sábado, 26 de marzo de 2022

El sentido cristiano de la vida presente (1/2)

"No tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la futura" (Heb 13,14), "porque estamos muertos, y nuestra vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios" (Col 3,3). Ciudadanos de esta tierra y ciudadanos del cielo, estando en este mundo sin ser del mundo. ¿Cuál es el sentido cristiano de la vida presente?

Si de ti me olvidara, Jerusalén
   
----------Solemos implorar a María: "A tí recurrimos los desterrados hijos de Eva... Y después de este destierro muéstranos a Jesús...", y al decir estas palabras pensamos en nuestra vida presente, en el camino que ya hemos recorrido, aún breve para los más jóvenes, ya largo o muy largo o en los últimos tramos para otros. Al recitar la Salve miramos con toda naturalidad a nuestra vida aquí abajo como un destierro, un exilio, "porque no tenemos aquí abajo una ciudad permanente, sino que buscamos la futura" (Heb 13,14).
----------Quisiera dedicar dos breves notas, la de hoy y la de mañana, a algunos pensamientos, quizás algo desordenados, sobre lo que constituye nuestra llamada "patria del cielo", la "Jerusalén celestial". "Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha; que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén" (Sal 137,5-6) Estuvimos ayer entre la tierra y el cielo, unidos al Santo Padre, implorando a la Reina del Cielo que nos mantenga unidos a su bondadoso corazón, y nos proteja en medio de las dificultades de esta vida. Sigamos meditando, entonces, un poco más en las realidades del cielo, "porque estamos muertos, y nuestra vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios" (Col 3,3).
----------Y como lo hemos venido haciendo en otras ocasiones en estos últimos meses, nos inspiraremos, aunque más no sea como pequeña palanca inicial para darnos impulso, en algunas expresiones del economista italiano Luigino Bruni, quien manifestando en los últimos tiempos ciertas aspiraciones de teólogo, ha publicado sus pininos teológicos en el diario Avvenire, a veces con algún acierto, y frecuentemente con muchos deslices y errores; pero ocurre que precisamente a partir de sus errores nosotros hemos aprendido a tomar impulso para recordarnos los fundamentos de nuestra fe y para profundizar en ellos. 
----------A Bruni, por cierto, lo hemos visto avanzar positivamente en los últimos artículos que de él hemos comentado. Hemos podido comprobar en él algún ascenso después de, por ejemplo, su escuálida conclusión en los artículos de agosto del 2020, en Avvenire, con su imagen de la "mariposa de un día" y la miope y árida apología del trabajo cotidiano, con textos en los que llevaba a cabo un proceso de disolución de los valores cristianos. Sin embargo, desde entonces, ha iniciado una hermosa y prometedora remontada, con lo cual ha despegado el vuelo no de la "mariposa de un día", sino del águila hacia ese cielo, esa "patria celestial" que había tristemente dejado de lado, tras la traición del "primer pacto de la infancia".
----------Es que Bruni no se ha rendido, ante la aparente derrota, al escepticismo y al ateísmo; con una fuerte y poderosa reconquista de conciencia, ha recobrado la fe perdida y ya desde hace varios artículos, vemos que la está redescubriendo más bella que antes, porque ha pagado o recomprado con el sufrimiento y la penitencia lo que había abandonado. Uno de estos valores es el sentido cristiano de la vida presente, que Bruni ahora representa bajo la tradicional metáfora del exilio, y a tal fin comenta el Salmo 137.
----------Quisiera que hoy tomáramos nosotros impulso para nuestra reflexión, a partir de su artículo del 8 de octubre de 2020, en Avvenire, que Bruni titula Y la canción recomenzó la vida, comentario al Salmo 137, breve composición en la cual el Salmista, que está exiliado en Babilonia, expresa con una fuerza y una convicción extraordinarias, querríamos decir a dientes apretados, gritando, su invencible recuerdo y su anhelante afecto por Jerusalén, aunque no expresa la esperanza de poder volver allí algún día.
