jueves, 18 de enero de 2024

La conquista de la castidad (1/2)

La represión del deseo y del placer sexual practicada por la verdadera castidad no tiene como objetivo extinguir la sexualidad, sino, por el contrario, purificarla y devolverle su energía edénica. Es más, es una especie de ayuno que debe preparar el banquete escatológico, porque, según la fe cristiana, el sexo no debe terminar con la muerte, sino que debe resucitar más glorioso que nunca en la futura resurrección. [En la imagen: fragmento de "Alegoría de la Castidad", óleo sobre panel, de 1480, obra de Hans Memling, conservada y expuesta en el Museo Jacquemart-André, París, Francia].

Un ideal a recuperar
   
----------Ciertamente, una de las necesidades más urgentes de la sociedad y de la Iglesia de nuestro tiempo, sobre todo en la formación de los jóvenes, pero también en orden a la salvaguarda de la familia, de la vida religiosa y de las comunes buenas costumbres, es la de repristinar la estima y la práctica de la templanza sexual sobre la base de una correcta ética sexual.
----------En otro tiempo se hablaba de "pureza". Así, por ejemplo, las Biblias suelen traducir al español las últimas dos palabras del pasaje de 1 Tm 5,22: "Consérvate casto", por "consérvate puro" (y así también lo hace el padre Levoratti, en la traducción de la Biblia de la CEA). Pero lo cierto es que la pureza debe cualificar toda virtud en cuanto tal, y no puede ser predicada de modo específico ni por antonomasia de la templanza sexual.
----------Desde hace algún tiempo en el lenguaje de la Iglesia se ha difundido el término "castidad", que con más claridad y precisión remanda el pensamiento a la moderación de la actividad sexual. En el pasado, a decir verdad, este término venía frecuentemente entendido en el sentido de una abstinencia total de esta actividad, abstinencia propia, por ejemplo, del voto religioso. Así hoy comúnmente se habla no sólo de castidad consagrada o religiosa, sino también de una castidad matrimonial, una castidad juvenil, una castidad de la viudez, etc.
----------El término del idioma latín, castus, en realidad significa "puro", "sin mancha", "íntegro", "honesto"; pero no necesariamente en relación al sexo, sino como virtud en general, a tal punto que también un escritor que tuviera un buen estilo solía ser llamado castus. De castus viene luego castigo, que es la acción a menudo severa para moderar o reprimir el impulso sexual y obtener la castidad.
----------Pero en mi opinión ha sido una excelente idea por parte de la Iglesia la de ampliar el sentido de este término para significar en general la práctica virtuosa con respecto al deseo sexual o al instinto sexual o al impulso sexual, práctica, que puede conllevar una represión perpetua o temporánea, según que se trate respectivamente del estado no matrimonial o del estado matrimonial. Lo que hoy es necesario volver a comprender y enseñar, sobre todo a los jóvenes, es cuáles son los motivos que justifican la abstinencia sexual y cuáles son los medios prácticos para realizar este objetivo.
----------Jesús parangona la condición del religioso sujeto al voto de castidad con la del eunuco: "en efecto, algunos no se casan porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!" (Mt 19,12). "Nacieron impotentes" traduce la Biblia de la CEA para hacer comprensible el sentido de este pasaje al hombre de la actualidad, pero la versión más cruda es: "hay eunucos que nacieron así del seno de su madre; otros, porque fueron hechos eunucos por los hombres; y hay otros que decidieron hacerse eunucos a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".
----------El hecho es que Jesús se refiere con un crudo término a una antigua práctica barbárica y humillante, adoptada por los guardianes de las mujeres en los harenes de los señores de su tiempo. Naturalmente esa expresión no debe ser tomada literalmente, sino que se trata de una metáfora, con la cual Jesús quiere expresar la dedicación total y sin reservas del religioso a la causa del reino de los cielos.
