viernes, 26 de enero de 2024

Eminencia: ¿de dónde brota la verdad cristiana? (2/2)

Gracias a Dios hay fieles católicos auténticos (aquellos que el papa Francisco llama el caudal central del río de la Iglesia) que mantienen su sólida fe en que el Papa siempre sigue siendo Pedro, no obstante sus inevitables defectos humanos. Al menos sabemos que tenemos al Papa y que él, en cuanto Papa, no puede enseñarnos nada que no sea verdadero. Otra cosa muy distinta es su falibilidad en el gobierno de la Iglesia. Y cuando eventualmente ocurra que en esta segunda tarea ni el Papa ni los obispos logren mantener a flote la Barca de Pedro, pues entonces Jesucristo tomará las riendas de la Iglesia cuando regrese en su Segunda Venida.

Verdad, pensamiento y ser
   
----------Como hace notar Martín Heidegger en De la esencia de la verdad (Alianza Editorial, Madrid 2000), el término verdad en griego es alétheia, que significa no latencia, no ocultación. Por consiguiente, tenemos la idea de lo que es revelado, claro, manifiesto, evidente. Ahora bien, está claro que lo oculto no es necesariamente algo falso. También existe la verdad ignorada u oculta, el misterio. Sin embargo, como señala Heidegger, el estar oculto recuerda la idea de lo falso, en cuanto es una verdad oculta al intelecto.
----------Para quien está en lo falso, el errante, o incluso para quien esté en la ignorancia, el ignorante, la verdad está oculta, escondida, no se les aparece. Sin embargo, hay una diferencia entre el errante y el ignorante. El errante se engaña, vale decir, toma por verdadero lo que es falso, toma una cosa por otra o, como se dice popularmente, toma gato por liebre; mientras que el que ignora, simplemente no sabe algo y en tal sentido está oculto para él. La ignorancia y lo oculto también existen en el conocimiento del misterio natural o del misterio sobrenatural. En tales casos, el cognoscente conoce la verdad de la cosa o de la doctrina, pero no la conoce exhaustivamente, de modo que la cosa es conocida, pero no le es al cognoscente completamente comprensible, sino que encuentra en ella algo oscuro, que no comprende. Y este es el misterio.
----------El concepto de verdad pone en juego el pensamiento, porque es una relación entre ser y pensamiento. La simple noción del ente no dice todavía verdad. El ente, ciertamente, es verdadero, existe una verdad ontológica, pero digamos que es verdadero no en cuanto ente, sino en cuanto relación al pensamiento.
----------Por tanto, la verdad reside y está primero en el pensamiento que en el ser, aunque el ser sea ciertamente el fundamento objetivo de la verdad. No existe verdad sin ser, que es el presupuesto objetivo de la verdad, pero la razón de verdad reside ante todo en el pensamiento, está determinada, juzgada y decidida por el pensamiento, por el sujeto sin el cual la verdad no existiría. La objetividad de la verdad concierne al objeto del pensamiento, el ente. Pero el sujeto cognoscente decide sobre la esencia y sobre la existencia de la verdad.
----------En tal sentido se puede hablar de una subjetividad de la verdad, que debe sin embargo distinguirse claramente del subjetivismo, que consiste en cambio en el poner al sujeto no como relativo al objeto, sino como productor del objeto, vale decir que en el subjetivismo, como sucede en Hegel, el objeto interior mental producido por el intelecto, es decir, el concepto, viene confundido con el mismo ente extramental objeto del concepto. Se confunde, entonces, el ser con el pensamiento y se cae en el panteísmo.
----------El pensamiento, por su parte, puede ser verdadero o falso en el juicio, en cuanto adecuado o no al ente. Y un ente puede ser verdadero o falso en cuanto regulado o no por el pensamiento. Con el término "verdad" se puede entender tanto un estado de la mente, como la realidad. Así, conocer la verdad puede querer decir conocer la realidad o bien conocer la adecuación de un juicio a la realidad.
