viernes, 8 de abril de 2022

El papa Francisco, el patriarca Cirilo y la guerra actual

Como bien dijo Cirilo, esta guerra tiene causas "metafísicas". El papa Francisco podría llamarlas "espirituales", pero es lo mismo. Lo que corresponde, entonces, es que tanto Cirilo como Francisco, sean verdaderos sacerdotes, pastores, ministros de Cristo, el Romano Pontífice con su rebaño y el Patriarca de Moscú con el suyo. Pero tanto el uno como el otro son rebaño de Cristo, y el que entrambos rebaños vivan en paz supone que los dos rebaños se mantengan sujetos al común Pastor, Nuestro Señor Jesucristo.

----------En el dramatismo de la guerra actual, en medio de los horrendos sufrimientos de civiles, que padecen lo inimaginable en los bombardeos a ciudades, sin embargo podemos rescatar algunos elementos que alientan la esperanza de que se alcance la paz: se siguen llevando a cabo las negociaciones para aliviar la situación de las poblaciones ucranianas, y además han podido dialogar dos líderes religiosos que se cuentan entre los principales mediadores de paz en este conflicto, el papa Francisco y el patriarca de Moscú, Cirilo. Con respecto a ellos, sería bueno que la comunicación, como ha ocurrido recientemente, se repitiera, y si se quiere con más franqueza, de hermano a hermano en Cristo, para volver a tratar los temas ya considerados.
----------Imaginando lo que sería conveniente que el Papa y el Patriarca ruso se dijeran, con absoluta franqueza mutua y fidelidad a la verdad, considero que el Santo Padre no podría sino estar de acuerdo con lo que Cirilo, en sus recientes discursos ha expresado en cuanto a la condena de los vicios existentes en la Iglesia católica en Europa occidental. ¿Acaso el papa Francisco podría desmentir lo dicho al respecto por el patriarca de Moscú? Sin embargo, al mismo tiempo, considero que el Romano Pontífice no debería silenciar su asombro por el hecho de que Cirilo no haya tenido en sus discursos y sermones palabras de condena por los bombardeos de ciudades ucranianas, que constituyen verdaderos crímenes de guerra.
----------En tal sentido, tal vez el patriarca Cirilo podría argumentar que en sus discursos y homilías no ha dejado de execrar los sufrimientos provocados ​​por la guerra, y que también ha pedido a Dios el don de la paz. Sin embargo, el Papa, reconociéndole a Cirilo que es cierto que ha desaprobado los padecimientos provocados por la guerra y ha orado por la paz, sin embargo, sus palabras han sido demasiado genéricas. Mientras que lo que le correspondía a Cirilo era desaprobar abiertamente la acción del presidente Putin.
----------Llegados a ese punto, quizás Cirilo pudiera argumentar que en su condena de la guerra estaba implícito también la desaprobación de la invasión rusa. Aunque, por otra parte, es también cierto que los rusos vienen sufriendo desde hace ocho años los crímenes cometidos por los anti-rusos en el Donbass. Incluso Cirilo, dado que la franqueza obliga mutuamente, pudiera entonces expresarle claramente a Francisco, que tampoco el Papa católico nunca ha mencionado a Putin en sus mensajes y reflexiones.
----------Sea como sea, ambos líderes religiosos no pueden sino tener siempre presente que es un principio moral compartido por todos los cristianos, el que se condena el pecado pero se requiere tener respeto por el pecador. Y al fin de cuentas, Vladimir Putin es el presidente de la Federación Rusa, y son muchos los rusos que están con él, y quien ofende a Putin ofende al pueblo ruso que lo ha elegido presidente. Paralelamente, en Europa occidental hay quienes presentan a Putin como un monstruo, y eso no puede estar bien. Es de suponer que Putin sabe bien que cuando el patriarca Cirilo desaprueba la guerra, también desaprueba implícitamente la invasión que él, como presidente de Rusia, ha decidido iniciar en Ucrania, con los horrores que hoy están a la vista de todo el mundo, aunque Putin tenga alguna excusa, pues los rusos están comprensiblemente exasperados por la guerra civil en el Donbass, que se ha cobrado ya alrededor de 14.000 muertos.
