martes, 5 de abril de 2022

La Pascendi más allá de las ideologías (2/4)

El destino nihilista de la gnoseología modernista, ilusoriamente engañada de poder partir de un subconsciente global atemático e incognoscible o de llegar de un salto a un superconsciente metaconceptual, el cual, bien lejos de constituir una originaria fantasmal experiencia atemática y originaria, no es nada más que un vano sueño, conduce a la pesadilla y a la tragedia de quienes, no contentándose con la limitada aunque alta dignidad del pensar humano, quisieran presuntuosa y neciamente competir con la ciencia y la autoconciencia divinas.

La emoción en lugar del concepto, el sentimiento en lugar de la doctrina
   
----------1. Una carencia gravísima de la gnoseología modernista está dada por el hecho de que a causa del influjo del empirismo occamista, su desprecio por la abstracción metafísica y por tanto por las nociones trascendentales, ella no está fundada sobre la noción de ser, sino sobre la elección arbitraria, sobre la sensibilidad descontrolada, sobre la percepción del momento, sobre la emoción, sobre la imaginación, sobre la sensación sugestiva, sobre la necesidad de actuar y de afirmarse, sobre la estética sensual y sobre la fantasía creativa.
----------Ella no es fruto de la inteligencia metafísica, y de un riguroso método racional, sino de la voluntad, del interés personal, de la emoción y del instinto, y está ordenada no al ver sino al hacer. El pensamiento no se siente dependiente de la realidad, sino que la quiere dominar. No se trata de adecuarse (adaequatio), sino de decidir. La verdad no es lo que es, sino lo que yo he decidido que sea.
----------La "teología" resultante habla, por supuesto, de lo absoluto, de Dios, del espíritu, de vida, de fe, de gracia, de revelación, de religión, de Biblia, de conciencia, de ciencia y de moral, pero las confunde con la experiencia sensible, la afectividad, el egoísmo, el sueño, la imaginación y el gusto subjetivos.
----------De ahí su imprecisión conceptual en campo filosófico, el gusto por lo vago, lo indistinto y lo confuso, y por tanto por lo equívoco y lo ambiguo, la incapacidad para formular un silogismo demostrativo, para concebir lo inmutable, lo cierto, lo estable, lo inmortal, lo permanente, lo eterno, lo universal, la identificación o confusión que hace de la firmeza con la rigidez, su concebir la vida solo a nivel biológico y no a nivel divino, la confusión de lo científico con lo opinable, de lo espiritual con lo psicológico, la ignorancia de lo sobrenatural, y su resolverlo todo en el devenir, en lo concreto, en la historia, en la evolución, en lo subjetivo.
----------2. Además de esto, el trasfondo subyacente de la yoidad cartesiana, que conduce a no distinguir el yo humano del yo divino, la conciencia del conocimiento, el consciente temático del inconsciente originario, el inconsciente instintivo del consciente conceptual, lo externo de lo interno, lo verdadero de lo aparente, el objeto del sujeto, lo conocido de lo cognoscible, y por tanto la tendencia al panteísmo.
----------El concepto de subconsciente en la encíclica Pascendi hace referencia a una teoría del conocimiento según la cual la conceptualización deriva y al mismo tiempo es inconscientemente precedida por una experiencia o sentimiento originario preconceptual del yo pensante o bien de la propia autoconciencia. Con esta autoconciencia es dada la experiencia del yo, del ser y de Dios (lo mismo sucede en lo que Rahner llama la "experiencia trascendental") no como externos o trascendentes a la consciencia, sino como inmanentes y vueltos hacia la consciencia. De ahí el "principio de inmanencia" (n.62).
----------Es interesante el debate entre Lucien Laberthonnière [1860-1932] y Maurie Blondel [1861-1949] por una parte, y Édouard Le Roy [1870-1954] por la otra, sobre la cuestión de la inmanencia vital (n.62), relatada por Claude Tresmontant (en el libro ya citado). Común a los tres es el ver la inmanencia divina no como Dios externo a la conciencia que inhabita en la conciencia, sino como Dios entendido como esencialmente inmanente a la conciencia. La diferencia entre los dos primeros y el tercero radica en el hecho de que mientras aquéllos admitían el intelecto como emanación de la acción, este sostenía con Bergson la intuición del Devenir.
