Es precisamente mediante una oportuna negación, una apropiada polémica, una adecuada oposición, el modo como nosotros podemos llevar a los contendientes a un acuerdo y realizar la paz en la verdad. Porque el punto es precisamente éste: no hay paz basada en el equívoco o malentendido, en la mentira, en el oportunismo y en la doblez. [En la imagen: fragmento de "La conversación", óleo sobre tabla, pintado hacia 1636, por David Teniers, conservado, aunque no expuesto, en el Museo Nacional del Prado, Madrid, España].
La contradicción en el pensamiento de Hegel
----------Deber fundamental del pensar y del hablar es el de no contradecirse y de ser coherentes. Algunos, como Hegel, creen que el devenir es contradictorio, por lo cual, para expresar la verdad del devenir, sea lícito e incluso necesario contradecirse. Así, para expresar que el ente deviene, Hegel dice que el ente es y no es. De ahí su famosa identificación del ser con la nada o con el no-ser.
----------Por otro lado, Hegel se da cuenta de la importancia de la identidad y de la necesidad de ser coherente en el pensar y en el hablar, es decir, en el respeto del principio de no-contradicción. Y entonces, ¿cómo se resuelve el problema? Con su famosa dialéctica.
----------Dado que por una parte Hegel no quiere renunciar a admitir la unión del ser con el no-ser, que según él representa la verdad del ser, y por otra parte entiende que todo ente tiene su propia identidad, en lugar de rechazar lo contradictorio para afirmar lo idéntico, pretende afirmarlos a entrambos concibiendo lo idéntico como superación y sintetizador y dominador de los contradictorios, tal como para mantenerlos firmes bajo su dominio y de tal modo, según Hegel, se resuelve la contradicción; porque si en cambio el intelecto se fija en el sí y rechaza el no, se aísla del no, permanece en una posición unilateral y entonces no capta la verdad en su totalidad, porque el ser es síntesis del ser y del no-ser (Emanuele Severino explica bien el modo hegeliano de superar la contradicción en su libro Autotes, Adelphi Edizioni, Milano 2009).
----------En tal caso, según Hegel, el intelecto, al querer excluir lo que debe ser incluido, es decir, lo contradictorio, no resuelve la contradicción, es decir, no la domina, sino que sucumbe a ella. Vemos entonces que la lógica de Hegel es exactamente la opuesta a la querida por Cristo y que también encontramos en Aristóteles. La lógica cristiana resuelve la contradicción ya sea mostrando que es sólo aparente, creando así la concordia, la armonía, la unión y la paz, o bien rechazando lo contradictorio porque es impensable.
----------La lógica de Hegel, en cambio, conserva lo contradictorio y lo conflictivo precisamente como elementos necesarios para la existencia de la suprema unidad e identidad, que es el mismo Absoluto, que es simple y calmo no por su esencia, como en la visión cristiano-bíblica, que es también la aristotélica, sino como resultado del proceso de la negación de la afirmación, o bien de la identificación del ser con la nada.
----------Hegel tiene bien presente que lo uno es superior a lo múltiple, sólo que lo uno divino para él no es absolutamente uno; no trasciende lo múltiple, sino que está determinado por el mismo múltiple y se determina en lo múltiple, entendido como coexistencia de contradictorios. Por tanto se trata de una superioridad que no vence ni elimina lo falso y lo malo, no excluye y no niega el no-ser y no rechaza lo incoherente y lo contradictorio, sino que está en relación con todo ello y todo ello incluye, conserva, domina, supera, concluye y encierra en sí mismo.
----------Hegel reconoce que el intelecto distingue y la razón conecta. Pero considera que en el distinguir, el intelecto, abstrayendo y aislando del dato real el contenido cognoscitivo considerado en sí mismo y para sí mismo fijo e inmóvil, el intelecto se aísla de lo real, que es concreto devenir.
