El precepto de Cristo: "que vuestro hablar sea sí, sí, no, no", es un precepto lógico-noético que corresponde al principio de no contradicción: no puedo afirmar y negar lo mismo de lo mismo bajo el mismo aspecto. Contraviniendo a ello estaría infringiendo la prohibición pronunciada por Cristo: no se puede servir a dos señores. Esto es deshonestidad, hipocresía y doblez. Pero existe también un negar que es propio de la voluntad. Aquí pasamos del pensar al actuar y entramos en el campo moral, donde podemos negar el bien y afirmar el mal con el pecado, con la desobediencia, el odio, la violencia, la soberbia, la doblez, la infidelidad; y podemos negar el mal afirmando el bien con la obediencia, la humildad, la justicia, la caridad, la sinceridad, la fidelidad. [En la imagen: fragmento de "La Discussion politique", óleo sobre lienzo de Emile Friant, 1889].
Distinguir para unir
----------Los dos problemas fundamentales del pensar y del hablar son, por tanto, el de la coherencia, que impone no contradecirse, y el de la verdad, que impone adherirse al dato real y expresar el dato real.
----------Y dado que por tanto nuestro juzgar debe reflejar lo real, tal principio supone que es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo bajo la misma consideración, lo cual es el principio de identidad, por el cual cada ente tiene su propia identidad, es decir es sí mismo y no es otro distinto a sí, sino que sólo es otro para el otro, es decir, es distinto, diverso o diferente del otro. Y para expresar esto, uso la negación: esto no es aquello. Sin embargo, la negación me sirve no sólo para expresar lo distinto o lo diferente, sino también lo contrario, por ejemplo: la virtud no es el vicio, el bien no es el mal.
----------Lo opuesto de la distinción es la confusión. Quien confunde cae en lo falso, confundiendo una cosa con otra. Sin embargo, es necesario saber distinguir, porque puede suceder que nosotros distingamos donde en cambio hay identidad. Por ejemplo, no hay razón para distinguir dos sustancias en el hombre, como en efecto hace Descartes, dado que la sustancia humana es una sola.
----------O bien puede suceder que para distinguir separemos, también como hace Descartes, quien, a fin de distinguir en el hombre alma y cuerpo, los convierte en dos sustancias. El griego distingue la diairesis, distinción, del corismós, separación. Por otra parte, no debemos confundir una distinción real con una distinción de razón, como hacen Francisco Suárez y Juan Duns Scoto que entienden la distinción de esencia y ser en la creatura como distinción de razón en lugar de distinción real.
----------Con el principio de no-contradicción afirmamos el ser y que el no-ser sea; o bien negamos que el no-ser sea, como ya decía Parménides. Este acto es virtud del intelecto que configura la virtud de la coherencia del pensar. Tenemos aquí la legítima y debida negación lógica o noética.
----------En esta negación, nosotros sentimos la obligación de negar o de rechazar lo contradictorio. Subsecuentemente a este principio, entra en juego la exigencia de la verdad. Aquí, entonces, se añade un ulterior elemento, que es la relación con la realidad. Llegados a este punto tenemos la oposición entre lo verdadero y lo falso. Y entonces se plantea el deber moral de la veracidad.
----------Sin embargo, en virtud de nuestro libre albedrío podemos negar y rechazar el ser, como si fuera un mal tanto con el pensamiento como con la voluntad. Tenemos entonces la negación moral y, dado que en este caso contravenimos el deber de reconocer el ser o el bien, he aquí que aquí precisamente se configura el pecado de falsedad en el pensamiento y de desobediencia en la voluntad. Negación moral virtuosa es, en cambio, aquella que opone la voluntad o que dice no al pecado.
----------Existe, pues, un negar normal, necesario y proficuo, que es el relacionado con la búsqueda y la expresión de la verdad; y existe un negar ilícito, dañino y deshonesto, relacionado con el pecado. En líneas generales, el negar puede ser o un acto del pensamiento: decir no, o sea la predicación del no-ser; o un acto del querer, no quiero, me niego, rechazo, me opongo. Aquí puede ocurrir un pecado de desobediencia.
----------En el acto del decir y en el acto del pensar existe ante todo un negar que abre un abanico de posibilidades diversas, todas ellas recíprocamente compatibles y coexistentes. Yo digo por ejemplo: yo no soy Pablo y no soy Pedro. Es la afirmación de la alteridad, de la diversidad y de la multiplicidad. Lo llamamos el principio del et-et o del vel-vel. Aquí estamos siempre en el horizonte del sí, de la verdad, del bien; tenemos sólo diferentes sí, diferentes verdaderos, diferentes bienes.
