo o de interrumpir inmediatamente su relación en cuanto es pecaminosa. Ni tampoco el sacerdote puede presumir que toda pareja que se le presenta esté animada por la decisión de interrumpir la relación. El deseo del sacerdote de que la pareja sea movida por similares intenciones es bueno y bello, pero en su mayor parte es simplemente utópico e irrealista. La pareja desea que sea bendecida su unión, su vínculo.
----------Con todo esto, y aún así, se puede siempre decir que, en línea de principio, el sacerdote también podría pedir a los dos miembros de la pareja que tomaran de inmediato una tal decisión. Pero se necesitaría que estuviera iluminado por una gracia extraordinaria, tal como para poder intuir que su petición pueda ser aceptada. Ahora bien, no todos los sacerdotes son san Pío de Pietrelcina.
----------Es necesario, en cambio, que el sacerdote en tal situación tenga ese realismo del cual acabo de hablar, realismo que tenga en cuenta el enlazamiento de hecho inevitable, en muchos de nosotros, consecuente al pecado original, de vínculos interpersonales, a parejas o a más contrayentes, cuyos vínculos no son la libre aplicación de auténticas inclinaciones sociales dependientes de la naturaleza social del hombre querida y creada por Dios, sino que se trata de acoplamientos estables, más o menos durables, que surgen no tanto por una libre elección motivada por auténticas exigencias naturales, conformes a los fines de la naturaleza humana establecidos por la razón práctica y por Dios, sino que surgen por el ceder no del todo voluntario a impulsos psico-emotivos casi irresistibles y continuados, que atraen fuertemente la sensibilidad y excitan violentas pasiones eróticas, de modo que dos sujetos que experimentan similar atracción recíproca, son impulsados casi irresistiblemente, experimentando un fuerte placer heterosexual u homosexual, a decidir vivir juntos. Así se forman las parejas irregulares, adulterinas, concubinarias y homosexuales.
----------Por lo tanto, el sacerdote que en similares situaciones advierta humildemente no poseer especiales carismas, no por ello no puede ser un óptimo y santo pastor, pero no puede ordinariamente confiar en similares gracias extraordinarias y, por consiguiente, debe atenerse a la simple y común prudencia pastoral, que lo obliga a considerar que el vínculo con el cual los dos están unidos, por más que presente un aspecto de pecado, no puede ser inmediatamente disuelto. Eso sería pedir demasiado.
----------Por lo tanto, al bendecir debe presuponer que los dos, no se sabe por cuánto tiempo, permanecerán juntos. No se trata en absoluto de aprobar, sino de tolerar. Y los dos deben saberlo. Ellos mismos deben ver su vínculo, por más agradable que sea, como soportable, no como aprobable.
----------No se excluye, sin embargo, que un efecto de la bendición, considerando la gracia que contiene, les inspire la voluntad de dejar de pecar de sodomía, lo que no significa necesariamente interrumpir la relación, sino purificarla, haciendo emerger aquello positivo que ha sido bendecido por la bendición.
----------En cambio, pretender una inmediata, definitiva y eficaz abstención del pecado sería, como dice Jesús, un poner sobre las espaldas de la pareja una carga demasiado pesada. Es necesario recordar que la condena del pecado no es en absoluto incompatible con el deber de la tolerancia, de la indulgencia y de la misericordia.
----------¿Qué hacer, entonces? ¿Desear que sean fieles a su pacto? ¿La bendición sirve para esto? ¿Debe bendecir la unión? He aquí la pregunta crucial. ¿Tienen o no tienen un deber de fidelidad recíproca?

20 comentarios:

  1. "El defecto tanto de los generistas como de los conservadores al considerar la unión es el de verla no en su concreta realidad y complejidad, no con ojo crítico capaz de distinguir lo positivo de lo negativo, lo bueno de lo malo, el mérito del defecto, sino que viene considerada en bloque, como si fuera un todo único y simple, como si tratara de una categoría abstracta o de un predicado lógico, el concepto de algo simple e indistinto, que como tal no puede ser más que positivo o negativo, no pudiendo al mismo tiempo ser una mezcla de positivo y negativo. Lo que es pecado no puede ser lícito (conservadores) y lo que es bueno no puede ser malo (generistas)".

