miércoles, 20 de diciembre de 2023

Sobre la cuestión del éter

No sin sorpresa de mi parte, los recientes artículos en este blog acerca de epistemología, particularmente sobre la relación entre ciencia experimental, filosofía y teología, han tenido eco entre los lectores, originándose interesantes diálogos. En ellos ha surgido también la cuestión del éter, que por cierto, no es de poca monta. He aquí, entonces, una breve nota para hacer algunas puntualizaciones. [En la imagen: fragmento de un diagrama de las relaciones entre los cuatro elementos clásicos, con la quinta esencia en el centro, en una ilustración del Sylva Philosophorum de Cornelius Petraeus, de mediados del siglo XVII].

La cuestión del éter no es de poca monta
   
----------Últimamente en el diálogo con los lectores he tenido la oportunidad de discutir la cuestión del éter. El tema ofrece un interés en cuanto a la relación de la física experimental con la cosmología filosófica y la metafísica, porque la noción de éter (aithér) se remonta a Aristóteles (cf. Fisica, Del cielo), quien creía que la materia de los cuerpos celestes fuera más noble que la de los cuerpos terrestres y de tal modo que la forma circular agota toda su fuerza formativa en su materia, de modo que ésta, a su vez, ya no estaba disponible para cambiar de forma, sino que agotaba toda su potencialidad en el ser formada por su forma, a diferencia de las formas y de las materias de esta tierra, las cuales cambian respectivamente materia y forma en el proceso del devenir, de la generación y de la corrupción.
----------En Aristóteles, el éter constituye lo que él llamaba el "quinto elemento" (pempton stoicheion), la materia astral, una adición a los cuatro elementos mundanos que la antigüedad había establecido: aire, agua, fuego y tierra. A lo largo de la historia de la astronomía, de la química, de la cosmología, de la magia y de la filosofía, el tema del éter ha llamado la atención no tanto y no sólo de los auténticos experimentadores o de los verdaderos sabios, porque el éter no es objeto de experiencia, sino que ha llamado la atención más bien de aquellos que, impacientes con los datos de los sentidos, y aspirando a ser guías intelectuales de la humanidad, quisieran dar muestra de poseer un saber supremo sólo a ellos concedido.
----------El propio santo Tomás de Aquino, dando crédito a Aristóteles, y pensando que aquella su idea del éter como materia astral pudiera ser compatible con la concepción cristiana del universo físico, y no encontrando en ella ninguna imposibilidad metafísica, aceptó entonces la teoría aristotélica de la distinción entre, por un lado, materia etérea cósmica incorruptible y, por otro lado, materia terrena corruptible.
----------Sin embargo, Aristóteles no habla de éter a propósito de la materia que ocupa el espacio entre dos o más cuerpos, aunque él sostenga que el espacio siempre está lleno, tanto porque hay al menos aire como porque sólo así los cuerpos pueden estar en contacto para actuar los unos sobre los otros, ya se trate del movimiento local o de las influencias o modificaciones recíprocas que los cuerpos ejercen los unos sobre los otros (véase el libro de la Fisica, l. IV, cc.6-9, y el Comentario de Santo Tomás a la Física de Aristóteles, l. IV, lect. IX-XIII, nn.494-543, Edizioni Marietti Torino-Roma 1954, pp.240-263).
----------Salvo que, sin embargo, Aristóteles aún no conocía el modo de propagarse de la luz, el cual implica una irradiación física que emana del cuerpo luminoso, que, a una altísima velocidad, atraviesa el espacio vacío o lleno para iluminar el cuerpo que ella ilumina con sus rayos. Además, Aristóteles no conocía la posibilidad que hoy nos ofrece la técnica de realizar el vacío en un ambiente o en un contenedor eliminando el aire.
