viernes, 24 de diciembre de 2021

Documento de la Santa Sede relativo a Traditionis Custodes

En este tiempo de Adviento y Navidad, los católicos hemos recibido de la Sede Apostólica un texto de disciplina litúrgica, referente a la aplicación de lo dispuesto en el motu proprio Traditionis Custodes, que explicita de modo claro la intención del Romano Pontífice: que todos los católicos estén completamente unidos en torno al altar, según la celebración del Novus Ordo Missae, actual lex orandi de la Iglesia de Rito Romano.

----------Días atrás la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha publicado un Documento con respuestas a dudas planteadas acerca de la interpretación de las facultades concedidas por el reciente motu proprio Traditionis Custodes. Por mi parte, ni bien conocí el texto, he recibido con beneplácito, alegría y sentimientos de complacencia el que este Documento explicitara del modo como lo hace la clara intención del Romano Pontífice: que todos los católicos estén completamente unidos en torno al altar, según la celebración del Novus Ordo Missae, actual lex orandi de la Iglesia de Rito Romano.
----------Se trata de un Documento significativo, que llega oportunamente en esta Natividad del Señor, pues es un texto orientado a dar tranquilidad a aquellos fieles que aún conservan reparos acerca de lo que la Iglesia, a través del Concilio Ecuménico Vaticano II, hace ya sesenta años, ha resuelto acerca de la liturgia: la reforma del Rito Romano. Pues bien, para esos fieles que se han mostrado demasiado preocupados acerca de la suerte del vetus ordo Missae, este Documento, supuesta en ellos la debida obediencia que deben manifestar a lo dispuesto por la Santa Sede, debe ofrecerles serenidad, pues demuestra claramente la intención del Santo Padre de ir al encuentro y atender las justas demandas de quienes desean aclaraciones.
----------Tengamos en cuenta un pasaje particularmente significativo del Documento: "Es triste ver cómo el vínculo más profundo de unidad -la participación al único Pan partido que es su Cuerpo ofrecido para que todos sean uno (cf. Jn 17,21)- se convierte en motivo de división: es tarea de los Obispos, cum Petro et sub Petro, salvaguardar la comunión, condición necesaria -nos lo recuerda el apóstol Pablo (cf. 1Cor 11,17-34)- para poder participar en la mesa eucarística". El texto completo del documento: en este enlace.
----------Sin embargo, habiendo dicho eso, conviene tener en cuenta otros aspectos, que precisamente son los que se relacionan con los motivos más profundos que han movido al Concilio Vaticano II a la reforma de la Sagrada Liturgia, propósitos que han sido retomados clara y firmemente por el papa Francisco; debiendo recordarse, por otra parte, que el Novus Ordo Missae es actualmente la única lex orandi (eclesiástica) normal y ordinaria de la Iglesia de Rito Romano, y lo es incluso desde antes de que ello fuera confirmado por el Romano Pontífice en el motu proprio Traditionis custodes, pero esto no quita que la Misa debe celebrarse en las debidas condiciones, evitando los abusos que son por todos bien conocidos.
----------Por lo tanto, y atendiendo incluso a lo expresado por el propio papa Francisco en la Carta a los Obispos de todo el mundo, que acompañó al motu propio Traditionis Custodes, misiva en la que se dice que "al igual que Benedicto XVI, yo también deploro que en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad", sería conveniente y oportuno que también la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos aclarara, o volviera a aclarar, incluso en detalle si lo considera útil, en qué sentido debe entenderse que existe la posibilidad de semejante "creatividad" en la celebración del Novus Ordo Missae, y cuáles serían sus condiciones, su ámbito, y sus límites.
----------El pasaje del texto pontificio indicado en el párrafo anterior, texto compartido por el papa Benedicto XVI y por el papa Francisco, indudablemente opone, por un lado, la "fidelidad a las prescripciones" y, por otro lado, la "creatividad". Ciertamente, el nuevo Misal Romano da cierto margen a la creatividad del celebrante, pero tal creatividad tiene límites, que nunca pueden ir más allá de la fidelidad a las prescripciones del nuevo Misal. Sin duda es la mala comprensión de tal creatividad la que ha conducido a los abusos litúrgicos en la implementación del Novus Ordo Missae, abusos que son fruto del arbitrio privado.
----------Es bien conocido el antiquísimo axioma debido a san Próspero de Aquitania [390-455], que dice: legem credendi lex statuat supplicandi. Se trata de un principio que ve en la liturgia uno de los llamados loci theologici, vale decir, una de las fuentes desde las que le es lícito al teólogo argumentar para la demostración de una tesis. Es razonable que así sea, porque la liturgia no habría podido formular sus oraciones y celebrar sus misterios según aquellos precisos contenidos (lex supplicandi o lex orandi), si no hubiese existido precedentemente en la Iglesia la fe en aquella verdad y en aquellos misterios (lex credendi).
----------Por consiguiente, es el dogma el que dirige a la liturgia, y no a la inversa. Ha sido el venerable papa Pío XII, en su bula Munificentissimus Deus, de 1950, quien ha dado una auténtica interpretación del axioma de san Próspero de Aquitania, al expresar que "la liturgia de la Iglesia no produce la fe católica, antes bien, deriva de ella y los sagrados ritos del culto provienen de la fe, como frutos del árbol".
----------La Iglesia siempre ha considerado que, siendo la liturgia expresión de la fe, es más que justificable la preocupación por mantener la unidad de la liturgia (y permítaseme decir, incluso, una cierta uniformidad exterior y una cierta estabilidad). En cambio, el excesivo pluralismo litúrgico, la irrestricta creatividad librada al arbitrio personal del celebrante, el cambio contínuo en la liturgia de la Iglesia, ofuscarían la función que la liturgia siempre ha tenido: ser la expresión de la fe de la Iglesia, o la certificación teológica de la universal fe católica. Es comprensible, entonces, que la Iglesia siempre haya considerado que la liturgia debe sustraerse al arbitrio privado y que, en cualquier caso, la creatividad sólo existe bajo estrictas condiciones.
----------Ahora bien, el antes mencionado axioma, lex orandi lex credendi, debe ser rectamente entendido. La mencionada interpretación auténtica dada por el papa Pío XII al axioma de san Próspero de Aquitania, debe ser referida a la lex orandi divina, no a la lex orandi eclesiástica. Pues ya hemos explicado en otros artículos de este blog que debe distinguirse la Misa como obra de Cristo, la lex orandi divina, o de institución divina, y la Misa como elaboración humana, la lex orandi humana, o de institución eclesiástica. Así, la lex orandi divina de la Misa novus ordo es la misma de la del vetus ordo, porque es la misma e idéntica Misa.
----------Así como existe una lex orandi que determina en modo inmutable la esencia de la Misa, en cuanto instituida por Nuestro Señor Jesucristo, así también existe una lex orandi, una ley de la Misa, que depende de la autoridad humana, a la cual Cristo ha confiado el modificar el rito de Misa según los tiempos y los lugares y en orden a un siempre mejor ejercicio del culto divino, es decir, un culto cada vez más capaz de ofrecer el sacrificio de Cristo y de unir siempre mejor al hombre a Dios mediante la ofrenda de este sacrificio.
----------Naturalmente, es sólo en el primer sentido que la lex orandi es lex credendi, en cuanto ley de Cristo: mientras que en el segundo sentido la lex orandi, siendo sólo ley de la Iglesia, puede cambiar sin dejar de ser la misma lex orandi como lex credendi fundada por Jesucristo. Pero claro: es el Santo Padre, suprema autoridad en la Iglesia quien tiene la potestad de modificar la lex orandi humana o eclesiástica, para que pueda reflejar lo más fielmente posible aquella lex orandi divina, instituída por Cristo, que es también lex credendi.
----------De ahí que no sea lícito hacer de la Santa Misa, y de la liturgia en general (comprendida la celebración de los demás sacramentos) algo sobre lo cual quienquiera pudiera seguir cualquier experimento creativo; pues se correría el riesgo de alterar, a través de tal arbitraria manipulación, el contenido de la lex credendi. Por eso el Concilio Vaticano II ha confirmado la regla litúrgica de siempre, que expresa que, a excepción de las autoridades competentes, y dentro de los límites a ellas atribuídos "ningún otro, absolutamente, aun si es sacerdote, ose por su iniciativa añadir, quitar o cambiar algo en materia litúrgica" (constitución Sacrosanctum Concilium, n.22). Y aunque fuese un Obispo o una Conferencia episcopal, antes de hacer o de permitir experimentos de adaptación en materia litúrgica, debe proponerlos a la Santa Sede y obtener de ella el previo consentimiento (Sacrosanctum Concilium, n.40), faltando el cual se caería en el abuso.
----------Pues bien, acabo de decir que los abusos que se cometen en la celebración del Novus Ordo Missae, debidos a la mala interpretación que el celebrante hace del margen de creatividad que le es concedido, conllevan el riesgo de alterar, a través de tal arbitraria manipulación, el contenido de la lex credendi. El papa Francisco, a través de su motu proprio Traditionis custodes y de estos Responsa de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha salido clara y firmemente al encuentro de aquellos (clero y laicado) que en estas últimas décadas han malinterpretado las concesiones hechas para celebrar la Misa según el vetus ordo, manipulándolo (consciente o inconscientemente) como instrumento de un cismático y herético rechazo del magisterio del Concilio Vaticano II, de la Misa del Novus Ordo, y del magisterio de los Papas del post-concilio. Es hora, entonces, que el Romano Pontífice, de una buena vez por todas, salga también clara y firmemente al encuentro de las manipulaciones a la creatividad otorgada para celebrar el Novus Ordo Missae.

