miércoles, 26 de enero de 2022

Ufología y racismo

La necedad aparentemente inocente de quienes no logran elevarse de los accidentes a lo substancial, es decir, al plano metafísico, esconde usualmente las más profundas aberraciones, las cuales, si le fueran patentes al mediocre, lo horrorizarían. Esto pasa en muchos órdenes de la vida; para hacer referencia sólo a los ámbitos que solemos tratar en este blog: pasa en el mundo de los ingenuos buenistas del neo-modernismo, pasa también en la superficialidad del pasadista o pseudo-tradicionalista, y pasa también en el mundo fantasioso de los alienistas o ufólogos. Al respecto, hoy veremos que la teoría de la existencia de alienígenas conduce al racismo.

----------La hipotética similitud prospectada por los alienistas (o ufólogos) de las especies humanas diversas (los alienígenas) a partir de la identidad específica de la naturaleza humana animal racional (el hombre en esta tierra) supone la incapacidad de abstraer la esencia humana objetiva del individuo o del grupo humano concreto étnico o tribal o racial, para formar el concepto y la definición de la naturaleza humana universal, creada por Dios a su imagen, hombre y mujer, rompe y hace añicos la unidad del género humano y disuelve la inteligibilidad de la definición de la naturaleza humana, destruye su universalidad e inmutabilidad, así como el principio de la igualdad humana y de la fraternidad humana universal.
----------En efecto, la unidad de la humanidad en la diversidad de las formaciones humanas étnicas y raciales no es la unidad o la comunalidad similitudinaria de especies humanas diversas, porque la especie humana es la diferencia específica del género intelecto creado y la especie es una noción unívoca y no analógica: tiene significado idéntico y no similar en los individuos de la especie.
----------La especie humana es siempre la misma en todos los individuos de la especie. La especie se encuentra siempre idéntica a sí misma en todos los individuos: es universal (unum in multis o hacia muchos). Son los individuos los que son similares entre ellos. Lo análogo o lo similar es, sí, universal, de lo contrario no podría ser predicado de los analogados. Pero no es predicado en ellos con el mismo significado, sino precisamente con significado similar o diferente. En cambio, la esencia específica humana es predicada en modo unívoco o idéntico en los variados individuos, pueblos, grupos, comunidades, naciones y etnias.
----------Sin embargo, es necesario distinguir la especie ontológica de la especie empírica. La especie humana ontológica nos dice la diferencia esencial en cuanto diferencia de un género superior, por ejemplo el racional respecto del género animal o el intelecto incorporado respecto del género intelecto creado. La especie humana empírica, en cambio, es, sí, también ella, especie respecto de un género, pero nos habla de una diferencia que no es tan neta, precisa e inmutable como lo es la especie esencial y ontológica.
----------Se trata de una especie que se puede mutar en otra especie, una especie que puede evolucionar en otra especie, diría Charles Darwin [1809-1882], que examinaba precisamente las especies empíricas de los animales. Así nosotros distinguimos, sí, las especies de los perros y de los caballos, pero no conocemos exactamente, precisamente y unívocamente, en modo inmutable, la especie ontológica perro o caballo. Tenemos signos empíricos constantes y comunes de la especie ontológica, pero no alcanzamos, como en el caso del hombre, a captarla en sí misma a la mirada del intelecto. Aquí, diría Immanuel Kant [1724-1804], tenemos el fenómeno, pero no la cosa en sí.
----------En cambio, en el caso del hombre, tenemos la cosa en sí tal como es. El racismo, entendido como identificación del ser hombre con una determinada raza, tiene su raíz metafísica en el hecho de entender al hombre no como cosa en sí, sino como fenómeno. Es significativo el título de la célebre obra del padre Pierre Teilhard de Chardin [1881-1955]: El fenómeno humano.
----------El alienígena o extraterrestre hipotetizado por los alienistas no puede ser una especie humana empírica, múltiple y diversificada y simultáneamente una especie ontológica y precisa, porque si es la primera, se puede hablar de especies análogas o similares, pero si es la segunda, la especie es una sola, es unívoca. No existe el para-humano, el cuasi-hombre, el sub-hombre, el super-hombre, el medio-hombre, el humanoide, el parece-hombre, el similar-al-hombre. Existe el hombre y basta. Así como no existe el cuasi-número-cuatro o el cuasi-triángulo. Existen el cuatro y el triángulo y basta. Tertium non datur.
----------Una entidad viviente similar al hombre pero que no es esencialmente idéntica sino sólo similar al hombre y aún así, con todo, dotada de inteligencia y de lenguaje humanos, es decir, lenguaje inteligible, comunicable, conceptual y verbal, una tal entidad será por definición el hombre. Pero si la esencia de esta entidad no es idéntica a la esencia humana sino sólo similar, no será un hombre. Entonces es necesario decir al alienista o ufólogo que se decida, que elija o esclarezca su pensamiento y evite contradecirse: ¿es o no es un hombre? No hay término medio entre el hombre y el no-hombre. Del mismo modo, no hay mediación entre el sí y el no en virtud del principio de no contradicción. Tertium nod datur.
