viernes, 22 de abril de 2022

En defensa de la teología escolástica (2/2)

Frente a la actual barbarización y brutalización de la teología, bajo los más vanos y especiosos pretextos y las falsas apariencias de la "modernidad postconciliar", es necesario decir claramente que el Concilio Vaticano II (cuyas directivas sobre los estudios teológicos encuentran una luminosa orientación y una poderosa solicitación y aplicación en la encíclica Fides et Ratio de san Juan Pablo II, a la cual han seguido la encíclica Lumen Fidei y la constitución apostólica del papa Francisco Veritatis Gaudium, con su referencia a santo Tomás de Aquino), confirma con autoridad la actualidad e importancia de la teología escolástica para la formación del clero y para confrontarse constructivamente con los valores y los errores de la modernidad.

La decadencia escolástica medieval
   
----------En las escuelas de teología patrocinadas por la Iglesia no han faltado, a lo largo de los siglos, peligrosas desviaciones, las cuales, si bien durante un cierto tiempo han podido ser frenadas o reprimidas por la vigilancia de la Iglesia, más tarde, debido al surgimiento de las Universidades e institutos académicos laicos, independientes o incluso hostiles a la Iglesia católica, por ejemplo protestantes, por su incompatibilidad con el dogma católico, han dado origen a largo plazo a filosofías y teologías anticristianas. Son estos, por ejemplo, los famosos casos de Abelardo en el siglo XII y de Guillermo de Ockham en el siglo XIV.
----------Meister Eckhart era doctor en teología, pero no ejerció la docencia, sino que se limitó a la predicación y a los escritos. Era un hombre piadoso e incluso un místico. Sin embargo, tuvo algunas expresiones que sabían a cristología panteísta (recuérdese su expresión: "yo soy Cristo"), que le procuraron una condena después de su muerte en 1329 por parte de Juan XXII, condena, sin embargo, a la cual él humildemente había prometido someterse, en el caso de que hubiera ocurrido, y por este acto de humildad recibió los elogios del Papa, que incluso había desaprobado algunas de sus tesis, y no hizo, como algunos vanidosos de nuestros días, que se vanaglorian de impugnar el Magisterio de la Iglesia y logran evitar la condena o por las vergonzosas protecciones de que gozan ya sea por su astucia o por la escasa vigilancia de los pastores.
----------En cuanto a Pedro Abelardo, quien resolvía la moral en el aspecto subjetivo o de la intención, rechazando el aspecto objetivo o del contenido, fue condenado, por recomendación o señalamiento de san Bernardo, por el Concilio de Sens de 1141. En cambio, Ockham, más astuto, alcanzó a cobrar crédito clandestinamente en el interior de la Iglesia, aunque en constante contraste con ella, por lo cual fue condenado en 1348.
----------Pero esto no impidió que sus discípulos, durante siglos, como Gabriel Biel, en el siglo XV, obtuvieran un espacio en el interior de la teología eclesial, tanto es así que Lutero, como es sabido, se jactaba de ser discípulo de Ockham, mientras que los Dominicos, que no se dejaban engañar fácilmente (será necesario llegar al siglo XX, con la corriente de Schillebeeckx, para tener dominicos faltos de sentido crítico y víctimas de los prejuicios modernos), sobre todo con el cardenal Cayetano en el siglo XVI, combatieron duramente sus errores.
----------Pero el occamismo, que dio origen al empirismo inglés, fortalecido por la recomendación luterana, ha sobrevivido hasta nuestros días, más allá de naturalmente en la teología luterana, siendo fogoneado por el actual modernismo, sobre todo en las corrientes existencialista, historicista, fenomenológica y empirista.
----------El concretismo occamista conduce también al materialismo. El mismo idealismo trascendental, aunque alejado del occamismo por su espiritualismo racionalista, tiene en su fondo un alma nominalista, que es evidente en Kant, desde el momento en que para él la abstracción no sirve para captar la esencia de las cosas y la realidad universal del ente, partiendo de la experiencia, sino sólo para deducir a priori una idea de otra. La doctrina kantiana del fenómeno recuerda mucho a la intuición occamista de lo concreto.
----------Hagamos a continuación una lista de los errores de Guillermo de Ockham, gérmenes patógenos del pensamiento de los siglos siguientes hasta nuestros días.
----------1. Para Ockham, el objeto de la metafísica no es el ente universal, sino el ente singular concreto, inmediatamente experimentado.
----------2. La operación abstractiva se aleja de lo concreto y por tanto de la realidad.
----------3. Con la abstracción no se capta  una esencia real universal, sino sólo una vaga imagen general, que se designa con un nombre ("nominalismo"), que reúne y designa una colección de individuos similares entre sí.
----------4. Dado que lo universal no tiene realidad objetiva, sino que es sólo un nombre, no existen necesidades lógicas fundadas sobre una esencia objetiva universal, sino sólo hechos empíricos cambiantes y contingentes, conectados entre sí por asociación de ideas. Por eso, no se puede dar una demostración racional cierta, irrefutable o inexpugnable, sino sólo conclusiones probables y siempre revisables.
----------5. Lo verdadero no es tal verdadero porque el intelecto se adecua a lo real, sino que es verdadero porque la voluntad quiere que sea verdadero.
----------6. Por consiguiente el bien no se deriva de lo verdadero, sino que es decidido por la voluntad.
----------7. Dios no quiere algo porque es bueno, sino que algo es bueno porque Dios lo quiere.
----------8. Por tanto, la ley moral no se funda sobre una naturaleza humana objetiva, universal y abstracta, sino sólo sobre naturaleza concreta: la naturaleza humana es la determinada y singular naturaleza humana y la suma de los individuos. La ley moral, por tanto, no depende de la verdad del hombre, sino sólo de la voluntad de Dios, quien, si quisiera, podría decretar como buenos el homicidio o el adulterio.
----------9. Así para mí, si quiero imitar la libertad divina, no existen valores no negociables, sino que los acepto sólo si me convienen.
   
