viernes, 8 de diciembre de 2023

El generismo: su ideología, sus causas, su pastoral (4/6)

Como ya hemos dicho, el generismo (y por ende también el misericordismo sexual) tiene por padres no sólo a Rousseau y a Lutero, sino también a Freud, en cuanto que en la ética freudiana no existe el concepto de la culpa sexual en cuanto desobediencia voluntaria y responsable a la ley moral, una culpa que debería ser eliminada mediante el arrepentimiento y la conversión, sino que según Freud las transgresiones morales siempre deben ser explicadas en base a condicionantes psicológicos inconscientes, que serían los que determinan al sujeto a actuar de ese modo y no de otro, exactamente a como ocurre en los animales. Por consiguiente, vengamos a estudiar ahora, con algún detalle, las raíces freudianas del generismo. [En la imagen: fragmento de la pintura "El cuerpo de Abel encontrado por Adán y Eva", realización a tinta media, témpera y oro sobre madera de caoba, obra de William Blake, de 1826, conservada y expuesta en el Tate Britain, Westminster, London, Inglaterra].

Las raíces freudianas del generismo
   
----------El generismo tiene claras raíces freudianas. El principio activo del generismo es el freudiano principio del placer: no importa que sea heterosexual; pues puede ser también homosexual. Freud indudablemente no se ha ocupado de modo especial de la homosexualidad; sin embargo, dada su concepción del hombre como sujeto absoluto que se pone a sí mismo, Freud no concibe el ser hombre y el ser mujer como datos naturales queridos por Dios, sino simplemente como efecto de la voluntad humana.
----------Por esto, Freud no tiene ninguna preclusión a la perspectiva homosexual de una orientación sexual de un sexo no hacia el sexo opuesto, sino hacia otro individuo del mismo sexo, ya que, así como el hombre es libre de elegir el otro sexo, igualmente es libre de elegir el mismo sexo. El hombre no tiene que responder ante ningún Dios porque al fin de cuentas, según Freud, Dios no existe.
----------Por otra parte, si queremos excavar más a fondo en la búsqueda de las raíces primarias del generismo, nos daremos cuenta de que el origen inmediato, que hemos visto, es el misericordismo kasperiano, el cual es un tema que ya hemos tratado largamente en varias publicaciones de este blog (en base al libro de Walter Kasper, La Misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana, Sal Terrae, Santander 2012). El misericordismo kasperiano deriva de Lutero; pero también se puede hacer remontar a Freud. Este tema a su vez se deriva de la antropología de Freud, la cual deriva, en última instancia, de la gnoseología y de la antropología de Lutero y de Descartes. Tiene por tanto un doble origen: cartesiano y luterano.
----------Descartes proporciona la base gnoseológica, egológica y teorética; Lutero, la base ontológica, emocional y práctica. Freud orienta al hombre hacia el placer sexual; pero es plenamente consciente del poder del espíritu. En este segundo sentido es cartesiano; en el primer sentido es luterano. Freud toma de Descartes el concepto de yo como puro yo; y de Lutero el concepto del yo sexuado.
----------El mérito de Freud ha sido el de mostrar claramente que no se puede tener un concepto de hombre y de conducta humana prescindiendo del sexo y que el hombre es siempre y en cualquier caso varón o mujer. Su error es el de haber acentuado a tal punto este hecho, que ha acabado por olvidar la naturaleza humana como tal, abstrayendo del ser varón y del ser mujer, terminando por confundir la espiritualidad con la sexualidad, el placer espiritual con el placer sexual, el amor con la libido, la mística con la lujuria.
----------El espiritualismo cartesiano, por su parte, a primera vista, con su res cogitans escrupulosamente desconfiada de la res extensa, parecería iniciar un ideal angelista y sexófobo, similar al de los Padres del Desierto o al de Orígenes y Evagrio Póntico. En cambio, es evidente el fundamento proporcionado por el sensualismo luterano al sexismo freudiano. Sin embargo, si prestamos atención, también la antropología cartesiana sienta las premisas del pansexualismo de Freud.
