Nos preguntamos: ¿es necesario probarle a alguien que Dios existe? ¿Puede existir alguien que, no sabiendo que Dios existe, deba ser informado acerca de su existencia, para no permanecer en la ignorancia? ¿Es posible que haya alguien que no sepa que Dios existe? ¿O que esté convencido de que Dios no existe? ¿Es posible una vida sensata sin saber que Dios existe? [En la imagen: fragmento de "La creación de Adán", fresco de Michelangelo Buonarroti, pintado alrededor del año 1511, en la bóveda de la Capilla Sixtina del Vaticano].
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
viernes, 29 de diciembre de 2023
Sobre las pruebas de la existencia de Dios (1/3)
¿Qué significa probar que Dios existe?
----------Cuando se habla de "pruebas de la existencia de Dios", se pueden entender dos cosas. En primer lugar, el probar a alguien que Dios existe; y en segundo lugar, la experiencia de algunas cosas, a través de las cuales cada uno de nosotros llega a saber que Dios existe. Santo Tomás de Aquino, en la Summa Theologiae, hace un discurso del primer tipo. El Aquinate, partiendo del presupuesto de que ya sabemos lo que signifique la palabra "Dios", pero hipotetizando que no sabemos si existe o no existe, quiere darnos pruebas de su existencia, quiere convencernos mediante pruebas irrefutables de que Dios existe.
----------Y lo hace con las famosas cinco vías, suponiendo un concepto realista del conocer, mostrando que todos nosotros, partiendo de la experiencia del devenir del mundo, de las cosas y del propio yo y aplicando el principio de razón de ser, de causalidad y de participación, no podemos dejar de admitir un primer motor inmóvil, una primera causa eficiente, un ente absolutamente necesario, un ente supremo, un fin último, que es Ente absoluto y plurivalente, al que "todos -dice el Aquinate- llamamos Dios".
----------Un análisis ulterior de este Ente llevará luego a Tomás, como es sabido, a concluir que en este Ente la esencia coincide con su ser: Deus est suum esse, de modo que Dios es el ipsum Esse per se subsistens.
----------Ahora bien, también existe una prueba psicológica de la existencia de Dios. Es la dada por san Agustín de Hipona. Dice así: la mente descubre en su intimidad, en lo más profundo de su ser, la verdad, pero al mismo tiempo la mente experimenta su mutabilidad. Y por tanto esta verdad inmutable, que está en ella, debe venir de más alto, de un punto insuperable: "Et si te mutabilem inveneris, transcende teipsum, et illuc ergo tende ubi ipsum lumen rations accenditur" (De vera religione, cap. XXXIX).
----------Por otra parte, también existe una prueba moral de la existencia de Dios. Es la de Immanuel Kant, y se trata de la conciencia del deber como obligación absoluta. Mi deber, la ley moral, es un imperativo categórico, al cual no puedo sustraerme, sin faltar a mi dignidad. ¿De dónde vino esta ley? No puede venir sino de un supremo Legislador sabio y bueno, amante del hombre; y este es Dios. Dice Kant:
----------"La ley moral conduce, a través del concepto de bien supremo como objeto y meta final de la razón práctica pura, a la religión, es decir, al conocimiento de todos los deberes como mandamientos divinos, no como sanciones, es decir, órdenes arbitrarias de suyo contingentes de una voluntad ajena, sino como leyes esenciales de toda voluntad libre por sí misma, pero que no obstante tienen que considerarse como mandamientos del ente supremo, porque sólo de una voluntad moralmente perfecta (santa y bondadosa), y al mismo tiempo también omnipotente, podemos esperar el bien supremo que la ley moral nos obliga, como deber, a poner como objeto de nuestro afán, y, por consiguiente, podemos esperar llegar a él coincidiendo con esa voluntad" (Crítica de la Razón Práctica, Editorial Losada, Buenos Aires 2003, p.109); "el propio concepto de moralidad conduce a creer en Dios" (Lecciones de Ética, Editorial Crítica, Barcelona 1988, p.122); "es imposible albergar intenciones morales puras sin creer al mismo tiempo que esas intenciones están relacionadas con un Ser que las observa" (ibid., p.122); "ha de existir un Ser que dote a la ley moral de fuerza y realidad. Ser que, por descontado, habrá de ser santo, bondadoso y justo" (ibíd., p.123); "Sin religión todo nexo carece de móvil. La religión es la condición para pensar las fuerzas conectadas a la ley" (ibídem).
