lunes, 4 de abril de 2022

La Pascendi más allá de las ideologías (1/4)

La encíclica Pascendi Dominici Gregis de 1907 del papa san Pío X, que condenó al modernismo llamándolo "la síntesis de todas las herejías", ha sido coherentemente interpretada y homogéneamente desarrollada por el magisterio pontificio posterior, al mismo tiempo que también ha sido providencialmente complementada por el magisterio del Concilio Vaticano II y por los Papas del postconcilio. En cambio, frecuentemente la Pascendi ha sido distorsinada tanto por la actual ideología modernista, que la considera abolida, como por la ideología pasadista, que la considera condenatoria de toda la modernidad en bloque.

----------La presente serie de cuatro notas supone estos dos artículos precedentes: La encíclica Pascendi: su horizonte, sus riquezas, sus carencias, y Modernismo y pasadismo comparten su gnoseología de fondo. Si el lector no ha leído ya esos dos artículos de semanas anteriores, recomiendo leerlos antes de acceder a lo que se dirá en la presente nota y en las tres siguientes.
   
La esencia del Subconsciente como fundamento absoluto, atemático y original de la autoconciencia
   
----------1. El término "subconsciente" no se encuentra en todos los principales autores que luego fueron censurados siguiendo la encíclica Pascendi Dominici Gregis. Lo encontramos en cambio en el filósofo estadounidense William James [1842-1910]. Por otra parte, el término puede relacionarse con otros similares, como "inconsciente", "preconsciente" (esto se lo encuentra hoy en el Vorgriff rahneriano y en la Vorveständnis de Heidegger) y "supraconsciente" (término usado por Maritain). Unos años más tarde habría de surgir Sigmund Freud [1856-1939] con su teoría del subconsciente, que no hacía más que retomar en clave materialista el subconsciente analizado por la famosa encíclica del papa san Pío X.
----------Por ejemplo, leamos estas palabras de James: "La construcción teológica que aparecía tan viva a nuestros antepasados, con su duración limitada al mundo, su creación de la nada, su moralidad, su escatología jurídica, su gusto por las recompensas y por los castigos y su manera de presentar a Dios como un organizador exterior, un gobernante moral e inteligente, todo esto es tan extraño para los oídos de la mayor parte de nosotros como si fuera la religión de algún pueblo salvaje de alguna región muy lejana a nuestra civilización actual. Las visiones más amplias que ha abierto el evolucionismo científico y la marea creciente del ideal social democrático han cambiado el tipo de nuestra imaginación, así como el antiguo teísmo monárquico ha envejecido o está en camino de envejecer. El lugar de lo divino en el mundo debe ser más orgánico y más interior. Un creador externo al universo y a sus instituciones, puede ser todavía enseñado en la Iglesia, gracias a las fórmulas a las cuales su misma inercia les impide desaparecer; pero la vida les es retirada, nosotros evitamos fijarnos en ellas; la verdadera vida de nuestro corazón ya no está allí. [...] Las únicas opiniones verdaderamente dignas de llamar nuestra atención pertenecen al mismo orden de ideas que se podría llamar grosso modo la visión panteísta, es decir, la visión de Dios considerado como inmanente al universo" (citado por el padre Reginald Garrigou-Lagrange, Dieu, son existence et sa nature, Beauchesne, Paris 1950, p.22).
----------"Lo que son en sí mismas las realidades espirituales más elevadas, lo ignoro. […] Pero todo lo que sé y todo lo que siento, tiende a persuadirme de que fuera del mundo de nuestro pensamiento consciente, existen otros mundos, donde nosotros alcanzamos experiencias capaces de enriquecer y transformar nuestra vida". "Este mundo trascendente -comenta Garrigou-Lagrange (Ibid., pp.94-95)- incognoscible, no es otra cosa para James que la palabra subconsciente o subliminal, es a esta subconsciencia a la que él llama Dios".
