Uno puede ser probado por una fuerte concupiscencia; pero si se tienen ideas claras y fuertes convicciones sobre la castidad, y se la busca con la ayuda de la gracia, se resiste, como lo atestigua la experiencia desde siempre. Pero si alguien resulta ser víctima de las ideas de Rahner, se acaba por ceder, y esto aunque se diga Misa, se rece el oficio divino y un Rosario completo todos los días. [En la imagen: una fotografía de la imagen del Espíritu Santo representado como paloma, en la vidriera de alabastro, obra de Gian Lorenzo Bernini, ca. 1660, en la Cátedra de San Pedro, en la Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano].
La lujuria
----------El vicio de la lujuria es el obstáculo y la ruina del amor casto del que estamos hablando (amor sexuado, aunque no necesariamente sexual), y por tanto es el enemigo con el que es necesario combatir para la conquista del verdadero amor, que es el amor casto. La conquista de la castidad es, por consiguiente, el resultado gradual, siempre contrastado, de una larga y metódica lucha contra la lujuria, vicio particularmente insidioso y astuto, porque, para un alma afectivamente normal, amante de la vida y de lo bello, no tiene en absoluto la apariencia de mal, sino que, por el contrario, aparece como expresión espontánea del amor, exaltación del placer y afirmación de la vida, todas cosas en sí buenas, creadas y queridas por Dios. Presten atención los educadores que la repugnancia instintiva e irracional, que algunos experimentan por el placer o por el acto sexual, no es para nada una disposición hacia la castidad consagrada, sino que un signo de emotividad patológica.
----------Entonces, es necesario que el educador muestre, con argumentos válidos y ejemplos de vida, al joven, el engaño que proviene de este vicio, engaño, entiéndase bien, que no proviene ante todo del estímulo de la concupiscencia, sino de ideas erróneas sobre el sexo. como por ejemplo aquellas que se derivan de la ética rahneriana, la cual confunde espíritu y cuerpo y sostiene que la libertad de la persona consiste en su facultad de moldear y determinar a su voluntad su naturaleza, su ser y su existencia.
----------Por esto san Pablo advierte: "que nadie se atreva a perjudicar ni a dañar en esto a su hermano, porque el Señor hará justicia por todas estas cosas" (1 Tes 4,6). Si se permite que en los seminarios sea enseñada la ética rahneriana, no nos maravillemos si luego de ellos surjan sacerdotes pedófilos y sodomitas. La causa de esto no está en el "clericalismo", sino en las ideas de Rahner.
----------Por cierto, uno puede ser probado por una fuerte concupiscencia; pero si se tienen las ideas claras y fuertes convicciones sobre la castidad, y se la busca con la ayuda de la gracia, se resiste, como lo atestigua la experiencia desde siempre. Pero si uno es víctima de las ideas de Rahner, se acaba por ceder, aunque se diga Misa, se rece el oficio divino y un Rosario completo todos los días.
----------Lutero colapsó bajo el estímulo de la concupiscencia porque la confundía con el pecado. Pero la concupiscencia, en realidad, como habría de aclarar luego el Concilio de Trento (Denz. 1515), no se identifica en absoluto con el pecado, aunque sea un estímulo consecuente al pecado original. Por el contrario, la concupiscencia es un hábito, es decir, una inclinación morbosa al pecado, mientras que el pecado es un acto, que se elimina con el arrepentimiento y el perdón divino.
----------En efecto, tenemos el libre albedrío, del cual lamentablemente Lutero negaba su existencia. Por medio del libre albedrío, con el socorro de la gracia, nos es permitido resistir y vencer. Pero así como la concupiscencia en la vida presente es ineliminable, Lutero creía que fuera ineliminable también el pecado. De ahí su falsa solución del "simul iustus et peccator" en base a una falsa idea de la misericordia divina, entendida como licencia o permiso para pecar impunemente. Podemos imaginar qué educación sobre la castidad surgirá de ideas de este tipo puestas a disposición de los jóvenes.
Atacar el mal desde la raíz
----------Por tanto, es necesario enseñar al joven a atacar el mal desde la raíz. Es un trabajo delicado, porque debemos al mismo tiempo suscitar en él el odio hacia el pecado sin llevarlo sin embargo a despreciar el sexo, que, como ha dicho recientemente el papa Francisco, es un "don de Dios". Es un trabajo similar al que haría un restaurador sobre un cuadro de Rafael, que un desconsiderado hubiera ensuciado con excrementos. Quitar la porquería para hacer resaltar la belleza del cuadro.
----------Es necesario entonces atacar el motor primero de la lujuria, después de haberlo reconocido y detestado como tal. Y este motor es la atracción idolátrica del placer sexual en su brutalidad consecuente al pecado original, placer buscado independientemente del preguntarse si está fundado en un verdadero bien, o menos aún buscado sin preguntarse si está permitido por Dios. Por consiguiente, un placer procurado no mediante un honesto acto conyugal, ni eventualmente mediante un contacto con el otro sexo, sino también ese placer que puede surgir de la masturbación, de la sodomía y de la pedofilia o cosas peores.
