Un Dios que deviene, que cambia o que sufre, un Dios que no puede existir sin el mundo o que no castiga o que es inmanente al hombre o que es idéntico al mundo o que es un primum cognitum o que es incognoscible o no conceptualizable o que es un a-priori de la auto-conciencia humana o que no puede ser trinitario o que no puede encarnarse, entonces no puede ser el verdadero Dios. Un dios del politeísmo no puede ser el verdadero Dios. Sin embargo, siempre sigue siendo cierto que incluso aquellos que conciben a Dios en cualquiera de estos modos, entran en relación con Dios, saben que existe el verdadero Dios. [En la imagen: fragmento de "Dios creador de los astros y de las plantas", fresco de Michelangelo Buonarroti, pintado alrededor del año 1511, en la bóveda de la Capilla Sixtina, de la Ciudad del Vaticano, Italia].
Desde las cosas sensibles al ipsum Esse subsistens
----------Cuando la razón humana se interroga acerca del origen de las cosas, llega a admitir la existencia de una causa primera, a la que llamamos "Dios". Subsecuentemente la razón humana se interroga acerca de cuál puede ser la naturaleza o la esencia de esta causa primera. Y se da cuenta que no puede ser otra cosa que un Ente en el cual la esencia coincide con su existencia, es decir, se da cuenta que el ser, el existir, entra en la definición de quién es Dios. Dios no puede ser concebido sino como existente.
----------Sin embargo, la razón, que parte de las cosas y se interroga sobre su origen, una vez que ha llegado al descubrimiento de la existencia de Dios, como hemos visto, llega a entender que Dios es el ipsum Esse, sólo después de haber tenido que admitir la existencia de una causa primera, porque una causa creadora, es decir, una causa del ser de las cosas sólo pueden ser un Ente, cuya esencia es la de ser.
----------Por tanto, para demostrar la existencia de Dios, es ilógico partir del concepto de Dios como Ente máximo o necesario, porque esto se viene a saber sólo después de haber demostrado que Dios existe. La prueba propuesta por san Anselmo de Aosta es, por consiguiente, un círculo vicioso, por el hecho de que se supone al inicio del razonamiento, como ya conocido, lo que es necesario demostrar. Ocurre que Anselmo confunde el concebir a Dios como necesariamente existente con el juzgar que Dios necesariamente existe. Yo puedo concebir la esencia de Dios como ipsum Esse solo después de haber juzgado que existe en base a sus obras: "invisibilia Dei per ea quae facta sunt, intellecta conspiciuntur" (Rm 1,20).
----------Otro modo equivocado de demostrar la existencia de Dios, es el de Schelling y de Hegel, que quieren partir de lo Absoluto como a priori de la conciencia, para llegar a lo relativo, es decir, a lo empírico y retornar desde éste al Absoluto llamado "Dios". Pero este Dios, según ellos, no está suelto, independiente y libre de lo relativo y del mundo, sino que es un Absoluto Relativo a Sí mismo, que retorna a Sí mismo como mundo, por lo cual el mundo se vuelve hacia Dios, pero también Dios es relativo al mundo. Pero este es un falso Dios, pues lo cierto es que el mundo no puede estar sin Dios, pero Dios puede estar sin el mundo.
----------He aquí algunas citas de Schelling en Filosofía de la Revelación (Ediciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1998): "La autoconciencia, de la cual nosotros partimos, es acto uno y absoluto" (p.59); "la autoconciencia es el acto absoluto, mediante el cual es puesta cada cosa por el yo" (p.67); "nosotros ponemos un absoluto, causa y efecto de sí mismo -sujeto y objeto- y así, no siendo esto originariamente posible excepto a través de la autoconciencia, volvemos a poner como primera una autoconciencia" (p.26).
----------En Hegel no existe una demostración de la existencia de Dios partiendo de la experiencia de las cosas, porque su punto de partida es el cartesiano del cogito, por lo cual el pensamiento parte de sí mismo como afirmación del ser absoluto. La diferencia con Descartes, como ese sabido, es que el ser hegeliano no es estático, sino en devenir dialéctico de oposición afirmación-negación. A la afirmación filosófica del absoluto corresponde la afirmación religiosa del Absoluto como Dios (Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas, Alianza Editorial, Madrid 2005, §86, p.91; §87, p.92; §88, p.93; §112, p.111; §115, p.114).
----------Hegel acepta la prueba de san Anselmo, y la resume en la siguiente frase lapidaria: "Dios existe por su concepto" (Lecciones sobre filosofía de la religión, Alianza Editorial, Madrid 1984, p.190) "Anselmo formula esta prueba simplemente de este modo: Dios debe ser el perfectísimo; si Dios es sólo una representación, Él no es el perfectísimo, ya que nosotros consideramos perfecto aquello que no es sólo representación, sino aquello que también pertenece al ser. Esto es totalmente correcto" (ibíd., p.31).