    Este pasaje suyo, padre Filemón, revela una vez más la falta de habitus filosófico de aquellos que usted señala como generistas y conservadores. Y yo lo hago extensivo a aquellos Obispos, y también a aquellos Cardenales (y también a los ex prefectos de dicasterio, como Müller y Sarah), que se han pronunciado contra la declaración Fiducia supplicans (incluso definiéndola como "herejía"). No llegan a ver la realidad en su complejidad humana, que no es simplemente buena o mala, sino una compleja mezcla de aspectos positivos y negativos. En otras palabras: si tuviéramos que atenernos sólo a esas sus intervenciones de estos días, podrían ser calificados de necios fundamentalistas, en un cierto sentido "cartesianos", como los lefebvrianos, que tienen siempre necesidad de "ideas claras y distintas" para no perturbar la falsa tranquilidad de su conciencia farisaica, que quiere verlo todo simplemente dividido en puro trigo y pura cizaña.

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    1. Querido Ernesto,
      has comprendido muy bien mis pensamientos, aunque los expresaras con dolor, porque no es agradable hablar de los defectos de los otros. Pero lo queremos hacer con amor y con justicia, para ayudarles a alcanzar la plena comunión con la Iglesia.

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  2. Sergio Villaflores13 de enero de 2024, 16:35

    Estimado padre Filemón,
    con todo respeto, su insistencia en pretender que el Dicasterio de la Fe utilice el término "sodomía" no me parece ni apropiada ni correcta. ¡Aquí no estamos discutiendo sobre palabras! Sería trivial. ¿Acaso no se comprende suficientemente que para el Prefecto de la Fe la homosexualidad activa es pecado? Lo reconoce usted mismo.
    Al fin y al cabo, la Iglesia, a lo largo de la historia, ha ido evolucionando y cambiando vocabularios o palabras que, según los tiempos, parecían perder su idoneidad, o se ha pasado a utilizar otros términos más precisos. Por ejemplo, se dejó de utilizar el término "pureza" y se empezó a utilizar el término "castidad".
    Por otro lado, el término "sodomía" hace referencia a un hecho antiguo narrado por la Biblia (Sodoma y sus pecados), que hoy quizás no sea algo conocido ni comprendido por todos.

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      es verdad que yo me he dado cuenta perfectamente de que cuando el cardenal Fernández habla de pecado se refiere a la sodomía. Pero el hecho es que desgraciadamente muchos no lo han comprendido y creen que la bendición suponga una legitimación de la sodomía.
      Si en cambio, en mi modesta opinión, el Cardenal hubiera nombrado este vicio con su término clásico, todo este caos que ha surgido no se habría producido, porque los pasadistas, que se mantienen en el condenar este pecado, habrían quedado satisfechos, mientras que los modernistas habría perdido el modo de instrumentalizar los Documentos del Dicasterio de la Fe.
      En cuanto a la palabra en sí misma, ha sido un término preciso de la ciencia moral desde hace mucho tiempo y, por lo tanto, no hay razón para buscar otra palabra.
      En cuanto a la referencia a la ciudad de Sodoma, el motivo está dado por el hecho de que, según el relato bíblico, allí habitaban personas que practicaban la homosexualidad.

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  3. El Evangelio está en contra de las uniones entre divorciados vueltos a casar, está en contra de las uniones homosexuales, todos los documentos de la Iglesia están en contra, y también el último documento de hace dos años y medio, firmado por el actual pontífice, hay muchos artículos para leer, no sólo los suyos, y la invitación a leer los de las conferencias episcopales africanas y no africanas, del card. Müller, del card. Sarah, muchos otros obispos y sacerdotes, simples fieles laicos como Aldo María Valli, Roberto De Mattei, que con simplicidad explican muchísimas cosas, sin muchas palabras ni giros extensos, y finalmente están para leer los comentarios del pueblo de Dios, que sufre esta inútil división... porque con la famosa nota de Amoris Laetizia las iglesias no se llenaron y tampoco con FS se llenarán, al contrario se vaciarán aún más.

