El generismo tiene profundas raíces gnoseológicas y antropológicas; pero lo que lo genera inmediatamente y, por lo tanto, aquello que es más conocido para la gente común (que no tiene por qué indagar las raíces profundas de las cosas), su causa inmediata, es un muy difundido hoy concepto de la misericordia, que no corresponde al verdadero concepto de la misericordia, y de hecho termina en la crueldad. Es un falso concepto de misericordia que supone la negación de la existencia de la malicia, por lo cual la malicia viene reducida a fragilidad. El mal de culpa es confundido con el mal de pena. El pecado es confundido con el sufrimiento. El pecado, por tanto, no existe. [En la imagen: frangmento de "Adán y Eva", óleo sobre tela, obra de Gustav Klimt, pintado entre 1917 y 1918, conservado y expuesto en la Galería Belvedere, Viena, Austria].
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
jueves, 7 de diciembre de 2023
El generismo: su ideología, sus causas, su pastoral (3/6)
¿Se puede hablar de una ética de la relación homosexual, y en qué consistiría?
----------En cualquier caso, hay que reconocer que es muy seria la cuestión de si se puede hablar de una ética de la relación gay, y en qué puede consistir esa ética. ¿Cómo puede una relación de por sí pecaminosa, como la sodomía, basarse en principios éticos o estar regulada por principios éticos? No existe problema en hablar del deber de la fidelidad conyugal entre dos esposos, porque aquí tenemos un vínculo honesto y es lógico que exista el deber, y el modo de proteger ese vínculo y de consolidarlo. ¿Pero tiene sentido hablar de fidelidad conyugal entre dos homosexuales, cuando la sodomía por su naturaleza es extraña y de hecho contraria al orden moral? ¿Puede un pecado estar sujeto a una regulación o disciplina ética?
----------El hecho es que el generista es, al fin de cuentas, un esclavo de la concupiscencia. La sodomía no es más que una de las muchas especies del vicio de la lujuria, para la cual la regla del acto no es la recta razón, sino la búsqueda del placer, por lo cual el hombre, en lugar de someter la carne al espíritu, somete el espíritu a la carne. En esta específica lujuria, el pecador pretende deshonestamente cubrir la atracción homosexual con términos inocentes y elevados como los de "amor" o "amistad" y definir la unión homosexual como "matrimonio", mientras que la convivencia con menores adoptados constituiría una "familia".
----------Los homosexuales que cohabitan quisieran considerarse "esposos", aunque no lleguen a denominarse -salvo que manipulen el término- padres o genitores, sino simplemente educadores o tutores de sujetos menores adoptados u obtenidos por fecundación artificial. Y por lo demás, ¿cómo se puede denominar "hijos" a los menores adoptados, aunque no se pueda excluir que puedan desarrollar una obra educativa?
----------Es claro que en este tipo de unión cabe preguntarse si se puede dar una verdadera y propia fidelidad conyugal. No se puede descartar en absoluto que entre los dos homosexuales convivientes pueda existir una auténtica reciprocidad humana y espiritual, lo que justifica en este sentido la palabra amor. Sin embargo, no se sabe en qué podría basarse una fidelidad en una pareja de convencidos generistas, desligados de cualquier ley divina y dependientes de su solo arbitrio personal. En cambio, podemos imaginar la posibilidad de una verdadera fidelidad en una pareja católica o en cualquier caso en una pareja creyente en Dios.
----------El generismo acepta el principio de la pareja sobre base sexual, pero, como es sabido, sin excluir la pareja varón-mujer, el generismo también sostiene la licitud de la pareja homosexual. Cada uno de nosotros, por tanto, según las ideas del generismo, dependiendo de cómo se sienta inclinado y de dónde encuentre placer sexual, es libre de elegir entre los dos tipos de pareja.
----------Para el generismo, la homosexualidad es natural y normal a la par y en el mismo grado que la heterosexualidad, porque para el generismo la naturaleza humana no es un dato objetivo presupuesto a la libre elección del sujeto, e independiente de esa elección, una entidad determinada, fija e inmutable (incluido el ser varón y el ser mujer) con propios fines y leyes, a los cuales el sujeto estaría vinculado, bajo pena de pecado, ateniéndose a ellos en la práctica para alcanzar la propia perfección y felicidad.