37 comentarios:

  1. Ya pasaron 50 años del nuevo Misal y desde la misma fecha se esperan las correcciones a los abusos.
    Nunca llegaron, ni llegan, ni van a llegar.

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    1. Estimado/a anónimo/a:
      el afirmar que en 50 años la Santa Sede no ha procurado la corrección a los abusos en la celebración de la Misa actual, es una afirmación que no corresponde en absoluto a la verdad.
      Basta recorrer las repetidos llamamientos y documentos de los Papas del postconcilio y de los dicasterios, para dar pruebas de lo constante que ha sido el pastoral magisterio pontificio en señalar el deber del sacerdote por el respeto hacia las normas del Misal Romano en la celebración de la Misa, y la fidelidad a los demás ritos de los Sacramentos según el actual Ritual. Menciono tan solo un ejemplo entre tantos: la Instrucción Redemptionis Sacramentum, del 25 de marzo de 2004.
      Por lo demás, la responsabilidad de corregir los abusos no es sólo del Obispo de Roma (que no es mucho lo que el Papa puede hacer en concreto), sino sobre todo de cada Obispo en su respectiva diócesis. En mi ya larga vida de sacerdote, he conocido no uno, sino muchos obispos muy celosos de que su presbiterio cumpliera fielmente con las normas litúrgicas y rúbricas del actual Misal Romano.
      De modo que su comentario, además de no respetar la verdad, corta demasiado ancho, gratuitamente.

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    2. No sé en qué mundo vive usted, pero en el mundo real esto sucede y no llega ninguna corrección. O sea, pueden leerse declaraciones como la que usted menciona y algunas otras pero nadie les hace caso. No la obedecen. Las sanciones para los sacerdotes que actúan verdaderos abusos litúrgicos son mínimas y casi inexistentes.
      Y el Papa claro que puede hacer mucho al respecto. Con que haga un motu proprio con la décima parte de la fuerza de tradicionis custodes sería un enorme avance. Y si corregir no es la función del Papa siempre podrá ordenar con potestad a los obispos que lo hagan y al que no obedezca, jubilarlo. Pero esto no lo van a hacer. Tendrán sus motivos, pero no lo van a hacer.
      Por algo usted escribe que "es hora, entonces, que el Romano Pontífice, de una buena vez por todas, salga también clara y firmemente al encuentro de las manipulaciones a la creatividad otorgada para celebrar el Novus Ordo Missae". Si "es hora de que de una buena vez por todas salga también..." significa que hasta ahora no pasó nada.
      Y lo que va a pasar es nada.

