viernes, 25 de marzo de 2022

La guerra actual y las palabras y acciones del papa Francisco

Para el fiel católico, el Papa es el guía en la tempestad. La Iglesia es la barca de Cristo, que es la barca de Pedro, y hoy Pedro es Francisco, guía en la tempestad. En esta hora crucial de la humanidad, ¿cuál ha sido y es la palabra y la acción del Romano Pontífice? ¿Cómo encontrar luz y guía en las palabras y acciones del papa Francisco? ¿Cómo interpretar sus palabras y sus acciones?

----------Son tiempos difíciles para la humanidad, y son tiempos difíciles para el Romano Pontífice, cabeza visible de la Iglesia, consignado por Nuestro Señor Jesucristo a ser Maestro de la Fe y Pastor universal del Pueblo de Dios que peregrina en esta tierra. Hoy el papa Francisco sabe que más de 1250 millones de católicos lo tienen por su cabeza y guía hacia el cielo, quienes por un lado esperan que los confirme en la fe salvífica y, por otro lado, esperan su palabra prudencial de guía en medio de las contingencias a que el mundo nos somete. No terminamos aún de dejar atrás la pandemia y sus sufrimientos, cuando viene a azotar a miles de seres humanos la guerra entre la OTAN y Rusia por la cuestión ucraniana. El papa Francisco es consciente que también es responsable de miles de millones de no-católicos, llamados también a la salvación, y hacia ellos también debe dirigir su palabra y su acción. Tarea nada fácil, menos en estos días.
----------Para un católico la guerra actual no es una situación tan compleja como para no ser comprendida a la luz de la Palabra de Dios interpretada por la Iglesia, Mater et Magistra. Para entender la guerra actual y toda guerra, ante todo se necesita la fe, y muy en secundario lugar las opiniones sobre sus contingentes circunstancias: no es necesario tener conocimientos de geopolítica y de historia, y mucho menos especular desde la comodidad de un escritorio para luego propalar con arrogancia los frutos del subjetivo diletantismo.
----------Naturalmente que existe en la cuestión de la guerra actual el plano de lo opinable, pero es un plano secundario respecto al plano de lo que para el católico es lo no opinable, sino doctrina católica. Y en esta difícil situación que vivimos con la guerra en Ucrania, el Santo Padre se ha involucrado tanto en doctrina moral como en opinión política contingente. ¿Y cómo lo ha hecho? ¿Lo ha hecho bien o mal? ¿Lo hubiera hecho mejor otro Papa, con otras características personales, con otra formación teológica, con otra prudencia en su labor docente, con otros asesores, con otro temperamento? Quizás sí, quizás no. El hecho es que Francisco es hoy Pedro, y es a sus palabras y acciones a las que debemos recurrir para encontrar orientación en la tempestad.
   
