La fraternidad, aceptada o rechazada, es ancla de salvación y también de perdición. Es que la precaria situación humana universal en la vida presente genera un contínuo alternarse de períodos de paz y de períodos de guerra, que marca todo el curso de la historia y se concluirá solamente en el fin del mundo, con la separación definitiva de aquellos que han querido la fraternidad de aquellos que no la han querido, por obra de Cristo Juez.
El principio cristiano de la igualdad
----------En la misma ocasión en que Jesucristo expresó aquellas famosas palabras que recordábamos en el párrafo anterior: "no llaméis a nadie 'padre' sobre la tierra" (Mt 23,9), también enuncia el principio cristiano de la igualdad fraterna: "uno solo es vuestro maestro y vosotros sois todos hermanos" (Mt 23,8), como para decir: vosotros sois igualmente y diferentemente hermanos. Parece una contradicción; sin embargo, no lo es. Al contrario, estos dos adverbios se reclaman el uno al otro y ¡ay de contraponerlos o de elegir uno solo excluyendo al otro! Es necesario en cambio sintetizar la igualdad con la diversidad.
----------Se dicen que son iguales dos entes de equivalente nivel, de modo que el segundo ente no sea o no tenga más o menos que el primer ente, al menos proporcionalmente. En efecto, la igualdad exige que a iguales se les den cosas iguales y a diferentes cosas diferentes, según las propias necesidades de cada uno. Por ejemplo, si se da una papilla a un niño de 2 años y una porción de pollo asado a un joven de 20, decimos que se ha hecho igualdad, obviamente proporcional. Si en cambio a un trabajador que ha hecho el mismo trabajo que otro se le paga más, decimos que aquí hubo desigualdad, o sea injusticia.
----------Habiendo dicho eso, es necesario, a propósito de la hermandad, distinguir dos tipos de igualdad: una igualdad de hecho, antropológica, que es la igualdad específica, es decir, la pertenencia de cada uno a la misma especie humana, y una igualdad moral, que es efecto de la justicia. Ahora bien, a esta igualdad natural se añade una sobrenatural: la participación de todos los hermanos de fe en la misma fe. La igualdad moral debe ser la aplicación según justicia de la igualdad natural o cristiana, según cuanto sigue.
----------En efecto, expliquemos las palabras de Nuestro Señor Jesucristo: "uno solo es vuestro maestro y vosotros sois todos hermanos" (Mt 23,8), como para decir: vosotros sois igualmente y diferentemente hermanos. Pues bien, en esta fórmula, igualmente hermanos, quiere decir que cada uno debe compartir la única fe de todos; diferentemente hermanos, quiere decir que cada uno es libre y al mismo tiempo está obligado a vivir la fe a su propio modo, según los dones particulares que el Espíritu le ha dado.
----------Por el contrario, si se olvida lo igual y se mira solo lo diferente, significa que no somos capaces de abstraer lo universal de lo concreto, lo común de lo privado. Se razona a la manera de Guillermo de Ockham: lo universal se pierde y sólo queda lo singular, lo particular y lo diferente.
----------En consecuencia, al mirarse solo lo diferente, la hermandad, en su aspecto esencial y universal, se pierde, y surge un revoltijo o melaza o amasijo caótico, desordenado, forzado, voluntarista y casual de individuos anárquicos y falsamente libres, que no tienen nada esencialmente en común los unos con los otros, nace así un conflicto de todos contra todos, el famoso homo homini lupus de hobbesiana memoria.
----------Pero si se olvida lo diferente para considerar sólo lo igual, surge el igualitarismo nivelador jacobino, que se olvida completamente de la justicia proporcional, se olvida de los grados jerárquicos y de los méritos de cada uno. Lo igual se vuelve un ente de razón arbitrario y abstracto, establecido por el dictador, aquel que el papa Francisco ha denunciado como "pensamiento único", sin ninguna atención a las necesidades propias de cada uno, hostil a toda diversidad, variedad y pluralismo, considerados como rebelión e indisciplina. El conjunto de hermanos se convierte en el juntar en un depósito una cierta cantidad de productos hechos en serie a escala industrial, o en la reunión de una compañía militar que se cuadra delante del capitán.