----------Por otra parte, esta entidad indefinible ficticia, esta fantástica sutilísima materia sin forma, el así llamado éter, con su halo de misterio y su indeterminada, omnipenetrante, impalpable e invisible fluidez, dotada de una celestial incorruptibilidad, casi a medio camino entre la materia y el espíritu, parecía hecha a propósito para satisfacer y nutrir la fantasía y la facultad creativa del gnóstico, por lo cual se convirtió en un sabroso manjar para complicadas, abstrusas y extravagantes exhibiciones ideológicas hechas específicamente para subyugar a los espíritus ingenuos, deseosos de elevarse a una super-ciencia esotérica e iniciática que le diera pólvora a la física experimental galileana, a la filosofía, a la teología y a la misma revelación cristiana.
----------Por su parte, el progreso de la astronomía llevado a cabo por Galileo Galilei [1564-1642] hizo comprender que los cuerpos celestes son tan cambiantes y corruptibles como los cuerpos terrestres. Ya por entonces parecía que no había ninguna razón para admitir el éter aristotélico.
----------Sin embargo, Descartes siguió negando la existencia del vacío debido a su reducción de la corporeidad a la extensión y dado que entre dos cuerpos entre sí distantes existe una extensión, sostuvo que ese espacio intermedio no está vacío sino lleno (cf. Los principios de la filosofía, parte II, nn.16-18).
----------Por cierto, es bien sabido que, en la filosofía de Descartes, el éter es una sustancia fluida no bien definida, que permea todo el espacio y que, a través de una explicación puramente mecanicista, proporcionaba la base de todos los fenómenos físicos: el sonido y la luz son vistos como perturbaciones que se originan en un vierto punto del éter, se propagan mecánicamente a través de una serie de impactos, para llegar así a afectar a nuestros tímpanos, o a nuestros ojos, manifestándose precisamente como sonidos o luz. Los impactos siempre pueden producir vórtices en el éter, que se manifiestan como fuerza de gravedad. Podemos decir que la física moderna demuestra que el éter cartesiano no existe, demostrando que es una explicación inadecuada, es decir, insuficiente y contradictoria, de los fenómenos físicos.
----------Por el contrario, Isaac Newton [1643-1727] consideraba que era mejor admitir un "medio intermedio" para describir las interacciones dinámicas de los movimientos planetarios, que él ponía en la base de la ley de gravitación universal. Es decir, Newton explicaba la acción a distancia entre los cuerpos celestes, sin contacto material, recurriendo al éter como a un "modelo estático de fluidos".
----------El caso es que Newton acabó por ser incapaz de adaptarse a admitir la existencia del espacio vacío, que para él no era un accidente de los cuerpos, sino una entidad precedente a ellos en la cual son colocados, por lo que, a fin de conferir a esta entidad por él imaginada una dignidad ontológica, resucitó el concepto del éter, como éter cósmico, es decir, como sustancia hipotética extremadamente tenue e imponderable, presente en toda parte del Universo, tanto en la ocupada por la materia ordinaria como en el vacío, cuya existencia fue postulada por los partidarios de la teoría ondulatoria de la luz para explicar la propagación de la luz en el vacío, los fenómenos de polarización, difracción, etc. Vale decir, dado que las vibraciones luminosas, transversales, eran concebidas como vibraciones elásticas y éstas no podían propagarse más que en los cuerpos elásticos sólidos, entonces se debía concebir al éter como un medio perfectamente elástico, sólido, aunque tenuísimo, viniéndose así a atribuir a él propiedades que no eran compatibles entre sí.
----------Todavía a principios del siglo XIX, una concepción bastante similar del éter fue propuesta nuevamente con la afirmación de la teoría ondulatoria de la luz, por parte del inglés Thomas Young [1773-1829] y del francés Augustin Jean Fresnel [1788-1827], en contraposición a la teoría corpuscular que había sustentado Isaac Newton, por la necesidad de postular un medio material en el cual la luz pudiera propagarse, de modo similar a como el sonido se propaga a través del aire. De hecho, al ser concebida ahora como una onda, más que como un cuerpo, la luz no habría podido difundirse en el vacío.
