El recorrido de la vida cristiana implica el ascenso desde el abismo y un gradual y fatigoso pero esperanzador retorno a Dios, y por lo tanto el pasaje de la tierra al cielo, del hombre carnal al hombre espiritual, del hombre viejo al hombre nuevo, de la muerte a la resurrección.
Categorías ambivalentes utilizadas por la Escritura para la explicación del pasaje
----------El pasaje cristiano de la tierra al cielo pone en práctica algunos conceptos fundamentales, expresados en el lenguaje de la Sagrada Escritura con términos muy característicos, que tienen un significado ambivalente: un significado positivo y un significado negativo, según el contexto. El significado negativo hace referencia a la naturaleza caída, el positivo a la naturaleza escatológica. Aquí mencionamos aquellos que mayormente interesan al tema de este artículo: tierra, carne, mundo, hombre.
a) La tierra
----------La tierra es el ambiente material del hombre, es la naturaleza cósmica. Es parte del mismo ser del hombre. La relación del hombre con la naturaleza está regulada por la ecología. El propósito es tratar de reconducir la naturaleza desde la rebelión a la sujeción al hombre, y de reconducir al hombre desde la ofensa a la naturaleza a la comunión con la naturaleza.
----------La tierra, generalmente, es entendida por la Sagrada Escritura en un sentido positivo, como bien precioso e indispensable, aunque se trate de un bien humilde, creado por Dios, riquísimo de recursos de diversa índole, como habitación, instrumento y alimento para el hombre y para el cultivo y la utilización para sus necesidades materiales. La tierra es materna en el sentido que alimenta y protege al hombre, pero al mismo tiempo es hostil y peligrosa a causa de las consecuencias del pecado original. Ella es creatura de Dios y nada tiene que ver con la diosa Pachamama de la región de la Amazonia.
----------La tierra es el bien económico y por lo tanto también lo son las manufacturas, los productos de la técnica y del arte. Es lo que Aristóteles [384-322a.C] llama "materia" (yle), la cual, informada por la "forma sustancial" (morphè), constituye el mundo o conjunto de cuerpos vivientes y no vivientes.
----------Esta es la tierra que está llena del Espíritu del Señor (Sab 1,7). Los apóstoles son sal de la tierra (Mt 5,13). La tierra es una cosa preciosa. Incluso es un premio para los justos (Sal 36,26). Ella también es el suelo de la patria, la heredad de los antepasados, y también es la tierra prometida. Es la tierra o bien el polvo, de donde es tomado el hombre y al que retorna con la muerte (Gén 3,19).
----------En paralelo con la tierra, el término "cielo" en la Sagrada Biblia tiene dos significados bien diferenciados; un significado literal, el cielo en el sentido físico, material, astronómico, cosmológico, sideral, sujeto al devenir e inmerso en el tiempo. En este sentido, el cielo constituye con la tierra el universo físico creado. El otro significado es metafórico, es el sentido espiritual. Es el mundo infinito, incorruptible y supra-temporal de lo trascendente, de lo metafísico, de lo divino, de lo sobrenatural.
----------En tal sentido, Nuestro Señor Jesucristo habla del "reino de los cielos" y del Padre que está "en los cielos". Dice de Sí ser descendido del cielo y de retornar al cielo. Nos promete ascender con Él al cielo para ver al Padre. Cielo quiere decir salvación. Quien no sube al cielo, va al infierno. Pero el cielo no significa pura y simple espiritualidad a la manera platónica, sin materia y sin corporalidad, y por lo tanto sin sexualidad. Jesús y María están en el cielo alma y cuerpo. Jesús es varón y María es mujer.