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    3. Estimado/a Anónimo/a,
      comprendo su malestar por lo que usted quizás ha experimentado o experimenta actualmente en su propia comunidad parroquial. Créame que lo comprendo, porque vivo en el mismo mundo que usted.
      He insisto: no es cierto que "nadie les hace caso" a los llamamientos de Roma contra los abusos litúrgicos; no es cierto que los obispos y sacerdotes "no obedecen". ¿Por qué razón corta usted tan ancho? Hay obispos más celantes y menos celantes, y hay sacerdotes más fieles o menos fieles a las normas litúrgicas, así como a todo lo demás que se refiere al ministerio sacerdotal (que no es sólo liturgia).
      Es poco y nada lo que puede hacer el Papa respecto a la obediencia de Obispos y Sacerdotes, y esto ha sucedido siempre en la Iglesia, incluso en tiempos de san Pío V, de san Pío X o en tiempos del venerable Pío XII (sobran ejemplos, también en el tema litúrgico, y ya he recordado mis propias anécdotas en artículos anteriores). Pensar otra cosa es imaginar que la estructura del clero en la Iglesia es similar a la estructura militar o a la estructura de una sociedad mafiosa: obediencia irrestricta o cárcel o muerte.
      En último caso, y dado que usted es católico, y pertenece a una determinada comunidad parroquial, le invito a preguntarse qué ha hecho usted personalmente para hacer algún aporte a la solución del problema, si es que usted ha experimentado este problema en su comunidad parroquial: ¿ha procurado hablar de esto con su párroco? ¿Le ha referido este problema con el debido respeto y serenidad, a fin de darle a conocer sus puntos de vista y conocer los puntos de vista de su párroco? Y si lo ha hecho, y no ha podido ver cambios en la actitud de su propio párroco, entonces ¿debo recordarle que para nosotros, los católicos, el sufrimiento asumido en Cristo es meritorio y redentor? ¿O acaso usted es un santo y ha sido confirmado en gracia, y no necesita hacer penitencia? Pues yo sí.
      Finalmente, cuando digo que "es hora, entonces, que el Romano Pontífice, de una buena vez por todas, salga también clara y firmemente al encuentro de las manipulaciones a la creatividad otorgada para celebrar el Novus Ordo Missae", estoy indicando, claro que sí, que a mi modo de ver y sobre todo para que el papa Francisco dé pruebas de una vez por todas de ser más ecuánime (que no lo ha sido, como ya lo he expresado muchas veces en este blog) con los dos bandos en pugna en la Iglesia (los modernistas y los pasadistas), así como parece que ha tomado cartas con los abusos y manipulaciones de los pasadistas, tome también cartas más a fondo con los abusos de los modernistas. Pero aún así, se trata siempre de decisiones prudenciales: tanto en las decisiones pastorales y disciplinares del Papa sobre este tema, como en la decisión de obedecer a ellas por parte de cada Obispo o sacerdote.

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  2. Padre Filemón, ¿usted ha tenido en cuenta que son ya numerosos los obispos y sacerdotes que han llamado a resistir a estas normas del Papa Francisco? Por ejemplo, ¿que opinión le merecen los dichos de mons. Athanasius Schneider en la entrevista que le hace Diane Montagna días atrás? (https://remnantnewspaper.com/web/index.php/articles/item/5751-exclusive-bishop-athanasius-schneider-on-vatican-crackdown-on-traditional-sacraments)

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    1. Estimado Carlos,
      ante todo, permítame no tomar en cuenta su calificativo "numerosos", que me sabe a meramente retórico y efectista. ¿Cuál es el número de obispos que han llamado a "resistir", como Ud. dice, a la Santa Sede en sus últimas disposiciones de disciplina litúrgica? ¿Dos, tres, cuatro? ¿Cuál de ellos ha reclamado algo al Papa por los canales eclesiales y canónicos que corresponden?...
      En segundo lugar, ¿qué significa la supuesta "resistencia" de un Obispo o de un sacerdote, a una norma pastoral o de gobierno del Papa? Pues bien, yo se lo digo: desobediencia, sin más. Y esto independientemente de la posibilidad de que del Papa brote una norma flagrantemente injusta (que no es éste el caso). La desobediencia a Roma ante esta norma disciplinar litúrgica no es admisible (aunque lo es el disenso teórico, por tratarsede cuestión prudencial del ámbito pastoral o disciplinar).
      En tercer lugar: efectivamente, ya conocía la entrevista de Diane Montagna al obispo auxiliar Schneider en el sitio filo-lefebvriano The Remnant. Sus declaraciones no me han sorprendido y, lamentablemente están en línea con lo que el auxiliar de la diócesis de Astana viene sosteniendo desde hace años, rechazando las doctrinas del Concilio Vaticano II y del magisterio pontificio del postconcilio. Precisamente, el motu proprio Traditionis custodes ha sido motivado por esta clase de "tradicionalismo" filo-lefebvriano, del cual Schneider es representante (aunque hay que decir que la corriente filo-lefebvriana es muy variada, con diversos grados de gravedad cismática y herética, más o menos clara, o más o menos confusa), que manipula las concesiones para celebrar el vetus ordo para oponerse a la Misa actual, a las doctrinas del Concilio y al magisterio pontificio del postconcilio.

