lunes, 1 de enero de 2024

Nochevieja, Misa y Te Deum

Todo rito o acto piadoso, toda reduplicación menos intensa de la celebración eucarística, cuando es propuesta no de modo separado e independiente, sino en inmediata sucesión respecto de la Eucaristía recién celebrada, atestigua un problema de fondo en el modo pleno de comprender y de vivir la celebración de la Santa Misa como "culmen et fons" de toda la acción de la Iglesia. Y ello también, y sobre todo, en Nochevieja. [En la imagen: fragmento de un vitral de la Capilla del Santuario de la Madre Dolorosa, en Bellevue, Ohio, USA].

----------Quizás en algún manual para blogueros esté escrito que hoy sólo se deban publicar saludos de fin de año, o balances del año transcurrido, o una lista de propósitos para el año que comienza. Sea cual sea el valor de esa ley no escrita, hoy me siento algo transgresor, no la cumpliré, y comenzaré la andadura del 2024 en el blog, con una breve reflexión, aunque no propiamente teológica, sino litúrgica.
----------Desde hace algunos años me ha venido sorprendiendo por diversos motivos una práctica eclesial problemática, que merece una seria y cuidadosa indagación, la cual no haré aquí, naturalmente, pues supongo que hoy no es día para pedir a mis lectores sesudas reflexiones. De modo que sólo apuntaré lo mínimo para tal eventual reflexión, que acaso hagamos en mejor ocasión.
----------Planteemos sin mas el problema. En ocasión del día de San Silvestre, vale decir, en la Nochevieja, según una práctica clásica y no carente de legitimidad y de fundamento, se rezan las Primeras Vísperas de la octava de Navidad con el Te Deum, como agradecimiento también por el año civil que concluye y por el inicio del nuevo año. Tales vísperas pueden ser también, como siempre, el espacio eclesial litúrgico en el cual se expone el Santísimo Sacramento y se celebra la bendición eucarística.
----------Ahora bien, todo esto, todas estas costumbres, todos estos hábitos eclesiales, tanto litúrgicos como piadosos, que ciertamente tienen su fundamento en prácticas y modos de celebrar que han tenido también su plausibilidad, sin embargo, no pueden simplemente seguir cumpliéndose, sin al menos un mínimo de detenida atención y sin discernimiento, confrontando debidamente esas costumbres a las nuevas prácticas celebrativas inauguradas por la Reforma Litúrgica llevada a cabo después del Concilio Vaticano II.
----------Las novedades más relevantes son las siguientes:
----------1. Hoy en día se ha convertido en una práctica habitual el celebrar, en la víspera o vigila de cada domingo y de las principales fiestas litúrgicas de la Iglesia, la llamada "misa de vísperas", a la cual puede ser eventualmente asociada el oficio litúrgico de las vísperas.
----------2. Tal práctica se ha vuelto posible gracias al cambio en las normativas eclesiales sobre el ayuno. De hecho, según las normas que han estado vigentes hasta los años 50 del siglo pasado, no era posible celebrar misa por la tarde o por la noche, a menos que fueran violadas las normas sobre el ayuno.
----------3. Como es evidente, en el régimen litúrgico precedente, el oficio de las Vísperas no podía ir acompañado de la celebración eucarística, sino únicamente de la adoración y de la bendición eucarística.
----------4. En el nuevo régimen litúrgico, el único vigente en la actualidad en la Iglesia católica, dado que la Misa puede celebrarse junto con las Vísperas, ya no tiene sentido duplicar la experiencia de la unión sacramental con nuestro Señor Jesucristo, que ya ha sido vivida con la comunión, la bendición y la adoración realizadas plenamente y en su más alto grado con la celebración eucarística. La Misa es, ya de por sí, en sí misma, experiencia de presencia, de comunión, de adoración y de bendición.