----------Esta apreciación del placer sexual y esta búsqueda del placer por sí mismo, independientemente de ningún tipo de consideraciones de carácter moral, son desgraciadamente favorecidas por las ideas egoístas, individualistas, subjetivistas, historicistas o relativistas, negadoras de la ley natural, de carácter sensista, positivista, liberal, empirista y hedonista, hoy muy difundidas y representadas en los espectáculos, en la música, en la literatura y en las diversiones en general, que atraen a los jóvenes.
----------Para desviar al joven de esta atracción morbosa y obsesiva, la apelación al temor de Dios vale sólo para aquellos pocos jóvenes piadosos que hoy, pese a todo, siguen manteniendo viva la conciencia de que Dios castiga; pero lamentablemente está muy extendida la herejía según la cual todos se salvan, por lo cual, según se dice, cualquier cosa que hagamos, hagamos lo que hagamos, siempre somos perdonados. Conviene entonces hacer referencia a la experiencia amarga y decepcionante del hijo pródigo, el cual reflexiona sobre la infelicidad, sobre la inquietud, sobre la aridez y sobre el tormento interior, que provoca la lujuria, frente a la sabiduría, la serenidad, la amabilidad, la bondad y la paz de aquellos que son castos.
----------Es necesario también encuadrar el problema de la castidad en el más amplio problema del dominio general de las pasiones, sobre todo aquellas pasiones ligadas al cuerpo, como son la gula, la ira y la avaricia. Ya los antiguos Padres del desierto han hecho notar estas conexiones, por lo cual prescriben no obrar sectorialmente, sino globalmente, a fin de dominar conjuntamente todas estas pasiones, todas a la vez. O se lo hace de esta manera o no se obtiene nada. No se puede ser casto y al mismo tiempo irascible, glotón, apegado al dinero y a la molicie. Ya conoce estas cosas el dicho popular italiano: "Bacco, tabacco e Venere riducono l’uomo in cenere" (Baco, tabaco y Venus reducen al hombre a cenizas).
----------Incluso la mala costumbre del hablar demasiado y del demasiado agitarse, algo que hoy es apreciado porque con eso se pasa por amigote o compañero simpático, ingenioso, extrovertido, sociable, alegre y de buen humor, pero en realidad, el hablar demasiado, las demasiadas bromas, las bufonadas, las risas excesivas, que conducen a la burla, todas cosas hoy en día muy apreciadas (y que hasta para algunos son "signos de vocación"), no hacen otra cosa que favorecer la disipación, la impulsividad, la superficialidad, y la futilidad, todo lo cual va de la mano con ese clima psico-emotivo, que favorece la lujuria o nace de la lujuria.
----------Por tanto, el educador deberá habituar al joven a la reflexión, al recogimiento, a la jaculatoria frecuente, a la meditación, a la escucha de la propia conciencia, de los otros y de la Palabra de Dios en el silencio y en la soledad, en un régimen de vida regulado, austero, controlado, sobrio, manso, humilde, modesto, operoso, dedicado a la caridad fraterna, amante de la vida común, disponible a las necesidades de los otros, acogedor y servicial. Todas estas actitudes, si bien no favorecen directamente la castidad, ciertamente contribuyen a su actuación y a su custodia. Actúan, por así decirlo, como natural hábitat de la castidad.
El principio de sustitución
----------Importante es el principio de sustitución. No podemos vivir sin experimentar goces y disfrutes. Dios mismo, ya en los animales, ha asociado el placer a la ejecución de los actos necesarios para su vivir, de modo tal que el animal, no conociendo racionalmente el fin de una determinada acción necesaria para su vida, la cumple instintivamente porque se siente atraído por el placer.
----------En nosotros también ocurre algo parecido, con la diferencia de que los seres humanos, usando la razón, sabemos por qué y con qué finalidad debemos realizar determinadas acciones. Y como nos damos cuenta de que no nos basta con confiar sólo en el instinto y en la atracción que en nosotros ejerce el placer, porque sucede que estos criterios no son capaces de asegurar nuestro verdadero bien, es necesario que recurramos a las indicaciones de la razón. Además del hecho que existen en nosotros tendencias superiores a las animales (las tendencias culturales, espirituales y religiosas), para satisfacer las cuales no basta con la inclinación natural, sino que es necesario la elección que debe hacer el libre albedrío.
----------La satisfacción de las necesidades del espíritu proporciona un placer inmensamente mayor que el placer relativo a las necesidades del cuerpo y del sexo. De por sí, según el plan original de la creación, no existe ningún contraste entre esos dos planos del placer, el placer sensible y el placer espiritual, sino que el uno está ordenado al otro y el otro se expresa en el uno, así como el cuerpo y el espíritu, ambos creados por Dios, están hechos de por sí para vivir en perfecta armonía.
----------Ha sido el pecado original el que los ha contrapuesto entre sí, de tal manera que, para salvar los goces superiores del espíritu, es necesario renunciar de algún modo a los del sexo. De ahí la necesidad de una abstinencia sexual tanto más rigurosa cuanto mayores son las exigencias espirituales de un alma determinada. Pero una vez que en la resurrección futura este conflicto haya cesado, el sexo recuperará sus derechos, evidentemente siempre sometido al espíritu, pero sin que éste deba renunciar a aquél.