----------Así también, lo incognoscible se encuentra en Herbert Spencer [1820-1903]. Él admite lo absoluto y lo incondicionado, pero para él el concepto es sólo un símbolo, no capta la esencia de la realidad. Spencer admite el deber del ser humano de tender continuamente con la inteligencia hacia el absoluto, pero dada la vanidad de los conceptos, es necesario rehacerlos continuamente y referirlos al absoluto. Sin embargo, el absoluto permanece siempre incognoscible. Dice Spencer en "Los primeros principios":
----------"Reconocemos todo el bien duradero que ha habido en estos continuos intentos de formar conceptos de lo que es inconcebible. Al principio fue gracias a sucesivas distinciones de estos conceptos, los cuales no contentaban la mente, que se ha llegado a conceptos cada vez más elevados; y sin duda los conceptos que corren hoy son transacciones indispensables. Podemos conceder incluso más que eso. Es posible, mejor dicho, es probable que, bajo las formas más abstractas, las ideas de este orden sigan ocupando siempre el fondo de nuestra conciencia. Muy probablemente seguirá permaneciendo la necesidad de dar forma a ese sentido indefinido de una existencia última, que constituye la base de nuestra inteligencia.
----------Nosotros siempre estaremos en la necesidad de contemplarla como 'algún' modo de ser; es decir, representárnosla bajo 'alguna' forma de pensamiento, por vaga que sea. Al hacerlo, no nos equivocaremos mientras tomemos cada noción que nos formamos como un puro símbolo, privado en absoluto de semejanza con lo que representa. Quizás la constante formación de tales símbolos y el constante rechazo de aquellos que se encuentran inadecuados pueda ser, de ahora en adelante, como lo fue hasta ahora, un modo de disciplina. Construir sin fin ideas que exigen el más enérgico esfuerzo de nuestras facultades y descubrir perpetuamente que tales ideas deben ser abandonadas como fantasías fútiles, he aquí lo que nos hace comprender más que nada la grandeza de lo que en vano nos esforzamos por captar.
----------Tales esfuerzos y fracasos pueden servir para mantener en nuestro ánimo un sentimiento correcto de la inconmensurable diferencia entre lo condicionado y lo incondicionado. Buscando continuamente conocer y siendo continuamente rechazados con la más profunda convicción de la imposibilidad de conocer, vemos claramente que nuestra mayor sabiduría y nuestro más alto deber consiste en considerar aquello por lo cual todo existe como inconcebible" (H.Spencer, Los primeros principios, op.cit., pp.88-89).
----------2. Uno de los precursores del concepto de subconsciente se puede considerar a Eduard von Hartmann [1842-1906], quien en su obra Filosofía del Inconsciente de 1869 "presenta el principio de su filosofía como la síntesis del Espíritu absoluto de Hegel, de la voluntad de Schopenhauer y del inconsciente de Schelling. Este principio es pues un Absoluto espiritual inconsciente que se revela en el hombre y en los seres finitos como voluntad" (según Nicolás Abbagnano, Storia della filosofia, TEA 1993, vol.VI, p.12).
----------Inconsciente, para von Hartmann, quiere decir no alcanzable por el concepto, sino sólo deducible por inducción desde los hechos del hombre y de la naturaleza. Todavía no hay perspectiva de una experiencia originaria de este Inconsciente, como aparece en cambio en James y en Bergson.
----------Uno y otro distinguen un inconsciente no conceptual global en el origen y por debajo del consciente conceptual. Para James, es el yo radical fluente, hecho de momentos que pasan unos a otros sin solución de continuidad. Capta la verdad en su totalidad móvil, inefable y supraconceptual. James habla de "corriente de conciencia" (stream of consciousness) (cf. Zacchi, op.cit., p.333). Algo similar aparecerá en el concepto husserliano del análisis de la conciencia, con la diferencia de que mientras para James se trata de un flujo de momentos fluidos que traspasan uno en el otro, para Husserl se trata de "experiencias" (Erlebnisse) noemáticas, objeto de "intuición eidética" o de "visión de esencia" (wesenschau) lógicamente vinculadas.