----------A propósito de esto, es de suponer, a partir de los discursos que del papa Francisco hemos conocido las últimas semanas acerca de la malicia de la guerra, que también el Santo Padre desaprueba lo que han hecho los anti-rusos en el Donbass, tal como desaprueba la invasión rusa a Ucrania. Incluso más, puesto que si Francisco repitiera literalmente frente a Cirilo sus expresiones acerca de su rechazo a todas las guerras, con ese matiz tan absoluto y universal que pareciera ir en contra de toda la doctrina de la Iglesia acerca de la llamada "guerra justa", entonces no cabría esperar menos que un comentario por parte de Cirilo, quien bien pudiera preguntarle al Papa, tal vez con algo de ironía, si lo que está proponiendo es que ¡se disuelvan las fuerzas armadas de todos los Estados del mundo! Por supuesto, no parece que esa sea una perspectiva factible.
----------Naturalmente, nadie en sus cabales puede pensar que el Romano Pontífice esté pretendiendo que las fuerzas armadas de todos los Estados del mundo sean disueltas. Él mismo he pronunciado varios discursos a las fuerzas armadas y a las fuerzas del orden. Pero está claro que la expresión que no le gusta al Papa es la de "guerra justa". Da la impresión que el razonamiento del Papa fuera muy sencillo: para el Papa la guerra es un mal, y entonces, el Papa piensa que no puede existir un mal justo. Así expresado, el argumento luce a primera vista convincente, y hay que reconocer que la Biblia da a veces un sentido negativo a la palabra guerra, y esto a tal punto es verdad que en la era mesiánica no habrá más guerras. En el Paraíso del Cielo seremos todos verdaderamente hermanos, unidos en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
----------En ello no pueden sino estar totalmente de acuerdo el Papa y el Patriarca. Los católicos y los ortodoxos orientales creemos en el mismo dogma trinitario. Tanto los católicos latinos como los cristianos ortodoxos rusos conocemos, apreciamos y amamos también a la que los ortodoxos llaman la sacrosanta, adorable e inefable divina Tríada, creadora del mundo y de los ángeles, fuente inagotable de todo bien terrenal y celestial en la armonía y en la paz, y divinizadora del hombre redimido por la sangre de Cristo. De modo que estamos unidos en lo que más cuenta; el Dios trinitario; tanto ellos como nosotros esperamos de la Santísima Trinidad el don mesiánico de la paz, esa verdadera y eterna paz, que sólo Cristo puede darnos.
----------En tal sentido, no podemos pensar nada distinto: tanto el Romano Pontífice como el Patriarca de Moscú no pueden sino abrigar buenos deseos y firme esperanza, basada en la fe cristiana compartida y en la gracia vivida en los corazones cristianos, que nos anima a todos a vivir la caridad de Cristo, de que la Iglesia católica y la ortodoxa rusa puedan continuar el camino en esta santa y bendita comunión fraterna en la contemplación y en la adoración del augustísimo Misterio trinitario, encontrando en ese Misterio el principio y la fuente de toda justicia, reconciliación y paz en los corazones y entre los pueblos.
----------A ese propósito, en días tan cruciales y dramáticos como los que actualmente vivimos, sería útil, valioso, y hasta necesario, recordar algunos hechos históricos consoladores y esperanzadores, que, en cuanto cristianos, tenemos en nuestra común memoria histórica, tanto los católicos como los ortodoxos orientales, hechos que constituyen verdadera prenda de gracias futuras. Todos recordamos en qué medida los Romanos Pontífices (los "Papas de Roma", como los llaman los ortodoxos), después del decreto Unitatis redintegratio, del Concilio Vaticano II, han tenido en estima la tradición y la espiritualidad ortodoxas. Y se recordará bien que el papa san Paulo VI y el patriarca de Constantinopla, Atenágoras, se quitaron recíprocamente las excomuniones consecuentes al cisma del año 1054. En particular, no puede ser ignorado en qué medida se preocupó el papa san Juan Pablo II por aquellos que él denominaba los "dos pulmones de Europa".