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    2. Comprendo su juicio sobre monseñor Schneider, y sin embargo, pienso que, más allá de las etiquetas que podamos atribuirle, como por ejemplo tradicionalista o filo-lefebvriano, sería interesante profundizar en los méritos de sus declaraciones para eventualmente refutarlas.
      Por ejemplo: "no es aceptable -como ha afirmado mons. Schneider- que se haya olvidado el principio enunciado por el Concilio Vaticano II, a saber, que: 'La Iglesia, cuando no está en cuestiona la fe o el bien común general, no intenta imponer, ni siquiera en la liturgia, una rígida uniformidad', porque las motivaciones que han impulsado al Papa Francisco al Traditionis custodes, están dirigidas precisamente al bien común general de la Iglesia, en cuanto...".

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    3. Estimado Carlos,
      ante todo, si usted ha venido siguiéndome en este blog, podrá recordar que no han sido pocos los artículos en los que me he referido a la cuestión de la terminología "tradicionalista", "progresista", etc. y creo haber hecho modestamente algún aporte para tratar de utilizar mejor lo que Ud. llama las "etiquetas". Pero le pido que piense que en algunos casos esas "etiquetas" pueden tener algún sentido, es decir, pueden ser etiquetas "cum fundamentum in re".
      En el caso particular del apelativo "filo-lefebvriano", para entenderlo, primero hay que saber qué significa ser "lefebvriano". Pues bien, se lo diré: en el ámbito de la fe, ser lefebvriano significa compartir al menos tres errores heréticos de monseñor Marcel Lefebvre: rechazo de la validez de la Misa reformada, rechazo de las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II, y rechazo del magisterio pontificio postconciliar. Por ende, ser "filo-lefebvriano" es simpatizar de algún modo, o en algún grado, a veces no del todo explicitamente, con esa tríada de errores.
      Ahora bien, no hay ninguna duda que en los escritos del obispo Schneider hay aspectos valiosos, lados buenos, y muchas verdades, pero repase Ud. sus declaraciones y textos (yo lo he venido haciendo desde hace años), no sólo esta entrevista de Diane Montagna, y verá la vecindad de muchas afirmaciones de Schneider con la tríada lefebvriana. De ahí lo que usted llama la "etiqueta" con la que califico la postura del obispo Schneider.

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    4. Con todo respeto, padre, pero permítame insistirle: las apreciaciones de monseñor Schneider me parecen sumamente oportunas y bien argumentadas.

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    5. Estimado Carlos,
      puedo comprender la amargura de mons. Schneider, sin embargo, soy de la idea de que debemos obedecer, por más costoso que sea. Después de todo, ¿la Misa no es un Sacrificio? Y si pensamos en Jesús, ¿acaso no le ha costado sacrificio obedecer al Padre? Por otra parte, el Papa no nos manda realizar un pecado, ni nos prohíbe cumplir con nuestro deber, que son los únicos casos en los que sería lícito desobedecer.
      Recordemos que lo esencial es tener la Misa, no importa que sea el Vetus Ordo o que sea el Novus Ordo. A menos que uno esté en contra del Novus Ordo. En el cual caso no debemos estar en absoluto y, por lo tanto, no debemos acusar al papa Francisco de ser un tirano. Al contrario, la preocupación del papa Francisco es que todos nosotros, los católicos, acojamos el Novus Ordo, y tiene todo el derecho de hacerlo, porque es la Misa de la reforma promovida por el Concilio. Esto no significa que los amantes del Vetus Ordo no tengan la posibilidad de disfrutarlo. Las reglas del Motu Proprio han sido establecidas a este propósito.
      Estemos atentos a no hacer del Vetus Ordo un ídolo, porque sería una cosa impía y del todo contraria a la sana Liturgia.

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  3. Estimado padre Filemón,
    con el debido respeto a su persona, no puedo dejar de sorprenderme mucho al ver que Ud. empieza su artículo diciendo que ha "recibido con beneplácito, alegría y sentimientos de complacencia" el reciente Documento de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
    Como han señalado muchas autoridades en el campo litúrgico y canónico, tanto el Motu Proprio como estas disposiciones disciplinarias significan, de hecho, la aniquilación total del vetus ordo Missae, ciertamente no en cuanto lex orandi divina, no abrogada, sino en cuanto ritual vigente en la Iglesia o lex orandi eclesiástica, que ahora se ha vuelto prácticamente imposible de celebrar.

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    1. Estimado Hilario,
      el hablar de "aniquilación total" del Vetus Ordo es una afirmación que no corresponde en absoluto a la verdad, por el simple hecho de que el Documento de la Congregación da un reglamento, aunque reconozco que bastante restrictivo, para una conveniente celebración del Vetus Ordo.
      En cualquier caso, para el buen católico, lo esencial es el poder participar en la Santa Misa. Que sea Novus o Vetus Ordo es algo secundario. Por otra parte, el obedecer al Decreto de la Congregación conlleva ciertamente en los devotos del Vetus Ordo un acto de fatigosa obediencia, pero precisamente por eso, es un acto aún más meritorio, siguiendo el ejemplo de Cristo que ha dado su sangre por nuestra salvación.
      Por mi parte, he estado contento y he sentido placer de que el Documento de la Congregación explicite la intención del Papa Francisco: que todos los católicos estén todos unidos en torno al altar, según la celebración de la Misa en el Novus Ordo.

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  4. La Iglesia tuvo siempre múltiples ritos. Algunos parecidos, otros no. Mismo dentro del rito Bizantino tienen la liturgia de San Juan Crisóstomo y para algunos días más solemnes la de San Basilio. Y así con los otros ritos orientales y también con algunos ritos latinos circunscriptos a diócesis o a órdenes religiosas.
    Este rebrote bunignista es propio de Francisco, un hombre ciertamente atado al pasado.
    Y la solución a la que empuja es que todo aquel que quiera tener relación con el vetus ordo termine en la San Pío X, total les concedió facultades para confesar y para celebrar matrimonios.