----------Henri Bergson [1859-1941], en cambio habla, como es sabido, de "impulso vital". Para Bergson los conceptos aparecen en el consciente, distintos los unos de los otros, fijos y separables entre sí. Pero este es un fenómeno engañoso, que solidifica, mortifica o degrada el hecho vital, de por sí movimiento continuo, porque disgrega su unidad móvil y fluente, como si se estuviera recogiendo el caudal del agua de un río en muchos baldes o como la película cinematográfica que fija los instantes del devenir.
----------Sin embargo, estos autores no se dan cuenta de que la multiplicidad y la concatenación lógica de los conceptos es el modo normal de la razón humana de captar la verdad religiosa y divina, tanto si se trata del ser como del devenir. En cambio, la visión monista del inconsciente, termina por conducir a un panteísmo atemático y magmático, donde todo deviene todo y todo es mezclado con todo.
----------3. Para los modernistas, la revelación cristiana no es más que la actuación del subconsciente en forma originaria, irrefragable, preconceptual, conceptualmente incognoscible, inefable e incomprensible. Ella en este nivel originario no viene conceptualizada, sino intuida, sentida y experimentada como inmanencia divina en la autoconciencia inconsciente y preconceptual. Lo divino aparece no como algo distinto a la conciencia, sino como ser de conciencia. Esta experiencia interior global de lo divino impulsa a la expresión conceptual y verbal. Y así, según los modernistas, han nacido los conceptos de las religiones, los conceptos bíblicos, los de la tradición cristiana y los conceptos y las fórmulas de los dogmas.
----------Sin embargo, según los modernistas, este bagaje conceptual, ligado a la antigua cultura semítica y greco-romana, está ahora envejecido, ha tenido su momento. Es necesario que la Iglesia exprese el contenido revelado en las categorías del pensamiento moderno. Aquí evidentemente los modernistas confunden concepto y lenguaje. De hecho, si debo comunicar un mensaje a un francés, hablaré en francés; si hay que comunicárselo a un inglés, hablaré en inglés. Pero los conceptos que comunico son los mismos. Si cambio los conceptos, cambian las cosas que expreso con los conceptos. En efecto, cada cosa corresponde a su concepto. Puedo expresar una cosa en varias lenguas, pero no en varios conceptos.
----------Hay que decir entonces que no es verdad que la filosofía de Aristóteles que santo Tomás ha usado para expresar el mensaje cristiano fue válida sólo hasta el Medioevo, pero que hoy en día ya no es válida, tras el surgimiento de la filosofía moderna con Descartes. Por el contrario, vale siempre y en todas partes, en cuanto Tomás ha utilizado conceptos universales y fundamentales, que expresan e interpretan los contenidos de la fe. Por lo tanto, debemos notar que, si se debieran usar otros conceptos, cambiaría el contenido de la fe. Lo que no quita en absoluto la posibilidad de que el dato de fe pueda ser expresado también con conceptos válidos y adecuados de la filosofía moderna, siempre que estén en línea con los usados por santo Tomás y por la teología escolástica medieval, hechos propios por el dogma católico.
----------4. El subconsciente de los modernistas no es objeto del intelecto y de sus distinciones, no es definible, no tiene una esencia, no es captado en el concepto, su existencia individual no es demostrada por un procedimiento racional, sino que es percibido oscuramente, aprioricamente, experimentalmente, inmediatamente y de modo intuitivo mediante una toma de conciencia en el fondo subterráneo de la conciencia racional, por debajo de la conciencia temática, como yo originario y absoluto. Ahora bien, con ello, el subconsciente de los modernistas es humo en los ojos. Es una cortina de humo que los modernistas extienden ante el intelecto para que no vea la sucia e impía operación que más allá de esa cortina, encubierta por solemnes y bizarras palabras, como las de "Misterio absoluto", lo "trascendental", la "precomprensión", la "experiencia atemática", el "yo puro", la "subjetividad" y similares, hacen que los modernistas identifiquen el yo con Dios.
