lunes, 10 de enero de 2022

Influencia de la Cábala en la teología modernista

El proceso de corrupción de la verdadera teología por la inflencia de la Cábala es de larga data. Los artículos de Luigino Bruni que estamos examinando, publicados en el diario Avvenire desde el inicio de la actual pandemia, son un ejemplo tal vez de su versión más popular, pero también, más delirante.

Las desventuras del Avvenire
   
----------Ya he tenido la ocasión en este blog, y varias veces, de señalar del diario Avvenire algunos artículos de Francesco Cosentino y de Luigino Bruni, que lamentablemente están en grave disonancia tanto con la sana teología como con el Magisterio de la Iglesia. El Avvenire debería darse cuenta de una vez por todas que al continuar publicando similares infortunios, se descalifica a sí mismo ante el público católico y si lograra procurarse con ellos nuevos lectores y consensos, ellos no reflejarían el verdadero catolicismo, sino una falsificación de tipo modernista del catolicismo, que no le hace honor al Diario, no refleja su proclamada inspiración católica, y no favorece la difusión y defensa del pensamiento católico.
----------No se deben buscar lectores haciendo descuentos o rebajas en la doctrina, o pensando en hacerse los originales, o asumiendo las ideas del mundo. El primer deber del periódico católico, como de cualquier predicador del Evangelio, es el de difundir el Evangelio con honestidad y claridad, en su pureza e integridad, yendo al encuentro de las necesidades religiosas de la gente, sin sujeción a las ideas dominantes, sin temor a las críticas de los modernistas y también si los oyentes pueden ser pocos. Lo importante es que los lectores se interesen por el Evangelio o se encuentren predispuestos o en condiciones en las cuales sólo el Evangelio puede dar una respuesta: el Evangelio, y no su atenuación o, peor aún, su falsificación.
----------Dios sabe muy bien que este diario, como cualquier otro periódico, para poder sobrevivir y prosperar, debe contar con un retorno económico: pues bien, lo sabemos: "buscad primero el reino de Dios y su justicia, y el resto os será dado en añadidura" (Mt 6,33). Además, esta manera astuta e desconsiderada de proponer al público productos sofisticados, vencidos, estropeados o de mala calidad, es precisamente el modo de perder lectores católicos y de tener éxito con los falsos católicos y los herejes.
----------¿Pero cual es el punto, cual es el sentido de esta postura editorial? ¿Acaso no ha habido literatura cristiana durante dos mil años? ¿Acaso nunca ha tenido enemigos que derrotar? ¿Y cómo se ha puesto en pie? ¿Cómo se ha difundido por el mundo entero? ¿Cómo esta evangelización ha convertido a los pueblos? ¿Acaso con bromas y equívocos? ¿Con la mezcolanza entre lo verdadero y lo falso?
----------Para nada. Lo ha hecho, en cambio, permaneciendo firmemente fiel a la sana doctrina, sin venderse a los poderosos de turno, cueste lo que cueste, con la certeza y la confianza de fe que si sembramos el buen grano, Dios bendice nuestra mies, porque es Él el Señor de la mies. No somos nosotros, sino que es Él quien hace que la simiente dé fruto, pero con la condición de que sembremos buena semilla.
----------Ésta ha sido siempre la actitud de los escritores santos y, en los últimos siglos, de la buena prensa católica, cuyas publicaciones siguen difundiéndose bien hoy después de quince o veinte siglos. Si, por el contrario, usamos el nombre de Dios para crearnos un dios a nuestra propia medida y manipularlo como nos parezca y plazca, para satisfacer nuestros deseos o para encubrir nuestras astucias y avivadas, inventamos monstruos o construimos castillos de naipes, prontos para colapsar al próximo soplo de viento, disgustando y engañando a aquellas almas, cuya salvación ha costado la sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Por lo tanto, me pregunto hasta dónde debe llegar el Avvenire con esta oprobiosa crónica de inmundicias. Me pregunto quién es el que asesora al Director en la elección de los artículos a publicar y qué criterios usa. El Avvenire no sólo produce daño en el catolicismo italiano, sino en todo el mundo. La Iglesia particular de la cual el Papa es primado ha sido y es siempre el espejo en el que se miran los católicos del mundo y, por cierto, muchos artículos del Avennire son traducidos luego en muchas lenguas y publicados en muchos países.
----------¿Es acaso posible que no pueda hacerse presente alguna autoridad de la Jerarquía para detener este desastre? ¿Es posible que en el "hospital de campaña" tengan que trabajar sólo incompetentes que crean problemas, en lugar de curar a los heridos? ¿Es posible que no se pueda invitar a escribir en el Avvenire a algún teólogo simplemente normal, con la cabeza en su lugar, aunque sea poco conocido, pero digno de su nombre de teólogo, y dejar de invitar a exaltados, y no se llegue a abrir los ojos a Bruni, que probablemente se cree un campeón y será considerado como tal por su claque, y no se pueda así, con caridad y prudencia, desilusionarlo y por lo tanto persuadirlo para desistir de esta inmundicia y no se llegue a encontrar para él con toda caridad, honorables salidas al servicio de Dios, para así impedirle procurarse una pésima reputación y para detener los daños que está causando al Avvenire, a la Iglesia y a la cultura católica?
   
