sábado, 30 de abril de 2022

Catalina de Siena y la catolicidad (2/2)

¿Qué tendría para enseñar Catalina hoy a la catolicidad italiana y europea? ¿Qué podría enseñar hoy Catalina, sobre todo a los laicos, para que sean fermento de una política verdaderamente cristiana en la nación a la que pertenecen? ¿Cómo debe manifestarse hoy la catolicidad en lo social?

La vida política en los tiempos de Catalina
   
----------En nuestros tiempos, la contribución que el político católico hace a la edificación del bien común temporal se inspira en la Doctrina Social de la Iglesia, que en la época de Catalina todavía no existía. Fuente de inspiración para Catalina, entonces, fueron los hechos narrados por la Sagrada Escritura, los Proverbios bíblicos, el Nuevo Testamento, las enseñanzas de los Santos y de los profetas.
----------Pero el magisterio pontificio no se ocupaba todavía del tema político, limitándose a resaltar la diferencia entre el rol del Papa y el del Emperador, subrayando el primado de lo espiritual sobre lo temporal y el derecho-deber de la autoridad eclesiástica, en casos particularmente importantes, de resaltar, basándose en el Evangelio, lo que la ética política y la ley natural requieren para la salvaguarda de la dignidad de la persona humana, de las exigencias de la justicia y del bien común.
----------Los Sumos Pontífices no se preocupaban, en aquella época, por determinar los deberes y derechos del pueblo y de los ciudadanos en la gestión del Estado, que no fueran el deber de su obediencia a los gobernantes y el derecho de los súbditos de ser garantizados, satisfechos y protegidos por el soberano en sus legítimos intereses. Pero el pueblo no era el protagonista de la vida política, como ocurrirá en las democracias modernas, a partir del siglo XVIII. El protagonista era el soberano, ayudado por la clase nobiliaria, soberano "por gracia de Dios", y por la investidura feudal del Sumo Pontífice, quien, como se había expresado Bonifacio VIII, impugna las "dos espadas", mientras estaba en facultad y tarea del soberano conceder y reconocer los títulos nobiliarios. Este era el clima histórico-político en el que vivía Catalina.
----------Por otra parte, no existía el problema actual de cómo colaborar con los no creyentes, porque la sociedad civil, totalmente católica, estaba bajo el control de la Iglesia. Por lo cual, la corrección de las malas costumbres políticas o el remedio de las injusticias, eran realizadas por los Papas o por soberanos temporales o por profetas, siempre con referencia a criterios inspirados en la doctrina católica o en el Evangelio.
----------En el nombre de la Santísima Trinidad era formal y explícitamente llevada a cabo también la política oficial, se conferían los cargos públicos y se suscribían los acuerdos, los pactos y los convenios incluso económicos. Esto puede hacernos comprender la desenvoltura con la cual Catalina, dirigiéndose a soberanos y gobernantes, también a propósito de guerras, negocios y enfrentamientos políticos, actos criminales, economía, comercio o condenas de muerte, siempre pone a la Santísima Trinidad en el campo.
----------En cambio, como es bien sabido, en la época de Catalina, la oposición entre güelfos y gibelinos no ponía en juego la oposición entre católicos y no católicos, porque todos eran católicos, sino que ponía en juego el contraste entre Papado e Imperio, contraste caracterizado por una desafortunada y agotadora competencia y enfrentamiento, a causa de las miras temporales del Papa, que incluso estaba al frente de un Estado entre los más importantes de Europa, y un Emperador, a quien, aunque católico, siempre le costaba comprender que lo espiritual debía estar por encima de lo temporal, y que la política no debía mandar sobre la religión. Catalina, aún cuando ella no entra en sus Cartas en esta enorme cuestión entre güelfos y gibelinos, sin embargo, distingue muy bien la tarea del sacerdote respecto de la del gobernante laico o la del político.
   
