jueves, 14 de abril de 2022

El concepto de tradición y sus falsificaciones (4/4)

Para respetar la tradición, es necesario evitar ante todo caer en formas de auténtico ridículo. Querer detenerlo todo en 1962, y querer bloquearlo todo a antes del Concilio Vaticano II, como si éste no hubiera sucedido, o considerar que el Concilio ha sacado a la Iglesia fuera de su camino, no es en verdad ser tradicional, no es fidelidad coherente afirmada en la verdad, sino que es congelar un organismo viviente e impedir el camino de la Iglesia. Es obstinado atraso, es presuntuosa desobediencia a la Iglesia, la cual avanza en la historia. Es un engaño del demonio, que conduce a la perdición.

Se inventan una burbuja surrealista y viven en un pasado que nunca fue
   
----------Como decíamos antes, refiriéndonos a la mala relación o a la nula relación que ciertas personas tienen con la historia, suele ocurrir que cuando algunos no pueden cambiar el presente y no quieren vivir el presente, atemorizados por sus desafíos, entonces intentan una empresa verdaderamente desesperada además de imposible: cambiar el pasado, readaptar el pasado a su surrealista idea del presente.
----------No es en absoluto verdadero que antes todo era bello, santo, edificante, espiritual, místico, y todas las maravillas del relato pasadista, porque hay que tener cuidado y tener muy en cuenta que también en la época así llamada tridentina, también en el uso del Misal de san Pío V, existían abusos litúrgicos inenarrables, sucedían cosas de una gravedad a veces inaudita. Los ejemplos que podrían ofrecerse son muchos. Si hoy leemos algunas revistas telemáticas, algunos blogs, algunos libros, ciertos artículos de algunos estudiosos, parecería que en el período antecedente a la promulgación del Misal de san Paulo VI, la liturgia era un mundo de espiritualidad, de misticismo, de gran sentimiento eucarístico. ¿Pero cuándo ha sido así?
----------Había algunos sacerdotes que en ocho minutos celebraban la Misa; y desafío al lector a que trate con el Misal de san Paulo VI a celebrar la Misa en ocho minutos. Y menos con el Misal de san Pío V se podía celebrar la Misa en ocho minutos; sino que, como todos sabemos, se omitía toda una serie de partes que debían ser recitadas en voz baja, ya que cuando se arrivaba a ellas se las pasaba de largo con un biszbiszeo del tipo "bsz, bsz, bsz... per Christum Dominum Nostrum", y se saltaban partes enteras. He recibido este testimonio en cuando joven, de parte de ancianos sacerdotes, libres de toda sospecha de progresismo.
----------Por supuesto, hoy todos quedamos más o menos irritados cuando escuchamos en el interior del templo ciertos gritos, ciertas guitarreadas, indudablemente. Tal vez para nosotros, celebrantes, la Misa a veces deviene así un verdadero y propio sacrificio, ¡pero a título personal!, porque quedamos sometidos a ciertas cosas que suelen darnos serios impulsos de bajar del presbiterio y escapar de la Misa a toda prisa.
----------No olvidemos que hacia fines del siglo XIX, en plena época litúrgica llamada tridentina, fueron emanados documentos en tono de amenazadora reprimenda porque, durante la Misa, muchas de las iglesias europeas (y también algunas de las Iglesias de grandes ciudades argentinas) estaban dotadas de órganos equipados con tambores, baterías y variados sonidos instrumentales de los llamados "profanos", en que los organistas interpretaban música operística profana, por lo cual sucedía que los fieles iban a recibir la Comunión mientras el "santísimo órgano" (que ciertamente no tiene nada que ver con ciertas "sacrílegas guitarras" de hoy), tocaba las arias de La Traviata, de Giuseppe Verdi, o de La Viuda Alegre, de Franz Lehár.
----------De modo que no es verdad que antes todo era santo, puro y místico. Esto se lo han inventado y se lo están inventando los pasadistas, pues había abusos indescriptibles, ante los cuales palidecen algunos abusos de los catecumenales más ruidosos. Repito, más allá de los abusos de hoy, que existen, comparando con lo que sucedía en otros tiempos pasados ​​más o menos cercanos, lo pasamos, como suele decirse, de lujo; y no es meramente porque lo diga quien esto firma, sino porque la historia de la Iglesia lo documenta. Y ello porque el hombre, en su falta de respeto frente a lo sagrado y a los sagrados misterios, lamentablemente, es siempre él, lo era con el Misal de san Pío V y lo es con el Misal de san Paulo VI.
----------Por lo tanto, es bueno aclarar que ni la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II ni el Misal de san Paulo VI permiten a nadie ciertos abusos y arbitrios que dependen todos de iniciativas censurables y a veces execrables, de ciertos sacerdotes y de ciertos movimientos eclesiales, abusos dependientes quizás de la inadecuada o escasa formación que muchos sacerdotes han recibido y que siguen lamentablemente recibiendo, porque ante ciertas Misas shows de ciertos sacerdotes (permítaseme el término) payasos, se encuentra la ignorancia apoyada en una personal e indomable arrogancia, que jamás podrá ser domada. Bastaría tan sólo que los Obispos, al comprobar que ciertos sacerdotes no respetan ni el ordenamiento general del Misal Romano, ni respetan lo que la Iglesia manda o hasta casi suplica en la instrucción Redemptionis Sacramentum, del 2004, procedieran sin mayor dilación con las más severas sanciones canónicas del caso.
----------Pero sabemos, lamentablemente nunca como hoy, que ha habido una crisis similar, ya sea de autoridad, ya sea de gobierno, en las Iglesias locales y en la Iglesia universal; y respecto a esto sería necesario un mayor desarrollo del tema, con aspectos muy complejos, que sin embargo no es mi intención tratar aquí, pues habría que ofrecer argumentos muy articulados y desarrollados con la debida fundamentación.
----------Los grupos y grupúsculos pasadistas, o sedicentes "tradicionalistas", que ante nuestros fieles cada vez más desconcertados y sufrientes por algunas celebraciones litúrgicas y algunas Misas, por así decir insólitas, celebradas en ciertos círculos neo-catecumenales, o ante celebraciones de ciertos carismáticos que llevan adelante ritos cuasi-chamánicos, ante todo eso optan por diseminar por todos lados el veneno de la peor división, afirmando que la causa de todo esto es el Concilio Vaticano II, afirmando ello, corren el riesgo de combatir esos errores (errores que todos tenemos ante nuestros ojos, y que son errores objetivos) a través de errores que, lejos de ser una solución, son en sí mismos y por sí mismos errores aún más graves.
   