----------Sin embargo, la invocación que dirige a Dios a fin de que castigue a los que le han obligado al destierro -"los hijos de Edom" (v.7) y la "hija de la Babilonia devastadora" (v.8)-, nos dejan entender en el desolado Salmista la esperanza de poder retornar confiando en Dios que hará justicia de los opresores.
----------Es transparente la historia veterotestamentaria del exilio babilónico como símbolo, un símbolo tradicional en el cristianismo, de la vida presente como "exilio" de la patria, según las palabras de Flp 3,20: "nuestra patria está en los cielos". Como el judío en Babilonia, el cristiano se siente un exiliado en esta tierra y en este mundo. Ha sido expulsado por Dios del paraíso terrenal a causa del pecado original, y ha sido arrancado de él a la fuerza por el demonio, al cual Adán se había sometido con el pecado.
----------También el exilio babilónico fue un castigo por los pecados del pueblo denunciados por los profetas. Sin embargo, así como no todos los judíos percibieron a Babilonia como tierra de exilio, sino que algunos, cuando se les ofreció la posibilidad de retornar, prefirieron quedarse en Babilonia, de modo similar no todos sienten la vida presente como un exilio, sino que algunos se olvidan de su verdadera patria y se asientan, se acomodan, y se enredan y apoltronan en los placeres, en las intrigas y en las ilusiones de este mundo, pensando, por el contrario, que sea ilusión la atracción y la existencia misma de una futura vida celestial. Es el engaño por el cual se había dejado confundir el mismo Bruni, y del cual ahora se ha liberado.
----------En el mencionado artículo, Bruni describe muy vívidamente el dolor del exilio en Babilonia, y la fuerte tentación que muchos judíos sintieron de abandonar al Dios de Israel, fascinados y seducidos por la refinada belleza de los dioses babilónicos. Al mismo tiempo, los exiliados ya no se sentían capaces de cantar los antiguos cánticos: "en los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras" (v.2).
----------De hecho, aquellos judíos exilados se sintieron humillados por los sarcasmos y las burlas de los cuales eran objeto por parte de los ciudadanos de Babilonia, que les pedían que cantaran los cánticos de Sión: "¡Cantádnos los cánticos de Sión!". Pero la amarga respuesta de los exiliados fue: "¿Cómo cantar los cánticos de Sion en tierra extranjera?". Y sin embargo (como nota Bruni) los más valientes y fieles, precisamente retomando sus antiguos cantos, lograron resistir la prueba y alimentar fuere como fuere la esperanza.
----------Los judíos, habituados al contacto con Dios a través del Templo, privados de esta presencia tangible y confortante, fueron sometidos en Babilonia a la dura prueba de tener que mantenerse en contacto con Dios en una forma puramente desestructurada, espiritual e invisible, alimentando la memoria, sin el aporte del lugar sagrado, de los medios sensibles, de las representaciones, de los símbolos, como el ritual del Templo, los sacrificios, las ofrendas, las reuniones sagradas, las oraciones. Pero también fue una purificación, porque el contacto con Dios se da esencialmente en el espíritu y en la interioridad.
----------Dice entonces Bruni en su artículo: "Habiendo olvidado el lenguaje de aquellos lugares, no entendemos qué cosa sea en la Biblia el exilio. Para comprender algunas de sus dimensiones, deberemos compararlo con una de nuestras más extremas experiencias: el duelo. Porque tanto en el exilio babilónico como en el duelo, está la crisis de la presencia. Y así como en los grandes lutos se tiene la experiencia del desarraigo, nos vaciamos de certezas y de valores y también corremos el riesgo de pasar con los que han pasado, de morir con los que han muerto, en ese exilio babilónico el gran desafío fue el de lograr no morir junto con la patria, con el templo destruido, con la tierra prometida, con su Dios derrotado. No es de extrañar entonces que Ezequiel llame con el mismo nombre -la 'luz de mis ojos'- a su mujer muerta y a Jerusalén destruida".
