lunes, 22 de enero de 2024

Tomás de Aquino y la sexualidad humana en la resurrección (2/3)

¿Qué es lo que pensaba Tomás de Aquino cuando hablaba de la ordenación de la sexualidad a la perfección de la persona? ¿Tenía en mente las cualidades espirituales del varón y de la mujer, derivadas de la diferencia sexual, de lo cual habla el Magisterio actual de la Iglesia? Sus explícitas afirmaciones no nos permiten absolutamente afirmar esto. El principio tomista, ya avanzado para sus tiempos, tiempos en los cuales ya era mucho demostrar que el acto conyugal no era un pecado venial, no podía ofrecernos esas conclusiones y esos desarrollos que sólo la sexología moderna ha realizado. Sería pedir demasiado a santo Tomás. Pero debemos estarle agradecidos por habernos dado las premisas con las cuales las teorías recientes sobre este tema pueden encontrar su auténtica fundamentación, evitando las tentaciones materialistas. [En la imagen: fragmento de "Tentaciones de San Jerónimo", óleo sobre lienzo, c.1640, de Francisco de Zurbarán, conservado y expuesto en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, Cáceres, España].

El doble significado de la sexualidad humana
   
----------En el pasado, tanto la existencia como el ejercicio de la sexualidad, en el ámbito de la moral católica, eran considerados sólo en relación a su fin intrínseco y específico, es decir, la procreación. La verdadera moral católica no ha tenido nunca dudas sobre la bondad de la sexualidad, con tal que fuera realizada según el orden moral. Valga afirmar claramente esto contra las insistentes calumnias de muchos actuales enemigos de la Iglesia y enemigos también de la verdadera dignidad de la sexualidad humana.
----------Debemos sin embargo reconocer que tanto la más acreditada sexología moderna, como el Magisterio actual de la Iglesia, después del Concilio Vaticano II, reconocen a la sexualidad humana, no sólo su significado procreativo, sino también un significado personal "unitivo", que es sumamente importante precisar, y el mismo Magisterio hoy se encarga de ello, contra ciertos equívocos de los llamados moralistas "personalistas" que entienden tal significado personal de modo tal de ofender el significado procreativo, lo que termina por falsificar el verdadero significado personal de la sexualidad.
----------Según tales moralistas, el significado "personalista", distinto (como es distinto) del procreativo, justificaría actos sexuales deliberadamente frustrados en su natural e intrínseca orientación procreativa. Esto implica, en la concepción de estos moralistas, una indebida separación, en el ejercicio de la sexualidad, entre el acto y el fin, para nada justificada por la instancia, como la llaman ellos, "personalista", la cual, por el contrario, puede y debe ser respetada, pero solamente respetando la naturaleza del aspecto procreativo.
----------El significado personal de la sexualidad puede implicar su ejercicio como puede también no implicarlo. Y si lo implica, como en el matrimonio, no tiene ningún derecho de frustrarlo en su natural orientación procreativa. En este artículo veremos cómo para santo Tomás de Aquino se puede recabar una concepción personal de la sexualidad en las condiciones de la abstinencia sexual virtuosa, que tiene una especial expresión suya, en la vida presente, en la castidad religiosa, "signo" de la castidad de la resurrección.
----------Los principios tomistas del significado personal de la sexualidad no se encuentran en los tratados de ética sexual, sino en la escatología, y esto por el hecho de que tal significado, en el sentido que explicitaremos más adelante, no es atribuido por santo Tomás a la actividad sexual, sino a su ser, presente en la resurrección, a diferencia de su actuar, que habrá cesado, en cuanto ligado a la condición terrena.
----------Ahora bien, todo ser tiene un fin suyo propio. Por eso santo Tomás, habiendo afirmado la falta, en el cielo, de la actividad sexual, y por tanto la ausencia de su orientación procreativa ("genital"), se encuentra frente al problema de dar a la naturaleza de la sexualidad (no ya a su actuar) una finalidad nueva, diferente de la procreación. Es así que en él encontramos un principio a nuestro juicio muy importante y fecundo, que justifica una auténtica concepción personal de la sexualidad: el principio según el cual en el cielo la diferencia sexual está constituida "ad perfectionem individui" (cf. Sent. III, d.12, q.3; Suppl. 81, 4, 2m; Cont. Gent. IV, 88).
----------En el cielo la diferencia sexual, para santo Tomás, en cuanto experiencia sensible, estará únicamente al servicio del amor espiritual y de la contemplación divina, dado que habrá desaparecido todo contraste entre sentido e intelecto, entre apetito sensitivo y voluntad: "(In resurrectione) occupatio circa sensibilia sentienda in nullo impediet divinam contemplationem" (Suppl. 82, 3, 4m: "En la resurrección, la ocupación en las cosas sensibles, en nada impedirá la contemplación divina"), y más en especial modo, "quanvis sit differentia sexuum, deerit tamen confusio mutuae visionis, quia aberit libido incitans ad turpes actus, ex quibus confusio causatur" (Suppl. 81, 3: "aunque haya diferencia de sexos, faltará sin embargo la confusión de la mutua visión, porque estará ausente el capricho que incita a actos vergonzosos, por los que es causada la confusión").
----------El significado "unitivo" de la realidad sexual aparece evidente de estos textos en prospectiva escatológica: transfiramos tal significado, según las modalidades imperfectas e incoativas que le competen, a la condición terrena, y obtendremos los datos de la más reciente sexología y de la enseñanza más reciente del Magisterio.
   
