miércoles, 16 de marzo de 2022

La Compañía de Jesús y la traición al carisma ignaciano (2/2)

La historia de la Compañía de Jesús en la Iglesia, sobre todo por lo que ponen de manifiesto estas últimas décadas, es un itinerario de ascenso y de caída, de la que ha sido y debiera seguir siendo una gran orden religiosa. El papa Francisco, hijo también de san Ignacio de Loyola, ha hablado el pasado sábado a los Jesuitas, sabiendo bien a quién les hablaba, qué debía decirles, y dando claro sentido a sus palabras.

Francisco Suárez
   
----------Para Francisco Suárez [1548-1617] la fundamental propiedad de la Esencia divina no es, como para santo Tomás de Aquino [1225-1274], la simplicidad (Summa Theologiae, I, q.3), porque Suárez rechaza la distinción tomista, en la criatura, entre esencia (essentia) y ser (esse) o existencia. De aquí se sigue que para Tomás la Esencia divina, privada de esa fundamental composición, que caracteriza a la criatura, es absolutamente simple, se caracteriza por la simplicidad. Apoyándose en Ex 3,14, identificando en Dios esencia y ser, define la Esencia divina como puro, simplicísimo Ser: ipsum Esse per se subsistens.
----------A diferencia de lo enseñado por santo Tomás de Aquino, para Suárez el ser, como también para el beato Juan Duns Scoto [1266-1308], es simple como tal, no sólo en Dios, sino en toda criatura. Por ello, Suárez va a buscar otro criterio para distinguir al Creador de la creatura; y retoma el criterio de Scoto, es decir, la distinción entre lo finito y lo infinito, pero añade la aseidad (aseitas: esse a se).
----------Así, Dios tiene el ser a sí, existe a sí y por sí, es absolutamente independiente, mientras que la criatura tiene el esse ab alio, existe a causa de otro. Tres siglos después, Karl Marx [1818-1883] asignará la aseidad al hombre. El hombre empírico, dice Marx, como especie (Gattungswesen) existe por sí, no depende de nada ni de nadie y no tiene necesidad de ser causado o creado por nadie. Por lo tanto, no debemos preguntar por qué existe el hombre. El hombre existe, punto y basta, así como no preguntamos por qué existe Dios. El individuo es relativo a la especie, pero la especie es lo absoluto. En todo caso, según Marx, podemos preguntar quién ha inventado a Dios. Y la respuesta es bien conocida por todos.
----------Aseidad quiere decir, entonces, absoluta libertad, como en Duns Scoto. Vemos de este modo la impronta voluntarista, que es característica muy distintiva de la espiritualidad ignaciana. Suárez, naturalmente, también da importancia al intelecto, y del mismo modo lo hacía san Ignacio de Loyola, quien recomendaba a santo Tomás de Aquino en el plan de estudios para la formación filosófica y teológica de sus hijos.
----------Pero basta suprimir la necesidad y la universalidad de la esencia en beneficio de la libertad, para llegar a Guillermo de Ockham [1285-1347], y de Ockham se pasa a Martín Lutero [1483-1546]. Esto probablemente explica la simpatía que los luteranos tenían por Suárez, pero no por Tomás. Los jesuitas fueron muy combativos contra las herejías de Lutero. Piénsese, entre muchos otros, en un san Pedro Canisio [1521-1597]. Pero no había necesidad del Concilio Vaticano II para que ellos buscaran el diálogo con los luteranos.
----------Un moderado aspecto voluntarista existe ya en san Ignacio, con su mística activa de la unión afectiva con Cristo, contemplativus in actione. El mismo famoso lema ad maiorem Dei gloriam, no es ciertamente el hegeliano "progreso" en Dios o de Dios. Está claro que esta "gloria de Dios" son sus obras en las criaturas, obras que deben ser siempre mejores, más avanzadas, sin estancamientos, sin lentitudes ni timidez. El dinamismo del Jesuita es proverbial, es el impulso del amor. Caritas Christi urget nos.
----------De aquí se ve que la espiritualidad ignaciana y la espiritualidad dominicana están hechas para complementarse entre sí. Entrambas nacen y se fundan sobre la moción del Espíritu Santo. Entrambas unen acción y contemplación. Sin embargo, mientras el Dominico acentua la perspectiva contemplativa de la visión del Padre, mediada por Cristo, el Jesuita ve al Padre en su unión afectiva con Cristo.
   