----------Si en general verdad quiere decir relación del ser con el pensamiento, entonces veamos cómo se puede hablar de verdad del pensamiento como verdad lógico-gnoseológica, y de verdad del ser u ontológica para indicar el ser como luz y fundamento del pensamiento.
----------Decir que conozco la cosa en sí como se me aparece a mí, es perfectamente legítimo y es lo que entendía decir Immanuel Kant cuando dice que el aparecer, o sea el "fenómeno", es el aparecer de algo, por lo cual es necesario admitir la existencia de la cosa en sí para poder hablar de fenómeno. El error de Kant ha sido el pensar que la esencia de la cosa en sí sea ignota.
----------Ahora bien, es necesario tener presente que la verdad es objeto de diversos actos del espíritu. Dichos actos son el amar la verdad: la sabiduría; decir la verdad: el hablar sincero; conocer la verdad: la ciencia; y el hacer la verdad: la virtud. Respecto al conocer, verdad es entonces sinónimo de realidad. Conocer la verdad equivale a conocer la realidad. La realidad como verdad es la verdad ontológica. En cambio, en los otros casos se trata de la verdad gnoseológica o verdad del pensamiento.
----------Una cosa es lo verdadero y otra cosa es la verdad. El verum es el ente, lo concreto, el individuo, el hecho, el acto, el acontecimiento. Lo verdadero es un algo limitado, finito, parcial. El verum participa de la verdad, que es ese ser verdadero absoluto, infinito y total, al cual todos los verdaderos participan y sobre el cual se fundan. Si no existiera la verdad, no existiría lo verdadero. Y por otra parte, lo verdadero se refiere a o reclama la verdad. Lo verdadero es verdad relativa; la verdad como tal es la verdad absoluta, esa verdad, esa propiedad de lo verdadero por la cual todo verdadero es verdadero.
----------Ahora bien, la verdad puede ser verdad inherente o verdad subsistente. Es verdad inherente cuando es accidente o propiedad de un sujeto: una cosa verdadera, un pensamiento verdadero, un hombre verdadero, un juicio verdadero, una batalla verdadera. Es verdad subsistente cuando se la considera como principio primero y originario, por tanto divino, de toda verdad ontológica y gnoseológica. Por eso, cuando Cristo dice de Sí mismo "Yo soy la verdad", es como si dijera ser Dios.
----------El concepto cristiano de la verdad es del todo ajeno al subjetivismo, que supone la soberbia del yo que, en lugar de adecuarse humildemente y fielmente a eso real, que no ha creado él, sino Dios, pretende subordinar y relativizar egoístamente la realidad a sí mismo, poniéndose a sí mismo en el puesto de Dios.
----------Verdad para la Escritura es la sinceridad, la sabiduría y la justicia del juicio, suprema virtud divina, de la cual sin embargo el hombre puede participar, en cuanto creado a imagen de Dios.
----------La verdad para la Sagrada Escritura es también adecuación de la realidad al pensamiento productivo y práctico, ámbito donde Dios sobresale entre todos los demás espíritus, tanto espíritus de los hombres como espíritus de los ángeles, los cuales, sin embargo, a imitación de Dios, saben con su acción y con su arte producir obras cuya verdad refleja lo verdadero de su mente.
----------El artículo del cardenal Betori nos ha conducido a discutir sobre la verdad. La discusión sobre la verdad es siempre algo muy delicado. Es uno de los temas más altos de la filosofía y, de hecho, de la metafísica. Alcanza a la teología natural, se eleva a la teología cristiana. Toca la vida del espíritu y del pensamiento, la actividad del conocimiento y de la lógica. De la verdad surge la vida de la voluntad, del amor, del actuar moral y de la libertad, como dice el Señor: "conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8,32).
   