----------Subsecuentemente, en el siglo XIX surgió en la física la teoría del "éter luminífero", que debería haber sido una especie de fluido como el aire, pero, desde el momento que no lo experimentamos directamente, mucho más ligero y enrarecido, y que debía constituir el soporte material de las ondas electromagnéticas, un poco como el agua es el soporte material de las olas del mar, y el aire es el soporte material de las ondas sonoras. Esta hipótesis se había introducido porque se había demostrado que a partir de las ecuaciones de James Clerk Maxwell [1831-1879] se recaba la velocidad de la luz, o bien la velocidad de propagación de las ondas electromagnéticas, sin tener que hacer referencia a ningún particular sistema de referencia.
----------De esta manera, se pensó que esa velocidad debería referirse a un sistema de referencia privilegiado, constituido precisamente por el éter. Ahora bien, si consideramos las ondas sonoras en una determinada masa de aire, y si imaginamos movernos dentro de esta masa de aire, la velocidad medida de estas ondas sonoras dependerá de nuestro estado de movimiento con respecto al aire. De la misma manera se pensó que a partir del movimiento del planeta Tierra dentro de este hipotético éter, se deberían obtener diferentes medidas de la velocidad de la luz dependiendo del estado del movimiento.
----------Sin embargo, el experimento realizado en 1887 por Albert Michelson [1852-1931] y Edward Morley [1838-1923] demostró que no se observan tales diferencias. La velocidad de la luz resulta siempre la misma, independientemente del estado de movimiento de la Tierra. Esto no demuestra que no exista un éter tout court, pero sí demuestra que no existe un éter luminífero como el que se planteaba como hipótesis.
----------Tras los descubrimientos del citado Maxwell, que establecieron la naturaleza electromagnética y no elástica de las vibraciones luminosas, fue abandonada la hipótesis de la elasticidad del éter, que conservaba sin embargo el carácter de sustancia material inmóvil en el espacio absoluto. Pero las experiencias ópticas y electrodinámicas, entre las cuales fue célebre la del también mencionado Michelson, que habría debido probar la inmovilidad del éter poniendo en evidencia los efectos del movimiento de un cuerpo con respecto a él (viento de éter), dieron todos resultados completamente negativos; y habiendo excluido la existencia de una referencia absoluta ligada al éter, se abandonó la hipótesis de su existencia.
----------Más tarde, Albert Einstein [1879-1955], con su teoría de la relatividad, superará esta concepción del éter, al menos en su aspecto burdo, pero sustituyéndola efectivamente por una nueva consideración del espacio dotado de propiedades físicas específicas que excluyen la posibilidad del vacío absoluto.
----------Posteriormente las teorías cuánticas de campos nacieron en el siglo XX. La ontología fundamental de estas teorías está constituida precisamente por los campos, entidades que no están bien definidas excepto por sus propiedades matemáticas. Estos campos no son directamente observables, pero todos los cuerpos físicos y sus interacciones se reconducen a perturbaciones e interacciones de estos campos, los cuales, se supone (nos mantenemos en el plano de las hipótesis), impregnan todo el espacio.
----------Ahora bien, dada su definición, los campos de las modernas teorías cuánticas podrían a buen derecho ser llamados éteres en el sentido cartesiano, y tales teorías podrían ser consideradas en cierto modo como un desarrollo extremadamente sofisticado del mismo enfoque. No considero apropiado llamar éteres a los campos de las actuales teorías, porque sería precisamente un término ambiguo en su naturaleza genérica y por sus múltiples usos en la tradición filosófico-científica occidental, pero haciendo las especificaciones apropiadas, de hecho podría ser considerado un término adecuado.
   