----------En posesión de esta experiencia originaria, la mente pasa a la conceptualización de dicha experiencia según los paradigmas de su particular cultura y siente la necesidad de "traducirla en representaciones mentales" (n.16), las cuales, sin embargo, lejos de poder representar conceptualmente de manera fiel el divino inconsciente sentido o experimentado en la conciencia, no son más que signos simbólicos e indicadores externos, modelos interpretativos contingentes, pasajeros e intercambiables, que de nada servirían si quien escuchara no hubiera tenido ya esa misma experiencia originaria e inefable, que sería el contenido de la Revelación (nn.12-13).
----------3. A esta experiencia inefable y afectiva, esencialmente orientada a la acción y efecto de la acción, a esta "evolución creadora", para llamarla con palabras de Bergson, preconceptual, atemática y trascendental, de la verdad absoluta y del Dios "incognoscible" (n.11), que no es conceptualizable, sigue su expresión conceptual y verbal, que sin embargo son sólo imágenes o expresiones "desfiguradas" (n.13), "transfiguradas" (n.13), "inadecuadas" (n.17), "simbólicas" (n.17), "variables" (n.18) del contenido evolutivo de la experiencia originaria. Estas expresiones, vale decir, los dogmas (n.16), son por tanto relativas a los tiempos y a los lugares y a las diferentes culturas. Por eso los dogmas cambian y evolucionan (n.18).
----------Ahora bien, según la gnoseología modernista, la expresión subconsciente, inconsciente o preconsciente alude a la idea de que el conocer radical y originario se sitúa fuera de la conceptualización en un acto precedente que capta lo real evolutivo de manera consciencial, directa, originaria, global, auténtica y no conceptual, considerando el concepto, claro que sí, necesario para las actividades prácticas y completamiento del acto cognoscitivo en relación con las realidades empíricas, pero como un derivado lánguido y posterior al acto originario del inconsciente, el concepto como una representación mental indispensable para la comunicación del pensamiento y del lenguaje, pero confinado a propósitos prácticos o simbólicos (n.80) o poéticos, o en el horizonte de las apariencias subjetivas, sin pretensiones especulativas o veritativas.
----------4. Siendo así las cosas en la gnoseología modernista, nos podríamos preguntar si la encíclica Pascendi Dominici Gregis de san Pío X golpea sobre la concepción idealista del conocimiento. Parecería a primera vista que no, dado que para el idealista el ser es el ser conocido, por lo cual parecería negar la existencia misma del inconsciente como origen del conocimiento de Dios y del propio dato revelado cristiano. De hecho, el inconsciente es un saber irreflexivo y supone la existencia de un ser no pensado.
----------Sin embargo, debe decirse que en la concepción idealista del proceso cognoscitivo el inconsciente tiene su parte: precede al consciente y conduce al consciente. El inconsciente para el idealista es el estado de ingenuidad irreflexiva del realista y del hombre común que no se da cuenta de la raíz idealista del saber. Pero la misma "autoconciencia absoluta", explicitación del yo empírico, para el idealista se puede indudablemente calificar como Inconsciente en el sentido de que no es objeto de la conceptualización realista. ¿Pero el inconsciente en qué sentido? Inconsciente en relación con la conciencia conceptual. Ella, de hecho, emerge de un inconsciente no conceptual, incluso si este inconsciente es la autoconciencia cartesiana.
----------Pero según el idealista, de esta autoconciencia el hombre común, proyectado hacia las cosas externas, no tiene consciencia. El filósofo cartesiano lo conduce entonces a la toma de consciencia de que el saber realista es la consecuencia de un saber más profundo, verdaderamente radical, el cogito, por el cual el yo es consciente de sí mismo, pero consciente no temáticamente, como sucede en la conciencia categorial, sino en una forma temáticamente inconsciente, que es precisamente el yo pienso cartesiano. Aquí tenemos el inconsciente cartesiano, raíz del inconsciente categorial que es su derivación y sobre el cual el inconsciente categorial se funda. El inconsciente atemático conduce a la conciencia categorial, o sea, a la conceptualidad.
----------Todo, las cosas, el mundo, la naturaleza, el yo, los otros, la humanidad, la sociedad, la historia, la vida y la muerte, el bien y el mal y por tanto Dios mismo, se resuelven, como en su común raíz originaria en la mencionada yoidad cartesiana desarrollada por el idealismo alemán: es decir, todo se resuelve y se unifica en la noción basilar absolutamente indeterminada e indefinible, donde está todo y lo contrario de todo: el Inconsciente, Preconsciente o Subconsciente, incognoscible (n.81) pero experimentable, aprioricamente intuible y sensible, por el sujeto, en modo global, espiritual, preconceptual, indistinto, inefable, inconcebible y supraconceptual.
   
