viernes, 15 de abril de 2022

La impronta del Rostro de Cristo en la Síndone

La muestra que estos días se está desarrollando en la Catedral de Buenos Aires, y que se repetirá en otras ciudades de Argentina, es un lejano remedo de las grandes y solemnes ostensiones de la Síndone o Sábana Santa de Turín, pobre paño mudo, pero más elocuente que miles de testimonios humanos, de un acontecimiento que jamás nadie ha presenciado: el instante en que Jesús está resucitando.

Una exhibición en la catedral de  Buenos Aires
   
----------Una interesante exhibición puede ser visitada hasta el día 2 de mayo en la catedral de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Las dos piezas principales que componen la muestra son una sorprendente réplica de la Síndone o Sábana Santa en su dimensión original (4,4 m de largo y 1,13 de ancho) y una figura tridimensional de un hombre de 1,80 m, que representa a quien estuvo envuelto en la Síndone. La exhibición "¿Quién es el hombre de la sábana? Una búsqueda de rastros", fue inaugurada el pasado 31 de marzo por el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, Cardenal Mario Aurelio Poli, quien destacó el objetivo de este proyecto elaborado por la Soberana Orden de Malta: "Acercar un testimonio del sacrificio extremo de Jesús".
----------Antes de llegar a Argentina, esta exhibición ha venido viajando por Alemania y otros países de habla germana desde el año 2013. La muestra fue presentada por Georg Khevenhueller, Embajador de la Soberana Orden de Malta en la República Argentina. En la exposición, unos veinticinco paneles explicativos aportan completa información histórica y científica sobre el lienzo sagrado y en siete vitrinas se exhiben simbólicos objetos sobre el martirio de Jesús como clavos, una punta de lanza y una corona de espinas. Los Caballeros de la Orden de Malta se han basado en distintas investigaciones científicas para crear esta exposición que busca que el público reflexione sobre la autenticidad del lienzo a partir de datos históricos.
----------Estas exhibiciones que se repetirán en otras ciudades de Argentina, constituyen un lejano remedo de las grandes ostensiones de la santa Síndone que se realizan sólo de tanto en tanto, en grandes y solemnísimas ocasiones, en la ciudad de Turín, y que son un acontecimiento siempre de gran significado y resonancia en el ámbito eclesial y, más ampliamente, en la cultura, en la ciencia y en la historia.
----------Me ha parecido, entonces, que podrían los lectores juzgar útiles algunas consideraciones relativas a la interpretación de la impronta o huella del Rostro en la tela de la Síndone. Estas consideraciones nos llevarán a comprender mejor el significado y el valor de esta misteriosa huella, que, con el progreso de las investigaciones científicas, cada vez más y siempre con mayor certeza confirma la tradicional convicción de la Iglesia, que se trate efectivamente del paño en el cual fue envuelto el cuerpo de Cristo, bajado de la cruz y depositado en el sepulcro, según el relato del Evangelio (Mt 27,59; Mc 15,46; Lc 23,53).
   
