Dice el profeta Zacarías: "Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros" (Zc 1,3). Sólo si nosotros nos volvemos a Él con un corazón purificado y en la fidelidad a sus mandamientos, Él volverá su rostro hacia nosotros. No todos lo vienen entendiendo así durante la presente pandemia. De hecho, Luigino Bruni quiere convertir a Dios.
Luigino Bruni quiere convertir a Dios
----------Comentaremos hoy un tercer artículo de Luigino Bruni en el diario Avvenire, esta vez el del día 3 de mayode 2929, en el cual retornó al tema de cómo afrontar cristianamente la actual pandemia y ha tratado en particular de cómo debemos orar, sobre todo en referencia al ejemplo de oración que nos dan los Salmos. En realidad, se trata de una excelente idea, si no fuera porque Bruni malinterpreta por completo el sentido de esta oración, que él no entiende como basada en el reconocimiento y arrepentimiento del propio pecado -"contra ti solo he pecado" (Sal 51,3)- y como consecuencia del justo juicio divino (v.6), sino como una petición urgente y casi una orden hecha a Dios, de "cambiar de dirección, de retornar, de volverse, de convertirse", en el sentido evidente de que Dios lo deje de afligir en esta pandemia, y le haga el bien.
----------Bruni no sueña ni siquiera con implorarle a Dios con ánimo arrepentido y dispuesto a la conversión, su misericordia y el perdón por sus pecados, de los cuales está experimentando las consecuencias. Por el contrario, está harto de sentirse maltratado por un "Dios en la jaula, en la cual lo han encerrado la teología y las religiones" y quiere "liberarlo". ¿Cuál sería esta jaula? Lo explica en el desarrollo de su artículo.
----------En primer lugar, a Bruni no le viene bien aquello que él llama la "visión económico-retributiva de la fe", correspondiente a la "imagen del juez y del lenguaje forense". Bruni no se da cuenta de que la supresión de estas formas simbólicas o metafóricas analógicas de expresar nuestra relación con Dios, usadas por Cristo Palabra de Dios y consagradas en el dogma eclesial, no purifica para nada la concepción de nuestra relación moral y salvífica con Dios, sino que la hace evaporar, ya sea en las brumas del gnosticismo o ya sea en la rústica imagen de la más cruda mitología, de la cual aquí Bruni nos da un colorido ejemplo.
----------En segundo lugar, ante todo, y esto es serio, a Bruni no le viene bien "una fe que desarrolle la función de justificar la divinidad, la cual, gracias a este expediente religioso, cae siempre bien parada, siempre sale inocente de nuestras desventuras. Y así las religiones frecuentemente se han convertido en mecanismos morales, que salvan la justicia de Dios sacrificando la inocencia de los hombres". Bruni rechaza la apologética.
----------No, no, no, quiere decirnos Bruni, e insiste: así no nos encontramos, no nos ponemos de acuerdo. Es necesario que tengamos el coraje de hacer un reclamo a Dios, de decirLe que no podemos seguir así, que no está bien que, cada vez que ocurre un problema que nosotros no nos hemos procurado, Él trate de mantenerse fuera; no debe decirnos por medio de sus teólogos, que quedaron estancados en el Concilio de Trento, que Él no está involucrado y no tiene nada que ver, o quizás decirnos que la naturaleza se venga, porque la hemos ofendido; no debe declararse inocente con el pretexto de que no podemos penetrar en sus arcanos decretos. Estamos dispuestos a creer en su bondad, pero ya no puede pretender que podamos digerir todo sin pestañear, creyendo a ojos cerrados que en cualquier caso Él es "bueno". No. Esta historia tiene que terminar, nos dice Bruni. Si Dios quiere darnos prueba, demostrarnos, que es verdaderamente bueno, debe cambiar, se debe corregir, se debe convertir. Debe dejarnos en paz para disfrutar de la vida sin perseguirnos con exigencias pedagógicas, amenazas y castigos.
----------La oración de los Salmos, por lo tanto, -nos asegura Bruni- nos enseña cómo se hace para "cambiar", para "convertir" y para "liberar" a Dios. Bruni, de hecho, se siente perfectamente inocente y le viene en gana, bastante molesto como está, el pedir perentoriamente a Dios "hasta cuando" debe continuar esta historia. En tal caso, observa Bruni, "la plegaria bíblica deviene el primer ejercicio de la libertad, un hombre liberado que llega a liberar a su Dios" de los viejos esquemas del Dios precristiano castigador y justiciero.