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    1. Estimado/a Ira divina,
      toda esta enorme crítica frente a los Documentos del Dicasterio para la Doctrina de la Fe se resume sustancialmente en la acusación dirigida al Papa de legalizar la sodomía, bendiciéndola como si fuera una obra buena. Ahora bien, esto es una calumnia gravísima, que denota total ceguera hacia cuanto enseña el Santo Padre. De hecho, acaba de reunirse con el clero romano (una reunión de 800 personas), respondiendo a decenas de preguntas, y entre ellas ha respondido que la doctrina del matrimonio no ha sido cambiada un ápice, como no puede ser de otro modo).
      Repito que en mi artículo precedente, y en el que estoy publicando estos días, ya hay respuesta a las objeciones que han sido planteadas, por lo cual, el lector honesto, que busca la verdad, sólo tiene que leer mi artículo. Aún así, con todo esto, estoy dispuesto a creer que muchos críticos estén en buena fe, aunque sin embargo denotan una mentalidad superada, obsoleta, y por tanto la necesidad de que se actualicen según las actuales enseñanzas de la Iglesia.

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  4. Estimado padre, le hago dos preguntas:
    1. ¿Puede ejemplificar elementos positivos de una pareja homosexual que sean intrínsecos a ella y no accesorios? La ayuda mutua por ejemplo no es un elemento intrínseco de tal pareja pero sí es ciertamente un elemento positivo. Aquellos elementos estrictamente intrínsecos, como por ejemplo la atracción física hacia una persona del mismo sexo, ¿acaso no son todos desordenados? Entonces, ¿qué pretende usted discernir como positivo en tales uniones? A este respecto, le invito a leer la intervención del card. Müller, que objeta precisamente esta distinción engañosa, sostenida también por usted.
    2. ¿No se pueden encontrar también elementos positivos en la relación de sujeción entre un capo mafioso y sus satélites? Si uno de ellos, con su cola de sirvientes, apareciera ante usted para que bendiga su asociación mafiosa, ¿los bendeciría a todos juntos, sabiendo que incluso en tales relaciones hay elementos positivos?
    Espero que me responda. Atentamente.

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    1. Estimado Fernando,
      la vida moral resulta del concurso de diferentes factores, correspondientes en cada uno de nosotros a diferentes tendencias hacia el vicio o hacia la virtud. Por lo tanto, toda pareja humana, regular o irregular, resulta del concurso de estos elementos.
      1. Doy un ejemplo. Una pareja de homosexuales, que sea honesta en su trabajo, de prueba de honestidad en la vida civil, practique obras de misericordia, colabore en las actividades de la Iglesia, promueva la vida cultural. 2. El discurso que he hecho para los homosexuales vale también para los mafiosos. Indudablemente hay que tener presente que hay una diferencia con los homosexuales: los mafiosos están excomulgados, mientras que los homosexuales no. Pero aquí también queda el mismo trabajo por hacer. También entre los mafiosos existe la presencia de lados buenos y de lados malos. Está claro que no puedo bendecir el intento de matar a alguien. Sin embargo, si este mafioso cuida de su familia, practica la vida religiosa, es fiel a sus amigos y socorre también a los pobres, ¿por qué no debería yo bendecir todos estos aspectos positivos? Además del hecho de que la bendición, como ha dicho el cardenal Fernández, también sirve al camino de penitencia y de conversión de aquel que es bendecido.