Ni siquiera son capaces de distinguir substancia y accidentes
   
----------Y por tanto, retorno nuevamente a la distinción básica, antes ya hecha, entre substancia y accidentes, a la que tantas veces me he referido en este blog. Substancia y accidentes se distinguen de modo fundamental, no sólo en filosofía en el común buen sentido, sino también en campo teológico y en el mismo dogma, como por ejemplo debemos distinguir en el dogma de la transubstanciación. La substancia de una persona, por ejemplo, es la persona misma en su identidad propia (antes ya lo expresamos con el ejemplo paradójico de Mike Tyson, el cual nunca puede devenir una bailarina que danza de puntillas).
----------Por lo tanto, y para decirlo una vez más, de modo muy simple, Pablo es siempre Pablo, desde su nacimiento hasta su muerte. Por elcontrario, sus accidentes, al menos los accidentes contingentes, cambian. Por lo tanto, Pablo es siempre Pablo, aunque no tenga aquel determinado accidente, que se refiere a cosas que a veces se dan y a veces no se dan, es decir, aquello por lo cual Pablo cambia (el peso, la altura, el humor, su grado de resistencia, el nivel de su instrucción, la vestimenta que lleva, sus costumbres sociales, el dinero del cual dispone, a veces sano y a veces enfermo, a veces despierto y a veces durmiente) he aquí que todo esto cambia. Sin embargo, lo que no cambia es la substancia de Pablo.
----------De modo similar, la Misa tiene una constitución fundamental, faltando la cual no es válida, tiene una esencia inmutable instituída por Nuestro Señor Jesucristo, y tiene una forma ritual, convencional, gestual, ceremonial o rubricística, exterior y accidental. Estas formas rituales son las modalidades o las expresiones del rito que Cristo ha consignado al poder de la Iglesia, se trata de lo disciplinar sobre las ceremonias de los sacramentos. Por ejemplo, el altar vuelto o no hacia el pueblo, la presencia o no de la balaustrada, el cánon eucarístico en voz alta o en voz baja, la lectura hecha o no hecha por una mujer, que el sacerdote mencione en las oraciones pocas o muchas veces el sacrificio o los ángeles, pocas o muchas genuflexiones, la lengua latina o la lengua española, y así con cosas similares. Son todos ellos accidentes exteriores que no afectan la substancia; accidentes externos de indudable importancia, a veces de fundamental importancia, pero siempre en cualquier caso accidentes externos que, de por sí son mutables.
----------Así, por cuanto respecta a la Misa como tal, su esencia o substancia fue instituída de una vez y para siempre por Cristo, por lo cual la Iglesia no tiene ningún poder para cambiarla, sino que la conserva intacta a través de los siglos con la asistencia del Espíritu Santo, porque la Iglesia no puede incidir sobre la substancia de los Sacramentos, no puede mutar o variar la esencia de los Sacramentos. Sólo puede cambiar los accidentes externos contingentes, pero no la substancia y, de hecho, jamás la ha cambiado.
----------Ahora bien, sería verdaderamente herético pensar que la Iglesia pueda mutar la substancia de un Sacramento por el hecho de que ella haya podido cambiar ciertos accidentes. En efecto, por cuanto respecta al ceremonial o ritual, puede ser modificado al arbitrio de la Iglesia, según la necesidad o la oportunidad principalmente pastoral. En ese ámbito la Iglesia puede emanar leyes o disposiciones también discutibles, incluso revisables, se puede inventar lo nuevo o se puede retornar a lo antiguo. Una cosa es la doctrina de los Sacramentos, que en sí y de por sí es inmutable, y otra cosa es la pastoral de los Sacramentos, que en sí y de por sí es mutable. Así, el vetus ordo y el novus ordo Missae, en cuanto modalidades contingentes de celebrar la Santa Misa, dejan intacta la substancia de fe, y afectan solamente el aspecto accidental y mutable. Y los accidentes mutables no pueden ser transformados en substancia de la fe.
   
