miércoles, 12 de enero de 2022

Sobre profecías y utopías en la actual pandemia

Al revés de lo que establece el Corán, la Sagrada Biblia afirma la primacía de la sabiduría sobre la profecía, y a diferencia de ciertas visiones inmanentistas e intrahistóricas como la teología de la liberación, la Fe cristiana no se mueve a impulsos de utopías, sino que camina en la certeza de la vida en la eterna beatitud.

La sublime misión de un diario católico, y los riesgos de diabólicas deformaciones
   
----------Ya han sido cuatro los artículos en los que me he referido al economista italiano Luigino Bruni metido a teólogo en el diario Avvenire. En todos los casos traté de sus notas en plena primera crisis de la pandemia en Italia, a mediados del 2020; y hoy me referiré a otro de sus artículos, La sabiduría del ovillo, del 28 de junio del 2020, en el que Bruni, y el diario sedicente "católico" que lo sostiene, siguen atacando esa sana razón. y sobre todo esa doctrina de la Iglesia, a la que me refiero en mis críticas a Bruni.
----------Por cierto, ya he aclarado a los lectores los motivos que me mueven a tratar de artículos periodísticos de hace dos años. En realidad hay un solo motivo: su indudable actualidad. Aquella inicial pandemia, en Italia y en el mundo, descontrolada e incontrolable en muchos sentidos, no se diferencia del actual momento, en que iniciamos el tercer año de pandemia; y en cierto sentido el actual momento es peor aún que al principio, porque en el transcurso de estos dos años se experimentaron certezas médicas, farmacéuticas y sanitarias que hoy, a la vista de lo que estamos viviendo, se han revelado certezas a medias o falsas certezas.
----------Pues bien, en aquellas primeras amargas horas del 2020, el Avvenire, el diario que hace más de cincuenta años el papa san Paulo VI había impulsado como luz y guía cultural para los católicos italianos, decidió poner como mascarón de proa para orientar las conciencias católicas en plena pandemia a Luigino Bruni y sus acrobáticas bizarrías. De ahí la actualidad de aquellos artículos del Avvenire: señalar los errores de Bruni en aquellos artículos nos ayuda a individualizar los errores que se siguen repitiendo en la predicación de muchos pastores, tanto en ámbitos renovadores como en ámbitos conservadores, progresistas y tradicionalistas, en momentos en que los fieles católicos están necesitados de dar un sentido a lo que estamos viviendo, sin que sea falseado por ideas que nada tienen que ver con la fe católica.
----------Aquella insistencia abierta e insensata del diario Avvenire (actitud que se ha venido manteniendo hasta el presente) en querer denominarse "diario católico" y a la vez publicar artículos que socavan el catolicismo y la racionalidad desde sus raíces, es asombrosa y al mismo tiempo ridícula.
----------En un principio, esta actitud parecería el efecto de una perturbación mental de tipo masoquista o autodestructiva. Pero es un proceder demasiado bien calculado, dosado y organizado para ser explicado solo con la psicopatología. Responde ciertamente, en cambio, a un programa y a un plan colectivo secreto anti-católico muy preciso y a largo plazo: envenenar gradual, suave, y dulcemente la conciencia católica con cuentos y fábulas pseudobíblicas bien concebidas, suavizando gradualmente la solidez y firmeza de la conciencia católica, hasta hacerla volver gelatinosa, para así poder hacerla fácilmente manipulable por la impostura, hasta convertirla en su exacto contrario: la total impiedad y el odio hacia Dios.
----------En cualquier caso, tal abyecto procedimiento, si en un principio y a primera vista pudiera parecer una torpe tentativa de progresismo, y llamar la atención, luego, a la vista de todos los problemas combinados en los últimos años, hoy por hoy ya no engaña a ningún católico normal, porque su impostura aparece ahora evidente a la luz del sol y despierta en el fiel normal una reacción de rechazo.
----------Seguramente un católico normal se pregunta, estupefacto, de qué cosa puede depender y por qué tal debacle de un Diario con un pasado glorioso, con qué fin, para qué beneficio, con cuáles perspectivas? Quid prodest, en qué aprovecha al Avvenire este pegarse un tiro en el pie? ¿Este cavarse la fosa con las propias manos? ¿Qué ha sucedido? Y hablo del Avvenire porque si bien no tenemos en nuestras latitudes un "diario católico" (¿deberíamos agregar "a Dios gracias"?), sí contamos en Argentina con alguna que otra revista o publicaciones on line de prestigiosa trayectoria, que también han sufrido lo mismo, viniendo a menos.
----------¿Qué fuerza oscura, seductora y poderosa está presionando desde atrás al Avvenire para empujarlo a esta obra de sutil y sistemática demolición del catolicismo? De hecho, a estas alturas todos los católicos que todavía mantienen los ojos abiertos se han percatado, y no desde ayer, de esta abominable empresa, que tiene algo de diabólico, por lo que muchos se sienten desilusionados o burlados y desde hace tiempo han dejado de comprar Avvenire, cuya supervivencia pende de un hilo.
----------Este juicio mío sobre Avvenire puede parecer a algunos demasiado severo, sobre todo porque esta vez Bruni, a decir verdad, se ha comportado bastante bien, sin dejar sin embargo de causar problemas, como veremos en este último artículo que voy a examinar.
----------Pero el hecho es que, lamentablemente, Avvenire está corrompido desde adentro. ¿Que quiero decir? Todos saben que un diario tiene su propia estructura característica, que se asemeja a la vida de una persona. Y de hecho refleja precisamente la impostación o postura de la redacción que lo produce, en particular la del editor, el cual, al tiempo que da espacio a la libertad de sus colaboradores, es como la mente y el corazón del diario y por tanto el primer responsable tanto en el bien como en el mal.