La consagración de Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María
   
----------Hoy, viernes 25 de marzo, Solemnidad de la Anunciación de María, el papa Francisco, a petición de los Obispos de Ucrania, y "acogiendo también numerosas peticiones del Pueblo de Dios", como dice en su reciente Carta al colegio episcopal, consagrará Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María, con una bellísima oración cuyo Texto conocemos Este acto de gran relieve del Santo Padre se presenta muy significativo y oportuno en estos días en los cuales el mundo está angustiado por el temor a un recrudecimiento del conflicto y nuestros corazones están desgarrados por la muerte, el sufrimiento y la crueldad padecidos por tantos ciudadanos ucranianos inermes, que ven sus hogares destruidos por la maquinaria bélica y se ven obligados a emigrar al extranjero en condiciones de extrema penuria e incertidumbre sobre el futuro.
----------De modo espontáneo, sobre todo para quienes ya llevamos un largo camino sobre esta tierra, tendemos a ver este acto del Santo Padre en línea con el famoso mensaje de Fátima de 1917. Sin embargo, el papa Francisco en ningún momento ha hecho referencia a aquel acontecimiento de hace más de un siglo. Hayan sido como hayan sido las respuestas dadas a aquel añoso mensaje del cielo, aquello se trata del pasado, y nosotros somos católicos de este tiempo, que son otros tiempos, con sus propias y particulares exigencias, y debemos abordar nuestras propias responsabilidades en el tiempo que Dios nos ha regalado.
----------Por cierto, en aquel famoso mensaje Nuestra Señora predijo claramente que Rusia habría de esparcir sus errores por el mundo, con daño para muchas naciones, exhortando entonces a confiar a Rusia a su corazón inmaculado a fin de obtener su conversión. De allí a poco (se estaba entonces en julio de 1917) el mundo habría de entender a qué se refería exactamente Nuestra Señora: indicaba la revolución comunista, que estallaría en octubre de ese mismo año, en Rusia, y se refería también al posterior intento del nuevo gobierno ateo (gobierno que se prolongó hasta 1989), de difundir el comunismo en el mundo.
----------Y Rusia llevó a cabo sus propósitos a través de un colosal aparato propagandístico, de financiamientos, de favorecimientos y de instigación de sediciones y revoluciones en muchos Estados del mundo, el primero y más importante de los cuales, en adherirse a la impía propaganda, en 1950, fue China, la cual todavía es hoy la potencia comunista más fuerte del mundo. Sin embargo, como es bien sabido, la Unión Soviética se disgregó en 1989, curiosamente cuatro siglos exactamente después del establecimiento del Patriarcado autocéfalo de Moscú en 1589, el cual, aunque cismático, tuvo muchos méritos en el pasado en cuanto a la expansión del cristianismo en el mundo, comenzando por la inmensa Siberia. ¿Una némesis histórica?
----------Sin duda, la consagración que se realizará hoy, aunque en línea con aquella pedida por Nuestra Señora en Fátima, deberá tener una entonación muy diferente, ya que hoy por hoy Rusia ya no constituye un centro de difusión del comunismo, sino que con los hechos de 1989 hemos asistido, si no a una plena conversión, cosa siempre problemática para nosotros pecadores, indudablemente a muchos signos positivos, desde el retorno del régimen parlamentario y de elecciones libres, al retorno de la propiedad privada, de la abierta profesión de fe de Putin y su amistad con el Patriarca de Moscú, a la reapertura de numerosos monasterios, al incremento de las vocaciones religiosas y sacerdotales y a la frecuencia a los sacramentos, a la reanudación de la libertad y de la literatura religiosas, a la reconstrucción de la grandiosa basílica del Salvador en Moscú, que Stalin había hecho demoler, a la remoción de estatuas y de imágenes de Lenin.
----------Ciertamente, la denuncia fatimita de la mala conducta de Rusia puede encontrar una confirmación en la crueldad de la actual invasión rusa a Ucrania, pero el mensaje de Fátima ya no parece adaptarse a la acción mucho más grave de difusión del comunismo en el mundo por obra de un régimen ateo persecutor del cristianismo. El patriarca Cirilo es demasiado sumiso frente a Putin, por lo cual las palabras de Nuestra Señora también parecen ser un recordatorio para él. En todo caso, este acto de consagración puede entenderse en sí mismo, prescindiendo del contenido preciso del mensaje de 1917. Es lo que parece sugerir indudablemente el papa Francisco, al no haber hecho mención al mensaje de hace un siglo.