----------La existencia de Dios no se demuestra ni siquiera partiendo, como hace el padre Teilhard de Chardin, de una concepción de la evolución cósmica entendida como "autotrascendencia", elevación y transformación de la materia en el espíritu. Teilhard rechaza formalmente la doctrina tomista, por otra parte mal comprendida y confundida con el cartesianismo, doctrina, que en su autenticidad, no es otra que la doctrina bíblico-cristiana, de la trascendencia e independencia del espíritu con respecto a la materia.
----------Por el contrario, el jesuita Pierre Teilhard hace "emerger" el espíritu desde la materia, y dice: "no el Espíritu yuxtapuesto incomprensiblemente a la Materia (Tomismo), sino el Espíritu emergente (por operación pan-cósmica) de la materia" (citado por Dom Georges Frénaud, Il pensiero filosofico e teologico del padre Teilhard de Chardin, en G.Frénaud, L.Jugnet, Th.Calmel, Gli errori di Teilhard de Chardin, Edizioni Dell’Albero, Torino 1963, pp.31-32), "no existe concretamente la Materia y el Espíritu; sino que existe sólo la Materia que se convierte en Espíritu" (bíd., p.32). Está absolutamente claro que este "Dios", que emerge de una semejante demostración, es un falso Dios, mezcla de materia y espíritu.
Debemos tener cuidado de saber quién es Dios
----------En este punto, entonces, existe el problema del concepto correcto de Dios, de un Dios que tenga todos los atributos que le convienen. Pero este problema surge sólo después de que se ha descubierto la existencia de Dios. La pregunta an sit precede a la pregunta quid sit. Un Dios que deviene, que cambia o que sufre, un Dios que no puede existir sin el mundo o que no castiga o que es inmanente al hombre o que es idéntico al mundo o que es un primum cognitum o que es incognoscible o no conceptualizable o que es a-priori de la auto-conciencia humana o que no puede ser trinitario o que no puede encarnarse, entonces no puede ser el verdadero Dios. Un dios del politeísmo no puede ser el verdadero Dios. Sin embargo, siempre queda que incluso aquellos que conciben a Dios de este modo, entran en relación con Dios, saben que existe el verdadero Dios.
----------Y en realidad, cada uno llega por sí solo a saber que Dios existe, porque el razonamiento que lleva a esa conclusión surge espontáneamente e irresistiblemente de las funciones fundamentales de la razón. Las cincuenta páginas de la Crítica de la razón pura, que Kant escribió para demostrar que la razón especulativa no puede llegar a demostrar con certeza que Dios existe, nos conducen por un intrincado sendero, a través del cual la razón, ya exhausta, termina enroscándose sobre sí misma, y al término de ese camino se le aparece a Kant -si queremos usar su propia expresión- el "báratro para la razón" (Crítica de la Razón Pura, Ediciones Colihue, Buenos Aires 2007, p.659), el abismo de la razón.
----------Sin embargo, Kant no puede refutar ese razonamiento espontáneo e insuprimible, que evidentemente, no obstante todo, está en la base de su moral, independientemente de lo que diga al respecto el propio Kant, heredero de la hostilidad luterana hacia la razón especulativa. Por lo cual, siguiendo la huella del voluntarismo luterano, la razón resurge vigorosa de este báratro o abismo, en su calidad de razón práctica, que ve en la ley moral la expresión de la voluntad de Dios (Crítica de la razón práctica, Editorial Losada, Buenos Aires 2003, pp. 105 y 117; La Religión dentro de los límites de la mera razón, Alianza Editorial, Madrid 1981, p.67).
El proceso al infinito
----------Santo Tomás, para dar fuerza a la demostración de la existencia de Dios por medio de las cinco vías, sostiene que en la retrocesión de las causas no se puede ir al infinito. Efectivamente, "si procedatur in infinitum in causibus efficientibus, non erit prima causa efficiens et sic non erit nec effectus ultimus, nec causae efficientes mediae: quod patet esse falsum. Ergo est necesse ponere aliquam causam efficientem primam, quam omnes Deum nominant" (Summa Theologiae, I, q,2, a.3: "Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios"). Ahora bien, Tomás sobrentiende que el efecto último está ante nuestros ojos, así como sabemos que existen causas intermedias. Por lo tanto debe existir una causa primera.
----------Ahora bien, es necesario señalar que aquí el Aquinate no hace referencia a un retroceder temporal, sino ontológico, porque él admite, en línea de principio, la posibilidad de la existencia en el pasado de un número infinito de causas retrocediendo en el tiempo; como para decir que el tiempo podría ser infinito en el pasado y que el mundo podría existir desde siempre y no por esto perdería su esencia de creatura.