La filosofía laica contra la teología escolástica
   
----------La teología escolástica, como hemos visto, surge por iniciativa de la Iglesia, en particular del Concilio Lateranense IV de 1215, que ordenó a los obispos hacerse ayudar por buenos teólogos para la instrucción y la formación del clero. Era obvio que los docentes debían ser sacerdotes, religiosos o seculares. Esta fue la gran chance para el nacimiento de la Orden Dominicana. En efecto, santo Domingo se apoyó en este canon del Concilio para abrir el camino a su Orden de Predicadores, enviando a sus frailes a doctorarse en los principales centros teológicos de la época, París, Bolonia y Oxford, y para que formaran buenos sacerdotes y obispos para ser puestos a disposición del Papa para enviarlos a predicar el Evangelio por toda Europa.
----------En la Edad Media, como es sabido, la cultura filosófica y teológica se desarrollaba bajo la presidencia y la protección de la Iglesia, y era practicada por sacerdotes y religiosos, porque estaba ordenada a la formación cultural de los sacerdotes y de los obispos.
----------La filosofía estaba exclusivamente al servicio de la teología y por tanto de la fe. Pero ya en el Medioevo, sobre todo bajo el estímulo de los Dominicos, valorizadores, con santo Tomás de Aquino, san Alberto Magno y santa Catalina de Siena, de la función de los laicos, de los valores humanos y civiles, de la ciencia, de las artes y de la racionalidad, comenzaron a abrirse camino, en el campo de la filosofía y de la teología, también los laicos. Ejemplo entre todos, aunque muy raro en aquella época, fue Dante Alighieri.
----------Pero la explosión de la cultura laica, que tendía gradualmente a independizarse y sustraerse de la supervisión de la Iglesia, después de las primeras escaramuzas con la Escuela Palatina de Carlomagno en el siglo IX y Escoto Eriúgena, y la Corte de Federico II de Sicilia en el siglo XIII, fue el Humanismo italiano del siglo XV y más aún el Renacimiento, el que vino a ser un verdadero y propio retorno del paganismo, con sus arrogancia, su carnalidad, su desenfreno y sus supersticiones.
----------El Humanismo italiano del siglo XV tuvo, por impulso de Lorenzo de Medici, y por lo tanto por fuera de las instituciones académicas eclesiásticas, su alma teológica en la Academia Platónica fundada por Marsilio Ficino, quien se hizo sacerdote a sus cincuenta años, pero ya estando bien afirmado en el campo de la teología y de la mística de tendencia hermética y platónica.
----------En el ambiente florentino, por consiguiente, floreció el pensamiento político de Maquiavelo y el humanismo paganizante de Giovanni Pico de la Mirándola, inútilmente contrastado por Savonarola, verdadero teólogo escolástico, aunque ajeno a la institución académica de la Iglesia, y de hecho perseguido por el papa Alejandro VI, deseoso de dominar sobre la apetecible Florencia a través de los Medici.
----------Con el surgir del Renacimiento, el Papado pierde progresivamente tanto el prestigio teológico como el moral sobre la cristiandad europea, por lo cual he aquí el multiplicarse de filósofos y teólogos laicos, que chocan cada vez más con la teología de la Iglesia, es decir, la teología escolástica, como por ejemplo, en el siglo XVI, el sensista materialista Bernardino Telesio y Pietro Pomponazzi de la Universidad de Padua, quienes negaban la inmortalidad del alma con el pretexto de referirse a Aristóteles.
----------En este clima preocupante, para completar la desolación de aquellos tiempos, en oposición al paganismo renacentista, pero también lamentablemente a la teología escolástica, haciendo un manojo de todas las hierbas, como es sabido, nos faltaba que surgiera la reforma luterana, ulterior golpe a la teología escolástica, aunque esta vez se tratara, con Lutero, de un teólogo formado en la propia teología escolástica. Pero he aquí que Lutero, después de un comienzo en que parecía ser sincero y prometedor, dejó claramente comprender a la Iglesia que bajo la cobertura de una aparente fe fervorosa y confiada en Cristo misericordioso, continuaba ardiendo la misma llama impura del orgulloso y egocéntrico yo renacentista.
----------El Concilio de Trento logra repristinar la teología escolástica gravemente dañada y deplorablemente calumniada por Lutero, e inicia, con una renovada recomendación de la doctrina del Aquinate, una nueva vigorosa y fecunda etapa de la teología escolástica, que tiene un importante exponente en Francisco Suárez, cuyo sistema, como es sabido, intenta acercar a Tomás, Scoto y Ockham. Este infortunado sincretismo prepara el advenimiento de Descartes, el cual, como es sabido, fue alumno de sacerdotes Jesuitas.
   
