¿En qué consiste verdaderamente la paz? ¿Cuál es la esencia o substancia de la paz? ¿Dónde se encuentra la paz? ¿Cómo se la adquiere? ¿Cómo se la mantiene? ¿Cómo se recupera la paz perdida? ¿Cómo se defiende la paz? ¿Cómo se la propaga? ¿De dónde viene y quien nos la da?
Todos buscan la paz, pero no todos saben qué es y cómo se obtiene
----------"Dicen: ¡paz! ¡Paz! Y no hay paz" (Ez 3,10), "no hay paz para los impíos" (Is 57,21), "no conocen los caminos de la paz" (Rom 3,17). Acaso nunca antes como hoy se escucha hablar de paz por todas partes: todos invocan la paz, todos declaran querer la paz, todos declaran rechazar la guerra. Sin embargo, actualmente nos encontramos en una situación internacional en la cual todos corremos el riesgo de perecer en una guerra atómica. ¿Pero, por qué motivo? Pues bien, porque no todos saben lo que es verdaderamente la paz, no todos quieren sinceramente la paz, y no todos conocen los caminos de la paz.
----------¿Qué es la paz? Intentemos describirla en sus características principales: la paz es aquella condición interior y exterior, física y espiritual, de quietud y de plenitud ordenada de las fuerzas, armoniosa y unitaria, del individuo y de la sociedad, de libertad de todo mal, respondiendo a una profunda e inextinguible exigencia o necesidad del corazón humano, por la cual colectivamente y comunitariamente se disfruta en permanencia y seguridad, habiendo vencido todos los obstáculos y todas las dificultades, del bienestar, de la prosperidad material y espiritual, en la felicidad y en la alegría, en la práctica del amor de todos hacia todos, en el intercambio y en la plena comunicación, en la unidad de intenciones encaminadas a la práctica de la justicia, en la común obediencia a Dios principio de la paz, en la concordia y colaboración recíproca, en la práctica común del bien común, en un pluralismo de opciones y posiciones diversas armonizadas entre sí otro sobre la base de la común y compartida realización de los valores morales y religiosos universales y de los derechos humanos, donde todos son para uno y el individuo está al servicio de todos.
----------El primer origen de la paz es la paz interior con Dios, que se manifiesta en la paz de la conciencia, la cual viene dada por la permanente obediencia a la voluntad de Dios, y en el estar en paz con todos los demás hombres, aún cuando podamos ser por ellos a menudo contrastados, incomprendidos, castigados, marginados, despreciados, desoídos, maltratados, malinterpretados, ultrajados, odiados y perseguidos.
----------El concepto de la paz es una de esas nociones basilares de la vida, que orientan toda nuestra vida, como algo que deseamos absolutamente e incondicionadamente, incluso quien quiere la guerra, porque no combate por el gusto de combatir, sino porque considera que está conquistando o defendiendo su paz. Formamos la noción de paz espontánea y fácilmente, porque responde a una de las exigencias o necesidades principales de nuestra vida, como sinónimo de tranquilidad, quietud, satisfacción, bienestar, orden, plenitud, prosperidad, armonía, felicidad, alegría, serenidad, bienaventuranza.
----------Ahora bien, queda, sin embargo, el problema de una determinación más precisa de los contenidos y del significado de la paz, y aquí nos encontramos con concepciones diferentes y que están en contraste entre sí. Entonces, la pregunta se amplía, y ahora es: ¿cuál es la verdadera paz? ¿Dónde se la encuentra? ¿Cuáles son los requisitos para la verdadera paz? ¿Cuál es la fuente de la paz?
----------Nuestra concepción de la paz depende de cómo concebimos el bien, porque para todos la paz es el supremo bien, el bien absoluto e irrenunciable y, sobre todo, se trata del mundo de la vida. Existen, por supuesto, almas inquietas y atormentadas, irascibles, belicosas y polémicas, que parecen encontrar gusto en en el litigar y en el contradecir, pero ello ocurre sólo porque tienen un falso concepto de paz, no llegan a contenerse y no saben o no quieren encontrar los caminos de la verdadera paz.