Resonancias
   
----------Algunas expresiones del cardenal Betori en su artículo del Avvenire, son ciertamente desalentadoras. La impresión es que hoy por hoy en todo la Iglesia la ignorancia religiosa es hasta tal punto reina y señora, que incluso se advierten algunas señales de ello en los niveles más altos. Sobre todo, hoy parece cundir en el clero una enorme carencia filosófica, particularmente metafísica, que es siempre el presupuesto necesario para una mínima intelección de la fe, que a su vez es el presupuesto para una leal transmisión de la fe. ¿Son éstas las personas que están en la Iglesia como "consejeros" o "asesores" del Papa?
----------Afirmar lo que acabo de afirmar es, evidentemente, estar poniendo el dedo en la llaga, dramáticamente. Porque es necesario constatar, como ya llevan constatando desde hace bastante tiempo muchos observadores, que hoy se ha extendido entre nuestros Pastores una mentalidad que da demasiada importancia a la pastoral y demasiado poca importancia a la doctrina, tal vez por el temor de alejarse de la gente y de hacer discursos abstractos y poco comprensibles. Días atrás el Papa le recomendaba al clero de Roma que las homilías no debían ser "demasiado sofisticadas", una expresión que probablemente alguno pudo malinterpretar en el sentido de "no doctrinales", algo que por cierto el Santo Padre no ha querido decir.
----------El remedio a esta situación ha sido propuesto por el propio papa Francisco cuando recomienda como modelo de Pastor y de Teólogo a santo Tomás de Aquino. También los Padres de la Iglesia pueden ser modelos importantísimos desde este punto de vista, es decir, de una sabia conjunción de doctrina con la pastoral. Hoy en día existe a menudo el temor de que el amor hacia la teología especulativa sea un obstáculo para la pastoral, pero todo depende de cómo se entienda la relación entre teología sistemática y pastoral. Por ejemplo, si nosotros miramos cómo se ha comportado santo Tomás, él, todo pleno de caridad, sabía enseñar las verdades más elevadas de modo que se hacía entender incluso por los más simples y menos instruidos.
----------Por consiguiente, el secreto del buen Pastor no debe ser tanto el empeñar poco tiempo en el estuido de la filosofía y de la teología, cuanto más bien ante todo debe consistir en el saber encontrar el modo de hacerse comprender también por aquellos que son los más jóvenes y menos instruidos.
----------Para sopesar la gravedad del caso que hemos tratado aquí, es necesario tener bien presente que lo expresado por el cardenal Betori en su reciente artículo del Avvenire, no ha sido improvisado, no se trata de una expresión casual, salida inesperadamente de su mente, como si se hubiera encontrado en una situación para la que no estaba dispuesto y preparado para expresarse. Nada de esto. Por el contrario, se trata de un artículo que él ha preparado, que ha redactado, que ha firmado, y que ha publicado en un medio italiano muy reconocido y vinculado a la supervisión de la Conferencia Episcopal Italiana.
----------Por lo tanto, indudablemente, este caso nos está revelando una grave confusión teorética en un ámbito en el que el Arzobispo de Florencia debería ser y actuar como el Maestro de la fe para el rebaño que le ha sido confiado. Sin embargo, diciendo esto estoy diciendo todavía poco, porque lo que acabo de decir corresponde a cualquier Obispo, en relación a su diócesis. Mientras que en el caso del cardenal Giuseppe Betori se trata de un obispo que ha sido elegido por el Romano Pontífice como colaborador suyo en el cuidado de la Iglesia universal. Por consiguiente la situación resulta ser aún más grave.
----------Fácilmente nos damos cuenta de que el caso del cardenal Betori no es un caso aislado, sino que refleja un clima cultural extendido hoy en la Iglesia, a causa de una disminución del interés y del empeño por la teología teórica y especulativa, así como de una disminución de la atención a las exigencias de la metafísica como base de la teología, de la moral y de la espiritualidad. De modo particular, el caso Betori muestra de una manera sorprendente la urgencia de retomar el delicadísimo e importantísimo tema de la verdad.
----------Es necesario que nuestros Pastores traten este tema con frecuencia, porque la verdad es Cristo y sin la verdad no podemos alcanzar la libertad. Todos los más elaborados discursos de tipo pastoral estarían basados en el vacío si no son aplicación de la verdad de la Palabra de Dios, de la Tradición y del Magisterio. Sin la verdad, no sólo colapsa la fe, sino que también colapsa la humanidad.
----------Pero no nos extendamos en la mera crítica, y preguntémonos: ¿qué es lo que hay que hacer, entonces? Pues bien, comencemos ante todo nosotros mismos a dar ejemplo de respeto por la verdad, dondequiera que se encuentre, incluso en medio del error, y pongámosla en práctica con una coherente rectitud moral. Este consejo simple, que es una motivación que seguramente también ha brotado en el lector -así lo espero- al paso mismo de estar leyendo este artículo, es de lo más fundamental y necesario.