----------A semejanza, por lo tanto, de una persona, un periódico posee, por así decirlo, una mente, un alma, un corazón, que nos hacen comprender su personalidad, su impostación, sus intenciones y propósitos de fondo: un centro intelectual vital, del cual emanan las diversas actividades, un centro que las preside, un centro que justifica su existencia, un centro del cual depende toda la vida de la persona.
----------El director, junto a sus colaboradores, acoge o busca obviamente la colaboración solo de aquellos que comparten la línea del diario, así como un organismo viviente ingiere y asimila solo aquellas sustancias que supone pueden serle buenas  y ser compatibles con sus exigencias, finalidades y estructura vital.
----------Estoy seguro, por ejemplo, que si cualquier buen teólogo italiano, fiel al Magisterio, presentara en Avvenire un artículo inspirado en la doctrina de la Iglesia sobre el pecado original o sobre el pecado de la sodomía o sobre los castigos divinos o la crítica al misericordismo o contra el modernismo o contra Rahner o contra los falsificadores del Concilio Vaticano II, tal artículo no sería aceptado, y no sería aceptado no porque lo escrito sea incompatible con la doctrina de la Iglesia, sino precisamente por lo contrario, porque lo escrito está en consonancia con el Magisterio y porque por lo tanto el Avvenire se sentiría al punto picado en cuanto su postura editorial es incompatible con la doctrina de la Iglesia.
----------Entonces, cuando califico la enfermedad que aqueja al Avvenire con la expresión popular "corrompido desde adentro", creo que el lector ya habrá entendido lo que quiero decir. Por lo tanto, no tengo la intención de referirme a los servicios y a las informaciones ofrecidas por Avvenire sobre los actos del Santo Padre o de la Santa Sede, sobre los hechos concernientes a los Obispos o Cardenales, sobre los hechos de la Iglesia en Italia y del extranjero, sobre los acontecimientos políticos de la jornada, sobre los sucesos de la economía, sobre los servicios de carácter histórico, cultural y literario, sobre los problemas de los inmigrantes y de la ecología, sobre el avance y el tratamiento de la pandemia, sobre los hechos del deporte, del arte y del espectáculo. Todo esto está bien hecho, sólo que es sólo el conjunto de lo que constituye el aspecto externo o aparato del diario, la fachada, su apariencia externa, sus expresiones contingentes y accidentales, todas cosas muy distintas del alma desde la cual todo procede y que, como suele ocurrir, se expresa en la "página 3".
----------Efectivamente, es aquí, en la "tercera página", donde se expresa el alma y el corazón de un diario, es aquí donde lamentablemente Bruni se ha instalado para arruinar el Diario por dentro. Ahora bien, sabemos bien que si una persona tiene el alma corrupta, todo el sujeto es un corrupto. Esta es la trágica situación actual del Avvenire, de la que acaso no se esté dando cuenta.
----------Salvo que, de hecho, se de cuenta o no se de cuenta, sucede ahora que, estando Avvenire corrompido en su interior, todos los valores que nos ofrece, en todos sus demás servicios, se desperdician o se vuelven engañosos. Los católicos sabios y advertidos se dan cuenta de esto, y dejan de comprar el periódico. Recuérdese la advertencia del Señor: "la lámpara del cuerpo es el ojo; por lo tanto, si tu ojo está limpio, todo tu cuerpo estará en la luz; pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará tenebroso. Así que si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la tiniebla!" (Mt 7,22-23). La luz de un periódico es la tercera página: si ella es oscuridad, todo el periódico será oscuridad y tinieblas.
----------Es un poco como cuando en la feria compras hermosas manzanas: abres una y adviertes que en su interior hay algo podrido. Sin embargo, si eso está circunscripto, basta quitarlo, y la manzana es comestible. Si, por el contrario, no se quita, la podredumbre se extiende, invade toda la manzana y hay que tirarla. Avvenire se encuentra, acaso, en la primera situación. Está todavía a tiempo para purificarse. Pero debe exhortar urgentemente a Bruni a desistir de querer hacer de maestro en teología y de Sagrada Escritura, para lo cual él no se ha preparado, y por eso, lamentablemente, aunque sea de modo involuntario, solo hace daño.
----------Y si el caso fuera que Bruni objetara que él cuenta con muchos lectores, se le debe responder diciéndole que la verdad de una tesis no depende del número de consensos que obtiene, porque si ese fuera el caso, también Hitler tenía con él a todo el pueblo alemán, sino que depende de la capacidad argumentativa de quien sostiene esa determinada tesis. Por lo tanto, se exhorta encarecidamente a Bruni a que se dedique a tiempo completo a la economía, en la cual es muy experto, y que deje de lado la teología y la Biblia.
----------Encomiéndese la tercera página a cualquier teólogo normal, fiel al magisterio de la Iglesia, no importa si se trata o no de un teólogo famoso, porque muchas veces los más famosos son los peores; lo importante es que sea de recta fe, que no dispare calibre grueso y que no cree problemas. Al respecto, esta vez Bruni, en el artículo al que hoy nos vamos a referir, no se ha descarrilado tanto como otras veces. Pero todavía no podemos calificarlo con el "suficiente y aprobado".
   
