El querer partir ex abrupto con la mística, degradándola y profanándola en la banalidad (cuando va bien) de un saber "cotidiano", con la supresión de la ascética, ha conducido a Rahner a una falsa mística, a la vez buenista, hedonista y pretenciosa, que requiere más que nunca la restauración de la concepción tomista. No se trata de rechazar en bloque la modernidad, como quisiera un cierto tomismo preconciliar, sino que, a la luz del Aquinate, se trata de examinar y asumir de la modernidad lo que en ella es conforme a la Palabra de Dios. [En la imagen: fragmento de "Filósofo en meditación", óleo medio sobre madera de roble, de 1632, obra de Rembrandt, pintura conservada y expuesta en el Museo del Louvre, París, Francia].
La verdadera mística
----------La verdadera mística es iluminación y no negación, ni fracturación o disolución del concepto. Así, si un hectolitro de vino no cabe en una botella, no se debe tirar ni romper la botella para tragar el vino del barril, sino que se debe simplemente llenar la botella.
----------La mística supera el concepto no en relación a lo que el concepto concibe o contiene, que es Dios mismo, sino a su modo imperfecto de concebir. Lo importante es beber ese vino, aunque el modo de beberlo es desproporcionado con la cantidad de vino contenida en la barrica.
----------Por cierto, no hay necesidad de recurrir al racionalismo hegeliano para respetar la dignidad del concepto. La alternativa rahneriana entre escepticismo y racionalismo es una falsa alternativa. Se remedia a Hegel no con Heidegger, sino con santo Tomás de Aquino. No se remedia la arrogancia del concepto humillando el concepto, sino haciéndolo funcionar como se debe.
----------Si es verdad que nosotros no podemos comprender racionalmente en el concepto la esencia de Dios como creía Hegel, por otra parte el escepticismo luterano u ockhamista de la razón corrupta, que se hace sustituir por una "fe" irracional, es igualmente dañoso para la salvación del hombre.
----------En el conocimiento místico, o experiencia mística, le falta al místico la palabra para expresar lo que ha sentido, no porque el místico no sepa concebir a Dios según el dogma y hablar de ello según el lenguaje de la Iglesia, de la Sagrada Escritura y de la buena teología especulativa, o no tenga el místico confianza en estos valores, sino porque aquello que el místico concibe de Dios en el concepto de fe, le permite, gracias al don de la sabiduría, advertir afectivamente la presencia de Dios en su conciencia de un modo completamente personal, por lo tanto difícilmente comunicable a otros o expresable.
----------Por eso, incluso cuando los místicos intentan describir su experiencia, siempre precisan que cuanto dicen está inmensamente por debajo de cuanto efectivamente han experimentado. Sólo otro místico que hubiera tenido la misma experiencia podría entender, así como yo puedo describir una flor a otra persona que no la conoce. Pero para saber cuál es su perfume, es necesario que lo experimente.
----------La experiencia o contemplación mística es el vértice y el fin, no el inicio o punto de partida del camino de la razón en el conocimiento de la realidad. Está aquí el error gravísimo de Rahner: el creer que el conocimiento humano comience con la experiencia atemática preconceptual ("Vorgriff"), llamada por él "originaria", además en gracia ("existencial sobrenatural"), del ser ("experiencia trascendental") y de Dios, que da origen a, o es seguida por, la experiencia de los sentidos, así como la conceptualización ("categorización") del yo, de las cosas y de Dios mismo, incluidos los dogmas de la fe.
----------Se trata ciertamente, de una vieja tesis modernista ya condenada por el papa san Pío X en la encíclica Pascendi. En realidad, el camino de la razón es el contrario: comenzamos con la experiencia sensible de las cosas, de nuestro yo y de las otras personas. Aplicamos el principio de causalidad (Rm 1,20) por analogía (Sab 13,5) y así llegamos a saber con total certeza que Dios existe.
