domingo, 31 de diciembre de 2023

Sobre las pruebas de la existencia de Dios (3/3)

Las cinco vías que en Tomás de Aquino prueban la existencia de Dios, suponen un concepto realista del conocer, mostrando que todos nosotros, partiendo de la experiencia del devenir del mundo, de las cosas y del propio yo y aplicando el principio de razón de ser, de causalidad y de participación, no podemos dejar de admitir un primer motor inmóvil, una primera causa eficiente, un ente absolutamente necesario, un ente supremo, un fin último, que es Ente absoluto y plurivalente, al que, según dice Tomás, "todos llamamos Dios". [En la imagen: detalle del rostro de Dios en "Dios creador de los astros y de las plantas", fresco de Michelangelo Buonarroti, pintado alrededor del año 1511, en la bóveda de la Capilla Sixtina, de la Ciudad del Vaticano, Italia. Este rostro ha quedado como iconografía tradicional de la representación del Dios creador].

La Teodicea o Teología natural: filosofía primera y sabiduría
   
----------Lo que queríamos comunicar acerca de las pruebas de la existencia de Dios, básicamente ya lo hemos expresado en las dos notas que preceden a ésta. Aún así, conviene completar nuestra reflexión, retomando algunas nociones generales que nos permitan comprender mejor las cinco vías de santo Tomás de Aquino, ubicándolas en el adecuado contexto epistemológico.
----------El indagar acerca de las pruebas de la existencia de Dios, nos hace comprender mejor el ámbito propio de la filosofía. Pues siendo la filosofía, como sabemos, un saber de las últimas causas, la filosofía se distingue por un lado de las ciencias experimentales, que se mueven en el plano de lo fenoménico, de lo observable y de lo mensurable, mientras que la filosofía se mueve en el plano de lo inteligible, lo cual quiere decir que ella investiga las causas últimas de la realidad, y fundamentalmente la última causa, mientras que la ciencia experimental trabaja con lo que los clásicos llamaban las causas próximas.
----------Por otro lado, la filosofía se diferencia de la teologia, y esto es importante, también para esclarecer una serie de confusiones que circulan a propósito de la teología, de la religión, de la mística, etc., que son términos que frecuentemente son usados sin el menor cuidado científico, en muchos libros y artículos. Ahora bien, quien introdujo la palabra teología ha sido Platón, en la República, al proponer el modo racional y no mítico en que debe tratarse de Dios (República, II, 379a). Posteriormente, para Aristóteles, el conocimiento que la razón puede alcanzar de la primera causa, de Dios, por el auto-despliegue de las propias posibilidades de la razón, se llama filosofía primera, próte philosophía, o filosofía teológica, philosophía theologiké.
----------Luego, con el advenimiento de la revelación cristiana y de la utilización del pensamiento griego por los primeros pensadores cristianos, los Santos Padres y los Doctores de la Iglesia, se planteó la cuestión de que además de ese conocimiento al que se refería Aristóteles, había otro conocimiento de Dios, es decir, el conocimiento que el propio Dios comunicaba por revelación, y a este nuevo conocimiento de Dios se lo comienza a llamar sacra doctrina; mientras que al primero, al conocimiento de Dios por la razón, san Agustín de Hipona lo llama conocimiento físico o natural de Dios. Mientras que para llegar al nombre usual de theología naturalis, habría que remontarse a algún filósofo latino, quizás a Mario Victorino.
----------Luego vino Leibniz quien, a aquello que Aristóteles llama theología, lo llama teodicea, que viene de los vocablos griegos théos (Dios) y díke (justicia), con lo que tendríamos "justificación de Dios". Leibniz utiliza esa expresión para dar título a su tratado de 1710: Essais de Théodicée sur la bonté de Dieu, la liberté de l'homme et l'origine du mal. Desde entonces, en los ámbitos académicos filosóficos vino utilizándose el nombre de Teodicea (hoy, ciertamente, ya en desuso) para el particular tratado de filosofía dedicado a estudiar a Dios, a través del conocimiento natural; mientras que se comenzó a reservar el nombre de Teología, a secas, para el estudio de Dios a través de la aplicación de la razón sobre el dato revelado.
----------Otras veces se distinguen ambos saberes con los nombres de Teología natural y Teología revelada o sobrenatural. A decir verdad, el nombre de Teodicea no es muy apropiado, y de hecho la Teodicea es de alcance menor que la Teología. En realidad, lo que en su momento Leibinz pretendía con su Teodicea, era refutar a Bayle, el cual, en razón de la existencia del mal en el mundo, acababa limitando la omnipotencia divina; de allí la expresión de Leibniz, teodicea: justificación de Dios.
----------Otros autores, para intentar evitar estas confusiones en las denominaciones de los diversos modos del conocimiento de Dios, prefieren usar otra palabra, no la palabra teología, ni la palabra teodicea, ni la de teología natural, sino una denominación común, genérica, que hace referencia al modo de saber "sapiencial" que tiene el conocimiento de Dios, y por eso utilizan el término: "sabiduría". Al respecto, suelen distinguir cuatro tipos de conocimiento sapiencial o conocimiento de sabiduría, específicamente: 1. Sabiduría de la razón, 2. Sabiduría de la fe, 3. Sabiduría teológica, y 4. Sabiduría de los Dones, o sabiduría mística.
----------En tal sentido general, podemos llama "sabiduría" a todo conocimiento que se refiere a la última causa de la realidad, vale decir, conocimiento de sabiduría es todo conocimiento que el hombre pueda alcanzar acerca de Dios en cuanto Dios y en cuanto fundamento último de la realidad. Comprendiendo este concepto general de sabiduría, se encuentran, por lo tanto, los cuatro modos fundamentales antes mencionados, cuatro sabidurías, cuatro conocimientos cuya raíz se encuentra en la primera causa, ya se trate de la arché o principio natural de los filósofos, o ya se trate del Dios de la revelación cristiana.
   