El significado personal de la sexualidad humana
   
----------La instancia personal de la sexualidad está ya implícitamente contenida, como hemos visto, en santo Tomás; sin embargo de hecho los tomistas hasta fines de los años 1970s (con la excepción, por cuanto sé, de Maritain, cf. Faisons-lui une aide semblable à lui, publicado en Nova et Vetera, XLII, 4, 1967, pp.241-254), no habían pensado explicitarla, acaso por el hecho de que los gérmenes de esta teoría no se encuentran, como hemos dicho, en los tratados expresamente dedicados a la ética sexual, sino en la escatología, un tratado poco estudiado y desarrollado, acaso a veces por inconscientes prevenciones fideístas o filoprotestantes, o acaso también por una actitud de suficiencia frente a la ingenuidad de ciertos problemas (pensemos por ejemplo en la cuestión en la cual santo Tomás se pregunta si el cuerpo resucitado tendrá uñas y cabellos); sin embargo, en mi opinión, no nos debemos dejar impresionar por tales aspectos exteriores sin darnos cuenta de la actualidad del enfoque de fondo, sobre todo en relación con el tema que nos interesa.
----------Pero antes de seguir adelante, quisiera hacer una aclaración que creo pertinente: al decir líneas arriba, que los gérmenes de esta teoría nacen no en los tratados expresamente dedicados a la ética sexual, sino en la escatología, no pretendemos excluir que estos tratados se encuadren en una ética de la persona, por la cual la solución de los problemas atinentes al comportamiento sexual sean dictadas por una exigencia de afirmación de la dignidad de la persona. Aquí por "significado personal" de la sexualidad, entendemos algo específico que emergerá, así lo espero, de cuanto estamos por decir.
----------Así, de hecho, se ha dado que esta instancia, que habría podido ser explicitada y auténticamente fundada por estudiosos tomistas, ha sido en cambio propuesta al mundo de la cultura por los ambientes freudianos, pero lamentablemente con las vestimentas materialistas que de hecho el freudismo implica. Es solamente de finales de los años 1970s, como hemos dicho, y por obra del Magisterio de la Iglesia, la recuperación de esta instancia y la elaboración de una auténtica fundamentación suya, de lo cual el freudismo, a causa de sus falsos principios, había sido incapaz. Así de hecho ha sido el Magisterio el que ha cumplido esa labor de explicitación de las sugerencias tomistas, algo que los tomistas mismos no habían pensado hacer.
----------¿Pero en qué consiste exactamente esta instancia personal, y cómo debe ser delineada? Ella radica en la idea de una influencia de la sexualidad sobre la totalidad de las funciones de la persona, incluso de las espirituales, tal como para causar, también a ese nivel, una específica diversidad entre el varón y la mujer, con consecuente recíproca complementariedad; de donde emerge el significado indirectamente unitivo, también sobre el plano espiritual o "personal", de la sexualidad.
----------En Freud, el cual como bien sabemos no cree en la trascendencia del espíritu sobre la materia (y por tanto sobre el cuerpo, y sobre el sexo), esta influencia está explicada con el hecho de que también las manifestaciones "superiores" o "espirituales" de la vida no serían otra cosa más que manifestaciones o "sublimaciones" de la "sexualidad" ("libido"), la cual, permaneciendo en sí misma siendo una energía puramente instintiva, estaría sujeta a dos niveles fundamentales de autoafirmación: una, típica y explícita, que Freud llama "genitalidad"; y la otra, derivada, atípica y enmascarada, pero que sigue siendo todavía sexualidad, y que asume de hecho como tal, en Freud, el término específico de "sexualidad". En esta, la "genitalidad" permanecería igualmente presente, en el estado latente y de inhibición, y como enmascarada por las formas así llamadas "superiores" o "espirituales" (moralidad, arte, religión, mística, inteligencia, etc.).
----------La forma derivada estaría por tanto para Freud en el origen de todas las otras formas y funciones "diferentes" de aquella genital. Ellas por otra parte son vistas por Freud con sospecha e indignación en cuanto consideradas como hipócrita adecuación al código moral corriente, o con compasión, en cuanto vistas como instrumentos de represión del libre y sincero afirmarse de la energía libidinosa, que, según él, es la única verdadera energía vital fundamental: sólo el libre expresarse de ésta, sin las inhibiciones del "super-yo" (que para él es la razón que impone la ley moral), garantiza el hombre la serenidad y la salud mental.
----------Por el contrario, cualquier forma de control del instinto libidinoso en nombre de leyes o ideales a él "superiores" no haría más que conducir al sujeto a la hipocresía, a la frustración y, al final, a la demencia. Para una documentación y una verificación de estos mis juicios sobre Freud, pueden consultarse los dos trabajos de Albert Ple: Freud y la moral, Studium, Madrid 1974, y Freud y la Religión, BAC, Madrid 1970. Véase también Jacques Maritain: Freudismo y Psicoanálisis, en Cuatro ensayos sobre el espíritu en su condición carnal, Club de Lectores, Buenos Aires 1978; y Card. Pericle Felici: Siegmund Freud e la Psicoanalisi, en Problemi di Etica sessuale, Ed. Centro Volontari della Sofferenza, Roma 1979.
----------Partiendo de una concepción que admita en cambio, como es debido, el primado de lo espiritual, ¿cómo deben ser juzgadas estas teorías? Es necesario decir que es cierto que existe el mencionado influjo de la sexualidad; pero ello debe ser concebido de modo de no prejuzgar a la autonomía y superioridad de la vida espiritual-racional respecto de la vida sexual. ¿Cómo conciliar estas dos visuales aparentemente en contraste entre sí? La solución freudiana es simple, como hemos visto, pero falsa. Buscaremos una solución verdadera, aunque sea compleja y necesitada de distinciones.
   