El valor de la tradicional convicción de la Iglesia sobre la Síndone
   
----------Respecto a lo que acabo de indicar como tradicional convicción de la Iglesia, vale la pena hacer una breve anotación referida al principio de lex orandi, lex credendi, pues desde el siglo XVII existe en mayo en la diócesis de Turín una memoria litúrgica de la Síndone entendida como impronta del cuerpo de Cristo muerto y resucitado. Naturalmente, esta convicción de la Iglesia no es dogma de fe, y sin embargo es de suma autoridad, aunque no se trate de objeto de fe, es decir, de un dato de la divina Revelación.
----------Sin embargo, se trata de materia conexa a la fe, ya que -aparte de la relación con los relatos evangélicos- ¿qué puede estar más conectado con la fe, sino el cuerpo de Aquel que es el Autor y Perfeccionador de la fe (Heb 12,2)? Por otra parte, vale precisar también que la citada convicción eclesial no pretende en modo alguno sustituir o sobreponerse al juicio de la ciencia, la cual, en este campo, que es también de su competencia, puede y debe expresar sentencias, que quedan absolutamente libres y autónomas respecto de la fe, y dotadas de su propia autoridad y certeza fundadas en la experiencia y en la razón.
----------Es bien conocido por todos el sensacional acontecimiento, que tuvo como protagonista en 1898 al abogado turinés Secondo Pia [1855-1941], quien, al preparar en su laboratorio la fotografía del Rostro de la Síndone, se dio cuenta, sorprendido y hasta aterrorizado, emocionadísimo, que el negativo de la foto presentaba las facciones o rasgos del Rostro en relieve, como si, en modo similar a cuanto sucede en un retrato fotográfico de un rostro expuesto a la luz, las partes sobresalientes (por ejemplo, la nariz o la frente) estuviesen iluminadas, mientras que las rehundidas u ocultas estuvieran en sombra.
----------Desde aquella ocasión hasta la actualidad, ha constituído práctica habitual interpretar este sorprendente negativo de la impronta de la Síndone del mismo modo o sobre el modelo del negativo de un retrato fotográfico, como si se tratara, para ser precisos, del negativo de un negativo (por ende, un positivo). Me explico. La teoría que se ha formado tras el descubrimiento de Secondo Pia es la siguiente: se imagina a la huella sindónica como si fuera el negativo de un retrato fotográfico; por lo cual el negativo de la foto de esta impronta viene lógicamente a constituir un positivo: he aquí, por lo tanto, que aparecen con claridad y en relieve, casi iluminadas por la luz, las facciones del Rostro, como si fuera un verdadero retrato, algo que anteriormente no tenía esta eficacia representativa, porque estamos frente a una simple impronta o, podríamos decir, a un simple negativo. Naturalmente, todos siempre han reconocido la huella o impronta del Rostro.
----------La operación de Pia permitió que este Rostro se reconociera mucho mejor, en cuanto el ojo, considerando ese negativo, lo percibía como un positivo, aunque al contrario (se llegaría casi al hecho de decir, con Lutero: sub contraria specie. Casi parece asistirse a un juego dialéctico hegeliano: lo positivo en lo negativo), casi un Rostro misterioso y solemne que emergía blanquísimo de la oscuridad del negativo fotográfico. Por eso, esta foto, junto a la de la impronta de la Síndone, surgió de inmediato y ganó merecidamente fama mundial. Sin embargo, se cometió un grave error, del cual todavía hoy generalmente no se toma nota.
----------El error radica en el hecho de que es equivocado parangonar el retrato del Rostro, que surge del negativo fotográfico de la foto de la impronta, con un común retrato fotográfico, como sucede cuando fotografiamos a un amigo nuestro o a un familiar nuestro. De hecho, un común y simple retrato fotográfico representa un rostro iluminado por una fuente de luz, que proviene del exterior del rostro, generalmente una luz que proviene o de la izquierda o de la derecha o de arriba. En el llamado flash la luz golpea al sujeto frontalmente. En cualquier caso, se dan siempre partes del rostro que quedan en la sombra, sombra causada por el hecho de que, por ejemplo, la nariz pone obstáculo a la luz, por lo cual proyecta una sombra sobre la mejilla.
   