----------Nos preguntamos también en este punto si no sería conveniente que los obispos católicos europeos, imitando el ejemplo del episcopado ucraniano, pidieran también al Papa la consagración de los países europeos occidentales y de la Unión Europea al Inmaculado Corazón de María.
----------¿Acaso Rusia está difundiendo en el mundo una impiedad, una corrupción moral, una apostasía del cristianismo, un desorden social, una degradación civil, que sean peores que las que están siendo difundidas por Europa occidental? ¿Acaso el tradicionalismo ortodoxo ruso, ajeno al desarrollo dogmático que tuvo lugar después de 1054, es peor que el modernismo llamado "católico" de Europa occidental? ¿Acaso no necesitaría también el episcopado alemán un buen reclamo de Nuestra Señora?
----------Sobre la base de estas consideraciones, podríamos preguntamos qué reacción encontrará el acto de consagración que hoy cumplirá el Papa, en Cirilo y en los ortodoxos rusos. Ellos, indudablemente, deberían estar agradecidos al mensaje fatimita, que consiguió en 1989 la disolución de la URSS y el retorno de la libertad religiosa, si no propiamente una plena conversión de Rusia, que Nuestra Señora no podía sino entender en el sentido de una entrada en la Iglesia Católica, sólo en la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, se encuentra la plenitud de la verdad cristiana. Sin embargo, ¿no podrían los ortodoxos preguntarse si por casualidad también los católicos europeos no tendrían necesidad de una buena filípica por parte de María? ¿Y por qué, antes de consagrar Rusia y Ucrania, no se consagran ellos mismos?, podrían decir.
----------Sea como sea, de todos modos es bella la idea del Romano Pontífice de asociar en la consagración a Ucrania y Rusia, naciones hermanas desde el Medioevo, entrambas herederas de una historia común de vida cristiana, dos pueblos nacidos de uno solo, los Ucranios, a los cuales se les dio originariamente el nombre de "Russi" (Rus), con capital en Kiev, residencia de san Vladimiro [956.1015], llamado rex russorum, el cual en 988 hizo bautizar a su pueblo, como recordó san Juan Pablo II en dos importantes documentos de 1988, que conmemoraron el milésimo aniversario del Bautismo de la Rus (Rusia) de Kiev.
----------Aquella vez san Juan Pablo II recordó con profunda nostalgia cómo en tiempos de Vladimiro I de Kiev, la Iglesia ucraniana aún estaba unida a Roma. Fue en cambio en el siglo XII cuando Kiev se separó de Roma para seguir el cisma constantinopolitano, seguida, a su vez, como sabemos, por Moscú. Ojalá que la consagración a Nuestra Señora favorezca una fuerte reanudación del diálogo ecuménico entre Roma y Moscú, y también en el interior del mismo mundo ortodoxo, en particular entre el Patriarcado de Kiev y el Patriarcado de Moscú, lamentablemente en ruptura tras la declarada autocefalia del primero respecto del segundo.
----------Lo que hoy llamamos "Rusia" es una nación nacida de una escisión eclesiástica y política de un solo pueblo originario nacido en el territorio de la actual Ucrania. Pero el nombre originario de "ruso" pertenece al pueblo ucraniano. De manera similar puede decirse de la forma en que nació el patriarcado de Moscú. Él deriva de la diócesis de Kiev, en cuanto que, en 1299 el metropolita Máximo transfirió la sede de la metrópolis de Kiev, totalmente destruida por los tártaros, a Vladimir, en la región del Volga. El sucesor de Maximo, Pedro, a su vez la transfirió a Moscú. Y fue así que nació el Patriarcado de Moscú.
----------Luego Kiev fue reconstruída y se unió, como patriarcado, al patriarcado de Moscú, que sin embargo tenía el título de metrópoli de Kiev y de todas las Rusias, con primacía sobre Kiev en 1589, cuando Moscú devino independiente del patriarcado de Constantinopla. De aquí los estrechos vínculos histórico-nacionales-culturales-religiosos que unen a los dos pueblos ucraniano y ruso, nacidos de un mismo pueblo y de un mismo Bautismo, por lo cual se nos aparece tanto más desgarradora y escandalosa esta guerra fratricida, que con razón el Santo Padre ha llamado "guerra entre cristianos", si es verdad que Cristo ha dicho que se reconocen sus discípulos por el amor recíproco con el cual se aman. Uno podría preguntarse adónde ha ido este amor.
   