Otra metida de pata de Luigino Bruni, y esta vez a lo grande
   
----------¿Cuál es el tipo de problemas que ha causado Bruni en otro de sus artículos de los primeros meses de la pandemia en Italia? Lo descubrimos en su artículo "La gramática divina es la cura", aparecido en Avvenire el 21 de junio de 2020. El título, a decir verdad, no es muy perspicuo. Probablemente Bruni entiende decir que Dios quiere hablarnos tomando cuidado del hombre. Y de hecho, durante casi toda la extensión del artículo, Bruni desarrolla el tema de Dios, buen pastor y huésped del hombre. Pero, llegando al final, con un giro brusco, Luigino pasa del tema de Dios pastor y huésped del hombre, al hombre que enseña a Dios a ser pastor y huésped del hombre, como si ya no fuera el hombre quien aprende de Dios, enriquecido y perfeccionado por Dios, sino que es el hombre quien "enriquece" a Dios.
----------Dios parece disminuir, menguar, bajar de nivel, rebajarse al nivel de hombre, devenir hombre como todos nosotros, necesitado de enriquecerse, de mejorarse, de perfeccionarse. Cabe señalar que aquí no se trata en absoluto, como podría parecer, de la Encarnación del Verbo, en la cual Abraham Heschel [1907-1972], citado en el artículo, en cuanto judío, no cree. Sino que es precisamente Dios, evidentemente un Dios imaginario y antropomórfico, como un globo que se desinfla, que disminuye, que decrece, se degrada y se vuelve perfectible, para así tener necesidad de ser perfeccionado por el hombre, que a su vez asume un poder divino, que le permita actuar sobre Dios, digamos incluso un poder mágico, porque es precisamente el mago el que se engaña de tener un poder sobre Dios, de someterlo a su voluntad. Y así como en el artículo precedente Bruni convierte a Dios, aquí lo enriquece, lo mejora, le enseña la virtud del pastor y la virtud de la hospitalidad.
----------En efecto, dice Bruni: "conocemos y reconocemos a Dios cuando vemos cómo el pastor trata a sus ovejas y descubrimos al mismo Dios cuando vemos a los hombres acoger y honrar a otros hombres y mujeres. Las dos metáforas se encuentran, enriquecen y completan la una a la otra".
----------Pero he aquí el imprevisto punto de inflexión, el inesperado giro, el salto mortal para nada justificado por lo que precede, de perfecta aceptabilidad. Y en cambio con este giro brusco, que veremos, para nada requerido por el desarrollo del discurso, he aquí que Dios, que se revela en el pastor humano, se convierte, por un grave ilogismo, en un Dios al cual el hombre enseña como hacer de pastor. En efecto, Bruni prosigue diciendo que estos hombres: "enriquecen también a Dios, porque cada vez que desde lo alto de sus cielos observa a un pastor tomarse cuidado de su rebaño, a un huésped honrar a otro ser humano, aprende algo nuevo. Dios omnipotente u omnisciente, sabe qué es la mansedumbre y qué es la hospitalidad, pero para conocer la mansedumbre tiene necesidad de la mano del pastor que pasa por encima del lomo del cordero (manso) y para conocer la hospitalidad tiene necesidad de la alegría infinita experimentada por un peregrino por una copa ofrecida por un invitado en su tienda. Para estas cosas ha tenido necesidad de que Adán saliera del Edén y se convirtiera en pastor y huésped".
----------Naturalmente, en esta visión onírica y delirante (imaginaria es decir poco) de lo divino, pierden totalmente su sentido y vienen a ser befados los atributos de la omnipotencia y de la omnisciencia, ya que ¿qué tipo de Dios es el que tiene necesidad de ser fortalecido, completado, aumentado, enriquecido e instruído? Aquí estamos en el colmo de la blasfemia y de la fantasía demencial.
   
