martes, 9 de enero de 2024

Que hoy poco se hable de excomunión, no significa que no exista

El "signo" gracias al cual el mundo se convertirá es la comunión entre los cristianos, su unidad, su ser "un solo corazón y una sola cosa" (Hch 4,32), su amor recíproco. No sus capacidades, su coherencia, sus opiniones o sus palabras, sino su unidad. [En la imagen: una escena del encuentro los días 4 y 5 de enero de 1964, en Jerusalén, entre el papa san Paulo VI y el patriarca ortodoxo griego Atenágoras I, el primer encuentro de católicos y ortodoxos desde 1439].

----------Hoy se habla poco y nada de la excomunión. Ciertamente, hay casos, incluso recientes, de sacerdotes excomulgados por sus respectivos obispos, pero son actualmente casos rarísimos y debidos al hecho de que la actuación del excomulgado pone concretamente en peligro la salvación de las almas que forman parte de una determinada comunidad. Por supuesto, en la historia de la Iglesia se habló mucho de excomuniones. Pero hoy, de modo general, ya no se habla de ellas. ¿Por qué? ¿Existen excomulgados?
----------En los comienzos de la vida de la Iglesia, los cristianos no admitían junto a sí a quienes eran considerados responsables de culpas muy graves: apostasías, asesinatos, libertinaje, etc. Estos pecadores públicos eran excluidos de la comunión de los cristianos, vale decir, eran "ex-comulgados", y si querían integrarse de nuevo en la comunidad, debían cumplir una prolongada penitencia.
----------La excomunión se convirtió más tarde en una temible arma política en manos del Papa y de los Obispos. Pero esta fuerza de la excomunión hay que comprenderla en razón de las características propias de un régimen de cristiandad y de poder político de la Iglesia, que hoy ya no está vigente. Efectivamente, en aquellos tiempos, esta medida comportaba no sólo la negación de los sacramentos a quien incurría en ella, sino también su proscripción de la sociedad civil. Y este poder, manejado por los vértices de la Iglesia, a decir verdad, solía producir efectos nefastos, pues mal usada en muchos casos, no era conforme al espíritu evangélico.
----------Con el transcurso del tiempo, el régimen de la "cristiandad" cedió su puesto, como correspondía, a la legítima autonomía de la sociedad civil, y fue entonces cuando la excomunión perdió en gran medida su carácter agresivo, es decir, políticamente agresivo, quedando reducida a consecuencias eclesiales, y sólo en los casos en los que pudieran ser más o menos controlados sus efectos en la propia estructura eclesial. Hoy día sólo los cristianos sinceros pueden llegar a percibir su gravedad. Por ejemplo, algunas décadas atrás, ciertos católicos norteamericanos, que se creían creyentes fervientes, fueron excomulgados por oponerse a la integración de los niños de raza negra en las escuelas que dependían de ellos.
----------Esa medida tomada por la jerarquía eclesial contra ellos, les reveló las serias exigencias de la fraternidad cristiana, y vino a ser una seria advertencia frente a una obstinación anti-evangélica, propiamente calificable de fariseísmo. No faltan otros ejemplos de tal género. Décadas atrás también los autores italianos de un libro escrito sobre la base de confidencias tenidas en confesonarios de Italia y Francia, fueron también excomulgados; y se puede suponer que en este caso la excomunión apenas conmovería a sus víctimas, ya espiritualmente separadas de la Iglesia; pero al menos la medida intentaba cortar los efectos dañinos en los lectores del libro, evitando que el delito cometido se propagara con nuevos casos.
----------El haber dicho, como lo acabo de hacer líneas arriba, que el excomulgado de hecho y al fin de cuentas no necesita de la expresa medida disciplinaria de la excomunión irrogada por la autoridad competente, nos está indicando ya que la excomunión puede ser formal y también de hecho, o sea, de iure o de facto. Se habla así, de que la excomunión puede ser latae sententiae (automática, incurrida en el momento de cometer el delito por el cual el derecho canónico impone esa pena) o ferendae sententiae (incurrida solo cuando es impuesta por un superior legítimo o declarada como sentencia de un tribunal eclesiástico).
----------Algunas excomuniones han sido hoy "levantadas" o han caído en desuso. Tales son por ejemplo, las que pesaban desde hace diez siglos sobre los responsables de la Iglesia ortodoxa oriental (mejor habría que decir "Iglesias" orientales), desde los tiempos de la ruptura entre Roma y Constantinopla. Al respecto, el papa Francisco, tras el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro este sábado 6 de enero, en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, recordó un acontecimiento histórico muy importante, ocurrido en Jerusalén el 5 de enero de 1964: "Hace sesenta años, en estos mismos días, el Papa san Pablo VI y el Patriarca ecuménico Atenágoras se reunieron en Jerusalén, rompiendo un muro de incomunicación que había mantenido separados durante siglos a católicos y ortodoxos. Aprendamos del abrazo de esos dos Grandes de la Iglesia en el camino hacia la unidad de los cristianos, rezando juntos, caminando juntos, trabajando juntos".