Una primera posición del Papa frente a esta guerra
   
----------Por todo los motivos indicados hasta aquí, es que según me parece el Romano Pontífice ha definido esta guerra como una "locura", es decir, un conflicto donde lamentablemente ni de una parte ni de la otra brilla la luz de la razón, y donde las almas son arrebatadas por el odio, por la violencia y por la crueldad, aunque existan víctimas inocentes de ambas partes. Por eso, el Papa ha excluído la presencia en los beligerantes de intereses legítimos y ha hablado en cambio de "intereses de parte", o sea partidistas, es decir, de parcialidad o partidismo de un lado y del otro. Es necesario que juntos depongan las armas.
----------Mi fuerte sospecha (y no sólo mía naturalmente), es que detrás de ambos bandos, la OTAN y Rusia, y detrás de las razones verdaderas o falsas esgrimidas por ellos, avivando el fuego esté la sombra siniestra e inquietante de muy bien conocidos y potentísimos personajes, como son los restrictísimos grupos financieros capitalistas, actuando en competencia entre ellos, vale decir, los predicadores del Nuevo Orden Mundial, falsos filántropos, deseosos solo de poner sus manos sobre las riquezas de Ucrania.
----------Es necesario, entonces, que los Estados Unidos y la OTAN por una parte, y Rusia y China por la otra, se interroguen seriamente sobre el sentido que pueden tener sus respectivos arsenales atómicos y si más bien no convenga, ante todo para la entera humanidad y para todos los Estados del mundo, confiar la protección de sus propios intereses y de la propia seguridad, a la Organización de las Naciones Unidas, en cuanto única y legítima autoridad internacional supranacional encargada y autorizada por los propios Estados electores para disponer de la necesario fuerza pública militar, encaminada a hacer repetar la ley y el bien común por parte de aquellos Estados, fueran grandes o pequeños, que demuestren con abusos, crímenes o actos de violencia, que están faltando a su deber para con la comunidad internacional.
----------Es justo y razonable mediar para conjurar, en nombre de Dios, a deponer las armas y a recurrir primeramente a la negociación. Pero es necesario que el mediador de paz haga algo más: debe indagar con la máxima atención y amor por la verdad, sobre la base de buenas informaciones, el significado de las posiciones de los dos beligerantes; el mediador debe entrar en sus corazones y en sus conciencias y debe evidenciar los motivos profundos que los inducen a combatir entre sí. El mediador debe hacerlos razonar, poner a ambs bandos delante de sus responsabilidades, de modo que sean comparadas las razones y los agravios del uno y del otro, y sobre la base de los valores comunes comúnmente aceptados.
----------Si el mediador de paz tiene que elegir un partido, debe ser sólo a favor de la justicia, pero con respecto a todo lo demás el mediador debe estar atento y tener cuidado a no tomar ningún partido movido por intereses personales o por pasión, de una parte contra la otra, sino que debe mantenerse al margen y por encima, más allá de las partes, en el orden de aquello que une y no de aquello que divide, con objetividad, imparcialidad y serenidad. Sólo así el mediador se atraerá la estima y la confianza de ambas partes y obtendrá que los dos bandos cesen en el conflicto y logren llegar a un acuerdo.
----------Ejemplo fúlgido para un Papa son las palabras persuasivas y resolutorias que san Juan XXIII supo dirigir en su sentido mensaje a Kennedy y Khrushchev en 1962, en ocasión de la crisis de Cuba.
   