Dos moscardones en los espaguetis
   
----------En su artículo La sabiduría del ovillo, del 28 de junio del 2020, Bruni hace de mesero en un restaurante. Nos ofrece un buen plato, pero, ¡ay!, estropeado por dos moscardones muertos. Se trata de graves errores, que él, como para arruinarnos el almuerzo, nos hace encontrar de repente, mezclados con la buena pasta, en su escrito sustancialmente bueno, en el que desarrolla el tema del justo que persevera en la fe, no obstante las desventuras que le suceden y no se turba por el éxito y la fortuna que favorecen al impío. Bruni dice: "el Salmista invita a todos, pero sobre todo a los pobres que ya no lo serían si imitaran a los deshonestos, pero que no lo hacen, porque prefieren ser derrotados por justos antes que vencedores por impíos".
----------Hermosa la imagen que nos propone Bruni del "acurrucarse en Dios". Y comenta: "el verbo hebreo galàl se refiere a un envolver, un enrollar; recuerda al capullo del gusano, la nube de algodón de azúcar alrededor del palo, la imagen del feto acurrucándose en el vientre materno. El salmista nos aconseja acurrucarnos en el seno de Dios y desde allí leer la vida. Esta es la única posición buena". Correctísimo. Pero, ¿qué sucede después? Imprevistamente aparece en la pasta un moscardón muerto.
   