Rudolf Steiner niega la ciencia en nombre de la gnosis
   
----------Pero estos datos de la ciencia no convencieron en absoluto a un esoterista como Rudolf Steiner [1861-1925], quien, en las primeras décadas del siglo pasado, con tono categórico como si tuviera ante sus ojos la más evidente de las realidades, elencó cuatro tipos de "éter", correspondiente a los cuatro elementos de la alquimia medieval, ya muy superados por la tabla de Mendeléiev, fundador de la química moderna.
----------El caso del gnóstico ocultista Rudolf Steiner es emblemático de aquello a lo que puede llegar un espíritu que, por lo demás agudo y genial indudablemente, hace crecer en sí las virtualidades del cogito cartesiano, siguiendo la estela de los idealistas alemanes Fichte, Schelling y Hegel, así como de los epígonos del siglo XX, Husserl, Heidegger, Gentile, Bontadini, Severino, y la lista podría seguir.
----------Se nota en todos estos pensadores el mismo método de pensamiento: preocupación del maestro no es la de conducir al discípulo mediante la comunicación razonada de las ideas a la visión de la misma realidad que ha visto él, sino la de conducir al discípulo a la visión de las mismas ideas que el maestro ha formado no para representar la realidad, sino para adaptar la realidad a sus ideas.
----------En particular, se debe señalar, por cuanto respecta al idealismo y sus derivaciones fenomenológicas heideggerianas y husserlianas, así como a la versión parmenidea de Severino, que en todos estos pensadores se nota un indudable vigor espiritual, que sin embargo no deja aparecer una espiritualidad ennoblecedora, como aquella que ennoblece al hombre en el coloquio con Dios y en la humilde escucha de su Palabra, sino una espiritualidad arrogante, autorreferencial y autofundada, como si el yo humano no estuviera ante el Tú Divino, sino que fuera el Yo divino como raíz, vértice o sublimación del yo humano.
----------Entonces, ¿qué debe aprender el discípulo? No a conocer la realidad tal como es por medio de las ideas del maestro, cuidadosamente elaboradas para ese propósito, sino conocer las ideas extravagantes y delirantes del maestro refiriendo a ellas la realidad. Así, el éter en las visiones del "clarividente" Steiner ya no es lo que han pretendido Aristóteles, Descartes, Newton, Young o Fresnel, o sea, un simple elemento de la naturaleza física, prescindiendo del hecho de que el éter exista o no exista.
----------Para Steiner el éter no sólo existe, sino que asume lineamientos misterio-sóficos y esotéricos, el éter en Steiner se convierte en un principio divino de la formación de la materia, de la vida, de la existencia y de la conducta humana, tal como para sustituir los datos relativos a la ciencia, a la filosofía, a la moral, a la teología y a la fe cristiana. En definitiva, en Rudolf Steiner el hombre deviene súcubo de fuerzas oscuras de la materia, que reemplazan a la divina providencia y someten el espíritu a los impulsos de la carne mientras que el sujeto se embriaga en la ilusión de alcanzar las alturas de la gnosis.

24 comentarios:

  1. La concepción del éter de Aristóteles es la que más se acerca a Steiner: la de filósofos y científicos modernos es la más lejana, por ejemplo, la científica moderna respecto a la luz es un error de la ciencia porque la luz se expande precisamente por motivo del éter subyacente. Pero como he destacado otras veces, la ciencia no tiene los instrumentos idóneos para "comprender" los éteres. Lo que tienen en común Aristóteles y Steiner, que no hace gnosis, es el hecho de que ambos son "iniciados" en las respectivas escuelas mistéricas de la respectiva época a la que pertenecen. Los científicos y filósofos modernos no son "iniciados" y, por tanto, no han desarrollado la facultad humana de la clarividencia, que no tiene nada que ver con mensajes no bien precisados de Entidades, pero que sigue siendo la única facultad que puede permitir el acceso a este conocimiento "supranatural", "suprasensible". El "vacío" no existe.