----------Aunque todos afirman querer la paz, no todos saben lo que verdaderamente es. Para muchos, la paz es estarse tranquilos sin fastidios, disturbios y malestares: ser "dejados en paz", como suelen decir. Poder vivir sin luchas, sin sufrimientos, sin esfuerzos, sin sacrificios y renuncias, haciendo todo aquello que se quiere, cómoda y tranquilamente, sin ser molestados, contradichos, contrastados, desaprobados, impedidos, obstaculizados, estorbados, reprochados, reclamados, castigados. Pensemos en el dicho en boga en el '68: "haz el amor, no hagas la guerra". Ahora bien, todo esto es completamente falso e ilusorio.
----------Quien pretende vivir de ese modo, no sólo no encuentra la paz o pierde esa paz puramente exterior, superficial y sensual que está buscando, sino que se hundirá siempre cada vez más en una guerra interior y en conflictos con el prójimo, conflictos insoportables y exasperantes, hasta el punto de que llegará a teorizar esta situación como normal y horrendamente placentera, y hasta llegará a aceptarla con risa amarga y sarcástica, según aquel programa de Nietzsche: "danzar en el infierno".
----------Ahora bien, es necesario recordar en cambio que la paz tiene orígenes muy profundos, que no están ligados a condiciones independientes de nuestra voluntad ni dependen de la buena suerte, sino que la paz, sin excluir condiciones externas y materiales, tiene una estrecha relación de nuestra voluntad con Dios, y supone una noción exacta de Dios, como por ejemplo es la bíblica. El Dios bíblico es supremamente pacífico y fautor de paz. No es un Dios blando e inerte, no es ni siquiera una deidad furiosa y guerrera como el Wotan de la mitología alemana, o el Odín de la mitología nórdica, ni el Shiva destructor del hinduismo, sino que es un Dios poderoso, fuerte y justo, defensor de los débiles y de los oprimidos, que combate y vence a las fuerzas del mal y a los enemigos de la paz y por eso "pone fin a las guerras" (Jud 16,2), como actos contrarios a la paz.
----------Por consiguiente, el concepto de la paz depende de cómo se conciba a Dios: si Dios es distinto del mundo, vale el principio de la analogía de lo creado con el creador (Sab 13,5). Para esa analogía, se salva la multiplicidad en la unidad y por tanto son salvadas la proporción, la diversidad y la semejanza, que son el principio de amor, de la concordia y de la armonía, a su vez principios de la paz.
----------Si en cambio Dios, como en Hegel, es identificado con el mundo, entonces no queda más opción que la univocidad y la equivocidad: en lugar de la diferencia la oposición; en lugar de la unión la confusión. Hegel confunde lo diferente con lo conflictivo; el otro no es el diferente, sino el enemigo. Vienen a menos la concordia y la armonía. La contradicción y el conflicto, estructurados en la dialéctica, se vuelven sistemáticos. La guerra en lugar de la paz. Dicho sea de paso: desgraciadamente, esta confusión también se encuentra en un escrito del padre Jorge Mario Bergoglio antes de llegar al Solio Pontificio, pero queremos pensar que se trate sólo de un defecto de expresión (el texto al que me refiero es señalado por Massimo Borghesi en su libro Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual, ediciones Encuentro, Madrid 2018, p.83).
----------El Dios hegeliano, inmanente al mundo, no es bondad absoluta, sino que es al mismo tiempo bueno y malo. Por tanto no es un Dios pacífico, sino un Dios guerrero, que tiene necesidad de un antagonista (él mismo como mundo) para ser Dios. Hegel siente la necesidad de la reconciliación y por tanto de la solución del conflicto del Dios-mundo consigo mismo, pero dado que para él la maldad es esencial a Dios, la reconciliación es la simple negación de la oposición interna a Dios entre bondad y maldad.