----------Desde hace alrededor de mil años, la Iglesia bajo la autoridad del Obispo de Roma y las diferentes comunidades de la llamada Ortodoxia oriental han estado divididas, por razones que podrían ser superadas, como de hecho lo demostró en su momento el histórico Concilio de Florencia en el siglo XV.
----------De hecho, el 6 de julio de 1439, en la catedral florentina de Santa María del Fiore, con la bula papal Laetentur Caeli, fue sancionada la recomposición del cisma y la reunificación de la Iglesia universal, de mutuo acuerdo entre el entonces romano pontífice Eugenio IV, el patriarca de Constantinopla José II, el emperador bizantino Juan VIII Paleólogo y el metropolitano de Kiev y de Moscú Isidoro.
----------Desafortunadamente, no obstante la voluntad del Emperador y del Patriarca, aquella reunificación fue recibida con hostilidad en Constantinopla. De alguna manera fue rechazada.
----------Si aquella unión hecha posible a principios del siglo XV, que concernía a toda la Iglesia oriental (incluyendo también a Rusia) y no sólo a Constantinopla, hubiera sido mantenida, probablemente la historia habría sido muy diferente. Quizás no diferente para la propia ciudad de Constantinopla, que en esa época ya venía siendo asediada desde hacía tiempo por los islámicos, sino para toda la Iglesia oriental, con implicaciones históricas inimaginables (por ejemplo, para Rusia). Acaso hubiera sido diferente también lo que ocurrió con el cisma protestante que estalló en Alemania, por obra de Lutero, algunas décadas después.
----------Ese fue el momento de renovados actos disciplinares de excomunión, de iure y de facto. Y las excomuniones se fueron repitiendo a lo largo de la historia, en momentos precisos, cada vez más raros. Vinieron a fines del siglo XIX las excomuniones contra los masones (de algún modo hoy recordadas y confirmadas, en tiempos del actual pontificado y de los pontificados inmediatamente precedentes) y también las excomuniones para los miembros activos de los partidos marxistas. Llegó luego el Concilio Vaticano II, que se negó pastoralmente a pronunciar "anatemas", causa de excomunión para quienes hubieran rechazado las nuevas doctrinas sentadas por los Padres Conciliares hace seis décadas atrás.
----------Sin embargo, como lo vengo diciendo, el hecho de que hoy sea raro que la autoridad eclesiástica formalice una medida de excomunión, no quiere decir que no exista de hecho el delito pasible de excomunión. Porque, al fin de cuentas, está en el libre albedrío de cada católico seguir cumpliendo los actos que lo constituyen e identifican como "católico". Ya lo he dicho: el Concilio Vaticano II no ha formalizado "anatemas" de excomunión contra aquellos que no aceptan sus enseñanzas y directivas, pero ello no quiere decir que no existan hoy cristianos que de hecho están en situación de excomunión precisamente a causa de no aceptar las doctrinas del Concilio. Es lo que les recordaba el papa Benedicto XVI a los lefebvrianos, advirtiéndoles que no estarían en plena comunión con la Iglesia mientras no aceptaran las doctrinas nuevas del Vaticano II:
----------El propio papa Benedicto XVI levantó en 2009 las excomuniones irrogadas por el papa san Juan Pablo II en 1988 a los directos responsables del cisma lefebvriano. Podemos pensar que a no pocos fieles de las comunidades seguidoras del obispo Lefebvre causó gran alivio tal levantamiento de aquella medida disciplinar, que pesaba sobre ellos, creyentes fieles y sinceros, en buena fe, aunque equivocados. Cosa que no sucedió con los líderes lefebvrianos, obispos y sacerdotes en su mayoría, que se jactaron de su condición de "católicos", manifestando que para ellos en nada cambiaba la magnánima medida dispuesta por el papa Ratzinger. Expresiones que ponen de manifiesto la condición de excomunión de facto, que no necesita de la declaración formal, para existir, como de hecho existe en muchísimos casos en la actualidad.
----------No hace falta mencionar aquí todos los posibles casos de excomunión de facto. Hasta meses atrás, la exclusión de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía afectaba también a los divorciados que han contraído nuevas nupcias, aunque se les invitara siempre a vivir de la fe, la esperanza y la caridad, así como a participar en la oración común de los cristianos. El Papa actual, ha modificado la disciplina sacramental respecto a esta clase de parejas irregulares, fundamentado este cambio en la importante doctrina enseñada en la exhortación apostólica Amoris laetitia, de que estas parejas de divorciados vueltos a casar no viven necesariamente en lo que se llamaba "estado de pecado", porque el pecado no deja de ser siempre un acto, y estos cristianos también pueden vivir ocasiones y períodos en gracia, merced a su arrepentimiento.