Luis de Molina
   
----------El voluntarismo ignaciano se encuentra en el famoso teólogo jesuita español de finales del siglo XVI, Luis de Molina [1535-1600], quien pone la "concordia del libre albedrío con la gracia" no en el hecho, como enseña santo Tomás, de que la gracia mueve el acto libre a cumplir el bien, sino en el hecho de que Dios prevé el acto bueno y en concomitancia con él, da la gracia. Existía claramente la voluntad de remediar la concepción luterana del "servo arbitrio", de la "sola gratia", que conducía al "iustus et peccator".
----------Pero el riesgo era de no ver ya el hecho de que el acto humano es creado por Dios y, por lo tanto, de dar demasiado poder a la voluntad humana. Hay una excesiva preocupación por salvaguardar la libertad del acto humano, como si la moción divina fuera a coartar la libertad del acto en lugar de promoverla.
----------Dios ya no aparece trascendente y creador, causa y motor eficaz de la criatura, sino que más bien aparece de modo antropomórfico como un simple y eficiente compañero de viaje, que nos ayuda en el momento oportuno. Una criatura como nosotros, solo que más fuerte y poderosa. Pongamos la hipótesis de que podamos arreglárnoslas solos, y he aquí entonces que surge el ateísmo.
----------Sea como fuere, la espiritualidad ignaciana ha producido toda una serie de grandes maestros, al menos hasta el siglo pasado, comenzando por san Roberto Belarmino [1542-1621] y Diego Álvarez de Paz [1549-1620] en los siglos XVI-XVII, san Alonso Rodríguez [1532-1617] y san Claudio de la Colombière [1641-1682], el beato Louis Lallemant [1578-1635], Jean-Joseph Surin [1600-1665] en el siglo XVII, Jean-Pierre de Caussade [1675-1751], Giovanni Battista Scaramelli [1687-1752], Jean Nicholas Grou [1731-1803] en el siglo XVIII, hasta Santiago Terrien, Augustin Poulain [1836-1919], Antonin Eymieu [1861-1933], Jean Vincent Bainvel [1858-1937] y Raúl Plus [1882-1958] en los inicios del siglo XX.
----------Hasta este momento, el itinerario espiritual sigue el esquema de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio: todo, por etapas progresivas y metódicas, se desarrolla en el ámbito de la ascética. El coronamiento místico-contemplativo es visto como una gracia extraordinaria, no necesaria para la perfección, para la salvación y para la santidad. Lo importante es reforzar la voluntad bajo el impulso de la gracia.
   
El renacimiento tomista
   
----------Mientras tanto, en el año 1814, por voluntad del papa Pío VII [1800-1823], era resucitada la Compañía de Jesús, que había sido precedentemente disuelta a fines del siglo XVIII. Habiéndose considerado los daños que la corriente intelectual del Iluminismo y la Revolución Francesa, con el consiguiente período napoleónico, habían producido a las convicciones católicas, la renacida Compañía concentró sus esfuerzos, más que sobre la espiritualidad, sobre la educación, por no decir más bien sobre la reeducación católica.
----------Figura emergente en este período de renacimiento de los estudios teológicos, fue el padre Luigi Taparelli d'Azeglio [1793-1862], quien en 1850 fundó en Nápoles La Civiltà Cattolica con otros colaboradores, entre ellos el padre Carlo Maria Curci [1809-1891] y posteriormente, como Rector del Colegio Romano, llegando a conocer la voluntad de san Ignacio de que la formación filosófica y teológica se fundara en la doctrina de santo Tomás, se entusiasmó por el Aquinate y comenzó a difundir su pensamiento. Su acción fue eficaz en la Compañía, tanto que suscitó dos fuertes temperamentos tomistas, como el padre Matteo Liberatore [1810-1892] y el padre Giovanni Maria Cornoldi [1822-1892], los cuales señalaron los errores del beato Antonio Rosmini [1797-1855], empresa que habría de llevar a la condena del Roveretano en 1887.
----------Mientras tanto, el movimiento de renacimiento tomista se extendió entusiastamente también a otras Órdenes religiosas, sobre todo, como era de esperar, a la Orden de Predicadores, a tal punto que esto motivó al papa León XIII [1878-1903], quien era ya por su cuenta un gran admirador del Aquinate, a publicar en 1879 la célebre carta encíclica Aeterni Patris, que daba nuevo y vigoroso impulso al tomismo.
----------Las Constituciones de la Compañía prescriben como tarea sagrada del Jesuita la de "defender y propagar la fe". En tal modo, desde su nacimiento, la Compañía se dedicó por un lado a la refutación de las herejías de Lutero y, por otro lado, al intento de reconducir a los luteranos al seno de la Iglesia.
----------En esta segunda obra, brilló particularmente el mencionado Pedro Canisio. Y por otra parte, muchos Jesuitas partieron hacia las misiones más lejanas y arriesgadas, aplicando ante litteram aquello que llamamos hoy "inculturación", como aparece espléndidamente por ejemplo en un Matteo Ricci [1552-1610].
----------Pero en los últimos años del siglo XIX se hizo cada vez más evidente para las mentes más atentas que la Iglesia no debía limitarse a reafirmar los valores esenciales y perennes, sino que también debía afrontar valientemente el mundo moderno, que se había vuelto muy hostil a la Iglesia. Si lo primero entraba en la obra de defensa de la fe, lo segundo era requerido para la obra de la propagación de la fe.
----------El Concilio Vaticano I había reafirmado y defendido los valores de la razón y la fe, y a la vez había condenado los errores de la modernidad. Pero ahora también era necesario prestar atención a los valores de la modernidad, que también existían, y que habían madurado después del final de la Edad Media. Y así fue como nació el modernismo. La instancia del modernismo era correcta. Pero lamentablemente los modernistas se dejaron engañar por los errores de la modernidad por la falta de un adecuado criterio de discernimiento, que habría debido ser el tomismo. Pero pensaron que Tomás de Aquino estaba superado. Así, para evaluar la modernidad, utilizaron los mismos criterios erróneos ofrecidos por la modernidad. Fue así que en cambio san Pío X [1903-1914] en la encíclica Pascendi volvió a recomendar vigorosamente al Aquinate.
   