----------El papa san Juan Pablo II era también eslavo, como los rusos, y por eso no podía dejar de ser sensible a estos valores. Es indudable que tanto en Rusia como en Ucrania hubo mucha satisfacción cuando el papa Wojtyla conmemoró en el año 1988 el bautismo de la Rusia de Kiev por obra del santísimo Príncipe san Vladimiro [958-1015], como lo llaman los ortodoxos. Por eso mismo los rusos son también parte integrante de Europa, en cuanto Europa ha sido fundada y edificada por el cristianismo, y por eso los rusos, como decía san Juan Pablo II, son el "pulmón derecho" de Europa, aunque Siberia también es Rusia.
----------Pero vale aquí recordar algunos hechos históricos importantes, que pueden explicar el surgimiento de esos dos "pulmones" de Europa. Sabemos bien que, habiendo caído el Imperio Romano de Occidente en el año 454, más tarde, el Patriarca de Constantinopla, en 1054, separado del Romano Pontífice a causa del dogma del Filioque, hizo que Constantinopla se convirtiera en la "Segunda Roma", dado que en esa ciudad continuaron en funciones los Emperadores romanos de Oriente, los Emperadores bizantinos.
----------Pero cuatro siglos después, con la caída del Imperio de Oriente en 1454, quedó claro que también la "Segunda Roma" había caído. He aquí que entonces, el Patriarcado de Moscú, que venía colaborando desde hacía tres siglos con el poder en expansión de los Príncipes de Moscú, a los que los ortodoxos llamaban "Zares", consideró en 1589 que Moscú podía proclamarse como la "Tercera Roma".
----------En cuanto al Patriarcado de Kiev, en la actual Ucrania, patriarcado que había surgido en el siglo XII, derivado del Patriarcado de Constantinopla, fue el origen del Patriarcado de Moscú, por lo cual los rusos no pueden sino haberse sentido siempre particularmente unidos a los ucranianos, tanto por motivos nacionales como por motivos religiosos, dado que los ucranianos fueron llamados "rusos" con anterioridad a los actuales rusos, y luego por el hecho histórico indubitable de que los Rusos deben estar agradecidos a los Ucranianos, porque el cristianismo les ha llegado precisamente gracias a ellos.
----------En efecto, los Príncipes de Moscú, después de haber derrotado a los belicosos tártaros, a partir del siglo XIV, habían logrado ponerse en nombre de Dios a la cabeza del pueblo ruso. Por ello, en 1589, el Patriarcado de Moscú comenzó a considerarse colaborador del Zar en la presidencia de la Iglesia ortodoxa rusa y en su obra evangelizadora, un esfuerzo misionero que logró llegar a otros varios países, como Lituania, Estonia, Letonia, Bielorrusia, Siberia, Uzbekistán, Kazajstán y Mongolia, difundiendo la fe en Cristo.
----------Por eso, a los Rusos les desagrada muchísimo la hostilidad que una parte de la población ucraniana ha tomado hacia ellos y hacia la ortodoxia, una parte influida -como dice el patriarca Cirilo- por malos influjos occidentales. Por lo demás, como sabemos bien, una pequeña parte del pueblo ucraniano es católica; pero desde hace algunos siglos, desde que a fines del siglo XVI (más precisamente con la Unión de Brest-Litovsk) muchos ortodoxos se pasaron hacia la obediencia al Papa, es decir, los llamados "uniatas", católicos de rito oriental, siempre ha habido una fuerte fricción entre las dos Iglesias.
----------Gran incidencia en aquel pasaje de ortodoxos orientales a la Iglesia católica, la tuvo el obispo de Pólatsk, Josafat Kuncewicz [1580-1623], san Josafat, canonizado por el beato papa Pío IX en 1867, pero que muchos ortodoxos ucranianos consideran ser un traidor. Desde entonces, Ucrania ha estado dolorosamente dividida entre oriente y occidente. Y esta es una de las causas de la presente guerra. Hay que saber que en Ucrania  no ha existido nunca el ecumenismo. Y hoy el ecumenismo se ve incluso como humo y espejos, porque católicos y ortodoxos se acusan mutuamente de haber provocado la invasión castigadora rusa.
----------Pues bien, recordando estos hechos históricos, podemos muy bien llegar a algunas conclusiones. Ante todo, un dato a tener en cuenta es que llama la atención que el papa Francisco, si bien por un lado desaprueba la invasión rusa a Ucrania, por otro lado, se ha opuesto al aumento de los gastos militares, como si estuviera diciendo que los Rusos deben persuadirse a sí mismos de que están equivocados y retirar sus fuerzas de Ucrania, sin verse obligados a hacerlo por una intervención de la OTAN.
