¿Cuál es el motivo de la negación del pecado original? es la pregunta que nos guía en esta serie de reflexiones sobre este capítulo del tratado De Creatione. Hoy indagaremos sobre la interpretación de Lutero acerca de este dogma y las consecuencias de la concepción luterana del pecado original, para pasar luego a recordar la visión de Teilhard de Chardin, finalizando el presente artículo con la concepción de Orígenes.
La interpretación de Lutero acerca del pecado original
----------Martín Lutero [1483-1546] creía en la historicidad del pecado original, pero se formó una idea herética, demasiado pesimista y excesivamente catastrófica, la cual, como reacción, provocó la negación de la explicación bíblica del origen del mal y por lo tanto la negación de la historicidad y de la veracidad del relato genesíaco del pecado original y de sus consecuencias para la humanidad y la naturaleza.
----------Lutero, como es bien sabido, creía que con el pecado original la naturaleza humana no solo había perdido todos los dones preternaturales, no solo había quedado debilitada, sino que estaba en tal modo corrompida, que la razón ya no podía conocer la ley moral ni demostrar que Dios existe, mientras que la voluntad se había vuelto tan esclava del pecado, que todas las acciones humanas constituyen pecado.
----------Conocemos bien la solución de Lutero al problema del mal y del pecado: el pecado en esta vida es ineliminable, por lo cual el hombre, no importa cuanto se esfuerce en hacer el bien, está siempre en estado de pecado mortal (peccatum permanens). Ahora bien, Cristo, con su sacrificio, ha pagado al Padre la deuda del pecado y nos ha merecido el perdón divino. Para esperar, es más, para estar absolutamente ciertos de la futura salvación, según Lutero, es inútil intentar liberarnos de los pecados con las buenas obras, que son siempre pecados disfrazados, sino que basta creer en la gracia de Cristo, que nos salva gratuitamente sin necesidad de obras y méritos, ya que no se puede comprar lo que viene dado gratis.
----------El de Lutero parecería el razonamiento de san Pablo; pero no es así. En realidad, Pablo aclara que, no obstante el pecado original, la naturaleza humana conserva algunas fuerzas sanas que debemos utilizar para salvarnos, y subraya que la gratuidad de la gracia no nos exime del deber de colaborar con ella con las buenas obras y por lo tanto no nos exime del deber de combatir y vencer el pecado.
----------Pero, en definitiva, ¿a qué conduce la ética luterana? A una cohonestación del pecado, vale decir, en hacerlo bueno: el pecado, acto que es causa del mal de culpa, o mejor, que es el mal de culpa, deviene acto bueno. En efecto, si el pecado es inevitable, puede ser considerado un hecho natural, así como es invencible el impulso de la naturaleza. La visión exagerada luterana de la corrupción de la naturaleza se convierte entonces en una concepción del pecado como cosa natural y, por consiguiente, buena. El mal deviene bien.
Las consecuencias de la visión luterana del pecado original
----------En este punto se debe notar cómo, siguiendo esta errónea visión luterana del pecado original, sucedió, en el mundo protestante, que se ha perdido la distinción entre el estado original preternatural de inocencia y el estado de naturaleza caída, y así ha nacido un concepto híbrido de "estado de naturaleza", donde hay quien lo ha dado como naturaleza buena y quien como naturaleza mala.
----------Y así se llega a hablar de hombre "naturalmente bueno", como lo hacen por ejemplo Gianbattista Vico [1668-1744] y Jean Jacques Rousseau [1712-1778]; y de un hombre "naturalmente malo", como lo hacen por ejemplo Thomas Hobbes [1588-1679] e Immanuel Kant [1724-1804]. Vico y Rousseau explicaban la malicia humana con la "civilización"; por lo cual se necesita retornar al "estado de naturaleza", y ponían como modelo de felicidad natural a ciertas tribus salvajes o primitivas del África o de América Latina. Hobbes y Kant sostenían, al contrario, que para remediar la malicia natural, se necesita la civilización, y ponían como modelo la madurez humana y la racionalidad del iluminismo del siglo XVIII.
