sábado, 23 de diciembre de 2023

La discusión humana (3/4)

Para caminar hacia la concordia, el pluralismo, la reconciliación y la paz tanto en la vida de la sociedad civil como en la vida de la Iglesia, es absolutamente necesario que nos liberemos de ese equívoco gravísimo de que lo contrario o lo opuesto coincide con lo diferente, y viceversa, y recuperar la distinción entre el aut-aut del principio del tercero excluido, y el et-et basado en la visión analógica del ser, es decir, la conceptualidad uni-múltiple, que justifica verdaderamente la alteridad, la diversidad y la multiplicidad no en la negación dialéctica univocista y abstracta del sic et non, sino según la proporcionalidad y correspondencia de las relaciones ontológicas similares y el paradigma de la imagen y de la semejanza. [En la imagen: fragmento de "Le Travail du lundi", óleo sobre lienzo de 1884, obra de Emile Friant].

Las divisiones en el campo del saber y en el campo moral
   
----------En el sentido anteriormente indicado nuestro Señor Jesucristo divide y crea divisiones. Pero las causadas por Cristo son divisiones saludables, por las cuales se ponen las cartas sobre la mesa, necesarias divisiones que, con el respeto debido al errante o al mismo hipócrita, lo desenmascaran y ponen en luz la oposición entre lo verdadero y lo falso, el bien y el mal, a fin de afirmar lo verdadero contra lo falso y el bien contra el mal. Esto significa poner paz. La paz es el triunfo de la verdad sobre lo falso, del bien sobre el mal, de la honestidad sobre la deshonestidad, de la limpidez sobre la doblez.
----------Existe, por tanto, un dividir o contraponer sano, obligado y constructivo, que es obra del intelecto, o del discernimiento, que es del todo normal y necesario para su funcionamiento. Es el acto del distinguir, por el cual decimos que esto es distinto de aquello, esto no es aquello, la materia es distinta del espíritu, el cuerpo es distinto del alma, el hombre es distinto del animal o de Dios, el pensamiento es distinto del ser, etc.
----------Hay distinciones metafísicas, como el ser es distinto de la esencia, la sustancia es distinta del accidente, el acto es distinto de la potencia, y distinciones lógicas: el género es distinto de la diferencia o de la especie, lo individual de lo universal, lo categorial de lo trascendental.
----------Por tanto, cabe señalar que existe una división que atañe a la lógica, relativa al hablar y al pensar, y una división real, relativa al actuar y a la moral. Una cosa es dividir el género por la diferencia y otra cosa es dividir una manzana en dos mitades. En efecto, las cosas son diferentes en los dos casos: si divido una manzana, la manzana entera ya no está. Sin en cambio, divido un género en las especies, el género permanece intacto, porque las especies están en lo interno del género.
----------Por ejemplo, tomando el género animal, cuando le agrego las diferencias racional y no-racional, el género se mantiene intacto. Ahora bien, es interesante notar las consecuencias de estos conceptos de la lógica en el nivel, por ejemplo, de la ética sexual. Los conceptos antes mencionados, de hecho, hacen referencia a la naturaleza animal de la persona humana, por lo cual de aquí se deduce lo que podrá ser según naturaleza o contra naturaleza en el ámbito de la conducta sexual.
----------Ésta es precisamente la diferencia entre el dividir en sentido físico, como dividir una manzana, y el dividir en sentido lógico, por ejemplo dividir un género en sus diferencias, cosa que es posible porque estamos en el campo del pensamiento y del espíritu.
----------En el mundo material y sensible, ciertamente un caso como el de las diferencias lógicas no es posible. En efecto, el dividir lógico es cosa normal y necesaria, siempre que se sepa dividir según las reglas de la lógica. En cambio, el dividir físico o material puede ser algo bueno o algo malo dependiendo de las circunstancias y el género o especie del acto que se cumpla.
----------En el campo de la vida eclesial, las divisiones no son una cosa buena, e indican conflicto y discordia, en cuanto deformaciones de las distinciones de valores y de oficios o de ministerios, que en cambio son necesarias para el buen orden y la paz de la vida eclesial.