----------Todo debe ser pospuesto y, si es necesario, abandonado, hasta la conquista del reino de los cielos. El religioso lo deja todo por Cristo, con miras a tener desde ahora el céntuplo (Mt 19,29) de lo que ha dejado, junto con tribulaciones, y en premio la vida eterna. Por tanto el religioso no abandona el sexo para siempre, sino para rencontrarlo glorioso e inmortal en la vida futura.
----------La castidad es una difícil conquista, una ardua escalada andina, un glorioso dominio de sí, una dulce serie de renuncias e itinerario de voluntarios sacrificios, una conquista gradual, nunca alcanzada del todo en la vida presente, ni siquiera por los más santos y los más castos, excluyendo a Nuestra Señora.
----------Ilusión y falsa solución es la violenta, de tipo platónico u origenista, similar a aquel dentista, que anestesia el nervio para que el paciente ya no sienta más el dolor en la muela. El origenista, en cambio, hace el mismo razonamiento de alguien que, por citar un ejemplo, se quitara el aparato auditivo para no quedar ensordecido por los ruidos o que se quitara los ojos para no ser deslumbrado por el sol.
----------No es el deseo sexual como tal lo que induce al pecado. Al contrario, es Dios mismo el que ha puesto este deseo en el corazón del varón y de la mujer. Sino que es la concupiscencia de la carne, que es ese deseo ciego, desenfrenado y desmedido (libidinoso) o demasiado débil o lánguido (frigidez), que es consecuencia del pecado original. Por tanto, es necesario no extinguir el deseo, sino purificar el deseo con la misma abstinencia sexual o con su moderación. Ésta es la tarea de la castidad.
----------La castidad es una virtud moral que tiene por sujeto el apetito sexual, ya sea con el propósito de reprimirlo en las diversas condiciones humanas, en las cuales es debido y necesario, condiciones tanto laicales, como sacerdotales y religiosas, ya sea para moderarlo razonablemente en la condición conyugal. Para saber qué es la castidad, es necesario recordar entonces qué es la sexualidad humana. Ella es una realidad muy compleja, que concierne e involucra totalmente a la persona en la totalidad de sus planos de existencia.
----------Ciertamente el sexo es un aparato orgánico destinado a la reproducción de la especie. Su existencia basilar es indudablemente corpórea. Conlleva, como es sabido, una doble conformación corpórea, conformación masculina y conformación femenina, con órganos especiales encargados de la reproducción de la especie, de modo tal que la especie humana se divide en estas dos clases o subespecies, masculina y femenina, de modo que cada individuo humano sano y normal, o es varón o es mujer.
----------El alma da vida, forma y actividad a esta doble configuración corpórea en tres niveles de acción vital: el nivel biológico-neuro-vegetativo, expresión inmediata de la configuración corporal y orgánica, inmediatamente asignado a la generación mediante la fecundación, como también ocurre en las plantas.
----------Pero en el hombre, como también ocurre en los animales, el acto generativo no se produce sólo en virtud de los apropiados dinamismos neuro-vegetativos, sino que está ordenado por un acto de conocimiento sensible, el cual suscita una atracción recíproca y, por tanto, inicia a su vez en los dos individuos un impulso emotivo-afectivo pasional e instintivo, el amor, es decir, el deseo del encuentro y de la unión recíproca, como expresión del amor, unión que provoca el acto generativo.
----------Sin embargo, a diferencia de los simples animales, en el hombre, como es sabido, las fuerzas que surgen de las potencias sensitivas no son suficientes, como lo son en cambio en los animales, para hacer de guía a su conducta, sino que es necesaria la actuación de la potencia que caracteriza al hombre como tal, es decir, la razón, con la adición, en el cristiano, de la fe. De tal modo, en el hombre, así como el sexo influye en el nivel psicológico de la persona, así también influye en el nivel espiritual, determinando las diferencias espirituales entre varón y mujer. A la inversa, es responsabilidad de la razón y del espíritu, y no de la simple pasión o del instinto, regular en el hombre la vida y la actividad sexual, ya sea con la abstinencia total en las diversas condiciones apropiadas de vida, o con aquella abstinencia parcial en el matrimonio.
   