----------En cualquier caso, para alcanzar la perfección y la felicidad humana (vale decir, la "virtud" para los iluministas, y la "espontaneidad" para los russeaunianos, entre los cuales podemos incluir a los masones) no se necesita ninguna ayuda sobrenatural, sino simplemente la adopción de buenas reformas políticas según los iluministas, y la concesión de plena libertad de espontaneidad a todos, según los russeaunianos, en la tolerancia para todos y sin estrictas obligaciones legales para nadie. Es la llamada "revolución del '68".
La visión de Teilhard de Chardin acerca del pecado original
----------Un error del evolucionismo de Pierre Teilhard de Chardin [1881-1955] radica en el concebir a Cristo como vértice o "Punto Omega" de la evolución ascendente del cosmos, o sea, radica en el creer que tal evolución sea una "Cristogénesis", que parte desde la materia y se eleva hacia el espíritu como "transformación" y "autotrascendencia" de la materia, entendida como preexistente a la creación divina, que sería un simple poner orden en la materia. Dios está en lo alto, pero proviene de abajo. Observamos que no es así. Dios está en lo alto desde el inicio, ab aeterno, porque nada se elevaría, si no fuera Dios quien lo elevara.
----------Otro error teilhardiano es la ausencia del dogma del estado edénico del hombre y, por lo tanto, la ausencia del pecado original. Teilhard no toma en absoluto en consideración el relato genesíaco de la creación del hombre y, al ubicarse solamente desde un punto de vista científico, paleoantropológico, cree poder resolver el problema del origen del hombre y del mal, solo con este método, sin tener en cuenta el aspecto metafísico y de fe, y de hecho, Teilhard opera sobre la base de una metafísica materialista.
----------En base a las precedentes consideraciones, debemos decir que la teoría de la derivación del hombre desde el simio, aunque aceptada durante casi dos siglos en los ambientes científicos, es en realidad incompatible con el relato genesíaco de la creación del hombre en el Edén, porque no es pensable que la pareja edénica, en las condiciones de altísima perfección propia del Edén, poseyera un cuerpo simiesco, cuya dignidad es muy inferior a la del cuerpo humano actual, que también vive en estado de naturaleza caída.
----------Con mayor razón, no conviene en absoluto imaginar en el paraíso del Edén, donde el hombre era perfectísimo, una corporeidad inferior a nuestra corporeidad actual, que también es propia de la naturaleza caída. Los hallazgos paleontológicos que muestran una humanidad simiesca se deben considerar monumentos de la humanidad postlapsaria, o sea, no de la humanidad edénica sino de la humanidad caída.
----------En realidad, la mencionada teoría de la derivación del hombre desde el simio, lamentablemente hecha propia incautamente también por Teilhard de Chardin, por más que esté hoy ampliamente acreditada, tanto que ha entrado en la cultura corriente y en el común sentir, es una mera suposición o imaginación, sin ninguna prueba científica y sin la posibilidad de tenerla, y representa una indebida interferencia del conocimiento empírico en un ámbito epistémico superior reservado a la metafísica y a la fe.
----------En cuanto a esta tierra en la cual actualmente vivimos, ella ciertamente ha sido creada por Dios, pero es una tierra caída, postlapsaria, hecha para albergar la naturaleza humana caída, que es la naturaleza que poseemos nosotros hoy. En cambio, la creación del hombre narrada por la Sagrada Escritura ocurrió en la tierra incorrupta, que había sido creada por Dios para albergar el Edén. De esta tierra habla el Génesis cuando habla de la creación del mundo. Con el pecado original esta tierra se ha corrompido, como se ha corrompido nuestra naturaleza y es esa tierra que conocemos ahora en esta vida presente.
La concepción de Orígenes
----------Orígenes de Alejandría [184-253], influenciado por la filosofía de Platón, tiene una visión metafísica altamente espiritualista, por una parte con la tendencia dualista del contraste espíritu-cuerpo propio de Platón y, por lo tanto, con la dificultad para entender cómo en el hombre alma y cuerpo constituyan una sola sustancia, mientras que por otra parte, encontramos una exagerada necesidad de unidad de los espíritus, que conduce al monismo y, por tanto, a minimizar las oposiciones radicales, como la que existe entre el bien y el mal, y a disolver los muchos en el uno. Dualista donde debería unir; monista, donde debería oponer.