----------Además, no podemos dejar de notar cómo esta robusta y noble prueba de Dios no deja de sorprender a los estudiosos de Kant, porque ella emerge como una estrella que se eleva en la oscuridad, desde una precedente conocidísima prohibición hecha a la razón especulativa de intentar superar el plano terrestre de la física para elevarse al cielo por la metafísica. Por tanto, no hay ninguna prueba metafísica de la existencia de Dios. Sin embargo, la moral kantiana supone evidentemente lo trascendental del bonum, que Kant configura y amplía sabiamente hasta el "sumo bien", Dios, Legislador absoluto de la inderogable ley moral.
----------Esta prueba puede ser conectada sin problemas con la quinta vía de santo Tomás de Aquino en la Summa Theologiae. En esa quinta vía, Tomás habla de una inteligencia divina providente; pero su discurso puede ser dado vuelta, puede ser invertido. En lugar de partir del gobierno divino, se puede partir del actuar humano, que busca el sumo bien. Tenemos entonces el principio de finalidad: "omne agens agit propter finem, et quidem ultimum", es decir, en vista del sumo bien. Y este supremo bien es Dios.
----------Ciertamente, aquí es necesario excluir un proceso al infinito en el orden de los fines: hago esto por esto, esto por esto, etc. También aquí, como en el retroceso de las causas, como veremos, es necesario detenerse. Pero no en el sentido de que estén prohibidas opciones siempre nuevas, sino en el sentido de que todo aquello que hago no puedo hacerlo, sino como determinación de una elección de fondo, de un bien para mí absoluto, en el cual debo detenerme, un bien, que, para satisfacerme plenamente, no puede ser sino Dios.
¿Alguien ignora que Dios existe?
----------Pero, debemos preguntarnos: ¿es necesario probarle a alguien que Dios existe? ¿Puede existir alguien que, no sabiendo que Dios existe, deba ser informado acerca de su existencia, para no permanecer en la ignorancia? ¿Es posible que haya alguien que no sepa que Dios existe? ¿O que esté convencido de que Dios no existe? ¿Es posible una vida sensata sin saber que Dios existe?
----------Afirmamos que ciertamente es posible mostrarle a alguien las pruebas de que Dios existe, pero no como para hacerle conocer a esa persona aquello de lo cual ignoraba la existencia, sino para volverlo más seguro de la existencia de Aquel, cuya existencia ya le era conocida en su intimidad desde siempre, quizás en modo implícito o confuso. En efecto, la constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano II habla precisamente de la existencia de un conocimiento no "explícito" (expresso) y, por tanto, implícito de Dios (n.16), que puede ser suficiente para la salvación de tales personas.
----------Que todos los hombres sepan que Dios existe y que deben rendirle cuenta de su obrar, resulta clarísimo del c.25 de Mateo, donde Cristo, hablando de Sí, anuncia el futuro Juicio universal: "Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria junto con todos sus ángeles, se sentará en el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros" (Mt 25,31-32).
----------Lo interesante en esta profecía de nuestro Señor es el premio celestial para personas que simplemente habían cumplido obras de misericordia hacia el prójimo. Esas personas evidentemente se habían relacionado implícitamente con Cristo, beneficiándolo a Él indirectamente en la persona de los necesitados. Es ciertamente, éste, un conocimiento implícito de Dios, del cual habla el Concilio Vaticano II.
----------Incluso los ateos saben que Dios existe. El ateo no niega la existencia de Dios porque no sepa que existe, ni mucho menos porque demuestre que no existe, sino en cuanto aleja de Dios su mirada para dirigirla hacia los bienes del mundo, a los cuales da su preferencia. Él no puede no buscar un sumo bien y un fin último. Sólo que considera tales no a Dios, sino a los bienes del mundo.