----------"Aquellos exiliados -continúa Bruni- estaban aterrorizados ante la posibilidad de que ellos pudieran olvidarse de Jerusalén y de su Dios. Estaban aterrorizados porque sentían el encanto de los dioses de aquellos ríos de Babilonia, experimentaban en carne propia la tentación de prestar sus arpas a cantos diferentes de aquellos que habían aprendido en Sion. Y, por consiguiente, se vincularon con una promesa, hecha a Dios desde lo más profundo de su alma. Las promesas son también la cuerda que vincula lo que somos hoy con lo que hemos sido ayer para salvar del precipicio lo que podemos llegar a ser mañana. Toda promesa es oración que pide al futuro el no traicionar su origen. Cuando la vida nos conduce al exilio, al principio solo queremos colgar las cítaras, tirar la pluma, callar, llorar y guardar luto. La Biblia nos dice que estos ayunos son buenos, que incluso estos mutismos son palabras de vida. Estamos desorientados, desarraigados, enajenados dentro y entre nosotros con una infinita 'nostalgia de Sión' y de ese maravilloso templo, sobre todo una infinita nostalgia del Dios que ya no existe, porque ha sido destruido por otros, por nosotros, por Dios mismo".
----------De modo similar a aquellos judíos exilados en Babilonia, el alma cristiana se siente desorientada en este mundo, el alma cristiana recuerda los cantos del Edén y siente disgusto por los cantos mundanos. Privada de los dones preternaturales, ha muerto en ella una parte de sí misma y le parece vivir aquí en las sombras de la muerte, en un "valle de lágrimas". Pero al mismo tiempo, la tendencia a pecar y la atracción del pecado, surgidas como consecuencia del pecado original, la hace ceder a las tentaciones y los afanes del mundo, inclinada a traicionar su amor por Dios y a someterse a los dioses del mundo.
----------El recuerdo de la terrible experiencia babilónica, la memoria de las violencias y de las humillaciones sufridas, permaneció por largo tiempo en el subconsciente colectivo del pueblo judío, y a tal punto que es posible encontrar huellas de este traumático recuerdo incluso en el Apocalipsis de san Juan, cuatro siglos después, donde el Apóstol tiene la visión aterradora y repulsiva de la "famosa Prostituta que está sentada a la orilla de los grandes ríos. Los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los habitantes del mundo se han embriagado con el vino de su prostitución. Entonces el ángel me llevó en espíritu al desierto, y allí vi a una mujer sentada sobre una Bestia escarlata. La Bestia estaba cubierta de leyendas blasfemas y tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en su mano una copa de oro colmada de la abominable impureza de su fornicación.
----------Sobre su frente tenía escrito este nombre misterioso: 'Babilonia la grande, la madre de todas aquellas que son las abominables prostitutas de la tierra'. Y vi que la mujer se emborrachaba con la sangre de los santos y de los testigos de Jesús... Las siete cabezas son las siete colinas, sobre las cuales está sentada la mujer. También simbolizan a siete reyes: cinco de ellos han caído, uno vive y el otro todavía no ha llegado, pero cuando llegue, durará poco tiempo. En cuanto a la Bestia que existía y ya no existe, es un octavo rey, que a su vez, pertenece al grupo de los siete y también va a su perdición" (Ap 17,1-11).
----------En el cap.18 del Apocalipsis sigue luego la particularizada e impresionante descripción del terrible castigo divino que cae sobre Babilonia. Parece evidente que Juan alude al poder de Roma, la nueva Babilonia, que dominaba en Palestina. Y la referencia a Roma parece clara en la Primera Carta de san Pedro: "Os saluda la comunidad que ha sido elegida como vosotros, que habita en Babilonia" (1 Pe 5,13).
   
