domingo, 7 de enero de 2024

La verdadera mística. Y la falsa mística de Karl Rahner (1/4)

En nuestra vida de peregrinos en esta tierra, Dios aparece un tanto misterioso, en su infinitud, a nuestra razón, que es limitada. La luz que nos da el conocerlo es espléndida y beatificante, es guía de santidad; pero al mismo tiempo la esencia divina nos aparece algo oscura y, según la eficaz imagen bíblica, como envuelta en una "nube". [En la imagen: frangmento de "Transfiguración de Jesús", pintura de 1872 de Carl Heinrich Bloch, conservada y expuesta en el Frederiksborg Castle, en Hillerød, Dinamarca].

----------El fenómeno Rahner es un acontecimiento muy raro en la historia de la teología. Se trata de una de esas grandes pruebas que Dios envía a su Iglesia para purificarla, aunque Rahner entendiera de muy diferente modo esta purificación. De hecho, en el espacio de unos cincuenta años (desde 1930 a 1984), con miles de escritos, Karl Rahner [1904-1984] ha logrado abordar casi todos los temas de la teología católica, desplegando sin duda notables cualidades, pero mezclándolas con errores, para terminar construyendo una falso catolicismo, con apariencias innovadoras y de alto nivel, tal como para engañar a muchos en la Iglesia, ya sea en el campo de la teología como en el episcopado. Sólo algunos pocos hasta ahora se han dado cuenta de las insidias y las han puesto en luz. Rahner es uno de esos hábiles impostores, lamentablemente frecuentes hoy en día, denunciados por san Paulo VI (la "autodemolición"), que destruyen a la Iglesia desde dentro.
   