----------Como es bien sabido, la idea de una persistencia eterna del mal de pena en el infierno, es decir, del sufrimiento por toda la eternidad, le repugna a Orígenes; no le parece consonante con la bondad divina, y se imagina al infierno casi como una derrota de Dios frente al mal. Orígenes no sabe ver la victoria de Dios si no es en una total extinción del mal, por lo cual queda sólo el bien. Pero este no es el plan de Dios.
----------Sin embargo, Orígenes no duda en sacar su conclusión, sin sentir temor por oponerse a esa Sagrada Escritura, que también era la niña de sus ojos. De ahí el famoso "perdón divino a los condenados", demonios y hombres. No comprende que es mayor victoria sobre el mal el someterlo al bien, antes que hacerlo desaparecer, aunque ciertamente no se trata del mal de culpa, sino del mal de pena. La prevalencia del bien sobre el mal es un mayor bien que el bien solo. Este, al menos, es el plan divino de la Revelación.
----------Espiritualista como es, Orígenes no tiene dificultad en reconocer la creación de los ángeles en la imagen de la "luz" (Gn 1,3-4), y en aceptar que el pecado de los ángeles (2 Pe 2,4; Ap 12,7-9) ocurre antes del pecado del hombre. En efecto, la Revelación nos informa sobre el hecho de que el pecado original de Adán y Eva ha sido precedido por el pecado de los ángeles rebeldes, del cual no habla el Génesis, pero sí el Apocalipsis (Ap 12,7-9): "entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron contra el Dragón, y el dragón contraatacó con sus ángeles, pero fueron vencidos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles", y san Pedro: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los sumergió en el abismo de las tinieblas, donde están reservados para el Juicio" (2 Pe 2,4). Es evidente que si la serpiente genesíaca tiene de Dios el permiso para entrar nada menos que en el Edén, para tentar a los progenitores, eso significa que la rebelión de los ángeles ya ha ocurrido.
----------Este importantísimo acontecimiento de los inicios de la historia sagrada ha sido dogmatizado en la profesión de fe del Concilio Lateranense IV de 1215 (Denz.800) contra las herejías de los albigenses y los cátaros: "El diablo y los demás demonios han sido ciertamente creados buenos por Dios, pero por sí mismos se han hecho malvados. En verdad, el hombre ha pecado por sugerencia del diablo".
----------Orígenes no tiene ningún problema en reconocer que el pecado original estropea la obra del Creador, pero no hasta el punto de impedir la obra divina de la reparación, de la redención y de la recapitulación final en Cristo de "todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra" (Ef 1,10), a fin de que "en el nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra" (Col 2,10).
----------Ahora bien, esta recapitulación final, no se trata, sin embargo, como creía Orígenes, seducido por una fascinante concepción gnóstica monista, la cual es posible rastrear todavía en Georg Hegel [1770-1831], de la perfecta recomposición o restauración (apokatàstasis, una mala comprensión de la anakefalàiosis de Ef 1,10) de la Unidad divina originaria después de la escisión de la creación, del mal y del pecado.
----------Por el contrario, la fe católica nos hace necesario decir que no es que la creación se reabsorba en Dios, de modo que al final del proceso circular de salida y retorno, permanece solo Dios, como era antes de la creación, sino que el mundo creado, distinto de Dios, permanece para siempre (beatificados y condenados) bajo el gobierno de Dios y junto con Dios, porque la bondad de Dios, en el plan divino revelado, no prevé la anulación de toda forma de mal y el perdón de todos los pecadores, ángeles y hombres, sino el premio a los buenos y el castigo a los malos, lo que implica efectivamente un mal de pena para los castigados por su mal de culpa, de modo que la victoria divina final y definitiva sobre el mal es el dominio de Nuestro Señor Jesucristo sobre sus enemigos (1 Co 15,25; Heb 10,13; Ap 19,20 y 20,10).
----------El hecho de que no todos los hombres y mujeres de la historia correspondan a la oferta de la salvación no quiere decir, como algunos creen, que la obra de la Redención haya en parte fracasado, sino que ella se ha realizado plenamente, porque, si algunos la rechazan, no quiere decir que Cristo no haya hecho todo lo que debía hacer, sino que la culpa del fracaso en ellos de la obra de Cristo es solo de ellos.
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