domingo, 28 de enero de 2024

El sentido como fundamento de la verdad racional (1/2)

El tema del origen de la verdad cristiana, al que nos hemos referido días atrás, sigue estando en primera línea de debate, pues luego de aquellas expresiones del cardenal Giuseppe Betori en L'Avvenire, el presidente de la CEI, cardenal Matteo Zuppi, también se refirió al tema, asumiendo la misma postura que Betori. [En la imagen: fragmento de "Alegoría de los Cinco Sentidos" (con hijos de la familia Muti Bussi), óleo sobre tela, de 1748, obra de Sebastiano Ceccarini, perteneciente a una colección privada, Milano y Pesaro, Galleria Altomani].

La metafísica como fundamento y vértice de las ciencias
   
----------El tema acerca de las fuentes de la verdad cristiana, al que nos hemos referido días atrás al analizar un artículo del cardenal Giuseppe Betori, publicado en L'Avvenire, ha contado con ulteriores desarrollos. El cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bologna, se ha referido, en una exposición de la pasada semana, en su calidad de presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, a la acogida que ha venido teniendo la declaración Fiducia supplicans, precisamente citando pasajes del mencionado artículo de Betori.
----------Al leer esos pasajes de la conferencia del cardenal Zuppi, con la referencia que él hace al cardenal Betori, es fácil advertir que también el arzobispo de Bologna presenta una concepción de la verdad cristiana en función de la salvación. En resumidas cuentas, es la misma posición que había expuesto el cardenal Betori. El defecto que es fácil notar en esta concepción de la verdad cristiana es el hecho de que no se reconoce que la salvación no es fin en sí misma, sino que está dirigida o finalizada en la contemplación y en la visión de Dios, que es la Verdad en sí misma, esa Verdad hecha Persona, que es Jesucristo.
----------Considero, pues, que resultará útil para los lectores, reflexionar de manera sencilla y divulgativa, sobre temas que son basilares para nuestra vida de fe, pues debe saberse que la virtud de la fe, hábito sobrenatural que inhiere en la facultad humana del conocimiento racional, nuestra inteligencia, supone el buen uso de nuestra razón. De ahí que el tratar el tema del acceso a la verdad, es de fundamental importancia a la hora de justificar nuestra fe ante nosotros mismos y ante los demás (la llamada obra de apologética). El tema de la verdad es un tema que siempre nos interpela si deseamos verdaderamente poner en práctica el Evangelio y caminar hacia la salvación. "Por falta de raíz, se secaron" (Mt 13,6) dice nuestro Señor Jesucristo refiriéndose a aquellos hombres en los que la semilla de la fe no hechó suficientes raíces en su naturaleza racional. 
----------Pues bien, en el actual clima de diálogo ecuménico, interreligioso, cultural y científico, resulta evidente que es de fundamental importancia poner en luz la capacidad de la razón humana para captar la verdad, precisamente esa razón que cualifica la dignidad de cada ser humano y fundamenta aquellas que podríamos llamar la fraternidad y la igualdad humanas, sobre las cuales tanto insiste el Santo Padre.
----------Además, recordemos que el conocimiento de fe supone la aceptación de la verdad racional, por lo cual se vuelve imposible la fe si no somos honestos en el reconocer la verdad de la razón.
----------Ahora bien, para santo Tomás de Aquino, la razón humana, en su actividad cognoscitiva, tiene necesidad de fundamentarse en una verdad racional que sea inicial, evidente, obvia, intuitiva, certísima, sin presupuestos, universal, incondicionada, inmutable, irrefutable, que pueda, provista de esas condiciones, dar fundamento y certeza a todas las ciencias, como para promover el saber en todo campo.
----------Esa verdad racional inicial es precisamente el principio de no-contradicción, según el cual "es imposible que un mismo ente tenga y no tenga la misma propiedad bajo el mismo aspecto" (S.Tomás de Aquino, Comentario a la Metafísica de Aristóteles, l. IV, lect.VI, n.600, Ed. Marietti, Torino 1956). Tal principio "depende de la concepción (intellectus) del ente" (Ibid., l. IV, lect. VI, n. 605).
----------El principio de no-contradicción también es llamado principio de identidad, en cuanto implica que cada ente sea sí mismo, es este algo (hoc aliquid) y no otra cosa, sea esto y nada más; tenga por tanto una precisa e inconfundible identidad, que lo determina, lo hace ser aquello que es y lo distingue entre todos los otros entes. También aquello que deviene otro, no es otro hasta que es devenido otro. Por lo tanto, tiene una identidad tanto el ente quieto como el ente en devenir, en el momento en el cual deviene.