Luigino Bruni ha sido infectado por Abraham Heschel
   
----------Pero también las palabras de Abraham Heschel puestas en el exergo del artículo son una obra maestra de falsedad. Dice Heschel: "La Biblia no es un libro sobre Dios: es un libro sobre el hombre". Al contrario, si en toda la humanidad hay un libro que de tantos modos, con tanta sabiduría, insistencia y profundidad, nos habla de Dios, expresa la necesidad y la sed de Dios, nos habla de la bondad, de la esencia, de los proyectos, de los deseos, de los secretos y de las obras de Dios, nos revela el nombre y los planes de Dios sobre el hombre, este libro es precisamente la Biblia. El interés supremo de la Biblia no es en absoluto el hombre, sino Dios. El hombre interesa en cuanto viene de Dios y conduce a Dios. Es aborrecido el hombre que se encierra en sí mismo y no nos revela a Dios o no busca a Dios.
----------Prosigue Heschel: "En la perspectiva de la Biblia: ¿quién es el hombre? Es un ser puesto en el trabajo, pero que tiene los sueños y los designios de Dios". Para nada. Los sueños y los designios de Dios son infinitamente más altos que los del hombre. Dios promete al hombre un fin de bienaventuranza sobrenatural y de gloria divina, que el hombre con su sola razón no conoce en absoluto, sino que le es revelado en Cristo. Dios le da al hombre la vida eterna, que es mucho más de cuanto el hombre naturalmente desea.
----------Prosigue Heschel: "El sueño de Dios no es estar solo, sino tener al género humano como compañero en el drama de la contínua creación". Observamos que al crear el mundo Dios no se ha propuesto lograr algo que le faltaba, y de lo cual necesitara, un fin o un bien superior, que debiera perfeccionarlo, hacerlo estar mejor, así para tener necesidad del mundo para ser completo y perfecto, o para recibir alguna perfección o enriquecimiento del mundo, porque Dios ya es completísimo, perfectísimo y beatísimo por sí solo, incluso sin el mundo.
----------Dios no es como un empleado bancario, que aspira a ser gerente. Dios es ya desde siempre, ab aeterno, por esencia, lo óptimo y lo máximo, el sumo Bien. Si no, no sería Dios. Es, como decía san Anselmo, "aquello de lo cual no se puede pensar nada mayor". Es el Infinito, y nada puede estar más allá del infinito, mientras que todo lo demás, lo finito, está por debajo. Es lo finito lo que puede ser aumentado y mejorado.
----------Lo Infinito divino no puede ser reducido, empequeñecido, como si fuera un infinito imaginario. Sino que es un infinito ontológico, es decir, es acto puro de ser, sin potencialidades ni ulteriores posibilidades de actuación o bien, siendo simplisísimo, no puede ser privado de nada y por lo tanto no puede disminuir. Por eso, el título del libro del padre Giuseppe Barzaghi, "Oltre Dio" (al que en este blog ya nos referimos), no tiene sentido. Dios es precisamente Aquel más allá del cual no hay nada. Si no, no es Dios, sino un ídolo.