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    1. Estimado Sacerdos quidam,
      Bugnini no tiene nada que ver con el Novus Ordo, porque la Misa del Novus Ordo depende del papa san Paulo VI. Considerar al Papa vinculado al movimiento del '68 es ofensivo. Quien lo ha definido Papa revolucionario, no sabía lo que decía.
      No parece y no es creíble que el papa Francisco esté sugiriendo a los fieles católicos entrar en la Comunidad San Pío X, la cual no está en comunión con la Iglesia, aunque su benevolencia lo ha llevado a conceder a los sacerdotes de la Comunidad la facultad de confesar durante el Año Santo de la Misericordia.

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    2. Estimado Padre: que Bugnini tuvo que ver no solamente con la reforma litúrgica de Pablo VI, sino también con la reforma de Semana Santa de Pío XII es un hecho histórico. Por supuesto que en ambos casos la promulgación y autoridad provienen del Santo Padre.
      Sin emgargo el bugninismo es el actual movimiento que sugiere al Papa Francisco esta violenta prohibición. Por supuesto que nuevamente la autoridad del documento la da el Santo Padre al publicarlo.
      Lo de Francisco y la San Pío X es una conclusión. Para Francisco la comunión imperfecta es suficiente y menos molesta. Ya lo demostró tomando medidas similares cuando era Arzobispo de Buenos Aires. Pero no es un hecho probado. Pero considero que las medidas innecesarias y exageradas que toma con esos fieles -sabiendo como son- los empuja a eso. Del mismo modo que si limitara al extremo los ritos orientales a muchos fieles los empujaría a ir a la ortodoxia.
      Esa es mi opinión.

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    3. Estimado Sacerdos,
      no hay que desconocer que la Fraternidad San Pío X, aunque carece de una plena comunión con el Papa, lo cual es decir, con la Iglesia, disfruta sin embargo de una cierta organización que le permite, al menos fácticamente, como usted sugiere, un cierto modus vivendi con la Iglesia Católica.
      Sin embargo, está claro que el Papa, como buen pastor, no puede contentarse simplemente con la actual situación de esa Fraternidad, la cual es formalmente cismática, sino que, ciertamente, espera que algún día ella pueda integrarse plenamente en la Iglesia. Esto quiere decir que el Motu Proprio Traditionis Custodes no se refiere ni tanto ni substancialmente a esa Fraternidad, sino que, como dice el Papa mismo, está en contra de ciertos "cismáticos" que, dentro de la Iglesia, llegan a negar la validez de la Misa reformada por san Paulo VI y san Juan Pablo II, niegan el valor magisterial de las doctrinas del Concilio Vaticano II, y niegan la validez del magisterio de los Papas del postconcilio, incluso hasta la validez del pontificado del papa Francisco. Vale decir, se trata de "cismáticos" filo-lefebvrianos.

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  5. Aquí se ha escrito que: "...el Novus Ordo Missae es actualmente la única lex orandi (eclesiástica) normal y ordinaria de la Iglesia de Rito Romano, y lo es incluso desde antes de que ello fuera confirmado por el Romano Pontífice en el motu proprio Traditionis custodes..."
    Disiento.
    En el pontificado inmediatamente anterior, y estando vigente Summorum Pontificum, todo sacerdote tenía plena libertad para celebrar la misa según el vetus ordo. Ahora no es así.

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    1. Estimado Don Benja,
      confirmo lo que he escrito en mi artículo: efectivamente, la única lex orandi para la Iglesia de Rito Romano, después de 1970 siempre ha sido el Novus Ordo Missae. De modo que, antes y después del motu proprio Traditionis custodes la única lex orandi (en el sentido de lex orandi eclesiástica, no en el sentido de lex orandi divina, que lo es tanto el novus como el vetus ordo) es el Misal Romano ordenado en los pontificados de san Paulo VI y de san Juan Pablo II.
      Ha sido el papa Benedicto XVI, actual papa en estado de emeritato, el que ideó la interesante terminología de "rito romano ordinario" y "rito romano extraordinario" (terminología muy útil, aunque como ocurre con toda terminología, con sus virtudes y sus defectos) para recordar que la única ley ordinaria y normal para todo el Pueblo fiel de Rito Romano es hoy el novus ordo de la Misa surgida después del Concilio Vaticano II; mientras que el vetus ordo, de los rituales anteriores, aunque manteniéndose siempre válidos en cuanto lex orandi de divina institución, sólo podían ser considerados legítimos para ser llevados a la práctica de la celebración según lo permitieran las concesiones hechas por los Romanos Pontífices (condiciones menos estrictas en el pontificado de Benedicto, y más estrictas hoy en el pontificado de Francisco), pero siempre considerándose el vetus ordo como aplicable a casos no normales, casos extraordinarios, y para determinados casos de grupos particulares (por supuesto, según lo estableciera disciplinarmente cada Obispo en su diócesis, según su propio criterio pastoral).
      En conclusión: desde 1970, siempre ha permanecido, en cuanto a la ley eclesiástica vigente, el mismo orden jurídico: la única lex orandi para la Iglesia de Rito Romano es el Novus Ordo Missae, aunque concediéndose, en suborden, la posibilidad en casos delimitados, de celebrar según el vetus ordo.