Los principios ontológicos de la sexualidad humana según santo Tomás
   
----------Como buen filósofo, santo Tomás enumera cuatro principios ontológicos de la sexualidad: 1. una causa formal: el alma vegetativo-sensitiva; 2. una causa material: la individualidad corpórea; 3. una causa eficiente: la creación del alma individual por parte de Dios; 4. una causa final, doble, de las cuales una específica y principal: la procreación; y la otra la derivada: la perfección del individuo y de la especie.
----------Causa formal. En cuanto función de la reproducción biológica, el sexo está informado por el "alma vegetativa" (I, 78, 2). En el animal, sin embargo -hombre comprendido- su actividad está guiada por el alma sensitiva en sus funciones cognoscitiva y apetitiva (el "appetitus concupiscibilis": I, 81, 2, c.). Sin embargo, mientras en el animal irracional el comportamiento es últimamente originado y guiado por el apetito sensible, en el hombre, capaz de la superior dirección de la voluntad, el apetito sensible está por su naturaleza hecho para obedecer a la razón (I-II, 56, 4, c.): lo que lo vuelve de algún modo partícipe de la racionalidad (ibid.) y superior, en su condición de existencia, a la condición propia de los brutos (III, 2, 2, 2m), como ha sido confirmado, precisamente a propósito del instinto sexual, por el Concilio Vaticano II (Gaudium et spes, n.51).
----------Por consiguiente, la causa formal de la sexualidad, en el hombre, depende de la animalidad, la cual se predica sustancialmente y formalmente, aunque genéricamente, de la naturaleza humana. La forma de la sexualidad, con sus actividades que le son propias, encuentra por tanto en el hombre un sujeto propio, aún cuando no específico, porque ella pertenece en propio también a los animales; ella encuentra en cambio en el alma racional no el propio sujeto, sino el principio del cual ella emana como facultad ("potentia": I, 77, 6, c.) y en la cual ella está contenida no actualmente sino virtualmente (I, 76, 4, c).
----------Causa material. Es la materia corpórea, en cuanto principio de individuación de la persona humana: las diversidades entre individuo e individuo, en efecto, en las sustancias compuestas (y el hombre es tal), no dependen -según santo Tomás- del alma en cuanto especie, que es idéntica en todos, sino de la particular porción de materia que concurre a formar el compuesto, diferente cuantitativamente para cada uno. Y dado que el alma racional es la forma que especifica la naturaleza humana, entre individuo e individuo no se dan diferencias específicas o de naturaleza sino solamente "diversidades" ("differentia secundum numerum", CG, II, 83, o "diversitas secundum substantiam, et non secundum speciem", CG, II, 81): diversidades cuya inteligibilidad, totalmente inmersa para nosotros en la materia, se manifiesta solamente a través de las propiedades empíricas, que pueden ser objeto de la ciencia experimental, cual es precisamente la sexología.
----------Para santo Tomás de Aquino, el sexo, y en particular la diferencia sexual (macho y hembra) depende, como de su principio material, de la misma individualidad: "ex principiis individui" (Quaestio de Anima, a.12, 7m); "Considerata natura individui, debetur diversus sexus diversis hominibus" (Summa Theologiae, Suppl., 81, 3). De lo que se sigue, a nivel epistemológico, que no es posible reconducir el conocimiento de la diferencia sexual a la pura inteligibilidad de la filosofía, como nos es posible para la diferencia específica de la humanidad como tal, y debemos contentarnos con captar tal inteligibilidad indirectamente, en nociones empíricas, según el método propio de la ciencia experimental de la naturaleza física.
----------En la diferencia sexual podemos por tanto captar, con tal método, una "tipicidad subespecífica", como la llama Maritain, sobre todo si se tiene en cuenta el hecho que para santo Tomás las diversidades individuales entre las personas humanas no dependen exclusivamente de la materia, como sucede en las sustancias puramente materiales (animales comprendidos), sino también de las almas individuales, la cual individualidad depende directamente de la acción divina al momento de su creación (cf. De Pot., q.3, a.10, resp.).
