sábado, 22 de enero de 2022

1962-2022: 60 años sin paz entre modernistas y pasadistas (2/3)

La necesaria obra del conservar y del renovar en la Iglesia es la obra del mantenimiento, del corte y de la poda. "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía" (Jn 15,1-2). Los modernistas no comprenden la obra del mantenimiento; los pasadistas no comprenden la obra de la poda. Mantenimiento y poda se necesitan entre sí.

¿Cómo ha nacido el conflicto en el Concilio Vaticano II?
   
----------Motivo de contraste y conflicto que apareció inmediatamente al comienzo de las labores del Concilio Vaticano II fue la idea de los progresistas de reformar la liturgia de la Santa Misa. En verdad, no es que de la constitución Sacrosanctum Concilium saliera una verdadera y propia reforma del rito romano, pero se vinieron a poner las bases, las razones, los criterios, los principios, las premisas para ello.
----------Ya aquí, en la labor de la reforma litúrgica, nació el choque entre los innovadores y los lefebvrianos, un doloroso y escandaloso contraste que está en acto todavía hoy más que nunca, con la reacción violenta de los pasadistas al Motu proprio del papa Francisco Traditionis Custodes. Lo malo es que hoy el novus ordo es defendido por liturgistas heréticos como Andrea Grillo, el cual pone al mismo nivel, con libertad de elección, la transubstanciación católica y la empanación luterana, o como los rahnerianos, los cuales niegan que la muerte de Nuestro Señor Jesucristo haya sido un sacrificio expiatorio, y asignando al sacerdocio no la ofrenda del sacrificio sino la presidencia de la comunidad.
----------Ahora bien, ¿qué sentido, qué propósito, tenía el proyecto de reforma de la Misa en el Concilio? No estaba equivocado, de hecho era oportuno. Intentaba sustancialmente ir al encuentro a cuanto de bueno había permanecido en la Cena luterana. Los lefebvrianos se dieron cuenta de esto, pero se alarmaron de un modo exagerado, acusando luego a la Misa novus ordo de 1970 de ser filo-protestante, lo cual no es de ningún modo cierto, porque, si así fuera, sería herética, cosa que un Concilio no podría jamás hacer.
----------Por otra parte, los progresistas o renovadores (llamemos así a quienes todavía pensaban rectamente, sin caer en modernismo) pensaron en transformar el rito tradicional de la Misa, para que así permitiera una mayor concientización y participación activa de los fieles y nutriera más al pueblo de Dios con el alimento de la Palabra, haciendo más comprensible el significado y más fecundo el efecto de la acción litúrgica.
----------Los progresistas, por consiguiente, a la sombra de los cuales actuaban ocultamente los filo-luteranos, tuvieron esta idea, como he dicho, de reformar profundamente el rito romano de la Santa Misa, mientras que los lefebvrianos no sentían en absoluto tal necesidad. Para monseñor Marcel Lefebvre, y los poquísimos que seguían sus ideas, el rito de la Misa estaba bien tal como estaba, y por eso había que conservarlo in saecula saeculorum. Por cierto, el lector no debe pensar que todos los integrantes del llamado Coetus Internationalis Patrum eran lefebvrianos, como suelen querer dar a entender ciertos relatos; pues de hecho, los Obispos que lo integraban aceptaron casi unánimente la reforma litúrgica y el nuevo rito de la Misa. Pues, por cierto, como bien sabemos, al final tuvieron más fuerza los progresistas y de la Sacrosanctum Concilium salió el novus ordo Missae aprobado y promulgado por el papa san Paulo VI en 1970.
----------La celebración de la Misa según el rito antiguo, llamado de san Pío V, ha sufrido desde entonces diversas suertes; todavía en 1962 había sido ligeramente modificado por el papa san Juan XXIII y permitido; era aquello que hoy llamamos vetus ordo o "Misa antigua" (es impropio hablar de "Misa en latín" porque también existe el novus ordo en latín). Rechazado por san Paulo VI, al menos oficialmente, fue readmitido por el papa san Juan Pablo II y ulteriormente liberalizado por el papa Benedicto XVI con el Motu proprio Summorum Pontificum. Ahora el papa Francisco, al darse cuenta de que los cismáticos pasadistas lo convirtieron en la bandera del rechazo del novus ordo, del rechazo de las doctrinas del Concilio y del rechazo del magisterio pontificio desde san Juan XXIII hasta este Papa, ha apretado de nuevo los frenos.
----------La cuestión del vetus ordo no afecta sólo a los pasadistas, sino también a los tradicionalistas moderados en comunión con el Papa, los cuales, precisamente por no ser cismáticos, se sienten en todo caso injustamente afectados por las restricciones impuestas por el Motu proprio del papa Francisco.
----------Pues bien, es necesario estar cerca de estos hermanos afligidos e indignados y alentarlos a la obediencia con espíritu de sacrificio. ¿Acaso la Misa no es un sacrificio? Y después de todo, lo que cuenta es la Misa. Que sea vetus ordo o que sea novus ordo es accidental, lo importante es celebrar la Misa.
----------Es así que hoy los católicos normales, se ven obligados a vivir en esta situación de guerra en modo similar, si se me permite decir, a la de aquellos pobres ciudadanos italianos que en 1944 se encontraban obligados a soportar el choque entre las tropas aliadas y los alemanes, entre fascistas y comunistas, o bien, como aquella enorme mayoría de ciudadanos argentinos que en la década de 1970, permaneciendo alejadísimos de la ideología homicida marxista de los terroristas, y del fanatismo militar anti-marxista, también homicida, debían soportar una atroz masacre sin querer tener en ella ni arte ni parte.
----------Así que hoy los católicos que quisieran vivir en paz se encuentran siendo tirados por la chaqueta, siendo cortejados, instrumentalizados, hostigados, oprimidos, marginados, incomprendidos, acusados, befados, burlados o perseguidos desde izquierda y desde derecha. Sin embargo ellos desarrollan, con la fuerza del Espíritu Santo, una esencial función pacificadora, siempre y cuando no se dobleguen ni a derecha ni a izquierda, sino que procedan en la integridad de la vida católica bajo la guía del papa Francisco.
   