----------Otro dato es que al patriarca Cirilo no pudo sino haberle complacido la invocación hecha por el papa Francisco a Nuestra Señora de Fátima. Es bien conocida cuánta veneración tienen los ortodoxos por la santísima Madre de Dios, la Panagiá. Al mismo tiempo, Cirilo no puede desconocer cuán difundido está entre los católicos el bellísimo icono de Nuestra Señora de Vladimir, Nuestra Señora de la Ternura, Protectora de todas las Rusias. Su mirada es tiernamente triste, pero el divino Niño la consuela con una caricia.
----------Otro elemento a tener presente es que, lamentablemente, los rusos suelen dejarse llevar por la violencia y, a veces, incluso por la crueldad. Basta con pensar en Iván IV el Terrible [1530-1584], o con recordar las atrocidades cometidas por Iósif Stalin [1879-1953]. Podría decirse que ha quedado un poco de sangre tártara en las venas de los rusos. Pero también hay que reconocerle a los rusos una enorme capacidad de resistencia. Piénsese tan solo en lo que tienen que soportar respecto a la dureza del clima. Y también son capaces, por supuesto, de gran ternura, esa ternura de Dios que tanto le agrada al papa Francisco.
----------Además de lo dicho hasta aquí, me permito (a riesgo de opinión personal) hacer algunas consideraciones de menor certeza. ¿Por qué no suponer la posibilidad de que el Patriarca Cirilo se haya podido dar cuenta de los errores de la Iglesia ortodoxa, desde hace siglos y hasta ahora? ¿Por qué no suponer que a raíz de ello, también pueda en él existir angustia ante ese reconocimiento? Resumiendo los errores de la ortodoxia oriental en unos pocos puntos, lógicamente conectados entre sí, habría que decir que han comenzado en 1054 negando que el Espíritu Santo procede del Hijo. Así han disminuido el poder espiritual del Hijo. De ahí el rechazo del carisma petrino del "Papa de Roma" como ellos lo llaman, carisma que le ha dado el mismo Nuestro Señor Jesucristo al Romano Pontífice. Consecuencia: la pérdida de la unidad de la Iglesia.
----------Ahora bien, este rechazo ha tenido como consecuencia que los ortodoxos no hayan conocido ese progreso dogmático que los católicos hemos tenido bajo la guía de los Papas y de los Concilios. Los ortodoxos orientales son un poco parecidos a los lefebvrianos: lo nuevo no les anima sino que les hace desconfiar, sospechar, como si lo nuevo fuera a negar lo antiguo. La única preocupación de los ortodoxos orientales es conservar sin cambiar y sin quitar ni agregar. De hecho, es de sentido común suponer que el patriarca Cirilo o sus colaboradores más cercanos, han tratado de leer los documentos del Concilio Vaticano II. ¿Y por qué no suponer que, iluminados también ellos por el mismo Espíritu Santo que ha inspirado los textos del Concilio, ellos, que son los actuales guías de la Iglesia ortodoxa, no se hayan quizás sentido complacidos, al ver que estos textos abren nuevas perspectivas, pero no en contradicción con los Santos Padres?
----------Por lo demás, vale recordar que los ortodoxos orientales no constituyen una Iglesia, sino un conjunto de Iglesias locales, porque no hacen todos referencia a un solo pastor que represente a Cristo, pastor que para los católicos es el Papa. De ahí el grave problema que ellos han tenido a lo largo de toda su historia para encontrar otro principio humano de orden y de unidad, para así evitar la dispersión y los particularismos.
----------De hecho, resulta que, bajo el pretexto de la autocefalia, los ortodoxos están siempre en contínuo conflicto o desacuerdo entre sí, fácilmente prontos para producir cismas y para el desorden, incapaces de reunir un Concilio pan-ortodoxo, porque siempre hay alguna Iglesia que no quiere participar. En tal modo, han terminado por hacer referencia a un principio nacional o al gobierno político de turno.