La farisaica aberración de hacer de accidentes rituales la esencia de la fe
   
----------Espero que el lector pueda comprender ahora mejor aquella frase evangélica que cité en la primera nota de esta serie, esa solemne admonición que el Señor ha dado en modo clarísimo, y que ciertos pasadistas hiperliturgistas y fariseos, no deberían nunca perder de vista: "Hipócritas, bien ha profetizado de vosotros Isaías, diciendo: este pueblo con los labios me honra, pero su corazón lejos está de mí. En vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos de hombres" (Mc 7,6-7). Nuestro Señor Jesucristo llama "hipócritas", sin términos medios, a aquellos que sustituyen la Palabra de Dios, el Verbo de Dios, por meras doctrinas y preceptos de hombres, vale decir, substituyen la substancia por los accidentes externos. Y diciendo esto, sinceramente, yo no creo que Jesús, el Logos, no tuviera del todo claro qué cosa fueran la sustancia y la esencia de la verdadera tradición, porque la tradición, en sí misma y en su origen, es Él mismo.
----------En nuestros tiempos, el Concilio Vaticano II ha establecido el Novus Ordo Missae. El día de mañana, algún otro Concilio podrá cambiar entonces estos aspectos accidentales y no substanciales. La existencia del novus ordo, en cuanto actual única lex orandi de la Iglesia de rito romano, no prohibe en debidas circunstancias el uso del vetus ordo. Se trata siempre de la Misa, de la misma e idéntica Misa; lo importante es que la Misa sea válida, lícita y celebrada dignamente, en el respeto de las reglas y en el respeto del rito. Sería por lo tanto un error creer que la substancia de la Misa sea conservada solamente en el vetus ordo, y que en cambio el novus ordo deba ser prohibido. Lo importante es que todos nos sintamos una sola cosa en torno al mysterium fidei, sea que prefiramos el novus ordo, sea que prefiramos el vetus ordo Missae.
----------Insisto, entonces, para que el lector no tenga duda ninguna: el Concilio Vaticano II no ha cambiado la substancia de la Misa, solamente ha aportado modificaciones accidentales, y de modo similar a como ha sustiuido las modalidades anteriores, igualmente mañana, las modalidades presentes podrán ser substituidas por otras, sin que por ello la Santa Misa venga a ser cambiada en su esencia. No dejamos de asombrarnos y de preguntarnos: ¿cómo es posible que esta gente miope no sabe propiamente distinguir un dato elemental en filosofía y en teología, como es precisamente la substancia y los accidentes? Peor aún, ¿cómo es posible que no se den cuenta de convertir los accidentes contingentes en la esencia de la Misa?
----------La reforma litúrgica simplemente ha introducido un nuevo rito, un nuevo modo de celebrar la misma e idéntica Misa instituída por Nuestro Señor Jesucristo. ¿O acaso piensa el lector que Jesucristo ha celebrado la Eucaristía según el vetus ordo? ¿Alguno de nosotros podría llegar a imaginar, llegado el caso, al primer Romano Pontífice de la Iglesia, Pedro, celebrando en un altar a muro, en un solemne pontifical, con la asistencia de diácono y subdiácono en esplendorosas dalmáticas, con presbíteros asistentes? ¿Nos imaginamos a aquel rudo pescador galileo recitando en perfecto latín "introibo ad altare Dei..."?
----------Sin embargo, estas son las ridiculeces en las que lamentablemente caen quienes afirman que la Misa de san Pío V es la única "Misa de siempre". Para respetar la tradición, es necesario evitar ante todo caer en formas de auténtico y patético ridículo. Querer detenerlo todo en 1962, y querer bloquearlo todo a antes del Concilio Vaticano II, como si éste no hubiera sucedido o considerar que el Concilio ha sacado a la Iglesia fuera de su camino, no es en verdad ser tradicional, no es fidelidad coherente afirmada en la verdad, sino que es congelar un organismo viviente e impedir el camino de la Iglesia. Es obstinado atraso, es rígida esclerosis mortuoria, es presuntuosa desobediencia a la Iglesia, la cual avanza en la historia. Es un engaño del demonio, que conduce a la perdición, a través de la rebelión y la desobediencia a la autoridad de la Iglesia.
   
