martes, 19 de abril de 2022

El libro del Apocalipsis, las guerras y la guerra escatológica (3/4)

Toda la historia sagrada, narrada por la Biblia, se trata de una historia sustancialmente guerrera, y ello lo encontramos particularmente manifiesto cuando en el libro del Apocalipsis se habla de la lucha que Nuestro Señor Jesucristo, siendo cabeza y guía de los santos, libra contra Satanás y sus acólitos.

Para la Biblia, la historia de la humanidad se resuelve en una guerra de Cristo contra Satanás
   
----------El primer indicio que da el libro del Apocalipsis del hecho de que toda la historia sagrada es una historia guerrera, lo encontramos donde habla de la lucha que Nuestro Señor Jesucristo, siendo cabeza y guía de los santos, libra contra Satanás y sus acólitos. Tal indicio o pista primera se encuentra en el capítulo 6, en la que es usualmente llamada Visión de los Siete Sellos, donde Juan ve aparecer un "caballo blanco y su jinete tenía un arco, recibió una corona y salió triunfante, para seguir venciendo" (Ap 6,2).
----------Hay que disculpar al padre Leonardo Castellani, que en este punto exegético se olvida de toda mesura y respeto en la crítica a la simple y obvia interpretación que acabo de dar, empecinado como él está en ofrecer su interpretación de carácter histórico de estos primeros capítulos del Apocalipsis, y adjetiva de "ineptos" y "fútiles" a los "intérpretes que identifican este Caballo con el Jinete Blanco que cabalga armado y terrible en la visión del capítulo 14, la del Segador Sangriento, que es indudablemente Jesucristo Juez".
----------La unilateralidad exegética de Castellani en su comentario de 1963 al Apocalipsis, le hace olvidar que no hace falta negar la "historicidad" del capítulo 6 para sostener, al mismo tiempo, que también este Jinete del Caballo Blanco es Jesucristo; y que, por tanto, no hace falta negar que en este Caballero exista una alusión a la Monarquía Cristiana o a la Cristiandad Europea, como dice Castellani, pues de hecho, por mi parte, no niego -en líneas generales- la interpretación histórica que hace Castellani de este capítulo 6, pero, al mismo tiempo, señalo que existe en ese Jinete una clara referencia a Jesucristo (también por medio de la Monarquía Cristiana, si se prefiere) en la lucha que libra en toda la historia humana contra Satanás y sus acólitos. De hecho, el propio Castellani admite esto mismo en otros pasajes, con su teoría del typo-antitypo.
----------Por consiguiente, los intérpretes del Apocalipsis no son ni "ineptos" ni "fútiles" cuando sostienen lo que es inmediatamente claro: que este misterioso Caballero o Jinete es ciertamente Nuestro Señor Jesucristo, tal como es también absolutamente claro que contra quién combate es contra Satanás y sus ministros. Por cierto, no hay duda que sería ineptitud y futilidad si el intérprete rechazara sin argumentos demostrativos otras asimilaciones históricas de ese Caballero (siguiendo la verosímil teoría del typo-antitypo). 
----------Al abrirse el Segundo Sello, Juan también ve "un caballo rojo como el fuego. Su jinete recibió el poder de desterrar la paz de la tierra, para que los hombres se mataran entre sí; y se le dio una gran espada" (Ap 6,4). Ahora bien, la pregunta es: ¿quién es este horrible Jinete montado en bermejo caballo, Caballero sanguinario y destructor de la paz? Evidentemente es el demonio, líder de los ángeles rebeldes.
----------Sin embargo, y para seguir nuestro diálogo con el bueno del padre Castellani en su comentario al Apocalipsis, el ex jesuita argentino rechazaría de plano mi interpretación, que considero obvia, y me reclamaría una vez más a su interpretación "histórica" (que, repito, yo no niego), en la que dice que "quitada la Monarquía Cristiana vienen los tiempos de la 'guerra y rumores [o preparativos] de guerra' que dice Jesucristo 'es el principio de los dolores de parto, pero todavía no es el fin': los 'tiempos oscuros' en que la guerra se vuelve 'institución permanente de la humanidad' en palabras de Benedicto XV en 1916".
----------La sencilla pregunta, a modo de argumento ad hominem, que podría hacerse al respetabilísimo exegeta y teólogo argentino es: ¿acaso en el primer período, el del Primer Sello, el de la Monarquía Cristiana o Cristiandad Europea, no ha existido la guerra, y acaso la guerra se ha vuelto "institución permanente de la humanidad" (como dijo Benedicto XV) en algún preciso momento histórico?
----------De hecho, el propio Castellani admite inmediatamente que la "guerra" no se reduce a ese período, el del Segundo Sello: "Todos los exegetas ven la Guerra en este Caballo Rojo; y más los que han visto últimamente dos 'grandes' guerras (májaira megáles) y el prepararse de una Tercera". Por lo tanto, la existencia de la guerra no se reduce al período posterior a la Monarquía Cristiana, sino que es "institución permanente de la humanidad" consecuente al pecado original, pues toda la historia de la humanidad, para la Sagrada Escritura, se desarrolla en su totalidad y se resuelve en una guerra de Cristo contra Satanás.
   