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  5. Para mí, señor Ernesto y padre Filemón, ustedes están equivocados. En primer lugar, los términos ofensivos están fuera de lugar porque acusar de "falta de habitus filosófico" a filósofos, teólogos, pastores, cardenales, intelectuales y "simples" (pero cultas) personas de buena fe que hacen uso de su razón no valoriza la discusión.
    Segundo, nadie que no piense como ustedes niega la complejidad de las situaciones humanas. Pero nadie se propone juzgar la conciencia de las personas. Dios no lo quiera.
    Tercero, el documento es demasiado confuso. Confusión: es la palabra que todos usan sin importar su posición. FS descontenta a todos. Ya sólo por este motivo, en mi opinión, es un documento que debería devolverse al remitente.
    Cuarto, padre Filemón, usted escribió varios artículos sobre el buenismo. ¿No le parece que ahora lo está aplicando para este documento?, perdón por la pregunta directa.
    Quinto. El problema de la cuestión es la distinción entre personas y parejas o uniones. Como han observado muchos observadores de todos los niveles, el paso del bendecir las personas (algo ya admitido antes por la Iglesia) a bendecir las uniones o parejas no es para nada claro. Sólo se ve que ésta es la visión pastoral del Santo Padre. Tampoco es explicada la creación de un tercer tipo de bendición, dicen los expertos.
    Me permito expresar también al Santo Padre mi crítica, diciendo que está cometiendo un error de gobierno, al permitir a los singulares ministros del culto aquello que crean sea mejor hacer, cada uno por su cuenta. Esto ya había sucedido con Amoris Laetitia. En mi opinión, el guía supremo de la Iglesia, en cambio, debería aclarar e indicar el camino correcto para todos. El Dicasterio para la Doctrina de la Fe debería haberlo discutido internamente y más extensamente en nombre de la sinodalidad tan proclamada por el Santo Padre. Agudos observadores, señalan que la Iglesia Anglicana ha sufrido el mismo riesgo de cisma con la revuelta de las iglesias anglicanas africanas por el mismo tema. ¿Dónde ha quedado la experiencia secular, la prudencia de la Iglesia?

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    1. Estimado Pablo,
      1. El defecto filosófico, que yo noto en los contestatarios a los Documentos de la Iglesia, es el de confundir lo sustancial con lo accidental. ¿Que quiero decir? Que en estas uniones no se tiene en cuenta lo sustancial, que viene ignorado, mientras que se sustancializa lo accidental, que es la actividad pecaminosa, hasta el punto de llegar a hablar de un estado de pecado, como si el pecado no fuera un acto contingente, suprimible a voluntad por el pecador, que siempre puede convertirse movido por Dios.
      Esta ignorancia de aquello que es verdaderamente sustancial en estas uniones, hace que se vea en ellas sólo el pecado y se ignoren las cualidades positivas, creadas por Dios, que constituyen las características propias de las personas que se encuentran en esa relación.
      Esta ignorancia explica el hecho de que muchos no comprendan el motivo de esta bendición. Si en cambio reflexionaran sobre este lado positivo de la unión, comprenderían el por qué de la bendición, la cual tiene el doble propósito de potenciar las buenas cualidades y de ayudar a la pareja a liberarse del pecado. Éste es el significado del discurso que ha hecho el cardenal Fernández.
      2. Por tanto, si se admite la complejidad de la situación humana de estas parejas, se viene a decir lo que acabo de decir, esto es, se distingue lo positivo de lo negativo.
      Sin embargo, tenga en cuenta que quienes hablan de "estado de pecado" tienen exactamente la pretensión de juzgar las conciencias, además de la desconfianza de que estas personas puedan dejar de pecar en cualquier momento que quieran, en un camino de conversión, sostenidos por la gracia. de Dios.
      3. El Documento no causa confusión a nivel de los principios morales. Reitera la doctrina tradicional de la Iglesia y no legitima en modo alguno el pecado de sodomía.
      Lo que se puede notar, como ya he dicho, es un cierto lenguaje basado en lo implícito y en lo genérico. Quizás hubiera sido mejor hablar explícitamente de sodomía, cosa que lamentablemente no ha sido hecha. Pero cuando el Documento habla de pecado, no se requiere mucho para comprender que sobreentiende también el pecado de sodomía.
      4. Todos los artículos que he escrito sobre el buenismo no se refieren al magisterio ni a la pastoral del papa Francisco, sino a los modernistas, como por ejemplo los rahnerianos.
      Mi polémica es contra los generistas que, como he demostrado en un artículo mío precedente, surgen de un trasfondo antropológico rahneriano.