----------Sin embargo, si el hecho que aquí he analizado, hubiera podido causar en el lector, lejos de mi intención, una amargura y preocupación desconsoladora acerca de la actual situación de la Iglesia, entonces cabe decir que si bien estas preocupaciones son razonables y merecen una cuidadosa consideración y discernimiento, no debieran inquietar nuestro ánimo como cristianos que viven de una fe y una esperanza indefectibles.
----------¿Qué palabra aportar al respecto? Empezaría simplemente distinguiendo dos problemas, los cuales son diferentes, y deben considerarse por separado.
----------Primero. Una cosa es el problema de la situación actual de la Iglesia, en lo que respecta a la formación de sus eclesiásticos (presbíteros, entre quienes son elegidos los que serán obispos), el cual es un problema que desde hace décadas se plantea como requiriendo solución urgente, pero que no parece encontrar todavía ninguna. Es un problema que se experimenta como si se tratara de una pandemia en el plano espiritual, de la misma manera que tuvimos la pandemia del Covid hace un par de años, y que parece que haya llegado para quedarse entre nosotros, porque ahora está reapareciendo en formas nuevas y mutantes.
----------Respecto a este problema, creo que debe ser puesto simplemente en relación con la cuestión de la existencia del mal, tema al que nos hemos referido precisamente en los últimos años, durante la pandemia del Covid. Lo que intento decir es que, en el fondo, este problema en la Iglesia debe ser reconducido al problema de la existencia general del mal en el mundo mientras el mundo siga siendo mundo.
----------Segundo. Otra cosa es la cuestión de la elección de los cardenales; cuestión que me parece comportar dos preguntas: 1. ¿Por qué el Papa actual ha elegido cardenales que no parecieran ser los más idóneos para "asesorarlo" en su trabajo?, y 2. ¿Por qué ha elegido a tantos?
----------Quizás el lector piense que más que aclarar, estoy multiplicando los problemas planteados. ¿Pero acaso no es el tener una comprensión clara de las características de la enfermedad un paso necesario para tratar de abordarla? Y a este respecto, para poder encontrar el remedio adecuado, insisto, la necesidad de la verdad, el deseo de hacer el bien, la conciencia moral, la inclinación a la virtud, la disponibilidad a escuchar la Palabra de Dios, la docilidad a los maestros, son todos valores insuprimibles, que se encuentran en el corazón de todos, donde más y donde menos. Sobre todo, el Espíritu Santo y la gracia solicitan y estimulan la conciencia también de los más malvados, incluso de los más endurecidos en el pecado y también de aquellos que carecen de cualquier formación o educación familiar o social o eclesial.
----------Estas consideraciones deben ser para nosotros motivo de consuelo y de esperanza. Las consecuencias del pecado original ciertamente se hacen sentir en todos, desde el Papa hasta el último sacristán. Esto es cierto. Y hay que añadir que hoy por hoy, no obstante las sabias disposiciones del Concilio Vaticano II acerca de la formación sacerdotal, del ministerio episcopal, de la vida religiosa, de la escuela, y de la educación en familia, nos encontramos en una situación desastrosa a causa de la obra mistificadora de los modernistas junto a la equivocada reacción al modernismo que llevan a cabo los indietristas o pasadistas.
----------Por consiguiente, se impone indudablemente de parte nuestra el empeño de reconstrucción, de recuperación de los valores perdidos u olvidados, de fidelidad a la Palabra de Dios escrita y no escrita, fidelidad a la Sagrada Escritura y a la Sagrada Tradición, de corrección de los errores y de promoción de los valores. Parecería ésta una labor condenada al fracaso, dada la carencia de las estructuras, la notoria impreparación de los Pastores y la enormidad de las necesidades que están ante nosotros. Y sin embargo, en nuestra pequeñez podemos trabajar con plena confianza, sabiendo que el Señor está con nosotros. "Cristo nos impulsa" y el Espíritu Santo nos guía. Nuestra Señora y los Santos interceden. El camino que recorremos es el correcto, porque está indicado por el Señor y confirmado por su Vicario en la tierra.
----------Y gracias a Dios hay fieles católicos auténticos (aquellos que el papa Francisco llama el caudal central del río de la Iglesia) que mantienen su sólida fe en que el Papa siempre sigue siendo Pedro, no obstante sus defectos humanos. Al menos sabemos que tenemos al Papa y que él, en cuanto Papa, no puede enseñarnos nada que no sea verdadero. Otra cosa muy distinta es su falibilidad en el ámbito del gobierno de la Iglesia. Cuando en esta segunda tarea el Papa y los obispos no logren mantener a flote la Barca, pues entonces Jesucristo tomará las riendas de la Iglesia cuando regrese en su Segunda Venida.
----------Comprometámonos, entonces, en la medida que nos sea posible a colaborar con las fuerzas sanas, sin tener miedo a las pruebas y a las dificultades.