La doctrina y la cuestión teológica de la guerra justa
   
----------En su muy reciente mensaje al patriarca Cirilo, el papa Francisco ha aclarado su posición frente a la guerra actual. Ha reiterado su tesis de que no existe una guerra justa. Pero es necesario entender lo que el Papa quiere decir con la palabra "guerra". Es evidente que el Papa usa la palabra "guerra" en el sentido de odio, crueldad, agresión, violencia, asesinato, masacre, destrucción. El Papa no se refiere al puro y simple uso de las fuerzas armadas de un Estado contra las de otro. Y entonces necesariamente la guerra entendida en este sentido debe ser condenada. ¿Pero acaso se puede imaginar que al condenar el Papa la guerra, quiera decir que todos los Estados del mundo deben abolir sus fuerzas armadas?
----------En realidad el papa Francisco no sostiene en absoluto, como nos quisieran hacer creer los pacifistas modernistas o hinduistas, este tipo de pacifismo vil e indigno y cobarde, que nada tiene que ver con la cristiana mansedumbre, que no construye la paz, sino que es un simple descargo de responsabilidad, porque deja al oprimido a merced del opresor, deja a un pueblo en las manos de un dictador e impide al agredido defenderse del agresor, tal vez con la cita de la famosa "bofetada en la mejilla".
----------Una cosa es la guerra y otra cosa son los crímenes de guerra. La guerra no es un crimen por el simple hecho de ser guerra. El crimen de guerra es precisamente la violación de la conducta que el militar está obligado a tener en el cumplimiento de su deber de combatir por la justicia y con justicia.
----------Por consiguiente, para juzgar la existencia fáctica de los crímenes de guerra, no basta la pura y simple existencia de una guerra o de un conflicto armado entre Estados, sino que es necesario ver detenidamente, en un caso o en otro, cuáles son los motivos, las causas, los fines, las razones, las modalidades y las circunstancias de esa determinada acción de guerra y de la misma guerra. Si un Estado hace uso de sus fuerzas armadas para defenderse de un Estado agresor o libera con la fuerza militar al pueblo de otro Estado oprimido por una tiranía o se reclama un territorio ocupado por otro Estado o defiende a otro Estado oprimido por un Estado más fuerte, no solo no está haciendo nada malo, sino que hace una obra de justicia. De lo contrario, confundiríamos a los héroes con los asesinos, a las víctimas con los verdugos.
----------Por supuesto que la guerra es una acción colectiva delicadísima y extremadamente compleja, de suma responsabilidad, justificable sólo por motivos gravísimos, sólo por la libertad o la salvación de la patria, de gravísimo peso moral, e incidencia social, que involucra a todo el pueblo o nación. La guerra es decisión de pura competencia del Estado, y que puede por lo tanto ser convocada, organizada, movida, declarada y conducida únicamente por las fuerzas armadas del Estado. La así llamada guerra civil, para poder estar justificada, debe de algún modo ser reconducida a estos principios, aunque imperfectamente.
----------La guerra, por tanto, está regulada por severas normas jurídicas (el denominado código de guerra, o código militar), que configuran la llamada guerra justa. Se trata de normas que están en el fundamento de la constitución y funcionamiento del tribunal militar. Estas normas establecen los objetivos a alcanzar, que deben ser exclusivamente militares, los deberes y la disciplina de las tropas, las acciones y las armas prohibidas, el tratamiento de los prisioneros, las condiciones de la rendición y de la victoria.
----------En esta cuestión, el fiel católico debe recordar que el Concilio Vaticano II admite claramente la posibilidad de la guerra justa: "Una vez agotados todos los recursos pacíficos de la diplomacia, no se podrá negar el derecho de legítima defensa a los gobiernos. A los jefes de Estado y a cuantos participan en los cargos de gobierno les incumbe el deber de proteger la seguridad de los pueblos a ellos confiados, actuando con suma responsabilidad en asunto tan grave. Pero una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra muy distinta querer someter a otras naciones" (constitución Gaudium et Spes, n.79).
----------En estas enseñanzas del Concilio, es evidente la distinción entre guerra justa y guerra injusta, y entre justo e injusto uso de las armas o de la fuerza militar. Por lo tanto, las palabras del papa Francisco deben ser interpretadas dentro de este marco, que constituye doctrina de la Iglesia, no fuera de este marco.
----------Por lo tanto, no es en modo alguno verdad, como sostienen los pacifistas modernistas, en línea con la masonería y el optimismo rousseauniano, que todas las disputas entre Estados pueden y deben ser resueltas solo por vía diplomática y pacífica. Esta es una peligrosa utopía, que, bien lejos de obtener siempre la solución del conflicto, genera una vil aquiescencia a la injusticia sufrida por sí o por otros cohonestando y legalizando la acción del opresor, bien complacido de continuar con sus crímenes.
----------El pacifismo modernista ignora las consecuencias del pecado original, por las cuales los Estados tienden a realizar acciones inicuas en perjuicio de otro Estado, por lo cual la autoridad estatal, el gobernante, en los casos en los cuales no se encontraran medios pacíficos para disuadir al otro Estado de causar daño, está autorizado a recurrir a las armas, según el dictado antes citado del Concilio Vaticano II.
----------Y tampoco es en modo alguno verdad que Dios no quiera las guerras con el pretexto de que es el Dios de la paz: bastaría recordar las guerras de Israel, narradas por la Sagrada Escritura, guerras queridas por el Señor. Aquí también es necesario decir que no es que Dios no quiera la guerra como tal, sino que no quiere la guerra injusta, es decir, por motivos de odio, de rivalidad, de dominación o de rapiña.
----------Pero Dios quiere en cambio que el débil sea arrebatado de las manos del más fuerte, que el oprimido escape a la prepotencia del opresor, que el explotado sea libre del explotador, que el robado recupere la posesión de lo que le pertenece. Y esto a menudo no se puede lograr sino con la fuerza.
----------Existe un pacifismo cristiano que nada tiene que ver con el pacifismo de los que se rinden al enemigo o toleran su acción o desertan de la batalla. Por el contrario, la paz no es un simple dato de hecho o el comportamiento vergonzosamente pasivo de quien no quiere tener problemas o de quien quiere pecar en paz o de quien es indiferente a las injusticias padecidas por los demás o de quien adula a los poderosos o de quien está apegado a sus propias comodidades o de quien hace el doble juego.
----------Por otra parte, la concepción cristiana acerca de la acción moral tiene una clara tonalidad agonística y combativa junto a un aspecto más habitual de mansedumbre y dulzura. En efecto, en la visión cristiana, la conducta armoniosa y pacífica no es tanto el efecto de una inclinación natural, sino ante todo una ardua, fatigosa y gradual conquista, es el resultado siempre imperfecto en esta vida, de una victoria, con la ayuda de la gracia, sobre fuerzas contrarias, que la ascética tradicional designa con cuatro enemigos: el pecado, la carne, el mundo y el demonio. La batalla del cristiano es ante todo espiritual e interior, pero también tiene un aspecto físico y externo, social. Y aquí es posible y lícito ubicar el conflicto bélico, según lo explica la teología moral, y lo enseña la Iglesia, como hemos visto en la doctrina del Concilio Vaticano II.
----------El cristiano tiene su propio concepto de la paz, la verdadera paz, que, como enseña Nuestro Señor Jesucristo, no es aquella paz que da el mundo. Ciertamente, también para el cristiano la guerra y la paz se excluyen mutuamente. Pero tal exclusión debe entenderse bien, porque en realidad para el cristiano la guerra, una cierta guerra, aquella precisamente a la cual he mencionado más arriba, puede y debe servir para procurar la paz. En esto no se equivocaron los antiguos Romanos: si vis pacem, para bellum.
----------Por consiguiente, la paz no se obtiene sólo con medios pacíficos, sino, como dice el Concilio Vaticano II, si es necesario, también con la guerra, es decir, con la coerción o el uso de la fuerza. Esta es, precisamente, la guerra justa. Es la guerra contra los enemigos de la paz. Si no se gana esta guerra, la paz es imposible o es falsa. En efecto, también existe una falsa paz, aquella que da el mundo: pecar tranquilamente, estar en paz con los enemigos de la justicia, estar en paz siendo indiferentes del prójimo, una paz exterior sin la paz del alma. No es verdadera paz. El cristiano, en cambio, que combate por la justicia, está en la paz.
   