----------Existe luego en el acto del juzgar un negar que supone la oposición entre lo verdadero y lo falso. Digo por ejemplo: Dios no existe. O bien un negar que conlleva lo verdadero: el hombre no es un espíritu. Aquí no se abre un abanico de posibilidades, sino una sola alternativa. Una tercera no se da: o Dios existe o Dios no existe. O el hombre es un espíritu, o el hombre no es un espíritu. Aquí hablamos del principio del aut-aut. Los dos términos de la contradicción no pueden coexistir: o existe el uno o existe el otro. Una cosa es verdadera o es falsa, o es buena o es mala, o es pecado o es justicia, o es lícita o es ilícita. No pueden ponerse de acuerdo Cristo y Beliar.
----------También hay que prestar atención a los casos de oposición radical, donde no hay un pasaje neto entre los opuestos, sino un pasaje gradual, por el cual lo opuesto se acerca gradualmente al otro opuesto, hasta devenir ese opuesto. Por ejemplo, el blanco y el negro son ciertamente contrarios, pero entre ellos pueden existir matices, por los cuales desde el blanco se pasa a través del gris hasta el negro. O bien pensemos en el proceso del morir: se da una disminución gradual de las fuerzas vitales, hasta que ellas se extinguen totalmente y desde la vida se pasa a su contrario u opuesto, que es la muerte, del ser al no-ser.
----------Aquí debo elegir entre el sí y el no; no puedo afirmarlos o negarlos a entrambos. No puedo decir sí a lo que es no; no puedo decir no a lo que es sí. Contravendría el precepto de Cristo: "que vuestro hablar sea sí, sí, no, no". Este precepto lógico-noético corresponde al principio de no contradicción: no puedo afirmar y negar lo mismo de lo mismo bajo el mismo aspecto. Contraviniendo a ello estaría infringiendo la prohibición pronunciada por Cristo: no se puede servir a dos señores. Esto es deshonestidad, hipocresía y doblez.
----------Pero existe también un negar que es propio de la voluntad. Aquí pasamos del pensar al actuar y entramos en el campo moral. Y aquí podemos negar el bien y afirmar el mal con el pecado, con la desobediencia, el odio, la violencia, la soberbia, la doblez, la infidelidad. Y podemos negar el mal afirmando el bien con la obediencia, la humildad, la justicia, la caridad, la sinceridad, la fidelidad.
La negación en el juicio y la negación en el querer
----------Aquí también está el arte de la negación. Nosotros podemos negar en los juicios o bien podemos negar en nuestro actuar, en el sentido de oponernos o rechazar algo o alguien. La actividad del negar es fundamental en nuestro pensar, en nuestro juzgar, en nuestro hablar, en nuestro querer. El negar se funda en la oposición del no-ser al ser. Nosotros afirmamos que algo existe o es así, y negamos que algo exista o sea así.
----------Digamos, pues, que el negar nos sirve para distinguir: Pedro no es Pablo; la materia no es el espíritu. Pero el negar también podemos pronunciarlo para cumplir actos de la voluntad: niego mi consenso a alguien, me niego a obedecer. Por lo tanto existe un negar en el juicio y un negar en el querer.
----------La palabra griega diairesis, que pone en juego el negar, tiene múltiples significados y es interesante confrontarlos: división, distinción, diferencia. La palabra diairesis está cerca de la palabra diaforá, que quiere decir diferencia, diversidad, especie. Es interesante cómo diaforá también puede significar desacuerdo, discordia, disidencia, contienda, conflicto, de ahí el principio del litigio y de la guerra.
----------Sin embargo, no son las diferencias como tales las que son el principio del conflicto. Y, sin embargo, ellas constituyen la condición de posibilidad del conflicto. Para que surja el conflicto es necesaria la mala voluntad, en cuanto que la diferencia como tal sería de por sí un principio de acuerdo y de armonía. Para que exista este acuerdo, es necesario la intervención del amor.
----------A estos términos conexos con el negar y el distinguir podemos acercar el término corismós, que significa separación, diferencia, distinción, aislamiento, abstracción. Otro término que vale la pena mencionar es allos, que significa otro, diferente. Otro término a tener en cuenta es éteros, otro, diferente, diverso, disímil, que asume también significados negativos: opuesto, contrario, ajeno, extraño.