----------Ahora bien, ¿de qué modo? Para tenerlo en claro, basta reflexionar sobre el hecho de que para Descartes el cuerpo y por tanto el sexo no es propiedad material del compuesto humano sustancial de alma y cuerpo, sino que es un sujeto en sí, por cuenta propia, por tanto prácticamente otro ser hombre, si bien clandestino, distinto de ese ser hombre oficial y declarado que es la res cogitans.
----------Por consiguiente, tenemos aquí dos ser hombre, dos antropologías, una antropología oficial y otra oculta bajo la mesa, como la esposa y la amante; dos posibilidades, entre las cuales podemos elegir: si queremos ser fariseos, tenemos una antropología asexuada de tipo origenista; si en cambio somos saduceos, una antropología resuelta en el sexo, y esta es la elección hecha por Freud, quien sin embargo, para mantener una respetabilidad social, aconseja añadir sabiamente a la elección saducea la elección farisaica, según las circunstancias y las conveniencias. De esta manera vemos cómo Descartes y Lutero están juntos: Descartes por una falsa castidad, Lutero por una concupiscencia a rienda suelta.
----------Además, para Descartes la sensibilidad y la afectividad y por tanto también la sensibilidad y la afectividad sexuales, son sensibilidad y afectividad pensadas, son reducidas a pensamientos, según el método típicamente idealista. ¿Pero qué es lo que sucede? Se invierte la situación: si la sensibilidad es pensamiento, si el sexo es pensamiento, entonces el pensamiento deviene sentido, deviene sexo, y he aquí la gnoseología freudiana.
----------Tengamos presente que Freud está interesado en el hombre, no en su naturaleza o esencia de compuesto sustancial de alma y cuerpo, sino hombre en cuanto sujeto concreto, como yo consciente de mí mismo y centro de la realidad. A Freud, por tanto, no le interesa un ideal de perfección moral lograda mediante la puesta en práctica de este ideal. Por esto, Freud ignora por completo la diferencia entre la actual situación defectuosa del hombre y la plena realización de sus exigencias morales de hombre.
----------La visión freudiana del hombre está concentrada únicamente sobre la actual situación de naturaleza caída e ignora por completo la perspectiva bíblica protológica y escatológica, en particular de la relación varón-mujer.
----------Es la misma visión de Descartes y de Lutero. Es cierto que Descartes y Lutero se profesaban teístas; pero, si prestamos atención, tanto el Dios de Descartes como el Dios de Lutero no es un Dios trascendente, sino un Dios inmanente: un Dios-en-mí y un Dios-para-mí. Dios existe, pero no existe independientemente de mí. No podría existir sin mí. Su existencia no la deduzco de la experiencia de cosas fuera de mí, por lo cual yo deba ser inducido a concluir que, si estas cosas existen independientemente de mí, entonces debe existir un Dios independiente de mí que las ha creado, sino que la deduzco de mi cogito.
----------Otros momentos famosos de la psicología freudiana al servicio del generismo son tres actos psíquicos que describen la astucia a la cual recurre la libido para sobrevivir en un sujeto religioso, en quien su superyó censura y reprime los impulsos sexuales, que sin embargo regresan disfrazados de espiritualidad. Este mecanismo funciona tanto en los heterosexuales como en los homosexuales. Se trata de la represión, de la transferencia (transfert) y de la sublimación.
----------Estos actos juegan en el ámbito de la concepción freudiana de los tres niveles del yo construidos por el yo mismo, uno encima del otro. El yo fundamental es el yo inconsciente (id, ello), que a la vez es preconsciente, porque está presupuesto al yo consciente (ego), que es simplemente el yo de segundo nivel.