Es posible y necesario formarse un concepto de Dios
   
----------El cardenal Tomás de Vío Gaetano [1469-1534] acertadamente ha subrayado la necesidad de distinguir el conocimiento de la quiddidad o esencia de una cosa (cognoscere quidditatem), del conocimiento por modo de quiddidad o de esencia (cognoscere quidditative). Así, hay dos modos de definir la esencia de una cosa, o de decir qué es una cosa dada, o de establecer sus atributos esenciales: o el modo de la simple atribución, o el modo de establecer cómo un atributo dado se adapta a esa cosa dada.
----------En el primer sentido (cognoscere quidditatem), podemos conocer la esencia de cada cosa, incluso de Dios. En cambio, en el segundo sentido (cognoscere quidditative), no podemos conocer racionalmente la esencia de Dios; pero ella nos es revelada en su propio modo de ser, en su propia intimidad y unicidad, solamente por Jesucristo, que nos promete ver después de la muerte "cara a cara", sin mediación conceptual, el "rostro" o bien la esencia del Dios trinitario. Benedicto XII, en su definición dogmática de 1336, enseña que la beatitud celestial consiste en la visión immediata de la "esencia" de Dios.
----------De hecho, toda cosa es cognoscible, y por tanto conceptualizable, incluso Dios, porque el ente es el objeto del intelecto, cualquier ente, comprendido Dios. Y todo ente es representable en esa imagen mental que es el concepto. En este sentido Hegel tiene razón cuando dice que lo real es racional.
----------Cada ente creado realiza y expresa un pensamiento. Siempre expresa un pensamiento divino y, a veces, también el nuestro. Es así que el intelecto humano, angélico o divino, está constituido en función del ente. No existe pensamiento sino del ente. No existe ente que no sea pensado o pensable.
----------Mientras Dios, creador de los entes, tiene a todos los entes presentes en su mente, para nosotros existen efectivamente cosas en las cuales no pensamos, pero no por eso no son pensables. Un ser impensable o incognoscible no existe. Y para nosotros el conocimiento se produce por medio del concepto, que es la representación espiritual de la cosa.
----------El concepto es el medio mental con el cual nos representamos la esencia de las cosas, por tanto también a Dios, pero sólo en el primer modo (cognoscere quidditatem), al menos con la simple razón. En cambio, con la fe podemos concebir a Dios también en el segundo modo (cognoscere quidditative), y por tanto, conocerlo como Él mismo se conoce, aunque de un modo infinitamente menos perfecto.
----------En la fe no podemos ciertamente igualar la ciencia que Dios tiene de Sí, porque es infinita, mientras que la nuestra es finita; sin embargo, al menos podemos participar de esta ciencia. Podemos, como dice el apóstol san Pablo, "poseer el pensamiento de Cristo" (1 Cor 2,16).
----------En esta vida nosotros tenemos la necesidad de conocer a Dios por medio de conceptos, que son los conceptos de la teología natural. Pero esta necesidad vale también para el conocimiento de fe. Y aquí tenemos entonces los dogmas, es decir, la doctrina de la fe, principio de la teología revelada, que es la teología cristiana.
----------En efecto, aunque la fe nos permita conocer a Dios y nos revele a Dios en su íntimo misterio, vale decir, quidditativamente, el conocimiento que de Él tenemos en esta tierra sigue siendo indirecto, por medio de los efectos, "como en un espejo" (1 Cor 13,12), en la mediación de las creaturas y de la Palabra de la Escritura y por tanto de los conceptos y de las imágenes. Sólo en el paraíso del cielo, una vez superada la necesidad del uso de los sentidos y, por tanto, de los conceptos, el alma bienaventurada podrá ver inmediatamente e intuitivamente la esencia de Dios quidditativamente.
----------Para concebir a Dios tenemos necesidad de conceptos, que sepan trascender la imaginación y logren desembocar en lo puro inteligible (cf. santo Tomás, Comentario al De Trinitate de Boecio, q.VI, a.2), porque Dios es purísimo Espíritu absolutamente exento de materia. Esto no quiere decir llegar a conceptos que de algún modo no hagan referencia a la imaginación (cf. santo Tomás, Summa Theologiae, I, q.84, a.7), porque eso sería imposible en la vida presente. Pero esta referencia concierne sólo al modo del conocer y no necesariamente al contenido, que puede ser puramente espiritual o trascendental.
----------Las nociones trascendentales proporcionan sus propios conceptos, porque ellas tocan tanto al ente finito como al ente infinito; mientras que las creaturas sensibles pueden proporcionar conceptos metafóricos, en cuanto podemos parangonarlas a Dios, considerando la analogía de su acción con la divina, como por ejemplo la imagen del fuego o del agua o del viento, etc. (cf. Summa Theologiae, I, q.13, a.3).