Formación para la castidad
   
----------La represión del deseo y del placer sexual practicada por la verdadera castidad no tiene como objetivo extinguir la sexualidad, sino, por el contrario, purificarla y devolverle su energía edénica. Es más, es una especie de ayuno que debe preparar el banquete escatológico, porque, según la fe cristiana, el sexo no debe terminar con la muerte, sino que debe resucitar más glorioso que nunca en la futura resurrección.
----------Además, san Pablo enseña que la futura condición de la resurrección gloriosa ya se puede pregustar desde ahora, aunque de manera muy imperfecta, en algunos inicios prefigurativos, que Pablo llama "primicias y caparra del Espíritu", una especie de anticipación de la paga que Dios dará a sus fieles en el paraíso del cielo. Se trata del avanzar o progresar del "hombre nuevo" mediante la mortificación del "hombre viejo".
----------Ahora bien, téngase en cuenta que el Concilio Vaticano II presenta la castidad consagrada precisamente como un signo prefigurativo de los bienes mesiánicos de la futura resurrección, diciendo que "el estado religioso vuelve visible a todos los creyentes ya en este mundo la presencia de los bienes celestiales y testimonia mejor la vida nueva y eterna, adquirida por la redención de Cristo y preanuncia mejor la futura resurrección y la gloria del reino celestial" (Constitución dogmática Lumen Gentium, n.44).
----------Los religiosos, por tanto, siendo una prefiguración de la relación no generativa del varón con la mujer, propia de la futura resurrección, constituyen también para los esposos en la vida presente la indicación de la meta celestial, que también ellos deben indudablemente alcanzar, cuando también ellos habrán cesado en su función procreadora, pero no por eso habrá cesado su amor.
----------No sentir ninguna atracción sexual no es signo de castidad, sino que es una insuficiencia afectiva o una falta de pasión o de sensibilidad, lo que los psicólogos llaman "frigidez sexual". El estar privado de pasión es naturaleza en el ángel, que es puro espíritu, pero es patológico en el hombre, que es un animal racional y por tanto sexuado. La persona casta siente la atracción sexual y la respeta, porque sabe que ha sido creada por Dios para la felicidad del hombre; y sin embargo, encontrándola dañada a causa de la culpa original, la frena y renuncia a ella en la espera de rencontrarla en la resurrección futura, pura de toda mancha y corrupción debida al pecado. Quienes están enfermos deben seguir un tratamiento de cura que conlleva frecuentes renuncias y durezas; el enfermo no está en plena eficiencia y no puede conducirse libremente como si estuviera sano. Así, de manera similar, la abstinencia sexual de la castidad es una cura severa y una disciplina austera en la espera de la plena curación del sexo que ocurrirá en la resurrección.
----------Los formadores de los seminarios e institutos religiosos deben, por lo tanto, ejercitar a sus discípulos en la castidad; pero deben prestar atención y tener cuidado de no confundir a un joven frígido, reprimido o frustrado, refractario a la mujer, con un candidato al voto o promesa de castidad. El derecho canónico contempla la "impotentia coeundi" entre las causas de nulidad del matrimonio. Es necesario verificar en el candidato si su renuncia al matrimonio depende del hecho de haber descubierto un ideal superior o del hecho de no ser apto para el matrimonio o de que no llega a encontrar a una muchacha como novia.
----------La castidad conyugal no es ciertamente una concupiscencia legalizada. También en el matrimonio tiene sentido la abstinencia sexual de tipo ascético, aunque evidentemente sea sólo periódica, aunque existan casos rarísimos de matrimonios vírgenes, siguiendo el modelo del matrimonio entre San José y la Santísima Virgen. Esta abstinencia, de la cual habla también la encíclica Humanae Vitae de san Pablo VI, de modo similar a la abstinencia consagrada, purifica el amor, lo hace más límpido, fecundo y sincero, lo eleva a una unión superior, más alta y más íntima en Dios. Resplandece aún más el valor del amor indisoluble, exclusivo y fiel, destinado a la vida eterna. Toda la familia se beneficia de ello en orden a su unidad y al crecimiento en la santidad.
----------Es cierto que hoy los formadores corren el riesgo de dejarse engañar por el laxismo de moralistas modernistas y por los jóvenes demasiado extrovertidos y exuberantes, refractarios a la mortificación y a la ascética. Estos moralistas no logran explicar por qué debería ser mejor permanecer virgen que desposarse. No basta con hablar de "opción diferente", sino que es necesario mostrar con argumentos convincentes la sublime belleza de la opción religiosa, a fin de que el joven tenga la fuerza de afrontar un sacrificio tan grande como el de renunciar a iniciar una familia. De lo contrario, como sucede en muchos casos, el religioso, quizás ya profeso y ya sacerdote, hace marcha atrás y retorna al mundo. Pero lo cierto es que es necesario presentar y hacer poner en práctica el concepto moderno de castidad como serena aunque prudente relación entre varón y mujer.
----------Como ha enseñado Freud, en realidad el instinto reprimido con la violencia y empujado al subconsciente, reaparece en la conciencia y se hace sentir bajo forma de neurosis, enmascarado bajo la forma de una falsa espiritualidad. Nadie puede coartar impunemente lo que Dios ha creado. Incluso la comparación de la castidad humana con la del ángel (la así llamada "virtud angelical") no es educativa y es engañosa.
----------El dicho de nuestro Señor Jesucristo "serán como ángeles", a propósito de los resucitados, no debe ser entendido, como explicó en su tiempo el papa san Juan Pablo II, como que no habrá diferencia sexual, sino al contrario que habrá una comunión del varón con la mujer incluso superior a la del plan originario de la creación. De lo contrario, ¿adónde iría a terminar la resurrección? Esto no sería cristianismo, sino platónico desprecio del cuerpo. La verdadera castidad es la represión de un impulso tal que, cuanto más fuerte es el impulso reprimido, tanto mayor es el mérito de la castidad.
   