La indudable necesidad de Traditionis custodes, discutible en algunos aspectos
   
----------Usar como campo de confrontación la Sagrada Liturgia para fines ideológicos, totalmente subjetivos, camuflados de defensa de la fe y de la verdadera tradición, es una de las peores profanaciones de la Santísima Eucaristía, la cual es misterio y centro de unidad. Usar la Eucaristía como medio e instrumento de división es verdaderamente diabolico. Y a este nueva insidia diabólica le ha salido al paso al motu proprio Traditionis custodes, del papa Francisco, sin dejar de reconocer sus aspectos pastoralmente discutibles.
----------Por eso considero peligrosos ciertos mensajes pasadistas furtivos, que desde hace una década vienen difundiéndose por parte de ciertas revistas telemáticas y blogs, alzando las banderas de una no mejor precisada "tradición" (que no llegan a comprender), con el único resultado de desorientar siempre más los cada vez más numerosos miembros del Pueblo de Dios, siempre más en busca de una orientación
----------Desde hace varios decenios, de hecho, tenemos la impresión de que los hijos de la herejía modernista que han ido acaparando cátedras universitarias en las facultades teológicas, o incluso en enteras universidades, entre cuyas filas incluso existen Obispos y Cardenales que se han formado en las peores doctrinas modernistas, son los que están soplando en el barlovento de la deriva de la Iglesia.
----------Lamentablemente hoy abundan en el clero elementos malformados o no preparados adecuadamente o litúrgicamente descuidados o frecuentemente indiferentes respecto de los sagrados misterios o capaces de transformar la sagrada liturgia en verdadero y propio espectáculo, a veces incluso grotesco. Todo esto hace sufrir profundamente a los buenos fieles, quienes gracias a Dios, al contrario de esos sacerdotes, tienen en cambio casi siempre el sentido de lo sagrado, y quieren vivir adorando los sagrados misterios.
----------La operación de los pasadistas, ideólogos para-católicos, pseudo-católicos, o que se llaman a sí mismos (aunque impropiamente) tradicionalistas, antes que obra tortuosa o engañosa es, de hecho, luciferina: es el hacer creer a los fieles desorientados o embargados en comprensible desánimo que el origen de estos males reside en la reforma litúrgica, reside en la constitución Sacrosanctum Concilium, e incluso peor, reside precisamente en el entero Concilio, atacado con el argumento de que "no ha sido un Concilio dogmático sino sólo un Concilio pastoral", como para decir: es una especie de concilio de tercera clase, como para ser tomando a título de beneficio de inventario, al fin de cuentas, "era sólo pastoral".
----------Ahora bien, los Padres Sinodales, reunidos a pleno desde 1962 a 1965 en asamblea ecuménica con y bajo Pedro, bajo la gracia del Espíritu Santo, ¿acaso son algo como para ser tomado sólo "a título de beneficio de inventario"? Esta es una pregunta que, aunque su respuesta sea obvia, debió habérsele planteado en modo muy serio a un eminente teólogo como ha sido monseñor Brunero Gherardini [1925-2017], uno de los defensores y promotores del peligroso ambiguo concepto de "Concilio solo pastoral".
----------De este peligroso espíritu luciferino, estoy convencido que debemos poner a buen resguardo a nuestros fieles, los cuales hoy se encuentran sumamente desconcertados por los teólogos modernistas y pos los obispos filo-modernistas, por los sacerdotes que en el altar se comportan como artistas de espectáculo circense, o como payasos. Pero al mismo tiempo, los debemos defender de algunas agencias y revistas, de blogs y periódicos digitales actualmente especializadas en las más sutiles formas de ataque a la Santa Iglesia de Cristo, en nombre de la idea de ellos, totalmente subjetiva, acerca de la Iglesia y de la tradición.