----------Nosotros, por tanto, podemos pensar y conocer la realidad espiritual (alma, ángel, Dios), porque la razón exige su existencia, pero aquí abajo no podemos conocer su esencia en sí misma, sino sólo mediante la noción analógica del ente y de sus propiedades trascendentales, partiendo de las cosas sensibles. Al respecto, téngase en cuenta que la existencia de la realidad espiritual, además de ser demostrada por la filosofía (Platón), es también dogma enseñado por el Concilio Lateranense IV de 1215 y también por un artículo del Símbolo de la fe (invisibilia). Contrariamente a esto, Rahner, asume la concepción kantiana del concepto, según la cual el concepto no puede trascender los fenómenos porque no puede trascender la imaginación.
----------Rahner entonces admite, como Kant, un saber trascendental, que tiene por objeto el espíritu, por tanto a Dios, pero no entendido Dios como ente extramental, sino como dato originario de la autoconciencia o como conciencia originaria. El trascendental rahneriano, como el kantiano, no es realista, como el tomista, sino idealista, por lo cual el trascendental es una forma a priori "vacía", "llenada" por la imaginación.
----------Por lo tanto para Rahner el concepto, que para él es sólo empírico (el "categorial"), no sirve para el conocimiento de Dios, del Cual también reconoce la espiritualidad. De aquí el recurso a la "experiencia trascendental" a priori y preconceptual, que estaría en el origen de la conceptualización.
----------Está claro, sin embargo, que Rahner no puede dejar de expresar esta "experiencia" inefable y atemática también en conceptos, para hacernos saber de qué está hablando. Sin embargo, resulta que estos conceptos ya no son los de la metafísica realista, sino los del trascendentalismo idealista.
----------Por ello, el trascendental rahneriano, al igual que el kantiano, está siempre conectado con lo "categorial", es decir, con lo empírico, por lo cual, a diferencia del verdadero trascendental, que trasciende la experiencia y que es el ontológico tomista, no llega a trascender conceptualmente la experiencia para hablar de Dios, puro Espíritu, en conceptos. Si habla de ello, se ve constreñido a servirse de metáforas y de imágenes. Por lo tanto, en Rahner al fin de cuentas la teología se transforma en mitología.
----------En esta vida, en cambio, conocemos a Dios y lo nombramos por medio de conceptos trascendentales de razón y de fe, porque, incluso cuando lo conocemos por modo quidditativo, como en el dogma de la fe, los mismos conceptos de fe son siempre conceptos, que Cristo ha tomado de nuestro conocimiento natural de Dios, pero dándoles un nuevo significado, como para poder expresar el conocimiento por modo quidditativo (interesante al respecto es la obra del padre J.-H.Nicolas OP, Dieu connu comme inconnu.Essai d’une critique de la connaissance théologique, Desclée de Brouwer, Paris 1966).
----------Por ejemplo, Jesús supone nuestro concepto natural de Dios, recabado de la razón, pero nos dice que Dios es su Padre y nuestro Padre. Estas palabras de Jesús quieren decir que Él, sirviéndose de un concepto simplicísimo, podríamos decir un concepto ya presente en la infancia, como es el concepto de "padre" (hebreo abbá = papá), nos hace conocer a Dios en su propia esencia, quidditativamente, algo completamente superior e ignoto a cuanto la razón ya sabe por sí sola de la esencia de Dios.
----------Ahora bien, la razón natural, partiendo de las creaturas y aplicando el principio de causalidad, puede saber que existe Dios y puede establecer muchos atributos de su esencia, conocida no en su modo propio, quidditativamente, sino indirectamente, como causa del mundo, por analogía con las entes creados.
----------No existe en absoluto, como sostiene Rahner, una "experiencia originaria de Dios" a priori, precedente a la conceptualización. El saber humano no parte de Dios, sino de las cosas y partiendo de ellas se eleva al conocimiento conceptual de Dios. Si queremos hablar de una "experiencia de Dios", esta es la experiencia mística, que llega a la cima del conocer y no se encuentra en el inicio (cf. Karl Rahner, Meditaciones sobre los Ejercicios de San Ignacio, Herder, Barcelona 1986, pp.9-15).
----------Pero Dios aparece un tanto misterioso, en su infinitud, a nuestra razón, que es limitada. La luz que nos da el conocerlo es espléndida y beatificante, es guía de santidad; pero al mismo tiempo la esencia divina nos aparece algo oscura y, según la eficaz imagen bíblica, como envuelta en una "nube".
----------Indudablemente, el concepto de Dios que podemos formarnos en esta vida, incluso el concepto recabado de la fe, es un concepto verdadero y adecuado al objeto, porque la verdad es adecuación (adaequatio) al objeto; sin embargo es imperfecto, porque no comprende el objeto tanto como es comprensible. Sólo Dios, realidad infinita, puede comprenderse perfectamente y totalmente a Sí mismo.
----------Pero para nosotros, a los fines de nuestra bienaventuranza, no es necesaria esta comprensión, porque para nosotros es suficiente comprender de Él sólo cuanto de Él para nosotros, seres limitados, es comprensible. Lo importante es quedar saciados. Es suficiente que nuestro pequeño vasito esté lleno. No tenemos necesidad de beber todo el océano. El hecho de que podamos conocer el Infinito, no quiere decir que nuestro saber sea infinito. A nosotros nos basta conocer finitamente el Infinito.

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