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    2. 5. No se puede escindir la bendición del individuo de la bendición de la pareja. De hecho, cada uno de nosotros no vive aisladamente, sino que vive siempre con alguna relación social, que puede ser de amistad, de solidaridad, de trabajo, de cultura, o bien una relación familiar o conyugal, etc.
      Así como la persona se concretiza en un conjunto de valores propios de cada persona, así también la relación de la persona con el otro es efecto de los valores de esa persona, y al mismo tiempo la persona recibe los valores de la persona amada.
      Al mismo tiempo, toda pareja humana, incluso la más sana, se resiente de las consecuencias del pecado original, por lo cual el pecado nunca está ausente. Este pecado puede ser de sodomía o bien de cualquier otro tipo. Los Mandamientos son 10.
      Puestas estas premisas, no debería haber dificultad en comprender que en este caso específico, es decir, en el caso de las parejas irregulares, el bendecir a la persona no puede ser separado del bendecir a la relación, el vínculo, la unión o la amistad entre los dos, naturalmente en referencia a los aspectos positivos, que deben ser potenciados, y no a la presencia del pecado más o menos grave, que deben ser eliminados.
      Por cuanto respecta a la bendición espontánea, de la cual hablan los Documentos, se trata de una bendición que puede ser impartida tanto por el sacerdote como por un laico, varón o mujer, que no tiene carácter ritual según el formulario de los Sacramentos y de los Sacramentales.
      ¿Qué significado puede tener esta bendición espontánea? La atención está puesta sobre todo a la forma, más que al contenido. Quiere significar el hecho de que la bendición sea adaptada a la situación particular de la pareja con ese discernimiento que distingue lo positivo de lo negativo.
      De alguna manera la bendición se abre al misterio de lo íntimo de las almas, de su relación con Dios, que aún no ha alcanzado la perfección moral de un estilo de vida del individuo y de la pareja.
      Ante documentos de este nivel, el deber de nosotros, los católicos, es el de una obediencia confiada, aunque fatigosa, basada en la confianza en la autoridad pastoral de la Iglesia, que en este caso no es infalible.
      Por este motivo, el cardenal Fernández ha dicho a los obispos africanos que, si por ahora por motivos graves no consideran oportuno aplicar el Documento, quedan dispensados ​​de hacerlo, hasta que se creen las condiciones para poderlo aplicar.

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    3. La situación en Francia en el momento en que escribo es la siguiente: los obispos de la diócesis de Rennes, con un documento bien argumentado de cuatro páginas sobre el mismo texto de la FS, concluyen que es necesario bendecir a las personas y no a las parejas: "es oportuno bendecir de modo espontáneo, individualmente, a cada una de las dos personas que forman la pareja... que piden la bendición de Dios con humildad y con el deseo de conformarse cada vez más a su santa voluntad" (1 de enero de 2024).
      El Consejo permanente de la Conferencia de Obispos de Francia, en el documento de una página de hoy dice: "el Consejo Permanente recibe esta declaración como un estímulo a los pastores para que bendigan generosamente a las personas que acuden a ellos pidiendo humildemente la ayuda de Dios". Me parece que sin decirlo explícitamente dicen que bendicen a las parejas. Tal vez no he entendido bien.
      La Conferencia de Obispos Suizos ya al día siguiente, el 19 de diciembre, atribuía esta apertura de la Iglesia al Espíritu Santo: "las discusiones en el Espíritu Santo, que han tenido lugar este año en el ámbito del Sínodo sobre la sinodalidad, han abierto un amplio espacio en tal sentido. Con la declaración que acaba de publicarse, la Iglesia demuestra haber reconocido y tomado en serio las preocupaciones sinodales y, en línea con la exhortación apostólica Amoris laetitia, cumple coherentemente su misión pastoral para con todas las personas".
      En la pequeña comunidad católica inglesa, se han reportado 500 sacerdotes que han firmado una carta afirmando que "estas bendiciones son pastoralmente y prácticamente inadmisibles" (del Catholic Herald, 21 de diciembre).
      En Italia, que yo sepa, la CEI aún no se ha pronunciado. El obispo de San Remo, según leí, se ha expresado en contra de la FS (salvo error mío).
      La situación en África y en el resto del mundo, es por todos conocida.
      Este cuadro desolador es obra del Santo Padre papa Francisco que ha querido, planificado y hecho de todo en diez años para llegar hasta aquí. Esto es lo que decía a Scalfari, según La Repubblica del 28 de diciembre de 2013: "La revolución de Francisco. Ha abolido el pecado": "Es necesaria una conversión del Papado para que sea más fiel al significado que Jesucristo quiso darle. No debemos tener miedo de abandonar costumbres de la Iglesia que no están estrictamente ligadas al Evangelio. Debemos ser audaces y creativos abandonando de una vez por todas el cómodo proverbio 'siempre se ha hecho así'. Esy necesario no cerrar ya las puertas de la Iglesia para aislarnos, sino abrirlas para encontrar a todos y prepararnos para el diálogo con otros idiomas, otras clases sociales, otras culturas. Este es mi sueño y esto es lo que pretendo hacer".
      Aquí hay un capitán que conduce un transatlántico por el morro, en la niebla. Más allá del "habitus filosófico" y los discursos intelectuales...