¿Acaso es demasiado indulgente el Concilio Vaticano II?
   
----------Otro motivo de conflicto entre los dos partidos ha sido la cuestión de la condena de los errores modernos. Los tradicionalistas estaban a favor del método que había sido el usual, de elencar las proposiciones erróneas, acompañándolas con el anathema sit. Los progresistas, insistiendo también demasiado en el espíritu de mansedumbre del cual san Juan XXIII había querido que estuviera animado el Concilio, rechazaron la propuesta de los tradicionalistas de reiterar la condena del comunismo.
----------Existeen el Concilio, sin embargo, como es bien sabido, una fuerte y amplia condena del ateísmo, que abarca todas sus formas, no sólo la marxista. Sin embargo, es necesario decir que el Concilio está contagiado por un cierto buenismo, el cual, no poniendo suficientemente en guardia contra los errores, ha dado espacio al poderoso retorno del modernismo, que ha seguido al Concilio y del cual hoy sufrimos más que nunca.
----------El Concilio Vaticano II, en efecto, habla a los hombres de hoy pareciendo suponer que todos sean de buena voluntad, honestos, abiertos a la verdad, en buena fe, sin culpas, inclinados hacia Dios y sedientos de Dios. Por lo cual el Vaticano II tiene siempre el tono coloquial y sosegado de quien cree tener siempre ante sí un auditorio deseoso sólo de escuchar las sabias indicaciones y exhortaciones al bien, a la justicia, a la virtud, que proceden del Concilio. Raramente sus textos usa el tono legislativo o imperativo; siempre parece que se limitan a los consejos o a las exhortaciones. No hay sanciones canónicas.
----------En los documentos conciliares, las denuncias de errores o de vicios o de pecados, las condenas de crímenes o de herejías, las advertencias, los reproches, las acusaciones, las advertencias son rarísimas y genéricas; no siempre está claro a quién se refieren. No afectan nunca a nadie en particular, contrariamente a como lo hacían los antiguos Concilios, cuando en cambio habría habido materia para hacerlo. El Vaticano II no habla de castigos divinos, como siempre es usual en la oratoria sagrada y como es evidentísimo en la Biblia. Amenaza el infierno, pero no menciona la existencia de los condenados.
----------De modo que el Concilio peca de una cierta ingenuidad, casi se diría de respeto humano y parece ignorar la existencia de la mala fe, de la ignorancia culpable, de la hipocresía, de la malicia voluntaria, de la soberbia incorregible. Parece hablar no en este mundo, cuyo príncipe es el demonio, como bien sabemos, sino en un mundo edénico que aún no ha sido o ya no ha sido tocado por el pecado original.
----------Pero hay que decir que como en medicina no basta con el salutismo, sino que es necesario afrontar las enfermedades y curarlas, así hoy, en medio de todos los males que nos han golpeado, estamos comprendiendo mejor, y a nuestra costa, que no nos basta conocer lo verdadero para que sepamos por nosotros mismos reconocer y huir de lo falso, sino que necesitamos la asistencia de ese instituto médico que es la Iglesia, que nos ayuda a reconocer el error y a quitarlo de en medio con una adecuada refutación.
----------Es extremadamente lamentable y deplorable que desde hace sesenta años todos tengan la palabra "diálogo" en los labios, pero que en la práctica no exista diálogo entre estas dos formaciones bélicas, modernistas y pasadistas, ambas alineaciones reclamándose al catolicismo, autodenominándose sin ningún pudor "católicos", y de hecho con la pretensión de realizar el ser católico en modo ejemplar.
----------Los conservadores eran acusados ​​por los modernistas con razón o sin ella de querer conservar lo que debía ser abandonado. En cambio, los progresistas eran acusados ​​por los lefebvrianos de querer mutar o cambiar lo que había que conservar o lo que no se puede cambiar. Los conservadores lefebvrianos, no los moderados, acusaron a los progresistas de infidelidad a la tradición, de modernismo y de implementar una falsa renovación; los progresistas modernistas acusaron a los conservadores de ser atrasados ​​y rígidos, de haberse quedado anclados en un pasado ya superado o de querer revivir lo que está muerto.