----------Un Dios que educa con los castigos no está hecho para Bruni. Es un Dios viejo y superado, preevangélico y preconciliar, un "dios de los antiguos", como lo llama Bruni, es decir, un dios pagano. Un Dios que aún no ha recibido la revolución pedagógica del '68. No se ha aggiornado, no está actualizado. Entonces Luigino nos argumenta, recurriendo a los Salmos bíblicos; lástima que los entienda al revés.
----------Bruni se dice inspirado por la Biblia, pero en realidad no es así. Él ha caído víctima del utopismo pacifista buenista rousseauniano-masónico, negador del pecado original, de sus consecuencias penales, y minimiza la fragilidad de la naturaleza humana herida por el pecado e inclinada a pecar. Esta condición terrena de nuestra naturaleza, que ha caído del estado de inocencia del Edén, conlleva en cambio el hecho de que la obra educativa, para que llegue a ser eficaz, no puede ser llevada adelante sólo mediante el diálogo y los medios pacíficos, sino que en ciertos casos, cuando el educando no escucha razones y es rebelde, es necesario recurrir a una moderada severidad, que requiere coerción y castigos, dado que, en la hipótesis, el educando no se corrige y obedece en cuanto persuadido por motivos razonables, sino por temor de la pena.
----------De modo que la renuncia al aspecto represivo y coercitivo de la labor educativa, en nombre de una falsa misericordia buenista y de un falso respeto a la diversidad y a la libertad de los demás, acaba por favorecer fenómenos sociales donde la misericordia es ultrajada, porque los prepotentes, seguros de toddos modos de quedar impunes, lo aprovechan para oprimir a los débiles, a despecho de la misericordia.
----------Por lo tanto, es necesario hacer presente a quien no conoce bien la historia, y quizás también a Bruni, que todos los grandes educadores, que han sentado las bases y edificado las más antiguas y perdurables civilizaciones e instituciones religiosas de la humanidad y, en particular, los santos pastores, que han construido la Iglesia en dos mil años de cristianismo sobre la base del Antiguo y del Nuevo Testamento, siempre han sabido estas cosas y las han practicado, es decir, que para formar a los menores en la virtud del adulto el educador debe saber dosificar, con sabiduría y discernimiento, mansedumbre y severidad y que el justo castigo y una moderada coerción, cuando no hay otros medios persuasivos, frente a sujetos indóciles, los corrige de las malas inclinaciones y los estimula a la virtud.
----------Ciertamente, llegados a este punto, hay que decir que no debemos excedernos en la severidad, porque esto frecuentemente crea sujetos escrupulosos, neuróticos e hipócritas. Pero, en el polo opuesto, una educación laxista y permisiva, como hoy es frecuente, desprovista de disciplina ascética, con la ausencia de correcciones enérgicas en la etapa en que el sujeto es plasmable, genera individuos inseguros y cañas batidas por el viento que permiten a las malas inclinaciones ponerse en pie y reforzarse, en modo que, una vez que el sujeto ha contraído un vicio, no hay más esperanza de extirparlo.
----------Además, otro aspecto de la "plegaria bíblica", según Luigino Bruni, sería el de "pedirle a Dios que se convierta en lo que todavía no es, que vuelva por nosotros, por mí. Y así continuamos liberando a Dios. Somos liberadores de Dios. ¡Qué dignidad infinita!". ¿Advierte el lector el desvarío de lo que aquí dice Bruni?
----------Digamos inmediatamente que "pedirle a Dios que se convierta en lo que todavía no es" es una cosa absurda, porque Dios es inmutable. Lo que podemos pedirLe cuando hemos pecado, para retornar a la paz con él, es que apague, por los méritos de Cristo, su ira hacia nosotros, como se expresa la Biblia (cf. 2 Mac 7,37; 2 Sam 24,25; Sir 48,10; 2 Cro 33,12; Dn 9,16; 1 Re 13,6; 2 Re 13,4). Sin embargo, no es tanto Dios quien debe retornar a nosotros, sino que somos nosotros quienes debemos retornar a Él.
----------Ahora bien, llegados a este punto de nuestra reflexión, debemos hablar con total claridad, diciendo que aquí no estamos en absoluto ante una correcta interpretación de la plegaria de los Salmos, sino que tenemos los claros signos de una concepción típicamente mágica de origen cabalístico. El error fundamental de Bruni, típico de la magia, consiste en el invertir la relación hombre-Dios. Al rspecto, sobre el tema de la concepción mágica de origen cabalístico, es útil referirse al libro del padre Julio Meinvielle [1905-1973], De la Cábala al progresismo, y a las obras de Gershom Scholem [1897-1982] sobre la cábala.