Primer moscardón. Mejor la profecía que la sabiduría
   
----------Bruni define al sabio en oposición al profeta y al sacerdote: "El sabio no es un profeta que habla a los hombres en nombre de Dios ("así dice el Señor"), no es el sacerdote, custodio de la Ley, ministro del templo y de lo sagrado. El sabio no toma su autoridad ni de una palabra privada de Dios, ni de la Ley-Torá. La fuente de la autoridad de sus palabras es la vida, la historia, la experiencia humana. La sabiduría no es profecía, no es oración, ni siquiera es teología: es la postura humana para comprender la "Ley y los profetas", para poder empezar a orar verdaderamente, para distinguir los verdaderos profetas de los falsos. Sabia es la criatura que se ubica en el lugar justo, lo descubre como 'sede de la sabiduría' y pronuncia su fiat".
----------Ciertamente, para la Escritura existe una distinción entre el profeta, el sabio y el sacerdote. Pero Bruni crea una injusta separación o contraposición entre los tres oficios o carismas, que en realidad no es conforme a la Escritura. Existe también una "palabra de la sabiduría", como enseña san Pablo (1 Co 2,8). Y si es cierto que el destinado al culto y a la custodia de la Ley es el sacerdote, también a él sin embargo se le pide la sabiduría (Ml 2,7) y también él es "mensajero del Señor de los ejércitos" (ibid.).
----------También el sabio está en contacto con Dios como el profeta que escucha la Palabra de Dios y como el sacerdote que Le rinde culto, y de hecho el sabio sabe gustar la dulzura de Dios (Sal 34,9), tiene mayor intimidad con Dios (1 Cor 2,6.12), disfrutando de los dones del Espíritu Santo (Is 11,2). La sabiduría implica en el sabio la bondad (Sab 1,4) y la unión con Dios (Sab 7,28), por lo tanto el estado de gracia (Sal 119,76; Pr 3,34; Ef 3,7; Stg 1,17 etc.), la caridad (Col 3,14), la santidad (Sab 7,27) y perfección (1 Cor 2,6).
----------La sabiduría purifica el corazón (Sab 7,23; Stg 3,17) y lo vuelve apto para ver a Dios (Mt 5,8). El sabio desea estar con el Señor y a tal fin purifica el propio corazón: "¿quién subirá al monte del Señor? ¿Quién estará en su lugar santo? El de manos inocentes y de corazón puro, el que no pronuncia mentira, el que no jura en daño de su prójimo" (Sal 23,3-4).
----------La sabiduría no es un saber meramente intelectual, sino por afinidad o por connaturalidad (cf. santo Tomás de Aquino, Sum.Theol., II-II, q.45) afectiva, animado por la caridad y expresión de la caridad, la cual es el vínculo de la perfección (Col 3,14) y conoce a Dios mediante el amor (1 Jn 4,1). Por eso, este tipo excelso de sabiduría, don del Espíritu Santo, supone el alma en gracia y la búsqueda de la santidad.
----------Así, la sabiduría, en el momento en el cual es asociada con el amor de Dios, es asociada también con el temor de Dios (Job 28,28; Pr 15,33; Sir 1,12, etc.), que nace del amor y que es el vivo sentido de lo sacro, mérito de la virtud de religión, que es virtud especial del sacerdote, o sea esa actitud del alma, por la cual el hombre piadoso y devoto, consciente de su nada y de su indignidad ante Dios, así como de su total dependencia de Él, advirtiendo con temblor su infinita trascendencia, y la inescrutabilidad de sus arcanas voluntades, postrándose en tierra ante la inmensa majestad divina, tiene máximo cuidado de no ofender al Señor y se mantiene en el más alto grado para agradarle en todo.
----------Es cierto que la misión profética es hablar en nombre de Dios, el hacerse portador de una revelación divina o de un mensaje o de una advertencia o mandamiento divino, sobre todo un mensaje concerniente a los actos libres futuros, que solo Dios puede conocer. Pero Pablo también habla de una "palabra de sabiduría" (1 Cor 2, 8), que es efecto del don de la sabiduría, conexo con la caridad y la santidad. En cambio, la pura y simple profecía, aunque sea suscitada por Dios, siendo una misión para los otros y no un don para la propia santificación, puede ser poseída y practicada incluso por personas privadas de la gracia de Dios (Mt 7,22).