La maternidad espiritual y profética de Catalina en el campo de la política
   
----------Siempre debemos tener presente que, a diferencia del varón, una cualidad propia de la mujer es la de enfocar la actividad política según el modelo de la vida familiar, para lo cual ella tiene más propensión que el hombre, mientras que el hombre se inclina más a realizar la actividad política sobre la base de un ideal político. La consecuencia es que la mujer sabe configurar la actividad política con un tono de familiaridad y de mayor dulzura, un sentido de la concreción de las personas y de las situaciones, que suaviza la aridez y la dureza, y la enorme cantidad de contenido abstracto, más propio del pensar masculino.
----------La mujer es madre y tiene el tacto y la delicadeza de una madre, incluso cuando, en posesión de una responsabilidad pública o de un oficio, recurre a colegas políticos o parlamentarios. Hace algunas décadas, en la Sala Paulo VI del Vaticano, estuvieron presentes 700 Obispos focolarinos de varios países del mundo. Fue en aquella ocasión que personalmente pude comprobar de manera excepcional el valor de este carisma femenino en la escucha de la palabra inflamada de una de las mujeres de nuestro tiempo más dotada del lenguaje de la sabiduría, Chiara Lubić [1920-2008], quien se reconocía conscientemente discípula de Catalina. Chiara tenía una expresión que no aparece en los escritos de Catalina, pero que refleja perfectamente su espiritualidad: hablaba de la necesidad de que el cristiano sea un "alma-Iglesia".
----------Ocurre que la mujer, en sus intereses y en sus mensajes, sabe muy bien ir más allá del ámbito de la familia y vagar por las esferas más vastas del espíritu, hasta el punto de poseer, como Catalina, y como Lubić, el don de la profecía. Pero, incluso en estas circunstancias, la mujer nunca olvida que es madre, ya que, como solía decir el papa san Juan Pablo II, ella es "madre del hombre".
----------Si todo esto que digo es cierto, entonces uno no puede dejar de sorprenderse de cómo una joven del pueblo, sin instrucción y sin noble cuna, haya podido, en el espacio de poquísimos años, conquistar tanta fama, estima e incluso veneración entre todas las clases sociales, laicos y eclesiásticos, hasta el punto de ganarse la confianza y el prestigio también del Sumo Pontífice, sobre todo si tenemos en cuenta la poca consideración que se tenía de la mujer en el siglo XIV, además de tratarse de una pobre plebeya.
----------Bien se comprende entonces que Catalina de Siena haya sido también objeto de desprecio, de escándalo, de insultos y de calumnias, por parte de aquellos, incluso eclesiásticos, que, corruptos e infieles a su deber, se sintieron heridos por los fuertes reclamos de la Santa, la cual no hacía mención de nombres, pero habría sido muy fácil entender a quién se refería. Finísima intuición política, que no se limita a las predicas en abstracto, sino que ataca los males concretos, aunque respetando a las personas.
----------La piedra angular de su acción política es la conjunción de la justicia con la misericordia. No se trata de una simple política laica, que insiste en la aplicación de la ley o en el hacer cumplir la ley; sino que es una política católica, en la que la misericordia va más allá de las exigencias de la justicia, donde la justicia no llega.
----------Habilísima ha sido Catalina en el dosificar a veces la justicia, o a veces la misericordia. Ella exhortaba insistentemente a los pastores a cumplir por una parte el deber de la misericordia hacia los míseros, pero por otra parte a hacer pronta y enérgicamente justicia contra los malhechores, pues de lo contrario estos, como ella expresaba, devenidos arrogantes y desafiantes por haber quedado impunes, pecan aún más. Por otro lado, es imposible hacer misericordia de los oprimidos, si no son castigados los opresores. Estos no pueden esperar salirse con la suya con el pretexto de que Dios perdona. De hecho, el querer hacerse los demasiado vivos con Dios no tiene otro resultado que aumentar el fuego de la ira divina.
----------Lo que también asombra y es extremadamente edificante en Catalina, en el campo de su predicación y comportamiento práctico, es cómo ella sabe hacer descender la doctrina social, su palabra y su pasión por la justicia y por la paz, su preocupación por el bien común, su amor por Italia y por las tradiciones patrias, en definitiva, su acción civil y política, desde las alturas de su mística contemplación.
----------En Catalina, su acción moral, y por ende también su acción política, nace toda de su "ardentísima caridad", caridad que va ante todo hacia Dios, amado en sí y por sí, y no hacia nuestro provecho ("Dios en sí y no Dios-para-tí"), incluso si es de nuestro mayor interés amar a Dios, porque él es nuestro Salvador.
----------La Santa Sienesa manifiesta su maternidad política sobre Italia y Europa, tanto en sus viajes, como también en sus numerosas Cartas enviadas al Rey, a soberanos, a gobernantes y a Señores de la ciudad. Sobre todo asombra la actitud decidida y a veces premurosa, pero siempre sustancial y razonada de sus exhortaciones, de sus advertencias y de sus firmes reproches; y también asombra cómo encuentra audiencia en sus lectores, señal de que ella, con extraordinaria intuición, sabiduría sobrenatural y rara eficacia, sabe decir la palabra justa a cada uno en el momento más oportuno.