De la guerra angélica protológica a la guerra eclesial escatológica
   
----------A aquel primer indicio le sigue, en el capítulo 12, la Visión Décima: La Mujer coronada, como la llama Castellani, "con la cual -según el exegeta argentino- comienza la sección puramente esjatológica o parusíaca" (no hace falta repetir la crítica a esta unilateralidad; repito: todo es histórico y todo es esjatológico en el libro del Apocalipsis, coherente con la teoría del typo-antitypo).
----------Es la visión de una misteriosa "Mujer revestida del sol" (Ap 12,1), que "da a luz un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro" (Ap 12,5). Se trata evidentemente de una visión de la Iglesia que da a Cristo al mundo. A la aparición de la Mujer, le sigue la aparición de "un enorme Dragón rojo... Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera" (Ap 12,3-4).
----------Pero el dragón es precipitado a la tierra (Ap 12,9). Ahora bien, "el Dragón, al verse precipitado sobre la tierra, se lanzó en persecución de la Mujer que había dado a luz al hijo varón" (Ap 12,13). Pero he aquí que fuerzas divinas acuden en ayuda de la Mujer. El dragón, sin embargo, no se da por vencido, sino que "enfurecido contra la Mujer, se fue a hacer la guerra contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús" (Ap 12,17).
----------A continuación sigue la narración de esta dramática lucha del demonio contra la Iglesia hasta el capítulo 19 (no hace falta decir que, por consiguiente, los capítulos que siguen al cap. 12 no son "sección puramente esjatológica o parusíaca" como afirma Castellani), donde aparece Cristo mismo a la cabeza de las fuerzas humanas y angélicas fieles a él, para la batalla final contra Satanás y sus seguidores. Esta batalla viene descripta en dos tiempos o etapas, como veremos más abajo, en Ap 19,9-22 y en Ap 20,7-10.
----------Nos podríamos preguntar por qué la narración de la fundación de la Iglesia en Ap 12,1-2 se encuentra antes de la narración de la guerra protológica entre los ángeles fieles y los ángeles rebeldes (Ap 12,7-9). La respuesta puede ser que Juan aquí no pretende brindarnos informaciones históricas en orden de tiempo, sino visiones de valores con su nexo lógico. Quiere conectar la protología con la escatología, pasando del efecto (la Iglesia) a la condición (la batalla angélica): un procedimiento, podríamos decir, a posteriori.
----------Nuevamente aquí se le salta la cadena a Castellani, quien afirma sin respeto ni mesura: "Existe una interpretación disparatada de este pasaje -común entre los exegetas copiadinos- que lo refiere a la caída de los ángeles malos antes de la creación del universo: o sea, que san Juan abandonaría aquí el profetizar sobre la Parusía y saltaría atrás, más allá del Génesis, a la pre-historia sagrada". Efectivamente, don Leonardo, es así, y no hay nada contradictorio, pues repito: Juan, teólogo como es, quiere conectar protología y escatología, efecto (Iglesia) y condición (batalla angélica): un procedimiento a posteriori.
----------Es evidente que la batalla protológica de los ángeles ha tenido lugar muchísimo tiempo antes de la fundación de la Iglesia. Pero lo que aquí le importa a Juan no es el presentarnos una sucesión de hechos históricos, sino ante todo, en un cuadro o marco teorético, los factores fundamentales de la salvación: él ve a la Iglesia guiada por Cristo como remedio a la rebelión protológica de los ángeles.
----------En el capítulo 12 tenemos, por lo tanto, la descripción de la grandiosa escena de la guerra angélica protológica, es decir, la guerra que estalló en el cielo entre los ángeles fieles y los ángeles rebeldes al comienzo de la creación: "Entonces estalló una guerra en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron contra el Dragón, y este contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles" (Ap 12,7-9).
----------Se trata con toda probabilidad de la guerra que estalló entre los ángeles al inicio de la creación, después de haber sido sometidos por Dios a una prueba de fidelidad. Algunos no la superaron y se rebelaron contra Dios; en cambio, aquellos que permanecieron fieles y se convirtieron en ministros de Dios (ánghelos = anunciador), libraron una batalla contra los rebeldes expulsándolos del cielo.
----------Nos volvemos entonces a preguntar por qué el libro del Apocalipsis sitúa la visión de la batalla protológica angélica después de la visión de Ap 12,1-6 de la Iglesia dando a luz al "hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro" (Ap 12,5). En efecto, la Iglesia ha sido fundada por Cristo mucho tiempo después de la batalla protológica de los ángeles. Probablemente san Juan quiere hacernos entender que la fundación de la Iglesia bajo la guía de Nuestro Señor tiene por objetivo vencer a las huestes satánicas deseosas de arrastrar a los hombres a su misma perdición al inducirles a rebelarse contra Dios.
----------Pero he aquí los discípulos fieles a Cristo vencen al demonio y a sus seguidores "gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta la muerte" (Ap 12,11). Por eso san Juan canta en modo exultante un maravilloso cántico: "Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías porque ha sido precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que día y noche los acusaba delante de nuestro Dios. Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de él, porque despreciaron su vida hasta la muerte" (Ap 12,10-11).