----------En definitiva, quien manda, para Bruni, no es Dios, sino el hombre: Dios debe obedecer, de lo contrario mejor que no se meta y que se dedique a lo suyo, porque el hombre bien puede arreglárselas por sí mismo, y el caso es que con un Dios fastidioso y fanfarrón, Bruni no sabe qué hacer. El caso es que, según Bruni, hay que ver cómo va esta vez: si se convierte, bien; de lo contrario lo saludamos y nos despedimos.
----------Para Bruni, en efecto, no es Dios quien obra sobre el hombre, sino que es el hombre quien obra sobre Dios; no es el hombre el que debe hacer la voluntad de Dios, sino que es Dios el que debe hacer la voluntad del hombre; no está el hombre finalizado por Dios, sino Dios finalizado por el hombre. En consecuencia: no es el hombre el que peca contra Dios, sino Dios el que peca contra el hombre; no es el hombre que debe justificarse ante Dios, sino Dios que debe justificarse ante el hombre; no el hombre que debe convertirse a Dios, sino Dios que debe convertirse al hombre; no Dios que corrige al hombre, sino el hombre que corrige a Dios; no Dios que libera al hombre, sino el hombre que libera a Dios.
----------Si tuviera que dar un juicio rigurosamente teológico sobre este artículo de Bruni, debería decir que, aparte de algunas observaciones sensatas, es un cúmulo de fantasiosas blasfemias. Pero, queriendo ser bueno, diré que es una payasada, una farsa, una comedia clamorosa, ofensiva al buen gusto.
----------Acaso, si Bruni debiera ser psicoanalizado, el médico descubriría en el artículo de Bruni el disfraz consolador y tranquilizador de irresueltos recuerdos traumáticos de la infancia, sepultados en el subconsciente, recuerdos que lo han dejado en un estado psíquico de inmadurez, del cual, sin embargo, podría emerger con provecho y satisfacción leyendo, acerca de los temas tratados, las obras de santo Tomás de Aquino.
Apología final: Luigino Bruni y el abuelo
----------Luigino Bruni era un niño astuto y travieso, que vivía con su hermanito menor Paoletto y con el abuelo. Luigino a menudo se divertía burlándose y gastándole bromas pesadas, casi con malicia, a su hermanito Paoletto, hasta el punto de hacerle llorar. El abuelo a menudo regañaba a Luigino y, a veces, lo castigaba. Pero Luigino no se corrigió en absoluto y por el contrario tomó por su abuelo tal enfado, hasta el punto de que un día pensó en cambiarlo y convertirlo a él, para que se calmara y la terminara con los reproches y con los castigos.
----------Y le dijo:
----------Querido abuelo, tienes que cambiar. ¡Esto no puede continuar como hasta ahora!
----------¿Qué quieres decir? ¿Cómo te atreves? ¿Con tu abuelo que te quiere tanto?
----------Y sin embargo, querido abuelo, hablo por tu bien. ¡Te quiero liberar!
----------¿¡Liberar de qué!?
----------De viejos esquemas, estás enjaulado en viejas ideas, que ya no se usan, ideas superadas. Me lo ha dicho el tío Roberto, que está estudiando en el Seminario.
----------¿Y cuáles serían esas ideas?
----------Precisamente la idea del castigar. El tío Roberto me dijo que Dios es bueno y no castiga. ¿No quieres, abuelo, parecerte a Dios?
----------Claro, pero ¿quién te ha dicho que un buen abuelo no castiga? ¿De dónde sacó eso el tío Roberto? ¿No envía Dios a los malos al infierno? Sin embargo, es bondad infinita. De niño yo fui castigado por papá y mamá y eso me hizo bien.
----------¡Pero abuelo, el infierno no existe!
----------¿Pero quién te ha dicho eso?
----------¡Lo dijo tío Roberto, que además quiere hacerse sacerdote!
----------¿¡Pero qué cosa se estudia en el Seminario!? ¡Dios mío! ¿Qué sacerdotes tendremos mañana?
----------Abuelo, no lo digas tan trágico. Para mí es muy bueno que el infierno no exista.
----------¡Por supuesto que te conviene! ¡Eres un pilluelo desobediente!
----------¡Pero no estoy haciendo nada malo!
----------¿Acaso no está mal hacer llorar a tu hermano Paoletto?
----------Pero es el que es susceptible, no se puede aguantar una broma,
----------Basta, acabemos con esto. Si no dejas de molestar a Paoletto, ¡no te enviaré más al patio de recreo!
----------Está bien, abuelo, haré lo que me digas. Pero tienes que aggiornarte.
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