----------Ahora bien, para Hegel la actividad abstractiva del intelecto es una actividad necesaria, pero también actividad insuficiente para el conocimiento de la verdad. De hecho, sólo en la conjunción del sí y del no para Hegel se da la verdad. Pero aquí vemos cuánto se desvía Hegel de la regla fundamental del juzgar que encontramos en Aristóteles y en el Evangelio.
----------De hecho, para Hegel el verdadero total o entero sería captado sólo por la razón dialéctica, que supera el exclusivismo del intelecto fijado sólo en el sí y que rechaza lo contradictorio, mientras que la razón dialéctica incluiría ese no -el "tercero excluido"-, que en cambio es lo que el intelecto honesto excluye. Pero esto, según la lógica de Aristóteles y del Evangelio, no es otra cosa que el vicio denunciado por Cristo de "servir a dos señores" (el sí y el no) y es, por tanto, doblez e hipocresía.
----------La justificación lógica de la conflictualidad no impide a Hegel concebir la reconciliación del Absoluto como una exigencia de su dialéctica, pues según Hegel, el Espíritu se aliena de sí mismo en la oposición de sí a sí. Pero precisamente lo negativo es el "inmenso poder" que, siempre por necesidad lógica, produce lo positivo y por tanto el retorno del Espíritu a sí mismo.
----------¿Cómo es esto posible? ¿Qué sucede exactamente? ¿Cómo funciona el divino proceso del Absoluto? El punto fundamental a recordar es muy simple: la oposición-identidad del ser con la nada, recordando que ese ser es el Absoluto. Todo sucede en el Espíritu, por el Espíritu y para el Espíritu, que sin embargo no es un Espíritu como el de la ontología aristotélico-bíblica, causa del mundo e independiente del mundo, sino que es el "Espíritu del mundo", por tanto en el mundo y desde el mundo, esencial y necesario al mismo Espíritu.
----------El equívoco fundamental en el cual cae Hegel y que está en la base de su sistema con consecuencias desastrosas para la construcción de su sistema, es su manera equivocada de concebir el juicio, viciado por la identidad parmenidea de pensar y ser, y al mismo tiempo por la identidad heracliteana de ser y devenir.
----------Constatando que en el juicio está la síntesis de dos conceptos que se excluyen mutuamente, Hegel creía que el ente afirmado en el juicio sea la síntesis de dos polaridades lógicas contrapuestas. Y así nació su dialéctica como síntesis de la oposición entre una tesis y una antítesis.
----------Hegel no ha entendido que el sujeto y el predicado, aunque son conceptos opuestos entre sí en cuanto conceptos, en cambio, en cuanto referidos al sujeto real, que es uno y el mismo y acerca del cual juzgan, se identifican entre sí en el sujeto real.
----------Ahora bien, también Aristóteles concibe el juicio como síntesis de opuestos, precisando que lo que está unido en el pensamiento, en cambio, en la realidad, no es sintético sino monádico. En otras palabras, si yo digo que el hombre es un animal, está claro que el concepto de hombre no es el concepto de animal. ¿Pero por qué entonces asocio dos conceptos dispares si a lo que me refiero es en realidad a una misma cosa, es decir, el hombre? Precisamente porque el hombre es animal.
----------Sin embargo, sería falso si dijera que el hombre es un mono. Esto quiere decir que, a fin de que el juicio sea verdadero, no debemos preocuparnos de atribuir al sujeto conceptos dispares, sino que debemos verificar si le son adecuados. El principio de identidad no es A=A. Esta es una tautología vacía que no dice nada. El principio de identidad se formula con una proposición, con un juicio, por lo tanto con una síntesis de sujeto (todo ente) y de predicado (es lo que es), en la que se conjugan conceptos diferentes precisamente para expresar la identidad o mismidad (autótes) y no-ser-otro-de-sí de todo ente.
----------De este modo, el Dios de Hegel no es el ipsum Esse, motor inmóvil, causa primera, sino ser-no-ser, finito-infinito, verdadero-falso, bien-mal. No es Ente idéntico a sí mismo, sino "resultado" de la oposición ser-no-ser.