----------En efecto, este tipo de pasadistas del "pasado que no debia pasar", diletantes del "había una vez", lejos de ofrecer una verdadera solución y sobre todo una solución auténticamente católica, inducen a caer en los peores errores. Abrevar en los libros y articulos de estos personajes que, por otro lado, no son ni teólogos ni pastores ni curas de almas con experiencia pastoral, sino que tan solo son frecuentemente sociólogos, historiadores, politólogos o juristas que a sí mismos se han prestado a esa "teología hazla tú mismo" que hoy está tan en boga, es arriesgar dañarse la propia fe y la fe del cuerpo de los fieles. Y no hablemos de algunas mujeres las que se lanzan a esta tarea, como si fueran heroínas pasionarias, que en estos ambientes de la así llamada "tradición" se auto-proclaman teólogas, eclesiólogas, liturgistas.
----------En cierta ocasión, polemizando con alguna de ellas con el arma más oportuna en estos casos, vale decir, mediante la ironía y la broma, dado que lo que dicen no puede ser tomado seriamente sino sólo en tono de broma, le hice una pregunta que sin embargo quedó sin respuesta. Y le dije: "Estimada señora teóloga, ¿es usted consciente que si hoy estuviéramos bajo ese pontificado de ese vuestro venerado san Pío X, quien debe ser venerado en una medida que parece que usted realmente no conoce en absoluto, a usted, querida señora, no le hubiera sido nunca jamás permitido, no solo hablar de sagrada teología o de sagrada liturgia, sino que no le hubiera estado permitido ni siquiera cantar en el coro parroquial?".
----------En otra ocasión, hace algunos años atras, se le planteó una pregunta muy concreta al profesor Roberto de Mattei, pregunta que también quedó sin respuesta. Aquella pregunta tenía que ver sobre su agencia de noticias y sus revistas, donde san Pío X es celebrado en gloria (y aclaro: la gloria san Pío X se la merece toda), pero celebrado a despropósito, en modo ideológico, y a tal fin se le preguntó: ¿si bajo el pontificado de san Pío X, los laicos hubieran organizado una pública recolección de firmas para rechazar una medida aprobada por el Sumo Pontífice (por ejemplo, probemos imaginar una recolección de firmas realizada en 1907 contra la encíclica Pascendi dominici gregis), hasta el punto de intentar encontrar inexistentes pretextos canónicos para sostener que una declaración doctrinal del Sumo Pontífice pudiera ser puesta en discusión, podría decirme Ud. cuál le parece que hubiera sido en 1907 la reacción del papa san Pío X? Y,al respecto, vale recordar qué clase de personalidad era san Pío X, quien no vacilaba en tomar en sus manos la espada y la llama...
----------En esta gente verdaderamente confundida, el espíritu borderline (alguna vez detallaré sobre esto) es evidente. No lo digo por ironía, lo digo como dato de hecho. Porque por una parte se adscriben a la encíclica Mirari vos, de Gregorio XVI, que condena la libertad de consciencia, de prensa, de pensamiento y de culto, y por otra parte, con el modelo del partido más radical trans-nacional impugnan al Papa con el instrumento del referendum como expresión de democriacia directa del pueblo, contra el procedimiento tomado por la máxima autoridad de la Iglesia. Estando así las cosas, porque estos son los hechos probados y documentados, yo me pregunto, y le pregunto al lector, si acaso... ¿nos hemos perdido algo en el camino?
   