Guido Mattiussi y Joseph Maréchal
   
----------El debate giraba sobre todo en torno a Immanuel Kant [1724-1804]. Aquí, en las primeras décadas del siglo pasado, después de la condena del modernismo, se enfrentaron duramente dos doctos jesuitas de gran valor: el filósofo padre Guido Mattiussi [1852-1925], autor de las famosas XXIV Tesis tomistas y fuerte crítico de Kant, partidario de la defensa de la fe; y el padre Joseph Maréchal [1878-1944], belga, filósofo y teólogo de la mística, que quiso hacer la tentativa de reconciliar a santo Tomás con Kant.
----------Partiendo del hecho de que Kant basa su teología sobre la razón práctica y no sobre la razón especulativa, el padre Maréchal pensó que podía utilizar como elemento de conexión entre la gnoseología de santo Tomás y la gnoseología de Kant, el factor voluntad, concibiendo la gnoseología tomista, como ya lo había hecho anteriormente su cofrade jesuita Pierre Rousselot [1878-1915], como intuición afectiva a priori, cosa que en realidad no correspondía exactamente a la auténtica visión tomista.
----------Tomás de Aquino, en realidad, distingue el juicio especulativo del afectivo. En Rousselot, en cambio, aquel era reducido a éste. Y así la mística devenía la clave para interpretar la naturaleza del conocimiento. De aquí el jesuita Karl Rahner [1904-1984] se inspirará para su "experiencia trascendental".
----------En tanto, la operación de Maréchal se puede resumir en dos tesis innovadoras. La primera es que el realismo tomista no sería una refutación, sino una superación del idealismo kantiano, porque el kantismo, como juicio de la realidad, aunque sea a priori, ya contendría en sí la exigencia de la salida realista. Según Maréchal, bastaría considerar la tendencia del intelecto hacia la verdad como fin y bien del intelecto. Por tanto, sería lícito asumir el punto de partida apriorista kantiano, en clave práctica, para superarlo en su instancia realista (la "cosa en sí"), y en tal modo se alcanzaría la realidad objetiva, que es el fin de la actividad intelectual.
----------Maréchal no se da cuenta de que el kantismo, en cuanto apriorismo, es un rechazo al realismo. La cosa en sí permanece ignota. Por lo tanto, es imposible recabar algo de lo que por principio lo rechaza. Por otra parte, es cierto que el fin del entender es el razonamiento de la verdad. Pero Maréchal confunde el movimiento del intelecto con el de la voluntad, confusión que ya se encuentra en Kant, el cual otorga a la voluntad posibilidades cognoscitivas superiores, morales y teológicas, a las del intelecto.
----------En realidad, es la voluntad, y no el intelecto, la que tiende afectivamente y concretamente a lo real. El intelecto lo capta con representación interior abstracta, recabada de los sentidos. Es la voluntad y no el intelecto la que parte del sujeto y tiende concretamente al objeto externo en sí mismo. El intelecto interioriza el objeto en una representación y así, interiormente, alcanza la realidad externa. Rahner retomará de Maréchal esta idea, de origen cartesiano, de que el pensamiento parte de sí mismo y capta lo real con un acto de voluntad.
----------La segunda innovación del padre Maréchal está en la mística, en coherencia con cuanto hemos visto ahora. No ya la mística como punto de llegada de la ascética, según el esquema de los Ejercicios Espirituales, sino la mística como punto de partida del saber ordinario, en base a la idea de que el místico lo recaba de Dios directamente y a priori: como en Kant el conocer inicia por el "Yo pienso". Y de aquí el intelecto va a las cosas. Tenemos aquí un correlativo de cuanto Maréchal sostiene en gnoseología. Y también sobre este punto, Rahner sigue a Maréchal. Por consiguiente, ya no la ascética que conduce a la mística, sino la mística como "experiencia trascendental", que se expresa en la ascética y en el saber "categorial".
   