----------Ahora bien, este primer principio es establecido y formulado por una ciencia fundamental, máximamente cognoscitiva e intelectual, reguladora y unificadora en relación a todas las demás ciencias, una ciencia que es la guardiana de los contenidos, de las nociones, de los métodos y de los principios universales comunes a todo el humano saber. Y esta ciencia es la metafísica o "filosofía primera".
----------Dice en efecto Tomás: "Todas las ciencias y las artes están ordenadas a una única cosa, es decir, a la perfección del hombre, que es su bienaventuranza. Por lo cual es necesario que una de ellas sea rectora de las otras, y que reivindique el nombre de 'sabiduría'. En efecto, le corresponde al sabio poner orden.
----------Pero -sigue diciendo santo Tomás- para saber cuál sea esta ciencia y acerca de cuáles objetos trata, se puede ver, si se mira diligentemente a como uno está adaptado para gobernar. Así como en efecto los hombres con un intelecto vigoroso son naturalmente guías y reguladores de los demás, [...] así la ciencia máximamente reguladora debe ser aquella que es máximamente intelectual. Ahora bien, ella es aquella que se ocupa de los objetos máximamente inteligibles" (Ibid., Prooemium, p.1).
----------Entonces, santo Tomás de Aquino continúa afirmando que "los objetos máximamente inteligibles podemos comprenderlos en tres sentidos: primero, según el orden del comprender. En efecto, los objetos de los cuales se obtiene mayor certeza parecen ser los mayormente inteligibles. Por lo cual, dado que la certeza científica se adquiere por medio del intelecto por el conocimiento de las causas, tal conocimiento parece ser máximamente intelectual. Por lo cual, aquella ciencia que considera las primeras causas, parece aquella que es supremamente regla de las otras ciencias" (Ibid.). Y esta es la metafísica.
----------"En segundo lugar, según la comparación del intelecto con el sentido. En cuanto que el sentido es conocimiento de lo particular, entonces el intelecto parece diferir del sentido por el hecho de que comprende los universales. Por lo cual es máximamente universal aquella ciencia que se refiere a los principios máximamente universales. Los cuales indudablemente son el ente, y lo que es subsecuente al ente, como lo uno, los muchos, la potencia y el acto. Pero estos objetos no pueden permanecer del todo indeterminados, dado que sin ellos no se puede tener completo conocimiento de cuanto es propio de un género o de una especie.
----------Tampoco se pueden tratar en una ciencia particular, ya que, dado que de ellos tiene necesidad todo género de entes para ser objeto de conocimiento, deberían ser igualmente tratados en cada una de las ciencias particulares. Por lo cual, sigue siendo cierto que estos temas vengan tratados en una ciencia común, que sea máximamente intelectual y reguladora de las demás" (Ibid.). Y esta sigue siendo la metafísica.
----------"En tercer lugar, según el conocimiento intelectual. De hecho, dado que toda cosa tiene valor intelectual por el solo hecho de ser inmune a la materia, de ello se sigue que sean máximamente inteligibles aquellos objetos que están máximamente separados de la materia. En efecto, es necesario que lo inteligible y lo entendido sean proporcionados y del mismo género, dado que el intelecto y lo inteligible en acto son una sola cosa" (una sola cosa intencionalmente, no ontológicamente).
----------"Ahora bien, máximamente separadas de la materia son aquellas realidades, las cuales no solamente abstraen de la materia cuantificada (signata), sino de toda materia sensible. Y no sólo abstractamente (secundum rationem), como las entidades matemáticas, sino precisamente ontológicamente (secundum esse), como son Dios y los ángeles. Por lo cual, la ciencia" (metafísica), "que trata de estos temas, parece ser máximamente intelectual, además de directiva y reguladora frente a las demás" (Ibid.).
----------Esta ciencia es la obra máxima de la razón, opus perfectum rationis, como la llama el Aquinate. Expresa el vértice de las posibilidades de la razón. Se funda sobre la noción del ente en cuanto tal (ens ut ens) y en sus propiedades, y aplicando analógicamente y participativamente el principio de causalidad y de finalidad, viene a demostrar inexpugnablemente la existencia de una causa primera y de un bien supremo, cuya esencia es la de ser, y que en teología y en la religión se llama "Dios".