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    1. Estimado Alberto,
      vuelvo a aclararle las cosas, aunque lo intento ahora desde otro enfoque, con la esperanza de que usted pueda comprender.
      La realidad, tanto material como espiritual y sobre todo la divina, ciertamente implica aspectos misteriosos. Así, existe un misterio de la materia y un misterio del espíritu.
      La ciencia y la filosofía están cualificadas para ser iniciadas en los misterios de la materia o de los cuerpos. En cambio, la metafísica, la teología y la fe cristiana nos introducen en los más profundos y elevados misterios del espíritu, que culminan en el misterio infinito de la divinidad.
      Está claro que quien puede iniciar en el conocimiento de los misterios es alguien que ya los conoce. ¿Cómo ocurre esta iniciación? O que el maestro pida confianza al discípulo, en cuanto le revela misterios que son objeto de fe; o bien el maestro inicia al discípulo conduciéndolo por un camino a través del cual el discípulo llega a conocer el misterio mediante la razón.
      El primer tipo de maestro corresponde al conocimiento de fe religiosa. Y aquí tenemos la iniciación cristiana, por la cual el catecúmeno viene iniciado en los misterios del cristianismo, que son misterios sobrenaturales revelados por Jesucristo. En cambio, el segundo tipo de misterios es objeto de iniciación filosófica, la cual conduce al discípulo a avanzar en el conocimiento del misterio a través del razonamiento.
      Por cuanto respecta al éter, para Aristóteles el éter era la materia de los cuerpos celestes, por tanto una realidad material. Y por eso, en la historia de la física, los físicos siempre han abordado la cuestión del éter, porque es de su responsabilidad.
      Ahora bien, estando así las cosas, yo me pregunto dónde se ubica el pensamiento de Steiner. Como he dejado claro por cuanto he dicho anteriormente, los posibles misterios son sólo de dos categorías. O se trata de misterios cristianos, revelados por Jesucristo, o bien se trata de misterios del cosmos o de la naturaleza o de la espiritualidad natural angélica y humana.
      Yo no rechazo por principio que el hombre pueda alcanzar una clarividencia; sin embargo esta clarividencia tiene sólo dos objetos posibles: o los misterios de lo creado o bien los misterios divinos que nos ha revelado Jesucristo.
      Ahora bien, no está claro en qué nivel de clarividencia se sitúa Steiner, porque por un lado rechaza la luz y la iniciación que proviene del conocimiento del misterio cristiano, tal como nos lo explica el magisterio de la Iglesia católica, pero por otro por otra parte, se jacta de una iniciación relativa a misterios, que están en contraste o son superiores a los misterios del cristianismo.
      Entonces, ¿qué se debe concluir? Que Steiner, aparte de algunas intuiciones indudablemente válidas de carácter filosófico-religioso, nos hace pasar por una realidad mistérica el fruto de su imaginación. Por otra parte, tampoco tiene ningún respeto por la ciencia experimental.

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    2. Steiner en nada contradice la revelación Cristiana sobre el Logos, Cristo, etc. En lo que respecta a la ciencia experimental moderna, le tiene un profundo respeto porque la considera necesaria en este momento evolutivo del ser humano, ni puede resultar una "aparente desautorización" suya, sino siempre motivada y sólo en algunos restringidos ámbitos, aquellos en los cuales la investigación científica no dispone de los instrumentos adecuados para este tipo de conocimiento de la "sobre-naturaleza".

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    3. El nivel de "clarividencia" del cual usted con razón pide explicaciones respecto a Steiner es el mismo que el de un Aristóteles, de un Platón, o de un Sócrates, sólo que insertado y contextualizado en épocas históricas y evolutivas humanas diferentes.

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    4. Por supuesto, Steiner trata, ya sea tanto de "misterios Cristianos", como "cósmicos" de las "jerarquías".

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    5. Y los "misterios de lo creado": origen de la materia, de la Tierra, etc.

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    6. Para Steiner tanto la "materia inanimada" como la "animada" tienen origen en el espíritu. El cerebro humano no crea los pensamientos sino que es "vehículo material a través del sistema nervioso" a través del cual fluye el pensamiento, el espíritu.

