sábado, 20 de enero de 2024

Conversando sobre Dios

No puede sorprendernos que hoy muchísimos hombres y mujeres, con personalidades que arrastran consigo numerosos componentes infantiles, se comporten puerilmente y egocéntricamente en sus relaciones con Dios, y proyecten sobre Él sus sueños de comodidad afectiva. Pero tales carencias no les da derecho a concluir que Dios, no el que se han inventado por facilismo, sino el que han negado por comodidad, el verdadero Dios, no exista. [En la imagen: fragmento de "Dios el Padre", óleo sobre tela, pintado entre 1510 y 1520, obra del italiano Ludovico Mazzolino, conservado y expuesto en el Museo de Arte de Ponce, Puerto Rico].

----------Mi nota de días pasados sobre las palabras del Papa acerca del infierno, en la entrevista que le hicieran en la TV italiana, fue motivo de algunas intervenciones en el foro de este blog. Aunque en realidad debería decir que han sido muchas intervenciones, que lamentablemente se repiten, planteando las mismas dudas y haciendo las mismas preguntas, dándome la impresión que muchos lectores no leen mis artículos ni las respuestas que les doy a los demás lectores. Como no puedo repetir siempre lo mismo, he elegido sólo algunas intervenciones y he respondido sólo a ellas, ya que no puedo decir siempre lo mismo hasta el infinito. Pero esto no es lo que más importa, sino que lo más serio es que no pocos comentarios en el foro revelan la fatiga que nos produce a los seres humanos, pobres creaturas terrenas, concebir adecuadamente la realidad de Dios. 
----------Ya hemos dicho que nos fatigamos en nuestro esfuerzo por comprender cómo un Dios omnipotente, infinitamente bueno y misericordioso, perfecto en sus obras, que remedia todos los males, pueda a la vez permitir la existencia de condenados en el infierno. ¿Cómo puede, ese Dios en quien creemos, admitir la existencia de criaturas, creadas a su semejanza y redimidas por la sangre de Cristo, las cuales sin embargo son castigadas para siempre con espantosos tormentos sin ninguna posibilidad de salvación?...
----------Ya dijimos también que está muy claro que, si Dios, en su libérrimo designio, lo hubiera querido, también habría podido salvar a todos los seres humanos. Era ciertamente una posibilidad. Por cierto, los buenistas transforman esta simple posibilidad en dato de hecho. Sabemos que se equivocan, y nosotros no queremos caer en el mismo error. Pero entonces, ¿por qué de hecho Dios no salva a todos? ¿Por qué permite que algunos Lo rechacen, y Le digan que no? La respuesta es: porque ha tomado más cuidado de que cada uno haga su propia elección, incluso a costa de verSe Él rechazado, en lugar de tener la satisfacción de ser acogido por todos. Él sabe que es el verdadero supremo bien para todos y cada uno. Ciertamente Él se preocupa por la salvación de todos. De lo contrario, no habría dado a su Hijo para la salvación de los hombres. Pero prefiere que cada uno decida según su voluntad, tal es el respeto que Dios tiene de nuestro libre albedrío.
----------Y así concluimos: cada uno de nosotros está puesto ante dos posibilidades en relación a su fin último: o por Dios, y entonces he aquí el paraíso del cielo; o contra Dios, y he aquí el infierno. Todos, al menos implícitamente, lo saben, y cada uno hace su elección. No hay forma de escapar de ello. Nadie puede abstenerse y nadie puede ser neutral, sino que todos están obligados a pronunciarse, a tomar posición.
----------Sabemos bien que no existe el ateo en buena fe. Nadie puede decir: "Dios no me interesa, yo soy ateo y no creo en Dios". Se trata tan sólo de palabras, y bien sabemos que el aire para decirlas es gratis. En realidad, también el que se autodefine "ateo" sabe que Dios existe y que debe y deberá responder ante Él de sus acciones. Todos saben lo que está en juego y cuáles son las consecuencias de su elección.
----------Hay otros dubitantes y vacilantes, en este mundo presente tan dado vuelta y confundido, que se plantean estas cuestiones de otra forma: ¿No será Dios la proyección imaginaria del deseo humano? Quizá así lo sea para algunos cuyo Dios no es más que el que ellos se imaginan. De ellos hablaba Voltaire cuando dijo: "Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y el hombre se lo ha pagado con creces...".