Conocimiento de Dios por la sabiduría de la razón
   
----------Ahora bien, nos centramos entonces en el primero de los cuatro mencionados conocimientos de Dios, la sabiduría de la razón, a la que líneas arriba llamamos también Teodicea o Teología natural. A decir verdad, a propósito de este primer grado de sabiduría o de saber sapiencial, a primera vista no podemos establecer diferencias entre filosofía y teología, pues parecen ser aquí la misma cosa: la teología natural es, precisamente, una ciencia filosófica en sentido estricto, o mejor dicho, la ciencia filosófica por definición, pues si la filosofía es por definición el saber de los últimos fundamentos de la realidad, y en la Teología se atiende al fundamento último, entonces en ella confluyen todas las demás disciplinas de la filosofía. Por eso Aristóteles la llama filosofía primera, y se constituye, como disciplina del conocimiento, por una aplicación natural de nuestras exigencias intelectuales al dato de lo real externo, o sea, del mundo. Se puede decir, entonces que, en la Teología natural o Teodicea, el hombre asciende a Dios por el desarrollo de la propia inteligencia.
----------Como hemos visto en las notas anteriores, este desarrollo natural de la inteligencia, según algunos (como san Anselmo de Aosta, san Buenaventura de Bagnoregio, Schelling, Hegel, el beato Rosmini, Bontadini o Rahner) es de índole apriorística. Según estos pensadores, la existencia de Dios se prueba analíticamente, pues dicen, en suma, que la idea de Dios conlleva su existir. Retomando el conocido argumento de san Anselmo, dicen más o menos así: Dios es el ente mayor que pueda pensarse; entonces existe, porque si no existiera, podría haber otro ente mayor que él, vale decir, uno que se pensara y realmente existiera.
----------Para otros (como Aristóteles y santo Tomás de Aquino), en cambio, el conocimiento sapiencial de Dios por la razon natural, no es apriorístico, sino que es a posteriori. Básicamente, sostienen que todo conocimiento de Dios es a posteriori, pues no es válido aquel conocimiento anterior a la experiencia misma, o no extraído de la experiencia misma, que obtendríamos de una intuición interna, de una verdad interior. Nada de eso, pues el conocimiento de Dios, dicen, debe partir de la experiencia de las cosas materiales y sensibles: "invisibilia Dei per ea quae facta sunt, intellecta conspiciuntur" (Rm 1,20).
----------Claro que esta segunda posición, plenamente realista en razón de que procede partiendo de lo real exterior a la mente, tampoco significa que vea a Dios en la experiencia externa, de ninguna manera. Cuando intuyo con la sensibilidad un objeto, o lo aprehendo con la inteligencia, no tengo en modo alguno en esa aprehensión o intuición un conocimiento de Dios. Lo que sucede es que, la existencia de Dios debe extraerse, en cuanto causa, de los efectos naturales. O sea que, por la atención a las exigencias inteligibles de esos efectos, la inteligencia horada los datos del mundo real externo y ve en ellos o a través de ellos, por necesidad de fundamentación, la presencia y la existencia de una causa última que los explica y los sostiene.
----------Sostenemos que esta posición es válida: se trata del proceso que, en santo Tomás de Aquino, va de los efectos a la causa y por el cual se afirma la existencia de Dios a través de cinco vías.
   