----------De ahí se sigue que Dios no triunfa sobre sus enemigos y que, por lo tanto, los justos no prevalecen sobre los impíos. Dios simplemente justifica tanto a los unos como a los otros. Esto quiere decir que, para Hegel, la paz no es la supresión de la guerra, sino la guerra erigida por sistema. El Dios hegeliano no dice simplemente no al mal, sino que, así como su auto-negación es necesaria a su esencia, la paz y la reconciliación divinas consisten en la simple negación de una auto-negación y de un conflicto interno a Dios y al mundo y, por lo tanto, de una guerra que continúa existiendo en Dios y en el mundo.
Definición de la esencia de la paz
----------La paz es la concordia de las voluntades en un único fin, en un único bien. Para que haya paz, es necesario, por tanto, que todos nos reunamos en torno a ese bien, al cual todos apuntamos como a un único fin, es necesario que escuchemos a quien nos guía a la paz. ¿Y quién es el que nos guía a la paz? ¿Mahoma? ¿Marx? ¿Hegel? ¿Buda? ¿Lutero? ¿Descartes? ¿Rousseau? ¿Rahner? ¿O no es acaso Cristo, quien nos habla a través de sus representantes en la tierra, los Romanos Pontífices?
----------Por cierto, la verdadera paz no está asegurada por la sociedad capitalista liberal-masónica, en la que cada uno hace lo que a cada uno le parece, donde son toleradas todas las herejías, donde los litigios, los contrastes, los conflictos y los altercados están a la orden del día, donde rige la dictadura del relativismo, donde los profetas son perseguidos, donde modernistas y pasadistas se muerden y despedazan como animales, donde los ricos y los poderosos mandan con arrogancia impunes. La verdadera paz no está donde domina la sharia, ni donde domina el comunismo, ni donde domina la Tercera Roma.
----------La paz está en aquella sociedad que da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, donde el progreso se combina con la conservación, la renovación con la tradición, la política con las buenas costumbes, donde el pueblo se expresa en el Estado, donde el Estado se lleva de acuerdo con la Iglesia, el bien privado con el bien público, la persona con el bien común, el pluralismo con la unidad, la tolerancia con la severidad, la libertad con la justicia, la democracia con la autoridad; la economía está sujeta a la política, la política está sujeta a la moral, la moral está sujeta a la cultura, la cultura a la religión.
----------Para saber qué es la paz, es necesario inspirarse en aquella doctrina que, sobre todas las doctrinas, es la que nos enseña qué es la paz y cuáles son los caminos de la paz, porque nos es revelada por el mismo Cristo Dios, autor y príncipe de la paz. Por lo demás, para poderla enseñar a los otros y difundirla en los demás, obrando como constructores de paz, es necesario ante todo vivir en la propia intimidad del corazón la paz de Cristo, estar en paz consigo mismo, con Dios y con el prójimo.
----------El supremo autor, productor, donador, fautor, garante, defensor y promotor de la paz es el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, y que obra en la Iglesia con la variedad y riqueza de sus dones, que son dones santificantes y ministeriales, dones institucionales y espontáneos, dones jerárquicos y carismáticos, dones ocasionales y permanentes, dones ordinarios y milagrosos.
----------El Espíritu entra dulcemente en los corazones y en las comunidades, les dona la paz purificándolos, consolándolos, iluminándolos, convirtiéndolos, santificándolos, uniéndolos entre sí en el vínculo de la caridad, pacificándolos una y otra vez, curándolos y volviéndolos a curar, renovándolos, mejorándolos, haciéndolos fieles, fuertes y vencedores contra el mal, haciéndoles pregustar las delicias de la paz celestial.