----------El apóstol san Pablo enuncia muy claramente el principio de la igualdad cuando, en ocasión de la colecta para los pobres de Jerusalén, recuerda que no se trata de empobrecer a los donantes para ayudar a los necesitados, sino de crear igualdad. Dirigiéndose a los socorristas, les dice: "no se trata de que vosotros sufráis necesidad para que otros vivan en la abundancia, sino, por el contrario, de que haya igualdad. En el caso presente, vuestra abundancia suple la necesidad de ellos, para que un día, la abundancia de ellos supla la necesidad de vosotros. Así habrá igualdad" (2 Cor 8,13-14).
----------Precisamente, este principio de justicia proporcional es recordado también en el libro del Éxodo, en ocasión de la recolección del maná en el desierto: "ni los que recogieron más, tenían más; ni los que habían recogido poco tenían menos. Cada uno tenía lo necesario para su sustento" (Ex 16,18).
Fraternidad eremítica y fraternidad social
----------Cuarta oposición: o una vida solitaria o una vida asociada. Esto quiere decir que la fraternidad no excluye en absoluto la vida solitaria del ermitaño o del monje, ya que la fraternidad cristiana es ante todo comunión espiritual y comunicación invisible de bienes espirituales y sobrenaturales, en todo el ámbito de la Iglesia, tanto terrena, como purgante, como celestial. El solitario huye del mundo para salvarlo con las prácticas ascéticas, las observancias monásticas, las penitencias, las plegarias y los sacrificios.
----------La comunidad fraterna inserta en el mundo, en cambio, tanto la comunidad religiosa, tanto la familia, como la comunidad civil cristiana, propagan, testifican y afirman la fraternidad universal, y con ello mismo ofrecen al mundo la oportunidad y la posibilidad de elevar la propia mirada y el propio interés a aquella más alta hermandad que nos es dada por la redención de Nuestro Señor Jesucristo.
----------La inclinación al amor por los propios familiares y a la fraternidad universal ha sido insertada por el Creador en el corazón de todos. Pero, desgraciadamente, el pecado original ha envenenado también el corazón de todos, provocando con ello una tendencia al egoísmo, a la envidia, a la opresión, a la violencia y al odio, que contrasta con la tendencia sana y le crea continuamente dificultades, fracasos y frustraciones.
----------Esta precaria situación humana universal en la vida presente, consecuente al pecado original y a los pecados personales, genera un contínuo alternarse de períodos de paz y de períodos de guerra, que marca todo el curso de la historia y se concluirá solamente en el fin del mundo, con la separación definitiva de aquellos que han querido la fraternidad de aquellos que no la han querido, por obra de Cristo, Juez.
----------Cristo es el Maestro insuperable de la reconciliación de los hombres entre ellos, y al mismo tiempo con su Cruz es el operador insuperable de tal reconciliación. Un medio esencial enseñado por Cristo para este fin es el amor al enemigo: ser hermanos de quien no quiere ser hermano. Indudablemente, esto no significa prohibir la legítima defensa o el uso prudente de la fuerza y de la coerción. Sin embargo, se trata de una norma sapientísima para poder atenuar los golpes del enemigo, para hacernos apreciar sus lados buenos, para hacernos soportar pacientemente su insolencia, para impulsar al enemigo a la reflexión y al arrepentimiento con nuestra mansedumbre, para curar su odio con nuestro amar.
En los orígenes de la fraternidad cristiana
----------Habríamos esperado que Luigino Bruni (en el artículo del Avvenire al que aquí de tanto en tanto hemos venido refiriendo) se detuviera, al menos brevemente, a hablar de la fraternidad en la vida religiosa conagrada, con la cual, desde los inicios del cristianismo, algunas comunidades masculinas y femeninas de hermanos y hermanas en la fe, sobre el modelo de la primitiva comunidad de los apóstoles, han querido realizar de modo particularmente exigente y fervoroso, el ideal de la hermandad evangélica mediante una vida en común, en la comunidad de los bienes, y en la práctica de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, según los dictados de una especial regla de perfección evangélica aprobada por la Iglesia.