El problema del obstáculo del rahnerismo
   
----------El problema que hoy más obstaculiza a la Compañía de Jesús en su fidelidad al Fundador y en su comunión con la Iglesia, es la nefasta y seductora influencia que todavía ejerce entre los jesuitas el rahnerismo. En las intervenciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe en los últimos treinta o cuarenta años, es fácil reconocer la crítica al rahnerismo. La Iglesia logra liberarse de las complicidades de menor peso, pero aún no ha logrado liberarse del mayor factor de malestar y de corrupción: el rahnerismo.
----------Tomemos por ejemplo dos casos significativos de intervenciones contra Jesuitas: aquella intervención contra el padre Anthony de Mello [1931-1987] y aquella contra el padre Jacques Dupuis [1923-2004]. La primera intervención, del 24 de junio de 1998, frente a lo enseñado por De Mello, dice: "se advierte un alejamiento progresivo de los contenidos esenciales de la fe cristiana. El autor sustituye la revelación acontecida en Cristo con una intuición de Dios sin forma ni imágenes, hasta llegar a hablar de Dios como de un vacío puro. Para ver a Dios haría solamente falta mirar directamente el mundo. Nada podría decirse sobre Dios; lo único que podemos saber de El es que es incognoscible. Ponerse el problema de su existencia sería ya un sinsentido. Este apofatismo radical lleva también a negar que la Biblia contenga afirmaciones válidas sobre Dios. Las palabras de la Escritura serían indicaciones que deberían servir solamente para alcanzar el silencio".
----------La segunda intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe, frente a lo enseñado por Dupuis, del 24 de enero de 2001 dice: "es contrario a la fe de la Iglesia sostener que la revelación de o en Jesucristo sea limitada, incompleta e imperfecta" (n.3). "Es contrario a la fe de la Iglesia considerar la diferentes religiones del mundo como vías complementarias a la Iglesia en orden a la salvación" (n.6).
----------El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, llegado al Pontificado como Benedicto XVI, después de muchos años de experiencia de las heridas de la Iglesia, en su discurso a la Congregación XXXV, el 21 de febrero de 2008, sabía bien a quién hablaba, sabía bien qué decir y es claro el sentido de sus palabras: "debéis haceros lealmente cargo del deber fundamental de la Iglesia de mantenerse fiel a su mandato de adherirse totalmente a la Palabra de Dios, así como de la tarea del Magisterio de conservar la verdad y la unidad de la doctrina católica en su integridad".
----------Un hijo de san Ignacio de Loyola ascendió hace nueve años al trono de Pedro. Algo que nunca había sucedido en la historia. Fue entonces que los rahnerianos pensaron que había llegado el momento de su triunfo. Llevan décadas trabajando para este objetivo, aunque por cierto podrían haber puesto sus fuerzas en una causa mejor. Sin embargo, Rahner fue apoyado y admirado ya en el Concilio por el cardenal Julius Döpfner [1913-1976]. El cardenal Karl Lehmann [1936-2018], admirador de Rahner, ha sido durante muchos años presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. En 2004, en la Universidad Lateranense de Roma, se llevó a cabo un congreso de celebración sobre Rahner. Un hijo de san Ignacio, el cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer [n.1944], es incluso el actual Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
----------Fue el canciller Konrad Adenauer [1876-1967] quien obtuvo del papa san Juan XXIII la abolición de la censura infligida por Pío XII a Rahner. Acaso el Papa hubiera podido responder mejor a su petición diciendo: "Discúlpeme, Excelencia, usted preocúpese por desempeñar bien su oficio de Jefe de Estado y deje al Papa la responsabilidad de resolver las cuestiones teológicas". Una teología, que se impone con la fuerza del poder político, no parece precisamente la mejor motivada por las más altas razones "sobrenaturales".