----------La razón, en efecto, para Tomás, es el poder que tiene el intelecto para proceder en el conocimiento de la realidad, partiendo de una verdad inicial que el intelecto intuye mediante el uso de los sentidos. "El inteligir, en efecto, es la simple aprehensión de la verdad inteligible. El razonar, en cambio, es el proceder de un objeto entendido a otro, para conocer la verdad inteligible" (Summa Theologiae, I, q.79, a.8).
----------Habiendo llegado de este modo a la conclusión del proceso, el intelecto tiene entonces la posibilidad de demostrar la verdad de las conclusiones obtenidas, resolviéndolas o reconduciéndolas a los principios de los cuales ha partido y sobre los cuales se ha fundado.
----------Se constituye así el saber científico, el cual, según la definición escolástica, definición que es bien captada por el pensamiento tomista, es cognitio certa per causas, donde las "causas" son al mismo tiempo lógicas y ontológicas. Lógicas, en cuanto que las premisas, que tienen por objeto los principios, conducen necesariamente a la razón a las conclusiones. Ontológicas, en cuanto que la razón, en la conclusión, establece la causa de un determinado efecto existente en la realidad.
----------La verdad racional, por consiguiente, es la verdad científica, demostrable por la razón, la cual reconduce las conclusiones a la evidencia de los principios racionales o intelectuales, de los cuales ha partido.
----------En efecto, dice el Doctor Angélico: "Es claro entonces que el razonar puede ser comparado con el inteligir, como el movimiento se compara con el reposo, o como el adquirir y el poseer, donde lo primero dice imperfección, mientras que lo segundo, perfección" (Ibid.). Estos principios deben ser verdaderos, porque si no lo fueran, las conclusiones serían falsas.
----------La conclusión, por tanto, conlleva la posesión cierta de la verdad referente a las consecuencias que se pueden extraer de determinadas premisas. Es importante, entonces, para el humano saber, establecer un punto de partida o de apoyo absolutamente cierto, para dar certeza a todo el saber. Y esto es tarea de la metafísica.
----------A continuación, santo Tomás se pregunta si y cómo podemos estar ciertos del primer principio, y por tanto se pregunta si es posible dudar de él. Dado que tal principio debe estar en la base de toda y de cada verdad racional, la duda no puede ser el simple dudar de este o de aquel ámbito de verdad, sino un dudar de la verdad en sentido universal, como tal, porque se debe fundar una ciencia universal, de la cual dependen todas las otras, la cual es la metafísica. Tomás habla luego de "universalis dubitatio de veritate" (Ibid., l. III, lect. I, n. 343). Si no se capta el ente, no se capta nada.
----------Ahora bien, Tomás encuentra que aquí tenemos el único principio acerca del cual es absolutamente imposible dudar, porque si se pone en duda ese principio, para resolver la duda, es necesario referirse al mismo principio: "Si alguien -observa el Aquinate- quisiera demostrar este principio, debería referirse al mismo principio" (Ibid., l. IV, lect. VI, n. 609).
----------Pero Tomás no renuncia a refutar con precisión a aquellos que niegan este principio y que admiten, por tanto, que los contradictorios pueden ser entrambos verdaderos. El Aquinate niega la corrección de esta tesis, y señala que, por el contrario, para poder conocer, el intelecto tiene necesidad de un objeto determinado, que sea eso y no otro. Si en cambio el objeto es y al mismo tiempo no es, si es simultáneamente afirmado y negado, el pensamiento se confunde y queda sin objeto (cf. l. IV, lect. IX).
----------Tomás nota luego cómo "la opinión según la cual la contradicción se verifica simultáneamente, ha venido en mente a algunos, a los cuales les había surgido la duda al considerar las realidades sensibles, en las cuales aparece la generación, la corrupción y el movimiento" (Ibid., lect. X). Pero ellos, observa el Aquinate, se han engañado, porque no han tenido en cuenta la distinción entre ser en potencia y ser en acto, que es una explicación racional del devenir, que no ofende para nada el principio de identidad y de no-contradicción (Ibid).
----------Por otra parte, santo Tomás de Aquino señala que "un juicio cierto de verdad no se puede deducir convenientemente de los muchos o de los pocos, de modo que sea dicho verdadero lo que piensa la mayoría, y se diga falso lo que les parece solamente a pocos, ya que sucede a veces que lo que a muchos les parece plausible, no sea de por sí verdadero" (cf. Lect. XI, n. 671).