----------Ciertamente, las Cartas surgen sobre todo de la sabiduría y de la prudencia de Catalina, de su corazón maternal, de sus inspiraciones celestiales, pero al mismo tiempo de una intensa relación humana y social. Por lo tanto, conjunción de intensa vida espiritual, incluso mística, con una enorme capacidad de relaciones sociales y de comunicación humana. Esta es la particular política de Catalina.
----------Pero, más allá de eso, Catalina está bien lejos de ese Dios todo plegado sobre el hombre, bajo el pretexto de la misericordia divina, que es precisamente ese falso Dios que será concebido dos siglos después por Lutero (y que hoy perdura en el Dios de los buenistas), por lo cual parece que Dios no sería Dios si no se ocupara del hombre, lo que compromete la libertad de la obra creadora divina, mientras tiende a hacer del hombre, con el pretexto de la Encarnación, una especie de componente esencial de la naturaleza divina.
----------En tal sentido, hay que tener muy presente que el amor de santa Catalina por el prójimo y por la Iglesia, y por tanto la caridad social y política, no es, por consiguiente, el amor por excelencia, sino, por más precioso y necesario que sea para la salvación, no es el primero, sino el segundo de los mandamientos, porque brota del primero, que es del amor de Dios, por ese amor a Dios está motivado y por él se justifica, de él es la prueba y el signo tangible. Si parte de Dios, conduce a Dios.
----------Por lo tanto, es claro que para la Sienesa no vale el principio que se oye enunciar aquí y allá, según el cual "la política es la forma más alta de la caridad", aunque tal principio parezca ennoblecer la política; sino que es engañoso, porque para ella se exagera la estima por la política, como si fuera el bien supremo del hombre, se hace de la política un ídolo, que prepara el advenimiento de los regímenes totalitarios. Es claro que la acción política cristiana está animada y regulada por la caridad, pero no en el sentido de amar a la sociedad como si fuera Dios, sino en cuanto el político católico se dedica al bien común, incluso a riesgo de grandes sacrificios y de la misma vida, por amor de Dios. Este es el estilo de Catalina.
----------Un signo impresionante de la ascendencia que Catalina había logrado conquistar sobre el prójimo y sobre la sociedad, era el haber formado lo que ella llamaba complacida la "alegre brigada", que se trataba de un grupo de seguidores entusiastas, sobre todo jóvenes, tanto hombres como mujeres, en parte provenientes de la fraternidad dominicana de Mantellate, a la cual ella pertenecía.
----------Ese grupo de personas, además de brindar ayuda material y logística a Catalina, funcionaba a modo de secretaría de un partido político, del cual Catalina era dirigente y líder indiscutible. Recopilación de información, colaboradores en la decisión de las cartas a redactar, apoyo a Catalina en situaciones difíciles, relaciones con autoridades civiles y eclesiásticas, defensa ante acusaciones y malicias, asesores en los pasos a seguir, advertencias de peligros a evitar, consuelo de amistad y de devoción, ejecución de órdenes, enviados o embajadores de Catalina, portadores de mensajes, explicación de los mismos al prójimo.
----------El pensamiento vuela aquí al mismo Nuestro Señor Jesucristo, quien, en sus viajes, estuvo acompañado por los apóstoles y por un grupo de mujeres, que le asistían. Catalina tiene la clara conciencia, típica de la espiritualidad dominicana, de que la predicación del Evangelio y la promoción de su aplicación en lo social, para ser creíble y tener incidencia en la gente, debe ser colectiva y comunitaria.
----------¿Qué tendría para enseñar Catalina hoy a la catolicidad italiana y europea? Hacerse visible y valiente portadora y testigo de la levadura evangélica en los acontecimientos y en las problemáticas de la sociedad y la Iglesia locales. A diferencia de los tiempos de la Sienesa, en los cuales todos eran católicos y la valentía consistía simplemente en un deber de coherencia con la propia fe, hoy que vivimos en una sociedad descristianizada y secularizada, es necesario que, imitando la valentía de Catalina, la catolicidad (y esto es competencia sobre todo de los laicos) sea profesada y visible no solo en los ambientes de la Iglesia, sino también en los del Estado, en los de la política, de la economía, de la cultura, de la ciencia y del arte.
----------La figura del católico enmascarado o simulado o de incógnito, tan apreciada y fomentada por el crudo laicismo de los años 1970s y primeros años 1980s, debería ya considerarse totalmente superada, a menos que el testimonio católico quiera desaparecer y ocultarse, casi vergonzosamente, en el anonimato de una laicidad omnipresente, sincretista e indiferenciada. Sería la sal que pierde su sabor.
----------Si en una ciudad como por ejemplo las ciudades suizas, llena de entidades bancarias, es casi inútil señalar dónde hay un banco, mientras que en una aldea remota y perdida de Zambia, donde la pobreza está como en su propia casa, la única oficina bancaria debe ser claramente señalada en el frontón de ingreso del banco; por eso mismo, estoy convencido de que si Catalina viviera hoy, exhortaría y urgiría a los católicos a hacerse ver entre las formaciones parlamentarias, de modo que no se diga lo que se dice del fénix, que todos saben que existe, pero donde haya uno, nadie lo sabe ni lo dice.

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