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    7. El conocimiento de los misterios iniciáticos no se produce por camino intelectual racional sino recuperando mediante la presencia de un "maestro" "hierofante" la antigua facultad humana de "clarividencia" que se ha perdido con el tiempo, la visión de los misterios se produce con parte del alma espiritual del hombre y no a través de los sentidos ordinarios. En resumen, se produce un desprendimiento de la conexión anímico-espiritual del hombre de la físico-material.

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    8. Es natural que para lograrlo sea necesaria una intensísima preparación de purificación de todas las pasiones, así como una selección rigurosísima de quienes pueden llegar a tales prácticas.

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    9. Estimado Alberto,
      mis esperanzas con usted parecen ser vanas, debido a su obstinada sordera.
      Ya le había comunicado mi decisión de cesar la conversación con usted, considerando el hecho que, en lugar de tener en cuenta mis refutaciones, usted repite sus tesis como si yo no hubiera dicho nada. Lo que evidentemente significa que usted no toma en cuenta mis respuestas y por otra parte no se da cuenta de que es inútil que repita lo que ya le he refutado.
      En cualquier caso, para demostrarle mi benevolencia, reitero la esencia de toda la discusión, a saber, que la así llamada clarividencia de Steiner está en desacuerdo tanto con algunos datos de la doctrina cristiana como con otros datos del auténtico conocimiento filosófico y científico. Lo cual no significa que no reconozca a Steiner sus indudables méritos en el ámbito social, civil y de la educación.

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  2. Estamos en el ámbito de la new-age, del habitual presupuesto que requiere una particular predisposición reservada a los iniciados, para comprender eficazmente la naturaleza. Obviamente nada de todo esto es necesario. La historia de la ciencia, las propias formulaciones matemáticas, reflejan las concepciones "a priori" de los autores, incluso si el Iluminismo de los "superquark" tiende a negarlo. ¿Se está expandiendo el universo? Existen varias teorías. El corrimiento hacia el rojo de la radiación también puede explicarse de otras formas distintas a la concepción dominante, sin necesidad de recurrir al esoterismo.

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    1. Estimado Fernando,
      estoy de acuerdo con su análisis.
      En la historia de la cultura y de las religiones siempre ha habido sujetos que se han presentado como en posesión de un saber superior de tipo esotérico e iniciático.
      Ahora bien, el problema que siempre ha existido para la gente razonable, que ha entrado en contacto con estos personajes, ha sido el de preguntarse si creer o no en estos personajes. A menudo estos personajes se impusieron aprovechándose de la credulidad popular.
      Entre estos personajes, que despertaron estupor, asombro, interés e incluso contrastes, ha estado Jesucristo, que supo hacerse creíble con sus milagros y su testimonio de vida, aunque nos ha revelado misterios que a primera vista parecen inquietantes, como por ejemplo el escándalo de su cruz o el comer su carne. Sin embargo, tras un examen más detenido, nos hemos dado cuenta de la gran sabiduría que se esconde detrás de estas enseñanzas.
      Ahora bien, fenómenos como la New Age o la doctrina de Steiner o ciertas doctrinas hindúes o los antiguos misterios paganos o los discursos sobre los extraterrestres, son cosas que a los ojos de una persona razonable suscitan un instintivo movimiento de desconfianza o de repugnancia, porque los auténticos misterios que nos vienen de Dios o de los verdaderos maestros, están ciertamente por encima de la razón, pero al mismo tiempo se muestran como cosas conformes a nuestra misma razón.

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    2. Quien propiamente se opone al materialismo y a la New Age es precisamente Steiner, de quien usted tiene un conocimiento superficial, si no nulo. Es necesario dejar en claro qué es la "clarividencia", que no es, como usted dice, una especie de "beneficio" concedido a unos pocos. Es una facultad presente en el hombre desde los albores de su presencia terrena y que ha ido desapareciendo gradualmente tanto por la acción de las fuerzas ahrimánicas obstaculizadoras como por la siempre creciente "adhesión" de los "cuerpos sutiles humanos" a la materia del cuerpo físico. Esta facultad humana permaneció en manos de unas pocas personas, precisamente los "iniciados", entre ellos Aristóteles.