----------Pero aparte de eso, Bruni cae en el error que ya hemos indicado antes. Cambia la aplicación del principio, pero el principio es el mismo. En la nota de ayer vimos que quería "convertir" a Dios, obligarlo a ser bueno, a dejar de enviar desventuras y a complacer al hombre necesitado de felicidad y de permanecer en paz para disfrutar de esta vida. Casi tenía el tono de la advertencia y de la amenaza, como si dijera: fíjate que, si no me escuchas y si no te corriges, ¡yo también soy capaz de arreglármelas sin ti!
----------Esta vez Bruni mantiene la misma actitud práctica mágico-cabalística hacia Dios que la vez anterior, actitud que debería permitir al hombre actuar e influir sobre Dios y cambiarlo a su voluntad. Bruni no se da cuenta o no quiere darse cuenta del hecho de que el dios que puede ser cambiado o mejorado por obra del hombre, un dios que obedece al hombre y que aprende del hombre, en lugar de ser el hombre el que tiene que aprender de Dios y obedecer a Dios, un dios en la dependencia del hombre; o bien un dios que quiere exactamente lo que quiere el hombre, como si el hombre conociera perfectamente los planes de Dios y el por qué de sus elecciones, no puede ser en absoluto el verdadero Dios, sino que no es más que el demonio.
----------Tratar con un dios de ese tipo, confiar en un tal dios, "padre de la mentira" (Jn 8,44), "homicida desde el principio" (ibid.) y maestro de soberbia, no es en absoluto piedad religiosa, sino que es satanismo; no es fe sino superstición, y por lo tanto significa ponernos a nosotros mismos y poner a los que nos siguen en el camino de la condenación eterna, con el debido respeto de los actuales buenistas y misericordistas, que dicen que nos salvamos todos, pero esto también es un engaño del demonio.
----------Abraham Heschel es sólo un representante de esta tradición judía cabalística, corrupción de la auténtica tradición bíblica. En la Cábala no es el hombre quien depende de Dios, sino Dios quien depende del hombre. O al menos, se da una dependencia recíproca entre Dios y el hombre: Dios y el hombre serían agentes recíprocamente el uno sobre el otro, de modo que se pierde la percepción de la verdadera relación del hombre con Dios y de Dios con el hombre, confundida con aquello que solo puede ser una relación igualitaria entre dos criaturas divinizadas, como en la mitología pagana.
----------El famoso y doctísimo estudioso judío de la Cábala, el historiador Gershom Scholem [1897-1982], toma como ejemplo de la práctica cabalística la construcción del así llamado "golem", un autómata construido por el mago, al cual él aplica el nombre de Yahvé en su frente, para que este autómata cobre vida y una vida divina, porque está animado por el Nombre. Pero así como el autómata ha sido construido por el mago, que está en posesión del nombre de Yahveh, el mago se cree en posesión del poder divino para divinizar al golem, por lo cual el golem hace todo aquello que el mago le ordena, incluso obras divinas.
----------Pues bien, el dios de Bruni es el golem y Bruni cree ser el mago de la Cábala. Dejo a los lectores imaginar qué cosa, con estas ideas, seguirá haciendo Bruni la próxima vez en Avvenire...
   