----------Aquí vemos toda la insuficiencia y hasta la erroneidad (herética) de una visión del cuerpo resucitado como la de Orígenes [184-253] y de su escuela, como Evagrio Pontico [345-399] (cf. Antoine Guillaumont, Un philosophe au désert. Évagre le Pontique, Vrin, Paris 2004) o Nicodemo el Hagiorita [1749-1809] (cf. Lanfranco Rossi, I filosofi greci padri del deserto. La sintesi di Nikodemo Aghiorita, Edizioni Il Leone Verde,Torino 2000). En esta visión, la comunión entre hombre y mujer no aparece y de hecho parece ser rechazada, ya que el cuerpo resucitado no parece sexuado, sino simplemente "esférico" (orbicularis), según la acusación que se hizo contra Orígenes en el Concilio. de Constantinopla en 543 (Denz.407).
----------Varias veces la tierra es mencionada en la Sagrada Escritura junto con el cielo, para significar la totalidad del universo material, creado por Dios (Hch 4,24; 14,14). Podríamos decir el "mundo". Ella deberá ser renovada en la resurrección de un modo maravilloso, que por ahora no podemos imaginar (2 Pe 3,13); Jesús habla de "nueva creación", pero sustancialmente es la misma tierra de aquí abajo, porque en sí misma es buena y creada por Dios. Es la tierra unida al cielo; la materia, el cuerpo, el sexo, unidos al espíritu, sujetos al espíritu. La voluntad de Dios debe cumplirse tanto en el cielo como en la tierra (Mt 6,10). La tierra es también lo que nosotros hoy llamamos la "naturaleza". Ella es nuestra madre, pero a causa del pecado original, también es nuestra madrastra. Y aquí surge el significado negativo de la tierra.
----------El término tierra está cercana al fango, barro. el cual también tiene un significado ambivalente. Tiene un significado literal y otro metafórico. En sentido literal, no tiene nada de negativo o despreciable. No es otra cosa que materia, tanto es así que Jesús mismo obra un milagro usando barro (Jn 9,6s). El fango es la materia de la cual está formado el hombre (Job 33,6). Sirve para modelar vasos (Sab 15,7).
----------Sin embargo, así como el término fango o barro sugiere la idea de la basura, de la bajeza, de la inmundicia, he aquí que el barro es también el símbolo de la brutalización, de la degradación, del oprobio, de la repugnancia (Job 30,19; Jer 38,6; Sal 50,20; Sab 15,10; Mi 7,10). Precisamente, Dios libera al hombre de su condición fangal (Sal 40,3; 69,15), lo lava con el bautismo y lo hace puro e inmaculado.
----------La tierra, en efecto, también puede tener un sentido negativo: "las cosas de la tierra" (Col 3,2; Flp 3,19); "sabiduría terrenal" (Stg 13,5). Dios ha maldecido la tierra a causa del pecado del hombre (Gén 3,17). Hay tierra buena y tierra mala (Mt 13,8). Quien pertenece a la tierra no es capaz de entender las cosas del cielo (Jn 3,31). Ella significa entonces la corporeidad corrupta, pesada, que frena y ralentiza el movimiento hacia lo alto, hacia el cielo; es la materia, la carne y la concupiscencia lo que frena el espíritu (Sab 9,15).
----------Esta tierra está cerca del polvo, de la disolución, de la insignificancia. Es símbolo de opacidad, de fragilidad (Gén 18,27; Sal 21,15; 102,14), de impureza, de inercia, de grisura, de insipidez. Esta tierra debe ser abandonada. O bien debe ser salada (Mc 6,5). Es necesario atesorar para el cielo y no para la tierra (Mt 6,19). En tal sentido el santo, en griego, es a-ghios, el santo es sin tierra. Es un ser celestial.
b) La carne
----------La carne, por su parte, es el mundo de las pasiones, por lo cual el espíritu gobierna el cuerpo y la naturaleza. Aquí el hombre no está tanto en contacto con la tierra o la naturaleza, sino ante todo con su propio cuerpo y con la otra persona, cuyo paradigma es la mujer. La reconciliación de la carne con el espíritu se resume en la reconciliación de la mujer con el hombre. Aquí el camino de fondo es el camino que conduce a la virtud de la castidad en el sentido más vasto de la palabra, el cual examinamos en la nota de ayer.