----------También es necesario distinguir una contrariedad físico-ontológica de una contrariedad moral. El frío y el calor, por ejemplo, son contrarios en el plano de la física. Pero esta es una contrariedad del todo natural. En cambio, el voto que realizamos contrario a un cierto candidato en las elecciones políticas de nuestro país, es una elección moral que pone en juego el bien y el mal moral.
----------La contrariedad en el ser no dice necesariamente exclusión práctica de lo contrario. No dice contraste moral. Misericordia y justicia, por ejemplo, son dos virtudes contrarias en el plano de la esencia, porque la una quita el sufrimiento mientras que la otra inflige la pena, pero esto no quiere decir que no puedan ser ejercitadas alternativamente en el nivel de la práctica.
----------Sin embargo, en el nivel del pensamiento y de la razón especulativa, existe una actividad divisoria, que no tiene nada que ver con el ser divisivo en el nivel de las relaciones interpersonales y sociales. El dividir, en el primer caso, es acto natural, constructivo, perfectivo, benéfico, organizador y ordenador del intelecto o de la razón: el distinguir, el captar las diferencias y las diversidades, la percepción del otro que no es necesariamente enemigo u hostil, sino más bien hecho para unirnos y coordinarnos contigo o conmigo.
----------Asimismo, existe un separar que puede ser acto ontológico, y por tanto operación lógica, distinto de un separar como acto moral. Una cosa es el alma que se separa del cuerpo en el momento de la muerte y otra cosa son dos cónyuges que se separan. El primero es un acto natural, el segundo puede ser un acto reprochable.
----------Cada cosa es distinta de la otra, especialmente si es singular. Existen distinciones reales y distinciones conceptuales. Distinción real es distinción entre dos realidades: por ejemplo, el hígado es distinto del corazón. Distinción conceptual, por ejemplo, es aquella entre los atributos divinos, porque en Dios todo es uno; sin embargo, debemos distinguir, por ejemplo, el intelecto de la voluntad.
----------Una cosa es diferente de otra si se trata de una esencia. La diferencia es diferencia por algo: el hombre difiere del animal por el hecho de que posee la razón. En cambio, una cosa es similar o diferente respecto a otra si se trata de un ente singular. Pablo es diferente de Juan en todos los sentidos. Existen luego distinciones materiales o individuales y distinciones formales o específicas o esenciales. Juan es materialmente distinto de Pablo; el animal es esencialmente o formalmente distinto del hombre.
----------La distinción formal es distinción entre formas o esencias o grados de esencias, que pueden formar o un único ente real o una única sustancia, aunque dotada de una esencia individual. Por ejemplo, en el alma humana nosotros distinguimos tres niveles formales: el de la vida vegetativa, el de la vida sensitiva y el de la vida racional.
----------Podemos distinguir entre dos formas o predicados abstraibles presentes en una única realidad, naturaleza o sustancia, como por ejemplo podemos abstraer la animalidad y la racionalidad en la naturaleza humana. ¿Pero podemos hacer una distinción formal sobre base real (ex parte rei) como sostiene Duns Scoto? Si se trata de dos formas, de dos predicables conceptualizados que tienen el mismo sujeto real, ¿cómo es posible que la distinción tenga una base real si el sujeto real es uno solo?
----------¿Son entonces dos realidades? No, responde Duns Scoto; la sustancia real es una sola. Pero se puede objetar: ¿no es tal operación un querer reificar o cosificar el ente de razón, es decir, la forma conceptualizada? ¿No es esto confundir una operación lógica (la distinción entre la animalidad y la racionalidad) con un acto gnoseológico que afecta a lo real (el hombre)? Duns Scoto parece querer introducir un plano intermedio de ser, ubicado entre lo real y lo conceptual, cuando de hecho ellos se oponen por contradicción, por lo cual tertium non datur. Lo real no es lo ideal y lo ideal no es lo real.
   