----------No existe un "similar" que haga de trait d’union, entre el hombre y el no hombre (la especie intermedia entre simio y hombre que quería Darwin, el "eslabón perdido" buscado por Teilhard). Un viviente o es un hombre o no es un hombre. Tertium non datur. Si el alienista o ufólogo quiere ser científico o filósofo, si quiere usar la lógica, si quiere distinguir lo posible de lo imposible y no trabajar ni jugar con la fantasía, o bien quiere ser creativo, debe decírmelo inmediatamente, que yo renuncio al razonamiento y lo sigo en su creatividad, me divierto como se divierten los niños al hablar con los alienígenas en las películas americanas: pero no me diga que está haciendo ciencia o que está hablando de la realidad actual o posible.
----------Pero lo más serio es que la antropología que parece estar en la base de las ideas del alienista o ufólogo, es esa concepción fenomenista del hombre y no ontológica, empírica y antimetafísica, evolutiva y no fija, relativista y no objetiva del hombre, de origen occamista y presente en la antropología hegeliana, la cual hace de soporte ideológico al racismo nazi. Se ve: la tesis alienígena y el racismo se tocan.
----------No digo que el proyecto del exterminio de los judíos pudiera deducirse inmediatamente del mencionado concepto fenoménico, confuso, analógico y no unívoco del hombre. Pero lo que digo es que este concepto fenoménico de hombre pone la base teorética, de la cual se puede recabar con deducción lógica lo que los nazis les han hecho a los judíos. En efecto, ¿qué quiere decir ante todo el concepto analógico del hombre? Que el ser hombre no es una esencia universal abstraída del individuo humano, sino el ensamblaje, el conjunto o una colección de datos empíricos similares entre aquellos reunidos y comprendidos en un nombre común. Es el famoso nominalismo de Guillermo de Ockham [1285-1347].
----------Esto quiere decir que yo me hago el concepto de hombre no porque descubro en la realidad la esencia humana (animal rationale) común a todos los hombres, esencia que hace, sí, que cada uno de aquellos que la poseen sea un hombre, sino en base a aquellos caracteres empíricos que son de mi agrado, y que fijo para definir lo que es el hombre, yo establezco de mi arbitrio o convencionalmente lo que es el hombre. Por ejemplo, yo soy de raza aria. Considero a esta raza como la más elevada de todas las razas de la tierra. Los judíos no es que no sean para mí hombres, sino que son hombres sólo en sentido degradado o analógico. No son propiamente hombres, sino sólo similares a los hombres, es decir, son "homínidos", homo-eidos, aquel-que-tiene-la-apariencia-de-hombre, sin ser un verdadero hombre como soy yo.
----------Ahora bien, precisamente en el pensamiento de Georg Wilhelm Hegel [1770-1831] el hombre empírico o fenoménico no es el hombre en el sentido propio, auténtico, ontológico, porque el verdadero hombre es la naturaleza humana idéntica a la naturaleza divina, por lo cual la razón humana es idéntica a la razón divina. El fondo de mi yo empírico es el yo absoluto y la Sustancia divina. En cambio, los pueblos, las naciones y las razas pertenecen al plano dialéctico de la apariencia, de la multiplicidad, de la historia, de lo pasajero, de la diversidad, de la fluidez, del devenir, de la conflictualidad, de lo accidental.
----------Se comprende entonces cómo, una vez que se rompen los vínculos y los límites de la unicidad de la naturaleza humana y se introduce indebidamente una analogía confusa e incontrolada, de este desorden, fácilmente se pasa a la equivocidad y a la turbidez. Si se abandona la identidad y la igualdad y se pasa indebidamente a la semejanza, ya no hay frenos a la moderación racional: de la semejanza se pasa fácilmente a la diversidad, de esta se llega al conflicto y del conflicto se llega a la supresión del enemigo, el cual, como el judío, no será un verdadero hombre, sino sólo una apariencia de hombre.
----------También las películas sobre alienígenas nos muestran que los extraterrestres no son solo amigos, sino también, a veces, terribles enemigos. Cuando la razón no está disciplinada por la experiencia y por la realidad, cuando se entrega bizarramente al arbitrio y al delirio ideológico, confundimos lo posible con lo imposible, lo creable con lo no-creable, lo sensato con lo absurdo; cuando la imaginación va contra la realidad, cuando rechazamos los datos de la fe, cuando rompemos los límites de nuestra humanidad, que Dios ha creado, no nos abrimos al conocimiento de lo desconocido, sino a la invasión de lo irracional y de ese tipo de extraterrestres, que son los demonios de la soberbia y de la necedad.
----------Como dije al comenzar este artículo, en la bajada de título, esto pasa en muchos órdenes de la vida humana. Sólo para hacer referencia a los ámbitos que solemos considerar en este blog: pasa en el mediocre mundo de los ingenuos buenistas del neo-modernismo, pasa también en la mediocre superficialidad del pasadista o pseudo-tradicionalista, y pasa también en el mundo fantasioso de los alienistas o ufólogos. Cuando falta el sentido común (humilde inicio del plano metafísico) se llega a las mayores necedades.

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