Maurice Blondel, el saber como efecto del actuar
   
----------Maurice Blondel [1861-1949] hizo una propuesta para renovación de la apologética, es decir, para renovar esa parte de la teología pastoral que se propone el inducir a los no-creyentes a la fe, atrayéndolos a la fe con argumentos persuasivos y convincentes, que apelan o hacen palanca sobre las necesidades, sobre las exigencias, y sobre las aspiraciones más profundas y sentidas por el no-creyente, haciendo razonablemente creíble el mensaje de Cristo con el testimonio y con oportunos ejemplos.
----------Blondel llamó a su propuesta "apologética de la inmanencia", porque estaba convencido de que el predicador del Evangelio puede atraer hacia Cristo a las almas, no tanto en virtud de una obra de convencimiento intelectual, demostrando racionalmente la existencia de Dios, anunciando un mensaje sobrenatural revelado totalmente desconocido al evangelizando y haciéndole alcanzar una gracia que él no posee, sino ante todo activando en el evangelizando las energías de la acción moral, que según Blondel eran las únicas que impulsan eficazmente hacia la verdad divina, dando la certeza al intelecto, haciéndole consciente de la inmanencia divina en su conciencia con el emerger del secreto del inconsciente.
----------Es así como Blondel llegó a considerar que el intelecto, por sí solo, no alcanza la verdad sobre Dios si no está apoyado por una voluntad previa de llegar a Dios, voluntad que es efecto de la necesidad de Dios inmanente a la conciencia y emergente del inconsciente. Por eso Blondel dice:
----------"Una prueba que no es más que un argumento lógico permanece siempre abstracta y parcial; ella no conduce al ser; ella no empuja necesariamente el pensamiento a la necesidad real. Una prueba que resulta del movimiento vital de la vida, una prueba que es la acción entera, es ella, por el contrario, la que tendrá esta virtud constrictiva. Para igualar, por medio de la exposición dialéctica, su fuerza espontánea, no debemos, por tanto, dejar al espíritu ninguna escapatoria. En efecto, es propio de la acción el formar un todo: es por tanto a través de su obra que los argumentos parciales deben unirse en una síntesis demostrativa: en su aislamiento permanecen estériles; por su unidad son probatorios y convincentes. Es sólo con esta condición que ellos imitarán y estimularán el movimiento de la vida. Salidos del dinamismo de la acción, conservarán su eficacia. ...
----------La noción de una causa primera o de un ideal moral, la idea de una perfección metafísica o de un acto puro, todas estas concepciones de la razón humana, vanas, falsas e idolátricas, si se las considera aisladamente como abstractas representaciones, son verdaderas, vivas y eficaces desde el momento en el cual, de manera solidaria, ellas no son ya un juego del intelecto, sino una certeza práctica. ...
----------Es pues en la práctica misma que la certeza de lo "único necesario" tiene su fundamento. En lo que concierne a la complejidad total de la vida, sólo la acción es necesariamente completa y total también ella. Ella aporta al todo; y es el motivo por el cual de ella y sólo de ella depende la indiscutible presencia y la prueba constringente del ser. Las sutilezas dialécticas, por más largas e ingeniosas que puedan ser, no cuentan más que una piedra arrojada por un niño contra el sol (p.350)" (Garrigou-Lagrange, op.cit., pp. 44-45).
----------"Creer que se pueda alcanzar el ser y legítimamente afirmar una realidad cualquiera que sea sin haber llegado al término de la serie que va desde la primera intuición sensible hasta la necesidad de Dios y de la práctica religiosa, es quedarse en la ilusión (p.428)" (Ibid., p.45).
----------"No existe ningún objeto del cual sea posible concebir y afirmar la realidad sin haber abrazado con un acto de pensamiento la serie total, sin someterse de hecho a las exigencias de la alternativa que ella impone, dicho brevemente, sin pasar por el punto donde brilla la verdad del Ser que ilumina toda razón y ante la cual es necesario que toda voluntad se pronuncie.
----------Nosotros tenemos la idea de una realidad objetiva, nosotros afirmamos la realidad de los objetos; pero para hacerlo es necesario que planteemos implícitamente el problema de nuestro destino y que subordinemos todo lo que somos y todo lo que es para nosotros a una opción. Nosotros no llegamos al ser y a los seres más que pasando a través de esta alternativa: según como se la resuelva, es inevitable que el sentido del ser venga cambiado. El conocimiento del ser implica la necesidad de la opción; el estar en el saber no es anterior sino posterior a la libertad de elección (págs. 435-436)" (Ibid.).