----------Por eso, Dios, para Hegel, está esencialmente extendido en el espacio con su multiplicidad e involucrado en las contradicciones del mundo y en el evolucionar de los tiempos; pero siendo a la vez el Absoluto uno y simple, si se aliena en el mundo, no puede, en virtud de su esencia, no retornar a sí desde el mundo, pero al mismo tiempo conservando en sí y bajo de sí al mundo; en otras palabras, mantener firme la contradicción dominándola, superándola, por tanto pacificándola y resolviéndola en la síntesis de los opuestos.
El origen de la actual conflictualidad social y eclesial, y sus remedios
----------Afirmados estos principios de conducta moral y de rigor lógico y especulativo, tenemos entonces en nuestras manos el criterio apropiado para evaluar y resolver, por cuanto puede depender de nuestras fuerzas humanas, la generalizada, multiforme y dramática conflictualidad hoy existente en la sociedad civil y en la Iglesia, por lo cual se trata de ver cómo aplicar estos principios sobre todo en el campo de la actual vida eclesial, donde desde hace sesenta años el devenir de la Iglesia se ve perturbado por una serie interminable de contrastes, en particular entre dos facciones, la de los indietristas y la de los modernistas.
----------Estos conflictos, riñas, litigios y divisiones en la Iglesia son frecuentemente debidos a una mala práctica de la negación o incapacidad para apreciar lo diferente, incapacidad inspirada por el odio o por la envidia o por la soberbia, o por un espíritu faccioso e ideológico de contradicción con el cual nos complacemos en negar fidelidad u obediencia o en el rechazar la opinión o el mandato del otro, quizás autoritario, sobre todo si se opone a nuestro egoísmo. Y usamos como excusa quizás el respeto a la diversidad o a las ideas ajenas, el derecho a la crítica, la libertad de conciencia, el pluralismo y cosas similares.
----------Estas son las lamentables divisiones que destruyen la paz y la concordia, en las comunidades y en las relaciones interpersonales, provocadas ya sea por el egocentrismo o por la envidia o por el querer prevalecer sobre los demás o por la falta de caridad o por la sordera a los valores comunes o por otros sórdidos motivos.
----------Es claro que aquí, cuando hablamos de "división", entendemos una cosa odiosa, antinatural, mala, vale decir, entendemos la separación o contraposición de lo que debería estar unido y en acuerdo o en armonía con el otro. Estas divisiones surgen de la envidia o del egoísmo o del odio, y no hacen más que causar sufrimiento al odiado y al odiador, incluso si este último siente en ello un gusto morboso.
----------En este sentido, llama inmediatamente la atención la tajante declaración de nuestro Señor Jesucristo: "No he venido a traer la paz, sino la división" (Lc 12,51), y sorprende el hecho de que el anciano Simeón llame a Jesús "signo de contradicción" (Lc 2,34). Aquí Jesús parece ser un fautor de guerras y conflictos más bien que un pacificador y constructor de paz y de conciliación.
----------Sin embargo, es precisamente mediante una oportuna negación, una apropiada polémica, una oportuna oposición (como la hecha por Cristo en la frase antes citada), como nosotros podemos llevar a los contendientes a un acuerdo y realizar la paz en la verdad. Porque el punto es precisamente éste: no hay paz basada en el equívoco o en el malentendido, en la mentira, en el oportunismo y en la doblez.
----------El contradecir a un adversario no implica necesariamente enemistad frente a él, sino que ese contradecir puede apuntar a su propio bien. Y aunque el adversario nos odiara, nunca estamos autorizados a odiarlo a él a nuestra vez, como claramente enseña Cristo inculcando el amor por el enemigo, es decir, la capacidad de encontrar lados buenos y pensamientos rectos también en aquellos que no nos aman.