----------Ciertamente, pueden existir quienes crean ser ateos porque rechazan una falsa imagen de Dios, que confunden con la verdadera. Pero también estas personas, en cualquier caso, saben cuál es el verdadero Dios. Nadie en buena fe puede confundir a una creatura con Dios. En la misma idolatría las imágenes y los símbolos pueden ser, aunque sea de manera imperfecta, imágenes y símbolos del verdadero Dios.
----------En la demostración de la existencia de Dios a alguien que se supone que no sepa explícitamente que Dios existe, es necesario precisar desde el principio qué se entiende con la palabra "Dios"; lo que es como decir que es necesario aclarar de qué se pretende demostrar la existencia: ¿quién es aquel del cual queremos demostrar que existe? Cuando en cambio se llega a saber que Dios existe partiendo de las creaturas, se llega a saber quién es Dios sólo después de haber descubierto su existencia.
Errores acerca de la demostración de la existencia de Dios
----------Un primer error, y es ya denunciado por santo Tomás de Aquino, es la idea de que no sea necesaria una demostración, en cuanto que la existencia de Dios es entendida como que sería una verdad inmediatamente evidente, casi como si fuera un principio primero de la razón. Tomás observa que mientras la negación de los primeros principios implica una inmediata contradicción, el negar que Dios exista, precisamente por el ateo, no manifiesta inmediatamente una contradicción (Summa Theologiae, I, q.2, a.1), porque, incluso si es cierto que el existir necesario está implicado en el concepto de Dios, el ateo precisamente rechaza admitir que exista un Dios así concebido. Es entonces necesario demostrarle que existe una causa primera (las cinco vías). En este punto se le mostrará que la causa primera debe ser el ipsum Esse.
----------Ahora bien, para Martín Lutero, la demostración racional de la existencia de Dios es imposible y además inútil, dada la corrupción de la razón subsecuente al pecado original. Según Lutero, Cristo en cuanto Dios se revela a todos en su conciencia, suscitando la fe en Él. Por tanto, para Lutero es ilusoria una teología natural. La verdadera teología es sólo la que surge de la fe en Cristo. Lutero, negando el camino a Dios por medio de la razón y pretendiendo resolverlo en la sola fe, en realidad, privando a la fe de su soporte racional, le quita la credibilidad y la transforma en el fanatismo y en la superstición.
----------Otro error frecuente es el de aquellos que afirman que la existencia de Dios se demuestra mediante una explicitación de la idea del ser, captada intuitivamente y originariamente, sin pasar por la experiencia sensible (como afirman san Buenaventura de Bagnoregio y el beato Antonio Rosmini) o conceptualizando una originaria experiencia del ser, como han creído Gustavo Bontadini y Karl Rahner.
----------Por cuanto respecta a san Buenaventura, el fransciscano se expresa en los siguientes términos: "El ser es entendido por sí y no por medio de otro, desde el momento que todo aquello que conocemos, o lo conocemos como no ser o como ser en potencia o como ser en acto. Por tanto, si el ser indica el acto puro de ser, se sigue que el ser es lo que primero se presenta a nuestra mente y es acto puro. Pero éste no es un ser particular, que es siempre limitado en cuanto unido a la potencia; ni es un ser análogo, que no participa del acto precisamente porque no es real. Y entonces este ser es el Ser divino" (Obras de San Buenaventura, Tomo I, Itinerario de la mente a Dios, B.A.C., Madrid 1945, c. V, III, pp. 612-615).