Algunas nuevas y sorprendentes consideraciones
   
----------A lo que durante mucho tiempo no se ha prestado atención y que causa el error de la teoría del negativo de un retrato fotográfico, es que las zonas del área en la cual se encuentran las improntas del Rostro (y digo, específicamente, del Rostro), privadas de improntas (por ejemplo el espacio entre la huella de las mejillas y la huella de los cabellos o aquella entre la huella de la nariz y la huella de las mejillas) no son en absoluto comparables a las zonas de sombra como podría ocurrir en un retrato fotográfico, es decir, sombra, como he dicho, causada por el hecho de que ciertas partes obstaculizan la llegada de la luz.
----------En cambio, las zonas del Rostro sindónico que están en sombra sobre la tela, lo están porque no son alcanzadas (como ahora atestigua la ciencia) por la irradiación perpendicular a la tela, golpeada por una misteriosa energía radiante, la cual, saliendo del Rostro vivo del Señor, ha impreso en la tela, o para ser más precisos, ha oxidado en mayor medida las partes más salientes del Rostro (por ejemplo la nariz, los bigotes y la frente) y ha oxidado siempre menos las partes siempre menos frontales y más oblicuas con respecto a la dirección de los rayos, hasta resultar la irradiación del todo ineficaz respecto a las zonas ubicadas en la misma dirección de los rayos, como por ejemplo las partes izquierda o derecha del cuello y de las mejillas, que no dejan ninguna impronta y están totalmente en sombra.
----------En cualquier caso (y esto es esencial para la refutación de la mencionada teoría hasta ahora habitual) las partes sombreadas no son en absoluto tales porque otras partes obstaculizan la llegada de la energía radiante, que en ese momento aún no había sido descubierta y era confundida con una fuente de luz, como sucede en las normales fotografías de otros seres humanos. Sino que las partes del Rostro sobre la tela están en sombra o más o menos en evidencia en relación al hecho de estar más o menos cerca de la fuente de la energía radiante, que es el mismo Rostro, hasta el punto de sustraerse del todo a ella en las zonas donde la impronta de la energía está completamente ausente, porque no puede llegar.
----------Si el retrato del Rostro fuera comparable a un retrato fotográfico, como se ha creído hasta hoy, la imagen del Rostro debería presentar partes en sombra causada por otras partes del Rostro, por ejemplo la sombra de la nariz sobre la mejilla o una parte del Rostro más iluminada que la otra o similares detalles, que son todas cosas que no se encuentran en absoluto. Este tipo de sombra "de obstáculo" está totalmente ausente del Rostro y sólo existe la otra sombra, "por ausencia de contacto", que no depende, como he dicho, de partes que obstaculizan la luz, sino simplemente de partes adonde la luz -para mejor decir, la energía radiante- no podía llegar, porque estaban ubicadas en su misma dirección.
----------Parece suficientemente claro que esta energía radiante era al mismo tiempo calorífica y luminosa, una luz caliente, como diría san Juan de la Cruz, quien se refería con esa expresión a la luz de la fe, principio del amor, que nos es dada e irradia del Rostro de Cristo. Calorífica por la oxidación de la tela; luminosa, en cuanto ha causado la impronta del Rostro, que es un Rostro de pura luz sin sombras, según cuanto dice san Juan que "Dios es Luz y en Él no hay tinieblas" (1 Jn 1,5).
----------Por el contrario, la hasta ahora habitual teoría llamada de la imagen fotográfica debería suponer sombras de obstáculo, como en cualquier normal fotografía; sombras que en cambio, en el Rostro sindónico, no existen en absoluto. Nada en el Rostro de Cristo, pone un obstáculo a la luz. Sin embargo, como es una luz que procede en línea recta (en Cristo todo es directo, todo es recto), no puede iluminar lo que está fuera de su dirección y de su alcance. Una lección para nosotros, que en cambio no nos dejamos iluminar totalmente por Cristo y, dado que somos finitos y existe en nosotros el no-ser, no nos extrañemos si la luz de Cristo por consecuencia está en nosotros limitada: no puede iluminar lo que no es.
----------El Rostro de la Síndone no es, por lo tanto, un rostro iluminado por una luz que viene desde fuera, como el nuestro. Es en cambio un Rostro luminoso, que emana luz, similar al rostro de Moisés, y de hecho mucho más, si es verdad que es el rostro del Verbo de la Verdad, que ilumina a todo el mundo.
----------Las conclusiones, a las cuales hemos arribado, presentan un singular interés y nos hacen descubrir un aspecto del Rostro sindónico, que hasta ahora no había sido considerado a causa de un malentendido. Después de todo, los descubrimientos que los cristianos hemos venido haciendo desde hace siglos en la Imagen sindónica se suceden uno a otro en una maravillosa y entusiasmante secuela, que parece que no fuera a tener fin nunca. Algo de este mismo género sucede en la cristología, donde los teólogos y la misma Iglesia no terminan nunca de descubrir nuevos aspectos del Misterio de Cristo, en el Cual "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2,3). Este es el progreso de la tradición.
----------Pero permítame el lector incluir aquí una consideración más, también sorprendente. Existe otro aspecto de la imagen sindónica, del cual parece que todavía hoy tampoco nos hemos dado cuenta. Y es la curiosa impronta de los cabellos. Esta impronta no es en modo alguno aquella que resultaría de un contacto de la energía radiante con cabellos aflojados o sueltos, lo cual sería lógico que fueran los de un cadáver extendido sobre un plano horizontal, como se supone que fuera ubicado el cuerpo de Cristo, cubierto por la tela. En cambio, los cabellos, de como resulta de la impronta, caen perpendicularmente, como si el cuerpo estuviera recto en pie, erguido, por lo tanto vivo, con la tela delante, a una cierta distancia, también perpendicular al piso (¿sostenida por quién?), en modo de poder recibir la impronta del cuerpo del Señor.
----------¿Qué conclusión extraer? Que la impronta sindónica, aunque perteneciente a la de un cadáver, como es testimoniado por la posición de los brazos y de las piernas, sin embargo es al mismo tiempo testimonio estremecedor del instante en el cual Cristo está resucitando, y nos deja un signo milagroso e impresionante de este instante, al cual nadie ha asistido, nadie ha presenciado, sino sólo este pobre paño mudo, pero más elocuente que miles de testimonios humanos.
   