----------Ahora bien, si es cierto que Dios satisface las aspiraciones profundas de la humanidad, eso no quiere decir necesariamente que tengamos que ver en ello una prueba de su inexistencia, como si Dios hubiera sido inventado para llenar nuestros vacíos. Tal vez podríamos pensar que más bien debería ser una prueba de su existencia, pues entonces Él vendría a ser perfectamente coherente con nuestros más secretos deseos.
----------Desde otro punto de vista, hay quienes advierten que, si Dios, satisfacción de nuestras aspiraciones más profundas, constituye la más profunda seguridad de inmenso número de seres humanos, también es su mayor riesgo. Pues al fin de cuentas, ¿qué significa la seguridad para el hombre? Una necesidad, pues desde el seno materno hasta la edad más avanzada de la ancianidad un ser humano sólo puede vivir normalmente en un mínimo de seguridad (hoy se habla de la "seguridad social", y la pagamos por cierto bien cara, aunque sólo nos la da relativamente). La seguridad es hoy una especie de derecho humano: seguridad social, seguros de previsión, seguros de vida, seguro del automóvil, seguridad del empleo, etc.
----------Pero la seguridad no es únicamente material: cada uno de nosotros experimenta la necesidad de ser reconocido y aceptado por la sociedad, por nuestros familiares, por nuestros vecinos, la necesidad de vivir en la libertad física y espiritual, de sentirse amado y apreciado por sus allegados y, sobre todo, la necesidad de apoyar y fundamentar nuestras convicciones en datos verdaderamente sólidos.
----------Sin embargo, en un determinado punto de nuestra vida advertimos que la seguridad no lo es todo en la vida del hombre. La psicología y la sociología han comprobado que los individuos y las sociedades, para nacer y crecer, el niño y el adolescente (y también las sociedades niñas y adolescentes) deben renunciar a ciertas formas de seguridad y soltar amarras. Esto vale también para los adultos (y para las sociedades adultas), pues todo proyecto humano implica una parte de riesgo, y quien quisiera saber siempre dónde asienta su pie se condenaría a no dar un paso, y permanecería "indietristamente" (diría el papa Francisco) irremediablemente anclado a su pasado, sin vivir de veras; lo dice el proverbio: "No se da nada por nada".
----------De modo que, considerado el problema de la existencia de Dios desde este punto de vista, digamos, más existencial, entonces, existe un equilibrio, que hay que saber encontrar entre la seguridad y el riesgo. Si es cierto que es indispensable sentirse arropado cuando se comienza la vida, es preciso luego renunciar a las antiguas seguridades para asumir una vida libre y personal; pues es así como se estructura una sólida personalidad de hombre o mujer. Y esto tanto en el plano natural como en el plano de fe: "Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes..." (Mt 19,21), Algunos se sienten incapaces de dar ese paso; o no quieren darlo. Es aquí donde suelen pesar las fijaciones afectivas, el repliegue sobre sí mismo en un egoísmo sin problemas, un infantilismo pertinaz, etc., con todo lo que ello comporta de temores inconfesados y sordas frustraciones.
----------La vida de fe del cristiano recorre normalmente las mismas fases. El niño de una familia cristiana comienza viviendo en la atmósfera de fe de sus propios padres. Pero luego tendrá que asumir esa fe de una forma personal dentro de vicisitudes y dudas a veces difíciles de soportar, que le plantean los desafíos del mundo en que vive. Hay quienes dan el imprescindible paso, y hay quienes optan por vivir en una "burbuja".
----------Entonces, no puede sorprendernos que hoy muchísimos hombres y mujeres, con personalidades que arrastran consigo numerosos componentes infantiles, se comporten puerilmente y egocéntricamente en sus relaciones con el verdadero Dios, con su existencia y exigencias, y proyecten sobre Él sus sueños de comodidad afectiva. Pero tales carencias no les da derecho a concluir que Dios, no el que han negado por comodidad, o el que se han inventado por facilismo, sino el verdadero Dios, no exista.