----------Porque es precisamente de eso que se trata. Digámoslo con franqueza. La aspiración de fondo del modernista no es la "necesidad de lo Divino", no es la aspiración de ver a Dios (deseo loable y nobilísimo), sino de ser Dios, aspiración impía y diabólica: llegar a ser como Dios (Gén 3,5). Después de todo, ¿en el idealismo pensar y ser no coinciden? Ahora bien, ¿cómo piensa hacer realidad el modernista su sueño? Precisamente sustituyendo en el conocer el intelecto por la voluntad. En efecto, cuando yo ejerzo el querer, produzco un efecto. En cambio, en el conocer, me descubro yo siendo efecto de una causa: creado por Dios. Si por lo tanto quiero sustituirme a Dios en el ser causa de mi yo y del mundo, deberé sustituir el conocer por mi querer.
----------Prestemos atención, no se trata simplemente de decir que no basta conocer el propio deber, sino que es necesario ponerlo en práctica; no se trata del simple primado del amor sobre el saber. Esto supone la distinción entre el saber y el amar y su recíproco primado desde diversos puntos de vista: primado del ver en la visión beatífica de Dios, y primado del amor en la vida presente. Sino que se trata de la pretensión de poseer la identidad divina de saber-querer, exclusivamente propia de Dios como ciencia y voluntad creadoras.
----------El subconsciente está aferrado por el querer, no por el entender. No es algo precedente al yo, no es algo independiente del yo, al cual el yo se ordena a sí mismo como fin del actuar previamente conocido por el intelecto. No. Es puesto por el yo, como dice Fichte. Es el término de una expansión del yo, "impulso vital" lo llama Bergson. Es el yo que se quiere a sí mismo o, como dice Hegel, la voluntad que se quiere a sí misma. Es aquello que Nietzsche llama "voluntad de poder", autoafirmación absoluta e incondicionada.
----------5. Los modernistas llaman al subconsciente con varios nombres. Para Blondel es acción y vida; para Bergson es evolución, para Le Roy es devenir. Rahner lo llama "Misterio absoluto". No es una oscuridad de la cual emerja un rayo de luz, una Lichtung, como dice Heidegger, no. Es oscuridad absoluta, en la cual todo se confunde con todo, todo es idéntico a todo, un todo indiferente a todo, al ser y al no-ser, a lo verdadero y a lo falso, al sí y al no, al bien y al mal. Existe todo y lo contrario de todo. Es, retomando cuanto Hegel decía sobre el Absoluto de Schelling, esa "noche en cual todas las vacas son negras".
----------El subconsciente, tal cual aparece en la exposición que hace de él la encíclica Pascendi Dominici gregis, aparece como una vitalidad o subjetividad de dudosa cualidad espiritual, aunque los modernistas la haga pasar como espiritualidad. El signo de ello es la repugnancia que los modernistas sentían por la actividad abstractiva del pensamiento y la función especulativa del intelecto, una herencia de marca indudablemente occamista, asociada al voluntarismo, que pasa a través de Lutero y Descartes al idealismo y al romanticismo alemanes y por lo tanto caracteriza al modernismo.
----------Pero este rechazo de la abstracción intelectual genera la sospecha de que este subconsciente no sea entonces tan espiritual como viene presentado y sea más bien el apetito sensitivo, como aparecerá claro en Freud, quien lo identifica con el apetito sexual, mientras que en Nietzsche aparece como el deseo de auto-afirmación e irrefrenable fuerza pasional agresiva, que él llama eufemísticamente "voluntad de poder".
----------El contenido del subconsciente, explica clara y agudamente la encíclica Pascendi, es lo "incognoscible" (n. 11), se entiende incognoscible conceptualmente, pero perceptible con aquello que Schleiermacher llama "sentimiento" (ibid.) y aquella que luego Karl Rahner llamará "experiencia trascendental", apriórica, originaria y pre-conceptual. El subconsciente estaba ya presente en la psicología de William James, mientras que lo Incognoscible también lo encontramos en Herbert Spencer.
