miércoles, 10 de enero de 2024

La verdadera mística. Y la falsa mística de Karl Rahner (3/4)

Es cierto que la razón está herida por el pecado original y, si no estamos atentos y en guardia, es fácilmente llevada al engaño. Es cierto que todos nosotros no estamos nunca a la altura de la tarea que se nos asigna. Pero éste no es un buen motivo para dudar de nuestra tarea y para socavarla poniéndola en crisis. En tal sentido, Karl Rahner hace una pésima operación al rechazar la sublime sabiduría de santo Tomás de Aquino, que tantas pruebas ha dado de sí a lo largo de los siglos, siempre elogiada por la Iglesia y recomendada por el propio Concilio Vaticano II, que Rahner se jacta fraudulentamente de interpretar y continuar. [En la imagen: fragmento de "Santo Tomás de Aquino confortado por los ángeles", óleo sobre tela de 1631, obra de Diego Velázquez, conservado y expuesto en el Museo Diocesano de Arte Sagrado de Orihuela, España].

El problema del "pluralismo insuperable"
   
----------Rahner oscila continuamente entre dos extremos, entrambos falsos: por un lado, dice que la mente humana se trasciende y supera su propio límite, por lo cual alcanza el infinito, pero por otro lado, cediendo al fenomenismo, al escepticismo y al agnosticismo conceptual, Rahner concibe el misterio como incognoscible y no conceptualizable. De ahí su falso misticismo.
----------No hay duda de que en la edad moderna asistimos a un enorme aumento del saber en las diversas ciencias tradicionales y al nacimiento de nuevas ciencias, así como a un aumento del pluralismo en el campo de la filosofía y de la teología. Mucho menos que en el pasado, el filósofo y el teólogo pueden estar informados de forma continua sobre nuevas teorías o doctrinas, por lo que si ya era muy difícil para los filósofos o teólogos medievales mantener bajo control o dominar o abrazar con una sola mirada la pluralidad de las ciencias de entonces, en el estado actual de las cosas una idea de tal género parece absolutamente irrealizable, por lo que, según Rahner, el proyecto de construir una síntesis (Tourenne, op.cit., pp. 83, 98,132, 134, 136, 137, 143,153, 173, 184, 197, 199, 378, 379, 384) o un sistema (Tourenne, op.cit., pp.145, 153, 167, 176, 193, 198, 235, 327, 328) racional de las ciencias, un sistema que sea omnicomprensivo, universal, claro, ordenado, unitario e inmutable, es del todo irrealizable.
----------A esta situación de pluralismo, que nadie puede dominar, como para hacer una síntesis o reducirla a sistema, Rahner la llama de "pluralismo insuperable", una multiplicidad de datos culturales en continuo aumento, que, según Rahner, nadie más que Dios mismo puede conducir a la unidad, "reduciéndola al Misterio", expresión que se hace eco de la reductio de la lógica medieval (cf. la famosa Reductio artium in theologiam de san Buenaventura), excepto que ésta no relativiza ni disuelve la conceptualidad en la dispersión y en el desorden, sino que concluye en la suprema conceptualidad de la esencia divina.
----------Ciertamente, como dice Rahner, nuestros conceptos "remandan" al Misterio o "fluyen" o "desembocan" sobre el Misterio (reductio in Mysterium), y vienen por eso mismo superados por el Misterio mismo. Pero esto no nos autoriza en absoluto a relativizar, desconectar, diluir, debilitar, desvigorizar y socavar los conceptos teológicos y, sobre todo, los dogmas de la fe.
----------Si el Dios que concebimos ya desemboca en la vida presente en el Dios que no podemos concebir a causa de su infinitud, esto no debe significar que abandonemos el concepto de Dios, ya sea de fe o de razón, hasta que tengamos la visión bienaventurada, donde la esencia misma de Dios, el Logos divino, como hace notar santo Tomás, hará de concepto en el cual y por el cual Lo veremos (De Ver., q.8,a.1; Contra Gentes, l.III, c.51). En este sentido se puede decir, con Hegel, que el concepto nunca viene a menos, nunca falla.
----------La reductio in mysterium de Rahner también refleja una necesidad de unidad. Y esto es comprensible, dado que Rahner, como cristiano, es monoteísta. Todo debe ser reconducido a Dios, pero entonces ¿cómo se obtiene esta unidad? En Rahner: a expensas de los conceptos. En efecto, es una unidad que niega, disuelve, historiza y relativiza toda síntesis o sistema conceptual.
----------En efecto, el problema es que Rahner confunde el monoteísmo con el monismo. En el monoteísmo el Uno domina la multiplicidad, la funda, prevalece sobre todo y da origen a todo. En cambio, el monismo dice que todo es Uno, todo aplanando y suprimiendo las diferencias. El monoteísmo, por tanto, a pesar de la unidad del Misterio, salvaguarda la multiplicidad de los conceptos humanos, distintos unos de otros. El monismo disuelve y confunde todo en el Uno.
----------Ahora bien, nosotros sabemos que el monoteísmo distingue el ser del pensamiento, porque sólo en el Uno el ser es idéntico al pensamiento. En el monismo, en cambio, el ser como tal es idéntico al pensamiento. Por tanto, el monoteísmo admite el concepto como distinto del Uno. Por el contrario, no ocurre así en el monismo, donde todo concepto se identifica con el Uno.