----------Para el generismo, el pecado, si existe, está más bien en el no hacer uso de la propia libertad, en el dejarse enredar o dominar y frustrar por preceptos y prohibiciones, o por perspectivas ascéticas o sacrificiales, que se derivan de la falsa concepción del sexo como dualidad psicofísica varón-mujer, creada desde Dios, componente ontológico de la persona, principio de una conducta moral que propone el ideal de la reproducción natural de la especie o la abstinencia sexual extraconyugal.
----------Frente a esas específicas ideas del generismo, es necesario en cambio recordar que entre varón y mujer existe una maravillosa y rica reciprocidad física, psicológica y espiritual. El estudio de estos caracteres nos permite ver en ellos la huella de una mente ordenadora, que ha hecho de modo de que los dos sujetos se complementen entre sí con órganos y funciones tales que unos están hechos para los otros, se compenetren mutuamente y colaboren entre sí en vista de la generación de la vida.
----------Es necesario, siempre en el ámbito de la pastoral a implementar hacia las personas afectadas por la ideología generista, hacer descubrir al homosexual la belleza y el atractivo de la unión sexual normal. Es sólo esta la que proporciona el verdadero placer sexual. También el homosexual está radicalmente y originariamente orientado por Dios hacia el otro sexo, y dado que el placer nace del cumplimiento de un acto natural, también el homosexual es capaz de encontrar su verdadero placer en la unión heterosexual.
----------El placer homosexual, en realidad, es un placer morboso y, en última instancia, falso. Es necesario ayudar al homosexual a tomar conciencia de esto. También él, como toda persona humana, ha sido creado por Dios o varón o mujer. Dios no crea homosexuales. El ser homosexual es, por ende, consecuencia del pecado original. Lo sustancial en el homosexual es su condición de creatura masculina o femenina, aunque esto no aparezca en la experiencia inmediata. Sin embargo, se trata del dato de fondo, que es necesario hacer emerger y del cual el homosexual puede y debe darse cuenta. Hacia aquí debe orientarse la acción pastoral.
----------Lo repito: la homosexualidad no tiene carácter substancial, es accidental. La tendencia homosexual está añadida, está superpuesta, es accidental, es parasitaria. Y por eso se trata de eliminar lo accidental salvando la bondad de la sustancia. El accidente no existe por sí, sino sólo en la sustancia. El generismo confunde lo accidental con lo sustancial, lo innatural con lo natural. Un mal existe porque está sujetado al bien. La felicidad no consiste en eliminar el bien sustancial, sino el mal, que es un accidente.
----------Ahora bien, debe estar claro que la relación sexual humana expresa no sólo la función procreadora, sino también el amor, como aparece evidente por la posición de los cuerpos, por la gestualidad y por el ejercicio de los sentidos, sobre todo la vista, el tacto y el gusto. En este punto varón y mujer, unidos por el amor, ya no son dos sino uno solo. En este momento los dos alcanzan el máximo de la actuación de la intuición intelectual, de la emoción y de la sensibilidad para la fruición de lo que constituye el supremo bien en el ámbito de la relación interhumana. Por encima de este vértice no hay más que la unión mística con Dios.
----------Siendo así las cosas, nos llena de compasión el pensamiento de la unión homosexual, y una persona sexualmente normal se pregunta cómo es posible encontrar gusto en una unión homosexual.
----------¡Oh tesoro sacro de nuestro cuerpo! ¿Cómo es posible ignorarte? ¿Cómo es posible no venerarte y no agradecer eternamente al creador que nos lo ha dado? Querido hermano homosexual, nuestro corazón está pleno de compasión y de desconcierto. ¡Puedes decirnos de todo pero no nos digas que eres feliz y que sabes gozar de la vida! Ese nombre gay es una trágica ironía y una mentira, que vanamente intentaría llenar un vacío abismal de desesperación y de amargura. Aún así te queremos bien, te comprendemos, estamos a tu disposición para todo aquello en lo cual podamos serte útiles. Quédate con nosotros. Te damos la bienvenida. ¡Trabaja con nosotros, regocíjate con nosotros, sufre con nosotros, conviértete con nosotros!