----------Frente a esta evolución en los usos litúrgicos, que ha llegado hasta los actuales ritos en vigencia, es acaso inevitable que hayamos pasado, gradualmente, con una cierta inevitable inercia, afectada quizás de cierta inconsciencia y falta de discernimiento, desde el viejo régimen litúrgico al actual. Pero hoy es necesario señalar, a claras letras, la exigencia de coherencia de la experiencia eclesial. Si apenas hemos acabado de celebrar la Eucaristía y queremos añadir el Te Deum en la experiencia de la asamblea eclesial, podemos hacerlo de manera perfectamente lineal, sin necesidad de que se trate de un mero añadido, sino mediante una celebración de la comunión eucarística que ya tiene en sí misma la bendición y la adoración.
----------Si en cambio pensamos que sea nuestro deber "añadir" a la Misa el Te Deum, entonces deberíamos recordar que la Misa apenas se ha concluído, realizando no sólo el efecto intermedio de la Eucaristía, sino también su don de gracia. Porque, a decir verdad, el ver, al final de la Misa, después de la plegaria eucarística y de los ritos de la comunión, la exposición del Santísimo Sacramento y la bendición eucarística (que es una práctica perfectamente legítima en ausencia de la Misa) hace nacer la sospecha de que el sentido de la Reforma Litúrgica, y la devoción celebrada en la Misa, lamentablemente todavía no han llegado a convertirse en patrimonio espiritual de nuestras comunidades eclesiales, diocesanas y parroquiales.
----------Naturalmente, no estoy excluyendo con este razonamiento la posibilidad de que las Vísperas, en el caso de ser celebradas sin la celebración eucarística, o sea, sin la Misa, puedan ir acompañadas de la bendición eucarística o de la adoración eucarística, con la solemne exposición del Santísimo Sacramento.
----------Siempre es necesario evitar que la celebración eucarística sea vivida como deficiente, como carente, como incompleta, respecto a la exigencia de adoración y de bendición, y de "acción de gracias" también por el cumplimiento del año civil, que es celebrado por el "Cuerpo de Cristo que es la Iglesia", que apenas ha acabado de celebrar la Misa, si al menos comparte la conciencia que san Agustín de Hipona ha fotografiado de tan excelente modo cuando decía: "Recibe lo que eres; sé lo que recibes".
----------Todo rito o acto piadoso, toda reduplicación menos intensa de la celebración eucarística, cuando es propuesta no de modo separado e independiente, sino en inmediata sucesión respecto de la Eucaristía recién celebrada, atestigua un problema de fondo en el modo plenario de comprender y de vivir la celebración de la Misa como "culmen et fons" de toda la acción de la Iglesia. También y sobre todo en Nochevieja.
----------Y aquí pongo mi punto final. Ahora bien, si he parecido al lector un poco transgresor respecto de la costumbre de las usuales tarjetas postales de bendición en este día de Año Nuevo, permítame entonces el lector que le compense con un final saludo sincero, que brota de mi corazón, agradecido por su compañía cotidiana, deseándole un Nuevo Año pleno de gracia, y la promesa de mis oraciones.

2 comentarios:

  1. Después de la misa vespertina del domingo 31 cantamos el te deum, como agradecimiento, con solemne exposición y bendición con el Santísimo Sacramento, no obstante sus sabias reflexiones, y lo que más me asombró fue que el Ave María fue cantado con el coro completo durante la comunión. No pude menos que agradecer y felicitar al sacerdote celebrante por su acertada decisión... Espero su opinión al respecto.

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    1. Estimado Romualdo,
      me da mucha alegría que usted pueda haber celebrado con la Santa Misa el Día del Señor, o bien la Misa de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.
      Esto no quita que le sea útil releer mi breve artículo, donde ofrezco buenos motivos para que usted pueda darse cuenta de que la plenitud espiritual que encontramos en la Santa Misa, siendo ella, como dice el Concilio Vaticano II, "la fuente y la cumbre de toda la vida cristiana" y de la vida de la Iglesia, no puede ser enriquecida por ningún "añadido". Piénselo, por favor.
      Entiendo que usted también, pese a lo que dice en su intervención, pueda entender que es toda la asamblea eclesial la que celebra la Misa, no sólo el ministro ordenado a tal efecto (al que usted llama "el celebrante").

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