----------En el discurso de Blondel subyace esa característica de la gnoseología modernista, de la cual habla la Pascendi, o sea el ubicar el conocimiento filosófico sobre dos planos: un nivel originario sub-consciente, atemático, que tiene por objeto el Absoluto, inconcebible, preconceptual, experiencial, "sentido". Es la auto-conciencia cartesiana, el principio de aquella que los cartesianos llaman "filosofía moderna". Ella es sub-consciente respecto a la conciencia conceptual, pero es consciente atemáticamente.
----------En tal modo, como Rahner posteriormente hablará de "experiencia trascendental" preconceptual (Vorgriff) del yo, del ser y de Dios y el "conocimiento categorial" de los fenómenos y de los entes materiales, así Blondel habla respectivamente de un conocimiento "real" y de un conocimiento "nocional", el primero capaz de captar lo Absoluto, el segundo, caracterizado por la conceptualidad, mediación eficaz pero insuficiente de lo real humano y divino sin el aporte de la voluntad, que se realiza en el conocimiento real.
----------Dice Blondel (citado por Jacques Maritain en La inteligencia y la filosofía de Maurice Blondel en Reflexiones sobre la inteligencia y su vida propia, Editrice Massimo, Milano 1987, p.94. Los números de página entre paréntesis se refieren al texto de L’Action, obra famosa de Blondel): "El concepto no es más que un sucedáneo (p.228)"; "la inteligencia no puede contentarse con un alimento semi-vacío como los conceptos ni con "representaciones" aproximativas, mientras es deseo de estabilidad y seguridad, hambriento de "presencia real" y de posesión (p.232)"; "el intelecto abstracto o la razón discursiva vive del mimetismo o de la imitación" (p.236); "el conocimiento racional exige una arquitectura de símbolos (p.231)", nos da "representaciones o imágenes, símbolos, ensayos, muestras, fenómenos (p.237)", los "residuos industrializados y momificados (p.238)", "nos tiene encerrados en vidrio esmerilado (p.238)", en un "ambiente cerrado y artificial (p.238)", nos permite sólo "la afirmación extrínseca, sin visión intrínseca de los seres (p.239)"; en breves palabras, "no es a ella a la que debamos reservar el nombre de inteligencia (p.242)".
----------"Se comprende bien, por consiguiente, la inconmensurabilidad entre el conocimiento nocional y el conocimiento real: con el primero nosotros nos fabricamos un mundo de representaciones, como en una jaula de vidrio esmerilado donde no estamos en contacto más que con productos industriales, con productos artificiales o como en un museo escolar donde, con el pretexto de una lección de cosas, sólo conocemos el campo de trigo a través de una paja disecada y pegada a un cartón junto a otros ejemplares muertos. Con el conocimiento real, lo que nosotros buscamos no son representaciones, imágenes, símbolos, ensayos, muestras, fenómenos, sino que es la viva presencia, la acción eficaz, la intususcepción, la unión asimiladora, la realidad. Y es a esto a lo que, para ser plenamente ella misma, aspira la inteligencia" (Ibid., p.95).
----------Blondel, con el uso lujurioso y suntuoso de conceptos hábilmente ideados y brillantemente expuestos, ricos de imágenes ilusorias, no se da cuenta de que está cavando bajo sus pies, no se da cuenta de servirse necesariamente de los (por él aborrecidos) conceptos y razonamientos para descalificar los conceptos y para quitarles sentido, expresando necedades. Y por eso no se da cuenta de que se está refutando a sí mismo sin necesidad de que alguien lo refute desde afuera.
----------Para expresarnos con palabras tomadas de la Escritura, Blondel cae en el pozo que ha cavado (Sal 9-10,16); "cavó una fosa y la ahondó, pero él mismo cayó en la fosa que hizo: su maldad se vuelve sobre su cabeza, su violencia recae sobre su cráneo" (Sal 7,16-17). Blonfel cae así en el ridículo y al mismo da pena. Cuando se trasgreden y se ofenden las leyes fundamentales del pensamiento, el pensamiento mismo se venga y castiga al incauto ofensor destruyendo el contenido absurdo de su pensamiento.
----------Este, después de todo, es el destino nihilista de la gnoseología modernista, ilusoriamente engañada de poder partir de un subconsciente global atemático e incognoscible o de llegar de un salto a un superconsciente metaconceptual, el cual, bien lejos de constituir una originaria fantasmal experiencia atemática y originaria, no es nada más que un vano sueño, que conduce a la pesadilla y a la tragedia, de quienes, no contentándose con la limitada aunque alta dignidad del pensar humano, quisieran presuntuosamente y neciamente competir con la ciencia y la autoconciencia divinas.

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