----------Predicamos de Dios por excelencia o por eminencia todas las mayores perfecciones metafísicas o trascendentales que conocemos (el ser, el espíritu, la verdad, la bondad, la belleza, la determinación -aliquid-, la perfección, la unidad, etc.), negamos la finitud propia de su modo de ser en las creaturas, y al final nos encontramos ante el divino Misterio, del cual sabemos que existe, pero no lo conocemos quidditativamente (cf. santo Tomás de Aquino, Comentario al De divinis nominibus de Dionisio el Areopagita, cap.I, lect.III, cap.VII, lect.IV, Edizioni Marietti, Torino-Roma 1950).
----------Llegamos, como decían san Agustín de Hipona, san Buenaventura de Bagnoregio y Nicolás de Cusa, a aquello que se podría llamar una "docta ignorancia". Sabemos que el más allá de aquello que podemos conocer de Él con la fe nos supera infinitamente. Pero así como no conocemos este "más allá", no podemos más que guardar silencio al respecto. He aquí la mística.
----------El conocimiento esencial de las verdades de fe no puede nunca ser socavado o puesto en crisis por ningún aumento del pluralismo teológico. Esta es una idea equivocada de Rahner, por la cual surge la consecuencia de que hoy, a causa de este enorme pluralismo incontrolable, no podemos nunca estar seguros de conocer todas las verdades necesarias para nuestra salvación. Nos arroja en la desesperación. No comprende que existen certezas de razón y de fe, filosóficas y teológicas, necesarias y suficientes, que ningún pluralismo, por más complejo y diversificado que sea, podrá jamás socavar ni poner en crisis.
----------La única certeza absoluta para Rahner sigue siendo su "experiencia trascendental", que, sin embargo, ha sido demostrada como infundada por los críticos de su pensamiento. Pero ni siquiera las críticas más duras y precisas lograron sacarlo a Rahner de esta su convicción. Rahner no ha reflexionado sobre el hecho de que tanto el saber filosófico, como el teológico y como el de fe, no son como ciertas teorías o hipótesis experimentales, que pueden ser invalidadas por un nuevo descubrimiento.
----------El orden o sistema del saber filosófico y del saber teológico, con sus disciplinas fundamentales, elaborado por santo Tomás de Aquino y por la escuela tomista que le siguió, y que históricamente caracteriza a la teología escolástica en uso durante siglos en la formación del clero, no puede ser cambiado ni puede ser rehecho, porque refleja el orden mismo del espíritu humano querido por el creador y constitutivo de la naturaleza humana, así como en la biología o en la fisiología humanas las funciones esenciales no tienen necesidad de revisiones, reformas o mejoras periódicas, como se cambia el automóvil o la computadora, sino que simplemente tienen necesidad de ser hechas funcionar de acuerdo a sus reglas propias.
----------Indudablemente el Concilio Vaticano II ha promovido una profunda reforma de los estudios eclesiásticos, pero esto lo ha hecho confirmando la vigencia de la guía maestra de santo Tomás de Aquino en los estudios. Y los Romanos Pontífices han mantenido esta directriz. De hecho, recientemente y repetidamente el papa Francisco a confirmado a Tomás de Aquino como Doctor communis Ecclesiae. La "filosofía neoescolástica", de la cual Rahner proclama su final y acabamiento, no es otra cosa que la tradicional teología escolástica, desde siempre apoyada por la Iglesia. Rahner quería sustituir con su teología modernista a la de santo Tomás y lamentablemente, en muchos ambientes formativos y de estudio de la Iglesia, Rahner ha logrado su intento, haciéndolos desviar de las directivas de la Iglesia.
