domingo, 16 de enero de 2022

¿Confiar en la fidelidad de Dios manteniéndonos infieles?

La infidelidad a Dios es cosa seria. "Tú destruyes a los que te son infieles", dice el Salmo 73,27. Sin embargo hoy, en tiempos de moral de situación, de subjetivismo moral, de relativismo, de exacerbado reinado del yo individual, parece que da lo mismo ser fiel o infiel a Dios y a sus mandamientos. La pregunta, entonces, es: ¿se puede decirle "no" a Dios, sin consecuencias en nuestra vida?

----------Año y medio atrás, aparecía otro artículo de Luigino Bruni en Avvenire. El 2 de agosto de 2020, el economista italiano con veleidades de teólogo publicaba un nuevo texto, ahora bajo el título: "El útero de la semilla diferente". Como de costumbre, el título era oscuro y poco esclarecedor, contrariamente a lo que debería ser el título de un artículo de filosofía o teología, que debería dejar claro e inmediatamente de qué se trata, para incitar al lector a la lectura. Pero ya conocemos el estilo y el modo de proceder de Bruni, que confunde la teología con la poesía; se esconde sistemáticamente detrás de metáforas, como para decir y no decir, insinuar sin decirlo abiertamente, para así golpear sin dejarse pillar. En fin, se trata del estilo de los cobardes, que se ilusionan y engañan de salirse con la suya, pero que no pueden dejar de quedarse estancados, empantanados, en algún momento. También las anguilas pueden ser pescadas.
----------En el mencionado artículo del Avvenire, que aquí comentaré al menos a grandes rasgos, Bruni comenta el Salmo 89, que es un canto de la fidelidad divina a las promesas del Señor, cuyo cumplimiento, sin embargo, está condicionado por la obediencia a la ley divina: "Si sus hijos abandonan mi enseñanza y no proceden de acuerdo con mis juicios; si profanan mis preceptos y no observan mis mandamientos, castigaré sus rebeldías con la vara y sus culpas, con el látigo. Pero a él no le retiraré mi amor ni desmentiré mi fidelidad; no quebrantaré mi alianza ni cambiaré lo que salió de mis labios" (Sal 89,31-35).
----------Sin embargo, la lectura atenta del Salmo nos permite distinguir al siervo fiel del siervo infiel. Este segundo es castigado. Así se explica la desilusión del siervo que se siente traicionado y abandonado por Dios. Sin embargo, Dios no traiciona en absoluto, sino que simplemente pone en práctica la advertencia de que castigaría al siervo infiel. Entonces ¿de qué se está lamentando? (Sal 89,39-46).
----------La fidelidad del Señor a sus promesas requiere, de nuestra parte, la reciprocidad de la fe. Pero lamentablemente Bruni en su artículo nos da una mala definición de la fe, totalmente incorrecta. Dice: "Es ésta la fe bíblica, que a diferencia de la griega y después iluminista no es un acto cognoscitivo de la razón dirigido a creer en principios o entes, sino un tomar acta de registro de una realidad que tiene su evidencia-verdad intrínseca y concreta. Son las manos y los pies los primeros instrumentos de esta fe".
   