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    3. Aristóteles y Steiner no tienen nada que ver con la New Age. Los medios de que dispone la ciencia simplemente no son adecuados para este tipo de investigación "sobre-natural", porque de eso se trata. Sólo una "visión clarividente" de la cual estaban en posesión Aristóteles, pero también Platón, Sócrates, etc., puede aclarar el tema del éter.

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    4. No, no se trata aquí de "comprender la naturaleza", sino de "sobre-naturaleza", no confunda los dos niveles.

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    5. Estimado Alberto,
      ya le había comunicado mi decisión de cesar la conversación con usted, considerando el hecho que, en lugar de tener en cuenta mis refutaciones, usted repite sus tesis como si yo no hubiera dicho nada. Lo que evidentemente significa que usted no toma en cuenta mis respuestas y por otra parte no se da cuenta de que es inútil que repita lo que ya le he refutado.
      En cualquier caso, para demostrarle mi benevolencia, reitero la esencia de toda la discusión, a saber, que la así llamada clarividencia de Steiner está en desacuerdo tanto con algunos datos de la doctrina cristiana como con otros datos del auténtico conocimiento filosófico y científico. Lo cual no significa que yo no reconozca a Steiner sus indudables méritos en el ámbito social, civil y de la educación.

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    6. Tampoco Ud. tiene en cuenta lo que yo he afirmado. Su posición es comprensible también porque es el resultado de una mentalidad sustancialmente positivista y en cierto modo también materialista porque no cree que un Aristóteles o un Platón hayan alcanzado tales alturas de conocimiento a través de la "clarividencia" y no mediante un proceso intelectual y racional.

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    7. Estimado Alberto,
      ya le he explicado que su concepto de clarividencia es inaceptable, porque el objeto de una clarividencia elevado al máximo nivel, son los misterios que nos ha revelado Nuestro Señor Jesucristo.
      Por tanto, admitir una clarividencia que entre en conflicto con lo que la Iglesia nos enseña acerca de estos misterios significa admitir una falsa clarividencia.
      Yo no soy ni positivista ni materialista en absoluto, sino que admito la primacía del espíritu sobre la materia. Aristóteles y Platón han reconocido esta primacía, pero el quererlos presentar como gnósticos capaces de un conocimiento superior al que nos llega de Cristo significa blasfemar a Cristo.
      Jesucristo es el Hijo Unigénito de Dios y no existe una clarividencia que vea el Misterio de Dios de un modo mejor de cuanto ha visto Cristo.
      Esta es la tercera vez que le estoy diciendo estas cosas. Si vuelve a repetirlas no le responderé más, porque es evidente que usted es un presuntuoso obstinado.

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    8. Ubi maior minor cessat. Se trata de un principio que, tenido en cuenta, obviamente no habría necesidad de más explicaciones. Pero para recordar cuán patéticos son los intentos de reivindicar una posible aceptación de las doctrinas de Rudolf Steiner en el contexto católico, baste recordar que su actividad estuvo a menudo estructuralmente en conflicto con la Iglesia católica: acusó a los Concilios de Nicea y de Constantinopla de ser responsables de la decadencia espiritual de Occidente por haber rechazado la reencarnación y la tripartición soma-psique-nous.
      Además, Steiner identifica dos Jesús: un Jesús "Salomón" y un Jesús "Natán", diferentes pero misteriosamente fusionados en uno solo en el momento de la disputa con los doctores del templo y del bautismo en el río Jordán. Este único Jesús habría estado tan evolucionado como para poder recibir en sí al Cristo, quien, en el momento de la crucifixión, habría abandonado su cuerpo y se habría convertido en el espíritu de la Tierra, así como en el cuerpo físico y etérico de los hombres.