----------En cambio, en la vida presente, para vencer las tentaciones carnales es necesario desviar la atención hacia objetos honestos y superiores. Pero la voluntad sólo tendrá éxito en esta operación nada fácil si ha aprendido a gustar "cuán bueno es el Señor" (Sal 34,9). De hecho, el hombre, como he dicho, no puede vivir sin disfrutes; por lo cual, si no es capaz de gozar de los espirituales, se vuelve a los carnales.
----------Por otra parte, si conoce las alegrías del espíritu, está dispuesto, a fin de no perderlas, a renunciar a las del sexo, que aquí abajo les hacen guerra. He aquí la castidad consagrada. Objetivo fundamental de la educación en la castidad es, por tanto, hacer que el corazón del joven se enamore de Dios hasta tal punto que esté dispuesto a renunciar al placer sexual para no perder la alegría de estar con el Señor.
El aspecto relacional de la castidad
----------Además de ello, el educador debe poner todo su empeño para tratar de habituar al joven a una práctica relacional de la castidad. Hoy la Iglesia pide una práctica de la castidad más difícil de cuanto fuera antes del Concilio Vaticano II, pero también proporciona los adecuados subsidios para conseguirla. Más difícil, porque hoy los sexos tienen muchas más ocasiones de encontrarse que antes del Concilio.
----------De hecho, como ya señalaba el papa san Juan XXIII en la encíclica Pacem in terris, desde hace casi un siglo las mujeres han hecho su ingreso en la vida pública, vida pública tanto de la sociedad civil como de la Iglesia, por lo cual, así como se aplican siempre las tradicionales cautelas relativas a la custodia de los sentidos y a la fuga de las ocasiones del pecado, es claro que estas prácticas resultan hoy más difíciles que en el pasado, cuando las mujeres llevaban una vida retirada en familia.
----------Pero a estas dificultades, como es sabido, se han sumado otras, a saber, que la institución familiar ha comenzado a sufrir esta situación debido al hecho que, por una parte, ha disminuido el compromiso educativo de la madre hacia sus hijos, mientras que la presencia de la mujer en la vida pública ha creado dificultades en la práctica de la fidelidad conyugal, con la consecuencia de la proliferación del divorcio.
----------La Iglesia, aprobando el ingreso de la mujer en la vida pública civil y eclesial -piénsese por ejemplo en los ministerios femeninos-, ha ofrecido al mismo tiempo lo que podría actuar como contrapeso o como remedio a las dificultades antes mencionadas con la publicación de una masa considerable de enseñanzas sobre la mujer y sobre la familia, que constelan el magisterio de la Iglesia, desde el Mensaje del Concilio a las Mujeres hasta la exhortación apostólica Amoris laetitia del papa Francisco.
----------Importante, por otra parte, es la presentación de la Santísima Virgen María como ideal de la mujer, virgen, esposa y madre, "tipo" de la Iglesia. Sobre esta temática el Magisterio pontificio ha insistido mucho en las últimas décadas. Esta indicación también resulta útil para ennoblecer la presencia de la mujer en la vida pública. Pero hay que tener presente que la virginidad de María no está motivada por exigencias ascéticas, como ocurre en nosotros, dado que María está exenta de la culpa original, sino que tiene una justificación meramente teológica, en cuanto ella es Madre de Dios, que es purísimo Espíritu no sexuado.
----------Sin embargo, dado que Dios es creador del sexo y del placer que él proporciona, Él lo contiene en Sí mismo virtualmente, como la llama de la vela está contenida y sobrepasada en el calor del sol. María, por tanto, al unirse con el Padre para generar al Hijo, no ha experimentado el placer sexual, pero no porque ella fuera frígida, cosa que sonaría ofensivo para María, sino porque el placer sexual estaba virtualmente contenido y superado infinitamente por la sombra del Espíritu, que "la cubrió", la envolvió, penetró en ella y la fecundó.
Conclusión
----------En definitiva, en esta vida, el sexo está en las condiciones similares a las de un miembro fracturado, que debe ser protegido por el momento mediante una enyesadura. Pues bien, la castidad es como esta enyesadura. Así, el sexo de aquí abajo es un sexo enyesado. Sería imprudente ahora hacerlo funcionar sin esa protección. Pero cuando la fractura haya sanado, haya sido recompuesta, al término de la vida presente, entonces la enyesadura será quitada, es decir, la abstinencia ya no será necesaria y el sexo entendido en el sentido que he dicho podrá funcionar libremente, incluso si ahora no sepamos cómo será eso.
----------O bien se puede parangonar la práctica de la abstinencia sexual con el ayuno cuaresmal. La abstinencia sexual sirve para preparar el banquete pascual de la futura resurrección. Ya desde esta vida, como he dicho, tenemos ciertos precursores o anticipos o pregustaciones de la resurrección: es la castidad de los religiosos, así como el IV domingo de Cuaresma, llamado Laetare, o la Solemnidad de la Transfiguración, representan una pausa, un paréntesis, un alto, en la fatiga, y el destello de la luz pascual.
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