----------6. El modernismo, por su desvalorización del concepto, explica la encíclica de Pío X, es un "agnosticismo" (nn. 57, 68, 77). Pero si por conocimiento entendemos conocimiento de la verdad, el agnosticismo no quiere decir que no se dé verdad, de hecho se dá la suprema verdad, porque en tal sentido es una forma de gnosticismo, como explicará luego el papa Francisco en referencia al modernismo de hoy. De hecho, dada su pretensión de alcanzar un saber esotérico superior a los dogmas de la Iglesia, se puede considerar también un gnosticismo, según la descripción que da el Romano Pontífice en Gaudete et exsultate.
----------Por consiguiente, la verdad para el modernista no es permanente, sino que es transitoria, cambia con el transcurrir del tiempo. Lo que era falso ayer es verdad hoy y lo que era verdad ayer es falso hoy. Para el modernista vale el lema veritas filia temporis. De ahí el desprecio por la Tradición, por los Santos Padres y por el Magisterio de la Iglesia (nn. 86-89), hasta llegar a la relativización del mismo dogma. El subconsciente, por lo tanto, es inconsciente respecto a quien no es consciente, pero para quien lo ha descubierto, como dirá Husserl, es "pura auto-conciencia y subjetividad". Esta es la paradoja del cogito cartesiano: que es consciente e inconsciente al mismo tiempo: consciente para quien tiene conciencia de él, inconsciente para quien no lo ha descubierto, sino que vive en el mundo ingenuo del realismo tomista.
----------En el ámbito de esta obra de mistificación de la naturaleza del conocer, la encíclica Pascendi del papa san Pío X individua claramente aquello que él llama "subconsciencia, para emplear un vocablo tomado de la filosofía moderna" (n.10), el principio cognoscitivo que los modernistas sustituyen a la función conceptual del intelecto en la teología natural y en el conocimiento de fe de la divina revelación.
----------Según los modernistas, este principio sería una conquista de la filosofía moderna (n.85), la cual abandonó "el intelectualismo, un sistema ridículo", que "excita compasiva sonrisa" y, según ellos, "está sepultado hace largo tiempo" (n. 8). Y lo que llaman "filosofía moderna", en sustitución de la filosofía escolástica medieval (nn. 85-87), no es otra que la filosofía idealista nacida de Descartes, para la cual ya no vale la posibilidad del intelecto de elevarse desde los fenómenos sensibles a Dios mediante el uso del principio de causalidad, sino que mientras, por un lado, "la razón humana está enteramente restringida en el campo de los fenómenos, es decir, en lo que aparece y en el modo en que aparece" (n.7), por otro lado sin embargo, excluyendo la existencia de una realidad extramental, el origen y la fuente de la verdad natural y revelada es buscada "en el hombre mismo" (n.10), y precisamente en un "sentimiento" (nn.14, 16, 18-19, 21, 77-78) o experiencia de lo divino (nn.78-79), que por tanto no es trascendente, sino inmanente en el horizonte del pensamiento humano, de ahí el principio de la llamada "inmanencia vital" (nn. 10, 14, 34-36, 62).
----------7. También Auguste Sabatier [1839-1901] sostiene que Dios no es captado por el razonamiento, sino por el sentimiento: "Dios no es un fenómeno que se pueda observar fuera de nosotros y ni siquiera una verdad demostrable con el razonamiento lógico. Quien no lo siente en su corazón, entonces nunca lo encontrará fuera de sí mismo. El objeto del conocimiento religioso no se revela sino en el sujeto, a través del mismo fenómeno religioso. Tenemos consciencia de nuestra piedad sólo en el momento en el cual nos sentimos religiosamente conmovidos y percibimos, más o menos oscuramente, en la emoción misma, el objeto y la causa de la religión: Dios" (cit. por Angelo Zacchi, Dio. La negazione, op.cit., p.280).