----------Manteniendo el recuerdo de los Emperadores bizantinos, tan celosos por la ortodoxia de la fe, siempre los ortodoxos orientales han pensado que la autoridad y el prestigio de una Iglesia estaban ligados a la importancia del poder político establecido en aquella ciudad que fuera también sede del patriarcado. Pero los hechos históricos demuestran que han tenido amarguísimas decepciones, sobre todo cuando, con la Revolución de 1917, llegó al poder un régimen ateo y anti-religioso. Los ortodoxos orientales debieran estar sinceramente agradecidos a la dupla Wojtyla-Casaroli, de que, no sin la intercesión de Nuestra Señora, la Unión Soviética se disolviera en 1991 y retornara la libertad religiosa en Rusia.
----------Por el contrario, los ortodoxos orientales deberían haberse dado cuenta de que el Papado siempre ha permanecido en una sede como lo es la ciudad de Roma, que ha sido y sigue siendo de una importancia política muy secundaria en comparación con otras grandes metrópolis del mundo como por ejemplo París, Londres, Berlín, Madrid, Nueva York o Buenos Aires, Nueva Delhi o El Cairo.
----------Considero que no es ilusorio pensar que las mentes más sabias y doctas de la ortodoxia oriental (quizás también el propio Patriarca de Moscú, o los demás Patriarcas orientales), puedan ya haber comprendido que la negación de la procesión del Espíritu Santo desde el Hijo debilita la acción del Espíritu de Cristo en la ética personal y social, en particular la relación del espíritu con la carne y con la realidad exterior. Los ortodoxos orientales, como bien sabemos, tienen una gran devoción por el Espíritu Santo, pero lamentablemente se detienen en su procesión desde el Padre y no valoran la procesión desde el Hijo.
----------Ahora bien, la procesión desde el Padre, ya presente en el Antiguo Testamento, es la afluencia de los dones ascéticos, proféticos y carismáticos, mientras que del Espíritu del Hijo provienen los dones relativos a la humanidad del Hijo, reguladores, por lo tanto, no sólo de los sacramentos, que también nosotros aceptamos, sino también de la jerarquía de los valores humanos y morales, con particular referencia a la relación en el hombre del alma con el cuerpo, del espíritu con la carne y con la realidad social externa.
----------Se pierde la síntesis. Se la pierde en la distinción entre materia y espíritu, por lo cual fácilmente se oscila entre dos extremos opuestos, por ejemplo entre la rigidez y el relajamiento sexual, o entre el individualismo o el comunismo en el campo social. Mientras que en el ámbito de lo sexual se pasa del rigorismo dualista antifeminista del Monte Athos, donde está el monasterio de San Pantaleón, con ciertas sectas eróticas, como por ejemplo la de los Khlystys, a la que pertenecía el famoso Grigori Rasputín [1869-1916], que corrompía la corte del Zar Nicolás II [1868-1918], haciéndola precipitar en el abismo de la Revolución.
----------Pues bien, todos los puntos que he mencionado en los párrafos anteriores, constituyen delicadísimos temas, y no veo por qué razón no puedan estar presentes en la mente del patriarca Cirilo, si suponemos en él la presencia de virtudes como la sinceridad, la humildad, la honestidad. Basta con recordar su homilía del pasado 6 de marzo, cuando con pensamientos muy profundos habló de "conflicto metafísico" para referirse a la presente guerra. Basta con ello para que podamos ver en Cirilo a un gran teólogo. Mientras que el actual Romano Pontífice, si por algo destaca, es más bien por su condición de pastor.
----------Si nos referimos a los temas de la metafísica, quizás allí se pueden inmaginar dificultades para un eventual diálogo entre el papa Francisco y el patriarca Cirilo. Todos sabemos, después de estos nueve años de pontificado, que el papa Francisco tiene un poco de dificultad para hablar de metafísica, y de hecho nunca habla de ella, porque no es él una personalidad de especulativo metafísico, como parece serlo el patriarca Cirilo. Esto no quiere decir que el Santo Padre no le tenga respeto a la metafísica, como lo han tenido sus doctos y santos predecesores, sobre todo por la metafísica de santo Tomás de Aquino.
----------De hecho, cuando el padre Jorge Mario Bergoglio pasó un tiempo estudiando teología en Alemania, escribió un breve resumen, donde recogía sus ideas, evidentemente sin ninguna pretensión de cientificidad, sobre lo que él había aprendido de sus maestros, incluyendo algunas consideraciones personales. Estos escritos han sido publicados por sus hermanos Jesuitas de la Civiltà Cattolica recientemente.