----------El arcaico procedimiento de iure de la excomunión, hoy por hoy, por supuesto no ha desaparecido, pero actualmente tiende a desaparecer. De hecho constituía (y constituye todavía) la aplicación a nivel jurídico de los consejos de Jesús: "Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano" (Mt 18,15-17).
----------Sin embargo, en la Iglesia, la división de los cristianos (aunque habría que decir mejor: el alejamiento o separación de los cristianos de la Iglesia, que en sí misma es indivisible) siempre ha sido considerada una tragedia con consecuencias nefastas para el mundo mismo y para la fe (de los cismas protestantes, por ejemplo, vinieron la guerra de los Treinta Años y el laicismo iluminista, con todo lo que les siguió).
----------Por este motivo, san Juan XXIII, con el Concilio Vaticano II, y san Paulo VI que le siguió, quisieron fuertemente restablecer el diálogo fraterno con las Iglesias orientales y con todas las confesiones cristianas. La Iglesia considera literalmente la división de los cristianos como un "escándalo". Y lo es.
----------Y sin embargo, hay que señalar que al alejamiento de las diferentes confesiones cristianas (ortodoxos orientales, protestantes, lefebvrianos, y otras comunidades separadas) respecto de la comunión con el principio de unidad eclesial que es Pedro, se añade hoy, en estos últimos meses, una laceración de dramática gravedad en el seno de la propia Iglesia católica. De hecho, la Iglesia está dividida por grietas que han llevado incluso a la hipótesis de la posibilidad de nuevos cismas. Y desde muchas partes. Habría que retroceder mucho en el tiempo para recordar una situación tan confusa y explosiva como la actual.
----------El último tema sobre el cual se han registrado fuertes temblores sísmicos, incluso entre la Santa Sede y algunas conferencias episcopales nacionales, se refiere a la llamada "bendición de las parejas irregulares". Pero se trata tan sólo del último y más reciente caso.
----------El mundo, en este inicio del 2024, está desgarrado por las guerras, la violencia y el odio. Junto a la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, que acumula miles de muertos desde el 7 de octubre pasado, y la invasión rusa de Ucrania, que cumplirá dos años en febrero de 2024, en este momento se viven conflictos armados a gran escala en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. Y ante este panorama que inclina al desaliento, la Iglesia, en lugar de ser signo de unidad, es también un campo de batalla lleno de divisiones, venganzas y partidismos. Sin caridad. La esencia misma de la Iglesia parece estar en discusión y a veces nos parece advertir los crujidos que son el preludio de un colapso.
----------Y sin embargo, uno de los momentos más solemnes de la vida pública de Jesús está representado por la plegaria que Él hizo en la Última Cena, en la cual dijo: "No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste" (Jn 17, 20-23).
----------Por consiguiente, el "signo" gracias al cual el mundo se convertirá es la comunión entre los cristianos, su unidad, su ser "un solo corazón y una sola cosa" (Hch 4,32), su amor recíproco. No sus capacidades, su coherencia, sus opiniones o sus palabras, sino su unidad.
----------Pueden existir muchas razones para discutir e incluso para desencontrarse y chocar, pero debemos preguntarnos si esos motivos son más importantes que la unidad. Naturalmente, los primeros en hacer prevalecer la unidad sobre sus propias opiniones personales deberían ser los guías de la Iglesia. Los pastores deben ser los primeros en tener caridad y lograr comunión. Con frecuencia este no es el caso.
----------Pero incluso en la época de santos como Francisco de Asís, Catalina de Siena, Benito de Nursia o Ignacio de Loyola existían muchos motivos para lamentarse de lo que ocurría en la Iglesia. Y la situación en el mundo también era grave. ¿Y qué camino eligieron ellos?
----------Un gran converso, Charles Péguy [1873-1914], puede volvernos a enseñar ese camino. Péguy lo explicó perfectamente: "Existía la maldad de los tiempos también bajo los Romanos. Pero Jesús no se sustrajo en absoluto. No se refugió en absoluto detrás de la maldad de la época. También existían algunas analogías extremadamente impresionantes con nuestro tiempo... Y Jesús vino. No desperdició sus tres años, no los usó para lamentarse y acusar la maldad de los tiempos. Sin embargo, existía esa maldad... El mundo moderno estaba llegando... Pero lo interrumpió. De una manera muy sencilla. Haciendo el cristianismo… el mundo cristiano. No incriminó, no acusó a nadie. Salvó. No incriminó al mundo. Salvó al mundo".

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