----------Sin embargo, existe una diferencia entre el monismo hegeliano y el rahneriano. El monismo hegeliano es un monismo del concepto o de la idea. El monismo rahneriano es un monismo de la experiencia, en la línea de Heidegger. Pero en uno y otro monismo el ser se identifica con el pensamiento y por tanto estamos en pleno idealismo. El punto de partida del pensamiento, que es el Absoluto, coincide con el punto de partida del ser, y por tanto estamos en el panteísmo. Dios es el vértice del hombre y el hombre es el devenir de Dios.
----------Se explica entonces cómo Rahner ve con una cierta repugnancia o desconfianza el multiplicarse y el distinguirse de los conceptos en el desarrollo de la teología y del dogma. Rahner nutre desconfianza en la actividad de la clarificación, precisión y distinción conceptual obrada por el intelecto y tiene simpatía por las nociones vagas, ambiguas e indistintas, creyéndolas más adecuadas para expresar el Misterio.
----------Rahner considera, por lo tanto, que esta abundancia de conceptos sea excesiva, por lo cual, así como, por ejemplo, un agricultor poda un árbol para quitarle las ramas secas, así él se enfrenta al floreciente árbol de la teología católica, pero, careciendo Rahner de la referencia a la sólida y segura síntesis escolástica, corta imprudentemente ramas que aún están vivas y florecientes, es decir, suprime doctrinas teológicas y, lo que es peor, suprime por considerarlos superfluos, superados, "facultativos" u "opcionales" o incluso "peligrosos" muchos dogmas. Pero como en él persiste la necesidad de unidad y de síntesis, y de ir a lo esencial, he aquí que elabora su Curso Fundamental sobre la fe.
----------Pero esto no quiere decir otra cosa más que Rahner, careciendo del instrumento de la analogía del ser, no sabe resolver el problema de la relación de lo uno con lo múltiple, o más bien de la relación, en el saber, de los muchos conceptos que surgen o se deducen de la síntesis inicial, con la misma síntesis inicial, por lo cual surge en Rahner una dispersión desordenada, que disuelve la unidad, y así se vuelve frecuente en el discurso rahneriano la incoherencia y la contradicción, que él vanamente justifica con las exigencias del "Misterio". Los datos acaban por ser simplemente yuxtapuestos y viene a menos o desaparece la visión conceptual y sistemática de la primacía de lo uno sobre lo múltiple.
----------De manera que Rahner cree que puede apelar al Misterio, olvidando que la razón, incluso iluminada por la fe, tiene la obligación de organizar por sí una síntesis como presupuesto y camino para el contacto con el Misterio, y es por cierto demasiado cómodo descargar sobre el Misterio las propias responsabilidades y hacerle hacer a Él lo que la razón puede y debe hacer.
----------En Rahner el Misterio no es la confirmación o la elevación, sino la negación del concepto. Por tanto, existe el riesgo de que lo que es verdadero para la razón sea falso para Dios, y viceversa. De hecho, Rahner cree, como Hegel, que la unidad requiera no sólo la conciliación de los contrarios, sino también la simultaneidad de los contradictorios, del ser y del no-ser, de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal, de Cristo y de Beliar, del si y del no. Lo que para la razón es contradictorio, se identifica en el Misterio. Pero esto significa poner la contradicción en Dios, cuando en cambio Él es precisamente el principio y el garante de toda identidad.
----------Así, en la lógica de Rahner, contrariamente a la enseñanza del apóstol san Pablo, no sólo existe el sí, sino también el no (cf. Tourenne, op.cit., pp.192, 389). No existe el aut-aut, sino sólo et-et. No vale para Rahner el principio del tercero excluido, sino que también el tercero está incluido: además del sí y del no, existe el sí-no. Para él éstas serían la unidad, la conciliación, la diversidad y la unión de lo múltiple. Esta unidad de lo contradictorio, según Rahner, se daría en el Mysterium, en Dios.
----------Es la coincidentia oppositorum en Dios, de cusiana memoria. Es fácil comprender cómo una semejante concepción favorezca en el campo moral la ambigüedad, la doblez y la falta de fiabilidad. Parece, pues, reaparecer la bien conocida oposición luterana de la fe contra la razón.
----------En definitiva, quien, según Rahner, se dejara seducir por el deseo del sistema, cedería a una especie de "concupiscencia gnoseológica", como él la llama, es decir, una manía exagerada, pasional y utópica de saber, de unificar y de sintetizar, que prácticamente lo llevaría a absolutizar su propio campo de saber, lo llevaría por lo tanto a una forma de ideología, y lo impulsaría, convencido como estaría de haber encontrado la verdad universal, a imponer con violencia sus ideas a quien no piensa como él. Por lo cual es sabio limitarse más modestamente a cultivar el propio campo específico.
----------De este modo, Rahner tiene una actitud en algunos aspectos similar a la que tuvieron Descartes y Kant en la fundación de su sistema. Ellos estaban convencidos de que en su época se hubiera acumulado una enorme cantidad y variedad de doctrinas y teorías filosóficas y teológicas superfluas o cansinamente repetidas desde el medioevo, no obstante los progresos producidos en el saber, ya fuera por obstinada miopía, ya por miedo a lo nuevo, o por inveterada costumbre o por perezosa tradición o por comodidad didáctica. De ahí su tentativa de rehacer el saber desde sus fundamentos.
   