Descartes enemigo de la teología escolástica
   
----------Pero con René Descartes, en el siglo XVII, la filosofía ejercida por los laicos deviene aún más arrogante y, presentando la necia aunque fascinante pretensión de haber encontrado el primer incontrovertible principio de la certeza y de la verdad no en la adhesión o adequatio del intelecto al ente sensible conocido por medio de los sentidos (la tomista y aristotélica quidditas rei materialis), sino en una inmediata y originaria (aunque en realidad inexistente) conciencia de pensar. Tal conciencia no era, por tanto,  derivada de una precedente experiencia de las cosas sensibles, sino de esa autoconciencia ("cogito"), que Descartes quisiera identificar con la conciencia de existir ("sum"), con la consecuencia de que el cogito viene a identificarse con el sum (Hegel) o el sum viene "puesto" (setzt) por el cogito (Fichte).
----------Es claro que esta concepción del principio del saber, que implica una concepción idealista del principio del ser, es la total subversión de la filosofía y la teología escolásticas; no sólo eso, sino que también es la subversión o inversión de las bases de la razón y de la fe cristiana. Lo cual es aún más grave, no obstante las afirmaciones de Descartes en sentido contrario. Si bien entonces se habla de una escuela cartesiana y se han hecho tentativas -por ejemplo Malebranche y Leibnitz, hasta Hegel, y Gioberti, los ontologistas del siglo XIX, Bontadini y los modernistas- de construir una teología sobre la base del cogito, estos intentos han fracasado o han sido ilusorios, y por eso la Iglesia, si bien por una parte puso en el Índice las obras de Descartes en 1663, desde entonces no ha hecho más que recomendar, hasta el Concilio Vaticano II, y también después del Concilio, una teología escolástica basada en la visión aristotélico-tomista.
----------Por eso, es extremadamente deplorable que hoy por hoy la influencia cartesiano-idealista, por obra de los modernistas, sin intervenciones significativas de la autoridad eclesiástica, haya penetrado en las mismas instituciones académicas de la Iglesia, con la consecuencia de formar sacerdotes, obispos y teólogos sedicentes "progresistas" (pero que, como bien sabe el lector, deben ser mejor llamados "modernistas") sin carácter y sin personalidad, como cañas sacudidas por el viento, temerosos y oportunistas, o bien ambiciosos y jactanciosos, dispuestos a servir y buscar consensos del mundo.
----------El cartesianismo está, de este modo, indudablemente en los orígenes del idealismo trascendental alemán del siglo XIX, que sigue perfectamente vivo hoy en día, en cuanto este idealismo es conjuntamente un desarrollo del luteranismo. Pero no se puede considerar una verdadera teología escolástica, es decir científica, porque no tiene fundamento ni en la razón ni en la fe, sino que es lo que el recordado monseñor Antonio Livi llamaba con razón y justamente una "equívoca filosofía religiosa".
----------Pero Descartes está también en los orígenes del Iluminismo y de la doctrina masónica, hoy también poderosa en el mundo. También está en el origen de la fenomenología husserliana. Heidegger deriva de Husserl. Severino es un idealista eternalista. En cuanto al occamismo, sigue todavía vivo en el empirismo inglés y en el existencialismo. El marxismo ha surgido de una oposición a Hegel. El idealismo a su vez ha sido y es el inspirador del modernismo, del cual el Concilio ha sabido captar las instancias positivas, eliminando el veneno, para que la teología escolástica hoy pueda valerse de estas instancias purificadas por el Concilio.
   