----------Ahora bien, así como el Concilio tenía intenciones declaradamente progresistas, está claro que los conservadores, por moderados o extremistas que fueran, comenzaron a estar en minoría y a dar la apariencia de ser contrarios al Concilio. Pero el hecho es que entre ellos había efectivamente una parte extremista, los secuaces de monseñor Lefebvre, los cuales no entendieron y malinterpretaron la línea innovadora que tomaba el Concilio, comenzando a acusar injustamente a las doctrinas conciliares de modernismo, de liberalismo y de filo-luteranismo (acusaciones que implican herejía en los propios acusadores).
----------Otros, en cambio, a los que lamentablemente también se opusieron los modernistas travestidos de progresistas, no eran más que simples católicos normales, sin calificativos extremistas, deseosos de mantener las sanas tradiciones y decididos a permanecer fieles a la perenne doctrina católica, es decir, a conservar fielmente el patrimonio inmutable e incorruptible de la fe. Por el contrario, los modernistas, haciendo de todas las hierbas un haz, los mezcolaban indiscriminadamente con los lefebvrianos.
----------¿Cuál es el camino para la paz? Los filo-lefevrianos, por un lado, deberían entender que es correcta la instancia renovadora, hecha propia por el Concilio, de afrontar el pensamiento moderno en sus variados aspectos y en sus múltiples corrientes, no sólo en cuanto modernas, como por ejemplo el post-cartesianismo hasta los desarrollos del iluminismo y del idealismo alemán y de la posterior salida ateo marxista, sino también como recuperación moderna de valores antiguos, como los de los filósofos griegos presocráticos, así como la instancia de abordar el diálogo con los cristianos no católicos y con las otras religiones.
----------Al mismo tiempo, por el otro lado, los modernistas deberían comprender que la Iglesia nunca podrá aceptar la contaminación por ellos operada en la doctrina católica y deberían, por el contrario, con corazón contrito, reconocer las razones de los conservadores, por lefebvrianos o moderados que fueran. No se puede convertir en temporal aquello que es eterno. No se puede cambiar lo inmutable. No se puede negar aquello que la Iglesia en el pasado ha enseñado de una vez por todas. No se puede rechazar aquello que debe ser conservado. No se puede considerar falso lo que en el pasado la Iglesia ha declarado verdadero para siempre, y no puede ser verdadero lo que ha declarado falso en modo definitorio.
----------Es claro que el Concilio no podía no estar de acuerdo con los progresistas no modernistas en el promover un sano aggiornamento o actualización, una sana modernización, un sano progreso y una sana renovación, según las finalidades pastorales expresamente asignadas al Concilio por san Juan XXIII. En las enseñanzas doctrinales y dogmáticas el Concilio ha establecido verdades seguras, inmodificables e incontrovertibles. Equivocadamente los pasadistas acusan a estas doctrinas de ser modernistas, liberales y filo-luteranas. Los modernistas, por su parte, las interpretan a su favor, llegando agua para su molino.
----------Acerca de las enseñanzas pastorales del Concilio, en cambio, como hubo de decir muy claramente el papa Benedicto XVI a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, se puede discutir, y de hecho son discutibles a causa de una cierta tendencia buenista y demasiado optimista frente al mundo, sesgo que fue notado inmediatamente por los observadores más santos, inteligentes, sabios e informados.
----------Naturalmente, de estos defectos los modernistas se han aprovechado, provocando graves daños a la Iglesia en estos sesenta años con el debilitamiento de la disciplina eclesial, la decadencia de las costumbres morales, el laxismo, los abusos sexuales, el hedonismo, el erotismo, la sodomía, el relativismo moral, la difusión de la irreligión, la desaparición de la ascética, el egoísmo nacional, el egoísmo de los ricos, la explotación de los pobres, el permisivismo, el perdonismo, el misericordismo, el debilitamiento del poder judicial y coercitivo de la Iglesia de los crímenes y de las herejías. Es sabido: el médico piadoso gangrena la llaga.

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