----------De esta impostación idealista del conocer, según la cual el ser es el ser conocido, el ser es inmanente al horizonte del pensamiento humano, se sigue entonces que la necesidad de Dios no nace del hecho de haber descubierto la existencia de Dios mirando la realidad externa y elevándose desde la diversidad de los entes contingentes hasta Dios mediante la aplicación del principio de causalidad, sino que la necesidad de Dios es entendida como impulso psíquico atemático que surge del fondo cognoscitivo y afectivo originario del hombre, necesidad por tanto que no requiere de un Dios objetivo y real, que trascienda hombre, sino de un Dios que es el vértice de la autotrascendencia del hombre y, por lo tanto, un Dios pensado por el hombre e inmanente al hombre, cerrado en el horizonte de la autoconciencia del hombre.
----------Por consiguiente, esta necesidad de Dios, entendido en este sentido inmanentista y por tanto idealista, prosigue la encíclica Pascendi, estaría en el origen de la fe, "principio y fundamento de toda religión [...] Esta necesidad, como no se siente sino en circunstancias determinadas y favorables", es decir, aquellas de la superación de la conceptualización, no puede pertenecer en sí misma al campo de la conciencia temática, no puede de por sí pertenecer al campo de la consciencia temática, sino que "al principio yace sepultada bajo la conciencia, o, para emplear un vocablo tomado de la filosofía moderna, en la subconsciencia, donde también su raíz permanece escondida e inaccesible" (n.10), se entiende al concepto, pero no a la experiencia, aquello que Rahner y Lotz llamarán "experiencia trascendental", por lo cual es posible tener consciencia de ello. Se trata precisamente de la autoconciencia cartesiana.
----------Estando así las cosas, se puede decir que todo el drama del modernismo se resume en un solo punto. Dado su escepticismo o agnosticismo conceptual, el modernismo desemboca en la convicción de que es imposible hacerse un concepto de Dios, establecer con seguridad, certeza, definitividad y objetividad, cuál es la naturaleza de Dios y cuáles son los atributos propios de la naturaleza divina. De ahí la imposibilidad de una doctrina de la creación, es decir, de distinguir a Dios del mundo y del hombre, porque viene sostenida la igual imposibilidad de definir la esencia propia de esas realidades.
----------8. No es cuestión de teología negativa: ella tiene su propia legitimidad, porque supone la posibilidad de concebir a Dios positivamente mediante el predicado del ser, precisando que Dios es mucho más de cuanto nosotros concebimos al pensar en el ser, por lo cual Él es no es ese ser finito que entra en la limitada comprensión de nuestra razón, no: para el modernista el predicado del ser es una pura abstracción, es un predicado vacío porque no sabe nada de metafísica, por lo cual ese predicado simplemente no se puede usar, como dirá a fines del siglo XX Jean-Luc Marion [n.1946], por lo cual se termina por decir que Dios existe pero no tiene ser. Ahora bien, ¿cuál es la diferencia con el ateísmo?
----------En consecuencia, es imposible definir quién soy yo, qué es el mundo y qué es el hombre. No queda más que acoger lo real que es intraconsciente e inconsciente al mismo tiempo, el en kai pan de los griegos, el Aghnoston de los antiguos gnósticos, el Absoluto de lo indiferenciado de Schelling, la Totalität hegeliana, el Espíritu inmanente omni-penetrante, según la visión monista-panteísta de Loisy, lo "Entero" o lo "Todo" como diría Gustavo Bontadini [1903-1990] a fines del siglo XX, donde todas las distinciones se pierden en una melaza eterna, trascendental y cósmica, donde una cosa pasa a la otra y deviene la otra, donde todo es fluido, evanescente y mezclado con todo, donde todo está en todo y todo es todo y uno, en un único Sujeto trascendental preconceptual, que es el hombre individuo y existencial, el Dasein de Heidegger, la Subjetividad absoluta de Husserl, sujeto que subjetivamente es el Subconsciente, o bien el inconsciente freudiano, objetivamente es el Incognoscible, inmanente al yo cartesiano.

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