----------La diferencia sexual pertenece no a la especie sino al individuo. Masculinidad y feminidad son propiedades del individuo, no de la naturaleza humana en cuanto tal, que es indiferente al hecho de ser varón o mujer. La masculinidad no da -en cuanto tal- a la naturaleza humana una particular perfección o madurez, sino que se agrega a la naturaleza humana como su ulterior perfección modal, en modo diverso y complementario respecto de la feminidad, cuya naturaleza propia no es en absoluto inferior a la naturaleza de la masculinidad: la feminidad no es una masculinidad imperfecta, sino que es una forma diferente, con una naturaleza suya propia y original respecto a la forma masculina.
----------El hecho de que la diferencia sexual pertenezca al individuo no quiere decir que no pueda ser objeto de ciencia. Aquí encontramos el límite de los Antiguos: por el hecho de que tal distinción pertenece al individuo, los antiguos no se preocuparon de estudiar científicamente tal tema, también porque pensaban que entre macho y hembra no existiera una diversidad formal, sino sólo material como entre lo perfecto (varón) y lo imperfecto (mujer). Para ellos no existían propiamente dos sexos, sino un solo verdadero sexo: el masculino, del cual el femenino no era sino una realización "occasionata", o sea imperfecta.
----------La diferencia sexual pertenece no a la individualidad de la distinción numérica -ésta sí que no puede ser objeto de ciencia- sino a una individualidad subespecífica dotada de una universalidad empírica y como tal posible objeto de ciencia. En virtud de esta individuación de la especie humana, no sólo el cuerpo sino también el alma se presenta (accidentalmente) como diferente en el varón y en la mujer.
----------Los "principios del individuo", en la persona humana, para santo Tomás, no son solamente "haec ossa", sino también "haec anima" (I, 29, 4). Y dado que la diferencia sexual surge de tales principios, de allí viene que la diversidad entre varón y mujer, sustancialmente física, es sin embargo, accidentalmente y derivadamente, también espiritual. Veremos de aclarar inmediatamente este hecho.
----------Causa eficiente"Deus, secundum suam sapientiam, non praettermitit universalem ordinem rerum, qui est ut tali corporis talis anima infundatur" (I-II, 83, 1, 5m: "Dios, según su sabiduría, no pasa por alto el orden universal de las cosas, que es el infundir tal alma a tal cuerpo"; cf. CG, II, 73): al cuerpo masculino, esto es, Dios hace corresponder un alma a él adaptada, que debemos llamar "masculina" no porque sea ella intrínsecamente sexuada, sino por estar dotada de esa especial proporción con el cuerpo masculino y no con el femenino. Tal proporción implica en el alma caracteres accidentales permanentes especiales, que forman, en su especificidad, la psicología masculina. Se debe decir otro tanto para la mujer.
----------Según esta prospectiva, podemos decir que la diferencia sexual tiene un principio también en el alma, en cuanto el alma es principio de las potencias vegetativo-sensitivas y las contiene virtualmente en sí misma. Aquí encontramos el principio de una auténtica concepción personal de la sexualidad, por lo cual: 1. se salva el primado de lo espiritual; 2. se reconoce el condicionamiento de la diferencia sexual a nivel espiritual; 3. se admite una diferencia, a tal nivel, entre "masculinidad" y "feminidad", y por tanto 4. la posibilidad de una complementariedad recíproca espiritual entre varón y mujer, y 5. de un significado unitivo, o sea personal, de la sexualidad, actuado directamente a través de su ejercicio, en el ámbito del matrimonio; en modo indirecto, mediante su solo ser, que ejercita, aunque en la abstinencia sexual, su influencia sobre el plano del espíritu y de sus actividades propias.