----------Planteadas así las cosas, al imaginar de este modo un eventual sincero diálogo entre el papa Francisco y el patriarca Cirilo, es de suponer que el Santo Padre se redujera más bien a tratar de la situación espiritual de los ortodoxos orientales, digna de la máxima consideración, sin adentrarse sin embargo en el difícil tema de la doctrina del Filioque. Más bien suponemos que Francisco lo dejaría para ser tratado por sus colaboradores teólogos, en el ámbito del diálogo teológico-ecuménico. Pero se puede suponer razonablemente que el Papa manifestaría su sincera admiración por la visión sintética de la situación doctrinal, social e histórica de la Iglesia ortodoxa, que bien podría serle manifestada con lucidez por Cirilo.
----------En lo que seguramente el Santo Padre se animaría a insistir, es en continuar el diálogo ecuménico con la ortodoxia oriental, a través de su actual buena relación con Cirilo, en el ámbito de los temas ya tratados por ellos en la comunicación por video que tuvieron recientemente. Por mencionar un tema: aquel de que, en su homilía del 6 de marzo, Cirilo le ha parecido demasiado débil al condenar la invasión a Ucrania.
----------Ahora bien, considero que no puede pensarse nada mejor que un sincero diálogo entre estos dos grandes líderes actuales, para que, por un lado, el Romano Pontífice pueda advertir la que seguramente es una grandeza de alma y riqueza de humanidad y cultura en el patriarca Cirilo, y, por otro lado, para que el Patriarca de Moscú advierta más profundamente la calidad y sinceridad pastoral del Santo Padre. Sólo en un diálogo así, con estas condiciones y en este clima de franqueza, podrían ambos mediadores de paz advertir con alegría cómo ambas Iglesias han penetrado en la plenitud del Evangelio, y así dar gracias al Señor por estar de este modo recuperando lo que habían perdido los anteriores líderes ortodoxos orientales, con la clara posibilidad de reconstruir la unión que se rompió por la desastrosa fractura de 1054.
----------En esta circunstancia de la actual guerra, el demonio ha intentado dividir a estos principales mediadores de la Paz, el Papa y el Patriarca de Moscú. Pero ellos, con la fuerza del Espíritu Santo, han dado muestras de estrechar aún más los vínculos benditos de la fraternidad, y es un hecho que ellos se han unido aún más. Dios los llama a actuar juntos por el cese de esta guerra vergonzosa y sacrílega, vergonzosa por los pecados que se cometen entre hermanos y hermanos, entre cristianos y cristianos, sobre todo entre los más débiles e indefensos, y guerra sacrílega por la ofensa a esa sagrada imagen de Dios que es el hombre.
----------Indudablemente, en el plano institucional internacional, está encomendada a la Organización de las Naciones Unidas la responsabilidad de supremo juez de paz, y de obrar para sofocar y extinguir este oprobioso conflicto que deshonra a la humanidad, desarrollando una sabia obra de mediación y sirviéndose de todos los mediadores que se ofrecen desde dondequiera quiera que ellos vengan, para abordar los aspectos más específicos de su competencia, aspectos militares, humanitarios, políticos, jurídicos y económicos.
----------Sin embargo, como bien dijo Cirilo, esta guerra tiene causas profundas, "metafísicas". El papa Francisco podría llamarlas "espirituales", pero es lo mismo. ¿Y quién está más habilitado para actuar en el mundo del espíritu que el sacerdote? ¿Quién tiene el poder de quitar el pecado y dar la gracia, si no es el sacerdote? ¿Quién puede indicar mejor que el sacerdote el camino para encontrar la paz de Cristo? ¿Qué mejor consuelo para los sufrimientos de la guerra que esa ofrenda sacerdotal?
----------Lo que corresponde, entonces, es que tanto Cirilo como Francisco, sean verdaderos pastores, ministros de Cristo, el Romano Pontífice con su rebaño y el Patriarca de Moscú con el suyo. Pero tanto el uno como el otro son rebaño de Cristo, y los dos rebaños vivirán juntos en paz en la medida en que los dos se mantengan sujetos al común Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

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