Si queremos custodiar el dogma, debemos continuar y mejorar la teología escolástica
   
----------Hoy, en las mismas instituciones educativas, escolásticas y académicas de la Iglesia, no existe casi en ninguna parte el intento de hacer filosofía escolástica en continuidad (aunque se debe siempre tratar de continuidad avanzada), con la de los siglos pasados, y frecuentemente se ha perdido o se desprecia el concepto mismo de teología escolástica, tal como la hemos definido en conformidad con el Magisterio de la Iglesia. Se cree, con Rahner, que la teología escolástica o "neoescolástica", como la llaman, haya terminado con el Concilio Vaticano II: lo cual es en realidad absolutamente falso, ya que, como todos saben, excepto los que no quieren saber, precisamente este gran Concilio es aquel que, a diferencia de todos los demás, ha recomendado a santo Tomás (cf. Optatam Totius n.16, y Gravissimum Educationis n.10).
----------Cabe señalar, por otra parte, que el discipulado tomista no requiere siempre una absoluta uniformidad de pensamiento, sino que da espacio a una cierta diversidad de opiniones. Por ejemplo, el concepto de subsistencia de la persona puede ser aproximado tanto a la esencia como a la existencia. En el primer caso aparece más claro el elemento de la inmutabilidad de la esencia y por tanto de la inmutabilidad de la ley moral; en el segundo caso, en cambio, aparece más clara la concreción y la mutabilidad existenciales de cada individual persona, por lo cual es facilitada la justa y correcta aplicación de la ley moral en los casos concretos.
----------A partir del inmediato postconcilio han comenzado así a afirmarse, en las escuelas de la Iglesia, formas y métodos de teología, los cuales, si bien en todo caso obligados a organizar jurídica y técnicamente las escuelas, de hecho se han negado deliberadamente a ponerse en continuidad, aunque sea progresista e innovadora, con la precedente teología escolástica, con el triste resultado de poner en acción malas escuelas, de carácter modernista, semilleros de herejías, por la ausencia o la falsificación de los valores, de los principios y de los métodos de siglos, seguros y comprobados, de la precedente teología escolástica.
----------En estos cincuenta o sesenta años desde la finalización del Concilio Vaticano II, ha habido varios intentos de renovar, corregir, modernizar y mejorar la enseñanza, la didáctica y los contenidos de la teología en los institutos de la Iglesia, pero lamentablemente se ha dado inicio y producido, en gran medida, una falsa renovación, que en realidad es verdadera y propia decadencia y barbarización de tipo modernista, fenómeno mayormente influenciado por el protestantismo y por el idealismo alemán.
----------Un signo evidente de esta grave degradación cultural, es el desprecio casi universal en el cual es tenida la metafísica, sobre todo en su impostación realista, como es la de santo Tomás, que es precisamente el enfoque recomendado por la Iglesia. Sobre las nociones fundamentales de la metafísica, que son las más originarias, espontáneas, evidentes e incontrovertibles de la razón, impera entonces la más crasa ignorancia, y en lugar de ellas nos contentamos con creaciones fantásticas, fruto de la fabulística y de la mitología. Obviamente, enorme es el daño para la comprensión del dogma, que es falsificado o vaciado de sentido, dado que el dogma en su mayor parte es formulado en conceptos metafísicos.
----------Más allá del marco de las estructuras, de la erudición histórica y de los servicios técnicos, el nivel científico, intelectual y sapiencial a menudo ha descendido por debajo del medieval. Herejías prenicenas o protestantes, que se creían superadas desde hace siglos, han reaparecido, y de hecho están hoy en boga, como si la Iglesia en todo este tiempo nada hubiera enseñado o aclarado.