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  6. Estimado padre Filemón,
    Junto a mis saludos navideños, quisiera plantearle una simple pregunta.
    Creo que en otra oportunidad ya le dije que soy feligresa de una pequeña parroquia, aquí en Mendoza. Siempre he asistido a la Misa actual. Nunca he participado en una Misa celebrada con el rito antiguo.
    Sin embargo, miro con preocupación lo que está sucediendo hoy en la Iglesia.
    Para serle franca, no tengo ninguna dificultad en admitir que se respete el derecho de tantos fieles que quieren todavía participar en la Misa preconciliar, y con mucha más razón si se tiene en cuenta que incluso el papa Benedicto XVI se había pronunciado a favor de aquel derecho, y les había concedido a esos fieles toda la libertad para participar en la Misa antigua.
    Mi pregunta es, entonces: ¿por qué la Iglesia se ha embarcado, como lo ha hecho el papa Francisco con su motu proprio Traditionis Custodes, en una guerra que ya había sido superada con lo que había establecido el papa Benedicto en Summorum Pontificum?
    Gracias por todo lo que Ud. hace, y le deseo una ¡feliz Navidad! Que Dios le bendiga.
    Nadia Márquez

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    1. Estimada Nadia Márquez,
      Entiendo su disgusto y sentimientos de compasión hacia aquellos católicos que sienten un gran malestar, por no decir un sentido de rebelión, hacia el Motu Proprio del papa Francisco, pero a la vez me siento complacido por su fidelidad al Novus Ordo.
      Sin embargo, su juicio sobre el papa Francisco no es exacto. En efecto, todo Papa, en materias como éstas, que conciernen a la disciplina litúrgica, tiene la facultad y puede ejercitarla, si así lo cree, de cambiar las disposiciones de un Papa precedente, ya sea en el sentido de mitigar o en el sentido de restringir.
      Esto significa que el deber del buen católico es el de obedecer, siguiendo el ejemplo mismo de Nuestro Señor, que ha instituído la Misa precisamente sobre la base de su Sacrificio.

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  7. En todo esto que está sucediendo con Traditionis custodes, me da la impresión de que los Sacramentos, y sobre todo la Santa Misa, ya no se entienden como lo que son, signos eficaces de la gracia, vale decir, como instrumentos a través de los cuales nos llega la gracia, medios absolutamente necesarios e indispensables para la salvación de las almas, sino como un lugar privilegiado para el ejercicio del poder.
    Da la impresión que se prefiere dejar a los fieles sin sacramentos, antes que permitirles acceder a ellos, celebrados según el rito que los católicos han seguido durante más de mil quinientos años, y que es un rito que ha sido reconocido como válido y nunca abrogado por el Papa Benedicto XVI.

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    1. Estimado Anónimo,
      está claro que los Sacramentos permanecen siendo en la actualidad como lo han sido siempre, es decir, son ordinariamente los medios necesarios de la salvación (y recalco el "ordinariamente").
      Las restricciones que el papa Francisco ha establecido con respecto al Vetus Ordo mediante su motu proprio Traditionis custodes y las posteriores normas aplicativas que se produzcan, dejan todavía espacio para este rito. Pero lo que el buen católico debe buscar sobre todo es el Novus Ordo Missae, que es una Misa tan válida como la del Vetus Ordo. Por ello, quien encuentre dificultades para acceder al Vetus Ordo, no se queda en absoluto sin la Misa, sino que tiene la posibilidad de acceder a la Misa del Novus Ordo.
      Por eso no se trata de abuso de poder por parte del papa Francisco, sino que se trata de disciplina eclesial acerca de la cual el Romano Pontífice tiene plena competencia y autoridad. Si somos buenos católicos, por lo tanto debemos confiar en su guía, seguros de caminar hacia la salvación.
      Le hago una última precisión: el Vetus Ordo no tiene 1.500 años de antigüedad (como usted afirma), sino solo 500 años de antigüedad, porque fue establecido por el papa san Pío V. Esto quiere decir también que la Misa precedente al Vetus Ordo era válida. En conclusión, es necesario decir que lo esencial es ir a Misa, da igual si es el Novus Ordo o el Vetus Ordo, eso no tiene importancia. Sería verdaderamente de necios renunciar a la Misa solo porque no es posible en el rito del Vetus Ordo.

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  8. Querido padre Filemón,
    ¡Mis más sinceros deseos de una muy felíz Navidad para usted!
    Y una vez más, mi renovado agradecimiento por sus meditaciones y artículos diarios, que para mí son alimento espiritual y crecimiento en la fe.
    Que Dios le bendiga.

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    1. Felíz Navidad para tí también, Herminia. Gracias por tu consenso y por hacerme saber que mis artículos te sirven.

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  9. Padre Filemón:
    He venido leyendo estas últimas semanas todo lo que he podido hallar en Internet acerca de estas respuestas de la Congregación del Culto. Y veo que expertos en derecho canónico han expresado, con buenos argumentos aparentemente, que Traditiones custodes es un documento cuestionable (siempre desde el punto de vista jurídico), y que en este mismo plano jurídico son aún más debatibles las respuestas de la Congregación para el Culto Divino a las dudas recibidas de los obispos sobre la aplicación de Traditionis custodes. (¿O deberíamos decir supuestas dudas?).
    Con todo respeto, frente a estos documentos (tanto el Motu proprio como estas Respuestas) me parece que nos encontramos, una vez más, frente a leyes dictadas por una autoridad de características tiránicas, que se considera por encima de todo ordenamiento jurídico y, por tanto, con derecho para decidir a completa libre voluntad.
    Sin embargo, me parece que el aspecto más grave de toda esta situación no es la cuestión canónica, sino el enorme daño y el sufrimiento espiritual que estas decisiones del papa Francisco causan a decenas de miles de almas, que son católicos que permanecen fieles al vetus ordo, pero que actualmente sus reclamos no son escuchados, y que simplemente se prefiere (todo así lo hace suponer) verlos completamente marginados y condenados a una extinción más o menos rápida.

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    1. Estimado Rubén,
      entiendo el sufrimiento por las normas restrictivas acerca de la celebración según el vetus ordo. Pero, por otro lado, un buen católico debe estar siempre dispuesto a la obediencia, aunque ella le cueste, siguiendo el ejemplo de Cristo, que incluso ha derramado su Sangre por nosotros. Ciertamente, 1) no se le está pidiendo a usted que peque, y 2) no se le prohíbe cumplir con su deber, que son los únicos dos casos en los que usted estaría autorizado a desobedecer.
      Al fin de cuentas, lo que realmente cuenta es la Misa: que sea vetus ordo o novus ordo es cosa secundaria. Por lo tanto: no convierta el vetus ordo en una cuestión de principios. Lo importante es la Misa y ciertamente no será el Papa quien le prohíba ir a Misa.