----------Al respecto de las deficientes concepciones de Dios, que hoy circulan abundantemente por todas partes, no sólo en ámbitos alejados del cristianismo, sino en el seno mismo de la Iglesia, y en la mente de altos prelados, me vino a la memoria un artículo periodístico que escribiera hace algunos años atrás mons. Nunzio Galantino [n.1948], quien fuera hasta el 2018 Secretario General de la Conferencia Episcopal Italiana. Buscando en la web encontré el artículo todavía en línea, con el cual Galantino había iniciado una columna periodística titulada Abitare le parole, en el diario Il Sole 24 Ore, donde se proponía tratar del significado de algunas palabras-clave de la cultura moderna referente a la relación con el mundo. Y el caso fue que Galantino comenzaba con la palabra Dios, haciendo el 13 de marzo de 2016 referencia al pensamiento del actor y escritor italiano Darío Fo [1926-2016], quien obtuviera en 1997 el Premio Nobel de Literatura.
----------Quisiera extraer del escrito de Nunzio Galantino algunas afirmaciones, que pongo aquí entre comillas, sobre cada una de las cuales me gustaría hacer un comentario.
----------"Dios es una palabra paradójica. Para algunos solo existe el término y no existe el sujeto correspondiente, para otros existe el sujeto correspondiente pero no debe ser nombrado, y según otros tampoco el Dios de Moisés toleraba ser representado". Pues bien, eso es lo que declaraba Darío Fo. Pero nos preguntamos: ¿Y mons. Galantino qué piensa de todo eso? Sin embargo... en el artículo, Galantino no se pronuncia.
----------"Dios es palabra de máxima creatividad [...] Dios es el principal protagonista de la visibilidad [...] Con la palabra Dios, y con la realidad a la cual ella se refiere, podemos permitir a nuestra mente viajar por amplios espacios y tener experiencias extraordinariamente cargadas de vida, tanto partiendo de la palabra y abriéndonos a la fantasía, como partiendo de la imagen para luego reconectarnos con las palabras".
----------Francamente hablando, no veo qué cosa tenga que ver Dios con la "creatividad" y la "visibilidad". Ellas no pertenecen a la teología, sino a la poesía, o a la literatura (el ámbito que era el de Fo), o a la pintura. Fo dice que él no quiere hacer teología. Pero, si quiere hablar de Dios, ¿qué quiere hacer entonces? San Pablo es muy claro. Dice: "Desde la creación del mundo, sus perfecciones invisibles pueden ser contempladas con el intelecto en las obras por Él realizadas" (Rm 1,20). Dios no es objeto ni de la fantasía ni de la imaginación, sino del intelecto. De lo contrario, como dice la Escritura, tenemos un ídolo hecho por nuestras propias manos.
----------"A un niño le costaría seguir nuestro discurso, porque él sabe que detrás de la palabra 'mamá' hay una madre; pero detrás de la palabra Dios ¿qué hay? ¿Qué decirle? [...] Explicar a un niño que también puede llover de realidades invisibles, pero existentes. Con un niño trataría de arreglármelas así".
----------Lo que nosotros debemos decir es que, detrás de la palabra "Dios", está Dios, porque también la mente del niño, en cuanto capaz de razonar, puede saber que Dios existe. Aparte del hecho de que, de todos modos, llega por sí solo, debemos ayudarlo en la aplicación del principio de causalidad, como enseña el libro de la Sabiduría: "De la belleza y grandeza de las creaturas por analogía se conoce al Autor" (Sab 13,5).
----------Nos cuenta Galantino: "Dice Fo: 'Dios no existe. No existe. No me lo creo… Pero…'. Según él, Dios es un gran falsario que se ha inventado a sí mismo, un genio de la Historia, porque ha sabido crear su propia imagen. Un hábil crupier. Su antirreligiosidad me ha parecido gran religiosidad [...] El amor a los demás nunca es suficiente para Dios, mientras que Jesús basa su sentimiento en el amor de dar y no de recibir".
----------Como nosotros tenemos bien presente que Nuestro Señor nos ha pedido: "que vuestro lenguaje sea sí, sí, y no, no", entonces nosotros debemos decir sin ambages, que el discurso de Darío Fo es absurdo y blasfemo. Porque Dios de por sí es bondad y generosidad infinitas, y es el Dios de Jesucristo. Si Cristo da y no es un egoísta, esto depende precisamente del hecho de que él mismo es Dios. No veo en qué consistiría esa "gran religiosidad", que Galantino, con más que evidente adulación, le atribuye a Darío Fo.