----------Otro término que aquí viene muy oportuno es antithetikós, lo antitético, lo contrapuesto. A ese término le corresponde el verbo antiléghein, contradecir, contestar, impugnar, hablar en contra, oponerse. Pensemos por ejemplo en la maledicencia o la denigración.
----------En cuanto a la dialexis, también ella ligada a la negación, es la discusión, el diálogo, la conversación, pero también la contienda, eris, la disputa, el litigio. Existe un arte de la disputa, de la controversia, es el arte dialéctico. Aquí la afirmación se opone a la negación.
----------En este marco del discurso también cabe mencionar la palabra airesis, de donde proviene el término herejía. Esta palabra es interesante y se aplica a nuestro caso. Herejía significa elección. Pero sabemos que el elegir implica un tomar esto y rechazar aquello. Implica un juicio: esto es verdadero y bueno, aquello es falso y malo. También cabe señalar que el significado de airesis en el Nuevo Testamento, más que una falsa doctrina, se refiere a elecciones erróneas, facciosas, partidistas, sectarias y divisivas (1 Cor 11,19; Tit 3,10; 2 Pe 2,1), incluso si es obvio que los conflictos, los cismas, las facciones y las guerras sólo pueden surgir de proposiciones falsas. En efecto, mientras que lo verdadero es siempre lo total, lo universal y por tanto lo unificador, en cambio, lo falso, oponiéndose a la verdad, es siempre parcial, crea conflictualidad y división.
----------Ahora bien, el hecho que en la Iglesia existan partidos, movimientos, corrientes o tendencias particulares, preferencias, opiniones diferentes o contrarias, una pluralidad de espiritualidades, diversidad de dones, de tareas y de oficios, en eso no hay nada de malo; de hecho, como suele decir el Papa, esto no compromete en absoluto la unidad doctrinal de fe, sino que de hecho es signo de vitalidad, de libertad de pensamiento y es riqueza inmensa de la Iglesia, a la que el Papa compara con un poliedro. La Iglesia es como una reina, una esposa adornada de piedras preciosas y alhajas (cf. Sal 44,10).
----------Pero esto no puede ser el pretexto para avalar conflictos internos donde faltan la justicia, la honestidad y la caridad y donde los dos partidos enfrentados pretenden cada uno ser la verdadera iglesia con exclusión del otro, como viene ocurriendo desde hace sesenta años con un lamentable y ya bien estudiado malentendimiento de las verdaderas intenciones del Concilio Vaticano II.
----------Por otra parte, el inclusivismo que hoy está tan de moda, en realidad no resuelve nada, porque el inclusivismo incluye lo que debería excluir y excluye lo que debería incluir, es decir, la corrección del razonar y el correcto método para la solución de los conflictos.
----------Pensemos, por ejemplo, en la absurda propuesta de Mauro Magatti y Chiara Giaccardi (La scommessa cattolica, Il Mulino, Bologna 2019) de abolir el principio del tercero excluido, incluyendo o añadiendo sí-no a las dos posibilidades o de sí o del no, casi como si este tercero sea simplemente el "otro" y no el contradictorio. No se puede sustituir el aut-aut por el et-et, porque así se destruye el pensamiento. Y de hecho la ley fundamental de la honestidad y la lealtad del pensar, si no se quiere erigir la mentira como regla de la verdad, es, independientemente de lo que diga Hegel, el respeto al principio de no-contradicción.
----------La airesis, la herejía, por su parte, implica una elección o toma de posición ya sea a favor o en contra. Es posible elegir lo falso en lugar de lo verdadero, ya sea voluntariamente por intereses turbios, o bien involuntariamente, permaneciendo en buena fe, porque se está engañado o por apariencia o por falta de sentido crítico o porque hemos sido engañados por alguien.
----------Es lo que hoy llamamos "ideológico", entendiendo por ello la reducción y por tanto el cercenamiento de lo real a una sola parte descuidando o ignorando el resto, el tomar una parte como si fuera el todo, que es precisamente en lo que consiste la razón del error y de la falsedad. A este error están expuestos particularmente los idealistas, ya que tienden a reducir lo real a sus ideas.
----------Pero la palabra más interesante es la palabra diákrisis, que, como se puede verificar en un buen vocabulario de Biblia y teología, es extremadamente rica en significados, diferentes e incluso contrastantes entre sí: separación, distinción, resolución, contienda, litigio, juicio, decisión, interpretación, discernimiento.