----------Por lo tanto, no es cierto lo que en su artículo del Avvenire dice Bruni, de que "el sabio no toma su autoridad ni de una palabra privada de Dios ni de la Ley-Torá". Y tampoco es cierto que "la fuente de autoridad de sus palabras es la vida, la historia, la experiencia humana, que el sabio explora y penetra para descubrir verdades que para la Biblia asumen un gran valor".
----------La sabiduría, según la Escritura, tiene en cambio su autoridad precisamente por el hecho de extraer con fe y confianza la Palabra de Dios, que ella interioriza y medita en el corazón, ya que la Palabra es como una semilla divina, que madura fructifica en la palabra de la sabiduría. También la meditación de la Ley es para la Escritura fuente de sabiduría, ya sea especulativa, porque enseña a obedecer a Dios, como practica, porque dirige y rectifica la conducta humana: "¡Cuánto amo tu ley, todo el día la medito! Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre me acompañan. Soy más prudente que todos mis maestros, porque siempre medito tus prescripciones. Soy más inteligente que los ancianos, porque observo tus preceptos. Yo aparto mis pies del mal camino, para cumplir tu palabra. No me separo de tus juicios, porque eres tú el que me enseñas. ¡Qué dulce es tu palabra para mi boca, es más dulce que la miel! Tus preceptos me hacen comprender: por eso aborrezco el camino de la mentira" (Sal 119,97-104).
----------Dice Bruni: "La fuente de la autoridad de las palabras del sabio es la vida, la historia, la experiencia humana". Son expresiones vagas, del todo inadecuadas e insuficientes. El sabio de la Escritura no razona en absoluto "según los elementos del mundo" (Col 2,8). Esta no es la verdadera sabiduría, sino que es la que el apóstol Santiago llama "sabiduría terrena, carnal, diabólica" (Stg 3,15). El sabio de la Biblia ciertamente extrae el conocimiento de las perfecciones invisibles de Dios partiendo de las cosas visibles (cf. Rm 1,20); pero junto al conocimiento natural de Dios, se abre para recibirla de Dios mismo (cf. Pr 2,6; Qo 2,26; Sap 7,7).
----------Decir también que "la sabiduría no es teología" es falso. En realidad la sabiduría es suma y sublime teología, por la cual el teólogo, que en este caso es el místico, experimenta en su corazón, gracias al don de la sabiduría, una presencia de Dios de tal manera intensa y sublime, que le faltan las palabras para expresarla. De ahí el silencio o la extrema sobriedad de la palabra del místico (el sabio teólogo), silencio acompañado de las obras de caridad, silencio que para el discípulo es más expresivo, persuasivo e instructivo que la palabra, como es testimoniado por quienes están en contacto con los místicos.
----------La afirmación del primado de la profecía sobre la sabiduría no es precisamente de la Escritura, sino del Corán, porque mientras la Escritura aspira a la visión de Dios en el amor y en la unión mística con Él, que es fruto del don de la sabiduría, y de la experiencia contemplativa, el fiel islámico desea simplemente adorar y agradecer a Dios, en la obediencia a la voluntad divina, instruido por el profeta.
----------Recuérdese que para el musulmán, la beatitud después de la muerte, es decir, el paraíso del cielo, no consiste en absoluto en el ver la esencia divina, porque el islámico no acepta la perspectiva ofrecida por Cristo (Jn 17) de ver al Padre y al Hijo, sino que consiste simplemente en la posibilidad de gozar a voluntad de todos los bienes humanos y del universo creado, tanto espiritual como material.
   