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    4. Estimado Pablo,
      creo que no venga al caso informarse sobre las diversas opiniones acerca de estos documentos. Lo importante es aclarar bien la cuestión y poner en práctica lo que la Iglesia nos pide.
      En mis artículos y en este artículo que está en curso de publicación estos días, me he esforzado por aclarar estas intervenciones de la Iglesia, disipando equívocos y refutando errores.
      Por cuanto respecta a la distinción entre bendición personal y bendición de la pareja, se trata de dos bendiciones diferentes: la bendición personal se refiere a intereses personales; la bendición de la pareja concierne al interés común de la pareja, es decir, a su unión.
      Por eso es necesario contentarlos de alguna manera, pero con mucha delicadeza y claridad. Es decir, es necesario hacerles entender bien que el pecado de sodomía no es bendecido, sino que por el contrario se bendice el aspecto positivo de su unión, mientras que la bendición también les sirve para ayudarlos a corregirse de sus pecados, entre los cuales obviamente está la sodomía, aunque en estos casos no hace falta nombrarla.

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    5. Padre, yo lo escucho. Pero, por favor, escriba un artículo sobre el Espíritu Santo y por qué se manifestaría a los obispos suizos que lo citan, pero no a los africanos que no lo citan, por ejemplo.

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    6. Estimado Anónimo,
      hasta donde yo sé, los Obispos suizos han acogido favorablemente la declaración Fiducia supplicans. Quiero creer que esta actitud favorable esté motivada por la actitud de misericordia, que se desprende de este Documento, y me cuesta creer que ellos motiven la bendición con algún tipo de tolerancia frente a la sodomía.
      Por cuanto respecta a los Obispos africanos, lo que se desprende claramente del Comunicado de prensa del Dicasterio de la Fe es que los Obispos africanos, en algunos Estados, temen represalias por parte de las autoridades civiles, en perjuicio de los homosexuales y de ellos mismos, dado que en estos Estados existen legislaciones persecutorias contra los homosexuales.
      Por cuanto respecta al Espíritu Santo, no tengo dificultad en creer que está presente tanto entre los Obispos suizos como entre los Obispos africanos.

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  6. Me limito a decir que si… una pareja está unida… entonces también es unión. ¿Por qué hacer estas distinciones cuando la realidad evidente es otra y en la lógica teológica de la Encarnación es la realidad la que hace texto?

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    1. Estimado Máximo,
      además de cuanto ya he escrito en este artículo que estoy publicando, quisiera presentar este ejemplo: una pareja irregular, la cual con el tiempo contrae deberes y derechos recíprocos, que refuerzan su unión, aunque se tenga la obligación de hacer todo lo posible para disminuir la tendencia viciosa.