Otras ulteriores precisiones confirmativas
   
----------El doctor Bernardo Hontanilla Calatayud, siendo catedrático de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, en la Universidad de Navarra, Pamplona, España, dió a conocer  hacia principios del 2019 una investigación por él llevada a cabo, y resumida en un artículo publicado en la revista Scientia et Fides (número 8, 1, 2020) acerca de la misteriosa figura que, de un modo nunca completamente explicado por la ciencia, ha quedado impresa en la Síndone de Turín. La tesis de este experto es que la figura no corresponda a una persona inerte, como se pensaba tradicionalmente, sino a una persona viva que se está alzando.
----------Una observación que hago, por mi parte, es que la impronta sobre la Síndone, como resulta de una simple y atenta constatación empírica, respaldada por la ciencia, no es la de un hombre que se está levantando, sino la de un hombre en pie, del cual ha emanado una misteriosa energía radiante, la cual a una cierta distancia, sin contacto con la tela, la ha golpeado perpendicularmente, oxidándola con mayor o menor intensidad según la mayor o menor proximidad de las formas del cuerpo del Señor.
----------Me explico con más detalle. Por ejemplo, considerando el Rostro, la impronta dejada sobre la tela sindónica por la nariz es la que resulta más evidente, porque la nariz es la forma más cercana a la tela. En cambio, las formas menos cercanas a la tela, como por ejemplo el hueco de los ojos o aquellas que en lugar de estar frente a la tela, escapan al costado de la irradiación, como por ejemplo las mejillas o los pómulos, no han sido golpeados por la irradiación y, por tanto, no han dejado ninguna impronta.
----------¿A partir de qué dato puede comprenderse que se trata de un hombre en pie? Del modo como caen los cabellos. Si el cuerpo hubiera estado extendido o tendido, la abundante cabellera que muestra tener, se hubiera tendido y aflojado suelta y desordenadamente, cosa que no ocurre aquí en absoluto. En cambio, la cabellera cae perpendicularmente hacia abajo, exactamente como ocurre para un hombre que está en pie.
----------Por lo tanto, la impronta de la Síndone no es la de Jesús que se está alzando, sino la del Señor ya vivo y resucitado, en pie, pero todavía con la semblanza de un cadáver. Sin embargo, se trata de una mera apariencia cadavérica, porque en realidad el Señor ahora ha vencido a la muerte, tanto es verdad que desde este cuerpo parte la irradiación milagrosa que ha oxidado la tela con su energía divina, que golpea perpendicularmente la tela milagrosamente recta, en sorprendente posición vertical, sin contacto con el cuerpo del Señor, pero mudo testimonio del Señor resucitado. Un simple cadáver, ni aún siendo el de Jesús, no habría podido irradiar de sí la radiación que ha formado la impronta de la Síndone.
   
Signo sensible del entrelazamiento de muerte y vida
   
----------En la homilía de la Misa del 31 de Marzo, que inauguró la exposición organizada por la Fundación Santo Sudario Argentina con el patrocinio de la Soberana Orden de Malta, el Cardenal Mario Poli tuvo palabras muy elocuentes y expresivas de lo que he tratado de explicar en estas consideraciones acerca de esta Santa Sábana, cuya pieza original es conservada en la Catedral de Turín desde 1578.
----------Dijo el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina: "La fascinación misteriosa que ejerce la Sábana Santa impulsa a formular preguntas sobre la relación entre ese Lienzo Sagrado y los hechos de la historia de Jesús. Para el creyente, cuenta, sobre todo, el hecho que la Sábana Santa es espejo del Evangelio... Todo aquello que nos ayude a recordar las circunstancias en las que el Salvador del género humano nos abrió las puertas del Cielo, debe ser valorado y recibido con la alegría de la fe. La Sábana Santa puede dejarnos profundas enseñanzas de los días de su Pasión... En torno al Sagrado Lienzo se revelan los días en el que el cuerpo del Hijo de Dios descendió a lo más profundo de los abismos para rescatar a nuestros primeros padres, por decirlo así, nos acercan un testimonio del Sábado Santo, el día del silencio de la creación... Nadie fue testigo del instante en que Jesús se levantó del sepulcro; no obstante, la Iglesia predica que la resurrección es la Verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como Verdad central, transmitida como fundamental por la tradición. Así lo dice el Catecismo".
----------En esta impronta de la Síndone está, por consiguiente, el signo sensible, milagroso, del entrelazamiento de la muerte con la vida, según cuanto el Señor mismo había predicho: el pasaje de la muerte a la vida. La vida está ya presente en la muerte y está derrotando a la muerte.
----------Ojalá que los cristianos de Mendoza podamos también ser huéspedes de esta muestra; ojalá que, si existiera tal posibilidad, aquellos en cuyas manos estuviera el hacerla posible, procuren todos los medios lograrlo y organicen su llegada a la comunidad católica de Mendoza. Pues la Santa Síndone es un hermoso mensaje, un bello estímulo divino para nosotros, que estamos "en la sombra de la muerte" (Mt 4,16). No nos desanimemos: hagamos nuestra la muerte de Jesús, para hacer nuestra su Vida.

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