El fin de la escolástica
   
----------Rahner, después de haber recibido cuando era joven jesuita una educación doctrinal tomista, influenciado por el kantismo de Maréchal, se acercó a finales de los años '30 incluso a Heidegger y a Hegel, por lo cual, como Descartes y Kant, él juzgó superada a la teología escolástica recomendada por la Iglesia y se acercó a la teología protestante, que por entonces se expresaba en el ámbito católico como tendencia modernista.
----------Rahner considera que la teología escolástica ya está absolutamente acabada (cf. Tourenne, op. cit., p.49, 83, 97, 149, 276,405, 421, 438), por lo cual propone sustituirla sin más por su "teología trascendental", inspirada en Descartes, Kant, Hegel, Heidegger y Bultmann. No reconoce una verdadera continuidad entre aquella teología escolástica y la suya, sino que habla contradictoriamente de una "ruptura en la continuidad". Según Rahner, su teología sería más adecuada que la escolástica para introducir al Misterio de Dios y a la experiencia mística según las exigencias de la cultura moderna.
----------Según Rahner, ya no existe una única filosofía o teología universal, sistemática, demostrativa, válida para todos, y comprensible para todos, capaz de certezas definitivas (cf. Tourenne, op.cit., pp.52, 63, 98, 143, 152, 161, 164, 168, 172, 184, 192, 193, 202, 203,275, 291, 294, 377, 378). Ahora es imposible construir una síntesis completa del saber teológico. El pluralismo "insuperable" (expresión repetida en cantinela) hace que el teólogo, incluso el mayor genio, ignore siempre algún elemento necesario.
----------La pluralidad de las filosofías hace sí, según él, que ya no exista la filosofía, sino sólo las filosofías, incomunicables entre sí, en continua evolución y competición entre ellas (cf. Tourenne, op.cit., pp. 87, 97,113, 132, 148, 150, 151, 158, 234). Sin embargo, Rahner está convencido de que su teología trascendental, que recoge la herencia del idealismo alemán, es la única que está a la altura de los tiempos y que debería ser adoptada por la Iglesia si no quiere quedarse retrasada en el camino de la historia.
----------Rahner, sin embargo, a diferencia de Descartes y Kant, considera que hoy en día, dada la existencia del "pluralismo insuperable", sea imposible construir un sistema o síntesis racional, unitario, axiomático y científico, de alcance universal como ellos habían intentado hacer. Rahner no se da cuenta de que es posible, debido y necesario construir y mantener un sistema seguro, estable y universal, como por ejemplo el tomista, no obstante el continuo aumento y la pluralidad indefinida y en crecimiento de las doctrinas y de las teorías.
----------Existe indudablemente una multiplicidad sobreañadida a aquella ya existente en el campo de las ideas y de las teorías, que, aunque ignorada por el teórico sistemático, no le impide construir un sistema válido o hacer referencia a él. Esta falta de información no causa necesariamente la ausencia de algún elemento necesario al sistema, por lo que pueda ser superado o tenga necesidad ser revisado y cambiado.
----------En efecto, la pluralidad necesaria para la constitución de un sistema no es en absoluto "insuperable", sino que es limitada, fija, clara, precisa, segura y permanente, así como ocurre con la pluralidad de los órganos de un organismo viviente. Conocer esta pluralidad no es una empresa desesperada, sino que forma parte de la formación escolástica en el campo de la filosofía y de la teología.
----------El progreso científico se produce asumiendo críticamente los nuevos datos y desarrollando, actualizando y enriqueciendo a través de ellos el sistema. Pero no puede darse en absoluto, como quisiera hacernos creer Rahner, que los nuevos datos puedan poner en crisis un sistema bien establecido, como por ejemplo el de santo Tomás. De modo similar, no sería hipotetizable que nuevos descubrimientos en el campo de la fisiología humana pudieran poner en duda la existencia y la utilidad del corazón, del cerebro, de los pulmones, del hígado, etc.