----------Como todos estos términos bíblicos que estamos revisando, también el término "carne" en la Sagrada Escritura tiene un significado literal positivo y un significado metafórico negativo. En el significado literal, la carne no es más que la parte material del animal y del hombre (Fil 1,24), con una especial referencia a la carne como alimento. Este aspecto material del hombre se expresa repetidamente con la díada "carne y sangre" (Mt 16,17; 1 Cor 15,50; Ef 6,12; Heb 2,14). En este sentido, ser de carne, es expresión que se usa para decir ser sensible y cariñoso, es una virtud para el corazón humano (Ez 11,19; 36,26). Hombre y mujer, uniéndose, se convierten en "una sola carne" (Gén 2,24; Mc 10,8; Ef 5,31).
----------Fuerza divinizadora es la carne de Nuestro Señor Jesucristo, o sea la Santísima Eucaristía (Jn 6,51-58), ya que "el Verbo se hizo carne" (Jn 1,14), por lo cual "Jesucristo ha venido en la carne" (1 Jn 4,2) y "se ha manifestado en la carne" (1 Tm 3,16). La carne sola, sobre todo en su fragilidad y malicia consiguiente al pecado, "no sirve para nada" (Jn 6,63). La carne de Cristo, en cambio, unida a la divinidad del Verbo, da la vida eterna. Vemos también aquí cómo el camino de la salvación no conlleva un cambio de la naturaleza humana, sino su purificación, una corrección de su conducta, una liberación del mal. La carne sigue siendo esencialmente carne, solo que viene liberada del pecado y restituida a la justicia.
----------En cambio, en el sentido metafórico "carne" es la criatura en su fragilidad (Gen 6,3; Est 4,17p; Sal 78,39; Sir 28,5; Jer 17,5; Rm 16,19; Fil 3,3) y con más frecuencia la carne son las pasiones que empujan al hombre a pecar (Gal 5,24; 6,8s; Rm 8,5-13; 13,14; Col 2,23; 2 Pe 2,10; 1 Jn 2,16; 2 Cor 1,12). La carne es también un obtuso criterio de juicio que conduce al error: el juzgar "según la carne" (Jn 8,15; Rm 8,4; 2 Cor 1,17; 10,2), por lo cual Pablo habla de "mente carnal" (Col 2,18).
----------Es esa carne que está en conflicto con el espíritu, por lo cual "aquellos que viven según la carne, piensan en las cosas de la carne; aquellos en cambio que viven según el Espíritu, en las cosas del Espíritu. … En efecto, los deseos de la carne se rebelan contra Dios, porque no se someten a su ley ni tampoco podrían. Aquellos que viven según la carne no pueden agradar a Dios" (Rm 8, 5,7-8).
----------El camino de la vida cristiana implica, por consiguiente, un trabajo metódico y constante de reconciliación del espíritu con la carne. A veces requiere la renuncia o la intervención severa, cuando no hay otro modo de obedecer a la ley, pero en otras ocasiones, si la pasión es dócil, puede ser moderada con mansedumbre. En la vida presente no se alcanza nunca un completo dominio sobre las pasiones. Sin embargo, es posible un gradual progreso o mejoramiento, que es como un preanuncio de la vida futura.
----------El laxismo hedonista y saduceo de la carne que domina al espíritu y el rigorismo farisaico dualista del espíritu que oprime la carne, son los dos aspectos del conflicto carne-espíritu que está en el centro de la ética paulina. San Pablo combate sobre todo en el primer frente, contra el laxismo hedonista saduceo, pero no deja de atacar también el falso, formalista y presuntuoso ascetismo rigorista farisaico, que pretende predicar una ética incluso más rigurosa que la moral evangélica.