El verdadero concepto de la fe bíblica
   
----------Ante todo, es necesario gacer una observación a la definición de fe que nos ofrece Bruni, y la observación que le hacemos es que no es cierto que la fe bíblica no sea un acto cognoscitivo de la razón. Por el contrario, el acto de fe, cuanto fe en Dios, para la Escritura, es acto de la razón, con el cual ella, iluminada por la gracia, toma por verdaderas las cosas reveladas, dichas o prometidas por el Señor.
----------La fe, por tanto, es exactísimamente un acto cognitivo y de alto conocimiento intelectual, porque tiene por objeto la Palabra de Dios, que es un contenido inteligible sobrenatural, que trasciende la comprensión de la simple razón, y no es causado por una evidencia o una demostración racional, sino que es motivado por la autoridad de Dios que habla o Se revela, de modo que en el juicio de fe la razón no está necesitada de la evidencia o de la demostración, sino que ese juicio está determinado por la voluntad, atraída por la credibilidad del revelante. Se ve que la definición de fe de Bruni no está hecha con la razón, sino, como él mismo dice, "con las manos y los pies", quizás más con los pies que con las manos. Y quizás una referencia al concepto griego e iluminista de la razón no le hubiera venido mal.
----------La fe, por consiguiente, no es en modo alguno "un tomar acta de registro de una realidad que tiene su evidencia-verdad intrínseca y concreta". Para nada: la fe no es causada por una evidencia. El objeto de la fe no es algo evidente y concreto, sino que es la Palabra de Dios, en el caso de este Salmo es la promesa del Señor: "Yo sellé una alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones" (Sal 89,4-5).
----------De aquí se comprende que la fe para Bruni no es la humilde y fiel adecuación de nuestra razón y de nuestro intelecto a contenidos inteligibles de infinita sabiduría, que al iluminarnos y al guiarnos, nos superan infinitamente en un inefable, insondable, salvífico y beatificante Misterio de Verdad y de Fidelidad, sino que es una operación concreta del propio Bruni, "manos y pies", sobre lo concreto, que cae inmediatamente en la experiencia y esto concreto para Bruni es Dios mismo, sobre el cual Bruni opera con manos y con pies, o sea concreta y materialmente, para hacerlo ser a Dios lo que debe ser.
----------En el Salmo 89 se trata evidentemente de las promesas a Cristo, hijo de David. De hecho, el Salmista hace decir a Dios: "El me dirá: Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora. Yo lo constituiré mi primogénito, el más alto de los reyes de la tierra. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi alianza será estable para él; le daré una descendencia eterna y un trono duradero como el cielo" (Sal 89,27-30).
----------Son estas palabras las que son objeto de la fe, es aquí que se ve la fidelidad de Dios. No se trata para nada, como piensa Bruni, de tomar acta de registro de una situación concreta: ésta en todo caso, es objeto de la experiencia. Y el Salmista nos habla con claridad de cual es esta experiencia: es la amarga impresión que él tiene de que Dios no sea fiel al pacto: "Pero tú te has irritado contra tu Ungido, lo has rechazado y despreciado; desdeñaste la alianza con tu servidor, profanaste por tierra su insignia real. Abrirse brechas en todas sus murallas, redujiste a escombros todas sus fortalezas; los que pasan por el camino lo despojan, y es la burla de todos sus vecinos" (Sal 89,39-42).
   
Luigino Bruni quiere reclamar a Dios a su deber
   
----------Esta vez Bruni, en la línea que ya hemos visto en sus anteriores artículos que he comentado, nos propone reclamar a Dios su deber de sernos fieles, aun cuando nosotros no le hayamos sido fieles a Él. En tal modo nosotros le pedimos a Dios que supere la reciprocidad entre nosotros y Él, por la cual se da una fidelidad recíproca entre nosotros y Él. Y por tanto le decimos: "Tú Yahvé no eres como nosotros, que estamos ligados y presos dentro de la ley de reciprocidad y de condicionalidad de nuestros pactos. Tú eres más grande porque eres capaz de seguir siendo fiel a un pacto incluso cuando nosotros lo traicionamos".
----------Entonces Bruni dice a Dios lo que debe hacer: "Para esto debes ser fiel a tu nombre, debes ser leal a tu 'para siempre' precisamente y porque nosotros no somos ya fieles". Así, prosigue Bruni, "hemos aprendido el perdón, también nosotros hemos aprendido una mayor fidelidad por amor de 'nuestro nombre', por una misteriosa fidelidad hacia nosotros mismos que nos ha hecho devenir, algunas veces, mejores que nuestra reciprocidad". Bruni, por lo tanto, parece intimar a Dios a perdonarlo, incluso si él Lo ha traicionado.
----------En tal modo él habría aprendido una "fidelidad más grande" no -cabe señalar- por amor del nombre de Dios, sino por amor de su propio nombre, ya que es Bruni quien le dice a Dios lo que debe hacer y no Dios a Bruni. Ya hemos visto esta actitud impositiva de Bruni hacia Dios en anteriores artículos.
----------Bruni luego observa que esta actitud hacia Dios es la actitud de la persona que ha llegado a ser "adulta": "Se deviene adultos dentro de una vocación cuando se alcanza a comprender que la vida que estamos llevando no es la que queríamos llevar y surge una profunda sensación de infidelidad, una infidelidad que no es traición sino desvelamiento de la verdad de la primera voz".
----------Aquí Bruni parece reincorporarse también a través de la cita de Jakob Taubes [1923-1987] a la interpretación cabalística del pecado original entendido como desobediencia al mandato de Dios, según la cual Adán y Eva afirman su propia libertad por sugerencia de la serpiente, que asume así la función de libertador del vínculo de la ley y promotor de la libertad humana al nivel de la libertad divina. Al oponerse a Dios, el hombre le da a Dios el modo de ser Dios permaneciendo fiel mientras el hombre es infiel.
   