El otro como el enemigo. El Yo de Fichte
   
----------La distinción es el principio de la alteridad, de la diversidad y de la multiplicidad. El error en la concepción fichtiana del yo es que Fichte no opone el yo al otro, o al tú, sino al no-yo, de modo que el otro se convierte en el enemigo, se convierte en la negación del yo y el yo se convierte en la negación del otro. O yo o él. Lo que debería ser un et-et se convierte en un aut-aut. No hay lugar para entrambos. Si quiero existir yo, es necesario que el otro no exista. Mors tua vita mea. Pero si lo diferente es el mal, entonces el mal es lo diferente, y bajo el pretexto de lo diferente pasa toda forma de monstruosidad moral.
----------Además, yo, para Fichte, no estoy en relación con el otro, sino que "pongo" (setzten) al otro y no lo pongo fuera de mí, sino en mí. No dependo del otro, es decir, de Dios, sino sólo de mí mismo. En todo caso soy yo quien pone a Dios. No estoy ordenado al otro, porque no puedo estar ordenado a mi enemigo. El otro no está por mí, sino contra mí. Veamos algunas declaraciones de Fichte.
----------"Yo soy yo, si yo soy puesto, estoy puesto. Pero dado que el sujeto de la proposición es el sujeto absoluto, el sujeto sin duda, así en este único caso junto con la forma de la proposición está puesto al mismo tiempo el contenido: yo soy puesto porque me soy puesto. Yo soy porque soy".
----------Es evidente aquí la confusión entre el yo humano y el yo divino. El yo aparece una vez como divino cuando es declarado absoluto; pero aparece como humano, es decir, como causado por un poner, cuando dice que "soy puesto" (Fundamento de toda la doctrina de la ciencia, Pamplona 2005, p.47). Fichte continúa:
----------"Dado que el Yo es el concepto supremo y que el Yo se contrapone a un no-Yo, está claro entonces que este último no podría estar contrapuesto sin ser puesto de hecho en el concepto supremo del Yo. Por lo tanto el Yo se debería considerar en dos aspectos: como aquello en lo cual es puesto el no-Yo y como aquello que está opuesto al no-Yo y por eso mismo estaría puesto en el yo absoluto" (Ibid. p.51).
----------Aquí todo sucede en el Yo y nada fuera del Yo. Yo y no-yo son enemigos mortales e irreconciliables obligados a coexistir dentro del Yo, para permitirles ser yo porque para Fichte el Yo no es Yo si no opone a sí el no-Yo. Yo y no Yo, amigos-enemigos, están eternamente, necesariamente y absolutamente cercanos y entrelazados en un abrazo lógico mortal que constituye el principio constitutivo mismo del Yo.
----------Ahora bien, observemos que es al yo humano, no al divino, que es contrapuesto un no-yo; el verdadero Yo divino existe absolutamente, sin que tenga necesidad de ningún no-Yo para hacerlo existir. Por otra parte, cabe señalar que si el no-Yo es "puesto en el concepto supremo del Yo", entonces el no-Yo entrará en la esencia del Yo. Pero si este es puesto, será un producto del Yo. Y por tanto será el yo humano. Y por consiguiente el Yo es a la vez absoluto y producto del Yo como no-Yo. Estamos en el pleno de las absurdidades.
----------¿Podría haber una concepción más horrible y nociva que ésta del yo y de su relación social y con Dios? Lo bonito es que cuando Fichte fue acusado de ateísmo por esta concepción del Yo, se indignó duramente y devolvió la acusación contra sus acusadores. Es el padre Cornelio Fabro quien narra con lujo de detalles esta dramática y grotesca historia de la vida de Fichte en su famosa monumental obra Introduzione all’ateismo moderno (Editrice del Verbo Incarnato, Segni 2013, pp.543-576).
----------Esta terrible confusión fichtiana entre negación-oposición y alteridad-diversidad pasará luego a Hegel como piedra angular del poder de lo negativo que recorre todos los niveles y los ámbitos del ser, ser mismo concebido como contradictorio: el ser se afirma negándose a sí mismo y reconciliándose consigo mismo e identificándose el ser con el no-ser en el devenir, falsa representación de la vida del espíritu, que en cambio vive en la identidad de su propio ser como acto de ser que se abre a la multiplicidad y a la diversidad.
----------Por tanto, para caminar hacia la concordia, el pluralismo, la reconciliación y la paz tanto en la vida de la sociedad civil como en la vida de la Iglesia, es necesario liberarnos de este equívoco gravísimo de que lo contrario o lo opuesto coincide con lo diferente y viceversa, y recuperar la distinción entre el aut-aut del principio del tercero excluido y el et-et basado en la visión analógica del ser, es decir, la conceptualidad uni-múltiple, que justifica verdaderamente la alteridad, la diversidad y la multiplicidad no en la negación dialéctica univocista y abstracta del sic et non, sino según la proporcionalidad y correspondencia de las relaciones ontológicas similares y el paradigma de la imagen y de la semejanza.

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