Dice san Pablo: "Cristo se ha ofrecido en sacrificio agradable a Dios" (Ef 2,5), "ofreced pues vuestros cuerpos como sacrificio viviente, santo y agradable a Dios" (Rom 12,1). El anuncio del sacrificio redentor de Nuestro Señor Jesucristo, de cuya muerte en la cruz y resurrección obtenemos la vida, es y debe ser el anuncio central del cristianismo. No hacer este anuncio con todo lo que implica, es una ofensa al sacrificio de Cristo.
La fe se está ofuscando justo en el momento en que más se necesita
----------Dos años atrás se vivían en el mundo, aunque de diverso modo, en algunos países más dramáticamente y en otros menos, semanas muy parecidas a las actuales. Hoy la tercera o la cuarta oleada del coronavirus vuelve a destruir certezas que se consideraban ya seguras en la lucha contra este insidioso enemigo, y se vuelven a plantear preguntas que las más competentes autoridades científicas y sanitarias mundiales no logran responder. Hace dos años, precisamente en los primeros días de propagación de la epidemia, días en los cuales más que nunca era útil, al igual que hoy, recordar conceptos y prácticas de fe consoladores y alentadores, tales como para hacernos pacientes, fuertes y serenos en la prueba, he aquí que el diario italiano Avvenire, citado en la nota de ayer, en su edición del 15 de marzo 2020, tuvo la hermosa idea de ofrecer a sus lectores un nuevo artículo de Luigino Bruni, titulado "Ambiguo es el sacrificio", con el subtítulo "la pretensión de retribuir a Dios y ese velo que no esconde la explotación". Los títulos ya lo dicen todo.
----------Considero útil reflexionar sobre aquellos artículos del economista italiano en momentos en que los países de todo el mundo se replantean el modo de hacer frente a la realidad ya presente de un tercer año en que inevitablemente seguirán los contagios, los enfermos, las dificultades para la atención sanitaria, las muertes, los controles, las restricciones, los confinamientos para tratar de disminuir algo la circulación del virus, sin que los gobernantes puedan dar satisfacción a las expectativas de su gente, pues no se puede evitar la sensación de que se están dando sólo manotazos de ahogado. Y es útil volver a aquellos textos de Bruni no porque tengamos nada contra él (que es muy posible que se haya corregido de sus errores, aunque sus textos sigan on line), sino porque nos ayudarán a individualizar aquellos errores que debemos evitar al tratar de confrontar nuestras fe de cristianos católicos con las cuestiones que nos plantea la actual pandemia.
----------En la nota de ayer, me referí a un artículo de Bruni del 1 de marzo de 2020, intitulado "Esa perfección que engaña". Como lo vimos, era una denigración del ideal cristiano de la perfección, confundido con un esfuerzo inútil, con la conclusion de que es mejor arrellenarse en la mediocridad. Pues bien, dos semanas después, en el artículo del 15 de marzo, el Avvenire no tuvo ningún pudor de ofrecer, bajo la firma de Bruni, un impío ataque al concepto cristiano del sacrificio y, en particular, al sacrificio de Cristo y, por lo tanto, de la Santa Misa, sacrificio visto calumniosamente por Bruni como engañoso expediente de los capitalistas para mantener a los trabajadores en una condición de explotación, tratando de convencerlos de que su "sacrificio" económico juega a favor de su elevación social y del bien del país.
----------¿Podríamos imaginar una deformación más delirante del don que Nuestro Señor Jesucristo, por mandato del Padre, ha hecho de su propia vida en la cruz por amor nuestro y para satisfacer en lugar nuestro, nuestra deuda contraída con el Padre por el pecado original y por nuestros pecados? ¿Se puede imaginar una peor profanación de política de baja categoría del misterio más alto y saludable de la ética cristiana?
----------Precisamente hace dos años, en días muy parecidos a los actuales, en días de preocupación, en los cuales todos los hombres rectos se interrogaban, como se interrogan también hoy, sobre el sentido del sufrimiento, sobre el por qué de una naturaleza tan hostil y sobre el significado de la muerte, mientras los católicos se prodigaban tal como hoy se prodigan, junto con todos los hombres de buena voluntad, en el socorrer a los enfermos y dar sepultura a los muertos, mientras los más piadosos en aquella dramática Cuaresma del 2020 practicaban el piadoso ejercicio del Vía Crucis, he aquí que aparecía alegremente Bruni en el Avvenire, con perentoria confianza, queriendo contarnos qué es el sacrificio cristiano. ¿Y qué decía?
El sacrificio cristiano es un engaño de los capitalistas
----------El aquel artículo, Bruni comienza diciendo que "la relación entre cristianismo y sacrificio está llena de equívocos". Luego recuerda que "el cristianismo ha interpretado la pasión y muerte de Jesús como un sacrificio, como el Cordero de Dios que con su muerte quita definitivamente el pecado del mundo. Un nuevo y último sacrificio (Heb 10), que sustituye a los antiguos y reiterados sacrificios del Templo. El sacrificio de Jesús habría sido el precio pagado a Dios Padre para extinguir la enorme deuda que la humanidad había contraído. Jesús, el nuevo Sumo Sacerdote, ofrece en sacrificio no animales sino a sí mismo".