----------Se trata de una victoria obtenida no con la fuerza de las armas, sino con el coraje del martirio. De este conflicto de los orígenes hablan san Judas y san Pedro. Judas (v.6) habla de los "ángeles que no supieron conservar su preeminencia y abandonaron su propia morada, el Señor los tiene encadenados eternamente en las tinieblas para el Juicio del gran Día", es decir, en vista de la Juicio universal.
----------San Pedro, en cambio, se expresa así: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los sumergió en el abismo de las tinieblas, donde están reservados para el Juicio" (2 Pe 2,4). El Apocalipsis habla en otros lugares (Ap 12,12 y Ap 20,9) del demonio que es precipitado a la tierra, pero aquí, como aparece claro por el contexto, se trata de asaltos escatológicos. Vale tener presente aquí que en el capítulo 19 del Apocalipsis, reaparece el misterioso Caballero sobre un caballo blanco del capítulo 6. Aquí aparece más claramente que se trata de Cristo:
----------"Vi el cielo abierto y apareció un caballo blanco. Su Jinete se llama 'Fiel' y 'Veraz'; él juzga y combate con justicia. Sus ojos son como una llama ardiente y su cabeza está cubierta de numerosas diademas. Lleva escrito un nombre que solamente él conoce y está vestido con un manto teñido de sangre. Su nombre es: 'La Palabra de Dios'. Lo siguen los ejércitos celestiales, vestidos con lino fino de blancura inmaculada y montados en caballos blancos. De su boca sale una espada afilada, para herir a los pueblos paganos. El los regirá con un cetro de hierro y pisará los racimos en la cuba de la ardiente ira del Dios todopoderoso. En su manto y en su muslo lleva escrito este nombre: Rey de los reyes y Señor de los señores. [...]
----------En seguida vi a la Bestia y a los reyes de la tierra, con sus ejércitos preparados para combatir contra el Jinete y su ejército. Pero la Bestia fue capturada, junto con el falso profeta –aquel que realizaba prodigios delante de la otra Bestia, y así logró seducir a los que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen– y ambos fueron arrojados vivos al estanque de azufre ardiente. Todos los demás fueron exterminados por la espada que salía de la boca del Jinete, y las aves se saciaron con sus despojos" (Ap 19,11-21).
----------Pero esta es solo la primera fase del combate final. La fase conclusiva aparece en el capítulo 20: "Y cuando se cumplan esos mil años [símbolo de toda la historia de la Iglesia], Satanás será liberado de su prisión. Saldrá para seducir a los pueblos que están en los cuatro extremos de la tierra, a Gog y Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número será tan grande como las arenas del mar, y marcharán sobre toda la extensión de la tierra, para rodear el campamento de los santos, la Ciudad muy amada. Pero caerá fuego del cielo y los consumirá. El Diablo, que los había seducido, será arrojado al estanque de azufre ardiente donde están también la Bestia y el falso profeta. Allí serán torturados día y noche por los siglos de los siglos" (Ap 20 7-10).
----------Tengamos en cuenta que san Pablo anuncia este momento del triunfo final de Nuestro Señor Jesucristo con aspectos distintos a los indicados por el libro del Apocalipsis, subrayando que la confrontación final será contra los enemigos de la verdad, y como consecuencia de la justicia, es decir, contra los que se han dejado engañar por el demonio para erigirse contra Dios. No es difícil distinguir los pródromos de este drama final en el ateísmo, en el panteísmo y en el gnosticismo contemporáneos.
----------La victoria de Cristo es, por ende, victoria sobre "el hombre inicuo, el hijo de la perdición, el Adversario, el que se alza con soberbia contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta llegar a instalarse en el Templo de Dios, presentándose como si fuera Dios" (2 Tes 2,4). "El misterio de la iniquidad ya está actuando. Sólo falta que desaparezca el que lo retiene" (el misterioso katéchon del v.6).
----------"Sólo entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el aliento de su boca y aniquilará con el resplandor de su Venida. La venida del Impío será provocada por la acción de Satanás y está acompañada de toda clase de demostraciones de poder, de signos y falsos milagros, y de toda clase de engaños perversos, destinados a los que se pierden por no haber amado la verdad que los podía salvar. Por eso, Dios les envía un poder engañoso que les hace creer en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que se negaron a creer en la verdad y se complacieron en el mal" (vv.7-12).
----------En las palabras del libro del Apocalipsis, por diferentes que sean los contenidos, salta a la vista una cosa común a ellos, que de todos modos es lo esencial. Se trata del enfrentamiento final y decisivo entre los discípulos de Cristo y los seguidores del diablo. Toda la historia sagrada narrada por la Biblia está aquí: una confrontación entre Cristo y Satanás, donde al final vence Cristo.