La enseñanza de santo Tomás sobre la paz
----------Santo Tomás de Aquino, Doctor Communis Ecclesiae, habla estupendamente de la paz poniéndola en relación con Dios en su Comentario al De divinis nominibus del Pseudo-Dionisio el Areopagita. Lo que citaré ha sido tomado de: In librum Beati Dionysii De divinis nominibus expositio, c.XI (Edizione Marietti, Torino-Roma 1950). No puedo hacer menos que citar largos pasajes, que dan testimonio de la gran sabiduría del Aquinate, particularmente útil en estos trágicos momentos de la guerra, en los cuales los hombres, probablemente bajo la influencia del demonio, parecen movidos por una locura colectiva.
----------Para santo Tomás de Aquino, la paz no es una simple condición existencial de un sujeto satisfecho y sosegado por haber logrado el bien anhelado sin ser hostigado por enemigos, sino que es, en su vértice, como supremo analogado de la noción de paz, Dios mismo; Dios es Paz por esencia. Dios es, por lo tanto, la paz entendida no tanto como situación existencial, sino como actividad, que en Dios, siendo Acto puro, es pura actividad pacífica y pacíficamente subsistente. Es aquello que Tomás, siguiendo al Areopagita, llama "paz divina", como dice san Pablo: "Él mismo es nuestra paz".
----------Citemos algunos pasajes: "Cada cosa apetece su perfección, que participa de Dios y la ama y cuando la ha conseguido, se aquieta su apetito, en la cual quietud consiste la quietud y la esencia (ratio) de la paz" (n.876). "Se dice que algo tiene paz en sí mismo por el hecho de que su apetito tiene quietud en el propio bien conseguido, lo cual sucede cuando no hay nada repulsivo, que lo impida, ni desde lo interno ni desde lo externo. Así, por lo tanto, se dice que algo está en paz consigo mismo y con los otros en virtud de una cierta unión, por lo cual está excluida toda repugnancia" (n.880).
----------"Se dice que algunos hombres tienen paz, cuando sus voluntades concuerdan en un solo fin; y así, en efecto, que uno no se oponga al otro. […] Entonces, por lo tanto, a crear la paz concurren dos factores: el primero es que algunos sujetos están unidos; segundo, que estén concordes en un único bien" (n.885).
----------"La paz divina une todas las cosas, en primer lugar porque hace comunicar a todas las cosas en un solo valor; y en segundo lugar porque genera la primera institución de las cosas; y es operativa desde el punto de vista del gobierno, porque crea el consenso y la convergencia de todos, de modo que el consenso se refiera a la concordia de las voluntades y la convergencia se refiera a la concordia de las inclinaciones naturales. Y se debe considerar que, si bien algunos agentes discrepan en relación a sus propios fines, cada uno sin embargo concuerda en la búsqueda de un fin último" (ibíd.).
----------"La paz divina es la causa final de todas las cosas. Es, en efecto, natural a cada cosa el deseo de la unidad, así como desea el ser y el bien, porque a causa de la división una cosa viene a menos, se corrompe y su bondad disminuye. Y ya que la paz divina causa la unidad en las cosas, por eso todas las cosas a su modo desean la paz divina, en cuanto ella es también unitiva de todas; y por eso ella convierte en total unidad su divisible multitud, porque aquellas cosas que son por sí divididas, vienen reunidas en un único todo. [...]
----------En efecto, aquellas cosas que están naturalmente en conflicto entre sí, a causa de la contrariedad, que tienen en sus propias naturalezas, concuerdan en el orden del universo, según el cual de algún modo están unidas y cohabitan en el mundo: y esto depende de la participación en la paz divina, la cual, en cuanto es deseada por todos, tiene razón de fin" (n.886).
----------"Todas las cosas unen a sí mismas aquellas que están sujetas a ellas; lo que es como decir que todo agente es reconducido a sí mismo y a la unión de las cosas entre sí, y todas las cosas son reconducidas a una sola causa y a un principio perfecto de la paz universal, que es Dios como último fin y primera causa" (n.889).
----------[Continuaremos mañana].
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