----------La descripción es perfectamente correcta y conforme al dogma de la Redención. Pero, ¿qué hace inmediatamente Bruni? Leamos el comentario que hace sobre aquella definición de la esencia y del valor del sacrificio de Cristo. Según él: "el sacrificio está surgiendo de la teología más reciente (gracias a una comprensión más bíblica del misterio de la Pasión), pero está entrando cada vez más en la nueva religión capitalista". Expliquemos sus palabras: el concepto del sacrificio de Cristo tal como él lo ha descripto es finalmente abandonado, según él, por la teología más reciente, que, siempre según él, sería "más bíblica". ¿Pero cuál es esa que Bruni llama "teología más reciente", que se enorgullece de dar una explicación más bíblica de la Pasión de Cristo de cuanto nos la ofrece el dogma de la Redención?
----------Se trata de la cristología elaborada por Karl Rahner [1904-1984] y por Edward Schillebeeckx [1914-2009], quienes, al igual que otros neo-modernistas, niegan, contra el preciso dogma del Concilio de Trento (Denz.1529), el valor satisfactorio vicario, expiativo y reparador de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, como ya he tenido ocasión de exponer en este blog al tratar acerca de la Redención.
----------Así, Rahner y Schillebeeckx se alejan del catolicismo incluso más que Martín Lutero [1483-1546], el cual, si bien no aceptaba el sacrificio de la Misa, sin embargo mantenía el dogma fundamental del valor satisfactorio vicario del sacrificio de Cristo, en cuyo culto Lutero encontraba paz, consuelo y esperanza.
----------Ahora bien, nadie duda que el concepto de sacrificio puede llegar a ser instrumentalizado y falsificado por fuerzas sociales, políticas o económicas, explotadoras de las categorías más débiles y dependientes del mundo de la producción, de la industria y del trabajo, quizás con vanos pretextos de carácter pseudorreligioso, pues se trata de un dato de hecho, histórico, que nadie actualmente querrá negar y que indudablemente fue señalado en su momento por el propio Karl Marx [1818-1883].
----------Pero debemos observar, clara y firmemente, que también aquí el repugnante sofisma de Luigino Bruni es el mismo que en su precedente artículo, publicado quince días antes en el Avvenire: lo que Bruni hace es rechazar un valor por el simple hecho de que existen falsificaciones de ese valor. En la nota de ayer vimos cómo arremetía contra el ideal de la perfección cristiana por el hecho de que hay falsificaciones de ella. ¡Pero ese no es buen motivo para rechazar tal perfección en sí misma!
----------Y de manera similar, rechazar la idea del sacrificio cultual solo porque se dan falsificaciones de él, no es en absoluto un buen motivo para rechazar la idea del sacrificio en sí mismo, sobre todo si se trata del sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo. Al respecto, no hay que olvidar que san Pablo es severísimo contra los "enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra" (Flp 3,18-19).
----------En efecto, la hostilidad hacia el sacrificio redentor de Cristo es el signo de un alma, que en su soberbia y en su carnalidad, no se reconoce necesitada de salvación y deudora hacia Dios por la deuda del pecado, por lo cual no solo no advierte la necesidad y el deseo de pagarla, sino que está apegada al pecado, confundido como un bien, rechaza lo que le permitiría vencerlo, es decir, el sacrificio de la cruz.
----------El caso es que Bruni parte de una idea errónea del sacrificio, falsa idea que ya se encuentra a nivel de la religión natural. Bruni recita sobre el sacrificio una serie de tonterías y falsedades, elementos bizarros de su imaginación sin freno, una imaginación completamente separada de la verdadera realidad de la religión natural. Sería interesante hacer un análisis psicoanalítico de los monstruos que emergen del subconsciente de Bruni. La única frase sensata es la siguiente: "La gracia deseada en los sacrificios es objeto de comercio". Esto es verdad. En el acto del sacrificio se produce un intercambio (comercio) entre el hombre y la divinidad: el hombre ofrece la víctima y Dios da la gracia. La metáfora del commercium (véase la antífona O admirabile commercium de la Liturgia de Navidad) es tradicional en la espiritualidad cristiana.
----------Pero las otras frases del artículo que estamos examinando, dejan en claro que Bruni se entrega a pensamientos insensatos, sin sentido. De hecho, dice: "el sacrificio consiste en transformar cosas vivas en algo que muere para que esté vivo". "En los sacrificios esos animales o esas libaciones (vegetales), que como todas las cosas vivas estarían destinadas necesariamente y naturalmente a la muerte, gracias al sacrificio alcanzan, paradójicamente, a vencer la muerte, para adquirir una dimensión que las sustrae del ritmo natural de la vida. Porque, si por una parte el cordero muere prematuramente, porque es sacrificado cuando todavía está vivo, mientras muere en el altar se convierte en algo diferente que supera las leyes naturales. Entra en otro orden. Al no morir de forma natural, se vuelve en cierto modo inmortal".