----------De modo que con la llegada del Papa Jesuita, los rahnerianos pensaban con emoción que estaban ahora a solo unos pocos pasos de la ansiada meta. Ellos presionaban y todavía presionan con todas las artes y medios al Papa con quién sabe qué halagos, con quien sabe qué secretos deseos de venganza, con quien sabe qué capciosos argumentos, con quien sabe qué astutas consideraciones, hipócritas preocupaciones, dándose aires de víctimas, formulando falsas promesas, tentándolo con espejismos de giros epocales, reorganización de la Curia, palingénesis de la Iglesia, consensos internacionales, fantasiosos nuevos pentecostés, ayuda a los pobres, rescate de los oprimidos, subvenciones económicas, grandiosos saltos hacia el futuro, victoria sobre los reaccionarios y rígidos. De hecho, en 2016 y 2017 los rahnerianos le proponían a Francisco, como ocasión para una solemne alabanza a Rahner, las celebraciones de la "Reforma" luterana.
----------El papa Francisco los escuchó, los siguió escuchando estos nueve años, y todavía hoy los escucha. A veces les habla a ellos. El pasado sábado, en su homilía, les decía a los Jesuitas presentes y a todos los que lo escucharían o lo leerían por los medios, mientras reflexionaba sobre el Evangelio de la transfiguración de Nuestro Señor, a esos Jesuitas imbuídos acaso en el voluntarismo que caracteriza la espiritualidad ignaciana, que "es Jesús quien nos ha tomado junto a sí. Nos ha amado, nos ha elegido y nos ha llamado. En el origen está el misterio de una gracia, de una elección. Ante todo, no hemos sido nosotros quienes tomamos una decisión, sino que fue Él quien nos llamó, sin ningún mérito de nuestra parte".
----------A esos mismos Jesuitas que en estas últimas décadas han sido, no todos por supuesto, pero han sido de los que más han malinterpretado el Concilio Vaticano II y el Magisterio postconciliar, el Papa les decía el pasado sábado: "para empezar cada día, además del misterio de nuestra elección, necesitamos revivir la gracia de haber sido acogidos en la Iglesia, nuestra santa Madre jerárquica...". Ciertamente una rara expresión en Bergoglio: la Iglesia "jerárquica", y por eso mismo, más que significativa. Por cierto: el Romano Pontífice sabía bien a quién estaba hablando, sabía bien qué decir, y es claro el sentido de sus palabras.
----------A esos mismos Jesuitas, o bien a muchos de ellos, que en estas décadas olvidaron el camino ascético señalado por los Ejercicios Espirituales, que ve la mística solamente como punto de llegada de la ascética, para quedar enceguecidos por una falsa mística como punto de partida del saber, en base a ideas rahnerianas de un conocimiento apriórico de Dios, el Santo Padre les decía el sábado: "para nosotros, los jesuitas, la salida y la subida siguen un camino específico, que la montaña simboliza bien. En la Escritura, la cima de las montañas representa el borde, el límite, la frontera entre la tierra y el cielo. Y estamos llamados a salir para ir precisamente allí, al confín entre la tierra y el cielo, donde el hombre se 'enfrenta' a Dios con dificultad".
----------El Papa, entonces, ha venido escuchando estos nueve años a los rahnerianos que tanto se habían ilusionado con su ascenso al trono de Pedro, pensando que había llegado por fin el ansiado momento de las alabanzas a Rahner. El Papa los ha escuchado y los sigue escuchando, reflexiona, sonríe, reza. Invoca a Nuestra Señora de Luján. Y luego, tras un instante de silencio, no sin una pizca de sufrimiento y de paternal reproche, les dice: "Queridos amigos y cofrades, pongámonos seriamente al servicio de Dios".

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