----------Muy pronto, sin embargo, comenzaron las reuniones de los creyentes en las casas más espaciosas adecuadas para la celebración de la Eucaristía y las primeras obras asistenciales a favor de los pobres y de los enfermos, mientras los obispos comenzaban a fundar las comunidades diocesanas. Las parroquias surgieron algunos siglos más tarde, cuando la Iglesia, con el edicto de Constantino, tuvo la posibilidad de afirmarse en los grandes centros urbanos y había aumentado enormemente el número de los creyentes. Al mismo tiempo, comenzaron a surgir las primeras asociaciones y confraternidades laicales de beneficencia, las comunidades de vírgenes consagradas y las primeras comunidades monásticas en Egipto.
----------Con el nacimiento de las órdenes mendicantes Dominicana y Franciscana, inspiradas en un fuerte evangelismo, entra en uso el título de "hermano" (frater, de donde viene "fraile", abreviado mediante "fra" o "fray") para designar al Religiosos en lugar del benedictino "dom" (de dominus) todavía en uso por los Benedictinos. También los frailes, de todos modos, conservan para sus co-hermanos sacerdotes y para sus superiores el título de "padre" derivado del benedictino "abad" (del hebreo abbà, padre). Hoy en día el título de "hermano" es muy común en los institutos religiosos modernos. Mientras que para la Religiosa, los términos son el no tan actual "sor", del latín soror, y el más actual "hermana", y el de "madre" para la superiora.
----------Los Hechos de los Apóstoles nos narran el origen de esa comunidad, que fue la primitiva Iglesia de Jerusalén. La primera necesidad que sintieron los Apóstoles, inmediatamente después de la ascensión del Señor, fue la de crear el germen de la nueva humanidad mesiánica. Como narran los Hechos de los Apóstoles, ellos "regresaron entonces del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos" (Hch 1,12-14).
----------Unos días después de aquella narración tenemos el grandioso episodio del descenso del Espíritu Santo sobre Nuestra Señora y los apóstoles, reunidos en el Cenaculo, y por tanto la posterior salida misionera pública y oficial de la Iglesia: "Mientras estaba por terminar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse" (Hch 2,1-4).
----------Los Hechos nos narran posteriormente cómo era la primera comunidad cristiana: "Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Intimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo" (Hch 2,42-47).
----------"La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima. Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades" (Hech 4,32-35).
----------"Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos" (Hch 5,12-13).
----------Es interesante notar como en todas estas narraciones los apóstoles siempre se encuentran todos juntos. Obviamente, sin embargo, luego se comprende que deberán ser separadas las comunidades religiosas masculinas de las femeninas. Las consecuencias del pecado original imponen la cautela y la renuncia. Pero esto no significa en absoluto que el Evangelio no haya iniciado entre hombre y mujer una nueva relación basada en la fraternidad, es decir, en la paridad y en la igualdad y al mismo tiempo en la reciprocidad, y no haya iniciado un proceso de superación de la ancestral desconfianza recíproca entre hombre y mujer y del sometimiento de la mujer al hombre, proceso que entonces apenas estaba en los inicios, y que aún debía esperar al Concilio Vaticano II y al papa san Juan Pablo II para dar sus frutos maduros.
----------Al mismo tiempo, sin embargo, se exalta e incrementa la importancia de la familia como imagen de la Iglesia. No es difícil llevar el pensamiento al Salmo 133, donde tenemos los hermanos que viven juntos: y he aquí que "allí da el Señor su bendición y la vida para siempre". Y aquí Bruni tiene perfectamente razón al ver en estos "hermanos" la dulzura, la paz y la alegría de los afectos familiares.
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