----------Luego, Galantino nos quiere convencer de la verdad de la siguiente antropología: "Nosotros los hombres tenemos necesidad de trascendencia y para nosotros los cristianos la esencia de la existencia humana se encuentra en el salir de nosotros, en el ir y en el sentirnos proyectados más allá. Lo que algunos llaman 'auto-trascendencia' no nos lleva sólo a Dios [...] Esta situación pertenece también a un ateo".
----------¿Qué podemos decir de esta parrafada rahneriana? Es cierto que tenemos necesidad de trascendencia, pero no nos confundamos. En primer lugar distingamos. Una cosa es salir de nosotros mismos, que es signo de sociabilidad, y otra cosa distinta es "sentirnos proyectados más allá", que es un fenómeno psicológico, que puede ser tanto normal como patológico. Una cosa es la ulterioridad metafísica, moral o teológica, de la cual se siente atraído el hombre razonable, y otra cosa distinta es la ulterioridad emotiva, irracional y fantástica, que atrae al alienado mental. Es obvio que sólo el primer tipo de ulterioridad estimula la afirmación de Dios.
----------En cuanto a la autotrascendencia, aquí también se debe hacer una distinción. La autotrascendencia, en general, es un acto psicológico, con el cual el sujeto se supera intencionalmente y voluntariamente a sí mismo o va más allá de sí mismo. El espíritu sube, se eleva, se alza hacia un vértice que está más allá de su propio límite. Esta elevación del espíritu, sin embargo, es diferente en el caso de que el impulso venga desde abajo o desde lo alto, es decir, del hombre o de Dios.
----------El hombre puede trascenderse o elevarse hacia Dios porque se deja atraer por Él, en sumisión a Él, y entonces tenemos el trascende teipsum, del cual habla san Agustín, o porque se levanta irguiéndose contra Dios, en antagonismo con Dios. En el primer caso tenemos la humildad, que fructifica en la religión; en el segundo caso tenemos la soberbia, que fructifica en la impiedad y en el ateísmo. Es claro que sólo el primer tipo de trascendencia caracteriza, no la existencia cristiana como tal, sino la potencia o la facultad de su espíritu, ya que la identidad del ser con el actuar sólo existe en Dios.
----------La esencia de la existencia humana en la visión cristiana no se encuentra en ningún "salir de nosotros, o en el ir y en el sentirnos proyectados más allá" o en aquello que alguno llama "auto-trascendencia", sino que consiste en el ser, como dice el Concilio Vaticano II, "unidad de alma y cuerpo" (Gaudium et spes, n.14), creada "a imagen de Dios, capaz de conocer y amar a su propio Creador" (Gaudium et spes, n.12) y nada en absoluto "en el salir de nosotros, en el ir y en el sentirnos proyectados más allá. Lo que algunos llaman auto-trascendencia". En todo caso, se trata de potencias o posibles actos y no constitutivos de la existencia humana. Me gustaría saber de dónde ha sacado Galantino esa definición del hombre. Ciertamente no la ha sacado de la Escritura ni del Magisterio de la Iglesia ni de santo Tomás de Aquino.
----------Termina diciendo Galantino hacia el final de su artículo: "Jesús pide, pretende, exige, el amor difícil, ilógico, paradojal". Pero el hecho es que Jesús no pretende ningún amor "ilógico", sino perfectamente conforme a razón. El amor ilógico es pecaminoso, porque contrastaría con nuestro deber de actuar según nuestra razón. Los ejemplos que trae Galantino o son equívocos o se pueden resolver fácilmente, pero aquí no tenemos el espacio y entonces siempre se puede consultar cualquier tratado de teología moral.
----------Pero al menos quisiera detenerme sólo en el amor por el enemigo, citado por mons. Galantino como ejemplo de "amor ilógico". Nos lo ha mandado nuestro Señor Jesucristo, y en repetidas ocasiones: "si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos" (Lc 6,32s).
----------Pues bien, queridos lectotres, no existe nada ilógico en este amor que nos reclama Jesús, por supuesto si se entiende correctamente, y no como si se nos ordenara amar la enemistad de nuestro enemigo contra nosotros; lo que sería exactamente un pecado de nuestra parte. En cambio, en este mandato de Cristo se encuentra una profunda sabiduría, que da serenidad a la persona ofendida, facilita la conciliación y dispone al adversario a consejos más suaves, haciéndolo dispuesto a pedir perdón y a ser perdonado.

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