Una segunda posición del Papa frente a esta guerra. El guía en la tempestad
   
----------En este torbellino que hoy nos trastorna con hechos trágicos, con mensajes contradictorios y confusos, con acusaciones recíprocas, con un cruzarse tumultuoso y discordante de intervenciones de políticos, de militares, de publicistas y de jefes de Estado, que se superponen tumultuosamente, en la angustia de lo que puede suceder de un momento al otro, tanto que parece hayamos precipitado en un círculo del infierno dantesco, dos figuras religiosas emergen luminosas para hablarnos en el nombre de Cristo: el papa Francisco y el patriarca de Moscú, Cirilo. Los protagonistas son ellos; no es Biden, no es Zelensky, no es Putin.
----------El papa Francisco, Pastor universal de la Iglesia; está en el "pulmón izquierdo" de Europa, como decía el papa san Juan Pablo II. El papa Francisco, con todos los canales de información de los cuales dispone, dotado como está del carisma doctrinal y pastoral de Pedro, por su larga experiencia de hombre y de pastor, está en grado de discernir o comprender las intenciones y los motivos de fondo, quizás perversos, tal vez diabólicos, de esta guerra, y está en su poder el exorcizarlos. En efecto es así, por cuanto en las guerras siempre hay una dosis de locura o tal vez incluso de demoníaco. No olvidemos que las guerras son conducidas por seres humanos, que saben que deben rendir cuenta a Dios. Y Dios es más fuerte que Satanás.
----------El papa Francisco, después de haberse expresado en términos de una indiscriminada condena de la guerra, tal como he indicado anteriormente, en el mensaje de video que él ha enviado al patriarca Cirilo el 16 de marzo pasado, en cambio, se ha presentado como velado acusador de Putin, que arriesga, como ha dicho el Papa, con "reducir las ciudades ucranianas a cementerios", mientras que sabemos cómo Cirilo, en dos recientes discursos, había dejado entender que apoyaba a Putin, citando los sufrimientos del Donbass a partir del 2014, donde la guerra civil entre pro-rusos y contrarios a Rusia había hecho 14.000 muertos. Se trata de dos posturas prudenciales, opinables y argumentables ambas. ¿Cuál de las dos es la más convincente?
----------Me persuade la posición del Papa, compartida recientemente por una votación en la ONU expresada por 140 Estados. Notamos, sin embargo, que al expresar estas tomas de posición, un Papa no es infalible, tratándose de una cuestión práctica y no doctrinal. En cambio, sobre la cuestión de la guerra justa, las palabras de Francisco deben ser interpretadas a la luz del Vaticano II, que es doctrina infalible.
----------Respecto a Cirilo, él es Pastor de una Iglesia que se ha separado de Roma hace 1000 años. Ciertamente es conmovedor ver a Cirilo en hábitos pontificales sosteniendo un candelabro con dos velas en una mano y otro candelabro con tres velas en la otra mano. ¿De qué se trata? Son respectivamente el símbolo de las dos naturalezas de Cristo y de la Santísima Trinidad. Precisamente aquello que nos mantiene unidos a todos los cristianos. Pues bien, de eso se trata: la paz debe construirse en torno a estos valores.
----------Hemos visto así al patriarca Cirilo frente al Vicario de Cristo, y la historia parece haber dado un salto de mil años, con una multitud de recuerdos y de sentimientos que seguramente se superponen en nuestras almas: la Santa Rusia, los santos Cirilo y Metodio, santa Sofía en Constantinopla, los iconos bizantinos de la Virgen, Nuestra Señora de Vladimir, la Trinidad de Rubliov, los místicos rusos, la Historia del peregrino ruso, el himno Akàthistos, el Monte Athos, los Padres griegos, los grandes escritores, filósofos, teólogos y músicos rusos, los mártires del comunismo, las iglesias bizantinas y la Virgen Griega en Ravenna, el Icono de la Virgen de San Luca en Bolonia, procedente del "Oriente místico". El otro "pulmón" de Europa.
----------Por tanto, pidamos hoy al Espíritu de Cristo, Príncipe de la Paz y vencedor de Satanás, que por intercesión de María Reina de la Paz, inspire al papa Francisco, Papa de Roma, Padre de Cirilo, Patriarca de Moscú, la Tercera Roma, no arriba sino abajo, palabras de reconciliación, que penetren en la conciencia, "hasta la raíz del alma y del espíritu", para "escudriñar los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4,12), de los cuales salen las aspiraciones hacia la paz y en los cuales descienda el Espíritu de la paz.