----------Por lo demás, no existe verdadera paz sino en la verdad. La paz depende, sí, de la justicia, pero no hay justicia si no existe la verdad, porque la justicia es la puesta en práctica de la verdad. La cuestión de la verdad es ineludible. Si no se resuelve esta, nada se resuelve en la existencia y en la vida. De ahí la sentida recomendación de san Pablo: "Os conjuro, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos digáis lo mismo (to autó), que no haya divisiones (schismata) entre vosotros; sed en cambio perfectos en el mismo entendimiento (en to autó noi) y en el mismo juicio (en te auté ghnome)" (2 Cor 11,8).
----------Sentencia del apóstol san Pablo que quiere decir que no puede haber acuerdo entre lo honesto y lo falso. Debe ser absolutamente prohibida la tendencia hoy difundida sobre todo entre los modernistas, al doblejueguismo, a la ambigüedad, y a las frases de doble sentido. Queriendo complacer a todos, católicos y protestantes, se termina por desagradar a todos, ya que, si una misma frase puede ser llevada por el católico a su sentido, el protestante puede hacer lo mismo; pero si ella al católico le huele a protestantismo, la rechaza; e igualmente, si al protestante le huele a catolicismo, también la rechaza.
----------Por consiguiente, el hombre auténticamente honesto tiene el deber de denunciar lo falso y de anunciar la verdad con claridad, sin ambigüedad ni doblez, como ha hecho nuestro Señor Jesucristo, a costa de recibir oposición y, si es posible, tiene el deber de corregir o de llamar la atención al errante. Debe aclarar lo que ha querido decir, cuando se le malinterpreta o se le instrumentaliza.
----------Esto es lo que significa ser honestos en el pensar, ser honestos en el expresarse y en el hablar, y ser honestos en el actuar. Por eso, Cristo por una parte enseña, confirma, aprueba, razona, pregunta, cuestiona, responde, exhorta, manda, aconseja, consuela, conforta, se compadece, pero, por otra parte, contradice, niega, se opone, desmiente, desenmascara, refuta, reprende, acusa, polemiza.
----------En todo caso, estos fines que Cristo se propone, ya sean de edificación, o ya sean de corrección, son siempre concebidos y perseguidos por su inmensa caridad para obtener la conversión y el entusiasmo de los corazones, el celo por las virtudes, el arrepentimiento de los pecadores, la adquisición del temor de Dios, la llama de su amor, el deseo de la santidad, la resolución y propósito de no pecar más, el anticipo y pregustación del cielo, la esperanza de la salvación y de la vida eterna.
Querido padre Filemón, una vez más un artículo suyo muy esclarecedor y de gran actualidad.
ResponderEliminarEn la lista de motivos de conflicto social y eclesial ("...Estos conflictos, riñas, litigios y divisiones en la Iglesia son frecuentemente debidos a una mala práctica de la negación o incapacidad para apreciar lo diferente, incapacidad inspirada por el odio o por la envidia o por la soberbia, o por un espíritu faccioso e ideológico de contradicción...") yo añadiría la desastrosa formación filosófica y teológica del clero (incluidos los Obispos), a lo cual se suma la arrogancia y la inconciencia de los laicos que, aprovechando las estructuras que hoy existen para que cualquiera pueda publicar lo que quiera en las redes, se lanzan a pontificar desde cátedras que nadie les ha concedido, sin ninguna preparación científica, filosófica o teológica, y a veces sin haber leído nunca ni siquiera el Catecismo de la Iglesia Católica.
Sergio Villaflores (Valencia, España)
Estimado Sergio,
Eliminarconcuerdo con su análisis, que da mucha tristeza.
Esto, sin embargo, no debe desanimarnos, sino que es motivo para que aumentemos nuestro compromiso de poner todas nuestras fuerzas en el superar estas dificultades, proporcionándonos a nosotros mismos una adecuada preparación y ello con gran confianza en la ayuda del Señor.
También es importante conectarnos con todos aquellos que están dispuestos a trabajar por la solución de esta situación, siguiendo el ejemplo de aquellos que entre nosotros se muestran más capaces de promover en la Iglesia la concordia y la paz, y a ayudar al Papa en su delicado y estupendo oficio de padre común y principio de unidad en la Iglesia.