----------¿Pero dónde y cuándo la religión natural, comprendida la religión del Antiguo Testamento, aparte de la magia o la superstición o un pacto con el diablo, alguna vez ha concebido el sacrificio divino de este modo? Todos los historiadores de las religiones saben que lo esencial del sacrificio cultual, al menos en las religiones superiores, radica en aquel especial acto sacerdotal, con el cual el hombre ofrece a Dios una víctima de expiación para aplacar la ira divina castigadora y obtener gracia, curación, perdón y bienestar. En la imagen distorsionada del "cordero" sacrificado que "deviene inmortal", Bruni evidentemente se refiere de manera burlona a la imagen bíblica del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
----------Por otra parte, la misma palabra sacri-ficium nos está diciendo acción sacra, es decir, que tiene relación con Dios. Ya en la misma religión natural, el acto del sacrificio supone en el hombre la necesidad de rendir homenaje a la divinidad, y de pedirle favores, pero sobre todo implica el deseo de congraciarse con la divinidad ofendida por el pecado, reparando la ofensa cometida contra Dios.
----------En la religión natural, la víctima del sacrificio suele ser asesinada (aunque esto no ocurre siempre) para significar que ella pertenece a Dios y ya no a su poseedor humano. Por lo tanto, en la religión natural no existe en absoluto la idea de que la víctima, como cree Bruni, deviene inmortal, sino que es el hombre quien ofreciendo el sacrificio espera devenir inmortal obteniendo de Dios la inmortalidad.
----------Es sólo recién en el sacrificio cristiano, el sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, y el sacrificio de la Santa Misa, la cual perpetúa sin derramamiento de sangre el sacrificio de la cruz, que la víctima, siendo el mismo Hijo de Dios, es inmortal. Solo en el sacrificio cristiano la víctima, muerta en el pasado, pero ahora resucitada, está en el presente viviente y vivificante, donadora de vida eterna, porque es el mismo Cristo, Señor de la vida y victorioso sobre el pecado, sobre la muerte y sobre el demonio, autor de la muerte.
----------Y es solo Cristo, quien se ha ofrecido a pagar en nuestro lugar en cuanto Hijo de Dios, el que puede pagar a Dios Padre la deuda de nuestro pecado. En efecto, él mismo, subiendo a la cruz, asume así la muerte, consecuencia del pecado, para liberarnos del pecado. Es solo entonces que viene la posibilidad para nosotros de liberarnos a nuestra vez del pecado y de la muerte uniéndonos a la muerte de Cristo. Es solo Cristo, en efecto, la Víctima divina, que vence a la muerte, no ciertamente con los animales ofrecidos en los ritos paganos o en los antiguos ritos judíos, que solo eran prefigurativos del sacrificio de Cristo.
----------El sacrificio redentor de Cristo está profetizado en modo sublime por Isaías, en el capítulo 53, cuando habla de un misterioso "siervo de Dios", el cual "ha cargado sobre sí nuestros sufrimientos, ...ha sido traspasado por nuestros delitos. ...se ha abatido sobre él el castigo que nos da la salvación: por sus llagas hemos sido curados. ...era como un cordero conducido al matadero. …cuando se ofrezca a sí mismo en expiación, verá descendencia, vivirá por largo tiempo. ...mi siervo justo justificará a muchos, él asumirá sus iniquidades. Por tanto, le daré en premio las multitudes, ...porque se entregó a sí mismo a la muerte y ha sido contado entre los impíos, mientras que él llevaba el pecado de muchos e intercedía por los pecadores".
----------Jesús mismo declara esta su misión expiatoria y redentora en las siguientes palabras: "El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos" (Mt 20,28). ¿Acaso podríamos pretender explicación más clara? En el momento de la institución de la Sacratísima Eucaristía, Jesús declara ofrecer su propio cuerpo "para la remisión de los pecados" (Mt 26,28).
----------Jesús anuncia secretamente esta su misión salvífica haciendo a Nicodemo una comparación con cuanto le había sucedido a Israel en el desierto: "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que crea en él tenga la vida eterna" (Jn 3,15). La cruz es necesaria para conocer la divinidad de Cristo: "Cuando vosotros hayáis levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy" (Jn 8,28). Es con el poder de su cruz que Cristo eleva a los hombres al cielo: "Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32).
----------La presente circunstancia de la epidemia es, así, para nosotros los católicos ocasión para recordar el verdadero significado del sacrificio de Cristo, que es actuado en el amor del Espíritu Santo, reactualizado en la Santa Misa, es purificación de los pecados, satisfacción dada al Padre, descuento de la pena, inspirador de toda obra buena, fuente de paz y de santidad, reconciliación con Dios y con los hermanos, dominio sobre la carne, liberación de la muerte, del sufrimiento y del poder de Satanás, pregustación del gozo celestial, prenda de la gloria futura, para ser estimulados a unirnos más íntimamente al sacrificio de Cristo, ofreciéndonos también por la salvación del prójimo y la conversión de los pecadores.
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