10 comentarios:

  1. Querido padre Filemón,
    tras conocer lo dicho por el papa Francisco en la audiencia general del pasado miércoles 23 de marzo, me siento afortunada de haber encontrado una guía interpretativa en este blog.
    Porque si no hubiera alcanzado a distinguir (gracias a lo que he llegado a comprender en gran medida gracias a usted) cuando el Papa habla como Maestro de la Fe, de cuando opina privadamente, me hubiera escandalizado por lo que ha dicho en esa audiencia: "El odio y la rabia contra la guerra yo lo aprendí de mi abuelo que combatió en el Piave, en 1914: él me transmitió esta rabia a la guerra. Porque me contó los sufrimientos de una guerra".
    Creo que quien siente "odio" por la guerra, es porque desconoce la necesidad que a veces hay de la guerra justa, como usted muy bien lo ha explicado, y bien lo enseña el Concilio Vaticano II. O bien, lo que en las palabras del Papa se nota es la confusión entre "guerra" y "crímenes de guerra".

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    1. Querida Herminia,
      también aquí esta indignación y odio del Papa por la guerra, debe entenderse en relación con la guerra entendida como desfogue de odio, de violencia y de crueldad, con todos los sufrimientos que padecen las víctimas de estos crímenes. La Biblia conoce la guerra entendida en este sentido, como un mal del cual seremos librados en el paraíso del cielo. Por otra parte, es humana la repugnancia por el sufrimiento, aunque debemos considerar, sin embargo, que el sufrimiento que padece el soldado por la defensa de la patria y el que inflige al enemigo de la patria es acto de justicia. Indudablemente la Biblia, seguida de la doctrina de la Iglesia, conoce también la guerra justa, incluso querida por Dios, defensor de los débiles, libertador de los oprimidos, vengador de los ofendidos.

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  2. Estimado padre Filemón,
    comprendo la intención que usted tiene de salvar en el Papa la defensa de la doctrina de la Iglesia acerca de la guerra justa, y también comprendo que de un Sucesor de Pedro no podemos menos que esperar otra cosa que la infalibilidad en doctrinas de la Iglesia como la de la guerra justa (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes n.79), pero mi recta intención de católico choca ante afirmaciones como las siguientes, del Papa en su conversación con el patriarca Cirilo:
    "Una vez incluso nuestras Iglesias hablaron de guerra santa o de guerra justa. Hoy no podemos hablar así. La conciencia cristiana se ha desarrollado sobre la importancia de la paz. … Las guerras son siempre injustas. Porque es el pueblo de Dios quien paga el precio. Nuestros corazones no pueden dejar de llorar frente a los niños, frente a las mujeres asesinadas, frente a todas las víctimas de la guerra. La guerra nunca es el camino".
    Por favor, padre Filemón, ¿cómo puede usted explicarme en un Romano Pontífice afirmaciones de este género?
    Gracias.

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    1. Estimado Mauro,
      las palabras del Papa pueden ser referidas a la guerra atómica. En este sentido es claro que no se puede hablar de guerra justa, por el hecho de que, aunque se admita una causa justa como es por ejemplo la defensa de la patria de una amenaza atómica, la patria que se ve amenazada (pensemos por ejemplo en los Estados Unidos), posee un arsenal atómico y al mismo tiempo no dispone de una defensa antinuclear. En este caso, una respuesta atómica sería un exceso de defensa, mientras que, al mismo tiempo, no existe defensa contra un ataque nuclear.
      En este punto sólo nos queda recurrir a las armas convencionales, como enseña Gaudium et Spes, en el n. 79. Esta es doctrina infalible, mientras que la posición del papa Francisco, que se desvía de esta enseñanza, se puede considerar como opinión de doctor privado.
      Cabe señalar, de todas maneras, que el papa Francisco quiere expresar todo su horror por la violencia que, en todo caso, en cualquier guerra, incluso en la guerra justa, es perpetrada, aunque sea en modo accidental y no intencional, de lo contrario tendríamos una guerra injusta.