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  10. Estimado Filemón, permítame intervenir en esta pequeña discusión que aquí ha surgido.
    Si bien el responsable final de estas medidas disciplinarias es indudablemente el Papa Francisco, mi convencimiento es que son otros personajes los verdaderos autores de esta masacre que se está desarrollando no solo de la Sagrada Liturgia y del recto orden litúrgico, sino, al fin de cuentas, de todo el mundo tradicional.
    Por todo lo que ha venido sucediendo en estos casi nueve años de pontificado, ha sido fácil constatar que la Sagrada Liturgia no es un área de especial interés para el papa Francisco. Y considero que una prueba de ello es que en los inicios de su pontificado no tomó decisiones restrictivas hacia el Vetus Ordo y tampoco contra los Lefebvrianos; sino más bien todo lo contrario.
    En mi opinión, la responsabilidad recae sobre todo en el grupo de pseudoeruditos de San Anselmo, que junto con la Escuela de Bolonia, son los herederos del "espíritu conciliar" en materia litúrgica. Uno de ellos es el profesor Andrea Grillo. Otro es mons. Vittorio Viola, también de San Anselmo y secretario de la Congregación del Culto, y otro es el padre Corrado Maggioni, hasta hace poco subsecretario del mismo dicasterio, y varios otros.
    Se trata de una pequeña élite que parece que se consideran verdaderos iluminados, que reconocen como progenitores intelectuales a mons. Annibale Bugnini y a su secretario, mons. Piero Marini, responsables de los habituales excesos litúrgicos que poblaron el pontificado de Juan Pablo II.

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    1. Estimado Fernando,
      concuerdo con usted en reconocer la influencia dañina en el campo litúrgico por parte de los modernistas. Debo decir, sin embargo, que no conozco a casi ninguna de las personas que usted menciona.
      Por el contrario, conozco muy bien a Andrea Grillo, a quien he tenido ocasión de criticar en varias ocasiones, de modo particular por su errónea concepción de la Transubstanciación.
      Por otra parte, por cuanto respecta a la Escuela de Bolonia, he tenido la ocasión de criticar a Alberto Melloni.
      Por cuanto respecta a Bugnini, no se le debería dar más importancia de la que tiene. Es cierto que intentaba hacer desviar al Concilio en sentido modernista, pero cuando el papa san Paulo VI lo advirtió, lo despidió y lo envió a una diócesis en Extremo Oriente.
      El grave problema de hoy es el hecho de que los mismos Sumos Pontífices, aunque se trate de santos, no alcanzan a frenar la prepotencia modernista.
      ¿Entonces, qué se podría hacer?
      Nuestra esperanza es que el Papado recupere vigor y energía, de modo de resistir a estas fuerzas disolventes, que se presentan falsamente como los puntos de avanzada de la reforma litúrgica del Concilio.
      Por lo tanto, es necesario orar, para que la Iglesia pueda liberarse de estos falsificadores, a fin de que pueda finalmente cumplirse el deseo de san Juan XXIII de la llegada de un nuevo Pentecostés, que será el fruto de la verdadera realización del Concilio.

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  11. Padre Filemón,
    Lamento tener que disentir, también yo, respecto a sus sentimientos hacia estos documentos de la Santa Sede.
    Me llama poderosamente la atención que tanto el motu proprio Traditionis Custodes como el documento de la Congregación para el Culto hablen una y otra vez de la "riqueza" de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Pero tengo la impresión de que esto no se corresponde con la realidad.
    Esta reforma ha sido concebida para promover una más activa participación de los fieles en la vida litúrgica de la Iglesia. Sin embargo, cincuenta años después, lo que en realidad vemos hoy es que las iglesias están vacías, que la asistencia de los fieles a los servicios litúrgicos ha disminuido drásticamente, y que ha quedado reducida principalmente a las personas de mayor edad o ancianos, y que a la vez se han vaciado los seminarios donde se formaban los ministros de culto.
    Para ser franco, yo no sé qué hubiera pasado si no hubiera existido la reforma litúrgica del Vaticano II. Quizás hubiera sucdido lo mismo, pero lo cierto es que esta reforma, de hecho, no ha sido eficaz para evitar el alejamiento de los fieles católicos de la liturgia. Y esto no es más que una deducción válida a partir de datos obvios. No se puede negar.

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    1. Estimado Paracelsomol,
      La disminución en la frecuencia de los Sacramentos y en el número de los sacerdotes no se debe en absoluto a la reforma litúrgica, promovida por el Concilio Vaticano II, porque, si ella hubiera podido ser implementarse en sus verdaderas intenciones y en su verdadero significado, a esta hora seguramente se habría producido ese nuevo Pentecostés, que fue auspiciado por el papa san Juan XXIII, como efecto de la reforma conciliar.
      Sin embargo, todos sabemos cómo, desde el inmediato postconcilio, el fenómeno modernista, liderado por Karl Rahner, ha vuelto a estallar. Se trata de un fenómeno que ha sido completamente imprevisto por parte de los buenos Obispos, que se encontraron del todo impreparados para enfrentar el embate de los modernistas. Los mismos Papas, comenzando por san Paulo VI, por más santo que fuera, no pudieron contener esta fuerza prepotente.
      Sumado a ello, los modernistas provocaron la comprensible (aunque no justificable) reacción de los lefebvrianos, los cuales indudablemente cayeron en el cisma y la herejía, pero, si no se hubiera producido el surgir del modernismo, podemos pensar que tampoco se habría dado esta reacción.
      ¿Cuáles son las perspectivas para el hoy?
      Debemos rezar por el Santo Padre y ayudarlo a fin de que este execrable conflicto entre modernistas y filo-lefebvrianos o pasadistas finalmente llegue a su término, de tal modo que se produzca la paz, que deberá consistir en una recíproca integración. Y uso el concepto de integración, en cuanto que, en los modernistas, dejando de lado sus errores, existe una exigencia de progreso; mientras que en los filo-lefebvrianos, dejando de lado sus errores, existe la justa exigencia de respetar y conservar el depósito de la fe. Ahora bien, es evidente que la plenitud de la vida cristiana surge de la convergencia entre lo moderno y lo antiguo, entre el progreso renovador y la conservación.