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  7. Usted ha escrito "La incapacidad de los pasadistas conservadores, para poder ver lo positivo en una relación humana pecaminosa o en una unión irregular, la tendencia a considerar al pecador, al adúltero o al sodomita como si fuera un pecado subsistente, la sustancialización del pecado confundido con la sustancialidad de la persona creada a imagen de Dios, partícipe de la vida divina, no obstante sus pecados, todo esto es el síntoma de una errónea concepción del pecado y, por tanto, de una errónea concepción del mal."

    Entiendo perfectamente, estimado padre, que no puede aceptarse que alguien confunda la realidad del pecado con la misma realidad de una persona que vive en estado irregular. Una cosa es el pecador y otro cosa es su pecado.
    Ahora bien, no me parece que sea correcto atribuir este error a quienes usted llama "conservadores pasadistas", y supongo que usted se refiera a los Obispos y sacerdotes que han rechazado FS.
    ¿Acaso usted piensa que el cardenal Sarah o el cardenal Muller, o los Obispos Africanos, puedan estar cometiendo este mismo error?

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    1. Estimado don Benja,
      lo importante es que usted haya entendido que es necesario ver lo positivo en una relación humana pecaminosa o en una unión irregular, y que, por lo tanto, es absolutamente reprochable la tendencia a considerar al pecador, al adúltero o al sodomita como si fuera un pecado subsistente.
      Me complace, entonces que Ud. haya comprendido que es erróneo sustancializar el pecado y confundirlo con la sustancialidad de la persona pecadora, que por supuesto sigue siendo persona creada a imagen de Dios, llamado a participar de la vida divina, no obstante sus pecados.
      Esto es lo más importante: tener clara la verdadera doctrina católica sobre el mal, sobre el pecado, e incluso sobre la dignidad ontológica y sobrenatural del pecador, más allá de sus pecados, de los cuales en esta vida siempre es posible convertirse.
      Ahora bien, en la medida que quienes rechazan Fiducia supplicans manifiesten las razones o motivos de su rechazo, podrá advertirse o no, en cada caso particular, si el mencionado error está en la raíz de su discurso.
      Siempre es desagradable mencionar casos particulares, pero cuando lo hacemos, renovamos nuestra intención de señalar el error, no tanto al equivocado, aunque con la intención de que el equivocado, o aquellos que se equivoquen de la misma manera, se corrijan. De modo que voy a darle ahora un ejemplo, un caso particular, que incluso usted ha mencionado: el cardenal Sarah.
      Veamos entonces:

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    2. Partamos del hecho de que Fiducia supplicans dice en su n.31: "En el horizonte aquí delineado se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio. En estos casos, se imparte una bendición que no sólo tiene un valor ascendente, sino que es también la invocación de una bendición descendente del mismo Dios sobre aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo. Estas formas de bendición expresan una súplica a Dios para que conceda aquellas ayudas que provienen de los impulsos de su Espíritu – que la teología clásica llama “gracias actuales” – para que las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino".
      Por su parte, el cardenal Robert Sarah en su invectiva contra FS critica el texto citado anteriormente con las siguientes palabras: "La declaración Fiducia supplicans escribe que la bendición está destinada, en cambio, a las personas que 'piden que todo lo que de verdaderamente bueno y humanamente válido está presente en su vida y en sus relaciones sea investido, sanado y elevado por la presencia del Espíritu Santo' (n.31). ¿Pero qué existe de bueno, de verdadero y de humanamente válido en una relación homosexual, definida, por las Sagradas Escrituras y la Tradición como una depravación grave e 'intrínsecamente desordenada'?..." (fuente: https://www.diakonos.be/fiducia-supplicans-il-cardinale-sarah-ci-opponiamo-a-uneresia-che-mina-gravemente-la-chiesa/).
      El cardenal Sarah se pregunta "¿...qué existe de bueno, de verdadero y de humanamente válido en una relación homosexual...?".
      Pero notemos que el documento no habla de la "relación" homosexual, sino de "aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda [de Dios], no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo".
      Por consiguiente, es absurda la afirmación del cardenal Sarah al decir que en la vida de quienes se encuentran en situaciones irregulares todo está marcado por el pecado y no puede haber algo "verdaderamente bueno y humanamente válido presente en su vida y en sus relaciones".

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