----------Como ya notaba san Pío X en la mencionada encíclica Pascendi Dominici gregis, el modernismo conduce a un falso misticismo, caracterizado por una turbia emotividad, y por un lenguaje ambiguo, que se burla de la teología escolástica, la cual en cambio, bajo la guía de santo Tomás de Aquino (cf. J.-P.Torrell OP, Tommaso d’Aquino maestro spirituale, Città Nuova, Roma 1998), como resulta de los estudios de Gardeil (cf. Ambroise Gardeil OP, La structure de l’âme et l’expérience mystique, Librairie Victor Lecoffre, Paris 1927), de Garrigou-Lagrange (cf. Perfection chrétienne et contemplation selon S.Thomas D’Aquin et S.Jean de la Croix, Editions de La Vie Spirituelle, Saint-Maximin,Var, 1923; Les trois âges de la vie intérieure prélude de celle du ciel, Les Editions du Cerf, Paris 1938) y de Maritain (cf. Expérience mystique et philosophie, en Les degrés du savoir, c.V, Desclée de Brouwer, Bruges 1959,pp.489-573), es la sólida garantía, fiel al Magisterio de la Iglesia, del acceso a la teología mística y por tanto a la experiencia mística.
Una mística sin la ascética
----------La teología ascética y mística ha surgido, a partir del siglo XVII, en reacción al laxismo protestante, constituyéndose como una rama de la teología escolástica. Se trata del complemento final de la teología moral, cuya parte elemental es el tratado sobre las virtudes.
----------La ascética y la mística, en cambio, constituyen el tratado de la perfección, llamado en los primeros siglos "mistagogia", que conlleva a su vez un aspecto introductorio o preparatorio, a saber, la ascética (del griego áskesis = ejercicio), que trata del esfuerzo (Lc 16,16: Fil 3,12; Tt 3,8), del trabajo fatigoso (2 Tes 3,8; 1 Tm 5,17) y de la lucha (Col 1,29; Ef 6,10-20: 1 Tm 1,18; 6,10; Fil 1,27), en vista de la consecución de la perfección. Este nivel de la acción moral dispone, bajo la influencia del Espíritu Santo (de ahí el término "teología espiritual") a la experiencia mística, que es el pináculo de la perfección de la acción moral en la vida presente.
----------Una articulación esencial del sistema del saber teológico, al cual lamentablemente Rahner no menciona, es la conexión entre la moral ascética y la teología mística, materia que algunos sitúan bajo el título de "teología espiritual", expresión usada por Rahner, pero que olvida la consideración de la ascética.
----------A este respecto de la ascética y de la mística, es interesante notar cómo dos teólogos dominicos del siglo pasado, el español Juan González Arintero (cf. Cuestiones misticas, B.A.C., Madrid 1956) y el ya citado francés Réginald Garrigou-Lagrange, profundos conocedores de la historia de la espiritualidad cristiana, han confrontado la espiritualidad dominicana con la ignaciana a través del examen de sus respectivos maestros, y han señalado que, mientras la tradición ignaciana, fundada en la severa disciplina de los famosos "Ejercicios", insiste en la importancia de la ascética y considera que la santidad consista esencialmente en la ascética, permaneciendo la experiencia mística sólo un raro privilegio, para santo Tomás la contemplación mística, efecto del don de la sabiduría, ciertamente preparada por la ascética, no es otra cosa que el pleno desarrollo de la vida cristiana ordinaria como pregustación de la visión beatífica del cielo (Summa Theologiae, II-II, q.45, a.5).
----------Ha sido sólo en los años '30 del siglo pasado que en la Compañía de Jesús se ha iniciado una inversión de tendencia, por obra del padre Joseph Maréchal, el cual, inspirándose en la filosofía de Kant, se ha forjado la convicción, luego aceptada por muchos de sus cofrades, de que la experiencia mística, en su esencia profunda e inexpresable, no sea la culminación perfectiva de la vida cristiana como su plenitud final, sino su base y punto de partida a priori, del mismo modo que para Kant la autoconciencia ("Ich denke überhaupt") es la condición de posibilidad del conocimiento de los fenómenos.