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    3. "La disminución en la frecuencia de los Sacramentos y en el número de los sacerdotes no se debe en absoluto a la reforma litúrgica, promovida por el Concilio Vaticano II, porque, si ella hubiera podido ser implementada en sus verdaderas intenciones y en su verdadero significado, a esta hora seguramente se habría producido ese nuevo Pentecostés, que fue auspiciado por el papa san Juan XXIII, como efecto de la reforma conciliar".

      Con todo respeto, padre Filemón, ¿no es esa una afirmación un tanto por demás ingenua? ¿Un nuevo Pentecostés por la recta aplicación del Novus Ordo Missae?

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    4. Estimado Anónimo,
      como católicos, debemos creer que la reforma conciliar ha sido actuada con la asistencia del Espíritu Santo, lo que no excluye que ciertas disposiciones pastorales o disciplinarias puedan ser menos prudentes. Sin embargo, los fieles católicos, al adherirse a estas disposiciones (repito: pastorales o disciplinarias), seguramente caminarán en los caminos del Señor.
      La esperanza de san Juan XXIII, de que la aplicación de la reforma conciliar pudiera suscitar un nuevo Pentecostés en sí misma es, por lo tanto, plenamente comprensible. En efecto, el Concilio, al dar directivas pastorales o disciplinarias, en el momento en el cual lo hace siendo fiel a la esencia de la Iglesia, da las indicaciones para un progreso y una renovación de la Iglesia, que no es arriesgado parangonar a un fuerte descenso del Espíritu Santo.
      Por supuesto, mi expresión "descenso" del Espíritu Santo, no se refiere a un nuevo Pentecostés en sentido literal, porque sabemos que Pentecostés ha sido un hecho histórico irrepetible. Y en tal sentido, el Espíritu Santo ya no "desciende" como lo hizo en Pentecostés, sino que, como lo ha prometido el Señor, su Espíritu "permanece" en la Iglesia, hasta su Segunda Venida.
      Sin embago, de hecho, dondequiera que haya sido aplicado el Concilio, hemos podido ver la acción del Espíritu Santo (soy testigo desde hace décadas de muchos ejemplos de ello). Lo doloroso, como he dicho, es en cambio el hecho de que en ciertos casos la acción del Espíritu ha sido malinterpretada y en otros casos ha sido bloqueada, a causa de una mala interpretación de la reforma conciliar, cuando incluso no se ha llegado a producir una verdadera y propia oposición a causa de ciertos movimientos, que han querido permanecer firmes en la situación preconciliar, creyendo con ello permanecer fieles a la Tradición, cuando en realidad no han comprendido que el Concilio nos la hace realizarla de un modo mejor, para enriquecer el patrimonio de santidad de la Iglesia. Se trata de movimientos que no son tradicionales, sino tradicionalistas, vale decir, tienen un erróneo concepto de la Tradición, y la falsifican.

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  13. Me uno a los objetores.
    Padre Filemón: Creo que otro motivo para que hayan surgido estos documentos es una concepción positivista del derecho litúrgico. Para los positivistas, la liturgia se convierte en ley por decisión de la autoridad competente. Y esta es la actitud que vemos no solo en los legisladores de Roma hoy, sino también en la mayoría de los obispos del mundo que, ante el reclamo de sus fieles, dicen: "Esto es lo que manda el Papa".
    Sin embargo, no creo que ésta sea la concepción católica de la ley, que supone que sea sancionada con vistas a la salvación de las almas y encuentra su legitimidad en el uso constante que deviene consuetudinario. La autoridad, por lo tanto, no crea la liturgia ni la usa, sino que simplemente la purifica para que todos sus elementos sean conformes a la fe.
    La reforma litúrgica del Vaticano II se ha implementado en un marco de interpretación positivista del derecho, así como Traditionis Custodes y estas Respuestas de la Congregación del Culto. Y luego, si la costumbre y el bien de las almas dejan de ser tomados en consideración y se apela sólo al peso de la ley, todos los medios serán suficientes para afirmar la autoridad y aplicar la severidad de esa ley.

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    1. Estimado/a "Ira divina":
      efectivamente, el modo legítimao de celebrar la Santa Misa depende de una forma de derecho positivo, vale decir, la facultad que tiene el Papa, facultad consignada por Cristo, de regular los modos de la celebración eucarística según las necesidades de los tiempos y de los lugares.
      Este poder, que es propio del Papa, no tiene nada que ver con el positivismo jurídico (por ejemplo el de Kelsen), que es una falsa doctrina del derecho, que reduce la ley natural a derecho positivo.
      En el caso de la disciplina eclesial, en cambio, el Papa no se permite en absoluto tocar la esencia del Sacramento, pues el Sacramento es de derecho divino. En este caso específico, la esencia de la Santa Misa es de institución divina. Cuando se habla de Vetus Ordo o Novus Ordo no se toca la esencia de la Misa, sino que se hace referencia a dos particulares modalidades de celebración, que caen bajo el así llamado "poder de las llaves", que es propio exclusivamente del Papa.
      En este ámbito, el Papa no es infalible y, sin embargo, el buen católico está obligado por norma a obedecer sus disposiciones, en cuanto que se supone que ellas no inducen al pecado.

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