----------Según Freud, el yo, que no tiene conciencia de ser absoluto, sino que se considera dependiente, se construye el tercer nivel, el superyo (superego), que para Freud serían los preceptos de la moral y de la religión y la idea misma de Dios, todos considerados como castigadores del pecado. Pero el id o ello, es decir el yo profundo y originario, que guía al yo consciente (ego) sin que de él haya consciencia, inicia la libido en busca de satisfacción, y para obtener la meta, sublima el deseo transformándolo de sexual en espiritual.
----------Sin embargo, según Freud, esta transformación o transferencia (transfert) es imposible porque el sujeto no sabe que la religión es ilusión, por lo cual lo que realmente sucede es que la libido se esconde bajo el pretexto religioso y así encuentra igualmente el modo de satisfacerse. Pero lo hace de modo distorsionado, hasta el punto de causar la neurosis. En este punto interviene Freud, quien cura al paciente haciéndole tomar consciencia de que él simplemente tiene necesidad de sexo. Ahora bien, está claro que este método parece excelente y atrayente, sobre todo en lo que respecta a la problemática de la homosexualidad, donde el sujeto es llevado a negar confianza al precepto de la castidad.
----------Dicho esto, es necesario reconocer que es cierto que existe una falsa espiritualidad, que esconde y enmascara impulsos libidinosos que el sujeto cultiva pero quiere hacerlos aparecer como sentimientos religiosos o místicos. Freud hace bien en desenmascarar esta hipocresía con el instrumento del psicoanálisis.
----------Por cuanto respecta a la libertad del querer, Freud, como Lutero, niega el libre albedrío, y considera que nuestra conducta cotidiana está según él determinada por motivaciones preconscientes y no por los conceptos con los cuales la interpretamos, y Freud admite, al igual que Lutero, una opción fundamental, sujeta a nuestra elección: esta opción, decisiva para toda la orientación de nuestra vida, en la intención de Freud como en la de Lutero, sirve para liberarnos de la ilusión, a fin de hacernos conocer la verdad sobre el sentido de la vida, nos libera de la esclavitud para hacernos libres.
----------Sin embargo, la diferencia entre ambos estriba en el hecho que mientras para Lutero se trata de elegir entre el creer y el no creer, vale decir, se trata de elegir entre Cristo y Beliar, en vista de una eterna bienaventuranza después de la muerte, para Freud en cambio es el yo el que, como yo absoluto, se libera a sí mismo de la ilusión y de la esclavitud, que él mismo plantea para sí por su esencia misma, que es oposición radical y originaria de vida y de muerte, de dolor y de placer, de amor y de odio.
----------Freud sabe muy bien que el sexo tiene que ver con la vida. Pero él sustrae a Dios, que es el Dios de la vida, la dinámica de la sexualidad, que en él no está impulsada por una voluntad sujeta a la ley divina, sino por lo que él llama libido, palabra que él toma del latín, y que significa capricho, sensualidad, libertinaje, lascivia, placer desmedido, desenfreno sexual. De tal modo, la libido en Freud no es una voluntad perversa, sino la normal actividad vital del hombre. A Freud, nacido y educado en un ambiente cristiano del siglo XIX, le falta evidentemente ese sentido moral que encontramos ya en los antiguos Romanos.
----------Freud sabe que la libido no está orientada a procurar la vida, sino la muerte. El instinto sexual de por sí, así como Dios lo ha querido, es una energía vital al servicio de la vida. En cambio, en la naturaleza humana caída, el hombre, a causa de la concupiscencia, es llevado a usar el sexo en detrimento de la vida. Por eso el fundamento del VI Mandamiento (No cometerás adulterio) es el V Mandamiento (No matarás). Es que el lujurioso es, al menos reductivamente, un homicida, porque su búsqueda del placer no está motivada ni por el verdadero amor ni por una voluntad procreadora.
----------La práctica del aborto entra formalmente en la categoría del homicidio, pero es evidente que ella es estrictamente consecuencia del vicio de la lujuria, en cuanto la pareja lujuriosa sabe que con su unión sexual será concebido un hombre, pero para satisfacer el placer, está dispuesta a suprimir al hijo concebido en la unión.