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    9. Estimado Fernando,
      la actitud de Steiner es la de un exaltado y de un visionario, que presume estar en posesión de un saber superior al del mismo Jesucristo, que nos es interpretado por la Iglesia.
      Es la típica actitud del gnóstico, del cual el papa Francisco nos ha hablado varias veces.
      Como sabemos, el gnosticismo surgió ya en los primeros siglos de la Iglesia y hoy ha asumido proporciones monstruosas. Con su falsa espiritualidad y su actitud oracular, que suscita una fuerte impresión sobre los incautos, desprevenidos, ingenuos, y en aquellos que quisieran ahondar indiscretamente en realidades misteriosas, atrae a estas pobres almas, que, a su vez, pasan a creer estar iniciadas en quién sabe qué misterios, que en realidad son fruto de la imaginación morbosa y de la manía de grandeza de falsos maestros, que toman por verdadero lo que ellos mismos son los primeros en no creer.

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  3. Tema muy interesante éste, pues la cuestión del éter no tiene poca importancia porque, a partir del siglo XIX, esta teoría pretende ser considerada un pilar de la ciencia moderna, según la concepción recordada en los comentarios. Usted nos dice: "Sin embargo, el experimento realizado en 1887 por Albert Michelson [1852-1931] y Edward Morley [1838-1923] demostró que no se observan tales diferencias. La velocidad de la luz resulta siempre la misma, independientemente del estado de movimiento de la Tierra. Esto no demuestra que no exista un éter tout court, pero sí demuestra que no existe un éter luminífero como el que se planteaba como hipótesis".
    En realidad, el experimento de Michelson (un guardiamarina) y Morley, si se analiza atentamente, no constituye una prueba decisiva a causa de la disposición experimental de la época y de los presupuestos de medición, que también se mantuvieron en experimentos posteriores. Todo esto se situó luego en la base del concepto einsteniano de velocidad constante de la luz en todas las direcciones y, por tanto, en el fundamento de la teoría de la relatividad. Sin embargo, existen diversos autores (físicos no esotéricos) que cuestionan tanto las conclusiones del experimento de Michelson y Morley de la época como las teorías de Einstein. Un ejemplo práctico es el funcionamiento del giroscopio óptico utilizado en los aviones.

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    1. Estimado Fernando,
      le agradezco su contribución en una materia científica sobre la cual, lo confieso, no me considero competente, y no obstante he querido tratar con modestia, porque está relacionada con algunas nociones de cosmología y de metafísica, como por ejemplo la noción de materia y forma, de sustancia y accidentes, de causas y de fines, de naturaleza o esencia, de materia y energía, de relación espacio-tiempo y de movimiento, nociones que juegan no sólo en el campo de la física, sino también en el campo de la antropología, de la tecnología y de la moral.
      Basta pensar en la distinción antropológica entre alma y cuerpo y entre las actividades espirituales y materiales de la persona humana.

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  4. Gracias Padre. La referencia a la crítica, antirrelativista, del experimento MM, pretendía ser más bien una referencia "histórica". El establishment científico tiende a considerar como absolutos los presupuestos que en realidad muchas veces están viciados por asumidos supuestos filosóficos ocultos y llevados adelante simplemente por conveniencia y oportunismo. Este tipo de divulgación científica (racionalista) es la única permitida, recibe premios y reconocimientos y se cuida de dar caza y descartar cualquier visión alternativa. Racionalismo y esoterismo, falsos antagonistas, mancomunados por el escándalo de la Encarnación, niegan al hombre la posibilidad de una comprensión del universo finalmente amiga, en la que sea comprensible la imagen de la Creación y el papel que de ella se deriva para la humanidad.

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    1. Estimado Fernando,
      le agradezco estas aclaraciones y me alegra ver confirmadas mis afirmaciones, lo que para mí es señal de haber recurrido a buenas fuentes de información, dado que aquí he tocado un tema que no es de mi competencia, por lo cual he confiado en los expertos.

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