----------Por cuanto respecta al beato Antonio Rosmini, para él la idea de ser es una luz intelectual innata, que es inicialmente vaga e indeterminada, "virtual" dice él, no extraída de la experiencia, sino infundida en la mente por Dios, capaz de una explicitación y de un aumento infinitos. Para demostrar la existencia de Dios, basta aumentar y precisar esta luz hasta el infinito y se obtiene el conocimiento de Dios como Ser infinito. De hecho, Rosmini escribe: "Por lo tanto, en el ser se contiene la subsistencia infinita necesaria, y la posibilidad física de las subsistencias finitas, es decir, la potencia de realizarlas, y la potencia que tiene el ser de subsistir de un modo finito. Por tanto, en el concepto del ser nosotros encontramos la demostración de la existencia de Dios, como aquello que es condición indispensable del mismo concepto del ser" (esto es citado por el padre Cornelio Fabro, en L’enigma Rosmini, Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli 1988, p.274).
----------Por cuanto respecta al filósofo italiano Gustavo Bontadini, él dice que el fundamento del filosofar es lo que él llama la "Unidad de la Experiencia", es decir, la experiencia sensible-interior del ser como uno y todo o, como él dice, del "entero". En el horizonte de la unidad aparece la multiplicidad de las cosas. Y en el horizonte de la totalidad aparece Dios. Su existencia, por tanto, no se demuestra por inducción, pasando del efecto a la causa, sino del ser a las cosas, de lo experimentado a lo conceptualizado, de lo a-temático a lo temático, de lo implícito a lo explícito, de lo inmediato a lo mediato.
----------Permítame el lector citar ahora algunos de los pensamientos de Bontadini acerca de la Unidad de la Experiencia: "La experiencia es todo el ser, y fuera de ella no hay más que la nada" (Studi sull’idealismo, Vita e Pensiero, Milano 1995, p.37); "la construcción metafísica debe partir de la experiencia y precisamente no de una experiencia cualquiera, sino de la unidad de la Experiencia, es decir, del contenido de la experiencia visto en su completa sistematicidad y concreción" (ibid., p.235); "la unidad de la experiencia es la totalidad de las cosas que se piensan, en cuanto se piensan con pensamiento concreto, que resuelve la sensación" (ibid., p.59); "el ser, válidamente y correctamente, es simplemente el ser de la experiencia, vale decir, precisamente, el ser inmediatamente conocido, frente al cual la conciencia filosófica se pregunta si él sea aquello en lo cual el saber deba aquietarse, es decir, si es lo absoluto o el fondo del ser. Esta idea del absoluto o del fondo del ser o de la totalidad, es lo que determina el problema filosófico, desde el aspecto de la pura teoricidad, como problema teológico" (Conversazioni di metafisica, Vita e pensiero, Milano 1995, pp.40-41).
----------¿Qué decimos a esto? Ante todo, que el ente (ens) es ciertamente el primero y el más amplio de todos los conceptos, ya que cualquier cosa que pensamos, se supone que sea un ente. Y de este concepto ciertamente surge inmediatamente el nombre o sustantivo que designa el verbo ser o la noción del ser (esse) o existir (exsistere), como acto del ente. Pero es el primer concepto, en cuanto incluido implícitamente en las nociones de los entes sensibles, que son aquellos que caen inmediatamente bajo los sentidos.
----------De tal modo, el conocimiento humano, como muestra santo Tomás, no comienza con una intuición o experiencia o conciencia del ser, sino con la intelección, extraída de los sentidos, de la quidditas rei sensibilis (Summa Theologiae, q.84, a.7; q.85, a.5). Posteriormente, por medio de un apropiado proceso abstractivo, la mente puede explicitar la noción metafísica y analógica del ens ut ens. En este punto la mente puede distinguir el ente creado del ente increado, Dios del mundo, y poner a Dios como creador del mundo.
----------Desde el ente sensible, el intelecto se eleva luego, por medio de un apropiado proceso abstractivo, a la noción metafísica del ente como tal. En este punto es posible elaborar la prueba metafísica de la existencia de Dios, dividiendo el ente de varios modos: ente contingente y ente necesario, ente relativo y ente absoluto, ens ab alio y ens a se, esse per participationem y esse per essentiam, etc. La noción de la causalidad divina puede ser perfeccionada. Distinguiendo el ser del devenir, la mente se da cuenta de que Dios no es sólo causa del devenir de las cosas, sino también de su ser, es decir, es su creador.
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Gnoseología,
Teodicea
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