Un falso concepto de la misericordia
----------El generismo, como veremos, tiene profundas raíces gnoseológicas y antropológicas; pero lo que lo genera inmediatamente y, por lo tanto, es más conocido para la gente común, que no va a indagar las raíces profundas de las cosas, su causa inmediata, es un hodierno difundido concepto de la misericordia, que no corresponde al verdadero concepto de la misericordia, y de hecho termina en la crueldad. Supone la negación de la existencia de la malicia, por lo cual la malicia viene reducida a fragilidad. El mal de culpa es confundido con el mal de pena. El pecado es confundido con el sufrimiento. El pecado, por tanto, no existe.
----------El único problema para el generista y misericordista es el del sufrimiento. Por consiguiente, el problema no es cómo eliminar el pecado, sino cómo eliminar el sufrimiento. Todos son buenos, pero todos sufren, son débiles, están heridos, son frágiles, están necesitados. Ahora bien, está claro que ante la fragilidad es necesario tener misericordia. El único deber moral pasa a ser el de la misericordia: aliviar a los demás del sufrimiento. No se trata de corregir, no se debe castigar, no se debe condenar, no se debe juzgar, no se debe convertir. Sino sólo acompañar, escuchar, comprender, ayudar, excusar.
----------Excepto que, sin embargo, la malicia existe. Pero si se la confunde con la fragilidad, entonces se corre el riesgo de tener misericordia hacia la malicia. Ahora bien, sin embargo, esta actitud transforma la misericordia en crueldad. Como dice el proverbio, "el médico piadoso, gangrena la herida". La piedad fuera de lugar o mal entendida se transforma en crueldad. Aquellos que quisieran abolir la severidad, porque la confunden con la crueldad, dejan subsistir precisamente esa misma crueldad que querrían evitar. En efecto, la falta de punición de los malhechores los alienta a atacar aún más a sus oprimidos. Y entonces, ¿dónde va a parar la piedad por los oprimidos? Es inútil que ellos pidan justicia, porque de todos modos los opresores son perdonados.
----------La confusión entre el sufrimiento y el pecado genera una grave incomprensión del valor cristiano del sufrimiento. Como sabemos por la fe, en la visión cristiana, el sufrimiento padecido con Cristo tiene como efecto ultraterreno el de eliminar para siempre el sufrimiento. Pero si se asimila el pecado al sufrimiento, se sigue, como en la visión de Lutero, que el pecado vivido en la fe en Cristo, quita el pecado. El pecado, por tanto, se convierte en objeto de un mandato, porque pecando, el pecado viene eliminado: "pecca fortiter, et crede firmius".
----------Aquí entra en juego la confusión luterana entre el pecado y la concupiscencia: así como la concupiscencia es permanente, para Lutero también el pecado es permanente: el hombre peca en todas y cada una de sus acciones. El pecado, entonces, ya no es accidental, sino que se convierte en la sustancia del actuar del hombre. Pero si las cosas son así, entonces desaparece el criterio de referencia para juzgar el pecado, criterio que obviamente debe ser el principio y la norma de la justicia.
----------Ahora bien, si lo accidental deviene sustancial y lo sustancial es bueno, la situación se invierte: el pecar ininterrumpido se transforma en el no pecar nunca. El pecado ya no es una infracción ocasional o accidental a la norma, sino que deviene la norma, el pecado deviene estructural, el peccatum permanens de Lutero. Pero la norma es el principio del bien. Y por tanto el pecado desaparece. El pecado sólo puede existir si interrumpe un camino en sí mismo bueno. Se puede hablar de naturaleza herida, si permanece parcialmente buena; pero si la naturaleza, como creía Lutero, está totalmente corrompida, entonces deviene totalmente sana, y he aquí que desaparecen esas consecuencias negativas del pecado original, que Lutero, exagerando, pretendía que habían destruido la naturaleza en su totalidad.