----------La diferencia sexual no depende sólo del cuerpo sino también del alma. El alma no recibe su individualidad solamente del cuerpo, sino también de Dios al momento en el cual ella es por Él creada. No recibe su individualidad antes de informar al cuerpo, sino en el momento en el cual lo informa, que es el momento mismo en el cual es creada: en ese momento ella recibe también su individuación (masculina o femenina) no solamente a causa de un determinado cuerpo (masculino o femenino), sino también, por voluntad de Dios, en orden a un determinado cuerpo (masculino o femenino).
----------Del mismo modo que el alma masculina tiene cualidades propias que la vuelven proporcionada a su cuerpo masculino, así también ocurre con el alma femenina. Se trata de cualidades espirituales puramente accidentales respecto a la especificidad humana (que por tanto no inficionan la identidad de naturaleza), pero necesarias a la forma de la diferencia sexual, y por tanto propiedades esenciales, objeto de ciencia.
----------Téngase en cuenta, sin embargo, que tales cualidades, por otra parte, no son en absoluto el signo de una subordinación ontológica del espíritu al sexo, precisamente porque se trata de cualidades pertenecientes al nivel del espíritu, como tal superior al nivel sexual.
----------De tales cualidades había ya hablado el venerable papa Pío XII, definiéndolas "cualidades particulares espirituales indestructibles, de las cuales no es posible trastornar el orden, sin que la naturaleza misma venga siempre de nuevo a restablecerlo", "caracteres particulares, que distinguen a los dos sexos" y que "se manifiestan con claridad ante los ojos de todos" (Alocución a las Mujeres italianas, del 21 de octubre de 1945); cualidades que "son propias solamente del varón o de la mujer, o bien se encuentran sus atributos en grado y valor diferentes, los unos más en el varón, los otros más en la mujer, de tal modo que para ellos la naturaleza ha dado distintos campos y oficios de actividades" (Alocución a la Acción Católica Femenina, del 24 de abril de 1943). En virtud de tal diversidad y complementariedad recíproca, debe darse no una guía exclusiva del varón frente a la mujer, sino una "mutua coordinación" que ejercite "su influencia en todas las múltiples manifestaciones de la vida humana y social" (21 de octubre de 1945).
----------Causa final. La procreación es el fin específico, natural e intrínseco de la actividad sexual, y por tanto de la sexualidad misma, en cuanto estructurada naturalmente para tal actividad. Pero considerando la sexualidad en su simple existir, prescindiendo de su orientación procreativa, santo Tomás de Aquino encuentra en ella otro valor, otro significado, atinente a la perfección final, escatológica, de la persona humana, y a la suprema belleza, podríamos decir, de tal condición.
----------De aquí resulta cómo, en la prospectiva tomista, la más alta valorización de la sexualidad no sea dada por su ejercicio, propio de la condición terrena, sino de su simple existir, en cuanto ordenado "a la perfección de la persona", ya que esto corresponderá a esa condición final de la resurrección, prefigurada en la tierra, como dice el Concilio Vaticano II, por la castidad religiosa.
----------¿Qué es lo que pensaba Tomás de Aquino cuando hablaba de esta ordenación de la sexualidad a la perfección de la persona? ¿Tenía en mente las cualidades espirituales del varón y de la mujer, derivadas de la diferencia sexual, de lo cual habla el Magisterio contemporáneo? Sus explícitas afirmaciones no nos permiten absolutamente afirmar esto. El principio tomista, ya avanzado para sus tiempos, tiempos en los cuales ya era mucho demostrar que el acto conyugal no era un pecado venial, no podía ofrecernos esas conclusiones y esos desarrollos que sólo la sexología moderna ha realizado. Sería pedir demasiado a santo Tomás. Pero debemos estarle agradecidos por habernos dado las premisas con las cuales las teorías recientes sobre este tema pueden encontrar su auténtica fundamentación, evitando las tentaciones materialistas.

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