La creatividad en teología
   
----------Las bizarrías de Bruni son el efecto de un método teológico incorrecto, y por dos motivos. Uno lo vemos aquí. El otro lo veremos en el próximo parágrafo. El error que examinamos aquí nace de la reducción del intelecto especulativo a la imaginación poética. Estos teólogos (usando el apelativo "teólogo" inapropiadamente) son incapaces de abstraer del espacio-tiempo y de lo imaginable para intuir o ver lo puro inteligible, que es el horizonte del ser al cual pertenece la esencia divina.
----------Estos "teólogos", educados en la literatura y no en una severa disciplina teorética, se crean un Dios imaginario, que es prácticamente un ídolo. Su mente conserva la necesidad de Dios, pero como ella permanece envuelta en la imaginación, acaba por ver solo la nube, la cual por otra parte es ciertamente una imagen bíblica, porque su intelecto ha perdido el contacto con la esencia o con el ser divino. Aquí el teólogo corre un gran peligro, y es el peliggro de que Dios se resuelva en un parto de su fantasía. No tiene ya una regla objetiva de verdad, sino que se pierde en las extrañezas y en los vórtices de la fantasía.
----------Por esto, este tipo de "teólogos", que se mueven en la imaginería poética, no llega a formarse un verdadero concepto de Dios como ente o como ser, sino que la inteligibilidad divina de Dios para Bruni permanece inmersa y oculta en un aura fantástica e imaginativa. En este sentido, la Escritura habla de la "nube", en la cual se encuentra Dios (cf. Ex 16,10; 19,9; 20,21; Sal 97,2; Sir 45,5, etc.). Pero el riesgo es que sea así insuficiente la fuerza de penetración y de intuición del intelecto, que a la mirada de la mente aparece solo la nube y la esencia parece desaparecer o volverse inalcanzable, así como el sol desaparece detrás de la nube. La especulación teológica se desvanece en una fábula, donde no se necesitan referencias objetivas ontológicas, sino que todo se resuelve en una genial (brillante, retórica) creación poética.
----------De esta manera, dejada en posesión únicamente de ese parto imaginativo, que es la nube, la mente se ve tentada a elaborar a placer en modo creativo esta imagen, confundiéndola con la esencia de Dios, pero con ello alejándose de la realidad divina. Pero por otra parte, así como le falta la regla objetiva que le garantizaría la intuición intelectual del ente divino, se cree en el derecho a crear o a inventar, tratándose de una imaginación creativa. De aquí salen afuera los monstruos de Bruni. Pues bien, el caso es que para remediar, y no viajar en la imaginación, Bruni debería decidirse por empezar a superar la visión de la nube, penetrar en su interior con el intelecto y allí descubriría la verdadera esencia de Dios.
----------La metáfora es indispensable en teología, porque para conocer tenemos necesidad de los sentidos y de la imaginación. Pero es necesario que la metáfora (sea ella el mito, el símbolo, la parábola o la comparación) no ocupe todo el horizonte del intelecto, sino que sea una simple introducción al concepto. La poesía es útil, pero es necesario que su creatividad permita el ejercicio de la actividad intelectual y la percepción de lo puro inteligible divino, aunque sea por analogía. Respecto a esto, me remito a lo que escriben Jacques Maritain y Raissa Maritain, en su libro Situación de la Poesía, Desclée de Brouwer, Buenos Aires 1946.
----------Una categoría que hoy está gozando de éxito es la categoría de "sueño". Pero sólo tiene éxito en este clima fabulatorio, lleno de extravagancias, de ilusiones y manías de originalidad, en la que se compite por ser el mayor tirador. La categoría del sueño es una categoría bien conocida por la Sagrada Escritura, pero con implicaciones contradictorias. Se va desde el sueño que revela la voluntad de Dios (Dn 2,45; 7,1; Jl 3,1; 1 Reyes 3,5; Job 33,15) hasta el sueño engañoso (Zc 10,2), vano (Sir 34,2) e ilusorio (Sir 34,1).
----------El sueño puede ser un medio de conocimiento. A tal respecto, son muchas las bellas expresiones del himno de Completas: "Te corda nostra somnient, Te per soporem sentiant". Pero es necesario prestar atención y tener cuidado de que, salvo en los sueños proféticos o carismáticos, en el sueño normalmente confundimos la apariencia con la realidad. Los sueños son construcciones espontáneas y fantásticas emergentes del subconsciente, desvinculadas de relaciones con lo real y en las cuales la razón y la voluntad están ligadas por la imaginación y, por lo tanto, son irresponsables. Ellos pueden expresar aspiraciones o deseos de felicidad o de virtud, pero fácilmente basados sobre criterios puramente subjetivos.
   