15 comentarios:

  1. Creo, estimado Filemón, que este cardenal Betori, discípulo del cardenal Martini, también tiene algunos problemas en el armario de su diócesis... así que, tal vez, convenga buscar algún otro Cardenal respetable, lo que sería precisamente el modo más adecuado para poder encontrar que se hable del Evangelio... y como dice usted, sin chismorreos, porque en tal caso yo podría hacer un elenco de la vida de Betori...

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    1. Estimado Marcos,
      en mi servicio a los Lectores yo trato de cuestiones de filosofía, de moral, de teología, de espiritualidad y de hechos que conciernen a la vida de la Iglesia, respondiendo a preguntas que me llegan de los Lectores, también en relación con mis artículos.

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    2. Precisamente, estimado Filemón, sin negar su condición de hombre consagrado y honesto ante Dios, estos temas son particularmente sensibles y conciernen a la relación con Dios y el hombre, como la moral, la espiritualidad, temas sensibles que tocan la parte más importante del hombre, su ser terreno y el alma humana, esa parte del hombre que será eterna (el alma), donde después de haber dejado el mundo terreno desde su propio templo emprenderá hacia el Camino, en la luz eterna o por sus errores o convicciones en las tinieblas perdido en la más total perdición de la oscuridad, por lo cual, en mi opinión, los sujetos de comparación deben ser más cercanos a las enseñanzas de Jesús ... y no sujetos que predican bien y razonan mal...

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    3. Estimado Marcos,
      estoy sustancialmente de acuerdo con cuanto usted dice.

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  2. Leyendo algunos de los comentarios a este post (en su primera parte de ayer) reflexioné que hasta hace poco tiempo atrás, lenguas maliciosas se lanzaban especialmente contra el Concilio Vaticano II, ahora, y que en los últimos dos años, se lanzan con particular vehemencia contra el Papa y varios Cardenales y Obispos...tal vez es sólo mi impresión pero tengo la clara sensación de que el objetivo primordial de estas personas, portadoras de mensajes altamente airados e indignados, es alejar a los fieles de la Iglesia, el mayor número posible... y dichas personas lo hacen con tal ardor y vehemencia como si pudieran recibir un bonus en caso de victoria... Serán sólo mis impresiones... Y cualquier referencia que mi comentario pueda sugerir a personas concretas, es pura coincidencia...

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    1. Estimada Rosa Luisa,
      sí, efectivamente, yo también noto en algunos de mis lectores una tendencia excesivamente crítica hacia el Papa. Se diría que se trate de sedicentes católicos, los cuales, con su acritud y aparente celo por la sana doctrina, terminan por descorazonar y disgustar a los buenos católicos y casi impulsarlos a abandonar la Iglesia.
      Ayúdeme con sus oraciones y sus palabras a frenar esta acción corrosiva y a persuadir a estos hermanos a vivir como verdaderos católicos, siendo los primeros en dar ejemplo de verdadera comunión eclesial en la fidelidad al Papa.

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    2. Por supuesto que le ayudo, no por mérito propio, obviamente, sino por y con la Gracia que el Buen Dios me otorga a mí, pobre criatura... repito, sin mérito alguno.

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  3. Padre: su artículo es una explicación magistral y filosóficamente irrefutable.

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    1. Estimado Manuel,
      le agradezco por sus buenas palabras, que me confortan en mi trabajo cotidiano.