2 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón:
    Muchos, incluidos también algunos católicos, argumentan que es inapropiado, o hasta inmoral, suministrar armas a Ucrania.
    No ha faltado quien afirme (por ejemplo, Alessandro Rimoldi, en 'La nuova Bussola') que "...más allá de las buenas razones que pueden animar el apoyo militar en defensa de la independencia y la soberanía del pueblo ucraniano, está claro que una intervención militar -incluso indirecta como el suministro de armas- puede ser el comienzo de una escalada de acontecimientos que puede conducir a una tercera guerra mundial atómica [...] La reacción a un mal no debe conducir a un mal mayor (conflicto mundial con el uso de armas nucleares), de lo contrario la maldad del ataque militar ruso sería vencido por la maldad de quienes provocan un mal aún peor (¡y mil veces peor!) que el sufrido, en términos de paz y seguridad entre las naciones".
    Me parece que el presupuesto moral que subyace en estas posiciones es que salvar el mayor número de vidas humanas es un valor absoluto, es decir, un valor que siempre debe ser salvaguardado, y al que nunca se puede contraponer un valor aún mayor.
    Pero, cristianamente hablando, la salvaguardia de la vida humana, que también es sagrada, no es siempre el valor absoluto al que necesariamente deba sacrificarse todo lo demás. De lo contrario, los mismos santos mártires que han renunciado a salvar su vida para no negar su fe, paradójicamente deberían ser considerados pecadores "contra" la vida.
    Y valores aún menos importantes que la fe cristiana pueden motivar la renuncia a la vida. Pensemos, por ejemplo, en mujeres, en niñas como Santa María Goretti, que han optado por resistir hasta la muerte para no ser violadas en su intimidad sexual.
    Pero se puede objetar legítimamente: una cosa es sacrificar la propia vida, otra cosa distinta es causar, aunque sea indirectamente, la muerte de muchas otras personas que no tenían intención de hacer este supremo sacrificio. El martirio no puede ser "forzado", incluso si no se puede dar por sentado que la consecuencia del suministro de armas a Ucrania es la tercera guerra mundial nuclear.
    Por otro lado, si reconocemos el derecho legítimo de los ucranianos a defenderse militarmente, ¿cómo podemos, al mismo tiempo, negarnos a cumplir con su pedido de suministrarles armas, cuando sabemos bien que su agresor, en términos de tamaño y poder militar, es como un Goliat mientras que ellos son como un David que necesita desesperadamente hondas más efectivas?