Amor y castidad
   
----------Para comprender el valor de la castidad, es necesario recordar ante todo que el verdadero amor entre varón y mujer, que nos hace verdaderamente felices, fecundos en obras buenas y agradables a Dios, es el amor casto, ya sea que conlleve o no conlleve la unión sexual, preferiblemente si no la implica, como en la vida religiosa, que es prefiguración de la condición escatológica del hombre y de la mujer. Este amor casto es la victoria sobre el amor lujurioso, que ciega la mente, debilita la voluntad, vuelve egoístas y esclavos de la pasión, crea el disgusto por las cosas celestiales, hace olvidar la vida futura, se aferra morbosamente a los placeres de este mundo, conduciendo a la perdición eterna.
----------En realidad, según el plan divino para el hombre, el amor humano, que tiene su expresión originaria en el paraíso del Edén con la creación del hombre, varón y mujer, es la máxima y paradigmática expresión y actuación en la unión escatológica entre el varón y la mujer, es un virtud unitiva ("se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne"), física y espiritual, pasional y voluntaria, por la cual los dos entran en una íntima comunión con interpenetración de los cuerpos y fusión de los espíritus, en actuación de una reciprocidad física y espiritual ("he aquí, finalmente, la carne de mi carne"), por la cual se completan mutuamente, el uno atraído por la otra, y el otro atrayente para la otra, con supremo placer físico y espiritual.
----------En el amor casto se trata, por lo tanto, de un amor sexuado, aunque no necesariamente sexual. Es decir, un amor que conlleva la reciprocidad varón-mujer, aunque no llegue necesariamente al acto sexual en el matrimonio, sino que puede muy bien expresarse en el voto de castidad, como tenemos infinitos ejemplos de parejas santas, sobre todo en el origen de muchos institutos religiosos femeninos, donde la fundadora recibe la colaboración y la asistencia de un sacerdote cofundador.

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