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  4. La página del padre Filemón de la Trinidad es verdaderamente importante, usando la red con su competencia y sabiduría ayuda a las almas a disipar las tinieblas de la ignorancia y de la mentira... como lo han hecho tantos religiosos, jesuitas, dominicos, franciscanos, etc. desde el siglo XIII... y la Gracia de la caridad ilumina al buen padre cuando, con calma y paciencia, intenta calmar e instruir a las almas agitadas y desviadas cuya fe parece basarse exclusivamente en declaraciones erróneas y maliciosas contra el Papa... y esto ciertamente no es fe, y mucho menos católica.... y sin embargo, el buen padre Filemón continúa impertérrito en su misión, clarificando, explicando, corrigiendo, instruyendo... como verdadero guerrero en el ejército de Cristo... No me sorprendería verle al lado San Miguel y María Santísima, a cuyo solo pestañear se aterrorizan los demonios… y luego encuentro un placer, pero un verdadero placer, cuando el buen Padre corrige y discierne la verdad entre la maraña de mentiras escritas en algunos comentarios que no son precisamente respetuosos hacia el Santo Padre… ¡que placer!… Siga así. ¡Cristo ya ha vencido!….

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    1. Estimada Rosa Luisa,
      sus palabras me han complacido mucho y me han conmovido. He visto en su estilo el estilo de Santa Catalina de Siena. Usted ha entendido muy bien la espiritualidad y los propósitos que animan mi tarea en este blog. Esto confirma mi convicción de que usted, con sus sabias palabras, puede ayudarme en mi actividad de diálogo con los Lectores.

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  5. Quizás la "verdad cristiana en sí" no sea, en última instancia, lo mismo que la pastoral debe proponer, precisamente esto, y la misma voluntad de Dios de conocer y hacer conocer esa verdad precisamente para comunicar el misterio "propter nostram salutem"? ¿O queremos borrar la verdad de la palabra de Dios que conocemos, con repentinas iluminaciones revelantes y reveladoras de quién sabe qué mensaje revelando el misterio?

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    1. Estimado Bruno,
      lo que he notado en el cardenal Betori es la oposición que él hace entre la verdad en sí y la pastoral. Esto es ciertamente algo que no es bueno, por lo cual estoy plenamente de acuerdo con usted para decir que la verdad pastoral no es otra cosa que un comunicar la verdad en sí, para conducir a las almas a una visión beatífica de la misma verdad en sí o, como dice San Juan, a ver a Dios tal como es.

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  6. Paula Rosalía D.27 de enero de 2024, 7:56

    Reverendo padre Filemón de la Trinidad, ante todo, gracias por su preciosa, serena y sabia contribución a la verdad. Es usted verdaderamente un ejemplo para todos: sacerdotes, religiosos y laicos.
    Dicho esto, propongo mi interpretación muy modesta de las palabras del cardenal Betori:
    Creo que, dada la atmósfera pesadamente moralista presente en la Iglesia en este período, Betori simplemente se ha expresado mal, o sea, tal vez quería decir que la pastoral no deriva de una Verdad entendida como una lista de cosas a hacer y a no hacer, sino de un misterio de amor y de salvación que nos es dado en Cristo.
    Por otro lado, sabemos bien que nadie se convierte para obedecer a un dictado moral sino porque ha tenido la oportunidad de conocer el amor de Cristo. Y si la Iglesia no favorece estas ocasiones, como usted ha repetido en varias ocasiones, incluso para los pecadores más siniestros, no hará la voluntad de su Cabeza.
    Saludos cordiales.

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    1. Estimada Paula Rosalía,
      comprendo su punto de vista y lo valoro favorablemente, pues es evidente su intención de contribuir a un diálogo de paz, a una mutua comprensión entre los fieles católicos, quienes frecuentemente ven alterados sus ánimos por este tipo de polémicas, y también por ello se ven afectados por escándalos que pueden afectar a su perseverencia en la fe.
      Comprendo también su intención por dar una interpretación benévola a las expresiones del cardenal Betori.
      Sin embargo, lo escrito, escrito permanece, y no se ha tratado de una expresión casual del arzobispo de Florencia, sino de un artículo preparado, reflexionado, y publicado en plena advertencia, es de suponer.
      Por tanto, repito lo que ya he dicho respecto a la puntual frase del cardenal Betori, a la cual he criticado: lo que he notado es la oposición que Betori plantea entre verdad en sí y pastoral. No es nada bueno, pues al fin de cuentas, la verdad pastoral no es otra cosa que un comunicar la verdad en sí, para conducir a las almas a una visión beatífica de la misma verdad en sí o, como dice san Juan, a ver a Dios tal como es.

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