Segundo moscardón. La utopía en lugar de la escatología
   
----------Bruni comienza con un versículo del Salmo 37,18. Bruni ofrece esta traducción: "el Señor tiene cuidado de los días de los buenos, tesoros de eternidad les prepara". La traducción española de la Biblia de Jerusalén en cambio tiene estas palabras: "Yahveh conoce los días de los íntegros, su herencia será eterna"; mientras que la traducción de quien fuera mi profesor de Sagrada Escritura, el padre Levoratti es: "El Señor se preocupa de los buenos y su herencia permanecerá para siempre". Esta diferencia en las versiones, no toca lo esencial, que es en los tres casos un premio eterno después de la muerte.
----------Pero he aquí el modo como interpreta Bruni el pasaje mencionado: "entonces el justo es el que custodia la promesa de una tierra que sabe que no poseerá nunca, es centinela de la utopía, que vive cada tierra como provisoria y la vida como peregrinaje". Por consiguiente, nos preguntamos estupefactos: ¿de dónde y con qué cara Bruni se inventa semejante monstruosidad? Tenemos la sensación de que se está burlando de nosotros, que nos vuelve a tomar el pelo con estos giros bruscos hacia el sinsentido.
----------Pero frenemos la indignación y tomémoslo en serio. Dos cosas. En primer lugar, notamos que Bruni no acepta en absoluto la referencia a la vida eterna, sino que simplemente y desenvueltamente, de manera creativa, sustituye lo eterno por lo provisorio. Lo eterno simplemente desaparece, es cancelado.
----------De ahí lo segundo: la utopía. Mientras la Biblia afirma la vida eterna, Bruni la niega, reemplezándola por la utopía, realidad que por definición es inalcanzable. Podríamos preguntarle: ¿pero, cómo te atreves, Bruni? Probablemente nos respondería: es el método creativo en teología. Y más precisamente, es la conexión de lo provisorio con la utopía, en cuanto que la utopía implica para Bruni un sucederse de actos provisorios de aproximación al contenido de la utopía, sin que ningún acto pueda jamás realizarla.
----------Está claro que si Bruni por "utopía" entiende esto, la utopía es un concepto absolutamente ajeno a la Biblia, por el hecho de que sería ofensa a Dios pensar que Él pueda dirigir al hombre hacia un fin que no puede alcanzar. Sería como acusar a Dios de ignorancia, lo cual es una evidente blasfemia. También la razón natural dice que si un bien es inalcanzable para el hombre, entonces no es hecho para él y no le es debido. Pero si un bien está hecho para el hombre, entonces es alcanzable y es su derecho poseerlo.
----------En cualquier caso, incluso dando a la utopía el mejor y más benévolo significado posible como ideal no realizable, la Sagrada Escritura no nos presenta nunca jamás ninguna utopía, sino un futuro de beatitud extremadamente real, concreto y perfectamente realizable con el socorro de la gracia: ese mundo futuro, que estará dado por los "nuevos cielos y nueva tierra, en los que tendrá su morada la justicia", de los cuales habla san Pedro (2 Pe 3,13) en referencia a la Parusía de Cristo y a la futura resurrección.
----------El único sentido aceptable que se puede dar al concepto de utopía, referible a la enseñanza bíblica, surge de la comparación entre la actual condición terrena de imperfección y la condición de perfección final del paraíso del cielo. En tal sentido, ciertamente se podría decir que sería utópico (en el sentido de vano) el creer que desde ahora en esta vida podamos realizar en plenitud las condiciones de perfección propias de la vida futura. Pero lamentablemente hemos visto en un artículo precedente la desestima que tiene Bruni por la perfección evangélica: prefiere, por cuanto parece, asentarse en las medias tintas de este mundo.
----------Falsa e impía es también la afirmación que Bruni hace en su artículo según la cual "el justo es el que custodia la promesa de una tierra que sabe que no poseerá jamás", como si se dijera que Dios puede prometer sin cumplir, lo que también tiene sabor a blasfemia.
----------Por último, falsa es también la afirmación según la cual "el justo es el centinela de la utopía, vive cada tierra como provisoria y la vida como peregrinaje". Aquí Bruni parecería referirse a la alternancia e inestabilidad de las aventuras terrenas, reconducidas a la imagen de la utopía. Pero el "justo" que Bruni quisiera hacer pasar por el justo de la Biblia, es en realidad todo lo contrario del justo de la Biblia, que no mira a una "utopía", sino que espera la vida eterna, que inicia ya aquí.

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