La ridiculez de argumentos surgidos de una supina ignorancia teológica
   
----------En uno de los numerosos websites de los "érase una vez", vale decir, de los defensores de la que llaman ellos "verdadera y pura tradición", le hice tiempo atrás a un sacerdote de la Fraternidad San Pío X que, mostrando las señales de la miseria de una formación teológica y de una formación al sacerdocio, que aparenta estar improntada sobre cuatro fórmulas de la neo-escolástica, por otra parte mal comprendidas, él pretendía explicarme que el actual Papa era "el justo castigo dado por Cristo a la Iglesia por la deriva post-conciliar". Ahora bien, que después del Concilio se hayan dado graves derivas, es indudable, porque tenemos el fruto ante los ojos. Pero afirmar que Nuestro Señor Jesucristo, a través del Sucesor de Pedro, castigue a su Iglesia, es una tal estupidez que ni siquiera merece el apelativo de herejía. Y esto porque la herejía es, de por sí, algo inteligente. ¿Cómo pueden existir mentes a tal punto mezquinas y necias que llegan a afirmar que Cristo, a través de Pedro, sobre el cual ha edificado su Iglesia, ha decidido castigarse a sí mismo? Porque la Iglesia es precisamente el Cuerpo del cual Cristo es Cabeza y nosotros los miembros vivos.
----------Recordemos algo que resulta obvio, aunque lamentablemente muchos olvidan: la Iglesia es de Cristo, no es de los Papas anteriores al Concilio Vaticano II, ni de aquellos pontífices posteriores al Vaticano II. La santidad del Cuerpo de la Iglesia, del cual Cristo es Cabeza, está en ese poder de santificación que Dios ejerce no obstante la pecaminosidad humana. Por eso la Iglesia es definida por san Ambrosio "casta maretrix", santa y pecadora. Mientras que el parágrafo 8 de la Constitución Lumen Gentium recita: "Cristo, santo, inocente, inmaculado, no conoció el pecado, sino que vino únicamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia encierra en su propio seno a pecadores, y siendo al mismo tiempo santa y necesitada de purificación, avanza continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación".
----------Esto es precisamente a lo que hemos sido llamados todos los fieles (clero y laicado), en nombre de aquella verdadera tradición que encierra los sagrados misterios de nuestra fe. Nosotros hemos sido y somos siempre llamados, por misteriosa vocación, que es una vocación que ha sido escrita a partir del agua de nuestro Bautismo, a concurrir a la purificación de esta Esposa santa y al mismo tiempo necesitada de purificación, que es la Iglesia, y debemos hacerlo sin devorarnos unos a otros y sin devorar a la santa Esposa de Cristo, porque el demonio, que no es una metáfora, que no es una alegoría (ojalá lo fuese) reina e impera sobre la división y es el sembrador de la gran confusión división actual.
----------Para concluir ya esta serie de notas, la pregunta que hago es la siguiente: ¿pero, en esta situación, indudablemente y objetivamente no feliz, que estamos viviendo, de gran crisis y de gran decadencia eclesial, cuáles pueden ser las soluciones? Pues bien, está escrito en las virtudes teologales: la esperanza, la cual esperanza está no por casualidad en el medio, entre la fe y la caridad. Ahora bien, así como en la fe no hay nada ubicado por casualidad, cuando nosotros hablamos de fe, de esperanza y de caridad, conocemos bien la aclaración del apóstol san Pablo, que la más importante de todas es la caridad, ciertamente es la más importante, y como tal Pablo la define, la más importante; pero la esperanza está en el medio.
----------Y la esperanza está en el medio como aquel pegamento que rige y amalgama juntas la virtud de la fe y la virtud de la caridad, las une; porque nuestra esperanza puede llevarnos a pensar que en este momento terrible y aterrador en el cual pareciera que la entera construcción cae a pedazos ladrillo a ladrillo, en esta situación de indudable crisis y emergencia eclesial, acaso, quien sabe, nosotros debamos orar, esperar, llegar cuanto antes a tocar el fondo que ya estamos tocando, porque en los procesos de decadencia, cuando superan el así llamado límite de tratamiento, no se puede volver atrás, porque desde aquel punto proceden los avances por sí mismos, prescindiendo de nuestra voluntad, porque nuestra voluntad la debiéramos ejercer antes, desde cuando era posible, pero cuando la decadencia supera el límite del cuidado, ocurre como con la metástasis tumoral, si no han sido antes bombardeadas por la quimioterapia y continúan regenerándose, en ese punto no puede esperarse otra cosa más que el total decaimiento del cuerpo.
----------Precisamente en ese punto, nosotros entenderemos, y lo entenderemos con fe y esperanza, y a través del ejercicio de la mejor caridad, que ésta es la gracia que Dios ha querido darnos, el saludable castigo, que será salutífero a condición de que lo aceptemos en Cristo, con penitencia redentora.

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