----------Freud, que conocía muy bien la dinámica de la lujuria, pone entre las orientaciones fundamentales del hombre lo que llama "instinto de muerte", pero esto no le impide considerar la lujuria como algo normal, hasta el punto de concebir la libido, que en el lenguaje tradicional se llama concupiscencia de la carne (cf. 1 Jn 2,16), no como una perversión, sino como el impulso fundamental del actuar humano.
----------Esto no le impide apreciar el valor de la abstinencia sexual y de la castidad, pero lo hace sólo con reservas, como práctica exterior orientada solamente a asegurar al sujeto el favor del ambiente social, no ciertamente porque considere que el sujeto pueda tener motivaciones personales, independientes del consenso social, ya que en privado al sujeto le es lícito dar libre desfogue al instinto.
----------De hecho, Freud, como Lutero, desaprueba el esfuerzo ascético y la represión de la pasión, porque según él sería causa de neurosis. Su opinión es completamente contraria a la norma de la ascética tradicional, según la cual la satisfacción de la concupiscencia convierte al sujeto aún más esclavo del vicio. En cambio, para Freud la satisfacción de la libido es expresión de libertad y favorece la libertad. Naturalmente, como en Lutero, no se trata de libre albedrío sino de la opción fundamental por el sentido de la vida, de la cual he hablado antes (esta opción, inspirada en la ética luterana, la hace propia Rahner en su Curso Fundamental sobre la Fe).
----------Sin embargo, aquí debemos ser claros: no deja de ser cierto que una represión violenta del instinto no obtiene en absoluto su extinción, sino su enmascaramiento bajo apariencias espirituales, sin procurar ninguna paz interior, sino más bien produciendo angustiosos sentimientos de culpa. Esto es lo que le ocurrió a Lutero, quien, para liberarse, consideró mejor violar su voto de castidad.
----------Freud ha comprendido las consecuencias nocivas de una ascética violenta, pero no ha comprendido que el sujeto encuentra la paz no en el satisfacer la concupiscencia, sino en el moderar sabiamente el placer para convertirlo en expresión de la vida espiritual y en incentivo a la vida espiritual.
----------El descubrimiento fundamental de Freud ha sido el de comprender que el sexo influye sobre el espíritu y que el espíritu influye sobre el sexo. Sin embargo, el error de Freud ha sido el de no entender que el espíritu es más importante que el sexo y que el hombre no fue hecho principalmente para el placer sexual, sino para el placer espiritual. El placer sexual no debe ser excluido, incluso si no tiene como objetivo la procreación; debe simplemente permanecer en su propio lugar, debajo y al servicio del espíritu.
----------Y este no debe servir al sexo, sino que debe servir a sí mismo, porque es el espíritu y no el sexo lo que es absoluto. En la visión de Freud está claro que el sexo desempeña aquellas funciones de lo absoluto que están reservadas al espíritu. Y aquí radica el drama de nuestro tiempo, seducido y al mismo tiempo atormentado por la lujuria, obsesionado por el culto al sexo como si fuera Dios. Ciertamente que el sexo es sagrado, porque es don de Dios, es imagen del Espíritu Santo, y es el custodio del amor y de la vida.
----------Freud había entendido que el ideal de la vida no puede consistir en el simple ejercicio de la genitalidad, es decir, en el simple uso metódico de los órganos sexuales en sentido heterosexual u homosexual; sin embargo, no ha logrado emanciparse del todo de este vano espejismo erótico, por lo cual ha distinguido genitalidad de sexualidad, una distinción, en verdad, de sutil doblez: el bien supremo del hombre no estaría en la genitalidad, sino en la sexualidad. Sólo que Freud no se ha dado cuenta de que de tal modo, con esta farisaica distinción, estaba haciendo entrar de nuevo por la ventana lo que antes había expulsado por la puerta.

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