----------El modernismo, que parecía haber sido derrotado por san Pío X, por el contrario, ha vuelto a arder bajo las cenizas, y ha logrado salir a la luz peor que antes, después del Concilio, presentándose falsamente como su intérprete. Las tendencias teológicas, actualmente dominantes en los institutos eclesiásticos, que hoy compiten por la sucesión de la teología escolástica, son la teología de la liberación de Schillebeeckx y la teología trascendental de Rahner. Entrambas, más allá de sus características propias, repudian la teología especulativa y están sujetas a influencias protestantes y masónicas.
----------La teología de tendencia modernista, bajo el pretexto de la predicación y de la evangelización, sobre el impulso de Lutero, seguido por Barth y Bultmann, se resuelve en la teología "kerigmática", reducida así a pastoral (Rahner) o a praxis de liberación (Schillebeeckx). En cambio, la verdadera y propia teología sobrenatural, como ciencia o conocimiento especulativo y demostrativo, sistemático-deductivo de un conjunto ordenado completo, lógicamente conectado, de proposiciones fijas, ciertas, precisas e inmutables, es repudiada o como imposible o como residuo medieval o como conjunto de esquemas anticuados, abstractos, a-históricos y rígidos, incapaces de incidir sobre lo concreto de la existencia.
----------Otra característica de la teología modernista es su historicismo, (Kasper, Küng, Grillo, Forte y Bordoni), dependiente de su negación de una verdad inmutable y supra-histórica. No se trata tanto de reducir la teología a la historia de la teología, lo que sería ya un error, sino que se trata de un error más grave, que concierne a la misma producción formal del saber: el mismo hacer teología no es un razonar o deducir o un demostrar, sino un narrar, un relatar. El "acontecimiento" (Ereignis) se sustituye al concepto y por tanto al dogma. Con esto no intento decir que un dogma no pueda tener como contenido un hecho histórico, por ejemplo la crucifixión de Cristo, sino que en el historicismo es el acto mismo del saber el que es un "acontecimiento"; de ahí el devenir o cambiar del mismo objeto formal del acto y, por tanto, la imposibilidad de una verdad inmutable.
----------Una corriente teológica surgida en años recientes en el ámbito de la teología moral en particular en relación a la vasta problemática concerniente a la ética sexual y familiar, es la así llamada queer theology (queer = extraño, bizarro), pero mejor llamada por los teólogos serios "pornoteología", según una expresión acuñada a principios de los años setenta por el padre Cornelio Fabro.
----------Se trata, en efecto, de una obscena tendencia pseudo-teológica, en realidad herética, la cual sustituye la ley natural, juzgada "abstracta", "superada" y "rígida", por una obediencia ciega a la pulsión instintiva y subjetiva del placer sexual, la "libido" freudiana, en base a la cual cada uno es libre de elegir su "propia orientación sexual" (ideología de género). Se trata, en el fondo, de un desvergonzado y poderoso revival del viejo epicureísmo pagano, siempre tentador para los hombres carnales, con un hipócrita barniz teológico (¡pobre teología!), donde de divino no hay nada, sino sólo la pura exaltación del placer.
----------Frente a una tal barbarización y brutalización de la teología, bajo los más vanos y especiosos pretextos y las falsas apariencias de la "modernidad postconciliar", es necesario, entonces, decir a clara letra que el Concilio Vaticano II, cuyas directivas sobre los estudios teológicos encuentran una luminosa orientación y una poderosa solicitación y aplicación en la encíclica Fides et Ratio de san Juan Pablo II, a la cual han seguido la encíclica Lumen Fidei y la reciente constitución apostólica del papa Francisco Veritatis Gaudium, con su referencia a santo Tomás de Aquino, confirma con autoridad la actualidad e importancia de la teología escolástica para la formación del clero y para confrontarse constructivamente con los valores y los errores de la modernidad.

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