----------San Pablo formula los óptimos principios acerca de la relación hombre-mujer, inescindiblemente conectados con la relación carne-espíritu y por lo tanto sexo-espíritu, como cuando dice, por ejemplo, que "en el Señor no hay hombre sin mujer" (1 Cor 11,11) o que "ya no hay hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús" (Gál 3,28). Pero se trata de expresiones vagas, que lamentablemente no impiden a Pablo, cuando pasa a lo concreto, manifestar de diversas formas su proverbial antifeminismo rabínico. En este sentido, es muy significativa la ausencia total de una mariología, la cual, sin embargo, ya está desarrollada en san Lucas, y que dio lugar al minimismo mariológico luterano. El único indicio de María es que Cristo ha "nacido de mujer". ¡Gracias por darnos la noticia, san Pablo!, ¿pero de quién, si no, debía haber nacido?
c) El mundo
----------El mundo para la Escritura es el conjunto de la tierra, de los vivientes y de los hombres que la habitan. Con respecto al mundo, la vida cristiana se mueve según dos directrices aparentemente contradictorias: victoria sobre el mundo y acción por la salvación o redención del mundo, ser luz del mundo.
----------La contradicción en esta ambovalencia se deshace si tenemos presente que las dos acciones se refieren a dos aspectos contrastantes del mundo: la primera acción se refiere al mundo en cuanto enemigo de Nuestro Señor Jesucristo, ese mundo que está bajo el poder de aquel a quien Cristo llama "príncipe de este mundo", o sea el demonio. La segunda acción, en cambio, se refiere a lo que en el mundo puede ser salvado, es decir, a los valores existentes en el mundo, disponibles, como tales, para acoger a Cristo. La acción cristiana es, por lo tanto, un actuar y padecer con Cristo y en Cristo por una progresiva liberación del mundo del poder de Satanás para restituirlo al Padre, que es el legítimo propietario, siendo el creador.
----------Toda acción cristiana en cuanto a la actitud que se debe tomar hacia el mundo resulta, por lo tanto, de estos dos componentes: un factor de desapego y un factor de contacto. Estos factores reciben un diferente dosaje según las diferentes opciones de vida. Así pasamos del ideal cartujo, que implica un mínimo de contacto y un máximo de desapego, al ideal ignaciano, que implica un mínimo de desapego y un máximo de contacto. El cartujo actúa en vista de la contemplación; el jesuita contempla en la acción. El cartujo se complace en la cruz que vence al mundo; el jesuita se complace en el mundo redimido por la cruz. Las primicias del Espíritu para el cartujo son el éxtasis, para el jesuita son el sagrado Corazón de Jesús.
----------El cristiano vive en este mundo, pero orientado al reino de Dios. Es como decir que el cristiano da al César lo que es del César, es decir, se preocupa por el bien del Estado. Pero el cristiano da a Dios lo que es de Dios, es decir, obra por el advenimiento y el triunfo del reino de Dios, que es la Iglesia. Pero Dios reina sobre César. Todo poder le ha sido dado a Cristo en el cielo y en la tierra, aunque su reino no sea de este mundo. Y, por lo tanto, el cristiano se inclina ante el César mientras éste, como Constantino, se incline ante Dios. Las primicias del Espíritu son aquí el reino del hombre bajo el reino de Dios.
d) El hombre
----------También el término "hombre" en la Sagrada Escritura tiene un significado ambivalente según el contexto en que se encuentra. El hombre, en su sentido positivo, ciertamente, en sí mismo es un ser sumamente nobilísimo; Dios lo ha creado poco inferior a los ángeles (Sal 8,6). Lo ha revestido de honor y de gloria. Lo ha puesto a cargo de toda la creación material. Sin embargo, surgen indicios de un sentido negativo: el hombre no debe ser sobrevalorado. No se debe tener temor a los hombres, sino solo a Dios (cf. Sal 117,6). El hombre no es capaz de asegurar la salvación (cf. Sal 59,11). "¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor!" (Jer 17,5).