----------En este caso, en efecto, que es el de la generación, lo generado subsiste, aunque el generador o genitor o padre esté extinto. En cambio, el efecto actualmente existente tiene necesidad, para existir, de una causa actualmente existente, que lo haga existir. Y si esta causa es causada, el problema se desplaza, se corre hacia otra causa ontológicamente precedente, pero no se resuelve. Se necesita una causa suficiente, que sea sólo causa, una causa absoluta, y no también efecto. Esta es la causa primera, Dios.
----------Ahora bien, Tomás habría sido más claro y más riguroso en su razonamiento, si, al explicar por qué no se puede proceder al infinito, no hubiera dicho: "si procedatur in infinitum, non erit prima causa efficiens", porque es precisamente de esta causa primera de la que es necesario demostrar la existencia, y por lo tanto no se la puede dar, en el inicio del argumento, como presupuesta o postulada.
----------Cuando la razón se encuentra ante la finitud, ante la caducidad y ante la mutabilidad de las cosas y del propio yo, entra en función el principio de causalidad, con sus propias exigencias e inclinaciones, por lo cual el niño, como bien lo sabemos, ya oprime a sus padres con los famosos "¿por qué?". Lo que quiere decir que lo que la mente humana siente irresistiblemente cuando despierta por primera vez no es tanto la exigencia de una causa primera, sino ante todo de una causa suficientemente explicativa y absoluta, es decir, una causa solamente causa, que no nos vuelva mandar a otra, que no explique sólo esto o aquello, sino al conjunto de la realidad; vale decir, una explicación total no en el sentido de saber todo, sino de saber que hay una causa del todo. Una causa suficiente, como habría sugerido Leibniz, es decir, absoluta e incausada. Que esta causa sea primera o segunda, por ahora la mente no le presta atención a ello.
----------Sólo subsecuentemente, dándose cuenta que es imposible proceder al infinito, la razón se da cuenta de que esta causa absoluta no puede ser sino una causa primera. Es decir, la retrocesión debe ser finita. Y por eso ahora la razón se detiene en el primer Ente y sumo Bien. Aquí se aplica el principio de Aristóteles, que "es necesario detenerse", ananke stenai. He aquí el Motor inmóvil. Lo móvil supone lo inmóvil.
----------Todo lo cual quiere decir que la cadena causal o los grados de la realidad para llegar hasta Dios son finitos, por lo cual, en el límite, podemos prescindir de tal cadena, porque la mente ejercitada en la conceptualización metafísica y trascendental, puede muy bien pasar directamente del mundo a Dios, es decir, del ente distinto de su ser al Ente idéntico a su ser, del ens ab alio al Ens a se, del ente causado o creado al Ente incausado o increado, del ser por participación al Ser por esencia, de lo mutable a lo Inmutable, del devenir al Ser, de lo relativo a lo Absoluto, de lo finito a lo Infinito. Dios causa, cambia, mueve y finaliza el mundo para Sí por medio de una cadena causal que es siempre finita y de grados de realidad mundana. Sin embargo, Dios crea directamente el mundo sin mediación, sacándolo de la nada.
----------Quien logra alcanzar el concepto de creación, recabable del hecho que el ente mundano no tiene su ser por esencia, sino que lo recibe del Ser por esencia, entonces es capaz de ascender directamente, con un salto infinito, del mundo a Dios, sin ninguna cadena causal intermedia.
----------Ahora bien ¿por qué Tomás introduce en la demostración de la existencia de Dios la referencia al proceso al infinito para luego rechazar tal proceso al infinito? El Aquinate está probablemente preocupado por refutar a aquellos que lo utilizan para bloquear o disolver el camino de la razón hacia Dios, para detener la razón en las cosas mundanas, tal vez con el pretexto del progreso infinito del saber, y por tanto para afirmar que ese proceso no conduce a ninguna conclusión definitiva y para sostener ya sea el agnosticismo o el ateísmo.
----------De hecho, el proceso al infinito pone entre el efecto y la causa una distancia infinita, que no puede ser atravesada (infinitum non est pertransire); separa la causa del efecto, de modo tal que la causa no puede alcanzar el efecto y viceversa; por lo tanto rompe su relación, de modo que la causa no causa y el efecto no tiene una causa. Viene por tanto vanificado o anulado el principio de causalidad, que es el motor primero de la razón, y por tanto la razón viene paralizada o gira en el vacío.
----------Cabe señalar que aquí no está en juego la distancia ontológica infinita entre la creatura y el Creador. Aquí la distancia o desnivel infinitos entre creatura y Creador son cubiertos porque la creatura y el Creador están en el horizonte del ser. Y por eso la acción divina llega a la criatura manteniéndola en el ser y la criatura llega a Dios en la visión beatífica. En cambio, el proceso al infinito es un proceso de pensamiento inconcluyente y sin bases, para decirlo con expresiones populares, "sin ton ni son", "sin pies ni cabeza", vale decir, un movimiento con el cual la razón se destruye a sí misma, lo cual, al fin de cuentas, no es otra cosa que el verdadero y propio "báratro de la razón" que se le había aparecido a Kant.
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