----------Estas palabras y sus significados nos presentan, en apretada síntesis, todos los términos de la cuestión que estamos examinando: la del distinguir lo idéntico de lo diferente, la distinción de la contraposición, lo distinto de lo separado, lo contrario de lo contradictorio.
----------La misma acción de Cristo nos ofrece puntos para nuestro examen y nuestra reflexión. Cristo mismo es llamado en Lucas (Lc 2,34) semeion antilegómenon, signo de contradicción, aquello que viene contradicho. En cambio el sustantivo antikéimenos, que tiene relación con la contradicción o con la aversión, significa el adversario, el enemigo. En el lenguaje cristiano puede indicar al demonio, en hebreo Satán, que significa el adversario. El demonio es el enemigo de Cristo, su opositor por excelencia. El demonio es también el diabolos, de diaballo, divido, el divisor, el falsario, el calumniador, el mentiroso.
----------"¿Qué acuerdo (symfónesis) -se pregunta el apóstol san Pablo (véase: 2 Cor 6,16)- puede haber entre Cristo y Beliar?", ¿entre el veraz y el mentiroso? ¿Qué diálogo puede haber entre ambos? Ciertamente, existe el diálogo de Cristo con Satanás en el desierto. Pero, como nos advierte el papa Francisco, el diálogo supone una común voluntad de verdad, que no podemos tener de ningún modo con el demonio. Por tanto, ante sus propuestas, sólo queda rebatirlo y rechazarlo, como ha hecho Cristo.
----------La contradicción, por otra parte, tiene tres modalidades: una es el contradecirse, lo cual está prohibido por el deber de la coherencia en el pensar y en el hablar. La segunda es el contradecir, que es el deber de rechazar las propuestas del demonio y las falsedades de los enemigos de la verdad. La tercera, es lo contradictorio, aquello que, negándose y anulándose a sí mismo, es imposible y por tanto impensable.
----------Así todos sabemos que no podemos afirmar y negar simultáneamente de un sujeto el mismo predicado. Si lo hacemos, nuestro juicio no tiene sentido, aunque quizás nos suceda contradecirnos involuntariamente, sin darnos cuenta. Sin embargo, a la vista de cosas que cambian, se nos dice que digamos: esto es así y no es así al mismo tiempo. Pero reflexionando nos damos cuenta de que es así y no es así en distintos momentos.
----------La planta, por ejemplo, como dice el propio Hegel, al principio es sólo la semilla, pero, al llegar al término de su crecimiento, contradice claramente su ser semilla. ¿Cómo se resuelve esta aparente contradicción? Con la introducción del tiempo: la planta es primero semilla y luego planta adulta. O bien admitiendo la distinción entre el ser planta en potencia y el ser planta en acto.
----------De hecho, aunque el devenir nos parezca contradictorio, en realidad no puedo decir que este ente que deviene sea simultáneamente tal y al mismo tiempo no sea tal, sino que puedo y debo resolver de las maneras antes mencionadas la aparente contradicción.
----------Aquí es donde precisamente entra en juego el principio de no-contradicción. También el deviniente, en el momento en el cual deviene, tiene su propia identidad e inteligibilidad; de lo contrario sería ininteligible y no podría existir la física, es decir, la ciencia de las cosas que cambian. El ente no sería identificable, inconfundible y reconocible y, por tanto, no sería pensable y representable, si no tuviera una identidad propia. Y cada ente tiene su propia identidad, por la cual se distingue o se diferencia de los demás, aunque todos sean entes y pertenezcan a la categoría de la entidad o del ser.
----------Ningún ente se confunde con otro. La confusión la creamos nosotros con nuestros conceptos, cuando no sabemos distinguir un ente de otro. Un ente puede devenir otro, pero en el momento en el cual deviene, es el otro en potencia y es él mismo en acto. Ahora bien, acto y potencia se excluyen mutuamente, por lo cual se salva la no-contradictoriedad del deviniente.
----------Está claro que quienes, como Hegel, Heidegger, Severino y Bontadini, vinculados a Parménides, no admiten la distinción entre potencia y acto, deben hacer saltos mortales para salvar la realidad e inteligibilidad del devenir, Hegel diciendo que es lo mismo real lo que es contradictorio, Heidegger diciendo que el ser es el ser ahí, Severino diciendo que el devenir es aparición del ser, Bontadini diciendo que el devenir es real descubierto como tal sólo cuando se resuelve su contradicción afirmando que el ser, es decir, Dios, es el único ser.
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