----------En el fondo, tampoco Rahner se deja desanimar en la empresa de edificar un saber originario, no obstante la existencia del pluralismo insuperable, y es el sistema teológico que él expone en su Curso fundamental sobre la fe. Salvo por el hecho de que Rahner reemplaza los fundamentos racionales, presentes en Descartes y Kant, con su bien conocida "experiencia trascendental" originaria, global, a priori, inmediata, ilimitada, preconceptual del yo, del ser y de Dios, que no es más que la versión idealista de la fe irracional luterana, en esta caso mediada por Maréchal, Heidegger y Schleiermacher.
----------Aquí el "Misterio" absoluto, según Rahner inconcebible, "sin nombre" y "sin rostro", que sería Dios, se convierte en el deus ex machina como descarga de responsabilidades y última escapatoria de una razón escéptica y en bancarrota, sin orientaciones conceptuales, renunciataria, relativista, historicista, incapaz de conceptualizar de una manera cierta, estable y universal.
----------Pero el caso es que la Sagrada Escritura no dice en absoluto que Dios exista sin nombre ni rostro. Todo lo contrario, pues Él, como es bien sabido, revela a Moisés Su Nombre (Ex 3,14) y toda la Escritura está recorrida e impregnada por el deseo del hombre de ver el rostro de Dios.
----------Por eso, debemos decir que aquello que la razón puede hacer, debe hacerlo. No debe usar la excusa del "Misterio" para sustraerse a sus responsabilidades. No puede delegar en el "Misterio" lo que debe hacer la razón. Y el "Misterio" no puede cubrir sus defectos, como la gracia luterana cubre el pecado. La mística no es el refugio de los zorros y astutos, de los hipócritas, de los exaltados, de los impostores y de los perezosos. "La sabiduría -dice la Escritura (Sab 1,4)- no entra en el alma que obra el mal".
----------Nos es necesario aquí hacer la observación de que el teólogo de hoy no debe superar ni controlar ningún "pluralismo" puramente cuantitativo, así como, tomando prestada una ocurrencia ingeniosa de santo Tomás de Aquino, no está obligado a contar las piedras del torrente. Le basta, sin embargo, aunque no sea poca cosa, contar los grados del saber tal como han sido establecidos, fundados y demostrados por la teología tomista (cf. Jacques Maritain, Les degrés du savoir, Desclée de Brouwer, Bruges 1959).
----------Es cierto que la razón está herida por el pecado original y es cierto que es fácilmente engañable cuando se descuida y no permanece alerta. Es cierto que nunca todos nosotros estamos a la altura de la tarea que se nos asigna. Pero éste no es un buen motivo para dudar de nuestra tarea y para socavarla poniéndola en crisis. A este respecto, Rahner hace una pésima operación al rechazar la sublime sabiduría del Aquinate, que tantas pruebas ha dado de sí a lo largo de los siglos, siempre elogiada por la Iglesia y recomendada por el propio Concilio Vaticano II, que Rahner se jacta fraudulentamente de interpretar y continuar.
----------Quien no esté dispuesto a afrontar, como decía Hegel, la "fatiga del concepto", y a integrarse en la escuela de santo Tomás, acaba evadiendose por la tangente hacia el "misterio" con el pretexto de que en el misterio divino, siendo supra-conceptual, los conceptos no existen o se diluyen. La reductio in Mysterium de la cual habla Rahner como operación propia de la teología, es ciertamente una hermosa expresión, pero lo que ella debe hacer es ampliar la visión del concepto, no oscurecerla.
----------Lo cierto es que en su función anagógica y mistagógica, la teología debe elevar y robustecer el concepto y acercarlo al Misterio, Misterio que no está en contra del concepto sino más allá del concepto. Debe hacer al concepto más cierto y no ponerlo en duda con la excusa de la "docta ignorancia". La teología debe purificar la razón y la voluntad en una severa ascesis moral, para que la acción humana colabore en la obra de la gracia. Debe preparar la razón para la contemplación del Misterio.
----------Es cierto que Tomás dejó de escribir la Summa diciendo: "Después de lo que he visto, lo que he escrito me parece paja". Pero entretanto había escrito una Summa de teología, que la Iglesia todavía hoy no deja de elogiar y de recomendar para la formación del clero y del laicado.

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