El método de la duplicidad
   
----------Otro vicio feísimo, que se está extendiendo hoy en teología, es el de erigir como método teológico la negación del principio de no-contradicción, bajo diversos pretextos: ya sea el misterio insondable e inefable de Dios, o bien la oposición del dato de fe a la razón, o bien el devenir y el progreso del saber teológico, o bien la realidad de la experiencia mística, o la trascendencia de la lógica divina sobre la lógica humana, o el pretexto del Dios que es "totalmente otro" de lo que nosotros pensamos que es Dios, o bien el Dios al cual le resulta posible lo que para nosotros parece imposible.
----------Pues bien, este vicio nació en el siglo XIV con el occamismo, con su típico voluntarismo irracionalista y su concretismo atemático, que son actitudes mentales y comportamentales que no favorecen la limpidez del pensamiento y la linealidad de la acción. Es un vicio que nació probablemente favorecido por la doctrina averroísta de la "doble verdad" y por un retorno de la antigua sofística griega.
----------Los grandes filósofos de Grecia, Platón [427-347 a.C] y Aristóteles [384-322 a.C], siempre se han cuidado de respetar el principio de no-contradicción. Se honran de ponerlo en la base de todo el saber filosófico. Aristóteles incluso dedica un libro entero de la Metafísica, el IV, a la fundación y a la defensa de este principio de los principios. Eso es fundamental también para la Sagrada Escritura, donde la concepción de Dios es la de un Dios siempre idéntico a sí mismo, inmutable, que no se contradice y que mantiene las promesas, mientras son aborrecidas la hipocresía, la traición y la infidelidad.
----------Este vicio de la duplicidad se inició en la cristiandad en el siglo XV con Nicolás de Cusa [1401-1464] con falsas intenciones místicas: la famosa coincidentia oppositorum en Dios. Ella pretende relativizar para el hombre el principio de no-contradicción, para el cual Dios le sería extraño, con el pretexto de su trascendencia y libertad. En realidad, se trata de un principio universalísimo, que abraza todo el horizonte del ser. Toca el ser como ser. Ahora bien, dado que Dios es el ipsum Esse, no sólo ese principio no es extraño o ajeno a Dios, sino que encuentra en Él su primera, ejemplar y fundamental actuación.
----------El mismo Nuestro Señor Jesucristo enuncia este principio primero del pensar, del ser y del hablar, con las famosas palabras: "sea vuestro hablar: sí, sí, no, no. Lo demás viene del maligno" (Mt 5,37). Es la oposición radical entre el ser y el no-ser, entre lo verdadero y lo falso, entre el bien y el mal. San Pablo expresa este principio también con la oposición radical entre Cristo y Beliar (2 Cor 6,15).
----------La Escolástica ha derivado del principio de no-contradicción, que dice que no es posible que un ente sea y no sea simultáneamente bajo el mismo aspecto, el así llamado principio del tercero excluido: "Todo ente es tal o no es tal. No se da una tercera posibilidad". Se le llama también el principio del aut-aut. Entre ser y no ser tenemos una oposición absoluta, neta y por contradicción. No existen pasajes intermedios entre el ser y el no-ser, a diferencia de cuanto ocurre para los contrarios, entre los cuales existen grados intermedios, como existe por ejemplo lo tibio entre lo caliente y lo frío. Importante es también la oposición relativa, entre dos diferentes, que se expresa con la fórmula et-et. Sin embargo, no debemos reducir el aut-aut al et-et.
----------El respeto del principio de no-contradicción conduce al teólogo a tener el máximo cuidado en el evitar la contradicción en su discurso de Dios, porque debería ser evidente para todos la falsedad de tesis contradictorias, aunque no sea suficiente una tesis coherente para estar ciertos de que sea verdadera, sino que es necesario hacer una adicional verificación con respecto a la verdad de la materia de la tesis. Por ejemplo, la tesis de que Dios ha creado el mundo desde siempre no es contradictoria, y sin embargo es falsa. En cambio, Bruni no solo sostiene una tremenda falsedad, que es la perfectibilidad de Dios, sino que también cae en contradicción, porque tiene la pretensión de sostener al mismo tiempo la omnisciencia y la omnipotencia de Dios.
----------El incumplimiento del principio de no-contradicción produce en moral el vicio de la duplicidad, condenado por Cristo: "nadie puede servir a dos señores" (Mt 6,24). Se podría llamar también el "principio de la ficción", porque también el hipócrita sigue dos líneas de conducta: una aparentemente buena y la otra secretamente y sustancialmente mala. En este vicio el principio del aut-aut, que podríamos llamar en moral "principio de honestidad" o de "lealtad", viene confundido con el principio del et-et, que representa el principio de la analogía o de la diversidad. Así, a causa de esta confusión, sucede en el campo moral que el mal y el pecado aparecen simplemente bajo la vestimenta de lo "diverso". Lo cual entonces acaba por justificar el mal, confundiéndolo con el bien. Se comprende entonces cuán dañina sea esta confusión en teología moral.
   
Luigino Bruni: un "teólogo" en problemas
   
----------Queriendo hacer balance de la "teología" de Bruni tal y como emerge en los cuatro artículos que del Avvenire examinamos, mi impresión es la de encontrarme frente a un teólogo que estropea lo que toca: en el primero ha rechazado el concepto de la perfección cristiana; en el segundo ha rechazado el concepto del sacrificio cristiano; En los últimos dos, inspirándose en la Cábala, ha querido hacer de mago, que primero convierte a Dios haciéndolo de malo en bueno y ahora lo enriquece, haciéndolo devenir aún más bueno.
----------¿Qué se propone Bruni? ¿Cómo es posible que sea hospedado por un Diario católico no teniendo nada de católico y, de hecho, dando contra el cristianismo y terminando en las blasfemias? ¿Y qué espera el Avvenire de los artículos de Bruni? ¿Quiere preparar los motivos ideológicos para bajar las persianas o para arruinar la Iglesia desde dentro, aquello que san Paulo VI llamaba la "autodemolición de la Iglesia"?

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