----------Así, el término puede ser usado también en sentido negativo, como cuando, por ejemplo, Jesús opone dos términos: opone Dios a los "hombres" o habla de "tradiciones de hombres" (Mc 7,8) o usa la expresión "según los hombres" (Mt 6,23). También san Pablo usa la expresión "según el hombre" (1 Cor 3,3; 9,8) para significar estrechez de miras y cerrazón a Dios. Ser hombre significa entonces ser limitado (1 Co 3,4). Aquí "hombre" es el hombre enfermo o estropeado por el pecado, dice limitación, estrechez, mezquindad, maldad. "Todos los hombres son tierra y ceniza" (Sir 17,31). "Todo hombre es engaño" (Sal 116,11).
----------Por consiguiente, también el término "hombre" viene tomado por la Sagrada Escritura en dos significados bien diferenciados, a veces en sentido positivo, y otras veces en sentido negativo. En el primer sentido la Biblia se refiere al hombre como tal, creado a imagen y semejanza de Dios. En el segundo se refiere al hombre corrompido por el pecado, esclavo de Satanás y de la concupiscencia.
----------La naturaleza humana en esta nefasta transformación sigue siendo la misma. Si se habla de naturaleza "herida", no se hace referencia a la naturaleza como tal en sus facultades propias, intelecto y voluntad. Ellas permanecen en su esencia, de lo contrario el hombre ya no sería hombre, sino bestia o diablo. Sería incurable e irrecuperable. En cambio, como dice el Concilio de Trento, su fuerza se debilita, tanto que con estas fuerzas el hombre es incapaz de alcanzar la virtud, a menos que lo socorra la gracia.
----------Con la caída del pecado original, por lo tanto, las condiciones morales del hombre cambian, cambia su actuar: de la inocencia originaria, el hombre decae a causa del pecado a un estado de miseria y de esclavitud, que constituye la naturaleza caída. Para salvar lo salvable se impone una moral de emergencia, adaptada a la nueva situación. Dado que ya no es posible cumplir el bien con facilidad, seguridad y espontaneidad, Dios instituye los incentivos suplementarios de la coacción, de la obligación, del castigo, de la autoridad, del sacrificio y de la renuncia. Pero instituye, sobre todo, la fuerza de la gracia.
----------He aquí, entonces, que el Padre, en su misericordia, envía al Hijo a rescatar al hombre del pecado y de la muerte con el don de la gracia: he aquí la naturaleza redimida. Inicia el ascenso desde el abismo y un gradual y fatigoso pero esperanzador retorno a Dios, y por lo tanto el pasaje de la tierra al cielo, del hombre carnal al hombre espiritual, del hombre viejo al hombre nuevo, de la muerte a la resurrección.
----------He aquí, entonces, la inversión del significado del término "hombre". Y esa inversión depende de la relación del hombre con Dios. Despreciable es el hombre que se opone a Dios. Digno de honor y gloria es el hombre que se convierte a Dios. He aquí entonces que el vértice de estas transformaciones, que hemos visto, aquello que lo resume todo, es el pasaje del hombre terreno al hombre celestial, que domina la tierra y está en comunión con la naturaleza, ha pacificado la carne, se ha reconciliado con la mujer, ha vencido al mundo y ha conquistado al mundo para Nuestro Señor Jesucristo.
----------Este pasaje del hombre terreno al hombre celestial es el vértice, la cumbre, el culmen y el fundamento de todos los demás, ubicado ante todo en el corazón del hombre, donde él decide su relación con Dios: o en la soberbia o en la humildad. Si se abaja en la humildad, Dios lo eleva a Sí. Si en cambio, se ensalza por soberbia, Dios lo abaja a tierra. Todo el camino del hombre hacia Dios se resume en las palabras de Cristo: "el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado" (Mt 23,12).
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