Cómo Luigino Bruni se deshace del remordimiento de conciencia
   
----------Avanzando en su artículo, Bruni parece querer sofocar el remordimiento de la culpa, de tal modo como, siguiendo los pasos del misericordismo luterano, nos aconsejaba hacer en el último artículo que he comentado en este blog. Esta vez, para aquietar nuestra conciencia que se reconoce fuera de la "fidelidad", recurre a idéntico misericordismo, afirmando que la "fidelidad" de Dios permanece aunque le hayamos traicionado y le sigamos traicionando, y no hayamos sido, ni hoy le seamos, fieles a nuestra vocación.
----------Explica Bruni, diciéndole a Dios: "Yo no he logrado mantener la fidelidad al primer pacto, pero tú debes ser fiel". Bruni se quiere excusar de su infidelidad y de su traición a la manera de Lutero: no reconociendo su culpa, sino avanzando una supuesta imposibilidad, así como Lutero sostenía que, a causa de la corrupción de la naturaleza humana consecuente al pecado original, es imposible observar los mandamientos.
----------Sin embargo, si Bruni no ha cumplido con su deber, no por esto Bruni no se siente con derecho, en base a la "reciprocidad", a llamar a Dios a su deber: yo te he traicionado, pero tú dame lo mismo tu gracia. Si yo no he hecho mi parte, tú debes hacer la tuya, le dice Bruni a Dios.
----------¿Acaso puede haber mayor descaro con Dios? Sin embargo, Bruni no parece tener ningún escrúpulo en dar este paso. En efecto, ya sabemos de qué madera está hecho Bruni: se siente con derecho y capaz de corregir a Dios y de mandarle como debe ser para ser verdaderamente Dios. ¿Dios no es suficientemente misericordioso hacia el hombre, es demasiado severo? Pues bien, Bruni le enseña a Dios a ser dulce, manso, compasivo y comprensivo. El Dios de Bruni no es un Dios fiel por esencia, sino un Dios que puede fallar, y que, sin embargo, Bruni tiene la facultad y el poder de volver a llamar al orden.
----------Bruni también insiste en resaltar la difícil condición de quienes han traicionado el "primer pacto" y describe tal embarazosa situación de varios modos y con eficaces metáforas. El traidor vive.
----------"El tiempo del exilio, en el cual está sentado sobre las ruinas de la primera promesa"; está "sentado sobre los escombros del pasado, en el tiempo del fracaso y de la desventura; está sentado sobre el basurero de los fragmentos que quedan de su pacto, aprisionado dentro de la ley de reciprocidad y de condicionalidad de su pacto; y delante de los escombros de la vida adulta, recuerda a Dios la verdad de la primera alianza y de la primera vocación", evidentemente traicionada; "habíamos iniciado el camino, nos llenamos de polvo y un día nos encontramos exiliados en una tierra extranjera"; comprendemos que "la vida que estamos llevando no es la que queríamos llevar y surge una profunda sensación de infidelidad".
----------Pero he aquí que Martín Lutero tranquiliza a Bruni: "no tengas miedo, hermano, mi cómplice, yo también he pasado por aquí: tu infidelidad no es traición, sino desvelamiento de la verdad de la primera voz". "¿Y cómo?" -pregunta Bruni a Lutero. "Te respondo -dice Lutero- con las palabras de Jacob Taubes: "sólo la palabra del hombre en respuesta a la palabra de Dios, que en sustancia es un 'no', atestigua la libertad humana. Por eso la libertad de negar es el fundamento de la historia".
----------Nuestra libertad nos hace infieles y traidores. Pues bien, "Dios permanece fiel también cuando nosotros lo traicionamos. Él está libre también de la reciprocidad. Él es más grande que la libertad que nos ha dado y por la cual le decimos que no, lo traicionamos, somos infieles a la primera voz. Pero precisamente en esta negación nosotros renovamos el pacto en una segunda voz".
   