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    1. Estimado M. Argerami,
      la hipótesis de refuerzos militares proporcionados al ejército ucraniano puede ser tomada en consideración. Sin embargo, conociendo bien la gran superioridad de poder del ejército ruso, existe el temor de que no solo no pueda ser expulsado del territorio ucraniano, sino que refuerce su presencia en Ucrania.
      Por cuanto respecta a la transición del uso de armas convencionales a armas atómicas, estoy convencido de que nadie contempla una cosa semejante, porque, como todos sabemos, no existe una defensa atómica.
      Ahora bien, para vencer a un enemigo, es necesario que nosotros estemos defendidos de sus ataques. Pero sería absolutamente necio responder a un ataque, sabiendo de antemano que al golpe que le demos al enemigo, el enemigo responderá con un golpe mayor, que nos aniquilará.
      Por cuanto respecta a la comparación entre martirio y suicidio, aparentemente hay una semejanza desde el punto de vista físico, pues en los dos casos el sujeto no defiende su vida de una agresión enemiga, pero la diferencia formal es muy profunda considerando la diferencia de los dos objetos formales, a saber, que en el caso del suicidio, el suicida se mata positivamente, porque cree que morir es mejor que vivir. Incluso el mártir abandona esta vida y no se defiende contra quien quiere asesinarlo. También se puede decir que tanto la muerte del suicida como la del mártir es querida por el sujeto mismo, que muere.
      Sin embargo, las diferencias son notables. Primero, que mientras el suicida se mata a sí mismo, porque odia esta vida terrenal; el mártir es asesinado por asesinos que, como tales, cometen un delito. En segundo lugar, mientras el suicida se mata porque odia su vida física, mostrando al mismo tiempo desprecio por su bien espiritual y sin beneficiar a nadie, el mártir es puesto por el verdugo ante una elección: o renegar de la fe o ser asesinado. Como el mártir estima más su vida de fe que su propia vida física, está dispuesto a renunciar a ella para permanecer fiel a Dios.
      El mártir, en algunos casos, tendría también la posibilidad de salvar su propia vida, gracias a circunstancias oportunas o a la ayuda de amigos, pero no lo hace por el deseo de dar la vida por la salvación de sus hermanos siguiendo el ejemplo de Cristo.
      Por eso, mientras el suicidio es un acto estéril desde el punto de vista social y puede resultar escandaloso para los demás, que pueden verse tentados a imitarlo, el martirio es un acto admirable de valentía y de amor, valentía no contra un enemigo físico, sino contra el demonio y la tentación del apego indebido a esta vida. Es un acto de grandísimo amor, porque, como dice Cristo, no hay mayor amor que el que da la vida por sus amigos. Así como, por desgracia, el suicida suscita a veces imitadores, así también el mártir empuja a otros a imitarlo en este acto heroico.
      Una última consideración que se puede hacer es que hoy la Iglesia, más consciente de la fragilidad de la psicología humana, ha abandonado aquellos ritos severos que utilizaba en el pasado, que tenían en cuenta sólo el hecho objetivo del pecado con la tendencia a culpabilizar al pecador, mientras que hoy se ha conocido mejor que uno se puede matar no con pleno consentimiento, sino porque se derrumba bajo el peso de una crisis psico-emocional.

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