El que logra cantar en el destierro, es el que resiste
   
----------Otra consideración interesante de Bruni, que favorece la posibilidad de ver en la condición del judío exiliado en Babilonia una metáfora de la vida presente del cristiano, es la conmovedora anotación de que los judíos fieles a Yahvé y a la Alianza alcanzaron, en medio de otros judíos que por el contrario cedieron, a resistir a la prueba entonando con la cítara los antiguos cánticos de Sión, su antigua patria, y así pudieron retornar a esa, su misma patria, cuando Ciro les concedió el permiso:
----------"No todos los exiliados judíos regresaron de Babilonia a Sión después del edicto de Ciro. Una parte de ellos no superó nunca ese gran luto y, por el contrario, se dejó morir. Algunos se integraron con los babilonios y ya nunca más regresaron. Retornaron, después de setenta años, sólo los hijos y los nietos de aquellos pocos que lograron retomar las liras de los sauces a lo largo de los ríos para cantar los cánticos de Sión en tierra extranjera. Retornó quien aprendió a tocar y cantar en el exilio. Todo duelo realmente termina cuando logramos todavía cantar. Los Salmos más bellos de Israel fueron compuestos cuando alguno de aquellos cantores exiliados encontró las suficientes energías espirituales para retomar las cítaras. Las sacaron de los árboles, y comenzaron de nuevo su canto. Del exilio retorna quien aprende a cantar las canciones antiguas en una tierra desconocida. Cuando un alma nueva toca la antigua cítara  y nacen otros cantos".
----------También Bruni, después del desierto de sus primeros artículos, que hemos ido comentando en los nuestros, ha retomado la cítara del "primer pacto" y ha vuelto a cantar.
   
El presente exilio, sin embargo, tiene aspectos positivos
   
----------Sin embargo, una cosa importante que debemos tener en cuenta en la historia veterotestamentaria del exilio babilónico, pero que Bruni no menciona en su artículo, es que, si bien por una parte los judíos piadosos se sienten a disgusto en Babilonia, por otra parte, el profeta Jeremías los alienta a apreciar los aspectos buenos del ambiente babilónico y a insertarse constructivamente en el contexto social y político de Babilonia, y a colaborar lealmente, en aquello que sea lícito y posible, al bien común.
----------De hecho, el profeta Jeremías escribió una carta a los exiliados en el siguiente tono: "Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel, a todos los desterrados que yo hice deportar de Jerusalén a Babilonia: Construid casas y habitadlas; plantad huertas y comed de sus frutos; casaos y tened hijos e hijas; casad a sus hijos y dad a sus hijas como esposas, para que tengan hijos e hijas: multiplicaos allí y no disminuyáis. Buscad la prosperidad del país adonde yo los he deportado, y orad al Señor en favor de él, porque de su prosperidad depende la prosperidad de vosotros" (Jer 29,4-7).
----------Este aspecto del exilio babilónico puede representar, para nosotros cristianos, ese lado de la vida presente que atenúa la amargura del exilio, porque la tierra en la que ahora vivimos ha conservado alguna semejanza con la tierra edénica y, si ella es debidamente cultivada, gobernada y cuidada por el cristiano, es una incoación y una primicia de la futura tierra de la resurrección. Actualmente la naturaleza es rebelde y hostil al hombre, y al mismo tiempo el hombre ha perdido la fuerza que antes tenía en el Edén para dominarla a su voluntad. La naturaleza volverá a estar completamente sujeta al hombre en la resurrección.
----------Después de todo, esta tierra, de modo similar a la tierra del Paraíso del Edén y la tierra de los resucitados en el Paraíso del Cielo, es siempre la misma tierra creada por Dios en tres condiciones históricamente sucesivas de su existencia: la tierra que ha hospedado a la pareja primitiva, la tierra que hospeda a la humanidad actual, y la tierra que hospedará a los resucitados. El paraíso terrenal del Edén, por lo tanto, estaba en esta tierra y esta misma tierra, transfigurada, será la tierra de los resucitados.

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