----------La adición que el padre Maréchal le ha hecho a Kant, consistió en que el objetivo o fin hacia el cual tiende la autoconciencia por su esencia sea el ser mismo real (algo en lo que Kant no había pensado) y, en última instancia, sea el mismo Ser divino no todavía conceptualizado, y sin embargo presupuesto a la conceptualización teológica y dogmática. En general, no se advirtió que se trataba de un retorno del modernismo. Así, Maréchal se forjó la convicción de que la mística no se encontrara al final, sino al inicio de la vida espiritual, una mística a priori y no a posteriori, según el modelo del saber "trascendental" kantiano.
----------Rahner, precisamente, ha proseguido sobre este camino iniciado por Maréchal, y lo ha recorrido hasta el fondo y final, sustituyendo el trascendental kantiano por la identidad ser-pensamiento de Hegel y sobre todo por la "precomprensión existencial" (Vorverständnis) de Heidegger, que Rahner llama Vorgriff, dándole tres objetos simultáneamente: el ser, el yo y Dios.
----------Como la mistagogia brahmánica, así la mistagogia rahneriana no entiende al hombre como una creatura pecadora, que debe alcanzar la unión con Dios purificándose del pecado, para participar de la vida divina mediante la gracia, sino que el hombre rahneriano en la "experiencia trascendental", ya tiene a priori una oscura ("atemática") conciencia de su propia divinidad tendencial, por lo cual la mistagogia es conducir al discípulo a la "categorización" o explicitación de esa experiencia divina originaria.
----------Debemos en cambio recordar que la razón debe previamente purificarse a sí misma para poder acercarse dignamente al Misterio, así como la gracia no puede ser acogida en una naturaleza corrupta, el dogma no se presta a ser formulado en conceptos bárbaros y un licor precioso no puede ser vertido en un recipiente sucio. De ahí la función de la ascética como introducción a la mística.
----------La falta de la ascética en la espiritualidad rahneriana depende del hecho de que Rahner, concibiendo la gracia como estructural de la existencia humana, ignora la existencia del pecado como ausencia, privación o pérdida de la gracia, o bien se ve obligado a sostener la tesis luterana del simul iustus et peccator. Para ser perdonados del pecado, es suficiente la experiencia trascendental. No hay necesidad de ninguna "redención" (Juan Gonzalez Arintero OP, op.cit., p.368, nota 2). Por consiguiente, está ausente en Rahner el problema de readquirir la gracia mediante la conversión y la penitencia.
----------No existe la conciencia del pecado como el mal más grave, que el hombre puede cometer o sufrir, y del cual el hombre debe liberarse. Como consecuencia, se niega la función expiatoria y reparadora de la Cruz de Cristo. Cristo es simplemente modelo del hombre, pero está totalmente ausente el satisfecit pro nobis del cual habla el Concilio de Trento. Por eso, también entran en crisis la Misa como sacrificio y el sacerdocio como ofrenda del sacrificio. Estamos en clima luterano, pero de un luteranismo liberal, porque al menos Lutero había conservado el dogma del sacrificio de Cristo.
----------Falta por otra parte en Rahner la conciencia del crecimiento de la gracia, porque, identificando la gracia con Dios mismo (la "autocomunicación" de Dios como constitutivo del hombre), es obvio que, si ésta es la gracia, ella no puede ni crecer ni disminuir. Pero entonces la vida mística no es un perfeccionamiento de las virtudes, una más fácil victoria sobre el pecado, no añade nada a la simple vida cotidiana. Y esto es precisamente lo que sostiene Rahner: como todos y cada uno está en gracia, así cada uno es un místico. En virtud del "cristianismo anónimo" de la "experiencia trascendental", el propio ateo puede ser un místico.
----------Así, el querer partir ex abrupto con la mística, degradándola y profanándola en la banalidad (cuando va bien) de un saber "cotidiano", con la supresión de la ascética, ha conducido a Rahner a una falsa mística, a la vez buenista, hedonista y pretenciosa, que requiere más que nunca la restauración de la concepción tomista. No se trata de rechazar en bloque la modernidad, como quisiera un cierto tomismo preconciliar, sino que, a la luz del Aquinate, se trata de examinar y asumir de la modernidad lo que en ella es conforme a la Palabra de Dios.
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