El descaro de querer unirse, en tales condiciones, a los sufrimientos de Cristo
   
----------Pero, volviendo nuestra mirada al texto bíblico del que se ha partido, he aquí que el Salmista se identifica con el siervo sufriente y desilusionado: "Recuerda, Señor, las afrentas de tu servidor: yo tengo que soportar los insultos de los pueblos". Sin embargo, Dios garantiza que, por su parte, nunca romperá su pacto. De hecho, el Salmista concluye refiriéndose a un siervo que dice de sí mismo: "Llevo en mi corazón las injurias de muchos pueblos, con las cuales, Señor, tus enemigos afrentan" (Sal 89,51-52).
----------Bruni entiende que aquí está la referencia a un siervo fiel y acertadamente acerca este pasaje a Is 53,4: "Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias".
----------Bruni comenta: "el poeta deviene en sus entrañas el pueblo exiliado, humillado" y, citando Guido Ceronetti [1927-2018], periodista, poeta y titiritero italiano, se siente implicado en este "deshonor". Por lo tanto se une a la pasión de Cristo. Y agrega: "todos los vientres de las siervas sufrientes de la historia han sido el lugar donde ha madurado una semilla diferente, la que un día fue recogida en el vientre de una virgen. El 'alégrate o María' es la respuesta a los muchos 'recuérda, oh Dios'...". Alusión obvia a Jesucristo.
----------Dos observaciones. La primera observacion es ésta: ¿con qué cara Bruni se atreve a hacer suya la pasión de Nuestro Señor Jesucristo después de haberlo traicionado? Lo ayuda siempre Lutero, quien le asegura: "querido Luigino, en este texto de Isaías es la Escritura misma la que habla y dice de sí con implacable desvergüenza sagrada, lo que ha traído del mundo y en el mundo", es decir, la salvación. Continúa Lutero: "Sí, Luigino, eres un desvergonzado, pero un desvergonzado sagrado porque a Cristo le complacen los creyentes escandalosos como tú. Precisamente porque lo has traicionado, ahora eres libre y perdonado. Es el camino que yo mismo he seguido, no obstante los tormentos de conciencia".
----------La segunda observación es ésta: ¿por qué Bruni llama a Cristo el Diferente, "la semilla diferente"? Porque hoy existe la divinización de lo diferente, de lo diverso, que tiende a suplantar la oposición verdadero-falso y bien-mal. En la actualidad, el et-et suplanta al aut-aut. Ahora bien, lo diferente tiene un rol fundamental en la realidad y en la convivencia humana, porque funda la multiplicidad, la analogía, la semejanza, el pluralismo, el diálogo, la reciprocidad y muchos otros valores importantes.
----------Sin embargo, sucede que si absolutizamos lo diferente, venimos a decir cosas abominables de este tipo: ¿la herejía? No es una falsedad: es un pensamiento diferente. ¿La sodomía? No es pecado: es una orientación sexual diferente. ¿El pecado? No es un mal; es un actuar diferente, y así sucesivamente. Cristo no pone en juego lo verdadero y lo falso, el bien y el mal. Es simplemente un modo diferente de vivir como cualquier otro.
   
¿Acaso se trataría de una vocación traicionada?
   
----------En conclusión, con su obsesiva y tormentosa insistencia en el haber sido infiel y en haber traicionado la propia vocación, en un esfuerzo desesperado por ignorar las propias culpas y justificarse en la vana confianza de ser justificado a la manera de Lutero, modelo supremo de los sacerdotes que han abandonado su estado sacerdotal, Bruni da la impresión de ser él mismo un ex-sacerdote, que con estos discursos suyos falsamente consoladores y liberadores lanza un mensaje subliminal para esos miles de sacerdotes que lamentablemente han traicionado y abandonado su ministerio en las últimas décadas. Así podría ser explicado el éxito de Luigino en el Avvenire, porque me temo que muchos de sus lectores son precisamente ex-sacerdotes.
----------Este es un motivo más que me impulsa a insistir para que los del Avvenire lleguen algún día a darse cuenta del inmenso daño que está haciendo Bruni, favoreciendo y guiando con su falso biblicismo y con sus delirantes y bizarros disparates la acción sutil y disolvente de los sacerdotes infieles y traidores, o al menos de aquellos que siguen en sus pasos los mismos pasos de Lutero.
----------Y quisiera añadir que si en este punto son reprochables los sacerdotes que, por no haber custodiado fielmente su propia vocación o por haber sido imprudentemente persuadidos por falsas ideas sobre el sacerdocio, han perdido la fe en el sacerdocio y por lo tanto han abandonado el ministerio, al menos han sido coherentes en esta elección, como por lo demás lo fue el mismo Lutero.
----------Pero, ahora bien, ¿no son acaso mucho más reprobables aquellos sacerdotes que, en razón de su hipocresía, a pesar de difundir ideas heréticas sobre el sacerdocio, como Rahner y Schillebeeckx, han continuado impertérritos ejerciendo el ministerio? ¿Y qué decir de aquellos sacerdotes u obispos, que han ordenado o han sido ordenados sobre la base de una idea rahneriana o schillebexiana del sacerdocio?
----------En conclusión: el remordimiento de conciencia sólo se quita con una verdadera conversión o cambio de la voluntad de mala a buena, es decir, del apego al pecado a la voluntad de justicia bajo el influjo de la gracia. Y si la voluntad vuelve a pecar, no debemos decir como decía Lutero "estoy hecho así y no hay nada que yo pueda hacer", sino que, por el contrario, debemos realizar ese acto de conversión cada vez que pecamos, porque en la vida presente la concupiscencia se mantiene siempre viva como estímulo al pecado. Sin embargo, si perseveramos en este camino penitencial de conversión hasta el final, con el socorro de la gracia, llegará el momento en que en el paraíso del cielo no pecaremos más.

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