----------Pero estamos como al principio: si la naturaleza es intrínsecamente mala, entonces ella es buena, porque el mal deja subsistir el bien sustancial que constituye su sujeto. Pero en el momento en que el mal se extiende a todo el sujeto, el mal desaparece. El mal no es una sustancia sino una carencia en una sustancia. En medio de malas acciones, quedan buenas acciones.
----------Así, el pecado corrompe, claro que sí, la justicia, pero no del todo; de lo contrario, si el pecado corrompiera totalmente la sustancia, es decir, la justicia, él mismo se convertiría en sustancia, es decir, en justicia. La sustancia sigue siendo justa; pero, si el pecado deviene la sustancia, el pecado deviene justicia. Al exagerar el alcance del pecado, como hace Lutero, sucede que al pecado ya no se le da peso y deviene cosa normal. El malismo luterano no es más que la premisa del buenismo de Rousseau.
----------Otro error luterano referente al pecado es el siguiente: la misericordia divina no lo borra sino que solamente lo cubre. Pero si el pecado persiste, ¿dónde está la justificación? En efecto, como sabemos, Lutero responde: el pecado permanece junto con la justicia. Y estamos de vuelta como al principio con la cohonestación del pecado, que por tanto ya no es pecado. El pecador continúa haciéndolo, pero sabe que ahora es perdonado; no es perdonado aunque peque, sino que es pecando que es perdonado. Por tanto, no es necesaria ninguna penitencia y ninguna ascesis, porque es el mismo pecado, que ahora es justicia, el que expulsa al pecado, que sin embargo permanece, porque está cubierto y no cancelado.
----------Esta tendencia misericordista va acompañada de otros malentendidos, a saber, la confusión de lo pecaminoso con lo diferente. El padre James Martin dice que la homosexualidad no es una orientación sexual anormal, sino una orientación simplemente diferente. Así, la anormalidad es confundida con la alteridad. No hay que elegir entre heterosexualidad y homosexualidad, como entre lo sano y lo morboso o enfermo, lo bueno y lo malo, sino como entre dos cosas buenas y sanas simplemente diferentes: tanto la heterosexualidad como la homosexualidad son cosas buenas y sanas.
----------Una última observación para terminar con este punto pastoral: la misericordismo sexual puede encontrar un padre, además de en Rousseau y en Lutero, también en Freud, en cuanto que en la ética freudiana no existe el concepto de la culpa sexual como desobediencia voluntaria y responsable a la ley moral, culpa que debe ser eliminada mediante arrepentimiento y conversión, sino que según Freud las transgresiones morales siempre deben ser explicadas en base a condicionantes psicológicos inconscientes, que determinan al sujeto a actuar de ese modo y no de otro, exactamente a como ocurre en los animales.
----------Para Freud, la culpa no es un estado de voluntad privada de la gracia divina, sino que es un trastorno o perturbación mental que debe ser eliminado mediante el psicoanálisis. Por eso, si el homosexual tiene ese su característico comportamiento, no se le debe reprochar ni corregir, sino que se le debe comprender, excusar, disculpar, y dejarlo libre de hacer como él crea.
----------El misericordismo, como hemos visto, se convierte en crueldad. Un mal entendido alivio del sufrimiento aumenta el sufrimiento. Querer excusar a alguien que está en culpa le da una paz ilusoria, pero en realidad aumenta en él su sentido de culpa. El misericordismo no fortalece sino que debilita. No corrige sino que deja el defecto intentando justificarlo. No se puede compasionar a quien tiene necesidad de ser sacudido.
----------Es necesario recuperar el aspecto ascético de la moral, sin recaer en el dualismo y en el rigorismo del pasado. Es necesario dar a los jóvenes el gusto de vencer o de corregir sus propias malas tendencias, el gusto de la renuncia para salvar un valor superior, el gusto de combatir a las fuerzas enemigas de su salud moral, el placer de esforzarse, de fatigarse y de sufrir por la conquista del ideal, el gusto de dejarlo todo por Dios.
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