Las cinco vías para probar la existencia de Dios
   
----------Las cinco vías que en Tomás de Aquino prueban la existencia de Dios, son cinco caminos argumentativos que suponen, como ya hemos dicho antes, un concepto realista del conocer, mostrando que todos nosotros, partiendo de la experiencia del devenir del mundo, de las cosas y del propio yo y aplicando el principio de razón de ser, de causalidad y de participación, no podemos dejar de admitir un primer motor inmóvil, una primera causa eficiente, un ente absolutamente necesario, un ente supremo, un fin último, que es Ente absoluto y plurivalente, al que, como dice santo Tomás de Aquino, "todos llamamos Dios".
----------Este itinerario le permite al Aquinate concluir (en la Summa Theologiae I, q.2, a3) que "la existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas". 
----------1. La primera manera, es descubrir por medio de la razón la existencia de un primer motor, que produce el movimiento de los seres creados: "La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto, y así lo mueve y lo cambia. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste  otro. Mas no se puede seguir al infinito, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios".
----------2. El segundo modo es descubrir por medio de la razón la existencia de una causa primera que explica el proceso causal subordinado: "La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos, ni es posible, que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar al infinito la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas; y ésta, causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase al infinito la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causas eficientes intermedias, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios".
----------3. La tercera manera es descubrir mediante la razón la existencia de un ente necesario, que sostiene a los entes contingentes: "La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos, forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie infinita de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios".
----------4. El cuarto modo es descubrir por medio de la razón la existencia de un ser perfecto, del cual dependen las perfecciones participadas por las creaturas: "La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, más o menos verdaderos y más o menos nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice que es más caliente lo que se aproxima más a lo máximamente caliente. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos Dios".
----------5. Y la quinta manera es descubrir la existencia de una Inteligencia, que comunica el orden y el sentido del mundo: "La quinta vía se toma del gobierno de las cosas. Vemos, en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios".
----------Las cinco vías de santo Tomás de Aquino son plenamente válidas. La existencia del ser primero puede, efectivamente, demostrarse si se aceptan las leyes o principios connaturales a la inteligencia. Vale decir, si la causalidad tiene valor real, este principio me conduce a la existencia de la primera causa con toda la fuerza probativa que la inteligencia puede pedir cuando se trata de conocimientos no analíticos. Para negar la validez de tal conocimiento, sería necesario negar el valor del principio de causalidad, como principio intelectual y real, sería necesario negar el valor del principio de no-contradicción, en fin, sería necesario negar los fundamentos mismos de la inteligencia humana en cuanto facultad de conocer la verdad.
----------No entraremos aquí a hacer un estudio pormenorizado de las cinco vías tomistas. Tan sólo señalamos que en este primer tipo de sabiduría, la sabiduría de la razón, una vez que se resuelve la cuestión acerca de la existencia de Dios (cuestión del an sit), si Dios existe, se sigue con la cuestión referida a la naturaleza de Dios (cuestión del quid sit), qué es Dios. Son las dos cuestiones fundamentales que trata la Teodicera o Teología natural, o sabiduría de la razón: la existencia de Dios y la esencia de Dios. Y de esta segunda cuestión, surge luego una tercera: la cuestión de las operaciones de Dios.
----------Y creo que -como solía terminar sus clases de Escritura el padre Levoratti-, "esto ya está bien, con esto basta por ahora", pues, con lo que hemos dicho, basta para tener al menos una idea general de este primer conocimiento sapiencial de Dios, el primero de los conocimientos referidos a la primera causa: primer tipo de conocimiento que hemos dado en llamar sabiduría de la razón (en lugar de los demás nombres que en la historia se han usado para denominarlo: filosofía primera, teodicea, teología natural, etc.), y se trata de un conocimiento de Dios que la inteligencia natural alcanza por sí misma.
----------No consideramos aquí los otros tres conocimientos sapienciales de Dios. El segundo es el conocimiento o sabiduría de fe, que es simple adhesión a lo revelado por virtud de un elemento sobrenatural. El tercero es la sabiduría teológica, la cual se obtiene por la aplicación de la razón natural a los datos de la fe. Y el cuarto conocimiento o sabiduría es la sabiduría de los Dones, en cuanto participación connatural en la vida divina.

9 comentarios:

  1. ¡Me asombra y siento estupor por quienes sienten la necesidad de razonar sobre la existencia de Dios!

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    1. ¿Estupor? ¿Por qué asombro y estupor?

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    2. Estupor, sí, ¡porque me parece muy obvio que Dios existe! Me parece una paradoja querer razonar sobre la existencia de Dios.

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    3. Sergio Villaflores3 de enero de 2024, 6:22

      Me parece completamente natural razonar sobre la existencia de Dios. Tratándose de una elección que involucra toda la existencia, sería arriesgado hacerla sin una implicación racional, y no sólo sentimental o emocional.

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    4. Creo que la existencia de cualquier cosa, ya sea un ente objeto, un animal, una persona o incluso Dios, no se puede demostrar, solo se puede constatar. Es decir, la existencia no pasa por un razonamiento o un procedimiento lógico, sino por la percepción que llega a nuestros sentidos.
      Sé que el sol existe porque lo veo; sé que la galaxia Alfacentauri existe porque su radiación estimuló mis sensores de rayos X (extensión de mis sentidos), etc.

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    5. Aldo: No basta... la percepción de los sentidos. Hay una percepción más íntima que va mucho más allá de la falacia de ver u oír....

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    6. La percepción no concierne sólo a los 5 sentidos, sino también a un sentido interno. Por ejemplo, un sentido estético (percibo la belleza de algo, un paisaje, una sinfonía, etc.) o un sentido ético (la moral o inmoralidad de una conducta, la bondad de una persona, etc.).

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    7. El alma y su destino... precisamente.

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    8. Queridos amigos,
      la existencia de Dios no es tan inmediatamente evidente como la existencia de las cosas que nos circundan, y ni siquiera es tan evidente como nuestros hechos de conciencia. Sino que para saber que Dios existe es necesario aplicar el principio de causalidad, por el cual nosotros, conociendo el mundo como efecto, comprendemos que Dios es su causa.

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