----------Por lo demás, el Aquinate constata que en el campo de las experiencias sensibles, una cosa le parece buena a uno; y a otro le parece mala; e incluso a un mismo individuo, primero una cosa le parece buena y luego le parece mala. Por lo tanto, no parece existir veracidad en el sentido. Algunos piensan que el juicio del sentido no es cierto, ya que no siempre juzga del mismo modo. "Por eso, parece que no hay ninguna certeza de verdad, como para poder decir que esta opinión es determinadamente verdadera y la contraria es determinadamente falsa" (cf. Lect. XI, n. 670).
----------Tomás responde que es necesario escuchar a aquellos que en su sensibilidad son sanos y normales y en términos de verdad racional son sabios e inteligentes. Por consiguiente, no es válido el juicio de los enfermos y de los necios (Ibid., n. 671). Con numerosos argumentos el Doctor Communis Ecclesiae expone los criterios que hacen posible la verdad del conocimiento sensible (Lect. XIV).
----------Tomás, sin embargo, acepta la instancia de aquellos que sostienen que no existe un criterio objetivo y universal para distinguir lo sano de lo enfermo y lo sabio de lo necio.
----------"Estas personas -dice santo Tomás (Lect. XV, nn. 708-710)- se preguntan cómo se pueda distinguir con certeza lo sano de lo enfermo, quien está despierto de quien está dormido, al sabio del necio y, en definitiva, en todas las diferencias de opinión, cómo se pueda discernir quién juzga rectamente en todo, dado que a algunos uno parece ser sabio, mientras que a otros parece necio, y así sucesivamente.
----------Pero estas dudas son tontas (stultae dubitationes). De hecho, se asemejan a la duda de quien dudase si ahora estamos dormidos o estamos despiertos. Un discurso de tal género no tiene sentido (horum enim omnium distinctio per se non est). Todas estas dudas proceden de la misma raíz. De hecho, estos sofistas pretenden que se deban exhibir razones demostrativas para toda cosa. Es claro que ellos exigen un principio que actúe como regla para distinguir lo sano de lo enfermo, entre quien está despierto y quien duerme. Tampoco se contentan con conocer esta regla de cualquier modo, sino que quieren admitirla demostrativamente. Pero, según cuanto hemos dicho, se desprende claramente de sus propios actos que ellos se engañan.
----------De esto aparece evidente que su posición es falsa. En efecto, si el juicio de uno que está dormido o el de quien está despierto fuese igualmente válido, de ambos juicios deberían seguir en los actos humanos las mismas cosas: lo cual es falso" (santo Tomás quiere decir que si juzgar que uno duerme o que está despierto fuera lo mismo, debería seguir que ahora yo estoy despierto y al mismo tiempo dormido, lo cual es absurdo). "Pero, aunque sostengan una tesis de tal género y la profesen de palabra, sin embargo, en su mente no llegan al punto de creer seriamente que sea lo mismo el juicio de quien está despierto y de quien duerme. Lo cual se desprende claramente de sus propios actos como se ha dicho.
----------Pero, aunque no están tan engañados como para dudar de esto, es sin embargo su aflicción (passio) o bien su enfermedad de mente, las que pretenden una razón demostrativa para aquellas cosas, de las cuales no puede existir demostración. Y ellos fácilmente creen eso, porque no es difícil asumir esto incluso por vía demostrativa" (Tomás quiere decir que se puede demostrar que el primer principio no puede ser demostrado. ¡Pero esto lo hacemos precisamente recurriendo a ese principio!). "De hecho, la razón demuestra que no todo puede ser demostrado, de lo contrario, se iría al infinito".
----------Tomás luego critica también a otros, los cuales, dice: "no se contentan con plantear esta tesis afirmando que todo lo que aparece, es verdadero, porque según ellos no existe ninguna regla para distinguir con certeza a los que juzgan bien de aquellos que juzgan mal, sino que lo sostienen por pura arrogancia (protervia). [...] Ellos quieren llegar a decir que los contrarios son simultáneamente verdaderos, porque todo lo que aparece es verdadero" (Lect. XV, n. 711).
----------Tomás luego señala que "a menos que se sostenga que todo lo que aparece es verdadero, no se puede decir que todo lo que existe, existe en relación con otra cosa (omnia quae sunt, sunt ad aliquid, que es el principio de lo que hoy llamamos "relativismo"). De hecho, si en el mundo de los valores existen valores absolutos, es decir, no relativos al sentido o a lo opinable, no se podrá decir que para estos valores es lo mismo ser que aparecer. Dice el Aquinate: "Esto, en efecto, importa en relación al sentido o a la opinión, ya que el aparecer es aparecer a alguno: por lo cual será necesario admitir que puede ser verdadero algo que no aparece a alguno. Es evidente, en efecto, que quien afirma que todo lo que aparece es verdadero, concibe todo como relativo, es decir, en relación con el sentido o con la opinión.