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  3. Estimado Padre,
    su interpretación es lógica, y la comparto.
    Incluso se me ocurre una razón simple para comprender que el Papa no se refiere a la guerra en general, sino a la guerra injusta.
    ¿Acaso el papa Francisco pudo en su conversación con Zelensky, pedirle que renuncie Ucrania a defenderse? ¿Acaso pudo pedirle a Zelensky que renuncie a hacer la guerra defensiva contra Rusia, que deponga las armas y se someta a los dictados de Rusia? Por lo tanto, en los hechos, el papa Francisco está admitiendo la licitud de la guerra defensiva.

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    1. Estimado M. Argerami,
      creo que esta polémica del Papa contra la guerra debe entenderse en el sentido de cuáles son los horrores de la guerra. Sobre esto todos estamos de acuerdo, y en este sentido no podemos sino condenar la guerra, y por eso los profetas predicen que no habrá más guerras en el reino mesiánico. Pero no podemos pensar que el Papa no apruebe el uso de la fuerza para la defensa o para la libertad de la Patria o para liberar a un pueblo de la tiranía.
      Para denominar lo que nosotros llamamos guerra justa o guerra de legítima defensa, se podría pensar en usar alguna otra expresión, como por ejemplo "intervención humanitaria" u "operación militar". Creo que el Papa haría bien en aclarar en este sentido, porque de lo contrario sus palabras se prestan a ser criticadas en el sentido que Ud. dice.

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  4. Aquí se dice que: "tendemos a ver este acto del Santo Padre en línea con el famoso mensaje de Fátima de 1917. Sin embargo, el papa Francisco en ningún momento ha hecho referencia a aquel acontecimiento de hace más de un siglo. Hayan sido como hayan sido las respuestas dadas a aquel añoso mensaje del cielo, aquello se trata del pasado, y nosotros somos católicos de este tiempo, que son otros tiempos, con sus propias y particulares exigencias, y debemos abordar nuestras propias responsabilidades en el tiempo que Dios nos ha regalado".
    Comparto su postura.
    Y veo cómo lamentablemente los cristianos del ámbito "pasadista" (como dice usted) se han plegado a esta iniciativa del papa Francisco por consagrar Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, como si se tratara meramente del cumplimiento de aquel pedido de la Virgen en 1917. Las discusiones en el ámbito tradicionalista, por ende, se han dado estos días con ridiculez y mezquindad, focalizados en el pasado, como no podía esperarse de otra manera: que si está bien o está mal consagrar a Ucrania junto con Rusia, que si falta esto, o si falta aquello, que no se hace como la Virgen ha pedido, etc. etc.
    Lamentable. Para llorar.
    Y también es lamentable ver a los seguidores de Lefebvre aprobar la iniciativa del Papa a partir de su fatimismo cuasi-idolátrico o cuasi-mágico. ¿No harían mejor en plegarse al Romano Pontífice cuando les pide aceptar la infalible doctrina del Concilio Vaticano II para ser verdaderamente y plenamente católicos?

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    1. Anónimo, comparto su posición. Distingamos: 1) fatimismo, y 2) eventual aceptación del mensaje de Fátima. La segunda actitud es lícita, y hasta recomendable. La primera es magia e idolatría, y lleva a delirios como los que se han visto en estos días.

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    2. Estimado Anónimo,
      comparto sus consideraciones.
      Mi esperanza es que los pasadistas lleguen a apreciar el valor del Concilio Vaticano II. En este sentido, podemos pensar en otros cristianos ultra-conservadores, como los ortodoxos orientales, y nutrir también hacia ellos la esperanza de que algún día lleguen a la plena comunión con la Iglesia de Roma.
      De hecho, si los pasadistas todavía están detenidos en el Concilio Vaticano I de 1870, algunos ortodoxos todavía están detenidos en el IV Concilio Constantinopolitano del 869.
      Por eso es importante llevar a plena implementación el Concilio Vaticano II y un buen ecumenismo.

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    3. Estimado Ross Poldark,
      en líneas generales, concuerdo con la distinción que usted hace.
      La libertad con la que un católico puede o no creer en tal o cual revelación privada, no puede ser considerada libertad para adscribir a creencias que, como usted dice, son cuasi-mágicas o cuasi-idolátricas.

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