----------Por eso, contra los sofistas antes mencionados, que fuerzan el significado de las palabras (quaerunt vim in oratione), si alguien se atreve a concederles la palabra (dare orationem), es decir, a admitir la posición que ellos sostienen, es necesario vigilar y prestar atención para que no se vean inducidos a conceder que los contradictorios son simultáneamente verdaderos. De hecho, no se debe decir que lo que aparece es verdadero en sentido absoluto, sino que lo que aparece, es verdadero para aquel al cual aparece, y para cuanto aparece y cuándo aparece y cómo aparece. Esto nos es lícito decirlo, ya que las cosas no tienen un ser absoluto, sino sólo relativo" (Lect. XV, n. 712).
----------Tomás observa además que, si se quisiera negar el principio de no-contradicción para poder salvar la existencia del devenir, la consecuencia sería que "todo esté en quietud, en lugar de que todo devenga. En efecto, nada deviene lo que ya es, así como aquello que es blanco no deviene blanco. Por tanto, si el ser coincidiera con el no-ser, todo estaría en todo, de modo que todo vendría a ser uno. Y así no se podría decir que una cosa deviene otra" (Lect. XIII, n. 691).
----------Finalmente, Tomás señala que este principio es negado por aquellos que sostienen que el objeto de nuestro conocimiento no es la realidad externa, sensible, que nos circunda, sino que son nuestras ideas (a las que llama especies, Summa Theologiae, I, q.85, a.2), las cuales, por tanto, no se derivarían de las cosas, ni serían representaciones de las cosas, sino que dejarían indecisa o dudosa la cuestión de si nosotros podemos alcanzar y conocer estas cosas o incluso supondríamos que las cosas no existan.
----------El Aquinate entonces objeta que, aparte del hecho que, si el saber tuviera por objeto sólo nuestras ideas, no existiría un saber de la realidad, entrando en el ámbito de nuestro tema, la negación del principio de no-contradicción resulta del hecho de que en esta concepción del conocimiento, tomando como medida o regla o criterio del saber, no las cosas reales, sino las ideas, si la regla de la verdad son sólo las ideas y no las cosas, sucede que "si uno juzga que la miel es dulce, dirá lo verdadero, y de modo similar quien, teniendo el gusto infectado, juzga que la miel es amarga, también estará diciendo lo verdadero".
----------De aquí -observa el Aquinate- la negación del principio de no-contradicción, ya que, si esta concepción del conocimiento fuera verdadera, se seguiría que los contradictorios son simultáneamente verdaderos. Lo que es verdadero para mí, es falso para ti. No existe una verdad objetiva y universal. Lo cual es como decir que no existe la verdad, sino sólo la apariencia subjetiva (el videtur). Una realidad externa, si la hay, es inalcanzable y, en cualquier caso, es imposible ponerse de acuerdo sobre ella.
----------Siglos después, Immanuel Kant dirá algo similar: la cosa en sí es incognoscible; conocemos sólo el fenómeno, incluso si Kant se detiene a precisar que el fenómeno no es un aparecer subjetivo (videtur) para mí o para ti (Schein), sino que es el aparecer (Erscheinung) sensible objetivo, verificable y universal de la cosa en sí, que sin embargo permanece oculta. Piénsese, por ejemplo, en lo que hoy llamamos "fenómeno morboso" o "fenómeno atmosférico" o "fenómeno religioso".
----------En santo Tomás aún no existe la noción de "fenómeno", que será establecida por Kant, por sugerencia de Galileo Galilei, sobre presupuestos idealistas, que ciertamente Tomás no habría aceptado. Sin embargo, la noción kantiana puede ser adaptada al realismo de santo Tomás, con sólo que admitamos que la cosa en sí, que en Kant permanece oculta, pueda revelarse, en su esencia, al intelecto. Sin embargo, en este punto es necesario distinguir, como ha hecho Maritain en Filosofía de la naturaleza (Club de Lectores, Buenos Aires 1980, pp.93-108), la ciencia de los fenómenos de la filosofía de la naturaleza. La primera considera el fenómeno sin captar la esencia de la cosa. La segunda considera la esencia de la cosa. Husserl, sobre presupuestos idealistas, intenta concebir la esencia como fenómeno. Para Heidegger, también él sobre presupuestos idealistas, el fenómeno es "revelación", "aparición", "manifestación" del ser (Offenbarung des seyn).

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